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jueves, 5 de octubre de 2023

Los principales monumentos (plaza de la Constitución; Capilla de San Antonio Abad; antiguo Colegio Jesuita de Santa Catalina; y Plaza de España) de la localidad de Trigueros (I), en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Plaza de la Constitución; Capilla de San Antonio Abad; antiguo Colegio Jesuita de Santa Catalina; y Plaza de España) de la localidad de Trigueros (I), en la provincia de Huelva.
Ubicación
     Se encuentra situada a una altitud de 76 metros sobre el nivel del mar, en la Tierra Llana, entre los ríos Tinto y Odiel.
Reseña histórica breve
     Hay restos íberos. De época muy antigua es el Pilar de la Media Legua.
     De la época romana se han hallado restos arqueológicos del siglo VI que se conservan actualmente en el Museo Arqueológico de Sevilla.
     De la época musulmana hay poco restos, probablemente se construyó la Iglesia de San Antonio Abad sobre otro edifico de origen almohade.
     Alfonso X el Sabio la reconquistó, pasando a pertenecer a los Condes de Niebla y posterior­mente al Ducado de Medina Sidonia.
     En el siglo XIII se cons­truyeron varios monumentos religiosos.  
     El terremoto de Lisboa en 1755 destrozó casi todos los edifi­cios públicos, tanto religiosos como privados.
     Trigueros fue declarada Villa durante el reinado de Carlos II.
Patrimonio artístico y cultural
     El Dolmen de Soto, datado entre 3.000 a 2.500 años a.C., en la Finca La Lolita.
     Iglesia de San Antonio Abad
     Convento del Carmen.
     Convento de Santa Catalina, del siglo XVI.
     Iglesia de la Misericordia.
     Casa de la Cultura.
     Pilar de la media legua, de origen romano.
     Puente de la Alcolea, viaducto ferroviario sobre el río Odiel.
Fiestas y tradiciones
     Fiestas de San Antonio Abad, el último fin de semana de enero.
     Fiestas Patronales en honor de la Virgen del Carmen, en junio.
     Feria de Octubre, en su última semana.
     Fiesta de la Música, en noviembre, en honor de Santa Cecilia, patrona de los músicos.
Recursos económicos y sociales
     La agricultura y la ganadería.
Gastronomía
     Entre los platos salados caben destacar: La Tostá, La Caldereta de borrego, El potaje de cuaresma, etc.
     La repostería del lugar ofrece dulces como las perunillas, las tortas de polvorón, los hornazos, la tarta de almendras, los gañotes y los roscos.  
     También son tradicionales las sangrías en las Fiestas de la Virgen del Carmen (Diputación Provincial de Huelva).
     El topónimo de Trigueros está basado en el sustantivo castellano triguero o campo triguero, en su forma elíptica, por lo que hace honor a la feracidad de sus tierras en el cultivo de los cereales. Los hallazgos arqueológicos en el término de Trigueros se encuadran en el paleolítico, calcolítico y época romana. Singular muestra del megalitismo es el Dolmen de Soto. De la época protohistórica dataría la ciudad de Conistorsis, ciudad tartésica que Pérez Quintero identifica con la primitiva población triguereña. Numerosos restos romanos han aparecido casualmente en sus campos y en la población. Indicios de poblamiento romano existen en el Cabezo de la Mina, a unos 4 Km. de San Juan del Puerto. En el antiguo camino de Niebla, conocido como Camino de Sevilla, se aprecian tramos que pueden corresponder a una vía romana. Trigueros se encuentra situado en la carretera nacional 435, de Huelva a Badajoz, a 22 Km. de la capital. Se eleva a 77 m. sobre el nivel del mar. Su término municipal se extiende entre el río Odiel por el norte, y el Tinto y el arroyo Candón por el sur. Cuenta con 7.260 habitantes. Su economía es primordialmente agrícola, destacando los cereales y otros cultivos de secano; hace honor a su nombre por la producción de cereales. La industria se limita a la alfarería, con fábricas de ladrillos, y a las cooperativas, almazara de aceite y vinícola.
