Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Bartolomé; Convento de San Juan Bautista; Hospital de la Misericordia; Capillas de las Cruces; Ermita de Santa Águeda; y Edificios civiles) de la localidad de Villalba del Alcor, en la provincia de Huelva.
Ubicación
Situada en la Comarca de la Costa de Huelva, a 161 metros del nivel del mar.
Reseña histórica breve
No hay casi restos arqueológicos que confirme la presencia humana hasta la época romana, en una zona conocida como El Giraldo.
La dominación islámica la sitúa en zona fronteriza entre los Reinos de Niebla y Sevilla, y a comienzos del s. XII se construyó el Castillo de Ostia en la ladera de la Sierra, con fines defensivos. En 1248 Fernando III conquistó la localidad aunque quedó como zona fronteriza hasta 1262, cuando se reconquistó el Reino de Niebla. Tras la Reconquista las tierras y su castillo quedaron deshabitadas, comenzando en 1327 un período de repoblación. En 1588 se fundó un Convento de Frailes Carmelitas y en 1618 se funda otro de monjas Carmelitas Calzadas, que traerían consigo el auge socioeconómico del lugar.
Patrimonio cultural y artístico
Iglesia Parroquial de San Bartolomé, del s. XV, declarado Monumento Nacional, en cuyo patio se encuentra una Lápida de Marco Calpurnio.
El Convento de las Carmelitas, de finales del s XVI.
Existen varias fachadas del s. XVIII en algunas casas del pueblo, con escudos heráldicos como los del Caserío de la Calle Palomar.
La Torre del Alambique.
Los Llanos de Santa Águeda, a 1 Km. del pueblo.
La Fiesta Patronal de Santa Águeda, el día 5 de enero.
Las Fiestas del Tostón, el 13 de febrero.
Las Cruces de Mayo, todos los domingos de mayo.
Fiestas de la Virgen del Carmen, a finales de Agosto y principios de septiembre, en donde se celebra la Fiesta del "Toro de Cuerda".
Fiestas de Santa Águeda, primera quincena de julio.
Recursos económicos y sociales
Se basa principalmente en la agricultura.
Gastronomía
Se ofrece el jabalí en adobo, el lomo en manteca y el tostón con sardinas. La repostería del lugar sobresale por los brazos de gitano, las empanadillas y los roscos fritos (Diputación Provincial de Huelva).
Situada en la carretera nacional 431, y próxima a la línea férrea Sevilla-Huelva, a una altura de 161 m. sobre el nivel del mal, dista de la capital onubense 50 Km., y casi otros tantos de Sevilla. Cuenta con una población de 3.422 habitantes, y presenta una economía de tipo agrícola. La industria principal es la de la elaboración vinícola (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
El edificio, declarado Monumento Nacional en 1931, es uno de los más singulares de la provincia de Huelva. Se trata de una iglesia inscrita en una fortaleza, de tradición almohade. Está compuesto por un rectángulo flanqueado por cuatro torreones, y dividido en dos zonas, formando ángulo recto en torno al patio central: la primera ocupada por el templo, y la segunda destinada a vivienda y dependencias parroquiales.
La nave principal, o nave sur, dispone su cabecera a levante, y los pies a poniente, corriendo en sentido longitudinal en paralelo al muro exterior del lado sur. Cuenta con dos puertas de acceso: uno a los pies, en el eje longitudinal, y otra al centro de la nave, en eje acodado respecto al presbiterio. La nave se compone de siete tramos de arcos transversales apuntados, que apean directamente en los machones de arista viva o en el muro perimetral, sin imposta que marque la transición de la línea curva a la recta y vertical. Entre los arcos se crean pequeñas bóvedas de aristas en ladrillo. La nave tiene a sus pies la puerta de poniente, y en el ángulo sudoeste, el núcleo de la torre campanario. Esta nave se dirige hacia la capilla mayor, abierta en la Torre Llana. La Sacristía se encuentra situada en el ángulo sudeste, a espaldas de la capilla mayor y contigua a la Capilla de los Barrera. Desde la capilla mayor, por una puerta de arco rebajado con cancela de hierro se accede a una estancia rectangular antigua capilla de Santa Ana, cuyo volumen se refleja al exterior. Iluminada por un pequeño óculo, la estancia se cubre con bóveda de ocho paños sobre trompas, y sirve hoy de reserva eucarística. Una segunda nave discurre de sur a norte. Consta de cuatro tramos, que, siguiendo el modelo compositivo de la anterior nave, son formados por arcos transversales de ladrillo, que crean entre ellos fragmentados espacios, cubiertos con bóvedas de variado tipo: el primer tramo, dos cruces de bóvedas con nervaduras; el segundo, bóveda esquifada; el tercero y el cuarto, bóveda de cañón apuntada. Una rica variedad de arcos y bóvedas, que pueden fechar las obras en los siglos XIV y XV. Al muro de levante, en su primer tramo, abre la Capilla de los Barrera. Tiene cubierta de ocho paños sobre trompas. Al tercer tramo abre la puerta de levante, que ostenta al exterior el escudo del cardenal Mendoza (1486-1502).
Llamaba la atención de Rodrigo Caro las muchas naves. En efecto, simétricamente a las dos principales naves discurren otras dos, una que sirve de deambulatorio, paralela a la nave sur, y otra que es Capilla Sacramental, paralela a la nave de levante. Entre estas dos últimas hay dos ámbitos espaciales propios. El primero sirve de Capilla de Ánimas: abre a la nave a través de un arco de herradura apuntado con alfiz, sobre machones achaflanados y capiteles estalactíticos, y se cubre con bóveda esquifada de cuatro paños. El segundo sirve de enlace entre la nave de levante y la de deambulatorio, contrapuestas entre sí en sentido ortogonal. En este ámbito encontramos dos arcos de herradura apuntados, de diferentes formas y proporciones.
La nave dedicada a Capilla de Sagrario, se dispone longitudinalmente de sur a norte, y se cubre con bóveda de cañón con lunetos. Por último, la nave de paso y de iluminación corre de oeste a este, situándose a sus pies la Capilla Bautismal, separada de la nave por cancela de hierro e iluminada por vidriera con el Bautismo de Cristo. Un portón comunica con el patio, del que se tomó este espacio de tránsito.
