Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia San Juan de Dios; Ermita de los Santos Mártires; Puentes Romanos; Teatro Miguel Mihura Álvarez; Paseo del Muro; Molino de Trigo; Iglesia de San Fermín; Iglesia de San Isidro Labrador; Iglesia del Convento de San Agustín; Ermita de San Cristóbal -Santo Cristo de la Sangre-; Ermita de Santa Ana; Monasterio del Cuervo; y Castillo de Torrestrella) de la localidad de Medina Sidonia (y IV), en la provincia de Cádiz.
La historia del convento hospital de San Juan de Dios, titulado del Dulce Nombre de Jesús, es paralela al de la Victoria. Se fundó también en 1579 y en 1650 se procedió a permutar su casa, cercana a la plaza de la corredera, por la que hasta entonces habían habitado los mínimos, pues el lugar, alejado del centro urbano, en la zona de extramuros, donde se levantaba la antigua ermita de San Sebastián, ya que convenía más a los fines hospitalarios de la orden. El conjunto conventual e iglesia fueron entonces levantados de nueva planta y, a pesar de las múltiples transformaciones acaecidas tras la desamortización, aún se han conservado en gran parte.
Las dependencias conventuales sirven en la actualidad de sede a un instituto de enseñanza secundaria y se centran por un amplio claustro de planta rectangular cuyo primer cuerpo está constituido por arcos de medio punto sustentados por columnas toscanas de mármol, mientras que en el segundo se abren sencillos vanos rectangulares separados por fajas. En torno a él se disponen algunas dependencias abovedadas.
La iglesia tiene planta rectangular con nave cubierta por bóveda de cañón con lunetos y cúpula rebajada sobre pechinas ante el presbiterio. En los muros laterales del tramo de la cúpula se abren dobles arcos para albergar capillas decorados con yeserías geométricas. Esta solución atípica debe obedecer al hecho de haberse aprovechado parte de la antigua ermita de San Sebastián, cuyo presbiterio conforma una de estas capillas, y la portada de los pies pasó a ser el vano de comunicación con el claustro. El exterior es de líneas muy sencillas con portada a los pies flanqueada por columnas adosadas de orden toscano y torre en la confluencia de las fachadas de fuste cuadrangular con cuerpo de campanas articulados por fajas a modo de pilastras entre las que se abren vanos de medio punto. Remata el conjunto un cuerpo octogonal con chapitel piramidal cubierto de cerámica vidriada.
El retablo mayor, de madera policromada y dorada, es obra fechable en torno a 1730 y cercano al estilo de Juan de Gatica. Tiene planta lineal y consta de un cuerpo dividido en tres calles por estípites y ático tripartito. El camarín, que conserva la estructura de un retablo anterior realizado a mediados del siglo XVII, está presidido por la imagen de candelero de la Virgen de la Salud, traída según la tradición por los frailes al fundar el convento y que presenta un aspecto muy alterado por numerosas intervenciones posteriores. En los laterales se disponen las tallas de los arcángeles san Rafael, obra jerezana contemporánea del retablo, y san Miguel fechable hacia la segunda mitad del siglo XVII, ambas con repintes posteriores. El ático está presidido por una imagen de san Juan de Dios, flanqueada por san José y san Antonio de Padua, todas ellas contemporáneas del retablo.
La primera capilla del lado del evangelio tiene un retablo en madera oscura realizado hacia 1740. Consta de un cuerpo dividido en tres calles por medio de estípites y ático. Está presidido por la imagen de candelero de la Virgen de los Dolores, obra reciente de Luis González Rey. El resto de las tallas, san Francisco de Paula, san José y la Inmaculada son contemporáneas del retablo. En el lado de la epístola hay dos capillas, una de las cuales puede corresponderse con el presbiterio de la antigua ermita de San Sebastián, que habrían reconstruido los frailes mínimos en las primeras décadas del siglo XVII. Tiene planta cuadrada cubierta por cúpula semiesférica sobre pechinas en las que se disponen tarjas. El arco de acceso es casetonado y descansa sobre capiteles toscanos a los que se han añadido yeserías rococó a mediados del siglo XVIII. Está presidida por el crucificado de la Reconciliación, obra de madera policromada de finales del siglo XVI, relacionada con el círculo de Andrés de Ocampo. La capilla siguiente tiene un retablo academicista realizado en mármoles de colores a finales del siglo XVIII, vinculable a la producción de Torcuato Benjumeda. Ocupa la hornacina una talla dieciochesca de santa Rosalía.
