Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Arco de la Pastora; Parque El Caminillo Alto; Calzada Romana; Museo y Conjunto Arqueológico; Iglesia de Santiago el Mayor; Iglesia La Victoria; Convento San Cristóbal; y Plaza de Abastos) de la localidad de Medina Sidonia (III), en la provincia de Cádiz.
Excelente muestra de arquitectura militar califal, con doble arco de herradura apuntada enmarcados por alfiz y sustentados en la calle exterior por grandes fustes romanos (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Arco de la Pastora es una de las tres antiguas puertas de la cerca o muralla de la Medina musulmana. Conserva contigua a ella un resto almenado de cerca y un cubo o torre albarrana que le daba guarda. El conjunto, de estilo árabe califal tardío, realizado en piedra arenisca posiblemente procedente de las canteras de Chiclana, ofrece un doble arco de herradura, el exterior ligeramente apuntado y enmarcado en un alfiz, aparejados con dovelas de cantería de despiece radiales.
Los albardones del arco exterior apean en columnas graníticas de fustes lisos y ábacos dóricos de posible procedencia púnico-romana. En el paramento izquierdo del intradós comprendido entre los dos arcos, aún se conserva la hornacina de traza trebolada de un antiguo altar dedicado a la Divina Pastora de donde le viene el nombre, junto con el de la fuente salada por la que tenía próxima al lado izquierdo de la salida (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Parque El Caminillo Alto
Calzada Romana Cuyas características son buena prueba de la relevancia alcanzada por la antigua Asido Caesarina. En su realización se utilizaron grandes lajas de piedra y consta, como es habitual en estas construcciones romanas, de la calzada central, bajo la que discurre una amplia cloaca, y dos aceras laterales en una de las cuales se localizan dos tableros de juego tallados sobre la piedra. El acceso a este conjunto arqueológico se realiza por la calle Ortega (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Museo y Conjunto Arqueológico
El importante papel desempeñado por la ciudad durante la época romana ha dejado numerosas huellas en su solar y se conocen diversos elementos arquitectónicos, como fustes de columnas y capiteles, algunos reutilizados en construcciones posteriores, esculturas, conservadas en el ayuntamiento y en el Museo de Cádiz y varias tumbas con sus correspondientes ajuares. También se han excavado y puesto en valor algunos tramos de las cloacas y fragmentos de criptopórticos que pertenecieron a un importante edificio. El acceso a este conjunto arqueológico se realiza por la calle Ortega (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El importante papel desempeñado por la ciudad durante la época romana ha dejado numerosas huellas en su solar y se conocen diversos elementos arquitectónicos, como fustes de columnas y capiteles, algunos reutilizados en construcciones posteriores, esculturas, conservadas en el ayuntamiento y en el Museo de Cádiz y varias tumbas con sus correspondientes ajuares. También se han excavado y puesto en valor algunos tramos de las cloacas y fragmentos de criptopórticos que pertenecieron a un importante edificio. El acceso a este conjunto arqueológico se realiza por la calle Ortega (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Iglesia de Santiago el Mayor Las primeras noticias sobre la existencia de una ermita dedicada a Santiago datan de finales del siglo XIV, si bien parece que el templo actual se debió de concluir en los primeros años del siglo XVI bajo el mandato del obispo Caraffa. Durante el siglo XVII se llevaron a cabo importantes reformas, pero éstas no modificaron sustancialmente el primitivo aspecto mudéjar del templo. En 1636 los maestro Francisco de Vargas y Bernabé Sánchez se comprometieron a realizar nuevas armaduras para las naves y a reparar todo el interior, remodelando los antiguos pilares para darles el aspecto de columnas toscanas y dotando de portadas a las capillas colaterales de la cabecera.
El siglo XVIII trajo consigo importantes reformas iniciadas en 1726 que consistieron fundamentalmente en la construcción de una nueva sacristía y coro, a cuyos lados se dispusieron las capillas del bautismo y del Carmen, y la remodelación de todos los exteriores, que adquieren entonces su característico aspecto dieciochesco.
Desde 1788 este templo es parroquia independiente, pues hasta entonces había sido ayuda de Santa María. En 1975 se procedió a picar los pilares, destruyéndose los yesos del siglo XVII que ocultaban molduras tardogóticas.