Desde el exterior apreciamos los volúmenes simples, cúbicos, elementales. Si prescindimos de los pocos adornos barrocos, el edificio es un armónico juego de principios geométricos puros, de líneas verticales y horizontales, de prismas de desigual anchura y altura. Su carácter de fortaleza y templo, común a otros dos grandes monumentos onubenses del s. XIV; San Antón de Trigueros y Santa Clara de Moguer, le convierte en arquetipo de los conventos e iglesias fortificadas en la arquitectura mexicana.
La fachada principal pertenece al muro sur, que, en la hipótesis de su previa estructura de mezquita, correspondería al muro de la qibla. La flanquean dos torres: la del campanario y la llamada Torre Llana, en cuyo interior se alberga la bóveda central. A su vez, el paramento se subdivide por medio de pequeños contrafuertes o bastiones cúbicos.
La portada principal la forma un cuerpo ligeramente adelantado. El vano de la puerta tiene el mismo grueso del muro, escalonándose tan sólo las jambas. Presenta arco apuntado, con baquetones en sus ángulos, y se enmarca con alfiz rehundido, sobre el que aparece un azulejo polícromo donde figura el mártir San Sebastián. Todo ello se corona con un movido remate, que enlaza con sus curvas los elementos verticales de los extremos y el eje central con bolas cerámicas superpuestas.
Le sigue el cuerpo de la Torre Llana, a la que se adosa un campanil barroco. Entre los contrafuertes de la torre se alberga la capilla de Santa Ana, que oculta el volumen de su bóveda esquifada tras una secuencia de almenas de gradas. Dos arcos rebajados horadan los muros, apreciándose un arco de herradura apuntado y ciego entre los referidos machones. Se prolonga la fachada con la sacristía, que ocupa el lugar de la torre del ángulo sudeste, derribada en el siglo XIX, según testimoniaba en 1910 el anciano párroco.
En la fachada de levante, que en principio se hallaría delimitada por los dos torreones angulares, se aprecia la agregación del volumen de la Capilla de los Barrera, apareciendo la Sacristía como un adosado a la Torre Llana. Por encima de estos aditamentos, se ven diversos modelos de arcos de herradura y apuntado con abocinamiento. El perfil superior lo marca el adarve o pasillo de ronda. La portada que da paso a la nave de levante es de ladrillo agramilado y azulejos de cuenca, con el escudo del cardenal Mendoza, arzobispo de Sevilla. Presenta arco apuntado y abocinado, de dos arquivoltas, con gran desarrollo de su releje de coronación y sin almenas. El muro norte carece de vanos, y se halla flanqueado por dos torres.
Por fin, el lado de poniente, presenta puerta de acceso al patio y dependencias parroquiales, y portada de ladrillo limpio, que abre al templo en eje longitudinal, abocinada, de arco apuntado al exterior y acarpanelado de tres lóbulos muy anchos al interior, las albanegas decoradas por olambrillas sesgadas, coronada de almenas curvilíneas. Portada que, por su morfología y por su misma situación, debe considerarse como del siglo XVI avanzado. Enlaza con la fachada sur por medio de la torre campanario en su ángulo. Junto a las puertas del sur y de levante se encuentran sendas pilas de agua bendita, en mármol rojo, con pie de movido perfil, del s. XVIII. Los apliques, para iluminación eléctrica del edificio, las placas que reciben los interruptores, y el Vía Crucis, todo ello en chapa de hierro labrada, fueron diseñados por el orfebre sevillano Fernando Marmolejo Camargo, en 1966. Preside el presbiterio el Cristo de la Vera Cruz, escultura en madera policromada, obra de Manuel Cerquera Becerra, de 1948. De la bóveda de la capilla mayor pende una lámpara de hierro diseñada por Fernando Marmolejo, en 1966, cuyas doce luminarias simboliza el Colegio Apostólico; al centro de ella, en una mandorla, un Cristo, escultura de cartón piedra, de líneas tardomanieristas, fechable en los comienzos del siglo XVII.
En el lado frontero a la nave de levante, dentro del espacio de la capilla mayor se conserva un paño de cerámica de lacería, del s. XIV. El ambón fue tallado en 1966, según diseño de Fernando Marmolejo.
En la antigua capilla de Santa Ana se encuentra la reserva eucarística, en un tabernáculo de plata, de Fernando Marmolejo, realizado en 1966 en forma de arqueta. Desde el patio se ha trasladado a este ámbito un cipo romano de mármol, dedicado a la diosa Juno por el prefecto de la clase pretoriana de Rávena, Marco Calpurnio, de la primera mitad del siglo II de nuestra era.
A la capilla de los Barrera se accede a través de una cancela de hierro con balaustres, instalada por Francisco de Paula Zambrano y Salas en 1886. El ámbito autónomo de la capilla que da centrado por un retablo barroco sevillano de hacia 1730-1750, con relieves de la Oración del Huerto y el Beso de Judas. En su hornacina central, se venera a la Virgen de los Dolores, también conocida como Virgen de la Soledad, de candelero para vestir, obra de Antonio Illanes, 1949. Bajo sus pies, un Cristo yacente, de Cerquera, de 1948. La frontalera del altar es una pintura al óleo sobre lienzo con la escena de la Oración en el Huerto, restaurada por Marta Ortiz González de Canales en 2003. En un arco de medio punto rehundido, se venera una imagen de vestir del Señor Cautivo, obra de 1950 de Joaquín Moreno Daza.
A los pies de la nave de levante, existe un magnífico retablo de estípites y rocallas de Julián Jiménez, construido en 1756, y dedicado a Jesús Nazareno. El Nazareno es una obra escultórica de gran calidad artística, realizada por Antonio Illanes, en 1941. El retablo adapta sus perfiles a la forma de arco apuntado del testero. Presenta un solo cuerpo con estípites, y ático en el que destaca un gran relieve con la Verónica y dos escudos heráldicos sobre el eje de las pilastras. Entre el camarín y los soportes, hay dos repisas con pinturas de San Miguel y San Rafael, firmadas por Rafael Blas Rodríguez. El retablo se expande lateralmente por dos aletones con los relieves de Santo Domingo de Guzmán y San Ignacio de Loyola, bajo los que se sitúan dos puertecitas, una de las cuales da acceso al camarín. Sobre la mesa de altar neoclásica, una imagen de candelero para vestir, de la Virgen del Socorro, firmada por Illanes en 1945, imagen que hereda la corona de plata del s. XVIII y la peana de Lastortres, de 1890, de la anterior titular de la Hermandad. En una pequeña hornacina se muestra, de modo alterno, un Niño Jesús, dieciochesco, o la figura de Virgen del Rocío, en plata y marfil, de 1986, que luce en el simpecado de la Hermandad durante la romería.