En el templo se conservan varios lienzos del siglo XVIII, entre ellos un san Juan Nepomuceno en el presbiterio y dos escenas de la vida de san Juan de Dios procedentes de la serie que decoraba el claustro, situados a los pies de la nave. En una hornacina del lado del evangelio se conserva la imagen de talla de san Sebastián, titular de la ermita, pieza original de mediados del siglo XVI con importantes alteraciones del siglo XX.
La sacristía es de planta rectangular y se cubre con bóveda de cañón con lunetos decorada con fajas. Está centrada por una mesa de mármol rojo de finales del siglo XVII.
Conserva el templo algunas piezas de orfebrería, entre ellas dos cálices manieristas del primer tercio del siglo XVII, y otras obras del siglo XVIII, entre ellas un cáliz, un copón, dos cetros y un portaviático (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se sitúa a las afueras de la localidad, en una de las faldas de la colina sobre la que ésta se asienta. Su emplazamiento coincide con una villa romana y existe constancia de su existencia desde el año 403. Durante el período visigodo el conjunto fue reconstruido a iniciativa del obispo Pimenio, quien la bendijo el año 630. Durante la etapa musulmana este templo acogió el culto cristiano y a finales del siglo XV fue sometida a una reconstrucción casi total, aunque persisten importantes restos de las construcciones precedentes. El templo presenta planta basilical con tres naves separadas por arcos de medio punto enmarcados por alfiz que descansan sobre pilares circulares con capiteles de molduración tardogótica. Como parte del fuste de uno de estos pilares se reaprovechó un cipo romano sobre el que se gravó en el año 630 una inscripción conmemorativa de la consagración del templo por el obispo Pimenio.
Otros pilares reaprovechan fustes y capiteles romanos. La cabecera fue muy reformada en los siglos XVIII y XIX por lo que en la actualidad resulta difícil identificar su aspecto original y la armadura original de la cubierta también se ha perdido. Las dependencias adosadas al lado del evangelio presentan gran interés y en ellas se incluye la torre, cuya estructura es de origen romano si bien fue reformada en el siglo XVI. En estas dependencias se conservan varios elementos arquitectónicos de época visigoda, entre ellos un vano arquitrabado cuyo dintel presenta una inscripción y un arco decorado con pámpanos y centrado por un Crismón. En las enjutas dos tondos bajo los que se disponen sendas palmeras.
En el interior del templo se conservan algunas piezas de interés entre ellas la talla de la Virgen de Loreto que preside la capilla mayor, traída de Italia en 1666. Otras imágenes son de tipo popular y en las naves laterales se dispone un Vía Crucis compuesto por paneles de azulejos sevillanos de mediados del siglo XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se trata de una torre a la que se adosó una ermita en época posterior. Algunos autores la consideran visigoda porque en ella aparecieron algunos epígrafes visigodos. En realidad no hay ningún estudio monográfico sobre ella. En los mismos terrenos de la Torre se constata la presencia de material cerámico romano.
La Ermita de los Santos Mártires se ha fechado de época visigoda, hacia el año 403, siendo la más antigua que se ha conservado en Andalucía.
La ermita fue una antigua domus romana perteneciente a un patricio, llamado Lepero. La casa constaba de varias habitaciones, una de las cuales comunicaba con una torre. Dicha torre ha sido construida en diferentes épocas: la base es romana y la parte superior es de época andalusí.
La ermita fue reedificada y bendecida por el obispo de Assido Pimenio, el 16 de diciembre del 630, como constata una lápida que sirve de umbral a la actual puerta de la sacristía.
Tras la conquista árabe de la Península Ibérica, la iglesia Asidonense se retiró con sus vasos sagrados a esta ermita para celebrar los oficios divinos. Tras la conquista de castilla se amplió, formándose tres naves y pasando a ser el antiguo altar a la actual sacristía.
Destaca la inscripción "Lepero re vonit sed sacrv" ("Lepero la renovó y ofreció a Dios"), esculpida en un pedestal romano que fue aprovechado para formar la segunda columna de la iglesia. En las columnas de la puerta y en el antealtar se han conservado capiteles romanos y corintios.
