Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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jueves, 31 de octubre de 2019

La Puerta de la Macarena


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Puerta de la Macarena, de Sevilla.  
   La Puerta de la Macarena [nº 52 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 68 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra al final de la calle San Luis, junto a la plaza de la Esperanza Macarena; en el Barrio de San Gil, del Distrito Casco Antiguo
     Se encuentra situada al final de la calle San Luis.
     Este topónimo no aparece documentado en las fuentes musulmanas, aunque parece que durante la dominación islámica la puerta ya se denomi­naría así. Por el contrario, sí que aparece registrado en el Libro del Repartimiento y en otros documentos castellanos de los siglos XIII, XIV y XV.
     En cuanto a su origen, la historiografía sevillana se encuentra dividida entre quienes lo consideran vinculado a una hija de Hércules llamada Macaria y quienes lo consideran relacionado con "un moro principal así llamado" o con una infanta también mora.
     Por otra parte, algunos historiadores han creído ver el origen de este topónimo en el nombre propio latino Macarius, propietario de una villa cercana a Híspalis, aunque se trata de una hipótesis filológica no con­trastada.
     En lo que a su disposición se refiere, es posible intuir la primitiva islá­mica a través de una serie de referencias literarias, documentales e iconográficas.
     En este sentido, creo que debió estar flanqueada por dos torres, tal y como figura en la descripción que de ella hizo Peraza: "Tiene esta puerta tal forma, viniendo por el camino está un arco almenado blanco ( ...)", que debe corresponder al acceso de la barbacana.
     La descripción de Peraza continúa así: "Pasado este arco entramos en una plaza grande" , que sería el espacio delimitado por la barbacana y la muralla, "en la qual están dos arcos, al un lado uno y al otro otro, que a los lados del un cabo y del otro del campo van a dar", a uno de los cuales po­dría referirse un documento de los Papeles del Mayordomazgo fechado en 1386 en el que se menciona un "arco que sale a la barrvacana del almenilla", "y", continuando con Peraza, "entre los dos arcos están dos altas y fuertes torres, y entre ellas una alta y fuerte puerta, dentro de la qual está otra pequeña plaza y otra puerta que entra dentro de la ciudad", entre las cuales nos dice que los reyes que entraban en la ciudad juraban "los previlegios y libertades desta cibdad".
     Este último extremo supondría la existencia de un patio intermedio, lo que corrobora un documento del Archivo Municipal reproducido por Ortiz de Zúñiga y en el que se narra cómo Carlos V, al entrar en la ciudad en 1526, juró ante su Cabildo y Regimiento la observancia de sus privilegios "entre las dos puertas de la puerta de Macarena".
     Por su parte, en un documento de los Papeles del Mayordomazgo fe­chado en 1386 se hace referencia al "alcazar de la dicha puerta de macarena".
     Además, figura también en el documento, ya citado, de 1560 en la relación de aquéllas que tenían puertas por las que "se ba rodeando para salir de la ciudad" y "rebellines".
     Con todo, el elemento fundamental que nos informa de su disposición islámica lo constituye uno de los relieves del retablo mayor de la Catedral, puesto que en mi opinión la puerta en él representada, tradicionalmente identificada con la de Goles, no es sino la de la Macarena, en la medida en que en el mencionado relieve se representa a la ciudad desde el norte, y no desde poniente.
     A través de este mismo documento sabemos que Hernán Ruiz debía eliminar esos elementos que dificultaban el acceso, así como decorarla con inscripciones y escudos. En 1588 se registra una nueva intervención realizada por un tal Lorenzo de Oviedo "para ensanchar la puerta de macarena desta cyudad".
     Sin embargo, la puerta no adquiriría su fisonomía actual hasta las obras que tuvieron lugar en 1723 y 1795, ésta última bajo la dirección del arquitecto municipal José Chamorro.
     En cuanto a las inscripciones, en la barbacana de la primitiva puerta de la Macarena hubo una en castellano y reproducida ya en la descripción que de ella hizo Peraza. Otra se colocaría en 1561, puesto que sabemos que se pagaron 10.500 maravedís a un tal Pedro Milanés "por una losa grande que dio para la puerta de Macarena para ponerla en lo alto de la dicha puerta", y que un tal Lucas Carón  "fizo 372 letras que costaron 3,162 mrs. en la losa que se a de poner en la puerta de Macarena".
     La lápida con inscripción más antigua que se conserva de la moderna puerta de la Macarena data de 1650 y hace referencia a una provisión de 1630, relativa a la actividad de los guardas de la puerta.
     En 1723 se puso otra lápida con inscripción en castellano conmemorativa de la reconstrucción que tuvo lugar ese año.
     Igualmente, en 1795 se colocó una tercera con inscripción en castellano, conmemorativa también de la intervención que había tenido lugar ese año.
     La inscripción de la barbacana desaparecería cuando se procedió a su derribo en el transcurso de la intervención de Hernán Ruiz.
     La que se colocó en 1561 desaparecería tras las obras de 1723 ó 1795. En cuanto a las otras tres lápidas, se conservan en la actualidad embutidas en la puerta.
     En lo que a los escudos se refiere, esta puerta figura en el documento de 1560 en la relación de aquéllas a las que Hernán Ruiz debía decorar con escudos esculpidos en piedra con las armas de la Ciudad, al interior, y las reales, al exterior. En relación a estas últimas, sabemos, gracias al documento de pago a Lucas Carón, que la inscripción de 1561 debía colocarse "debajo de las harmas reales", las cuales desaparecerían cuando en 1723 ó 1795 se procedió a su reedificación.
     Por otra parte, en el dibujo de Tovar, que representa la puerta tras la reparación de 1795, se observa cómo un escudo con las armas reales decoraba el remate de su fachada exterior, del cual desconozco su paradero (Daniel Jiménez Maqueda, Estudio histórico-arqueológico de las puertas medievales y postmedievales de las murallas de la ciudad de Sevilla. Guadalquivir Ediciones. Sevilla, 1999).
     De la piel que envolvía la ciudad apenas queda este mero y monumental jirón. Un muro almenado que se desmenuza consumido por el tiempo. Solo en un arco, ufano de mármol y calamocha, brilla el antiguo esplendor, resuenan aún las glorias de tiempos pasados. Cuando los reyes debían jurar fidelidad a la ciudad antes de atravesarlo.
     La gloria y la tragedia, lo celestialmente sublime y lo infernalmente perverso, la sensibilidad más refinada y lo más ridículamente grotesco vio pasar ante ella a lo largo de los siglos que lleva en pie recibiendo la gélida (tratándose de Sevilla, gélida hasta cierto punto) caricia del viento del norte. Bajo su vano desfilaron emperadores que entraban triunfantes en la ciudad; nobles que fueron llamados a ella para ser asesinados; escritores que hallaron en sus calles la inspiración y cadáveres de los muertos en las epidemias acarreados para ser enterrados en los carneros del campo del Hospital. En sus muros han resonado los ecos triunfales de unas cornetas que tocan a la gloria eterna y también los de la fusilería descargada sobre los desgraciados a quienes se ajusticiaba públicamente contra el muro de la barbacana. Su destino, este destino sin término medio de bru­tales contrastes, estuvo escrito desde el mismo día en que se abrió para que por ella entraran y salieran de Sevilla los hortelanos que habitaban un barrio extramuros de nombre misterioso cuyo origen resultó siempre inextricable: la Macarena. Un día de hace ya mucho tiempo, alguien colocó sobre esta puerta una lápida que decía: "Extremo serás del mundo, Sevilla, pues en ti vemos unidos los dos extremos". Cuándo y porqué desapareció, no se sabe, pero al sino expresado en aquella profética piedra sigue ajustándose mili­ métricamente el devenir cotidiano de esta puerta, que, por ser de Sevilla, puede ser también en según qué momentos del Averno y de la gloria.
     "En Sevilla, y en mitad del camino que se dirige al Convento de San Jerónimo desde la Puerta de la Macarena..." así comienza el relato de Gustavo Adolfo Bécquer La venta de Los Gatos, justo en la esquina donde al cabo de los años tendría el poeta una calle. Entonces, la puerta todavía era puerta, no arco. Lo del arco vendría más tarde. El paisaje que tenía enfrente era una estampa rural, las afueras. Aquí acababa el mundo, este mundo particular llamado Sevilla que ya entonces se había acostumbrado a tener suficiente consigo mismo; más allá de ella se extendía una incertidumbre silvestre que habría de tardar mucho tiempo en ser ocupada por la ciudad. A través de esos campos llegó a Sevilla el infante don Fadrique el año de 1358, entrando en la ciudad por la Puerta de la Macarena. Acudía a una llamada del rey Pedro I, en este caso el Cruel, quien lo convocó, obviamente engañándolo, con la aviesa intención de darle muerte y, en efecto, el infante fue muerto de manera expeditiva y contundente: a mazazos, que en el Medievo no se andaban con miramientos; eso sí, el crimen se cometería en un recinto acorde a la noble condición de la víctima: el Real Alcázar. Dicen que en sus mármoles todavía quedan rastros de la sangre del infante.
     Más triunfal y menos sórdida fue la visita del emperador Carlos I, quien entró en Sevilla por la Puerta de la Macarena el 10 de marzo de 1526, aunque antes de hacerlo debió cumplir la solemne ceremonia de jurar los privilegios, exenciones, derechos, buenos usos y costumbres de la ciudad. A este fin, según Luis de Peraza, la Puerta de la Macarena tenía hace quinientos años, acaso porque aún mantuviera las trazas originales de la época almohade, un doble portón que cerraba en su interior un ámbito donde se cumplimentaban estos juramentos. Toda autoridad que quisiera entrar en la ciudad debía previamente aceptar sus fueros locales. Si Su Majestad no se sometía a ellos, no entraba. Así se las gastaban los alcaldes de la época, que no por casualidad se llamaban entonces "adelantados». Juan de Silva y Rivera era el que gobernaba Sevilla en aquellos tiempos; y para los actuales lo querría más de uno en vista del entreguismo y la sumisión de que hacen gala nuestros munícipes contemporáneos.