Presenta planta basilical con tres naves separadas por columnas de fustes romanos reaprovechados, que se apoyan en altos pedestales y rematadas por capiteles ochavados tardogóticos. Sobre ellas descansan arcos apuntados peraltados. La armadura de madera tiene en la zona de la cabecera disposición de par y nudillo y en los pies está ochavada según el esquema de lima bordón. Tanto los tirantes como el almizate contienen lazos y casetones octogonales. En las naves laterales la armadura es de colgadizo. La capilla mayor, de planta cuadrada se cubre con bóveda de crucería simple, solución que también se utilizó en las capillas colaterales, si bien la del lado de la epístola fue destruida para construir la sacristía en 1726. El aspecto del exterior es fundamentalmente barroco dieciochesco, con muretes mixtilíneos, vanos ovalados o rectangulares con frontones triangulares y remates cerámicos de procedencia sevillana. La portada, abierta en el lateral de la epístola, pertenece también a las reformas del XVIII y presenta vano rectangular flanqueado por pilastras toscanas que sustentan un frontón roto en cuyo centro va el escudo de Santiago. La torre aun evidencia su origen mudéjar con vanos de medio punto peraltados enmarcados por alfiz.
El retablo mayor, de madera policromada y dorada, puede vincularse a la producción de Francisco de Villegas y debió realizarse con motivo de las obras de reforma de 1636. Presenta tres cuerpos divididos en cinco calles por columnas y molduras rematadas en ménsulas, con ático tripartito. En la calle central se superponen el sagrario y el manifestador, sobre el que va una hornacina ocupada por la imagen de talla del titular del templo, obra de mediados del siglo XVIII.
Las pinturas de las calles laterales, que representan a diferentes santos, son contemporáneas del retablo y se pueden vincular a Pablo Legot y su entorno. Los ángeles lampareros son dieciochescos. A los pies de la nave, ocultando la primitiva portada principal, se sitúa el coro. La sillería es de madera oscura procede del convento de San Agustín. Fue realizada a mediados del siglo XVII y tiene algunas reformas del XVIII, decorándose con sencillas molduras geométricas.
La primera capilla del lado del evangelio conserva la estructura original mudéjar, si bien fue reformada en 1630, cuando la adquirió la cofradía de Jesús Nazareno, momento al que corresponde la portada, resuelta mediante dos columnas dóricas adosadas que sustentan un frontón curvo roto en cuyo centro va una tarja con el escudo de la cofradía. Los pedestales van forrados de azulejos sevillanos contemporáneos de la portada. La capilla, que desde 1780 es sagrario de la parroquia, está presidida por una gran hornacina decimonónica de madera policromada a imitación del mármol donde se sitúa la imagen de Jesús Nazareno, realizada por Francisco de Villegas en 1615, si bien presenta algunas intervenciones posteriores. Las de la Virgen dolorosa y san Juan evangelista situadas a sus lados son tallas dieciochescas de candelero. En la nave, el primer retablo está dedicado a las Ánimas, fue levantado en 1744 y es de madera dorada con un cuerpo sustentado por estípites y ático. Está presidido por relieve de ánimas y en el ático se sitúa un grupo escultórico de la Trinidad. A continuación hay una hornacina con la talla dieciochesca de candelero de san Antonio de Padua procedente del desaparecido convento de San Francisco. También procede de San Francisco el siguiente retablo. Se trata de un pequeño edículo de elegantes proporciones, sustentado por columnas jónicas adosadas sobre las que va un frontón triangular. Está ocupado por una imagen en altorrelieve de santa Catalina de Alejandría. El conjunto se enmarca en el círculo sevillano de finales del siglo XVI, si bien el conjunto ha sido burdamente repintado.
