Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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martes, 3 de octubre de 2023

Los principales monumentos (Iglesia de Santa María la Mayor, la Coronada; Conjunto arqueológico El Castillo; Convento de Jesús, María y José; Capilla del Hospital del Amor de Dios; Puerta del Sol; y Museo Etnográfico) de la localidad de Medina Sidonia (II), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santa María la Mayor, la Coronada; Conjunto arqueológico El Castillo; Convento de Jesús, María y José; Capilla del Hospital del Amor de Dios; Puerta del Sol; y Museo Etnográfico) de la localidad de Medina Sidonia (II), en la provincia de Cádiz.

    
Iglesia de Santa María la Mayor, la Coronada
     Este templo es uno de los más destacados con­ juntos histórico-artísticos de la provincia, tanto por su arquitectura como por los bienes muebles que ha conservado. Inicialmente debió existir en este solar una iglesia de tipo mudéjar que reemplazaría a la mezquita musulmana tras la toma de la ciudad por las tropas cristianas. La idea de levantar la actual fábrica se relaciona con la residencia del cabildo catedralicio gaditano en Medina a partir de 1472, pues Cádiz se vio sometida a continuos ataques y en 1473 sería saqueada por los portugueses, lo que llevó incluso a que el II duque de Medina Sidonia plantease, sin éxito, el traslado definitivo de la sede episcopal a esta población. Sin lugar a dudas estos hechos hicieron que se llevaran a cabo importantes reformas en el templo y a esta época corresponde, por ejemplo, la construcción del claustro, que promovió el obispo Fernández de Solís, pero la ocasión más propicia para levantar un edificio de gran entidad se plantearía tras la toma de Granada, que trajo la seguridad a la zona, hasta entonces fronteriza. El propio obispo Solís o su sucesor, Oliverio Caraffa, debieron idear en los años situados en torno al cambio de siglo la sustitución de la vieja fábrica.
     Las obras dieron comienzo por los pies del templo, avanzando hacia la cabecera y se ha planteado la intervención de diversos maestros, como Alonso Rodríguez, Francisco Rodríguez «El Viejo» o Francisco Rodríguez Cumplido. El primero fue maestro mayor de la catedral sevillana y los dos últimos de los duques  de  Medina  Sidonia. Es evidente la dependencia del modelo sevillano que, como es bien sabido, impactó intensamente en el arzobispado y existen claros paralelismos entre este templo y otros contemporáneos del entorno, como Santa María de Carmona, San Miguel de Jerez o San Mateo de Tarifa. Es evidente que en un momento determinado hubo un cambio en las trazas, pues el tramo de los pies presenta características que le diferencian del resto del templo y hay un claro desajuste entre su estructura y la del tramo siguiente. En esta zona las bóvedas apoyan en los muros de las naves laterales sobre pilares adosados, en vez de las repisas utilizadas en el resto del templo, y la bóveda correspondiente a la nave central es de terceletes, a diferencia de la crucería simple del resto de la nave.
     La fábrica se completó casi en su totalidad según el proyecto gótico inicial, y en 1533 estaba lo suficientemente adelantada como para que se concertase la hechura del retablo mayor. Pero con el paso del tiempo se introdujeron otros estilos, como el plateresco de la zona alta del presbiterio y portada interior del claustro o las formas escu­rialenses, a las que responden dos importantes intervenciones, la portada lateral y la torre, am­bas realizadas a finales del siglo XVI por Agustín de Argüello. En el primer cuarto del siglo XVII el conjunto parroquial quedó configurado, si bien a lo largo de toda la Edad Moderna serán continuas las aportaciones de arte mueble.
     El claustro se sitúa junto al lado del evange­lio de la cabecera del templo y presenta planta cuadrangular con cuatro crujías sustentadas por arcos de medio punto peraltados y cubiertas por bóvedas de aristas. Tanto las roscas de los arcos como las nervaduras son de ladrillo visto y sus formas mantienen el eco del mudejarismo. En una de las crujías se conservan los restos de una capilla levantada a inicios del siglo XVI en estilo tardogótico. Sobre la sencilla portada exterior se sitúa un escudo con las armas del obispo Solís, lo que permite fechar esta dependencia en los últimos años del siglo XV.
     Presenta la iglesia planta de cruz latina con tres naves, la mayor más alta que las laterales, y cabecera ochavada. Los pilares son de sección cir­cular y a ellos se adosan delgados baquetones de los que surgen arcos apuntados sobre los que se abren a la nave mayor vanos abocinados y apuntados con tracerías. En los muros laterales se disponen vanos del mismo tipo. Las bóvedas son de crucería simple, salvo en el crucero y capilla mayor, donde presentan complejas formas estrelladas con nervios combados que en el presbi­terio albergan medallones con bustos de formas claramente renacentistas. También son platerescos los vanos abiertos a este recinto, flanqueados por hornacinas y tondos, que se abren entre pilastras, todo ello con abundante decoración de candelieri. Las bóvedas de las naves laterales apean sobre los muros en ménsulas voladas con decoración tardogótica. Adosadas al lateral de la epístola y trasera de la capilla mayor se disponen la antesacristía y sacristía, levantadas a mediados del siglo XVI y cuyo diseño se ha relacionado con Bartolomé Sánchez. Son piezas rectangulares cubiertas por bóvedas estrelladas en las que la irrupción de los detalles platerescos es intensa. El acceso a las dependencias superiores, algunas de ellas abovedas, se realiza por una interesante escalera de caracol de cantería contemporánea de las salas inferiores.