La capilla de Ánimas, fundada en 1645, la preside un cuadro de la Virgen del Carmen socorriendo a las almas del purgatorio, en un marco readaptado, que muestra elementos de rocalla y medias columnas salomónicas con el tercio inferior cilíndrico. A sus pies, una lápida recuerda a Rafael Tenorio y Santo Domingo, fundador de un patronato local de beneficencia (+l897).
La capilla del Sagrario se abre a la nave de deambulatorio por medio de una cancela de hierro forjado, con balaustres renacentistas de fuste acanalado, crestería superior de roleos y flores, simétricamente dispuestos en torno a una cruz central. Preside la capilla un retablo barroco de columnas salomónicas, readaptado en 1945. La portezuela del tabernáculo es de plata de fines del XVIII y presenta los punzones de Amores y García, de Sevilla. La decoración pictórica del retablo y de la capilla es obra de Rafael Blas Rodríguez de 1945. Muy interesante es el zócalo polícromo, con el personalísimo estilo y técnica de Enrique Orce, quien reproduce motivos eucarísticos, como dos figuras del Buen Pastor, el Cordero místico; cáliz con la hostia; y dos escenas de Cristo sacerdote. Luce en la Capilla una magnífica lámpara central de plata, de la segunda mitad del s. XVIII con los punzones sevillanos de Cárdenas. Una lámpara lateral, también de plata, tiene los punzones de Manuel Guerrero de Alcántara.
La Sacristía del templo queda presidida por una espléndida pintura mural del Calvario, obra de gran ponderación y equilibrio de formas y expresión, fechable hacia 1550. Al centro, una mesa de mármol con motivos de rocallas, del XVIII. Decoran sus paredes unos lienzos de época barroca, de la Adoración de los Pastores, y del Crucificado. Frente a la cajonera se dispone un aguamanil, que adopta la forma de fuente parietal adosada, a modo de hornacina, con venera por cubierta.
Es muy rica su orfebrería. De estilo bajorrenacentista, de fines del XVI, es un cáliz de plata dorada, ricamente ornamentado con rombos, rosetas, capullos y querubines entremezclados con cartelas. Unas crismeras de plata, con cruz de brazos abalaustrados y Crucifijo, decoración de querubines, guirnaldas, cartelas, son del mismo estilo.
A la primera mitad del XVII se adscribe un esbelto cáliz de plata dorada, cuyas superficies se decoran con motivos florales punteados, sobre los que aparecen cabezas de querubines y pares de nervios. Cercano a los modelos manieristas es el magnífico ostensorio de plata dorada, con sol de rayos agudos y flameantes, decoración de asitas y cabujones en basa y astil. La cruz parroquial de plata se halla fechada en 1690.
De comienzos del siglo XVIII es un copón de plata dorada, con rica ornamentación repujada, que cubre con sus relieves toda la superficie. De la misma época, otro copón de plata, más sencillo. Y la concha de bautismo, de plata, en forma de caparazón de tortuga. De la segunda mitad del Setecientos es un cáliz de plata, de nudo campaniforme, con el punzón de Juan Ruiz. Un cáliz de plata, de formas tradicionales, pero recubiertas con rocallas, tiene la inscripción de Vera y Cárdenas. Una naveta de plata, obra de Vicente Gargallo y Alexandre, de 1789; tiene forma de galeón. Un portaviático, en forma de arqueta de perfil ondulante, y coronado por un pelícano; en su interior se halla un pequeño cáliz dorado liso, sujeto al fondo.
Un cáliz de plata sobredorada, de principios del s. XIX, con el punzón de Barcelona, introduce el estilo neoclásico sobre el recuerdo de las formas mixtilíneas del rococó. En el siglo XIX se labró el cáliz de plata, neoclásico, con el punzón de Ramos y Cabrilla. Un cofre de plata, para las llaves del sagrario, con los punzones de Rojas y Palomino. Las llaves del sagrario son de la misma época: tiene la cabeza oval compuesta por ces, rematada en gran florón de rocallas. El incensario de plata, de 1852, lleva el punzón de Palomino. Un vaso de óleos de plata de forma globular, con el punzón de Méndez, está fechado en 1883. Del s. XIX son también los ciriales, con decoración de hojas de laurel.
En el patio se conservan algunas piezas arqueológicas. Vemos una pieza granítica de época visigoda, con decoración de rosetas cuadrifolias elementales. Sobre el muro exterior de la capilla del Sagrario se encuentra un Crucifijo sobre cruz de brazos cilíndricos, de barro cocido y vidriado en blanco, de principios del XVI, procedente del antiguo Hospital de la Misericordia. Algunas lápidas funerarias fueron trasladadas a estos paramentos: la Diego de Herrera (+ 1660), y la de Diego de Ossorno y Campos (+ l863) (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La iglesia es el resultado de un proceso que, como mínimo ha durado setecientos años. Dibuja en planta una figura aproximadamente rectangular de 30 x 39 metros., cuyas masas arquitectónicas son prismas yuxtapuestos en los que el predominio del ladrillo es absoluto, aunque no faltan zonas de tapial, sillería y mampostería.. En los ángulos que miran al noroeste y nordeste existen dos torres de planta cuadrada que sobresalen del rectángulo proporcionando la imagen militar del conjunto. En la parte de Poniente está la llamada Torre Llana. De esta planta básica sobresalen dos grandes estribos, ubicados entre el campanario y la Torre Llana y los tres que esta posee actualmente, aunque es posible que en su época tuviese un cuarto. El resto de los volúmenes que rebasan aquella forma son posteriores y todos ellos muy renovados. Los acceso fundamentales son la Puerta de la Plaza, la inmediata al campanario y la del Sol.
