Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Casa Sundheim, de Hernández Rubio (actual sede de un organismo administrativo de la Consejería de Medio Ambiente, de la Junta de Andalucía), de Sevilla.
La Casa Sundheim, de Hernández Rubio (actual sede de la Consejería de Medio Ambiente, de la Junta de Andalucía), se encuentra en la avenida de la Palmera, 41; en el Barrio Sector Sur-La Palmera-Reina Mercedes, del Distrito Bellavista-La Palmera.
Construida en 1914-1916 por el arquitecto Francisco Hernández-Rubio para la familia Sundheim, constituye uno de los ejemplos más interesantes de las corrientes modernistas de esta ciudad.
Se trata de una construcción de gran potencia figurativa, en la que el autor propone un amplio despliegue estilístico en el que destaca sobre manera el uso del lenguaje medievalista unido a la utilización de múltiples referencias históricas, como es una cierta influencia de las mansiones inglesas (reconocida básicamente en el cuidadoso manejo de los detalles de la construcción, así como en el empleo de los materiales: el ladrillo visto en muros, la pizarra en la cubierta y la piedra utilizada en zócalos, recercados, dinteles, esquinas, molduras. con eficaces criterios constructivos) o la utilización de elementos clásicos, como la balaustrada que circunda la edificación.
Hernández-Rubio evolucionará, dentro de su eclecticismo, desde referencias a una temática afrancesada con un gusto decorativista de inspiración neomudéjar (Pasaje de Oriente) hasta posiciones más avanzadas que conectan con el modernismo catalán, a la vez que participan de los criterios propios de la tradición vernácula revisados desde los esquemas regionalistas (Casa Puente, inexplicablemente demolida para ser sustituida por el Colegio Mayor Almonte, Casa Castillo o Casa Seras, ocupada hoy por el Columbus International College).
La casa Sundheim, probablemente la más segura de su producción, muestra analogías más próximas con las corrientes historicistas, representada por otros arquitectos españoles de la época y más concretamente por el bilbaíno Smith Ibarra, en cuyo palacio para el marqués de Triano (1915-17), en Artaza, propone todo un compendio de lenguajes historicistas marcado fuertemente por el medievalista, al que superpone con indudable buen hacer elementos románicos y góticos en una eficaz síntesis que hacen de este edificio uno de los episodios más interesantes del eclecticismo español de principios de siglo.
La casa, que se desarrolla en tres plantas de altura, cuenta con una superficie total construida que podría aproximarse a los 1.500 m2. (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
Un singular ensayo dentro de la arquitectura doméstica sevillana lo constituye esta construcción de la Avenida de la Palmera nº 41, obra del jerezano Francisco Hernández- Rubio y Gómez (1857-1950), destaca por la elegante fragmentación de sus volúmenes, capaces de generar una interesante sucesión de planos, encuentros, elevaciones y salientes, resueltos estilísticamente con ciertos recuerdos a lo medieval en la línea que desarrolló el romanticismo inglés, en el que juega un singular papel el cromatismo de sus diferentes elementos, la formalización dispar de sus huecos y las blancas carpinterías de palillería.
Con el predominio del inglés en la casa Sundheim y en el proyecto de la Comisaría de Marina en San Fernando abandona el modernismo que había dejado excelentes ejemplos en Huelva (Clínica Sanz de Frutos, casa de la viuda de Muñoz) o en el Pasaje de Oriente de Sevilla.
Hernández-Rubio construye también entre 1914 y 1916 en esta sevillana Avenida de la Palmera las Casa Seras y San Ignacio (nº 43 y 45) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la biografía de Hernández Rubio, autor de la obra reseñada;
Francisco Hernández-Rubio Gómez, (Jerez de la Frontera, Cádiz, 29 de abril de 1859 – 27 de septiembre de 1950). Arquitecto.
Nació en el seno de una familia sin tradición artística, lo que no impidió que desde pequeño mostrara su inclinación por la arquitectura. De ahí que, tras cursar en su ciudad natal estudios de Humanidades, su padre le enviara a estudiar en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, donde en 1889 se graduó con el número uno de su promoción. Recibió sus primeras influencias de los arquitectos Francisco de Cubas y, sobre todo, de Ricardo Velázquez Bosco, con los que trabajó como auxiliar. Sus primeras prácticas fueron para el Ministerio de Fomento, donde colaboró con Velázquez Bosco en trabajos como la Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid o la restauración del monasterio de Santa María de la Rábida en Huelva.