En el altar o ara paleocristiano de mármol blanco se venera la imagen de la virgen del Loreto.
Dada la importancia militar que desde un punto de vista estratégico tenía este conjunto monumental para la defensa militar de Medina Sidonia, el Rey Alfonso X el Sabio acometió las siguientes reformas:
- Rehabilitación de la torre y construcción del almenado.
- Construcción de una aspillera por cada una de las cuatro fachadas.
- Construcción de una balconera sobre ménsulas.
- Apertura de un vano de iluminación para la habitación cimera.
- Transformación de la habitación contigua a la torre y que servía de acceso a la misma en un baluarte defensivo, forrando su pared exterior con un muro de mampostería de 1,30 metros de espesor (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Puente Calzada Real - Un Ojo. Puente romano con un arco central. Está construido con fabrica de opus caementicium y reparcheado con ladrillos.
Puente sobre el arroyo del Saltillo. Este puente se encuentra en el kilómetro 10,5 de la carretera comarcal Medina Sidonia-Chiclana. Es de un solo vano con bóveda y boquilla escarzana de sillería. Los tímpanos son de mampostería concertada que enlazan con los estribos de muros en vuelta mediante semitajamares cilíndricos. Los pretiles son de mampostería tosca rematados con albardilla de cemento.
El puente tiene una longitud total de 19,30 metros, una altura máxima rasante de 6,60 metros y la anchura del tablero es de 9 metros. Se encuentra en uso.
Puente Calzada Real - Tres Ojos. Puente romano con tres arcos. Está construido con fabrica de opus caementicium y ladrillo. Presenta un ojo central apuntado y dos laterales de medio punto. Además, a ambos lados del arco principal presenta dos contrafuertes de opus caementicium (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Teatro Miguel Mihura Álvarez es un espacio escénico imprescindible para las actividades culturales de la ciudad. Está acondicionado y dotado técnicamente para acoger todo tipo de actos: obras de teatro, conciertos, ballets, óperas, etc. Su programación y funcionamiento general se gestiona y coordina desde la Delegación Municipal de Cultura. El aforo total es de 319 butacas, distribuidas en patio (247) y palco (72). Cuenta además con diferentes aulas y espacios destinados a exposiciones y otras actividades que precisen de menor aforo; así como de dos terrazas exteriores que pueden acoger programaciones paralelas.
En este solar existía en el siglo XVI la ermita de la Veracruz y de San Isidro, que fue derribada para construir la iglesia del convento de los franciscanos, poco después de que éstos llegaran a la ciudad en 1620. Quedó en ruinas en 1812, después de que las tropas napoleónicas desmontarán parte del edificio para construir con sus materiales algunas defensas en el castillo, hasta que se decidió construir un teatro aprovechando parte de sus paredes, inaugurándose el 15 de febrero de 1852 con la obra Guzmán el Bueno. Ya entrados en el siglo XX se le daría el nombre de "Doctor Thebussem", por el escritor local Mariano Pardo de Figueroa, que usaba dicho seudónimo; y hasta los años ochenta del siglo pasado ha estado en uso como cine y lugar de espectáculos.
Será derruido para construir el edificio actual con el nombre de Miguel Mihura Álvarez, más funcional y de líneas arquitectónicas totalmente innovadoras, a excepción de parte de su fachada oeste, único vestigio conservado de lo que fue el altar mayor y cripta de la iglesia franciscana.
En el siglo XVI Pedro de Medina y Diego Pérez de Messa inician una tradición que ha tenido calado en la historiografía posterior de Medina Sidonia, pues en el Libro de grandezas y obras memorables de España, obra escrita por el primero y corregida por el segundo, afirman que los fenicios, con la autorización del rey turdetano Beto, además de ser los fundadores de la ciudad, construyeron un templo dedicado a Melkart –asimilado al Hércules romano-, que fuera posteriormente derruido y arrasado. Sin embargo estos autores no alegan noticias arqueológicas o hallazgos concretos sobre tal templo, aunque sí alusiones a vestigios materiales que parecen tomadas de la obra de Barrantes Maldonado.