     Al exterior los contrafuertes van decorados por baquetones y tracerías ciegas, mientras que los antepechos se solucionan mediante cesterías caladas de formas también góticas en la que se intercalan pináculos. La portada de los pies es plateresca y presenta vano de medio punto flanqueado por columnas adosadas de orden corin­tio que sustentan un frontón triangular decorado con diversos ángeles. La lateral, que al abrirse a la plaza de la iglesia se conformó como el acceso principal al templo, fue levantada a finales del siglo XVI bajo la dirección de Agustín de Argüello, maestro de cantería. Se trata de una interesante muestra de la estética herreriana muy poco fre­cuente en el entorno. Habitualmente se relaciona con Argüello el diseño de esta pieza y de la torre, que comenzó a levantarse junto a ella por las mismas fechas, pero parece posible que las trazas fuesen encargadas a otro maestro que en este caso podría tratarse de Francisco de Mora, a quien sabemos que el cabildo catedralicio gaditano había encargado en 1595 la planta para una nueva Catedral. Su concepción es muy severa y consta de dos cuerpos, el primero lo articulan columnas dóricas adosadas que albergan en los laterales hornacinas sobre las que van molduras cuadrangulares. En el segundo cuerpo las colum­nas son jónicas y sustentan un frontón triangular. Los remates decorativos se resuelven mediante bolas y pirámides y ocupan las hornacinas escul­turas manieristas de origen italiano realizadas en mármol que representan a san Pedro y san Pablo en el cuerpo inferior y la Asunción de María en el superior. La torre se construyó con gran lentitud y, tras paralizarse las obras, se reemprendieron a mediados del siglo XVII. Tiene planta cuadrada y consta de un alto fuste dividido en tres cuerpos. Los dos primeros se decoran con gran­des molduras rectangulares y el tercero presenta pilastras dóricas en los ángulos que flanquean los vanos para campanas, rematados en medio punto, sobre los que se disponen pequeños vanos ciegos del mismo tipo. Remata el conjunto una  cupulilla semicircular que descansa sobre una arcada octogonal.
     Preside la capilla mayor un gran retablo de madera dorada y policromada iniciado en 1533, que constituye una de las más valiosas muestras de la retablística del primer renacimiento en Andalucía. Su hechura fue concertada con Andrés López del Castillo, que se haría cargo de la arquitectura, y a quien se unió dos años más tarde Nicolás de León. Durante varios años se debió trabajar en la estructura y en 1559 se concierta con Roque Balduque un importante grupo de esculturas de las que sólo concluyó el calvario que remata el conjunto. Muerto este maestro en 1560 se hizo cargo de los trabajos Juan Bautista Vázquez «El Viejo», quien ayudado por Melchor de Turín y, posiblemente, por su hijo Juan Bautista Vázquez «El Joven», culminará todo el programa en 1577. El encargado del dorado y la policro­mía fue Miguel Vallés, que concluyó dicha tarea en 1584. El aumento del número de tableros a realizar cuando Vázquez se hizo cargo de la obra -Balduque había concertado catorce y él veintidós- ha llevado a plantear la posibilidad de una ampliación del proyecto original, pero la coherencia del conjunto hace difícil tal posibilidad.
     Presenta planta ochava y se resuelve según una retícula de tradición tardogótica que consta de cinco calles divididas en cuatro cuerpos que descansan sobre un banco y amplio ático. Los soportes son balaustres, pareados en la calle central y en los extremos, y en el segundo cuerpo de la calle principal se dispone un gran remate con frontón curvo sustentado por ángeles niños que debe obedecer a la intervención de Vázquez «El Viejo». El ático se centra por un gran edículo a cuyos lados van paneles y en los extremos hornacinas, todo ello rematado por complejas composiciones, pequeños frontones y doseletes. Recorre toda la superficie del retablo una minuciosa decoración a base de candelieri, ángeles, cartelas, bichas y otros elementos típicos de la estética plateresca.
     El programa iconográfico se dedica fundamental a las vidas de Cristo y de la Virgen, si bien se intercalan numerosas representaciones de profetas y santos, sobre todo ocupando las pequeñas hornacinas que se distribuyen por todo el retablo. En el calvario que remata el ático se hace evidente la expresividad goticista de Balduque, mientras que el resto de las tallas muestran los nuevos cánones manieristas de Juan Bautista Vázquez y sus colaboradores.
     El frontal de altar es de plata y fue realizado a inicios del siglo XIX.