El espacio interno se organiza en dos naves, adosadas a los flancos este y sur, y articuladas por medio del ámbito contenido en la Torre Llana en función del presbiterio.
La Torre Llana, es un espacio típicamente mudéjar aunque de proporciones colosales, pues su hermosa cúpula esquifada sobre trompas cubre un cuadrado de diez metros de lado. Por su costado norte un gran arco apuntado a una nave de considerable altura y luz articulada mediante tres arcos transversales entre los que cabalgan cuatro bóvedas; la primera es doble y ojival, la segunda es de espejo y las otras dos son de cañón con arcos de atajo. Los citados arcos transversales apoyan en el muro de Levante y en unos estribos muy profundos, tanto que hoy alojan unas capillitas cúbicas muy altas, cerradas a la nave por medio de arcos de herradura que se construyeron más tarde para acodalar los distintos arcos transversales.. El muro exterior aparece perforado por la Puerta del Sol, datada entre 1486 y 1502.
Por el lado de Poniente un arco similar al del otro costado comunica el espacio de la Torre Llana con la nave principal. La nave está organizada mediante seis arcos transversales apuntados que apoyan en el muro de la plaza y en unos estribos de 2,80 metros de profundidad, de extraña constitución. De arco a arco se trazaron unas bóvedas de aristas encadenadas, salvo en el tramo inmediato a la torre que, además de llevar bóveda de cañón, es más estrecho que los demás, de los que destaca el central por su anchura. Los estribos conforman unos espacios muy elaborados con un arco de estribo a estribo por el lado de la nave principal, otro por la nave del Pozo y en medio grupo de boveditas de arista.
Es evidente que el edificio actual parece un castillo, pero no lo es menos que se trata de una iglesia en uso, cuya organización es tan extraña que sólo la función cultual que hoy desarrolla, sugieren la posibilidad de que fuese templo cristiano en origen; pudiera haber sido mezquita, pero también de un tipo formal de los más anómalo. Hoy además, alberga una vivienda dotada de un hermoso patio que la relaciona con el templo. Por otra parte su repertorio de masas y espacio es de procedencia islámica, y más concretamente almohade, pero hay datos para sospechar que algunas formas se fabricaron tres siglos después que el último moro saliera de Villalba y su comarca. Si hay en toda Andalucía Occidental un edificio medieval que presenta serios problemas artísticos e históricos es precisamente este (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Situado en la calle Real, se encuentra el Convento de las Carmelitas Calzadas o de la Antigua Observancia, de clausura o vida contemplativa. Fue fundado por el ilustre villalbero indiano, licenciado García Jiménez Franco, beneficiado de la Santa Iglesia Catedral de Cuenca, en la provincia de Quito, en el reino del Perú, por escritura datada en 1618.
El perfil del flanco meridional del convento, paralelo a la calle, lo componen el torreón del coro alto, con tejado a cuatro aguas y ángulos apilastrados; la espadaña de dos cuerpos, con frontón partido y dos vanos el primero, y de frontón curvo y un solo vano el segundo; la techumbre de la nave; la cubierta de la bóveda, de movido contorno y nervios blancos sobre la teja árabe; y, por último, el muro perimetral, que en su primer tramo se corona con almenas de capuchón en losange. En el banco de la espadaña se encuentra un azulejo polícromo de San Rafael Arcángel. La imagen que el convento da al exterior es fruto, en gran parte, de las obras de reedificación llevadas a cabo tras el terremoto de Lisboa de 1755. Sobre el muro exterior del templo se ha situado una lápida de mármol, que conmemora la dedicación de la antigua iglesia de los PP. Carmelitas en 1602.
A la iglesia conventual se accede desde la calle a través de una portada de piedra vista, rectangular con el escudo de San Juan Bautista grabada en el dintel adovelado, sobre dos pilastras dóricas. Arriba hay un azulejo de la Virgen del Carmen. El acceso se verifica por eje acodado, sirviendo de espacio de transición un cancel de madera con la heráldica de Josefa Romero y Fernández de Landa, que lo donó en 1886.
El templo es de planta rectangular, de una sola nave, cubierta con madera a dos aguas, y con la capilla mayor abovedada. La nave se cubre con armadura mudéjar de madera, en forma de artesa con dobles tirantas adornadas con lazos, destacando al centro de ella un almizate, con labor de lacería, y piña de mocárabes en su eje. La capilla mayor, reedificada en 1776, se abre con un majestuoso arco toral, enriquecido con yesería mixtilínea, pinjantes, cestillas de rosas y hojarasca. En la clave del arco campea un tondo timbrado de corona imperial, con el cordero místico sobre el libro de los siete sellos, en su interior. En el centro del intradós del arco sobrevuela la figura de la paloma del Espíritu Santo. A la altura de la imposta aparecen dos ángeles lampareros barrocos, de mediados del siglo XVIII, que introducen un interesante contrapunto escenográfico de contraluz al retablo; sostienen sendas lámparas de plata: la del lado del evangelio, de principios del XVIII; la del lado de la epístola, donada a mediados de aquella centuria por Francisco de Cepeda, cuyo escudo figura grabado en la lámpara. El presbiterio se cubre con bóveda elíptica sobre pechinas. Tanto los muros como las pechinas y nervaduras, se decoran con los motivos barrocos que hemos visto en el arco triunfal.
Antes de pasar al sector conventual, trataremos de los bienes muebles del interior del templo. Junto al cancel, un lienzo del siglo XVII, de grandes dimensiones con los Desposorios místicos de Santa María Magdalena de Pazzi. Otro lienzo de escuela sevillana de hacia 1700, representa la Sagrada Familia o las dos Trinidades. Dentro de la sacristía, un óleo de un Crucificado, de la primera mitad del XVII. Hay, además, un lienzo de San José y otro de Santa Teresa, de factura popular. En un ángulo se sitúa la tribuna volada del órgano, de movido perfil dieciochesco.