     La Puerta de la Macarena conectaba el barrio extramuros así llamado con la collación interior de San Gil, produciendo entre ambos una ósmosis a través de la muralla que acabaría por llegar a confundirlos, convirtiéndolos prácticamente en una misma cosa. San Gil seguiría siendo la parroquia, pero el barrio entero, lo que quedaba extramuros y lo guardado por la cerca, se llamaría ya para siempre la Macarena.
     Adosado al que el pueblo, por esa misma razón, acabaría cono­ciendo como el Arco de la Macarena se extiende el más extenso y mejor conservado lienzo de muralla de cuantos quedan en pie. Se trata de un fragmento de aproximadamente quinientos metros lineales, compuesto por el muro, la barbacana y el adarve que discurre entre uno y otra. La construcción está además jalonada por ocho torreones, de los cuales el más destacado es la conocida como Torre Blanca o Torre de la Tía Tomasa, una construcción de planta hexagonal que los expertos consideran hermana menor de las torres del Oro y la Plata, aunque a diferencia de estas, la Torre de la Tía Tomasa conserva su bóveda y escalera central primitiva. La tal Tía Tomasa era, según el decir popular, una bruja de escoba y caldero que vivía en la torre, donde alojaba a unos peculiares e inquietan­tes huéspedes: los duendes Narilargo y Rascarrabias, dos presuntos ectoplasmas que, como todos estos supuestos seres del más allá, no eran sino invención de la imaginación del pueblo. Lo cierto es que bajo sus fantasmagóricas sábanas, en realidad se ocultaban contrabandistas, rateros y gentes de no muy buena catadura, amén de poco recomendables, a quienes convenía la fama de embrujada que tenía la torre, pues ello les facilitaba usarla como escondrijo, disuadiendo de acercarse a los visitantes inoportunos. El resto de los torreones son de planta cuadrada; de ellos, tres dispusieron en su día de cámara cubierta y remate almenado, siendo mochas las restantes. En 1911, se abrieron en el muro los dos postigos que dan a las calles Torreblanca y Aniceto Sáenz. Una obra en su día controvertida, pues contó con la oposición de algunos sectores y que hubo de supervisar la Real Academia de la Historia. El proyecto contó con el asesoramiento de José Gestoso, cuyo aval fue fundamental para que el citado organismo considerase esta intervención respetuosa con el monumento y la aceptara. El hecho de que, en líneas generales, la muralla de la Macarena haya llegado hasta nosotros con sus trazas originales más o menos intactas se debe a las sucesivas restauraciones de que ha sido objeto, la última y sin duda la mejor de todas ellas fue la que entre los años 1984 y 1988 dirigieron José García-Tapial y José María Cabeza. No obstante, en esta feliz circunstancia tam­bién tuvo una influencia determinante el hecho de que por fuera de la muralla no hubiera en este sector zonas muy pobladas.
     Cuentan las crónicas, sin ahorrar escabrosos detalles, que en 1649 estos andurriales extremos de la ciudad, como ocurriera con los del vecino barrio de San Julián, se quedarían desiertos a causa de los estragos que en su población causó la peste bubónica. A ello pudo contribuir la curiosidad morbosa de los vecinos de estos andurriales, que en aquellos dramáticos días acudían en masa a contemplar el dantesco espectáculo que ofrecía la explanada del Hospital de la Cinco Llagas, atestada de moribundos que implora­ban inútilmente por su salvación. Y fueron muchos los curiosos que salieron de allí contagiados con el mal. Muy pocos sobrevivirían en estos barrios a la desoladora epidemia y así, tétricamente deso­lados por la muerte, habrían de permanecer durante algunos años antes de que otras gentes se decidieran a ocupar las casas vacías o a levantar otras nuevas. Estremece imaginar el macabro silencio que en aquellos terribles meses debió envolver unas calles que posible­mente se parecieran mucho a las actuales: Pozo, Torreblanca, San Luis, el Pumarejo...
     Algo de tétrico, aunque sobre todo de curioso, tuvo también lo acontecido en el barrio de la Macarena con motivo de la creación del cementerio de San Fernando. Un hecho que tuvo repercusiones sociales en esta zona de la ciudad, por ser de las más próximas al emplazamiento del camposanto. Al respecto, la mejor crónica que se ha escrito es La Venta de los Gatos, de Gustavo Adolfo Bécquer. Que no debió de resultar agradable entre su vecindario el tráfico de féretros que a partir de 1854 se hizo habitual en el barrio de la Macarena, lo pone de manifiesto la decisión del Ayuntamiento referida por Joaquín Guichot de crear en agosto de aquel año una sección de policía montada para "evitar el escándalo y la impiedad de los desórdenes que se originaban en el barrio de la Macarena al ser conducidos los cadáveres al cementerio de San Fernando" Guichot apunta que los carruajes que portaban los féretros de los difuntos llegaron a ser apedreados. Eran tiem­pos de superstición en los que a las gentes sencillas e ignorantes imponía demasiado la visión de una comitiva fúnebre y verlas demasiado a menudo hizo revolverse al vecindario, de fama bravío, de aquella collación. jalonando la historia con tan contradictorios y extremos avatares, adornándose con triunfales aparatos cuando por ella entraba un monarca o envuelta en la penum­bra gris del miedo cuando bajo su arco sacaban a los muertos de epidemias y guerras, llegó la Puerta de la Macarena al siglo XX. En esos primeros años de la penúltima centuria, se levantó ante ella la suculenta humareda del puesto de calentitos de la familia Alfonso que cada mañana anuncia a sus pies el amanecer, como un lucero del alba deconstruido y aceitoso. A su vera, pusieron en cierta ocasión unos grotescos cañones para bombardear una casa donde se reunían elementos subversivos, siendo el primer caso de la historia de la humanidad en que se condena a un edificio a la pena de muerte por motivos políticos.
     Podríamos también hablar del panadero de la Macarena que acabó de secretario general del Partido Comunista o del general que se rebeló contra la República, obligando a exiliarse al panadero; dos protagonistas de una historia más o menos reciente que también pasaron muchas veces bajo el arco de esta puerta cuyo aspecto actual obedece al diseño realizado a finales del siglo XVIII por el arquitecto José Chamorro y que hoy en día, con esas lápidas que recuerdan las condecoraciones de un militar retirado, luce, en contraste con las derrengadas y arenosas murallas a las que está hermanada, un esplendor provinciano y antiguo. De lo que no vamos a hablar, porque no hace falta hacerlo, es de la madrugada de ese viernes en que la puerta se transforma en arco. Arco triunfal y arco voltaico de la emoción, el sentimiento, la fe y la verdad. No vamos a hablar, aunque tal vez deberíamos haberlo hecho porque de no ser por esa noche, y la triunfal mañana siguiente, es seguro que la Puerta de la Macarena ya no existiría. Dice González de León que bien pudiera haber llevado el nombre de Real y dice bien, pues por ella pasaron los reyes y por ella sigue pasando cada año la Reina de los Cielos (Juan Miguel Vega, Veintitantas maneras de entrar en Sevilla. El Paseo. Sevilla, 2024).
     Se alza en la embocadura de la calle San Luís, en el lugar donde se encuentran las calle Resolana y Parlamento Andaluz (antigua Andueza), frente al antiguo Hospital de las Cinco Llagas y junto a la Basílica de la Virgen de la Esperanza. Era la puer­ ta norte de la muralla, por tanto una de las cuatro principales, y a través de ella entraban en la ciudad los reyes de Castilla, debiendo jurar los fueros locales antes de franquearla, de ahí que la calle San Luís, que a partir de la puerta conducía al centro de la ciudad, llevase el nombre de Real. Ha sido objeto de múltiples transformaciones a lo largo de la historia, si bien su aspecto actual obedece al diseño realizado a principios del siglo XIX por el arquitecto José Chamorro. El historiador Luis de Peraza cuenta que en el siglo XIV ante la puerta había un arco con la siguiente inscripción: 'Extremo serás del Mundo, Sevilla, pues en ti vemos juntarse los dos extremos' (Exposición Puertas de Sevilla, ayer y hoy. Sevilla, 2014).
    El Arco - Puerta de la Macarena corresponde al periodo almorávide de Sevilla, por lo que debió ser levantada en la última ampliación de la muralla en el siglo XII, aunque el historiador Santiago Montoto de Sedas sostiene que ésta es, según la tradición, la única puerta que se conserva de las que mandó construir Julio César en Hispalis.
   En Sevilla,  la puerta de la Macarena junto con la puerta de Córdoba son la dos que por suerte aún se pueden conjugar en presente, se encuentra ubicada en la confluencia entre la calle San Luis (antigua calzada romana de Hispalis según restos arqueológicos hallados en concreto el cardo máximo, eje norte sur de la ciudad pasaba justo por debajo de las casas que están frente a la Plaza del Pumarejo) y La Resolana. El estilo actual, tras muchas transformaciones se debe  al arquitecto José Chamorro.
   "Extremo serás del mundo, Sevilla, pues en ti vemos juntarse los dos extremos".
   Esta inscripción se sitúa en la puerta norte de la muralla de la Macarena. En el tímpano de la puerta también se puede observar la imagen de la Virgen Macarena en azulejos pintados a mano con una leyenda que dice:
   "Esperanza nuestra, Ella es Tabernáculo de Dios y Puerta del Cielo"
   Flanqueado por los escudos de España, Sevilla y la Hermandad de la Macarena que fue fundada en 1595 por el gremio de hortelanos de la ciudad en el desaparecido convento de San Basilio, ubicado en el barrio de Feria y perteneciente a la parroquia de Omnium Sanctorum. En 1653 fue trasladada a la parroquia de San Gil. Finalmente, y tras la construcción a la basílica en 1949, su sede fue instaurada en ella. Realizó su primera salida procesional en 1615 y en la actualidad realiza su estación de penitencia durante la madrugada del Viernes Santo.
   La puerta de la Macarena fue desde siempre uno de los arcos de entrada más importantes de todas las versiones de la ciudad de Sevilla. Este acceso era utilizado por los reyes de Castilla al entrar en Sevilla por primera vez, ante sus muros se levantaba un altar en el que realizaban su pleito homenaje, y tras lo cual les eran entregadas las llaves de la ciudad,  y así lo hicieron Alfonso XI de Castilla (1327), Isabel I de Castilla (1477), Fernando II de Aragón (1508), Carlos I de España y su prometida Isabel de Portugal (1526), y por último Felipe IV (1624). Después de pasar por esta Puerta se procedía a la jura de los privilegios y se iniciaba el cortejo que con gran ceremonia recorría la prolongación del antiguo Cardo Maximus romano hasta el centro de Sevilla para después partir hasta el Alcázar Sevillano.