A los pies de la nave del evangelio se encuentra la capilla de la virgen del Carmen, cuya estructura, cubierta por cúpula sobre pechinas, debe corresponder a la reforma de 1726, aunque su aspecto actual obedece a una intervención de principios del siglo XX. A continuación se encuentra la imagen del Cristo de la Buena Muerte, interesante talla manierista de inicios del siglo XVII que procede del convento de San Francisco, donde pudo ser titular de la antigua cofradía de la Vera Cruz. Tras el vano de acceso se encuentra la antigua capilla de la Virgen de la Paz, cuya estructura, cubierta por bóveda vaída, responde a las reformas de 1636. Está presidida por un interesante retablo rococó policromado y dorado sustentado por estípites y realizado hacia 1740 que alberga un lienzo de escuela sevillana con la Imposición de la casulla a san Ildefonso fechado en 1656. En la zona inferior de dicha pintura una inscripción recuerda que el altar y su entierro eran propiedad de licenciado Antonio Montero y de Pedro Benítez y su mujer, Ana Vélez. La capilla de san José, que ocupa el siguiente tramo presenta características arquitectónicas similares a la anterior y su retablo rococó, de madera dorada, está presidido por una talla dieciochesca de san José procedente de talleres genoveses. En un lateral hay una pequeña talla de Cristo crucificado realizada en torno a 1630 y cercana al estilo de Francisco de Villegas, aunque presenta importantes repintes.
El colateral de la epístola de la cabecera del templo presenta una portada gemela a la del lado del evangelio, pero su estructura interior desapareció al levantarse la nueva sacristía en 1726. Está presidida por un excelente retablo de madera dorada procedente del desaparecido convento de los franciscanos, obra atribuida a Felipe de Ribas, quien la realizaría hacia 1640. Se dispone en forma de arcosolio, en cuya cara interior se abren recuadros para pinturas de alusión concepcionista, conteniendo los laterales lienzos con san Joaquín y santa Ana. La estructura frontal queda enmarcada por dos columnas corintias de fuste ricamente retallado y se compone de un cuerpo sustentado por sendas columnas entorchadas de orden corintio y ático coronado por un frontón triangular. Preside el conjunto una dinámica talla de la Inmaculada Concepción, obra sevillana del primer tercio del siglo XVIII, mientras que la pintura de Dios Padre que ocupa el ático es contemporánea del retablo.
En la nave mayor hay un púlpito con interesante labor dieciochesca de forja, mientras que el tornavoz es de madera tallada. La sacristía, levantada a partir de 1726, es de planta cuadrada y se centra por una columna toscana de la que parten cuatro arcos fajones que delimitan otras tantas bóvedas de aristas decoradas con yeserías geométricas. La cajonería es una destacada pieza de ebanistería rococó realizada en 1761, en la que se reaprovechan algunos elementos de la primera mitad del siglo XVIII. En uno de los muros hay un marco cruciforme que alberga una cruz de madera oscura sobre la que va pintada la imagen de Cristo crucificado. Sobre la cajonera van dos lienzos dieciochescos que representan a san Jerónimo penitente. La fuente, realizada en mármol a finales del siglo XVIII, procede del convento de San Juan de Dios. Conserva la parroquia algunas muestras de artes suntuarias, entre ellas dos cálices y un ostensorio manieristas de inicios del siglo XVII y un cáliz rococó con punzón de Sevilla, fechado en 1790 y procedente del convento de San Juan de Dios. También hay algunas piezas textiles dieciochescas, entre ellas un terno blanco con bordados en sedas (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Iglesia de planta columnaria formada por agregaciones realizadas durante los siglos XVII y XVIII en torno a un primitivo núcleo perteneciente a una antigua ermita mudéjar edificada a extramuros de la ciudad a principios del siglo XVI en la collación de Santiago, a cuyo alrededor se formó el barrio actual. La traza en cruz latina de la planta se compone de tres naves de cuatro tramos subdivididas por arcos ojivales túmidos apeados en columnas pétreas de basas biseladas y capiteles ochavados similares a las de la ermita de los Santos Mártires situada en las afueras de la misma ciudad. Las naves laterales, primitivamente rematadas absidialmente, se cubren con alfarjes de colgadizos, y la central, de mayores proporciones, con un artesonado de par y nudillo. Limas bordón, almizate decorado con lienzo de lacerías y atirantado doble. En el crucero, la capilla mayor de testero plano, y en la sacristía adosada por el lado de la Epístola, se voltean bóvedas de crucería, cubriéndose todo el conjunto con faldones a dos aguas de tejas moriscas. El primitivo hastial del templo, situado a los pies de las