En aquella pared aparecieron, a lo largo de las obras de reparación llevadas a cabo en marzo de 1986, a ambos lados del antiguo retablo del Niño Jesús, dos arcos rehundidos o nichos de altar, el primero totalmente decorado en su intradós y en su fondo con pinturas de hojas, fechable a fines del XVII, y tomando plantilla de tales motivos decorativos, el pintor Antonio Martínez Fernández los reprodujo en el otro hueco. Entre ambos se encuentra el mencionado retablo, hoy dedicado al Sagrado Corazón, datable hacia 1740, ocupando otro arco rehundido igual a los anteriores, formando su arquitectura lignaria dos hornacinas superpuestas, y coronado con el escudo carmelitano. La mesa de altar tiene forma de cuello de paloma, con decoración de rocallas talladas, y pinturas chinescas de pájaros y flores. A su vez, en los espacios que median entre los arcos, dos lienzos de principios del XVIII, con temas a juego: un Ecce Homo de medio cuerpo sobre fondo escenográfico, y una Dolorosa arrodillada entre ángeles.
Preside el presbiterio, un retablo de columnas salomónicas, realizado por Fernando de Barahona entre 1683 y 1686. Se compone, de banco, cuerpo central, y ático de coronamiento. Verticalmente se divide en tres calles, separadas por las susodichas columnas salomónicas y ménsulas. El núcleo central lo constituye el camarín, abovedado y decorado con pinturas del s. XVIII en su interior. En él se alberga la imagen de la Virgen del Carmen, sedente, con el Niño, firmada en la nube por Moreno Daza en 1986. El cetro, de fines del XVII, la corona, escapulario y media luna, así como las potencias del Niño, son de plata, de la segunda mitad del XVIII. Abajo, un gran tabernáculo de movidos perfiles, con cuatro columnas talladas en su fuste, que flanquean hornacinas laterales. La portezuela es de plata repujada de estilo rococó, representando un ostensorio entre espigas. Sobre el camarín, una hornacina con San Elías profeta. El ático lo ocupa un gran relieve del Bautismo de Cristo. En las calles laterales se sitúan, a la altura del banco, las puertas de acceso al camarín y hospedería pequeña. En el ático, dos esculturas originales, de San Alberto de Sicilia y de nuevo San Alberto de Trápani. El tabernáculo de plata es de estilo rococó.
Es de destacar el magnífico sillón o sede, con decoración dorada de rocallas y guirnaldas de flores, fechado en 1784. En los paramentos lucen dos lienzos del siglo XVII: un Nazareno y un Cristo Buen Pastor. Al bajar las gradas del presbiterio, observemos la lápida de los patronos, García Jiménez Franco y Francisco de Paula Zambrano y Ponce de León.
Aún podemos ver un retablo más en la nave, en el lado de la epístola, dedicado a Santa Teresa de Jesús. Hermoso ejemplar, de estípites, decorado con el habitual repertorio ornamental del barroco sevillano. Corona el conjunto un relieve con el éxtasis de la Santa carmelita. Su construcción fue promovida en 1747 por la familia Cepeda. Al pie del altar figura una lápida de mármol del s. XIX, que así lo recuerda. La imagen actual, de madera policromada, procedente, al parecer, del extinguido convento de PP. Carmelitas de Escacena, es obra de la segunda mitad del XVII. En la repisas laterales, aparecen San Eliseo, del siglo XVII, y el beato holandés Tito Brandsma, carmelita (+ l942).
La orfebrería pudo salvarse del saqueo y destrucción de 1936. Por lo que hoy conservan, con una pulcritud inigualable, una espléndida colección de platería, dedicada casi exclusivamente al culto eucarístico. Comencemos por la arqueta eucarística de plata, tal vez la que donara el fundador en 1618. En 1625 mandó hacer la priora doña María de Lasarte un juego de vinajeras: se conserva el plato oval, mientras que las vasijas son de finales del mismo siglo. De la primera mitad del siglo XVII, continuadores de los esquemas del Bajo Renacimiento, es la cruz procesional. El incensario, de plata, tiene cuerpo central cilíndrico y las partes superior e inferior semiesféricas; éstas se decoran con gallones planos, y el cilindro, con asitas. La naveta tiene forma de galeón, con dos grandes volutas a popa y a proa. Un relicario ostensorio en forma de cruz de altar, con espejo ovales que contienen reliquias en su interior. De la segunda mitad del siglo XVII, con ornamentación de mayor relieve y carnosidad, es una bandeja de plata y un cáliz, de plata repujada, con ornamentación barroca sobre estructura arcaica. De fines del siglo XVII es el cetro de la Virgen del Carmen, con dos cañones cilíndricos y remate en forma de asitas.
De la primera mitad del siglo XVIII son dos cálices y una corona, decorada en su canasta con espejos ovales y roleos vegetales de acusado relieve. Otras dos coronas de plata tienen elementos de los comienzos del Setecientos, aunque fueron completadas a finales del mismo siglo.
Gran interés por su abundancia y calidad presentan las obras de la segunda mitad del s. XVIII, todas ellas en la línea decorativa del rococó. Del punzón GNA son un atril de chapa de plata calada, dos pequeños blandones, la diadema de San Elías y las vinajeras de plata sobredorada. Del punzón de Cárdenas se cuentan seis blandones de plata. Los punzones sevillanos de Cárdenas, Amat y Pedradas, aparecen en las piezas quizás más hermosas: un copón de movido basamento y nudo envolvente, con rica y cuidada ornamentación de rocallas. Y, sobre todo, el ostensorio, en el que destaca el pelícano con las alas abiertas nutriendo a sus polluelos. De Gargallo y García son los dos hermosos ciriales, con pértiga de seis cañones y macolla de forma tradicional, de 1790. Asimismo, dos pequeños blandones, con peana triangular sobre garras. Unas vinajeras, con el punzón de Amat, y su bandeja, de sencillas formas, que tiene los punzones de Juan Guerrero y D. Cárdenas. Otras piezas menores llevan punzones dudosos: una chapa de plata, decorativa, de forma semicircular sobre terciopelo rojo, con el monograma de María, lleva los punzones de Zeda, Leo, Antonio o Lorenzo Lecaroz. Y una diadema de San Elíseo, que podría corresponder a Zuloaga. Piezas sin marcas, pero con características morfológicas propias de la segunda mitad del siglo XVIII, son las siguientes piezas: Un copón de plata sobredorada, con motivos de espigas mezclados con rocallas. Una corona de plata, de la Virgen del Carmen, que muestra el punzón de Ávila. La cubierta de un misal. Varias diademas, dos sacras, y la puerta de un sagrario portátil, con el Cordero místico. Por último, pueden inscribirse en el siglo XIX dos blandones, y un copón con el punzón de Martos.