   Existen diversas teorías acerca del origen etimológico del vocablo Macarena, y los historiadores nos ofrecen diversas teorías según sus investigaciones. Las propuestas más lejanas atribuyen a la palabra un origen griego, siendo vinculado al nombre de Macaria, hija de Hércules fundador de Sevilla.
   También existe la hipótesis de su origen romano, concretamente de un patricio llamado Macarius, que habría tenido grandes propiedades en la zona. Esta aldea se asentó sobre las tierras de un patricio romano llamado Macarius y de ahí su nombre seguramente. Es decir, el nombre de la puerta proviene de lo que había afuera y por la cual siguiendo su camino de salida podíamos llegar.
   Otras de las teorías,  es que en época de al-Andalus, a varios kilómetros de la Bab-Al-Makrin nombre del Arco de la Macarena en Isbiliya, existía una aldea llamada Makrin y de ahí vendría el nombre de la puerta Macarena al referirse a unos de los destinos donde llevaría el camino que partía desde esta puerta. Según se cree esta aldea desapareció durante el asedio a la ciudad de Isbiliya el rey San Fernando en la reconquista de Sevilla.
   La teoría que se considera más plausible quizás por su cercanía en el tiempo es la de su origen almohade, a través de una infanta mora que vivía junto a la muralla, o de un moro del mismo nombre, tal y como relata en 1587 el escritor Alonso Morgado en su Historia de Sevilla:
   "Que la Puerta de la Macarena tomó su nombre de un Moro principal llamado Macarena, por quanto salía él por esta Puerta a una su heredad media legua de Sevilla, donde hasta oy permanece una Torrezilla llamada Macarena del nombre deste Moro, que la edificó en aquella su pertenencia. Y por la misma razón se llama oy también Collado de la Cabeça de Macarena, en el camino de la Rinconada, pueblo de aquel tiempo una legua de Sevilla"
   El aspecto de la puerta de la Macarena,  antigua puerta almorávide, puede deducirse de algunas referencias iconográficas y documentales que se conservan. Según la descripción hecha en 1535 por Luis de Peraza, debió ser una entrada con una fortificación muy importante, que contaba con un primer arco de acceso a la barbacana y, tras el camino de ronda de ésta, dos arcos más, uno a cada lado, con dos altas torres entre ellos y una robusta puerta intermedia que daba entrada a Sevilla.
   Su estado de conservación debió ser muy deficiente. El primer informe sobre su construcción lo da el maestro mayor de obras de la ciudad Hernán Ruiz II en 1560 cuando dice que debe ser derribada para ser levantada de nuevo como otras tantas puertas de la muralla. Al año siguiente el Ayuntamiento hizo algunas mejoras en este tramo de torres y almenas de la Macarena, colocando además una placa con las armas del Rey Felipe II, como ya se había ordenado en el año anterior para las puertas principales.   

   Su importancia mercantil como punto de comercio del vino y el pan se vio incrementado en la Edad Moderna por la construcción del Hospital de las Cinco Llagas también llamado «Hospital de La Sangre» que se levantó frente a ella, un grandioso edificio renacentista que a los valores sanitarios y estéticos sumó el de la urbanización de un amplio llano que antes solo era un simple cruce de caminos.
   En 1588 se acordó construir una garita para la guardia y unos meses más tarde Lorenzo de Oviedo llevó a cabo unas reformas para ensancharla, en las que probablemente el cuerpo bajo tomaría el aspecto que se conserva aún en la actualidad para esta Puerta, con un amplio arco con pilastras almohadilladas. En 1589 se hizo preciso reparar y luego sustituir las hojas de madera de la puerta, y en 1594 el maestro mayor de la ciudad informó sobre su estado de ruina y el peligro que entrañaba para sus usuarios.
   La puerta de la Macarena actualmente aparece adosada por uno de sus lados a un amplio lienzo de muralla y barbacana que se extiende desde este punto hasta la siguiente entrada del recinto amurallado, y que también aún existe, la denominada Puerta de Córdoba (Isbilya).

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Más sobre el Recinto Amurallado de Sevilla, con ExplicArte Sevilla.

miércoles, 30 de octubre de 2019

El Antiquarium


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Antiquarium, de Sevilla.     
   El Antiquarium [nº 27 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 51 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la plaza de la Encarnación, s/n; en el Barrio de la Encarnación-Regina, del Distrito Casco Antiguo.  
   Las obras de Metropol Parasol dejaron al descubierto restos visibles de gran parte del período romano, desde Tiberio (ca. 30 d.C.) hasta el s. VI y una casa islámica almohade de los siglos XII y XIII. Además, este solar conservaba información de períodos que abarcan las edades media, moderna y contemporánea.
   Los restos arqueológicos están ubicados en un espacio diáfano de 4,879 metros cuadrados, con los restos de la ciudad romana a la cota -5,45 metros y una altura libre de 3,95 metros. Independientemente de estas medidas, Antiquarium está concebido para ser un contenedor en el cual se pierda la sensación de estar limitado espacialmente por muros de hormigón.