     En el muro del lado de la epístola del presbiterio se abre la portada que da acceso a la antesacristía obra tardogótica rematada por gable­te conopial sobre la que va una arquería ciega de complejas tracerías. Sobre ella y en el muro frontero hay dos lienzos dieciochescos que representan la Encarnación y la Imposición de la casulla a san Ildefonso, con marcos rococó de madera tallada. Los ángeles lampareros son tallas de mediados del siglo XVIII que proceden de talleres jerezanos y portan lámparas de plata de igual cronología. A ambos lados de las gradas de acceso al presbiterio se disponen dos púlpitos sobre repisas de mármol con atriles de madera dorada en forma de águilas, todo realizado a finales del siglo XVI. Frente al presbiterio, ocupando el pe­núltimo tramo de la nave central, se sitúa el coro, cuyo aspecto actual responde a una reconstruc­ción llevada a cabo hacia 1730, cuando se levantaron los muros perimetrales articulados por pilastras cajeadas de orden toscano. La sillería fue realizada por Juan de Gatica en 1732 y presenta doble hilera de asientos, la superior con respaldos articulados por columnillas salomónicas entre las que van lienzos con diferentes santos, todos ellos contemporáneos del coro. El órgano fue construido en 1742 por Juan de Hotigues y su caja presenta decoración rococó y diversas esculturas de ángeles músicos. La sencilla reja que cierra el ámbito es de hierro forjado y fue rea­lizada en 1631 por Pedro Gómez de Castilla. A los muros del trascoro se adosan tres retablos. El situado en el lado del evangelio es una estructura plateresca fechable hacia 1550 sustentada por balaustres y muy reformada a mediados del siglo XVIII, que contiene pinturas sobre tabla del siglo XVII que representan a san Bartolomé en el centro y a sus lados san Nicolás y san Basilio y sobre ellos tondos con san Pedro y san Pablo. Se fecha hacia 1540 y está muy modificado por intervenciones posteriores. El correspondiente al lado de la epístola tiene origen similar, si bien ha sufrido una intervención más radical en el siglo XVIII. El retablo del trascoro sufrió importantes daños en un incendio acaecido a finales del siglo XX. Su titular es un crucificado sevillano de ini­cios del siglo XVII. Ante el coro hay un púlpito de hierro forjado con tornavoz de madera talla­da, realizado a comienzos del siglo XVII y junto a él cuelga una gran lámpara de plata fechable a finales de la misma centuria.
     La primera capilla del lado del evangelio es el sagrario de la parroquia y para ella concertó Roque Balduque en 1554 un retablo que fue re­ emplazado por el actual en 1763. Entre 1868 y 1870 se le abrió un gran camarín para albergar a la Virgen de la Paz, patrona de la ciudad, que se instaló aquí procedente del convento de San Agustín. Es una obra en madera dorada y policromada con decoración rococó que consta de un cuerpo dividido en tres calles por columnas corintias y ático tripartito. En sus hornacinas la­terales se distribuyen las imágenes de los cuatro doctores de la Iglesia realizadas por Roque Balduque y las de santo Tomás y la Fe que rematan el conjunto son piezas rococó contemporáneas del retablo. La Virgen de la Paz, patrona de la ciudad, es una talla de candelero de origen bajo­ medieval cuyo antiguo rostro fue encontrado en el interior de la talla al procederse a su restauración a finales del siglo XX. La cabeza actual fue realizada en 1737 y consta que la policromó Antonio de Escuda, maestro a quien puede atribuirse también su hechura. Una imagen del Niño Jesús es obra rococó de mediados del siglo XVIII. El frontal de altar está realizado en plata a inicios del siglo XIX, periodo al que también corresponde la candelería. En uno de los muros se sitúa una imagen de Cristo crucificado, de escuela sevillana, realizado a inicios del siglo XVII, si bien presenta importantes repintes posteriores. A continuación se abre la portada del claustro, obra plateresca realizada hacia 1550; consta de dos cuerpos, el inferior se resuelve a modo de arco de triunfo con un vano central rematado en medio punto sobre el que va una hornacina con doselete gótico con una imagen en alabastro de la Virgen, que según la tradición es obra del siglo XIII, aunque parece contemporánea de la portada. A ambos lados se disponen pares de pilastras cajeadas de orden corintio, entre las que van tondos con bustos. Toda la zona superior de la por­tada lleva una profusa decoración de candelieri y otros elementos. El segundo cuerpo se resuelve mediante un gran arco, rebajado y abocinado, al que flanquean columnas adosadas de orden corintio. Este conjunto fue ideado para servir de tribuna a la cantoria, que hubo de ser cegada al construirse la torre.
     En el segundo tramo se sitúa el antiguo reta­blo de Ánimas, obra rococó de madera dorada, que inicialmente estuvo presidido por el relieve de san Miguel con las Ánimas que ahora ocupa el ático. En su lugar se abre una hornacina que alberga la imagen del Cristo del Perdón, excelente talla de Pedro Roldán realizada en 1679, que representa a Cristo suplicante mostrando las llagas de la Pasión y apoyando una de sus rodillas sobre la bola del mundo, donde se representa el pecado original. Junto a la puerta lateral hay un pequeño retablo decimonónico de madera policromada a imitación del mármol, que contiene una imagen dieciochesca de tipo popular de san Isidro Labrador. En el último tramo se levanta el retablo de san Pedro, obra rococó de estuco policromado realizada en 1763 para albergar al Cristo del Perdón. Consta de un cuerpo con movida planta, sustentado por pilastras pareadas de orden corintio y rematado por ático. El san Pedro que lo preside es una talla del candelero realizada a mediados del siglo XVIII procedente del retablo del sagrario y en una de las hornacinas laterales hay una imagen de san Sebastián, también del siglo XVIII. Junto a este retablo hay uno decimonónico que alberga un interesante lienzo de mediados del siglo XVII que representa a san Jerónimo y en el que son evidentes los ecos de la obra de Rubens.