A la zona conventual se accede por un portalón abierto en un muro coronado de almenas. Un patio distribuye el ingreso a la hospedería, locutorios, viviendas de la mandadera y del capellán. Se entra en la zona clausura por el patio de la portería, pasillo porticado, a cuyo fondo se sitúa el patio denominado El Paraíso, con una imagen del Corazón de Jesús, de Moreno Daza. A la derecha queda el archivo, sencilla habitación con un magnífico armario, fechado en 1750, con un penacho en el que aparece el signo de María entre exuberante hojarasca barroca. A la izquierda se enlaza con el claustro principal.
Éste presenta planta rectangular con dos cuerpos superpuestos, encalados en un blanco cegador. Al centro, una fuente octogonal con la imagen de la Virgen del Carmen. Los arcos, de medio punto enmarcados en sus correspondientes alfices, apean sobre pilares ochavados, cuya blancura resalta aún más sobre el fondo azul de los azulejos de lacería tradicional. Las paredes interiores del cuerpo inferior se decoran con una colección de grabados del Vía Crucis, de la segunda mitad del s. XVIII, sin firma, excepto las estaciones IV, V y VI, que han sido dibujadas a plumilla por Antonio Martínez Fernández.
A la crujía septentrional abren la Capilla de Profundis, el Refectorio, la Sala Capitular y la Enfermería. La primera presenta arco rebajado con pinjantes. El Refectorio es la dependencia que más interés arquitectónico ofrece. Edificado en 1732, es de planta rectangular, cubierto con bóveda de cañón con lunetos, subdividida en cuatro tramos por arcos fajones pareados que acaban en la imposta, pendiendo de ella sendos pinjantes; el púlpito para las lecturas se abre en el muro lateral izquierdo con arco trilobular y antepecho facetado. En la Sala Capitular hay una urna vitrina con una pequeña Virgen del Carmen, de taller valenciano del siglo XIX. La enfermería está presidida por un Cristo crucificado, en madera policromada, de la segunda mitad del XVIII.
Al fondo de la crujía se levanta la amplia escalera que da acceso al claustro alto. En el rellano, se halla una hornacina con la Virgen del Carmen, imagen de vestir, de Antonio Illanes Rodríguez en 1953, con Niño Jesús, del siglo XVII. Unos óleos del Ecce Homo, Nazareno y San Juanito, de factura popular, decoran sus paredes.
El lugar del antiguo coro, a los pies de la iglesia, se habilitó para sacristía interior. En ella, un lienzo con el apóstol San Judas Tadeo, con la alabarda del martirio, de fuertes tonos rojo y verde. Se conserva en ella la imagen de la Virgen del Rosario, de candelero para vestir, obra de Antonio Illanes Rodríguez, de 1947. El coro se sitúa actualmente en un ala del claustro que comunica, a través de las canónicas rejas, con la Capilla Mayor del templo. En el antecoro se contempla un lienzo del s. XVII, que representa a la Inmaculada, de pie sobre la luna y cobijada por la paloma del Espíritu Santo, destacando su celeste silueta sobre una mandorla de sol y fondos dorados. En el coro, una imagen en madera policromada de la Virgen del Carmen, firmada por José A Díes, en 1965.
Otras piezas menores, existentes en la clausura del convento, son una imagen de la Virgen de la Anunciación o de la Encarnación, de vestir y otra de la Virgen de la Expectación, también de candelero para vestir ambas del siglo XIX (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Se trata de un edificio barroco andaluz que ocupa casi una manzana completa en este término municipal enclavado en su totalidad dentro del espacio declarado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía como Conjunto Histórico Artístico. Su fachada principal, que es la de mayor interés, es lo único que al respecto se remite documentación gráfica, ya, que al tratarse de un convento de clausura, no se ha podido visitar, a fin de enviar un reportaje gráfico pormenorizado y según fecha solicitada (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
De la capilla del Hospital de la Misericordia resiste aún en pie la sencilla portada, en la calle Real. Su arco apuntado y abocinado, en ladrillo agramilado, nos remite a una fecha próxima a 1500. En la calle Misericordia, esquina a Pérez Murga, puede verse parte de lo que sería el centro benéfico, o una edificación contigua al mismo (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Antiguo Hospital de la Misericordia dedicado al cuidado de enfermos y pobres, hoy en ruinas.
Data del siglo XVI y de él sólo queda una entrada lateral, hoy cegada, y la portada principal de la Iglesia.
Su fisonomía nos habla de un templo de tipo gótico-mudéjar. La portada tiene arco de medio punto y se remata por un vano que albergaba un crucifijo en marfil del siglo XVII, hoy en la Parroquia. Más tarde sirvió de granero y hoy para mercancías agrícolas (Ayuntamiento de Villalba del Alcor).
La capilla de la Santa Cruz de la calle del Cerrillo, fue edificada por el maestro constructor Diego Pérez, en 1957. Preside la capilla un retablo-hornacina, dorado y jaspeado, con ángeles y querubines, donde se expone una imagen de vestir de Santa Elena, obra de Joaquín Moreno Daza, de 1977. La Cruz es de espejos, con símbolos eucarísticos y pasionistas. De Moreno Daza son también los ángeles, en gracioso escorzo. El juego de insignias es de Villarreal, Sevilla.
En la plaza de la Trinidad se alza la capilla de la Santísima Trinidad y de la Santa Cruz, popularmente conocida como la Cruz de la calle Barriztraga. La capilla se levantó de nueva planta, sobre el solar de la anterior, en 1984, según planos del arquitecto Joaquín Gómez Albenca. Da nombre a la capilla un lienzo de la Stma. Trinidad, de escuela sevillana de hacia 1700. El retablo ha sido tallado en madera por Manuel Guzmán Bejarano, en 1992. En la hornacina central se expone la Cruz de la Trinidad, en madera tallada y dorada.