   Antiquarium contempla una membrana de vidrio que envuelve todo el espacio, con capacidad de modificar nuestra percepción gracias a su cualidad cambiante, casi camaleónica, para variar sus propiedades: ser transparente o traslúcido, pasando por todos los grados intermedios; dejar ver o reflejar una imagen, dejar pasar la luz o reflejarla.
   Este efecto, junto con los muros colgantes (construidos con textiles metálicos) y las linternas de luz, tienen la finalidad de reconstruir las sensaciones de los espacios en los que vivieron nuestros antepasados.
   Antiquarium está estructurado en torno a tres grandes áreas de casi 5.000 metros cuadrados: 

   Paseo arqueológico, conforma el acceso principal al Museo de 550 metros cuadrados donde el visitante puede empezar a atisbar los restos arqueológicos sin haber entrado siquiera. Este paseo se realiza a través de 400 metros cuadrados de pasarelas.
   Sala Arqueológica con 3.300 metros cuadrados que contienen todos los restos encontrados: la factoría de salazones del siglo I; el conjunto de casas y calles romanas de los siglos II al VI; la Casa Almohade de la Noria del siglo XII/XIII; y otros elementos extraídos como los mosaicos, hornos, fuentes...
   Zona Multiusos de casi 1.000 metros cuadrados. Compartimento estanco de acceso y funcionamiento aislados con capacidad para albergar grandes eventos culturales.
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Horario de apertura del Antiquarium:
            De Martes a Sábados: de 10:00 a 20:00.
            Domingos y Festivos: de 10:00 a 14:00.

Página web oficial del Antiquarium: www.icas.sevilla.org/espacios/antiquarium

martes, 29 de octubre de 2019

La antigua Real Audiencia (actual sede de la Fundación Cajasol)


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la antigua Real Audiencia (actual sede de la Fundación Cajasol), de Sevilla.   
   La antigua Real Audiencia (actual sede de la Fundación Cajasol), se encuentra en la plaza de San Francisco, 1; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
   Tradicionalmente se ha venido afirmando que la construcción del edificio de la Real Audiencia formó parte del nuevo proceso de formalización urbanística de la Plaza de San Francisco en el siglo XVI, iniciado con la construcción de las nuevas Casas Consistoriales proyectadas por Diego de Riaño en 1526. Este edificio fue uno de los más tardíos en experimentar su transformación al lenguaje renacentista, transformación que se inició, al igual que la Chancillería de Granada, desde dentro hacia fuera a finales del siglo XVI.
   La renovación de la fachada del edificio medieval no se inició hasta 1605, al hallarse derribada, el Ayuntamiento propuso retranquear el edificio para mejorar la regularización de la plaza. A falta de documentación la autoría de las obras del patio y de la fachada se han atribuido a diversos arquitectos, principalmente a Hernán Ruiz, Vermondo Resta y Alonso de Vandelvira.
   La antigua Chancillería, actual Audiencia, es uno de los edificios de administración pública del siglo XVI más hermosos que se conservan en la ciudad de Sevilla. Mandada a construir por Felipe II entre 1595 y 1597, se terminó en 1606.
   El edificio ha sufrido diversas transformaciones en los siglos XVIII, XIX y XX. Durante el siglo XIX se realizaron diversas obras que fueron alterando la fisonomía de la fachada. A partir de 1818 se trasladó la portada y balcón principal al centro del edificio. En 1842 se remató la fachada con un reloj y una escultura de San Saturno. Con posterioridad, en 1861, fue suprimida la torre ante la amenaza de ruina. La última reforma se realizó entre 1918 y 1923, siguiendo el proyecto de Aníbal González. A partir de estas reformas el edificio tomó un aspecto similar a la Universidad de Alcalá de Henares.

       Por último el edificio fue sometido en 1970 a una serie de reformas proyectadas por Rafael Manzano Martos, con el fin de adaptarlo a sede central de la Caja de Ahorros de San Fernando, actualmente sede de la Fundación Cajasol.
   La Audiencia Territorial ocupa uno de los lados mayores de la Plaza de San Francisco y es, junto con el Ayuntamiento, lo único que se conserva del histórico conjunto urbano. Fue construida en estilo manierista y junto al patio de la Casa Lonja es uno de los edificios civiles renacentistas más bellos y de mayores proporciones de Sevilla.
   Tiene planta cuadrangular y tres pisos de altura, con zaguán y patio alrededor del cual se distribuyen las estancias. El zaguán, de triple arquería doble, sobre columnas pareadas, presenta la segunda arquería un cierre con hermosas rejas de hierro que dan paso al amplio patio con fuente de mármol en el centro. El patio es porticado y de dos plantas de altura, con arquerías de medio punto en los cuatro frentes con tondos lisos en las enjutas. Los arcos se disponen sobre columnas con capitel de castañuela en el cuerpo bajo y con capitel jónico en el superior que cuenta con un antepecho de m balaustres de mármol. Entre las salas que lo rodean destaca la que en tiempos pasados se denominaba el Salón de Acuerdos. En uno de sus laterales cuenta alberga la monumental escalera de acceso al cuerpo superior, con zócalos de azulejos.    
   La fachada principal se divide en tres plantas separadas horizontalmente por una cornisa corrida. Y estructurada verticalmente por pilastras de órdenes superpuestos que dividen los espacios en altura en dos, tres y cuatro vanos. El cuerpo bajo con grandes ventanales rectangulares con orejetas, el segundo cuerpo con balcones rematados por frontones triangulares coronados por bolas y el tercer cuerpo con vanos de medio punto flanqueados por columnas corintias, rematándose el conjunto por un antepecho abalaustrado con bolas y flameros. La portada se encuentra situada en el centro de la fachada principal y ocupa los tres cuerpos de altura. El cuerpo bajo parte de un gran vano adintelado flanqueado por pares de pilastras cajeadas sobre las que apoya un entablamento, siendo la cornisa la base del balcón principal. El segundo cuerpo parte de un vano dintelado flanqueado por pares de pilastras jónicas sobre pedestal, con inscripción y escudo rematando el vano. El tercer cuerpo parte de una cornisa y presenta un escudo de los Austrias con el águila bicéfala, flanqueado por pares de pilastras que soportan un entablamento, rematado por un frontón triangular coronado por pedestales con bolas y copetes. Corona el edificio una azotea con balaustrada sobre las que se han añadido en las últimas restauraciones, unas dependencias con tejado a dos aguas.
   El inmueble alberga una rica colección de pinturas, de azulejos, frisos con decoración plateresca y puertas de madera tallada (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Antigua Real Audiencia (actual sede de la Fundación Cajasol), de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Página web oficial de la Fundación Cajasol: www.fundacioncajasol.com

lunes, 28 de octubre de 2019

Las esculturas "San Simón y San Judas, apóstoles", de Ricardo Bellver, en la Puerta de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte las esculturas "San Simón y San Judas, apóstoles", de Ricardo Bellver, en la Puerta de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla. 
   Hoy, 28 de octubre, Fiesta de San Simón y San Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Santiago, llamado también Tadeo, el cual, en la última Cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: "El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él" [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte las esculturas "San Simón y San Judas apóstoles", de Ricardo Bellver, en la Puerta de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
     La Catedral de Santa María de la Sede  [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.  
   En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Puerta de la Asunción [nº 067 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; Ha tenido los nombres de puerta del "Perdón", "Perdón Nueva", "Principal" y "Grande", con obras que van desde 1481 hasta 1884 (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
   En la portada de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede encontramos en en el apilastrado izquierdo de las arquivoltas de la zona izquierda, en su lateral derecho, en su su cuerpo inferior, a la izquierda un Apóstol que porta una lezna y un pergamino en la mano izquierda, mientras sostiene con la derecha una sierra, símbolo parlante del Apóstol San Simón. En el apilastrado derecho en su lateral izquierdo y a modo de continuación de las arquivoltas, en su cuerpo inferior, a la izquierda, se ha representado a un Apóstol que porta un pergamino en la mano izquierda y un instrumento de escritura en la derecha, identificándose con Judas Tadeo, realizados ambos por Ricardo Bellver en cemento, en este caso, en 1889. 
     La distribución de todas las esculturas se corresponde con un programa iconográfico preestablecido y que, resumidamente, es el siguiente: en el cuerpo inferior de las archivoltas se sitúan los Apóstoles; en los frontales de los apilastrados, también en su cuerpo inferior, los Evangelistas y a continuación de los mismos cuatro Santos Mártires. En el cuerpo superior de las archivoltas centrales, la Familia de la Virgen, (Madre, Padre, y Esposo) así como a María Magdalena. A continuación, a ambos lados, los Padres de la Iglesia, seguidos de los Doctores de la Misma; y por último, en los frontales y laterales exteriores de los apilastrados, se han representado, a los Santos Fundadores de Órdenes Religiosas.
     Señalar que no cabe duda que la envergadura del encargo de esta decoración escultórica puso en una situación difícil al artista, ya que por una parte se le exigía ajustarse al estilo del resto de la fábrica catedralicia, es decir, desarrollar un programa goticista; o bien, la otra solución que le quedaba era elaborar una obra personal, lo cual desentonaría sensiblemente con el conjunto. Ante tal disyuntiva, Bellver optó por una solución intermedia que le condujo hacia una obra ecléctica y un tanto fría, y a pesar de ser un escultor decididamente naturalista no consigue, en esta obra, reflejar tal característica, inclinándose por un particular neogoticismo en la elaboración del relieve central, y no consiguiendo en el resto de la estatuaria la fuerza realista y dramática propia de otras obras por él ejecutadas. Resultado que no es producto de la estilística del escultor, sino de las exigencias, estéticas y materiales, de unas instituciones y de una época que se ancló en el pasado y que, en lo que se refiere al panorama artístico, no destacó especialmente por su nivel creativo [José Antonio García Hernández, La Decoración Escultórica de la Portada Principal de la Catedral de Sevilla (1882-1899)].
Conozcamos mejor la Vida, Leyenda, Culto e Iconografía de los Santos Simón y Judas, apóstoles;
SAN SIMÓN APÓSTOL   