Ya en el siglo XVIII, el historiador local Francisco Martínez Delgado relaciona esta creencia con los importantes hallazgos producidos al cimentar la capilla de los terceros en el convento de San Francisco, lugar en el cual apareció en el año 1625 restos de un edificio monumental con firmes arquerías, grandes columnas, estatuas y otras piezas antiguas. Las columnas de grandes dimensiones no pudieron ser extraídas y quedaron sepultadas en la obra, no así siete de ellas al parecer de menos tamaño, que fueron colocadas en la plaza de la Iglesia Mayor, de las cuales aún se conservaban 5 en 1875 y a día de hoy aún permanecen algunas, mientras que 2 más fueron utilizadas en la construcción del antiguo matadero de la C/ Rubiales.
Aunque el descubrimiento se identificó con los vestigios del templo de Hércules ligado a la fundación de la ciudad, se trataría más bien de la localización de un importante edificio columnado de época romana, que estudios recientes apuntan a que podría tratarse de un lugar de espectáculos, probablemente un teatro.
En los trabajos arqueológicos que se desarrollaron con anterioridad a la construcción de este nuevo teatro, los únicos hallazgos que se produjeron en el perímetro inmediato del solar fueron restos de muros de dos edificaciones romanas altoimperiales, pero que no alcanzan a la monumentalidad de la que hablan los autores mencionados y, entre otros, un conjunto de tumbas de época romana tardía –siglos III-IV d. C. –. De haberse conservado algo de ese supuesto templo o edificio monumental, debe de estar bajo los espacios que hoy ocupa el colegio público "Doctor Thebussem", que en su día también formaron parte del convento de San Francisco (Ayuntamiento de Medina Sidonia).
Paseo del Muro
Molino de harina clasificado tipológicamente como horizontal o rodezno con cubo. Estos molinos tienen su auge en Andalucía Occidental entre los siglos XV y XVIII, aunque están en funcionamiento hasta el siglo XX. Con frecuencia eran conocidos en función del nombre del molinero o de su familia, como en este caso que se conoce como molino Moreno. Está situado en Los Badalejos, formando parte de un conjunto de molinos hidráulicos que aprovechaban la corriente del arroyo de Los Nacimientos. Actualmente no hay datos sobre su construcción, aunque por su estructura constructiva es posible que sea muy antiguo. De la edificación original se conservan restos de lo que sería el cao o conducto de agua, el cubo y parte del saetillo. Este molino al igual que otros que se localizan por la zona, abastecería a la población que vivía y trabajaba en los cortijos y ranchos dispersos por las tierras de labor.
En el mes de Abril se hace una recreación sobre la forma de vida a mediados del siglo XX (Ayuntamiento de Medina Sidonia).
Iglesia de San Fermín
Parroquia de San Isidro Labrador
La fundación del Convento de Nuestra Señora de la Paz, de agustinos calzados, tuvo lugar en 1575, asentándose en lo que hasta entonces había sido hospital de Nuestra Señora de la Paz, fundado en torno a una ermita de la misma advocación. Las obras comenzaron inmediatamente y fueron financiadas en gran parte por Mateo de Guevara y por los duques de Medina Sidonia. En 1596 los canteros Esteban de Isaguirre y Bernabé Rodríguez concluyeron de labrar una nueva capilla mayor, que costeó Mariana de Estupiñán y donde se colocó la imagen de la Virgen de la Paz. Años más tarde, en 1635, se comenzó a edificar la nave del templo, que fue bendecida en 1665. Tras la exclaustración de Mendizábal el conjunto ha sufrido diversos avatares, estando en nuestros días el templo cerrado al culto y en pésimo estado de conservación.
En la estructura de la iglesia se manifiestan con claridad las dos fases constructivas del templo, pues el crucero y presbiterio son algo más bajos que la nave. El resultado es una iglesia con planta de cruz latina y nave articulada por fajas a modo de pilastras entre las que se abren capillas enmarcadas por arcos de medio punto, disposición que se repite en las tribunas que van sobre ellas. La cubierta es de bóveda de cañón con lunetos y bóveda rebajada sobre pechinas en el crucero. Sobre el tramo de los pies se sitúa el coro, apoyado sobre arco rebajado. Gran parte de los paramentos y bóvedas presentan una decoración al fresco que imita las formas barrocas, realizada a inicios del siglo XX. El exterior es de gran sencillez con portada flanqueada por pilastras toscanas y rematada por frontón triangular roto que alberga una hornacina con el mismo tipo de remate, destacando la utilización de diversos fustes y capiteles romanos de mármol, embutidos en algunos de los ángulos de la zona trasera.
