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miércoles, 16 de octubre de 2019

La pintura "Santa Margarita María Alacoque", de Virgilio Mattoni, en la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, de la Iglesia de San Andrés


      Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santa Margarita María Alacoque", de Virgilio Mattoni, en la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, de la Iglesia de San Andrés, de Sevilla.   
     Hoy, 16 de octubre, es la festividad de Santa Margarita María Alacoque, virgen, monja de la Orden de la Visitación de la Virgen María, que progresó de modo admirable en la vía de la perfección y, enriquecida con gracias místicas, trabajó mucho para propagar el culto al Sagrado Corazón de Jesús, del que era muy devota. Murió en el monasterio de Paray-le-Monial, en la región de Autun, en Francia, el día diecisiete de octubre (1690) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].

     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "Santa Margarita María Alacoque", de Virgilio Mattoni, en la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, de la Iglesia de San Andrés, de Sevilla.
     La Iglesia de San Andrés [nº 48 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 88 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Daoiz, 2 (aunque la entrada habitual se efectúa por la plaza Fernando de Herrera, s/n, y también tiene otro acceso por la calle San Andrés, 3); en el Barrio de la Encarnación - Regina, del Distrito Casco Antiguo.
   En la capilla neogótica del Sagrado Corazón de Jesús, de la iglesia de San Andrés, encontramos unas pinturas murales realizadas, al igual que todo el programa pictórico de la capilla, por Virgilio Mattoni en 1893, interesándonos en esta ocasión la que aparece a nuestra derecha en la que aparece Jesucristo representado como Cristo Rey, con aires patrióticos, por la inclusión de escudos de la época, flanqueado por el padre Hoyos, y Santa Margarita María Alacoque, con un característico aire neobizantino y neogótico con un Cristo Majestad entronizado y coronado de rostro netamente oriental. Tiene una clara impronta medieval, de rostros exquisitos y cuerpos llenos de espiritualidad.
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Margarita María Alacoque, virgen
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   Religiosa salesa nacida en 1647, muerta en 1690, que a consecuencia de las revelaciones que tuvo en 1673, en el convento de Paray le Monial, popularizó en Francia la devoción al Sagrado Corazón, cuyo fundador fue el padre Eudes, fundador de la congregación de los eudistas. Su tumba en Paray le Monial se convirtió en sitio de peregrinación.
   El primer altar dedicado al Sagrado Corazón se erigió en 1758 en la capilla de las salesas de Auxerre, a quienes la Revolución llamó Alacocquistas o cordícolas.
   Beatificada en 1864, fue canonizada en 1920. Su iconografía es por ello moderna (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Virgilio Mattoni, autor de la obra reseñada;
     Virgilio Mattoni de la Fuente (Sevilla, 30 de enero de 1842 – 22 de enero de 1923). Pintor, profesor y académico de Bellas Artes.
     Oriundo de una familia de ascendencia ítalo-suiza establecida de antaño en Sevilla, se formó en la Escuela Provincial de Bellas Artes de la capital hispalense entre 1856 y 1868. Allí, tuvo como maestros, entre otros, a Eduardo Cano y a Joaquín Domínguez Bécquer, con quienes aprendió especialmente Dibujo, Colorido y Composición.
     Con algo más de veinte años, había copiado algunos frescos del Monasterio de San Isidoro del Campo, inicio de su interés por el arte del pasado, acrecentado más tarde.
     En 1870, tenía estudio propio en las inmediaciones del Alcázar hispalense, y dos años después realizó un trascendental viaje a Roma. Allí, además de estudiar materias de dibujo en la Academia Francesa, entró en contacto con el ambiente creado por el pintor Mariano Fortuny y asimiló su estilo preciosista, que trajo a Sevilla a su regreso en 1874 cuando murió el pintor catalán.
     Abrió nuevo estudio en el Patio de Banderas, del barrio de Santa Cruz, y se interesó por la erudición artística a través de concienzudos estudios de Arqueología e Historia del Arte. Ello se tradujo en una verdadera admiración por el mundo clásico, antiguo y medieval, que llevó a su pintura en forma de tablas neogóticas o neobizantinas a las que aplicaba una técnica de repujado minuciosa, muy prolija y harto efectista, como si de piezas de orfebrería se tratasen. Ello no fue óbice para que, con el tiempo, llegase a ser un genuino pintor de su tierra, enalteciendo en especial los valores de Sevilla dentro de la tendencia regionalista de entresiglos.
     Además del retrato, también se interesó por la pintura religiosa, dada su sensibilidad cuasi seráfica, imbricando poesía y pintura como partes de un todo.
     No estuvo ajeno a determinadas tendencias estéticas finiseculares y novecentistas.
    En 1879 obtuvo Medalla de Plata en la Exposición Regional gaditana con dos cuadros, uno de asunto histórico y otro costumbrista, que dicen bien de su inicial eclecticismo temático, actitud artística que habitualmente practicó, pero que no ensombrece una obra de gran personalidad.
     Fue propuesto en 1881 para 2.ª Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, por su obra titulada Las termas de Caracalla.
     En 1886 fue elegido académico correspondiente de la Real de San Fernando de Madrid y miembro de la Comisión de Monumentos. Al año siguiente, numerario de la de Santa Isabel, de Sevilla, en la plaza número 24 dejada por el pintor José Jiménez Aranda.
     Este mismo año, logró Medalla de 2.ª Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes por su cuadro Las postrimerías de san Fernando.
     Ejerció la docencia en la Escuela de Bellas Artes, primero como ayudante numerario de Dibujo Artístico desde 1892 y, más tarde, como encargado de las cátedras de Aplicaciones del Dibujo Artístico a las Artes Decorativas, en 1900; de Composición Decorativa, cuatro años después, así como de Estudio de las Formas de la Naturaleza y del Arte, en 1906. También estuvo a cargo de la secretaría y la dirección de la Escuela Provincial de Bellas Artes (1896) y de la de Artes, Industrias y Bellas Artes (1917). En ambos centros, llevó a cabo un importante magisterio sobre diversos artistas andaluces de la generación de entresiglos.
     Su pintura finisecular se decanta por el cultivo de diversos géneros y una técnica cada vez más remozada a base de una paleta suelta y valiente de corte preimpresionista, que enlaza con la tradición fortuniana aprendida en Roma.
     Iniciado el nuevo siglo, el pintor acusó el influjo de nuevas formas de expresión, sintetizando o alternando, según los casos, diversas tendencias estéticas y los más variados lenguajes plásticos al uso. Tal vez el más caracterizado sea el Simbolismo, al que Mattoni dio singularidad en la escuela sevillana en sus dos vertientes, sagrada y profana. También practicó una variante del mismo, el llamado Estilo 1900. Sin embargo, se detuvo ante el Modernismo, al que considera como “frío cálculo y sistemático escepticismo”.
     Mattoni, cuya creación artística es la síntesis entre arte y literatura, siempre en el marco de la historia, fue artista de vasta cultura, espíritu refinado y acendrada religiosidad, pequeño de cuerpo pero grande de corazón. Hizo gala de buena pluma como escritor y poeta, que le llevó a componer libros, o parte de ellos, artículos en revistas y en prensa y poesías, la mayoría de estos trabajos inéditos, en los que domina, ora el rigor histórico y arqueológico, ora un lirismo de fina sensibilidad seráfica (Gerardo Pérez Calero, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Más sobre la Iglesia de San Andrés, en ExplicArte Sevilla.

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