     A ambos lados de la puerta de los pies se localizan dos grandes cipos romanos de mármol con inscripciones fechados en el siglo I d.C. La última capilla del lado de la epístola es la del bautismo, cuya construcción puede fecharse a finales del siglo XVI y sus trazas pueden corresponder a Ginés Martínez de Aranda. Se accede a través de una portada sustentada por colum­nas dóricas adosadas sobre las que va un frontón triangular que alberga el escudo del obispo García de Haro y se cubre por bóveda vaída con decoración geométrica. La pila es de alabastro con decoración gallonada de formas tardogóticas y fue donada por el obispo Caraffa a inicios del siglo XVI, como consta en una inscripción que la recorre. En este recinto se ha instalado el expresivo grupo escultórico de la Última Cena, cuyas tallas realizó Roque Balduque en 1554 para el desaparecido retablo de la capilla del sagrario. A continuación hay un pequeño retablo rococó y en el tramo siguiente otro dedicado a san José, que fue concertado en 1692 por Francisco Bartolomé de Medina. Es de madera policromada y dorada y consta de un cuerpo dividido en tres calles por columnas salomónicas y ático. Está presidido por una imagen del titular de candelero y a sus lados van san Lorenzo y san Esteban. En el ático hay un relieve de los Desposorios de la virgen y se corona por un busto del Padre Eterno. El retablo de la Virgen de la Antigua es una pieza rococó de hacia 1770 realizada en madera dorada y policromía tipo biscuit sustentada por estípites. Con­tiene una interesante colección de pinturas que formaban parte de la colección pictórica de Luis Novela, centradas por una tabla  de la Virgen de la Antigua realizada por Juan Ruiz Soriano, bajo la que va un pequeño cobre de la Santa Faz. Las calles laterales están ocupadas por una su­perposición de tres pinturas. En la zona inferior hay dos lienzos que representan la Epifanía y la Adoración de los pastores de Pedro de Oriente, en el centro van otros que representan doctores de la Iglesia y son obras tenebristas del siglo XVII, y sobre ellos dos pequeñas tablas de san León Magno y san Gregorio con donantes, obras hispano-flamencas del siglo XV. Completa el repertorio iconográfico una colección de pinturas del siglo XVII sobre pequeños tondos de ágata y una talla dieciochesca de candelero del Niño Jesús pasionario, que viste túnica de terciopelo bordado en oro de la misma época. Contemporáneas de esa talla son las imágenes de san Mi­guel Arcángel, realizado en barro policromado, y san Jerónimo, realizado en cera. Los escudos de los laterales corresponden a los caballeros de la Orden de la Banda y a la cuadratura de los condes de Niebla y los Portocarrero.
     La capilla de la Concepción, perteneció a la hermandad del mismo título y ocupa el tramo siguiente, aunque inicialmente se ubicó en el lado del evangelio, pero al plantearse la construcción de la torre hubo de ser derribada, por lo que se le concedió la actual. Está presidida por un retablo de formas neoclásicas en madera policroma­da a imitación del mármol que realizó en 1868 José Vicente Hernández. La talla de la Concepción que lo preside es obra de inicios del siglo XVII y puede relacionarse con la producción de Andrés de Castillejos, quien realizó por aquellas fechas otras imágenes para la hermandad y a sus lados van las de san Juan Bautista y san Fernan­do, contemporáneas del retablo. En el banco hay un fanal con un san Antonio de pequeñas proporciones fechable en la segunda mitad del siglo XVIII, que puede relacionarse con producción de Luis Salvador Carmona. El colateral del la epístola del presbiterio está ocupado por un retablo, de cronología y características similares al anterior, dedicado a la Virgen del Rosario, la imagen es de candelero y puede identificarse con la concertada en 1612 con Alonso Albarrán, si bien ha sido modificada en el siglo XVIII. El manifestador está ocupado por una talla dieciochesca del Niño Jesús pasionario. Ocupa el ático un lienzo de finales del siglo XVII con san Francisco de Paula.
     En el testero sobre el que apoya este retablo hay un rosetón de tracerías tardogóticas y restos de una potada plateresca. Adosados al muro de esta nave se conservan algunos bancos de los siglos XVI y XVII, que fueron utilizados por los miembros del tribunal de la Inquisición.
     Las dependencias parroquiales guardan una importante colección de piezas suntuarias de orfebrería y bordados. Entre las primeras destaca especialmente la custodia de plata del Corpus que realizó en 1575 el orfebre sevillano Juan Tercero. Consta de un templete cuadrangular sustentado por cuatro balaustres sobre los que apoya una cubierta a cuatro aguas en la que se abren óculos ovales y que se corona mediante una linterna con delgadas columnillas, rematada por la representación de la Fe. Sobre las esquinas se disponen remates calados de forma piramidal rematados por águilas. Toda la superficie de esta pieza va cubierta de una delicada decoración en la que abundan las cartelas con escenas en relieve y otros elementos vegetales, geométricos y figurativos. El ostensorio es turriforme y se levanta sobre un peana gallonada y decorada con ganchos en cuyos ángulos se sitúan remates piramidales semejantes a los de la cubierta. El expositor es un templete de planta cuadrada sustentado por balaustres y rematado por linterna que corona una imagen de Cristo resucitado. La cruz parroquial es obra tardogótica con cartelas de imaginería, cuyo basamento se realizó a inicios del siglo XVII en estilo manierista. Otras piezas renacentistas son las vinajeras, acetre, hisopo y fuente que realizó Antonio Láinez a finales del siglo XVI. Hay también diversos cálices, copones y otras piezas que pertenecen fundamentalmente a los siglos XVII y XVIII. Importante es el gran manifestador portátil, obra en plata realizada en los primeros años del siglo XIX, si bien en su estructura se reaprovechan diversos elementos anteriores, algunos de ellos de procedencia americana.