   En los Evangelios sinópticos está motejado el Canaanita o el Zelote, es decir, el Afanoso.
   Tanto en la leyenda como en la iconografía, está asociado con el apóstol San Judas Tadeo. Ambos habrían aportado al rey Abgar de Edesa una carta y una imagen de Cristo. Después de discutir con magos persas, derribaron sus ídolos y fueron degollados.
   Según otra versión transmitida por el Pseudo Abdías y la Leyenda Dorada, san Simón habría sido cortado en dos mitades con una sierra, a la manera del profeta Isaías.
   Por ello, su atributo habitual es una sierra que reproduce en francés (lo mismo ocurre en la lengua castellana e italiana), la primera sílaba de su nombre.
   Un chiste popular alemán, que emplea otro juego de palabras acerca de Simon y Sie Mann (Ella hombre), lo ha convertido en el patrón de los maridos de carácter débil que dejan que sus esposas lleven los pantalones.
SAN JUDAS TADEO APÓSTOL
   Uno de los doce apóstoles, hermano de Santiago el Menor, motejado Tadeo para diferenciarlo de su homónimo, Judas Iscariote.
   En los Evangelios no tiene papel alguno. Después de la muerte de Jesús habría predicado la doctrina cristiana en Siria y en Mesopotamia, junto a san Simón.
   Según la Leyenda Dorada, fue él quien curó la lepra al rey Abgar de Edesa, frotándole el rostro con una carta de Cristo.
   En el año 70 habría sido ultimado a golpes de maza a los pies de una estatua de Diana.
CULTO
   Sus reliquias eran veneradas en Reims y en Toulouse. El emperador alemán Enrique III fundó en Goslar, en 1059, una colegiata  puesta bajo la advocación de los apóstoles Judas Tadeo y Simón, cuya fiesta se celebra el mismo día.
   En la Edad Media el culto de este santo se resintió a causa de la molesta semejanza de su nombre con el del traidor Judas.
   No obstante, Santa Brígida de Suecia cuenta en sus Revelaciones que Jesucristo la comprometió a dirigirse con confianza a san Judas Tadeo. Por ello se convirtió en el abogado de las causas desesperadas. 
 En el siglo XVIII el culto de este santo se volvió popular en Austria, y sobre todo en Polonia, donde el nombre de pila Tadeusz es muy corriente. La obra más célebre del poeta Mickiewicz se titula Pan Tadeusz (Señor Tadeo).
   En Italia, por el contrario, Tadeo se convirtió, como José y Nicodemo, en sinónimo de bobo.
ICONOGRAFÍA
   Su atributo más frecuente es una maza, instrumento de su martirio. A veces dicha arma es reemplazada por una espada, hacha, alabarda e incluso una escuadra, que es el atributo habitual de Santo Tomás. 

  La cruz procesional de asta larga que se le concede como emblema, no significa que haya muerto en la cruz, sino por la cruz (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Ricardo Bellver, autor de la obra reseñada;
     Ricardo Bellver y Ramón, (Madrid, 23 de febrero de 1845 – 20 de diciembre de 1924). Escultor.
     Pertenecía a una famosa dinastía de escultores de origen valenciano. Su abuelo Francisco Bellver y Llop, estudió en la Real Academia de San Fernando y, más tarde, estuvo trabajando en la Corte.
     Su padre, Francisco Bellver, ilustre escultor y académico, fue su primer maestro en el arte de la escultura.
     Posteriormente entró como alumno en la Real Academia de San Fernando, y destacó en las asignaturas de Anatomía Pictórica y Dibujo del Antiguo, copia del Natural y Paños.
     A los diecisiete años presentó su primera obra para la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, el cacique Tucapel. Dos años más tarde, en 1864, para esta misma Exposición expuso dos bajorrelieves: Sátiro tocándose las tibias y Faunos jóvenes jugando con una cabra.
     De 1866 es su magnífica obra La Virgen del Rosario, con destino a la iglesia de San José de Madrid, de soberbia ejecución y factura. Para la Exposición Nacional de 1867, realizó su extraordinario grupo de la Piedad, de gran tradición desde el siglo xv, con la que consiguió una mención honorífica de 1.ª clase. Para la Exposición Nacional de 1871, mostró tres bustos en yeso: Goya, José Bellver y Una señora.
     En el año 1874, para el concurso abierto para las plazas de pensionado de Roma, presentó su obra: David teniendo en la mano la cabeza del gigante Goliat.
     En Roma permaneció pensionado los años 1875, 1876 y 1877. En 1875 realizó el magnífico busto del Gran Capitán, copia en yeso de la estatua que talló en madera, en el siglo XVI, el escultor y arquitecto burgalés Diego de Siloé.
     Al año siguiente, en 1876, presentó su segunda obra de pensionado el bajorrelieve titulado: El Entierro de Santa Inés, para el interior de la basílica de San Francisco el Grande de Madrid.
     Finalmente, como trabajo de tercer año de pensionado, en 1877, mostró su obra más famosa y que más gloria le dio: El Ángel Caído, modelada en yeso y más tarde fundida en bronce. Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Madrid, y en la Internacional de París. De 2,65 metros de altura, con notables influencias clásicas, helenísticas y barrocas, representa a Lucifer caído sobre unas rocas, retorciéndose por el dolor que le causa una serpiente enroscada en su cuerpo.
     En el año 1880, ejecuta el boceto para el ilustre marino y navegante del siglo XVI: Juan Sebastián Elcano, encargado por el Ministerio de Ultramar, fue presentado en la Exposición Nacional de 1881, obteniendo primera medalla, siendo esculpida en mármol blanco de Carrara.
     Acabado su plazo de pensión en Roma, permaneció en la ciudad, donde continuó vinculado hasta 1882.
     En este intervalo de tiempo esculpió el imponente monumento al Cardenal de la Lastra y Cuesta, Arzobispo de Sevilla, en un purísimo y finísimo mármol de Carrara, con influencias de estilo plateresco.
     Para la portada principal de la catedral de Sevilla realizó en yeso, en 1883, un bajorrelieve de la Asunción de la Virgen, más tarde pasado a piedra de Mónovar (Alicante), de tamaño colosal. Posteriormente para decorar la mencionada fachada talló cuarenta estatuas de apóstoles y santos, en las que trabajó hasta el año 1899, de tamaño mayor que el natural en piedra cemento Portland.
     Durante los años 1883-1884, esculpió en mármol de Carrara dos colosales estatuas, de 2,65 metros de altura, de los apóstoles San Andrés y San Bartolomé, para la rotonda interior de la basílica de San Francisco el Grande de Madrid; la obra le fue encargada por la Obra Pía de Jerusalén; por sendos modelos cobró la cantidad de tres mil pesetas. Esta obra fue ejecutada en claro estilo neobarroco.
     El día 10 de noviembre de 1879 fue designado en Sesión Ordinaria académico correspondiente de la Academia de San Fernando. En atención a esto y al haber sido nombrado profesor ayudante de la Escuela de Artes invocando Oficios, y que los artículos 7.º y 8.º de los Estatutos, y el 77 y el 78 del Reglamento, los académicos Federico de Madrazo, José Barral, Antonio Ruiz de Salces, Francisco Asejo, Barbieri y los escultores Sabino de Medina y Elías Martín, lo proponen el 5 de mayo de 1884 como académico de número.
     El 20 de octubre de 1884, es elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, su discurso de apertura fue: La Escultura en Miguel Ángel.
     Por estas fechas el obispo de Cádiz, Vicente Calvo, le encarga tres imágenes en madera policromada y de tamaño natural: San Pedro, Santo Tomás de Aquino y San Alfonso María de Ligorio.
     Durante esta época llevó a cabo otro excelente sepulcro de estilo neoplateresco, el del Cardenal Martínez Silíceo, para la iglesia-colegio de Doncellas Jóvenes de Toledo, inspirado en los sepulcros renacentistas del cardenal Tavera y el de Cisneros.
     De 1877 son el Monumento Funerario a Goya, el Monumento a Meléndez Valdés y Donoso Cortés, con la famosa estatua de la Fama, en el cementerio monumental de San Isidro de Madrid.
     A comienzos del siglo XX, esculpió en piedra blanca el Escudo colosal de España, para el Ministerio de Fomento, actual de Agricultura en Madrid.
     A partir de 1904, R. Bellver se dedica casi por entero a su labor docente, en las clases de la Academia de San Fernando, también como jurado calificador en exposiciones nacionales e internacionales. También como jurado calificador en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, sustituyendo en 1904 al célebre escultor valenciano Mariano Benlliure, compañero suyo en la Academia.
     Dos días después de su muerte, el 22 de diciembre de 1924, el escultor segoviano Aniceto Marinas se adhiere a las condolencias expresadas por su compañero el también escultor Mariano Benlliure, con motivo de la muerte de nuestro genial artista, ocurrida el 20 de diciembre del citado año.
      Ricardo Bellver ha utilizado a lo largo de su carrera artística todo tipo de materiales para ejecutar su dilatada y extensa labor escultórica: el barro, arcilla, madera de pino, ciprés, policromada, dorada y estofada; el mármol de Carrara, la piedra de Monóvar, Novelda, el cemento Portland, el bronce y otros materiales.
     Sus primeros trabajos de juventud están realizados en barro, arcilla, escayola, yeso y cera. Se trata de estudios preparativos para mostrar a las distintas y variadas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y a los Concursos a Oposiciones de Pensionados a Roma.
     Desde sus primeros comienzos la obra de Ricardo Bellver ha generado grandes elogios por parte de la crítica especializada de la historia del arte. de fuerte personalidad, realismo libre, notable y crítico, es el más personal y original de los escultores.
     Su estilo es ecléctico, academicista y romántico, y en muchas ocasiones se muestra neobarroco y realista.
     Es creativo y original, con una gran fuerza expresiva en sus obras (José Luis Melendreras Gimeno, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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domingo, 27 de octubre de 2019