    Perteneció a Niebla, primero como aldea de su alfoz, y desde 1369 como parte de su Condado. El 30 de diciembre de 1673, por escritura firmada en Almonte, Trigueros se declaró municipio independiente, título confirmado por Carlos II en 1678, por la que la villa quedaba exenta de Niebla (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     
Plaza de la Constitución
 
Capilla de San Antonio Abad
      La capilla de San Antón, que se encuentra en la antigua calle  Audiencia, hoy Fernando Bel­monte, es continuadora de una larga tradición de beneficencia cristiana en Trigueros, como heredera de los tres hospitales de la villa, que ya figuran en 1468: Santa Brígida, San Blas y San Antón.
     La actual ermita, donde se venera la imagen procesional de San Antonio Abad, fue construida en 1980 bajo la dirección técnica del arquitecto onubense D. Ricardo Anadón Frutos. El edificio tiene planta cuadrangular. Se alza sobre cuatro arcos torales, en los que descansa una media na­ranja sobre pechinas con linterna. Tiene solería de mármol blanco con franja de granito negro, a juego con el zócalo.
     En su interior la capilla está presidida por la imagen de San Antonio Abad en la hornacina de un retablo, recompuesto con fragmentos del altar mayor de la Parroquia, obra de Miguel Franco. Aunque Miguel Hierro realizó la principal tarea de talla, también intervinieron en él y en otras esculturas Antonio Bidón y Manuel del Castillo. El dorado y estofado fue realizado exclusivamente por Luis Barrios y Felipe Lobato.
     La parte más noble y mejor conservada fue reutilizada, a instancias del párroco don Manuel Cumbreras, para componer el retablo que desde 1980 adorna la capilla de San Antonio Abad.
     La imagen de San Antonio Abad es de vestir realizada en 1924, y procesiona anualmente en­tre el fervor de los triguereños. Tanto las paredes como las bóvedas han sido decoradas con pinturas alusivas a las peculiares formas de devoción popular a San Antonio Abad, de las que es autor el pintor sanjuanero Félix Espinosa Lamparero, ejecutadas en 1983. Tras el altar mayor está la sacristía, y en ella una vitrina donde se exponen diferentes piezas de orfebrería, que forman parte de las andas procesionales del santo. El cochi­nito de plata con el collar y campanilla dorada, de 1818. El cuervo, también de plata, de 1958. Los candeleros son de Seco Velasco, de 1962. Las jarras, también de plata, son de 1956. El arco que enmarca la imagen en su recorrido procesional es una importante obra de platería sevillana de principios del siglo XIX, completada, en los basamentos del arco y en el trasdós del mismo, por el orfebre Cayetano González, en 1956 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     El edificio actual fue construido bajo la dirección técnica del arquitecto D. Ricardo Anadón Frutos. Está presidido por la imagen procesional de San Antonio Abad, que es de vestir y presenta claros signos de ancianidad venerable. El retablo, procedente de la Iglesia Parroquial de Trigueros, se trata de una obra del s. XVIII. Tanto las paredes como las bóvedas de este emblemático lugar para los triguereños han sido decoradas con pinturas alusivas al Santo Protector de la Villa, realizadas por el pintor sanjuanero Félix Espinosa Lamparero (Ayuntamiento de Trigueros).

antiguo Colegio Jesuita de Santa Catalina
     El colegio de los jesuitas de Trigueros fue fun­dado en 1562, bajo la advocación de Santa Catalina virgen y mártir, por Francisco de Palma y Araujo, clérigo de primera tonsura y vecino de la localidad. El padre Laínez, general de la Compañía, aprobó la fundación de Trigueros, y encomendó al padre Bartolomé de Bustamante la dirección de las obras.
     La construcción se inició rápidamente. Se levantó un pabellón para residencia de los religiosos, y se proyectó comenzar la iglesia, gracias al donativo de Leonor de Zúñiga, condesa de Niebla. Así el padre Plaza, provincial de Andalucía, anunciaba en 1564 que la residencia estaba concluida. Al año siguiente, en junio de 1565, se comenzó la edificación del templo. La planta original era de cruz griega. Sin embargo, por su incomodidad para el culto y por falta de medios económicos, Bustamante redujo la iglesia a una sola crujía. De ahí que resultara demasiado larga y estrecha. Al ser nombrado Bustamante, visitador de la provincia de Andalucía y, posteriormen­te, también de la de Toledo, tuvo que abandonar las obras de Trigueros. Al regresar Bustamante a Trigueros en 1570, con objeto de acelerar el ritmo de las obras, murió de asma en dicha lo­calidad, el día 21 de junio, donde fue enterrado. Con tal motivo, las obras quedaron paralizadas. En 1572, el padre Francisco Arias comenta que los muros del templo estaban levantados sólo hasta la mitad de su altura y los de las capillas sacados de cimiento. Así continuaba cuando en 1578 llegó a Trigueros el hermano José Valeriani para ultimar la obra. Este arquitecto italiano transformó la planta central en cruz latina y se extrañó de que Bustamante hubiese querido le­vantar un piso de habitaciones sobre lo que estaba construido del templo.