Otras capillas son las de la Cruz de la calle Real, la de la calle Reliquias, y la calle Paterna (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Capilla del Cerrillo. La capilla de la Cruz del Cerrillo fue construida en el siglo XX. La capilla es sencilla en la fachada, y queda rematada por una espadaña presidida por una cruz. En su interior se alberga la imagen de Santa Elena, titular de esta Hermandad, que data de 1977 y atribuida a Joaquín Moreno Daza, celebrándose sus fiestas en agosto.
El techo de la capilla contiene pinturas contemporáneas de gran valor, realizadas por Manuel Travado y restauradas recientemente a cargo de Antonio Hermosilla. Dichas pinturas junto con las del zócalo representan un Vía Crucis.
Sus orígenes son desconocidos, ya que no hay constancia de una ermita derruida y la posterior devoción a la Santa Cruz. Es una de las cruces más populares de este pueblo. Esta cruz tiene la peculiaridad de estar realizada en cristal y procesiona también con arco de flores sobre un trono donado por una hermandad de Sevilla que data del siglo XIX. La cruz data de 1880 y es de autor desconocido (Ayuntamiento de Villalba del Alcor).
Capilla de la Santísima Trinidad. La actual capilla fue realizada en 1977, aunque anteriormente existió otra. La capilla es de grandes dimensiones. Tiene planta rectangular, decoración cerámica en su interior y desde hace pocos años tiene un emblemático retablo, obra de Guzmán Bejarano. Como dato peculiar hay que decir que este retablo tiene un cuadro del s. XVII de gran calidad artística dedicado a la Santísima Trinidad y perteneciente a la antigua ermita. La fachada es amplia con una pequeña cruz fundida en hierro, vidriera dedicada a la Santísima Trinidad y en su lado izquierdo un azulejo dedicado a la Santa Cruz.
Esta Cruz presume de ser la más antigua de la localidad. Sus orígenes se deben a que antes (s. XVII), estaba ubicada en esta plaza la antigua Ermita de la Santísima Trinidad. Tras las demoliciones del s. XIX se realiza una peana con una cruz que recuerda que ese territorio era zona sagrada. Ahí empiezan a proliferar las fiestas a esa cruz que más tarde tuvo una capilla propia y una cruz en madera.
El acceso se realiza a través de la Plaza de la Trinidad. Se puede entrar desde la puerta principal o desde la sacristía. La capilla permanece cerrada durante todo el año, excepto para las fiestas.
Se sitúa junto a una de las arterias del pueblo (la Avenida de Andalucía) que se une en este tramo a la Plaza de la Trinidad. Hoy día hay dos restaurantes que ponen sus mesas en esta Plaza formada por bancos y árboles. Ambos negocios le dan mucha vida al entorno (Ayuntamiento de Villalba del Alcor).
Capilla calle Real. La capilla es de planta de salón, sencilla en proporciones y se remata por una pequeña cruz de hierro. En su portada, tiene una cerámica que relata el milagroso suceso. Esta Cruz es la primera en procesionar en el mes de mayo, y es la única que lo hace sin arco de flores.
Sus orígenes se remontan a una cruz en peana que había en este lugar y a la que se realizaban sus Fiestas de Mayo. En 1942, un accidente provocado por un caballo en el Romerito de la Cruz, del que se salvaron milagrosamente los accidentados, hizo que se erigiese esta ermita.
Se llega a ella a través de una pequeña plazoleta que está a la entrada del pueblo, también desde la calle Carmen o calle Real. La vista es excepcional porque en el centro donde se encuentra ubicada hay suficiente espacio para poder contemplarla (Ayuntamiento de Villalba del Alcor).
Capilla calle Niche. Los orígenes de esta Cruz de Mayo se remontan a una cruz sobre peana que había en el entorno de la capilla. Ésta, más tarde se eliminó y se hizo una cruz en madera con capilla propia. La antigua cruz situada en peana, se realiza una vez que se derriba la antigua ermita de las Reliquias, tras las desamortizaciones del s. XIX. Por ello, surgen estas fiestas en el Llano de la Fuente, también dedicada a Ntra. Sra. de las Reliquias, de la que posee una pequeña réplica.
Las dimensiones de la Ermita son pequeñas, de planta de salón y el exterior se compone de la puerta, decorada por cáliz sobre ella y se remata por una pequeña cruz de hierro. Las fiestas se celebran en el mes de mayo y la cruz procesiona sobre paso y enmarcada por un arco de flores.
A la capilla se llega desde la céntrica calle Santa María, pasando por Reliquias y terminando en el Llano de la Fuente (Ayuntamiento de Villalba del Alcor).
Capilla calle Paterna. La capilla de la Cruz de la calle Paterna se construye en el último tercio del siglo XX. Es una capilla de pequeñas proporciones de planta de salón, fachada sencilla y rematada por espadaña.
En su interior se encuentra el santo Madero realizado por el imaginero Joaquín Moreno Daza. Esta hermandad cuenta con un rico patrimonio mueble entre el que destaca la talla de Ntra. Sra. de los Ángeles (Ayuntamiento de Villalba del Alcor).
Ermita de Santa Águeda
La devoción a Santa Águeda, Patrona de Villalba, proviene, según Infante-Galán, de los repobladores castellanos y leoneses que se asentaron en Andalucía por los dominios de la Orden de Calatrava, y que obtuvieron carta-puebla para Villalba en 1327. La ermita, se encuentra al pie de la villa, en un llano junto al arroyo Giraldo, a la izquierda de la carretera de La Palma. Llama la atención por su singular forma de planta central y la bóveda, que recuerda la del Duomo de Florencia, de Brunelleschi.