Procesiones de hoy, domingo 27 de octubre

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte las procesiones de hoy, domingo 27 de octubre en Sevilla.     
   Hoy, domingo 27 de octubre, continúa el ciclo de las Glorias de Sevilla procesionando la Hermandad de La Macarena (Virgen del Rosario).  
 
        Hdad. de La Macarena (Virgen del Rosario): La Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora del Santo Rosario, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza Macarena; es ésta una corporación fundada en 1595 y con residencia canónica en la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena, siendo sus imágenes titulares Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, obra de Felipe de Morales en 1654; María Santísima de la Esperanza, es una obra anónima del siglo XVII;, y Nuestra Señora del Santo Rosario, obra atribuida a Roque de Balduque en 1556 aunque muy reformada en el siglo XVIII.

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La antigua Estación del Ferrocarril de Plaza de Armas - vulgo "Estación de Córdoba", actualmente Centro Comercial Plaza de Armas


   Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la antigua Estación del Ferrocarril de Plaza de Armas - vulgo "Estación de Córdoba", actualmente Centro Comercial Plaza de Armas, de Sevilla.  
    La antigua Estación del Ferrocarril de Plaza de Armas - vulgo "Estación de Córdoba", actualmente Centro Comercial Plaza de Armas [nº 14 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 61 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza La Legión, 8; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
   En una situación límite de borde que se genera entre el casco histórico y el río Guadalquivir, se trazaron las vías del ferrocarril hasta la máxima penetración posible que en el año 1858 era Plaza de Armas. La zona del Barranco, en torno a la actual calle Arjona, se llenaba de industrias y tras ella, el puente de Triana (1845-52, G. Steinacher y F. Bernadet), terminaba por cerrar toda posible continuidad al trazado ferroviario. Una estación provisional se mantuvo durante casi medio siglo hasta que fue construida la definitiva en 1901 "proyecto de 1889-. La decisión de introducir el ferrocarril paralelo al río Guadalquivir supuso una tara urbana que ha privado de la relación de la ciudad con su río en calle Torneo. Esta situación se mantuvo hasta que en el año 1992 se desmantelaron las vías trasladándose la estación a Santa Justa.
   El edificio diseñado inicialmente por el ingeniero Suss, director de la compañía Ferroviaria M.Z.A. (Madrid- Zaragoza- Alicante), y ejecutado bajo las órdenes de los ingenieros Nicolás Suárez Albizu y José Santos Silva, representa el mejor ejemplo en la ciudad de la arquitectura del hierro y con ello, todo los avances que durante el siglo XIX se produjeron en esta tecnología de construcción. Su organización en planta denota su condición de estación terminal, con un cuerpo principal que asumía las funciones de vestíbulo principal a partir del cual, se accedía a los distintos andenes sin obligar a realizar cruces a los viajeros. En los laterales, dos cuerpos lineales de escaso ancho frente a las proporciones que alcanza la estación, se destinaban a diversas funciones para su servicio y uso.

   El espacio interior definido por la estructura metálica y la cubierta inclinada, constituyen el mayor valor de esta obra. Su diseño denota el conocimiento que los ingenieros de la compañía ferroviaria tenían de la sala de Máquinas de la Exposición Universal de París del año 1867. Así, la cubierta siguió la solución adoptada en el edificio parisino: al exterior se dispuso una chapa ondulada y al interior, un revestimiento de madera. Entre ambas se dejó una cámara de circulación de aire que aliviaba el calor ambiental y reducía las dilataciones de la estructura de hierro. Las dimensiones finales dan testimonia de los que significó la realización de este edificio en la ciudad: 105 metros de longitud, 30 metros de anchura y 20 de alto. Este gran espacio para cobijo de los andenes, apoya en gruesos pilares de hierro cimentados con un sistema revolucionario para la época, consistente en robustos pilotes separados entre sí y unidos por arcos, como si toda la construcción descansara sobre bóvedas.
Su planta organizada en tres partes tiene traslación a la fachada, siguiendo otros modelos ferroviarios como el de la Estación de Atocha de Madrid. Al exterior, la estación se contaminó con una arquitectura historicista que se aproxima a los esquemas generales del neomudéjar. La fachada principal se estructura con un espacio porticado en el centro comprendido entre dos pabellones laterales. El pórtico elaborado en ladrillo de colores y abierto en arcos de herradura da paso al vestíbulo anterior a los andenes. Arcos de herradura, cortes en tacos de ladrillo imitando paños de sebka, alfices y otros elementos islámicos configuran también los pabellones laterales o torrecillas. Por encima del pórtico y entre estos pabellones se voltea la gran cubierta de hierro, trazando un extenso arco algo apuntado y cubierto hacia el exterior por cristaleras que no estaban en el proyecto original. A la derecha del rectángulo interior de andenes, y a la mitad aproximadamente, se observa un edificio rectangular, perpendicular que se proyectó como oficinas y centros de administración y cuyo estilo concuerda perfectamente con el de la fachada, siguiendo improntas neomudéjares. 

   En general, las fachadas presentan una labra muy bien ejecutada, adelantándose a algunas futuras obras de la ciudad que se realizarán en las siguientes décadas. En el año 1982 fue objeto de una reforma por parte del arquitecto Antonio Barrionuevo y de los ingenieros Damián Álvarez y J. Cañada que afectó a espacio vestibular cuya obra fue merecedora de la Mención Premio Ciudad de Sevilla (rehabilitación 1982). Con motivo de la Exposición Universal de 1992, la estación cambió de actividad. Se transformó su espacio interior para pabellón de Sevilla y posteriormente para uso comercial y de ocio, mediante unos módulos que no entorpecen en exceso la percepción del espacio original del edificio. Sin duda la mayor aportación que supuso esta operación se encuentra en el exterior, ya que el desmantelamiento de las vías permitió que la ciudad recuperara la relación con el Guadalquivir transformando la sección de la calle Torneo y eliminando la tapia que durante décadas había sido la fachada en esta parte de la ciudad.