     La antesacristía y sacristía tienen armarios y bancos del siglo XVIII y una cajonera rococó tallada en 1772 de movida planta. La fuente es una pieza manierista realizada en mármol con taraceas cuya zona central fue reformada en el siglo XVIII. Entre los bordados y tejidos, de los que guarda esta parroquia una rica colección, cabe destacar el terno de san Pedro, realizado a inicios del siglo XVII con bordados en oro y escenas de imaginería en sedas de colores sobre terciopelo granate. Sobre la cajonera de la sacristía van dos lienzos que representan a san Leandro y san Isi­doro, modestas copias de Murillo que se han vinculado a la producción de Juan Simón Gutiérrez. Otro lienzos dieciochescos representan a Cristo crucificado, los dolores de María y a santa María Novella, obra realizada por Juan de Espinal para Luis Novela. Dos pequeños cobres de suelta factura representan la Oración en el huerto y la Virgen con el Niño. En las dependencias parroquiales se guardan las imágenes policromadas de san Francisco de Asís y san Diego de Alcalá, obras realizadas por Juan Martínez Montañés hacia el año 1636 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     El edificio se levanta de forma casi exenta, adosado únicamente por una pequeña zona del claustro a la finca colindante, sobre una plataforma que realza su monumentalidad, estructurándose en varios cuerpos de edificación claramente diferenciados:
        - La Iglesia tiene planta rectangular, dividida en tres naves de altura desigual. Esta diferencia de alturas se compensa constructivamente con arbotantes de inspiración gótica, que se ocultan con espléndidas crestería horizontales en las fachadas principales de acceso. Su esquema tipológico se organiza en base a una cruz latina de tradición grecorromana con orientación noreste-suroeste sin que sobresalga el crucero con ensanche y alzado en la nave central, así como en el transepto, con capilla mayor en alto y en ochavo que profundiza unos 6 metros. Esta estructura responde al gótico isabelino adaptado a iglesias de grandes proporciones. Todo el templo está cubierto por bóvedas de crucería sencillas, sin ornamentación, salvo las bóvedas estrelladas situadas en la capilla mayor, crucero, capillas absidiales y puerta del claustro, ricamente decoradas con motivos platerescos. Estas bóvedas descargan mediante arcos ojivales sobre pilares baquetonados.
        -Las dependencias de servicio se emplazan en la cabecera de la iglesia, accediéndose a las mismas a través de la nave de la Epístola. La antesacristía es una pieza rectangular separada por una verja de hierro de la sacristía propiamente dicha, pieza asimismo rectangular situada tras la Capilla Mayor.
        -El Claustro es una pieza de traza cuadrangular que se compone de una estructura simple de un solo piso de arcos en ladrillo que apoyan en el paramento por medio de ménsulas en forma de capitel, cubierto por bóvedas de arista, presentando estribos de ladrillo a modo de contrafuertes. El claustro se estima anterior o construido independientemente a la iglesia actual, obligando al estrechamiento de la nave del Evangelio.
        -La Torre del templo es de planta cuadrangular. Se encuentra edificada en sillería de piedra y adosada a la fachada norte.
     Es de estilo renacentista, en su vertiente purista escurialense, finalizada en 1623. Para su edificación se emplea el mismo material de piedra arenisca del templo. Se compone de tres cuerpos; el primero de gran elevación se subdivide en dos zonas mediante ancha moldura. Un pronunciado cornisamiento da paso al segundo cuerpo que actúa como campanario, abriéndose huecos de medio punto moldurados en sus cuatro frentes que albergan las campanas. Delimita cada frente de este segundo cuerpo pilastras adosadas en los ángulos con cornisa superior y sobre ellas aparecen clásicos triglifos que sostienen el cornisamiento superior. Sobre esta cornisa se alza el tercer cuerpo de la torre, rodeado por un pretil abalaustrado que sustenta la cornisa y en cuyos ángulos aparecen pedestales sosteniendo remates dobles de triples bolas superpuestas. De planta octogonal, presenta huecos de medio punto en cada lado. El cuerpo se cubre con una pequeña bóveda, subdividida en cuatro tramos por pilastras adosadas, alzándose una linterna superior esférica conformada por arquillos ciegos.
     El edificio además de la portada del claustro sin gran interés arquitectónico presenta dos portas relevantes; la de los pies del templo, denominada "Portada del Castillo", por situarse frente a este y la portada principal en la fachada lateral del evangelio, frontera a la plaza. De ellas la más antigua en época y estilo es la del Castillo. En la actualidad esta portada está en desuso, aunque en época señorial tuvo un papel destacado.
     La portada principal se ubica en uno de los laterales del Evangelio y está configurada por dos cuerpos con superposición de órdenes que abarcan todo el paramento de la fachada, sobresaliendo el frontón triangular de remate sobre la crestería ornamental.
     Estas dos portadas y la torre son muy clásicas en su composición. Se hallan insertas en el bajo renacimiento andaluz de inspiración serliana, aunque la de los pies, más antigua, se aproxima más al estilo plateresco, mientras que la principal, aunque de esquema serliano alcanza ya al primer barroco en ciertos elementos.
     La Iglesia Mayor de Santa María, construida en el siglo XVI y primer tercio del XVII, a excepción del claustro que parece anterior por su estilo gótico mudéjar. Se ubica sobre el solar de otra antigua iglesia, probablemente de estilo mudéjar, que a su vez se asentó sobre el espacio dejado por la primitiva mezquita mayor de la ciudad musulmana, aunque no se han encontrado hallazgos de ninguna de ellas. No se conoce de quien partió la idea de construir una nueva iglesia mayor.