El retablo mayor, de madera policromada y dorada, puede fecharse en torno a 1690 y recuerda el estilo de Francisco Bartolomé de Medina. Es de planta rectilínea y consta de un cuerpo dividido en tres calles por medio de columnas salomónicas y ático ocupado por la imagen de san Agustín, única que se ha conservado del repertorio iconográfico original. El amplio camarín rococó que centra la calle principal es fruto de una intervención realizada a mediados del siglo XVIII para albergar a la Virgen de la Paz, hoy en Santa María la Coronada. En los muros laterales del presbiterio hay dos lienzos que representan a santa Mónica y san Agustín, obras sevillanas de mediados del siglo XVII. Los testeros frontales del crucero albergan dos retablos gemelos de madera policromada y dorada, cuya cronología y rasgos estéticos son similares a los del mayor. Constan de un cuerpo sustentado por columnas salomónicas y áticos ocupados por lienzos. Todos los retablos del lado del evangelio de la nave son de estípites realizados hacia 1730, excepto el correspondiente al tercer tramo, que es decimonónico, de formas neoclásicas. El primero está ocupado por una dolorosa de candelero y el segundo por la imagen de san Antón, mientras que los áticos conservan pinturas de san Pablo y los Sagrados Corazones, todas obras dieciochescas contemporáneas de sus retablos.
En el lado de la epístola el primer retablo es de principios del siglo XVIII, muy alterado posteriormente. A continuación hay otro retablo decimonónico con la talla dieciochesca de san Cayetano, santo a quien también representa un lienzo del mismo siglo situado en uno de los muros laterales. La primera capilla de este lado de la nave conserva una talla de Cristo crucificado de escuela sevillana, fechable en el primer tercio del siglo XVIII. En el testero del crucero hay un retablo de madera policromada y dorada realizado a finales del siglo XVII que consta de un cuerpo dividido en tres calles por columnas salomónicas y ático en el que aún se conserva la pintura original que representa el Éxtasis de santa Teresa. Las tallas de san Jacinto y san Francisco que ocupan las calles laterales del cuerpo principal son de los siglos XVIII y XVII respectivamente. En los muros del templo hay diversos lienzos barrocos, entre ellos un san Cristóbal situado en el lado del evangelio del crucero y una Piedad con Dios Padre del círculo granadino que ocupa el testero del coro. En el crucero hay un púlpito de madera tallada a inicios del siglo XVIII y el cancel del vano de los pies es obra de madera tallada y dorada de mediados del siglo XVII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El origen de este templo, ubicado en las afueras del núcleo urbano, se sitúa en la segunda mitad del siglo XV, cuando se levantó como sede de un beaterio bajo la advocación de san Cristóbal. En 1512 fue reconstruida y en 1526 albergó el convento de agustinas ermitañas que más tarde, en el siglo XVII, se trasladaron a las cercanías de la plaza de la entonces plaza mayor. En 1683 se instaló aquí la Escuela de Cristo y tras sufrir diversas reformas pasó a convertirse en vivienda particular el año 1928, permaneciendo en la actualidad en estado de ruina y abandono.