     A pesar del impulso dado por Valeriani, las obras vuelven a demorarse. Por fin, según relatan las cartas anuas, el 7 de Septiembre de 1598, tras un período de 33 años de construcción, se concluyó el templo. De inmediato, entre 1600 y 1610, ampliaron el sector residencial. Documentalmente sólo consta la edificación de un claustro y dos pórticos con sus peristilos de mármol, dispuestos junto al antiguo edificio. Hoy, del sector residencial, restan exclusivamente algunos vestigios de la arquería de un patio y una torre, adosada al flanco izquierdo del templo.
     Únicamente perdura el templo, sin uso religioso. Consta de una sola nave, con los brazos del crucero y la capilla mayor poco profundos. Externamente, el total resultante goza de un gran sabor veneciano. Impresión que confirman los frontones circulares que rematan los hastiales del crucero y frontis del templo (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Del antiguo conjunto conventual y colegio, actualmente solo se conserva el impresionante volumen de la iglesia a tono con la entidad de los edificios jesuitas, con un cuerpo de torre adosado al exterior del muro de la Epístola y una arcada alta en la prolongación del brazo del crucero. Esta construcción aparece rodeada de propiedades particulares, tanto en su cabecera como en el lado del Evangelio, disponiendo de un espacio libre en el de la Epístola.
     La nave principal dispone de dos accesos: el de la portada de los pies, desde la calle Compañía, y un acceso lateral en el brazo del crucero del lado de la Epístola, desde el espacio abierto que debió ocupar el claustro principal, utilizado actualmente como terraza por una vivienda privada colindante.
     La portada situada a los pies está formada por jambas apilastradas de orden dórico, sobre las que corre un arquitrabe con decoración de triglifos coronado por cornisa de elegante vuelo. Remátase con frontón partido en el que se encastra un templete coronado también por frontón partido y a su vez rematado con una cartela circular en la que se aloja un azulejo con la fecha «AÑO 1923», fecha en la que parece que se realizaron ciertas obras de adecuación en el edificio, como las de la cubierta. En el edículo de remate se ubica un retablo de azulejos, de agradable factura, que representa a San Anastasio con la mitra papal, báculo y capa pluvial ricamente bordada en actitud de impartir la bendición. Bajo él se observa un escudo real con los cuarteles de Castilla y León, las flores de lis, orlado del Toisón, rodeado de palmas y roleos y rematado con la correspondiente corona. Este escudo fue colocado en dicha fachada tras la expulsión de los jesuitas en 1767 como señal de que dicho establecimiento pasaba a ser propiedad de la Corona. Las sucesivas capas de cal aplicadas en diferentes momentos cubren los restos de policromía que decoraban el imafronte. Se complementa la fachada con un amplio ventanal rectangular abocinado con reja, destinado a iluminar el interior del templo, y se remata en altura por una cornisa mixtilínea que sigue el perfil de las bóvedas.
     La portada actualmente tiene dos construcciones apoyadas en sus muros, a eje de la puerta del templo, con tipología de almacén o cochera, que interrumpen la contemplación de las pilastras de la portada anteriormente descrita, enmascarando notoriamente el citado frontispicio. No obstante, el habitáculo de la derecha de cara a la fachada parece poseer cierta antigüedad y cierra un espacio, a modo de compás, tras el que aparece una portada lateral con frontón partido que pudiera datar de comienzos del siglo XVII -tan escondida al día de hoy que apenas resulta visible-, la cual aparenta ser una primitiva entrada a las dependencias del Colegio. La disposición de este acceso lateral parece confirmar que la línea de fachada que continúa a la derecha de la iglesia, más saliente que la del templo, se corresponde con el frente primitivo del Colegio por este flanco, bien que actualmente se encuentra muy modificado en la configuración de sus vanos como consecuencia de los distintos usos que se le vinieron dando a la fábrica conventual desde la expulsión de la comunidad religiosa que la habitaba hasta 1767. Dicha hipótesis parece más plausible aún si tenemos en cuenta el grosor del muro en cuestión y la existencia de algunos elementos decorativos de época en dicho paramento -como los restos de la parte superior de una portada, al presente mutilada, situados sobre uno de sus vanos-. Del primitivo conjunto sólo se mantienen medianamente en pie los gruesos muros de la iglesia, hasta no hace muchos años convertida en bodega, y probablemente, la mencionada fachada lateral derecha de cara al imafronte del templo jesuita.