     La construcción del templo parece que se hizo en dos fases; una primera, en vida del VI Duque de Medina-Sidonia, entre 1518 y 1558, y una segunda fase bajo el dominio de su sucesor, el VII Duque D. Alonso IV, entre 1558 y 1615 en que se concluiría, lo cual parece indicar la presencia del escudo de éste último, situado en la bóveda de la Capilla Mayor. La torre se finalizó en 1623.
     La carencia de fuentes documentales y la mezcla estilística que presenta el templo dificulta la identificación de sus tracistas, pero si se constata en su ejecución la intervención de arquitectos y maestros mayores diocesanos vinculados a los círculos artísticos que giran en Sevilla y Jerez en torno a la escuela manierista bajo-andaluza de Hernán Ruiz II, tales como Agustín de Arguello, Ginés Martínez de Aranda, Bartolomé Sánchez, Francisco Rodríguez Cumplido y su hijo Francisco Rodríguez, el Joven, entre otros de menor relevancia (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Conjunto arqueológico El Castillo
     La fortificación de Medina-Sidonia se remonta a los primeros momentos de la presencia musulmana. Se configuró mediante un triple  recinto con una cerca exterior que circundaba la villa, por encima de la cual se situaba otra donde estaba el alcázar, y finalmente, dominando todo, el castillo. Su estructura era cuadrangular con grandes torreones y ya en tiempos de Carlos V fue desmochado, aunque fue durante el siglo XIX cuando sufrió las mayores pérdidas.
     El recinto fortificado estaba formado por lienzos de muros entre los que se alzaban cubos y, aunque en la actualidad sean muy escasos los restos visibles aún se conserva la mayor parte del trazado embutido en las construcciones actuales. Entre las torres destaca la denominada de Doña Blanca, llamada así porque, según la tradición, en ella permaneció presa y fue ejecutada doña Blanca de Borbón, esposa de Pedro I el Cruel. El volumen cúbico de la torre fue desmochada en el siglo XVIII para mejorar la iluminación de la iglesia mayor. Tuvo cuatro puertas, de las que aún se conservan tres: el arco de Belén, simple postigo cuyo vano original ha sido tapiado para sustituirlo por el actual, la Puerta del Sol, muy transformada en la Edad Moderna, y el arco de la Pastora, excelente muestra de arquitectura militar califal, con doble arco de herradura apuntada enmarcados por alfiz y sustentados en la calle exterior por grandes fustes romanos. En sus cercanías se conservan restos de las murallas y de una torre albarrana que en el siglo XVI sirvió de cárcel, embutida actualmente en una construcción civil. También se conoce esta puerta como arco de la Salada, por la fuente que se abre junto a ella.
     En las proximidades del arco de Belén se conservan las llamadas Caballerizas del Duque, dependencias cubiertas por una gran bóveda de cañón, levantadas por los duques de Medina Sidonia posiblemente en el siglo XVI (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Conserva los restos de un castillo andalusí, al que algunos autores atribuyen origen romano. De este periodo aparecieron tres cabezas romanas de la familia de Augusto, terra sigillata impresa, cadena y monedas romanas.
     Su situación en la cima de un cerro de gran altura le convierte en un punto estratégico.
     La fortificación de Medina-Sidonia formaba un triple recinto, la cerca exterior que circundaba la villa, por encima de ella se situaba el alcázar, y dominando todo, el castillo, levantado en el siglo X sobre una antigua fortaleza romana y cuyos adarves abrazaban la totalidad del conjunto.
     Durante el proceso de excavación las actuaciones arqueológicas realizadas en este cerro han demostrado la existencia de tres fortificaciones superpuestas diacrónicamente: un castellum militar romano, un alcázar árabe y un castillo medieval.
     El Castillo de Medina- Sidonia, corona la acrópolis de la ciudad, defendida por un encintado de murallas. Los restos conservados en mayor número datan del periodo andalusí, en cuyos tiempos al nombre de Sidonia se unió el de Medina, indicando la importancia de la ciudad en esta época. En las ruinas visibles que quedan del Castillo, los restos reconocibles no son anteriores al siglo X, aunque ciertamente la fortaleza es muy anterior.