Documentalmente consta que la ermita estaba siendo edificada en 1891 por el maestro de obras Manuel Vargas, bajo la dirección e inspección del arquitecto Juan Talavera, y que se sufragaba con limosnas de los fieles. La ermita es una edificación neogótica de un solo cuerpo octogonal, como la bóveda de ocho paños, que descansa sobre arcos apuntados. Preside la imagen titular, de vestir, obra de Antonio Illanes, de 1951. A ambos lados aparecen suspendidos sendos ángeles lampareros. En sus paramentos pueden verse diversos óleos sobre lienzo. Cuatro de ellos, con escenas bíblicas, son debidos a un autor sevillano próximo a Antolínez o Iriarte, de fines del XVII. Del XIX, inspirado en estampas de Rubens, es el de la colación del primado o la entrega de las llaves de Cristo a San Pedro. Del primer tercio de aquel siglo es un interesante lienzo de Cristo Buen Pastor entre dos niños con perros, a mitad de camino entre la pintura religiosa y el retrato de caza. Carece de mérito un San Jerónimo penitente. En la sacristía puede verse una treintena de exvotos, pintados al óleo sobre lienzo, de los siglos XIX y XX (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Este curioso edificio octogonal de estilo neogótico y que evoca la cúpula de la catedral de Florencia, es la ermita de Santa Águeda, Patrona de Villalba del Alcor, que data del s. XIX. Esta planta tiene añadido un cuerpo de campanas y una sacristía, a la que se le añaden la casa de la santera y las dependencias de la Hermandad de Santa Águeda. Todos los vanos del edificio son apuntados y el principal de entrada está rematado por una escultura de la Patrona con los pechos en una bandeja y la palma en la otra, que simbolizan su martirio.
La leyenda cuenta que fue disputada a Manzanilla en un lugar llamado “Lapa de Sta. Águeda” y que, finalmente, la adquirió este pueblo y la situó en los Llanos de la Vega, a 500 metros de Villalba. Se tienen noticias de la existencia de una imagen gótica del s. XIV, pero sólo conocemos una imagen del s. XVIII atribuida a Cristóbal Ramos y que fue perdida durante la Guerra Civil, siendo sustituida por otra de Antonio Illanes. La devoción a Santa Águeda es conocida en toda la comarca y tiene muchos fieles, además es venerada por los afectados de cáncer de mama, prueba de ello son la Asociación Onubense de Cáncer de Mama Santa Águeda. Celebra sus fiestas el 5 de febrero y, también, durante la feria del pueblo, en julio.
Se accede a la Ermita por un camino que parte de la carretera que une Villalba y La Palma del Condado. El paraje, conocido como Los Llanos de Santa Águeda, ofrece una magnífica panorámica de la ermita, que destaca sobre la sequedad de los Llanos y los campos circundantes.
Un paraje inédito, el que componen los Llanos de Santa Águeda. Desde este insólito paraje la ermita mira al pueblo y a los campos que la rodean (Ayuntamiento de Villalba del Alcor).
La antigua sede del Cabildo municipal de Villalba del Alcor se halla en la Plaza de la Constitución, nº 1, construido a partir de 1861. Contigua a la entrada principal del Ayuntamiento, en el ángulo de la pequeña plaza de la Constitución, se conserva una portada dieciochesca. Bajo el moldurón mixtilíneo se ha colocado un azulejo con la Virgen de los Dolores entre ángeles y querubines, devoción familiar de los Osorno. De la antigua casa solariega se conserva una magnífica puerta tallada, con el escudo nobiliario de la familia en su centro.
En abril de 1995 quedó inaugurado el nuevo edificio del Ayuntamiento, construido bajo la dirección del arquitecto José María Herrero de Tejada, en la Plaza de España, sobre el solar del antiguo Pósito, rehabilitando la parte antigua que se conservaba y edificando de nuevo el resto, según el estilo precedente. Por el lateral que da a la calle San Bartolomé se ha conservado la fachada de una antigua casona barroca de los Pacheco. En la calle Rafael Tenorio se encuentra la Plaza de Abastos, fechada en 1930. Las antiguas e ilustres familias villalberas tenían casas de cierta prestancia arquitectónica, muchas de las cuales, afortunadamente, han llegado hasta nosotros. La Casa de los Pacheco, que hoy forma parte del complejo municipal como Hogar del Pensionista, es un ejemplo de casa solariega de dos pisos con hornacina en lugar de balcón.
Un destacado miembro del linaje familiar de los Pacheco, Álvaro Pacheco, construyó en los albores del Ochocientos una casona, frontera a la iglesia parroquial, en la calle Real, esquina a la calle Santa María. La puerta adintelada se enmarca con pilastras toscanas, entablamento con triglifos, frontón triangular partido, y hornacina con moldurón mixtilíneo, en cuyo interior se representa la Asunción y Coronación de la Virgen por la Stma. Trinidad, en azulejo polícromo.
La casa, que fue de los Tenorio, y hoy es de la familia de los Calero, es uno de los más interesantes edificios del pueblo, tiene un espacioso patio con galería de estilo mudéjar del XVI.
Otro ejemplo del tipo de casa solariega de dos pisos con hornacina en lugar de balcón es la número 3 de la antigua calle Real, conocida como la casa del cañón, por la pieza de artillería que protege su esquina derecha. En la hornacina, bajo arco de medio punto sobre cajeadas pilastras, se expone un azulejo con el arcángel San Rafael.
En la calle Real, esquina a la calleja del Molino está la casa que fue de Romero Botejón y de sus descendientes, los Pacheco Romero. Casa de sabor decimonónico, con fachada de dos pisos y de traza neoclásica. La casa de la calle Real, nº 17 tiene fachada de estilo regionalista, según los cánones imperantes en la Sevilla de la Exposición Iberoamericana.
En la calle de la Fuente existe uno de los ejemplares de la arquitectura civil, de carácter industrial, más notable de la comarca. Se trata del antiguo molino de los Fernández de Landa, de finales del siglo XVIII. En la antigua calle Real, esquina a la de la Fuente, se conserva otro antiguo molino aceitero o almazara. Su arquitectura, comparada con el ejemplar anterior, refleja una mayor impronta popular.
La bodega del Diezmo se encuentra en la calle de la Fuente y fue construida por iniciativa del Cabildo Metropolitano de Sevilla para recibir en ella el diezmo del vino, en el siglo XVII. En la calleja del Molino perdura la torre de la antigua almazara del convento de San Juan Bautista de Villalba, del siglo XVIII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Bartolomé; Convento de San Juan Bautista; Hospital de la Misericordia; Capillas de las Cruces; Ermita de Santa Águeda; y Edificios civiles) de la localidad de Villalba del Alcor, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.
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