   El gran arco por donde entraban los trenes se acristaló intentando no perder la escala de un plano siempre abierto y muy significativo en las estaciones; tras él, una plaza que antecede a un hotel de la cadena NH. La ordenación de este espacio así como la construcción del hotel correspondió a los arquitectos Antonio González Cordón y Víctor Pérez Escolano. Se trataba de un proyecto mayor, modificado por la municipalidad al impedir que en la plaza se construyera una torre de planta circular.(Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la antigua Estación del Ferrocarril de Plaza de Armas - vulgo "Estación de Córdoba", actualmente Centro Comercial Plaza de Armas, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Horario de apertura de la antigua Estación del Ferrocarril de Plaza de Armas - vulgo "Estación de Córdoba", actualmente Centro Comercial Plaza de Armas:
           Todos los días: de 09:00 a 22:00

Página web oficial de la antigua Estación del Ferrocarril de Plaza de Armas - vulgo "Estación de Córdoba", actualmente Centro Comercial Plaza de Armas: www.centrocomercialplazadearmas.es

sábado, 26 de octubre de 2019

Procesiones de hoy, sábado 26 de octubre

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte las procesiones de hoy, sábado 26 de octubre, en Sevilla.     
     Hoy, sábado 26 de octubre, continúa el ciclo de las Glorias de Sevilla procesionando la Hermandad del Sol (Virgen de la Salud)

      Hdad. del Sol (Virgen de la Salud): La Fervorosa, Mariana y Franciscana Hermandad Sacramental de la Inmaculada Concepción de María Santísima de la Salud y Cofradía de Nazarenos del Triunfo de la Santa Cruz, Santo Cristo Varón de Dolores de la Divina Misericordia, Nuestra Señora del Sol, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena; es  ésta  una corporación   fundada  en  1995, aunque sus orígenes  se  remontan  a  1932, con sede canónica en la Iglesia parroquial de San Diego de Alcalá,  siendo   sus  imágenes  titulares  el Santo Cristo Varón de Dolores  de la Divina Misericordia y Nuestra Señora del Sol, obras de José Manuel Bonilla Cornejo en 2003 y 1989; María Santísima de la Salud, talla anónima del siglo XX.

    Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte las procesiones de la tarde de hoy, sábado 26 de octubre, en Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

La imagen de Santa María de las Aguas, anónima, en su retablo de la Iglesia Colegial del Divino Salvador


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la imagen de Santa María de las Aguas, anónima, en su retablo de la Iglesia Colegial del Divino Salvador, de Sevilla.
     Hoy, sábado 26 de octubre, como todos los sábados, se celebra la Sabatina, oficio propio del sábado dedicado a la Santísima Virgen María, siendo una palabra que etimológicamente proviene del latín sabbàtum, es decir sábado
     Y qué mejor día que hoy, para ExplicArte la imagen de Santa María de las Aguas, anónima, en su retablo de la Iglesia Colegial del Divino Salvador.
     La Iglesia Colegial del Divino Salvador [nº 19 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 44 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Salvador, 3 (también tiene acceso por la calle Córdoba, s/n); en el Barrio de la Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo.
     Interesantísima, regia y augusta efigie sedente de la época fernandina, siglo XIII. Mide 1,74 m. y se muestra sentada sobre un sillón, con expresión de gran empaque, soberanía y majestad, a semejanza de la Patrona de Sevilla, Ntra. Sra. de los Reyes, con la cual se relaciona íntimamente, por seguir el mismo esquema iconográfico. El maniquí es de época barroca, siglo XVII, quizás del taller montañesino. Lleva sobre las rodillas un Niño Jesús de gran interés artístico, cuya cabeza parece ser aún la primitiva, pero reformada en época posterior. El conjunto total sugiere la idea de María como trono, como divino sitial para la gloria de su Hijo. Según la tradición, el origen del título de las Aguas obedece al remedio de una pertinaz sequía que durante el cerco de Sevilla puso en peligro cosechas y ganados; agradecido por su intervención, el propio rey San Fernando hizo labrar esta efigie. A lo largo de los siglos ha sido una de las más veneradas por el pueblo sevillano, y los anales de la ciudad registran que era especialmente invocada durante los sucesos fastos o nefastos. Salió muchas veces en públicas rogativas. El propio Cervantes, en su novela ejemplar Rinconete y Cortadillo, se hace eco de la devoción que disfrutaba este simulacro mariano.
   Tuvo una Real cofradía, que no funciona en la actualidad, pero conserva retablo, camarín y simpecados de incalculable mérito. Igualmente posee palio de tumbilla, muy característico, y una silla de manos, pieza única, que antes se usaba para llevar al Niño. A pesar de la decadencia de la corporación, el patrimonio artístico subsistente apenas admite rival posible. Santa María de las Aguas tuteló espiritualmente, como Patrona, el ilustre templo Colegial del Divino Salvador. En mayo de 1972 fue la primera imagen sevillana sacada por una cuadrilla de jóvenes costaleros voluntarios, lo cual estableció un nuevo hito histórico: la trascendencia de esta iniciativa alcanzó tal calibre e importancia, que desde entonces empieza otra época para las cofradías hispalenses (Juan Martínez Alcalde, Sevilla Mariana, repertorio iconográfico. Ediciones Guadalquivir. Sevilla, 1997).
   Se trata de una representación de la Virgen María en la iconografía de la "Virgen Majestad" que fue usual a partir de la Alta Edad Media y que la muestra sedente y portando entre sus brazos al Niño Jesús; así pues, la Virgen aparece sentada en un suntuoso sillón y adoptando la función de trono para su Hijo.
   Las numerosas intervenciones que ha sufrido la pieza desde la fecha de su ejecución hasta la actualidad -recogidas en el apéndice de Historia de la pieza- han tergiversado su imagen primigenia, aunque sigue detentando resabios de su estado original. Es por ello que presenta en su rostro unos rasgos faciales delicados y elegantes que, en un primer momento, serían más fríos y distanciados, inmersos en un hieratismo frontal y melancólico, y que actualmente adquieren una mayor humanidad. También sus estilizadas manos muestran el refinamiento aristocrático definidor de la estética original de esta pieza.

 La anatomía está constituida por un maniquí articulado posterior a la ejecución de la cabeza y manos, como también es posterior la imagen del Niño Jesús que porta entre sus brazos.
     La pieza -cuya advocación se relaciona con el reinado de Fernando III- ha sufrido numerosas intervenciones desde la fecha de su ejecución hasta la actualidad. En el Siglo XVII sufrió transformaciones sustanciales: en primer lugar, su rostro fue modelado con pasta en la zona de los ojos, labios y frente para ofrecer un semblante más parecido a la Virgen de los Reyes, advocación en auge en este momento; también se llevó a cabo la encarnadura de la talla y, lo más importante, su anatomía de maniquí articulado fue sustituida por un candelero barroco, al que se le añadieron la cabeza y manos góticos.
   Igualmente, la figura del Niño Jesús que la Virgen portaba en su regazo, fue sustituida en el año 1583 por la imagen actual.
   En el siglo XX ha sido restaurada por el escultor Paz Vélez y, más recientemente por el Profesor J. M. Miñarro (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e  Iconografía de la Virgen con el Niño;  
    Tal como ocurre en el arte bizantino, que suministró a Occidente los prototipos, las representaciones de la Virgen con el Niño se reparten en dos series: las Vírgenes de Majestad y las Vírgenes de Ternura.
La Virgen de Majestad 
     Este tema iconográfico, que desde el siglo IV aparecía en la escena de la Adoración de los Magos, se caracteriza por la actitud rigurosamente frontal de la Virgen sentada sobre un trono, con el Niño Jesús sobre las rodillas; y por su expresión grave, solemne, casi hierática.
     En el arte francés, los ejemplos más antiguos de Vírgenes de Majestad son las estatuas relicarios de Auvernia, que datan de los siglos X u XI. Antiguamente, en la catedral de Clermont había una Virgen de oro que se mencionaba con el nom­bre de Majesté de sainte Marie, acerca de la cual puede dar una idea la Majestad de sainte Foy, que se conserva en el tesoro de la abadía de Conques. 
     Este tipo deriva de un icono bizantino que el obispo de Clermont hizo emplear como modelo para la ejecución, en 946, de esta Virgen de oro macizo destinada a guardar las reliquias en su interior.
     Las Vírgenes de Majestad esculpidas sobre los tímpanos de la portada Real de Chartres (hacia 1150), la portada Sainte Anne de Notre Dame de París (hacia 1170) y la nave norte de la catedral de Reims (hacia 1175) se parecen a aquellas estatuas relicarios de Auvernia, a causa de un origen común antes que por influencia directa. Casi todas están rematadas por un baldaquino que no es, como se ha creído, la imitación de un dosel procesional, sino el símbolo de la Jerusalén celeste en forma de iglesia de cúpula rodeada de torres. 
     Siempre bajo las mismas influencias bizantinas, la Virgen de Majestad aparece más tarde con el nombre de Maestà, en la pintura italiana del Trecento, transportada sobre un trono por ángeles.
     Basta recordar la Madonna de Cimabue, la Maestà pintada por Duccio para el altar mayor de la catedral de Siena y el fresco de Simone Martini en el Palacio Comunal de Siena.
     En la escultura francesa del siglo XII, los pies desnudos del Niño Jesús a quien la Virgen lleva en brazos, están sostenidos por dos pequeños ángeles arrodillados. La estatua de madera llamada La Diège (Dei genitrix), en la iglesia de Jouy en Jozas, es un ejemplo de este tipo.
El trono de Salomón
     Una variante interesante de la Virgen de Majestad o Sedes Sapientiae, es la Virgen sentada sobre el trono con los leones de Salomón, rodeada de figuras alegóricas en forma de mujeres coronadas, que simbolizan sus virtudes en el momento de la Encarnación del Redentor. 