Pronto abrió un estudio en Jerez de la Frontera y realizó sus primeros proyectos para su ciudad natal, entre los que destacan la reconstrucción de la plaza de toros en 1894 y el Baldaquino para la iglesia colegial dos años más tarde. En 1898 fue nombrado arquitecto conservador de la cartuja de Jerez, cargo que desempeñó hasta 1941, año en el que el Gobierno devolvió aquélla a la Orden Cartujana. A lo largo de todo este tiempo trabajó y luchó con gran empeño y profesionalidad por el monumento jerezano, contribuyendo decisivamente a que éste se mantuviera en pie en unos años difíciles. En 1899 obtuvo el cargo de arquitecto auxiliar del Ayuntamiento de su ciudad natal, llevando a cabo importantes tareas urbanísticas, como la urbanización de la Feria de ganados, donde construyó una serie de casetas permanentes en las que empezó a poner en práctica el Modernismo. Su decidida adscripción a este estilo la adquirió tras viajar a la Exposición Universal de París de 1900, de donde trajo a Andalucía las nuevas ideas que postulaban los adictos al Art Nouveau. Gran parte de los trabajos de Hernández-Rubio en los siguientes años siguen claramente esta tendencia, destacando la desaparecida cafetería Pasaje de Oriente en Sevilla (1911), las casas para la viuda de Muñoz (1909) y Antonio Guijarro (1910), ambas en Huelva o la Farmacia Cafranga (1908) en la jerezana calle Larga. En otros proyectos realizados durante estos años utilizó elementos modernistas para decorar edificios de marcado gusto inglés, como el del Tiro de Pichón en El Puerto de Santa María (1903) y, sobre todo, el pabellón del Jockey Club de Jerez (1905). Este carácter anglicista está presente en la mayoría de los trabajos que realizó entre 1910 y 1920. En ellos utilizó rasgos derivados de diferentes estilos, como tejados muy inclinados, torres, porches o miradores, pero con el punto en común de la preocupación por el escenario natural. Buenos ejemplos son las casas para Carlos Sundheim (1912) y Francisco Castillo (1913) en la avenida de la Palmera de Sevilla, el proyecto de 1915 de una Comisaría de Marina para el puerto de Cádiz o el edificio de oficinas para la Sociedad Española de Construcción Naval en la localidad gaditana de San Fernando, obra de 1920.
Trabajador incansable, junto a su cargo como arquitecto municipal, Hernández-Rubio desempeñó otros en distintas instituciones. Fue nombrado arquitecto al servicio de la Marina en 1912, arquitecto de las obras que se ejecutasen en Jerez en los edificios dependientes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1921 y arquitecto de la Compañía Telefónica Nacional de España en 1925. Tan abundantes responsabilidades no le impidieron seguir ejerciendo la práctica arquitectónica. Así, en 1911 estableció un estudio en Sevilla, desde el que proyectó numerosos trabajos, como varias casas señoriales en la avenida de la Palmera entre 1912 y 1914, algunas ya mencionadas anteriormente. Por otro lado, nunca dejó de trabajar para su ciudad natal, donde realizó entre 1920 y 1940, a pesar de su ya avanzada edad, el proyecto del teatro Villamarta (1924), de marcado carácter regionalista, el sanatorio de Santa Rosalía (1928-1929), que recuerda a sus obras de inspiración inglesa, una tribuna para el estadio Domecq (1934), de acusado funcionalismo, y numerosas reformas de casas particulares.
En sus últimos años, a pesar de acercarse a los noventa de edad, Hernández-Rubio siguió trabajando sin desmayo, bien en sus proyectos, bien colaborando en los del segundo de sus tres hijos, Francisco, que fue también un gran arquitecto. No es de extrañar que, tras su muerte en septiembre de 1950 a causa de las heridas provocadas por el atropello de un coche frente a su casa, su entierro constituyera una auténtica manifestación de duelo en la que participaron un gran número de paisanos y las más altas autoridades de la ciudad de Jerez, pues este arquitecto, abierto a su tiempo, capaz de internarse en la cultura europea de fin de siglo y estudiar los sistemas constructivos más avanzados, había sido uno de los protagonistas fundamentales en Andalucía en la evolución de la arquitectura española en el tránsito del historicismo al racionalismo a través de las soluciones del eclecticismo, el Art Nouveau y el regionalismo, siendo considerado como uno de los más eficaces intérpretes del Modernismo en Andalucía (José Antonio Merino Calvo, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Más sobre la avenida de la Palmera, en ExplicArte Sevilla.
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