     Por la derecha se dispone un espacio libre, hoy en manos particulares, como el mismo edificio de la iglesia, que debió constituir inicialmente un claustro. En este patio pueden apreciarse algunos aspectos interesantes, como las costuras de unión con edificaciones que ya no existen, el cierre de huecos de comunicación, claras alteraciones de la funcionalidad de algunos paños, el arranque de la torre y algunas columnas toscanas que presentan una interesante decoración en su capitel -configurado como un cojín borlado e invertido, con cordón y borlas que rellenan el espacio de transición entre la planta circular y la cuadrada de la pieza de remate superior-. Desde este mismo espacio se dispone de una buena perspectiva de los fuertes volúmenes que se transmiten al exterior, correspondientes a la bóveda del crucero, las trompas de transición a la media naranja, la linterna de remate y el brazo del crucero, con el trasdosado de su bóveda de media naranja. Se aprecia la forma octogonal del tambor de la cúpula, la cubierta cónica y la linterna sobre ésta.
     A través de los patios de las viviendas colindantes podemos continuar con el recorrido exterior del inmueble, observando la cabecera y los brazos del crucero, si bien con bastante menos perspectiva que en el caso de la fachada del lado de la Epístola ya descrita. Aquí hay que recurrir, a veces, a utilizar las terrazas de las viviendas para poder observar los agrietados paramentos de la iglesia. En algunos casos el espacio existente entre el edificio jesuita y las casas limítrofes es de un metro escaso, cuando éstas no están pegadas a los muros del templo. El lateral del Evangelio no se puede recorrer en el tramo que va desde el crucero hasta los pies, pero su contemplación desde lejos no aporta nada nuevo a lo ya descrito para el resto de exteriores.
     El interior del templo se define como una amplísima nave principal recorrida por una bóveda de cañón con arcos fajones que parten de las pilastras. Estos arcos fajones dividen la nave principal en tres cuerpos, cada uno de los cuales consta de dos capillas-nicho laterales en dos alturas, solución que sirve para aligerar los muros. En el nivel superior del lateral del Evangelio estos nichos están abiertos a modo de ventanales, mientras que en el nivel inferior del lateral de la Epístola están abiertos, con comunicación al patio -antiguo claustro-. En algunos casos han sido transformados en chimeneas del mesón que hasta hace pocos años ocupaba el cuerpo de iglesia. Los mencionados ventanales proporcionan una magnífica iluminación natural al interior del edificio.
     La terminación de los muros y el encuentro entre éstos y los hombros de las bóvedas, así como el encuentro entre las pilastras y los arcos fajones, se resuelven con una imposta, de doble cornisa en las pilastras, que conforma el orden dórico de las mismas.
     La cúpula se apoya en los arcos torales de terminación de las naves mediante un tambor sobre pechinas, el cual presenta un hueco de iluminación con forma cuadrifoliada a eje de cada pechina.
     Los brazos del crucero poseen la misma altura que la nave central y presentan amplios ventanales que contribuyen a la luminosidad que caracteriza a la iglesia. El brazo izquierdo cuenta con una hornacina en el paramento frontal, la cual debió albergar en tiempos alguna imagen. De menores dimensiones es la hornacina que se abre en el brazo derecho, en el paramento paralelo al altar. Desde esta nave se da paso a la sacristía. Esta pieza viene a ser un habitáculo rectangular paralelo al brazo derecho del crucero, con idénticas dimensiones a éste, que se cubre con una secuencia de tres bóvedas de arista. Las aristas apoyan sobre pequeñas pilastras. El lado menor de la sacristía que da al claustro cuenta con una hornacina que sobresale por la parte exterior del muro. El lado opuesto da paso a una capilla con bóveda de arista de igual dimensión que los paños de la sacristía, la cual tiene acceso directo al altar mayor a través de una pequeña sala, por lo que parece que debiera corresponderse con la capilla del sagrario. Al día de hoy en ese paso existe una escalera de hormigón que comunica con la planta superior, forjada en hormigón en esa sala, y a la cubierta sobre la sacristía, que se configura como un almacén-secadero. Esta última estancia posee pilares de ladrillo y cubierta de madera. Dichas piezas constructivas son de reciente factura y presentan un mal estado de conservación.