     Posiblemente la Orden Real de 1523, disponiendo la demolición de gran parte de los fortines fronterizos, debió ser la causa de la casi total demolición, aunque se sabe que a fines del siglo XVI aún se utilizaba (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Convento de Jesús, María y José
     La fundación del convento de monjas agustinas recoletas de Jesús, María y José, se debe a la iniciativa del comerciante de origen vasco afincado en Cádiz Diego de Iparraguirre, quien financió gran parte de su construcción. Las obras dieron comienzo en 1688 sobre un solar donde se situaba la antigua ermita de la Consolación, y concluyeron en 1692, estando la dirección a cargo del maestro de obras de la ciudad Juan Bautista de la Rica. Las dependencias conventuales se centran en torno a un claustro de dos cuerpos, el primero con arcos de medio punto sobre columnas toscanas de mármol y el segundo con sencillos vanos rectangulares. La iglesia es de planta octogonal cubierta por una bóveda vaída con presbiterio y coro rectangulares con bóvedas de cañón con lunetas. La bóveda presenta una interesante decoración al fresco rococó realizada hacia 1760 a modo de trampantojo. En ella se simula una cúpula sobre tambor a la que se adosan cuatro grandes pabellones columnados, todo ello inspirado en el tratado de Andrea Pozzo. En los pabellones se representan diferentes escenas de la vida de san Agustín sobre las que van tondos enmarcados por rocallas con el escudo agustiniano y los bustos de santa Rita, santa Limbania y santa Clara de Montefalco. La clave presenta una pintura de la Coronación de la Virgen con marco tallado y dorado, todo ello realizado a finales del siglo XVII. Al exterior la iglesia presenta líneas muy sencillas con vanos rematados por frontones triangulares, destacando la torre, que construyó entre 1739 y 1742 Fernando Cebada. Apoyan sobre los muros diversos cañones procedentes de navíos de guerra. Presenta planta cuadrada y un cuerpo de campanas tiene un alto zócalo en el que se disponen paneles de azulejos sevillanos con diferentes santos. Los vanos, abiertos entre fajas a modo de pilastras son de medio punto y corona el conjunto un cuerpo octogonal con chapitel, todo ello cubierto de azulejos sevillanos.
     El retablo mayor fue realizado en 1692 por Francisco de Bartolomé y Medina y dorado por Juan Bautista Severino. Consta de un cuerpo dividido en tres calles por columnas salomónicas y ático tripartito con columnas del mismo tipo. Preside el conjunto un grupo escultórico de la Sagrada Familia a cuyos lados se sitúan las imágenes de san Agustín y santa Mónica, sobre los que hay recuadros que originalmente debieron contener pinturas. El ático está centrado por un calvario de talla sobre el que va un busto del Padre Eterno y a sus lados las imágenes de santo Tomás de Villanueva y san Nicolás de Tolentino. A ambos lados del presbiterio se levantan retablos de características semejantes, destacadas obras en madera dorada realizadas, como el resto de los que contiene el templo, a finales del siglo XVII. Se disponen a modo de arcosolios cuya estructura interior se sustenta por medio de gruesas ménsulas de formas carnosas en las que aparecen ángeles atlantes. El del lado del evangelio está ocupado por una talla de Jesús Nazareno y el de la epístola está dedicado a los ángeles, cuyas representaciones se distribuyen en la hornacina superior y los laterales . En la hornacina inferior hay una talla de candelero dieciochesca de la Virgen dolorosa. Todas las imágenes son contemporáneas de los retablos. En el tramo central del lado del evangelio se sitúa el retablo de la Virgen de la Consolación, cuya estructura fue algo reformada y policromada de nuevo a mediados del siglo XVIII, por lo que presenta algunas adiciones decorativas de tipo rococó. Está sustentado por dos columnas corintias con fuste retallado en el que se incluyen cartelas con las letanías lauretanas. La Virgen es de candelero y corresponde a la reforma dieciochesca, mientras que las pequeñas tallas de san Antonio de Padua, san Francisco de Asís, santo Domingo de Guzmán y san Agustín que la flanquean son de finales del XVII. El último retablo de este lado de la nave es una interesante obra con rica policromía, resuelta mediante un gran arco sustentado por gruesas ménsulas que alberga un altorrelieve que representa al Niño Jesús adorado por san José, la Virgen, san Joaquín y santa Ana, obra vinculable al círculo roldanesco.
     En el último tramo del lado de la epístola hay un retablo dorado compuesto por un cuerpo dividido en tres calles y flanqueado por columnas corintias y ático. Ocupan las calles laterales tallas de santa Clara de Montefalco y santa Rita y en el ático hay un lienzo de san Nicolás de Bari. Los canceles que cierran las puertas de acceso al templo son de madera tallada y policromada realizados en los últimos años del siglo XVII, etapa a la que también corresponden las pilas de agua bendita y la fuente de la sacristía, piezas de procedencia genovesa realizadas en mármoles de colores. El púlpito, de madera oscura y tornavoz policromado y dorado es obra del primer tercio del siglo XVIII con algunos elementos rococó añadidos posteriormente.
     En las dependencias conventuales se guardan diversas obras de interés, entre ellas un lienzo que representa a la  Sagrada Familia, firmado por Juan Simón Gutiérrez en 1689 y una Virgen de África, talla seiscentista, conocida como «la Galeona», que portaba Diego de Iparraguirre en sus travesías comerciales. Entre las piezas de orfebrería  destaca un ostensorio de plata con aplicaciones de esmaltes de formas manieristas realizado en el primer tercio del siglo XVII, si bien el sol y el viril, con abundante pedrería, fueron realizados en 1777. También cuenta con varios cálices y otras piezas de platería de los siglos XVII y XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     La portada del convento es de gran sencillez, consistente en vano rectangular rematado por frontón triangular, en cuyo tímpano se aloja una imagen de la Virgen; dos cañones flanquean la entrada y, sobre la misma, dos ventanas con orejetas y rejas. El edificio estuvo rematado por una airosa espadaña, demolida al levantarse el actual campanario, rematado en octógono, que es la última torre levantada en Medina, obra que terminó en 1742.
     Las dependencias comunes del convento se estructuran en torno al claustro principal, de forma cuadrada y galería porticada sobre columnas toscanas. En el noroeste del cenobio se encuentran ubicadas las celdas.