    Son la Soledad (Solitudo), porque el ángel Gabriel encontró a la Virgen sola en el oratorio, la Modestia (Verecundia), porque se espantó al oír la salutación angélica, la Prudencia (Prudentia), porque se preguntó como se realizaría esa promesa, la Virginidad (Virginitas), porque respondió: No conocí hombre alguno (Virum non cognosco), la Humildad (Humilitas), porque agregó: Soy la sierva del Señor (Ecce ancilla Domini) y finalmente la Obediencia (Obedientia), porque dijo: Que se haga según tu palabra (Secundum verbum tuum).
     Pueden citarse algunos ejemplos de este tema en las miniaturas francesas del siglo XIII, que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Francia. Pero sobre todo ha inspirado esculturas y pinturas monumentales en los países de lengua alemana.
La Virgen de Ternura
     A la Virgen de Majestad, que dominó el arte del siglo XII, sucedió un tipo de Virgen más humana que no se contenta más con servir de trono al Niño divino y presentarlo a la adoración de los fieles, sino que es una verdadera madre relacionada con su hijo por todas las fibras de su carne, como si -contrariamente a lo que postula la doctrina de la Iglesia- lo hubiese concebido en la voluptuosidad y parido con dolor.
     La expresión de ternura maternal comporta matices infinitamente más variados que la gravedad sacerdotal. Las actitudes son también más libres e imprevistas, naturalmente. Una Virgen de Majestad siempre está sentada en su trono; por el contrario, las Vírgenes de Ternura pueden estar indistintamente sentadas o de pie, acostadas o de rodillas. Por ello, no puede estudiárselas en conjunto y necesariamente deben introducir en su clasificación numerosas subdivisiones. 
      El tipo más común es la Virgen nodriza. Pero se la representa también sobre su lecho de parturienta o participando en los juegos del Niño.
El niño Jesús acariciando la barbilla de su madre
     Entre las innumerables representaciones de la Virgen madre, las más frecuentes no son aquellas donde amamanta al Niño sino esas otras donde, a veces sola, a veces con santa Ana y san José, tiene al Niño en brazos, lo acaricia tiernamente, juega con él. Esas maternidades sonrientes, flores exquisitas del arte cristiano, son ciertamente, junto a las Maternidades dolorosas llamadas Vírgenes de Piedad, las imágenes que más han contribuido a acercar a la Santísima Virgen al corazón de los fieles.
     A decir verdad, las Vírgenes pintadas o esculpidas de la Edad Media están menos sonrientes de lo que se cree: la expresión de María es generalmente grave e incluso preocupada, como si previera los dolores que le deparará el futuro, la espada que le atravesará el corazón. Sucede con frecuencia que ni siquiera mire al Niño que tiene en los brazos, y es raro que participe en sus juegos. Es el Niño quien aca­ricia el mentón y la mejilla de su madre, quien sonríe y le tiende los brazos, como si quisiera alegrarla, arrancarla de sus sombríos pensamientos.
     Los frutos, los pájaros que sirven de juguetes y sonajeros al Niño Jesús tenían, al menos en su origen, un significado simbólico que explica esta expresión de inquieta gravedad. El pájaro es el símbolo del alma salvada; la manzana y el racimo de uvas, aluden al pecado de Adán redimido por la sangre del Redentor.
     A veces, el Niño está representado durante el sueño que la Virgen vela. Ella impone silencio a su compañero de juego, el pequeño san Juan Bautista, llevando un dedo a la boca.
     Ella le enseña a escribir, es la que se llama Virgen del tintero (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la historia de la Sabatina como culto mariano;
     Semanalmente tenemos un culto sabatino mariano. Como dice el Directorio de Piedad Popular y Liturgia, en el nº 188: “Entre los días dedicados a la Virgen Santísima destaca el sábado, que tiene la categoría de memoria de santa María. Esta memoria se remonta a la época carolingia (siglo IX), pero no se conocen los motivos que llevaron a elegir el sábado como día de santa María. Posteriormente se dieron numerosas explicaciones que no acaban de satisfacer del todo a los estudiosos de la historia de la piedad”. En el ritmo semanal cristiano de la Iglesia primitiva, el domingo, día de la Resurrección del Señor, se constituye en su ápice como conmemoración del misterio pascual.  Pronto se añadió en el viernes el recuerdo de la muerte de Cristo en la cruz, que se consolida en día de ayuno junto al miércoles, día de la traición de Judas. Al sábado, al principio no se le quiso subrayar con ninguna práctica especial para alejarse del judaísmo, pero ya en el siglo III en las Iglesias de Alejandría y de Roma era un tercer día de ayuno en recuerdo del reposo de Cristo en el sepulcro, mientras que en Oriente cae en la órbita del domingo y se le considera media fiesta, así como se hace sufragio por los difuntos al hacerse memoria del descenso de Cristo al Limbo para librar las almas de los justos. En Occidente en la Alta Edad Media se empieza a dedicar el sábado a la Virgen. El benedictino anglosajón Alcuino de York (+804), consejero del Emperador Carlomagno y uno de los agentes principales de la reforma litúrgica carolingia, en el suplemento al sacramentario carolingio compiló siete misas votivas para los días de la semana sin conmemoración especial; el sábado, señaló la Santa María, que pasará también al Oficio. Al principio lo más significativo del Oficio mariano, desde Pascua a Adviento, era tres breves lecturas, como ocurría con la conmemoración de la Cruz el viernes, hasta que llegó a asumir la estructura del Oficio principal. Al principio, este Oficio podía sustituir al del día fuera de cuaresma y de fiestas, para luego en muchos casos pasar a ser añadido. En el X, en el monasterio suizo de Einsiedeln, encontramos ya un Oficio de Beata suplementario, con los textos eucológicos que Urbano II de Chantillon aprobó en el Concilio de Clermont (1095), para atraer sobre la I Cruzada la intercesión mariana.
     De éste surgió el llamado Oficio Parvo, autónomo y completo, devoción mariana que se extendió no sólo entre el clero sino también entre los fieles, que ya se rezaba en tiempos de Berengario de Verdún (+962), y que se muestra como práctica extendida en el siglo XI. San Pedro Damián (+1072) fue un gran divulgador de esta devoción sabatina, mientras que Bernoldo de Constanza (+ca. 1100), poco después, señalaba esta misa votiva de la Virgen extendida por casi todas partes, y ya desde el siglo XIII es práctica general en los sábados no impedidos. Comienza a partir de aquí una tradición devocional incontestada y continua de dedicación a la Virgen del sábado, día en que María vivió probada en el crisol de la soledad ante el sepulcro, traspasada por la espada del dolor, el misterio de la fe. El sábado se constituye en el día de la conmemoración de los dolores de la Madre como el viernes lo es del sacrificio de su Hijo. En la Iglesia Oriental es, sin embargo, el miércoles el día dedicado a la Virgen. San Pío V, en la reforma litúrgica postridentina avaló tanto el Oficio de Santa María en sábado, a combinar con el Oficio del día, como el Oficio Parvo, aunque los hizo potestativos. De aquí surgió el Común de Santa María, al que, para la eucaristía, ha venido a sumarse la Colección de misas de Santa María Virgen, publicada en 1989 bajo el pontificado de San Juan Pablo II Wojtyla (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).    
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