     El brazo de la cabecera es ostensiblemente más corto que los laterales y mantiene una decoración moldurada sobre la imposta que muere en el lugar que debió ocupar el retablo del altar mayor. Dicha decoración consiste en un marco compuesto por dos pilastras con moldura de capitel dórico a la misma altura que la imposta y un arco fajón que las une.
     En estas pilastras se sitúan dos cartelas que contienen los anagramas de Jesús y de María. En los arcos y bóvedas se conjugan rehundidos y salientes de la fábrica con formas geométricas concatenadas, a modo de casetones. En el arco que enmarca el lugar del retablo mayor encontramos dos estrellas metálicas colocadas sobre los tondos que presenta la mencionada decoración. A la misma altura, en el centro del paramento, aparece la inscripción numérica «1895», también en metal, que pudiera hacer alusión a ese año como fecha de alguna intervención realizada en la fábrica de la iglesia por sus entonces propietarios.
     Los paramentos interiores están blanqueados hasta la imposta, quedando en ladrillo visto desde ésta hasta las claves de bóvedas y arcos, incluyendo las pechinas, el tambor y la cúpula.
     En 1923 fue colocada la actual cubierta de la nave principal, en sustitución de la bóveda desplomada en el terremoto de 1755, de la cual se conserva aproximadamente un cuarto de su luz. En la nueva cubierta, a dos aguas, la formación de pendientes se realiza mediante viguería de madera, formada por pares y correas, con el atirantamiento resuelto siguiendo el orden de pilastras
     El Colegio de la Compañía de Jesús de Trigueros fue fundado bajo la advocación de Santa Catalina por el hidalgo Francisco de la Palma y Araujo, clérigo de primera tonsura, natural y vecino de la dicha localidad onubense, al finalizar el segundo tercio del siglo XVI. Desde su creación esta Casa, la única de la Compañía de Jesús en tierras onubenses y la sexta en orden de antigüedad de las fundadas en la provincia jesuítica de Andalucía, hubo de convertirse en un foco de religiosidad y cultura sin parangón en dicho territorio. En ella habitaron algunas figuras destacadas del jesuitismo y se organizaron varias expediciones de evangelización al Nuevo Mundo. Además, la comunidad mantuvo escuela en la que recibieron formación muchos individuos naturales de Trigueros y de los pueblos comarcanos y dispuso de imprenta desde fechas tempranas.
     La iglesia del Colegio, que es la principal pieza constructiva que se conserva, posee una marcada impronta del renacimiento veneciano sobre todo en lo que respecta al exterior. El templo, claustro y demás dependencias conventuales del Colegio fueron levantados en dos fases bien definidas por los arquitectos Bartolomé Bustamante y José Valeriani respectivamente. Aunque en su origen la planta de la iglesia era de cruz griega acabó transformándose en una de cruz latina; así pues, el templo pasó a tener una sola nave, sin capillas laterales, con los brazos del crucero y de la capilla mayor poco profundos. A cada uno de los lados del templo se proyectaron dos claustros, con lo que el conjunto conventual contaría con cuatro patios en torno a los cuales habrían de estructurarse las celdas y demás dependencias necesarias a la comunidad, aunque finalmente sólo consta que se edificara uno. Anexa a este conjunto se situaría la escuela la cual regirían los padres jesuitas durante dos siglos.
     El conjunto conventual triguereño hubo de sufrir dos importantes envites de los que jamás conseguiría recuperarse, el terremoto del 1 de noviembre de 1755 y la expulsión de los jesuitas decretada por Carlos III en 1767. Ambos acontecimientos, uno natural y el otro de carácter político, hubieron de causar el deterioro físico más o menos inmediato de la fábrica. Los daños derivados de estos sucesos, unidos al desgaste producido por el paso del tiempo y por la acción del hombre, han dejado reducido lo que antaño fuera un impresionante conjunto arquitectónico a un menoscabado cuerpo de iglesia y a un modificado espacio abierto, a modo de patio, pegado a los muros de dicho templo por el lado de la Epístola y en el que se percibe vagamente la estructura del claustro principal del antiguo colegio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Plaza de España

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