     La iglesia es de planta octogonal, con dos volúmenes rectangulares añadidos a la cabecera y a los pies, que sirven de presbiterio y coro, respectivamente. Tanto uno como otro se hallan cubiertos por bóveda de cañón con lunetos y por bóveda vaída el espacio central. En su interior, dicha cubierta se decora con pinturas murales que dan la falsa sensación de poseer una gran cúpula.
     Este convento de monjas agustinas recoletas está vinculado, en su fundación, al capitán vizcaíno y caballero de la Orden de Santiago Don Diego de Iparraguirre, establecido en el comercio de Cádiz, que en 1687 compra una manzana de casas en Medina Sidonia y en octubre del mismo año se establecían las agustinas en la nueva Casa. Las obras, no obstante, durarían hasta 1692, dando como resultado una obra de rara fisonomía (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     
Capilla del Hospital del Amor de Dios
     Se fundó este hospital por voluntad del regidor Alonso Picazo en 1544. Tras sufrir numerosos avatares sólo se ha conservado de la edificación histórica la capilla, que fue reconstruida totalmente en 1796. Presenta planta rectangular con una sola nave cuyos muros se articulan por pilastras dóricas entre las que se abren vanos de medio punto, excepto en el tramo correspondiente al presbiterio. Se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos, en los que se abren vanos mixtilíneos de tradición barroca. Preside la capilla mayor un calvario de madera policromada. El crucificado es una excelente talla del primer tercio del siglo XVI relacionable con el estilo de Diego de Siloé. Las imágenes de la dolorosa y san Juan son contemporáneas del templo. A ambos lados del retablo mayor hay vitrinas con los bustos en madera tallada del Ecce Homo y la Virgen, cuidadas obras de finales del siglo XVII derivadas de los modelos de Pedro de Mena. A los lados de la nave hay dos retablos gemelos de corte academicista realizados en madera policromada a imitación del mármol hacia 1800. Constan de un cuerpo sustentados por columnas jónicas y ático, ocupando el situado en el lado del evangelio una talla de candelero de san Francisco de Asís contemporánea del retablo. En el primer tramo de este lado de la nave hay una pintura de la segunda mitad del siglo XVII que representa la institución de la orden trinitaria. Conserva la capilla algunas piezas de orfebrería, entre ellas una lámpara de mediados del siglo XVII y varios cálices del XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     Realizado gracias a la obra piadosa de Alonso de Picazo quien en su testamento manifiesta su deseo de que en sus propiedades se erija el hospital en 1544.
     En 1573 encontramos ya noticias sobre el uso del hospital siendo el primero de la ciudad en el que se admitían mujeres. Del primitivo edificio solo se conserva en la actualidad la capilla aunque la misma fue reconstruida casi en su totalidad en 1796.
     Tras la desamortización del siglo XIX se abandonó la asistencia hospitalaria siendo rescatada esta actividad por el Marqués de Francos. Posteriormente en 1874 el padre Siñigo funda en la casa contigua la casa de huérfanos.
     En la actualidad es un asilo de ancianos regentado por la fundación “Alonso Picazo”.
     La portada exterior está formada por un vano de entrada adintelado franqueado por columnas toscanas, entablamento y frontón en cuyo tímpano hay una cruz. Sobre la portada un vano adintelado que hace de ventana y sobre la misma un ojo de buey.
     La capilla consta de una planta rectangular dividida en tramos por pilastras de orden dórico entre las que se distribuyen capillas. Una bóveda de cañón con molduras y lunetos cubre la nave incorporando huecos de trazado mixtilíneo. En la parte superior está localizado el coro aunque parece ser que es un añadido posterior.
     El altar-calvario situado en el testero principal data del siglo XVI, está formado por un Cristo, San Juan y la Virgen Dolorosa. Se datan a la época fundacional del hospital con rasgos de la imaginería renacentista castellana.
     El resto de retablos son en su mayoría obras barrocas destacándose en una dependencia anexa a la iglesia una pintura del Cristo de la Humildad y Paciencia obra del siglo XVII de carácter tenebrista, famoso en la ciudad por los exvotos colocados por los fieles (Ayuntamiento de Medina Sidonia).

Puerta del Sol
    Puerta medieval junto a la que también se conservan restos de murallas. Hoy se encuentra restaurada (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
  Llamada así por estar orientada hacia el este, por donde despunta el sol todas las mañanas. Tradicionalmente ha sido el mejor paso de entrada y salida desde las huertas del perímetro de la ciudad.
     Inmediato a esta puerta se encontraba el palacio de los duques de Medina Sidonia, que se mantuvo en pie hasta los años treinta del siglo XX, y la también desparecida casa natal del almirante Pascual Cervera (Ayuntamiento de Medina Sidonia).

Museo Etnográfico
    Situado en un palacete localizado en la calle Altamirano, el museo etnográfico de Medina Sidonia cuenta con un rico patrimonio que pretende poner en valor los oficios, modos de vida, tradiciones y costumbres de la localidad.
     Se estructura en cuatro salas en las que se desarrollan tres temáticas: las actividades agropecuarias, vida cotidiana y los oficios artesanales Cervera (Ayuntamiento de Medina Sidonia).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santa María la Mayor, la Coronada; Conjunto arqueológico El Castillo; Convento de Jesús, María y José; Capilla del Hospital del Amor de Dios; Puerta del Sol; y Museo Etnográfico) de la localidad de Medina Sidonia (II), en la provincia de Cádiz. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia gaditana.

Más sobre la provincia de Cádiz, en ExplicArte Sevilla.

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