Presenta planta rectangular con dos tramos cubiertos por bóvedas de crucería sobre arcos de medio punto que descansan en ménsulas y cabecera rectangular con bóveda de medio cañón. Esta última, al igual que la portada, corresponde a reformas llevadas a cabo a finales del siglo XVII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Esta pequeña ermita se levantó en las cercanías del núcleo urbano en la vertiente oriental del cerro del castillo y su origen puede situarse en el siglo XVI, si bien se realizaron importantes reformas a principios del XVII. Fue dedicada a santa Ana como protectora de los efectos del viento de levante. En nuestros días se encuentra muy deteriorada tras haberse perdido las cubiertas. El templo es de planta rectangular con dos capillas en la cabecera. Todo ello se cubría con armaduras de tradición mudéjar realizadas en 1606 y hoy desaparecidas (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se fundó este monasterio, dedicado a San José, como desierto de la provincia carmelitana de la Baja Andalucía en 1713 y para ello se eligió el paraje conocido como la garganta del Cuervo, cerca del nacimiento del río Celemín, en un entorno natural de gran belleza que además permitía la vida retirada de los frailes, quienes promocionaron el uso de las numerosas fuentes de aguas medicinales situadas en el entorno. Tras dos años de prueba para comprobar lo idóneo de la situación, en 1715 tienen lugar diversos trabajos y el monasterio comenzó a construirse en 1717, según trazas realizadas por fray Bartolomé de San Pablo. Tras un lento proceso se reanudan las obras en 1721 bajo la dirección del hermano Acisclo de San Rafael, maestro de la fábrica, que debía estar concluida a mediados de siglo, cuando ya realizaba algunos trabajos de talla el escultor genovés afincado en Cádiz Jácome Desiderio Vaccaro. Tras la desamortización de Mendizábal los frailes fueron expulsados del monasterio, si bien se mantuvo el culto durante tres décadas más, quedando en ruinas desde entonces.
El conjunto monacal, de líneas austeras, como corresponde a su finalidad, está realizado en cantería y presenta planta cuadrada. En el centro se sitúa la iglesia, en torno a la cual se distribuyen tres patios. Las dependencias conventuales se disponen en tres plantas, siendo la baja completamente abovedada. El templo es la pieza más destacada del conjunto, levantado sobre una amplia cripta abovedada, que ayuda a salvar el desnivel del terreno, presenta planta de cruz latina con una sola nave, que en el crucero tiene pilastras toscanas. Las cubiertas, hoy parcialmente perdidas, eran de bóvedas de medio cañón rebajado, con arcos fajones y cúpula semiesférica sobre pechinas en el crucero. Los brazos de dicha zona presentaban cubierta ochavada, como indican trompas que aún se conservan en sus ángulos. En el entorno hay restos de varios eremitorios y a orillas del río Celemín se sitúa un molino unido al conjunto monacal por un camino enlosado con varios bancos tallados en las rocas (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El monasterio de San José del Cuervo, cuya composición volumétrica es clara por su erección en el paisaje como un potente paralelepípedo, refleja exteriormente con rotundidad su planta cuadrada de la que emerge el volumen de la iglesia debido a su mayor altura. Dicha planta presenta dos salientes, uno en la fachada norte, que corresponde a un zaguán, y otro en la fachada sur, usado como cuadra o granero.
Hacia el interior el monasterio se resuelve siguiendo el modelo de la arquitectura de estilo herreriano, mediante dos crujías perimetrales que dejan en su intersección un amplio espacio en el que se encuentra la iglesia, originando tres patios interiores de diferentes características, dos de ellos simétricos, situados a ambos lados de los pies del templo, y un tercero rodeando la cabecera desde ambos lados del crucero.
Las dos crujías perimetrales del edificio presentan actualmente dos alturas. La galería interior es de menor anchura y sirve para circular en torno a los patios, pues la comunicación con la iglesia se realiza a través de las otras dos galerías que enlazan con los brazos del crucero, conservándose en una de ellas un aguamanil, tallado en piedra, de un caño, adornado con una media esfera gallonada y taza semicircular con gallones. En la crujía exterior es donde se disponen las distintas piezas habitables. En la planta baja se ubican las dependencias comunes y la planta superior alberga las celdas.
A las plantas superiores se acceden desde unas escaleras situadas en los ángulos de la fachada norte, de las que solo se conservan algunos restos.
Las galerías inferiores conservan sus cubiertas de bóvedas de cañón, con aristas en las intersecciones de las mismas. El resto de dependencias igualmente se cubrían mediante bóvedas de cañón, con lunetos en los casos donde se abren los huecos para su iluminación. Las galerías superiores actualmente se encuentran desprovistas de sus originales cubiertas.
Las fachadas del conjunto monacal reflejan su disposición interior de dos plantas con soberado. La fachada del lado oeste quedó inacabada en su parte central. Las otras tres fachadas, de disposición similar, se encuentran divididas en dos cuerpos mediante una pequeña moldura de la que apenas se conservan restos en la fachada este. El primer cuerpo, que presenta vanos de acceso adintelados, está rematado en sus esquinas por un resalto a modo de pilastras que enlazan con la cornisa superior. Las plantas segunda y tercera presentan vanos adintelados de iluminación, siendo los del segundo piso prácticamente el doble en número que los de la tercera planta.
El pórtico de acceso, adosado a la fachada norte del edificio, es de planta cuadrada y presenta tres arcos de medio punto, uno a cada lado. En la clave de la bóveda del pórtico quedan restos de un bajorrelieve con el escudo heráldico de la Orden del Carmelo inscrito en una orla circular tallada, con lambrequines, volutas y motivos vegetales. Así mismo, situado sobre el arco principal de este pórtico, se conservan restos de otro relieve en la clave del arco, formado por dos tibias cruzadas sobre la figura de una calavera, motivo iconográfico conocido como «MEMENTO FINIS», en alusión al momento final de la muerte y lo banal de todo lo mundano, una alegoría o «vanitas» propiamente barroca.
La iglesia se alza en el interior del inmueble adosada al lado noroeste. El templo es de una sola nave, con planta de cruz latina cubierta con bóveda de cañón rebajada, con lunetos y arcos fajones. Dicha nave se ubica a la altura de la planta superior, lo que permite disponer en la zona inferior de otra nave, de planta similar aunque de menor altura, a modo de cripta, aunque situada a la cota natural del terreno y no enterrada. El crucero de la iglesia se cubría con un casquete semiesférico sobre pechinas, aunque solo quedan estas últimas. Adosada a los pies de la fachada norte del templo se conserva una escalera de planta cuadrangular con una interesante forma helicoidal desde la que se accedería al campanario y a las cubiertas.
La fachada de la iglesia está dividida en dos cuerpos mediante una hilera de sillares. En el inferior se sitúa la entrada a la cripta o nave inferior, formada por un arco remontado que posiblemente quedase oculto tras una escalera de acceso a la nave principal de la iglesia. El segundo cuerpo de la fachada corresponde a la entrada de la misma, presenta dos vanos adintelados, uno para el acceso y otro para iluminación situado en la parte superior. La fachada se remata con una cornisa volada que continúa por todos los paramentos exteriores de la iglesia.
La orden del Carmen descalzo, o más conocidos como los Carmelitas, necesitan a principio del siglo XVIII formar un desierto o convento, debido a que el inicial de San José del Valle no cumplía las condiciones idóneas.
Finalmente, hacen un asentamiento en la Garganta del Cuervo (1713), que es un lugar con condiciones favorables. Así el 24 de septiembre de 1715 lo dona Medina, pero para conseguir la licencia de ese pueblo hacen firmes cláusulas, una de ellas era la devolución de las tierras en caso de no ser construidas o ser abandonadas. El 15 de Octubre de 1715 lograron la donación de los terrenos por el Ayuntamiento de Medina Sidonia, que comprendía todo el territorio desde el principio de la garganta del Cuervo hasta la pasada del Helecho, con una extensión total de 610 fanegas. En 1770 comenzó el monasterio a funcionar, siendo su prior el padre Francisco de San Agustín.
Hoy se halla medio arruinado, aunque la planta baja y parte del piso se conserva bastante bien. Aún se ve el escudo de la Orden en la fachada y esta sentencia, grabada en piedra, propia de estos lugares: Memento finis. También la iglesia se halla sin techo y muy ruinosa, como es de suponer, después de tantos años de abandono... No debió de tener muchas ermitas. Todavía se ven las ruinas de una de ellas, y otra excavada en la roca, que tiene el escudo de la Reforma. Algunas más tendría, probablemente. En la parte inferior del monte donde el convento está edificado, se cultivaban algunos tablares para hortalizas y árboles frutales, entre ellos higueras y melocotoneros. Aprovechando el agua que corre por el fondo de la garganta del monte se construyó un molino, al cual se bajaba desde el monasterio por un camino empedrado, que a trechos tenía descansos abiertos en el mismo terreno rocoso. En la actualidad se conserva el molino aunque en estado ruinoso y si se sube por el camino que va junto al río (el que recomendamos), es el lugar en el que se ha de abandonar el camino y subir hacia la izquierda. Aquí el sendero se empina y a veces ha sido invadido por la vegetación, no obstante, todavía se observa algún descansillo de los comentados.
A finales del siglo XVIII vivió el convento su mejor época, la fama de sus aguas medicinales trascendió y eran numerosas las personas enfermas que acudían en busca de solucionar sus problemas de salud. Con estas visitas también llegó el dinero y la riqueza, pero también la envidia y los problemas. De esta época es la formación de la leyenda negra, que todavía persiste en la zona, según la cual en el convento se practicaban prácticas inquisitoriales, hecho muy improbable si pensamos que la Santa Inquisición estaba en plena decadencia.
En 1835 se cerró definitivamente el convento con la desamortización de Mendizábal. La finca ha pasado desde entonces por diversos propietarios privados hasta llegar a Andrés Pérez Mena, el ganadero "Canito" y en la actualidad pertenece a una empresa de los Países Bajos.
En cuanto a su uso después de la desamortización ha sido muy variado, desde refugio de bandoleros o contrabandistas hasta el campismo más reciente para los vecinos de los pueblos próximos. Esta última práctica ha sido prohibida por los actuales propietarios, ante la degradación que presentaba la zona. Hace poco tiempo salió en la prensa un posible proyecto para la creación en él de un hotel de lujo, pero dicho proyecto parece que no ha salido hacia delante (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se levanta en las cercanías de Medina sobre un pequeño cerro que domina una amplia extensión de tierras de campiña. Es un castillo roquero de finales del siglo XIII relacionado con las fortificaciones fronterizas dispuestas por Alfonso X el Sabio, quién la entregó a la Orden Militar de Santa María. Se trata de una construcción mudéjar con planta rectangular a la que se accede por un arco apuntado de ladrillo. Destaca en el conjunto la torre del homenaje, con estancias cubiertas por bóvedas vaídas, que presenta al exterior un vano lobulado enmarcado por alfiz. En sus muros se conservan algunos restos de pinturas murales con elementos arquitectónicos simulados. En uno de los extremos del castillo hay una dependencia cuadrangular con trompas en los ángulos para sustentar una bóveda esquifada, que posiblemente fuese originalmente un oratorio tipo «qubba» (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se trata de los restos de un castillo de origen andalusí, que posteriormente perteneció a los Caballeros de la Orden de Torre Estrella.
La planta es de traza rectangular alargada, con el eje longitudinal orientado de levante a poniente. El acceso se realizó por el lado derecho del flanco sur de la cerca, donde la pendiente de ladera es menos escarpada, a través de un doble arco apuntado protegido por un rastrillo. Tras este se encuentra un pequeño patio de armas al que se abre, cubriendo el corto flanco este, una estancia alargada de la que todavía restan los muros y los arranques de una bóveda apuntada de cañón.
En el centro del recinto y apoyada en el flanco norte de la cortina, asentada en la propia roca madre, se eleva la torre principal o del homenaje, de planta rectangular, que cobija dos cámaras intercomunicadas por un arco apuntado, cubiertas por bóvedas vaídas, aparejadas en ladrillo. Por el lado sur, encajonado entre las cercas y las torres del homenaje, transcurre un empinado pasadizo por el que se accede, Tras franquear un arco, hoy derruido, se llega a un segundo patio de armas y a la puerta de entrada a la torre del homenaje, en cuya fachada campea un arco de herradura apuntado, ciego, trasdosado de lóbulos enmarcados por un alfiz.
Dando frente a la fachada principal del homenaje ocupando el flanco oeste de la fortaleza, se hallan los restos de una estancia cuadrada. De su cubrición sólo quedan en las esquinas los arranques ochavados de unas trompas diédricas de parejos latericios, propios de las rábitas, lo que lleva a pensar en su posible uso como capilla. Entre ambas construcciones, cerrando los otros dos lados de este segundo patio, existen dos estrechas estancias volteadas con bóvedas de cañón apuntados.
El Castillo se encuentra alzado en la cumbre de un promontorio de rocas situado a unos 6 Kilómetros de distancia al este de la población de Medina Sidonia. Aunque el origen de este castillo es incierto, pues ha sido reiteradamente atribuida su fundación a Alfonso X para uso conventual de la Orden Militar de Santa María de España, creada a su vez por el mismo Rey en la segunda mitad del siglo XII, la opinión más generalizada se decanta por aceptar que se trata de una fortaleza de construcción árabe, de estilo mudéjar, reformada posteriormente a la reconquista de la zona por las Huestes Cristianas para defensa de la banda morisca (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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