naves, fue ocupado a finales del siglo XVII por un coro alto apeado en un cañón con lunetos y por dos capillas cubiertas con bóveda hemiesférica sobre pechinas la correspondiente a la nave lateral del lado de la Epístola y con bóveda vaída la del lado del Evangelio. Hacia mitad del siglo XVII intervienen en su reparación los arquitectos Diocesanos Francisco de Vargas y Bernabé Sánchez, realizándose las portadas de columnas dóricas estriadas y frontones rectos partidos con tarjas emblemáticas en los tímpanos de las capillas absidales. Al siglo XVIII pertenecen ya las obras de la sacristía, las capillas de la Paz y de San José, adosadas a los dos últimos tramos de la nave lateral recayente en el lado del Evangelio, y la portada principal situada en el tercer tramo de la misma nave, resuelto con semicolumnas toscanas y dintel fajeado sur montado por un frontón recto partido en cuyo tímpano campean un bajorrelieve de Santiago flanqueado por el blasón diocesano y los restos del escudo ducal. La torre, situada tras el testero es el primitivo alminar de la mezquita reformado (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Iglesia La Victoria
El primitivo convento de los mínimos de san Francisco de Paula, fue fundado en 1579 bajo la advocación de la Virgen de la Victoria en la zona de extramuros, donde hoy se levanta el hospital de San Juan de Dios. Lo alejado del emplazamiento y otros problemas hicieron que en 1650 se realizase una permuta con los hermanos de san Juan de Dios, que poseían una casa en la zona de la Corredera, cercana a la plaza mayor. Una vez trasladados se planteó la construcción de un nuevo convento e iglesia, trabajos que dieron comienzo en 1675 y estuvieron bajo la tutela del padre mínimo fray Luis Fernández, concluyéndose el templo en 1709. La desamortización de Mendizábal trajo consigo la desaparición de las dependencias conventuales y un fuerte proceso de degradación en el templo.
El primitivo convento de los mínimos de san Francisco de Paula, fue fundado en 1579 bajo la advocación de la Virgen de la Victoria en la zona de extramuros, donde hoy se levanta el hospital de San Juan de Dios. Lo alejado del emplazamiento y otros problemas hicieron que en 1650 se realizase una permuta con los hermanos de san Juan de Dios, que poseían una casa en la zona de la Corredera, cercana a la plaza mayor. Una vez trasladados se planteó la construcción de un nuevo convento e iglesia, trabajos que dieron comienzo en 1675 y estuvieron bajo la tutela del padre mínimo fray Luis Fernández, concluyéndose el templo en 1709. La desamortización de Mendizábal trajo consigo la desaparición de las dependencias conventuales y un fuerte proceso de degradación en el templo.
Es una iglesia de planta de cruz latina inscrita en un rectángulo, con tres naves separadas por pilates con pilastras adosadas entre los que se abren arcos de medio punto, solución que se repite en la zona superior, para configurar amplias tribunas. En el crucero va una cúpula semiesférica sobre pechinas, cuya media naranja se divide en tramos con lunetos por medio de fajas. En esta zona se pueden observar con facilidad restos de las pinturas al fresco que cubrían también las bóvedas. Son de tipo rococó fechables hacia 1760 y han sido repintadas posteriormente. El exterior es de formas sencillas, en las que destacan los vanos, rematados por frontones triangulares, y la torre, concluida en 1703 con fábrica es de ladrillo, que ocupa el ángulo de confluencia de las dos fachadas. Consta de un alto fuste cuadrangular articulado por medio de fajas a modo de pilastras, que en el cuerpo de campanas flanquean dobles vanos de medio punto. Sirve de remate un cuerpo octogonal con vanos del mismo tipo sobre el que asienta un chapitel piramidal cubierto de cerámica vidriada contemporánea de la obra.
El retablo mayor, de madera dorada, se levantó en torno a 1735 y su hechura se puede relacionar con los trabajos de Juan de Gatica. Consta de un cuerpo dividido en tres calles por medio de estípites y ático. El dorado fue realizado por Antonio de Escuda en 1736. Preside el conjunto la talla de candelero de la Virgen de la Victoria, a cuyos lados van san Antonio de Padua, contemporáneo del retablo, y san José, talla del siglo XVII con evidentes rasgos montañesinos muy modificados por intervenciones posteriores. En el ático hay un relieve de san Francisco de Paula.
En los testeros frontales del crucero hay dos retablos de madera dorada realizados a finales del siglo XVII con características similares. Presentan un cuerpo sustentado por columnas salomónicas pareadas y ático. El correspondiente al lado del evangelio está ocupado por la talla de candelero de san Juan evangelista, obra del primer tercio del siglo XVIII procedente de talleres jerezanos. En el ático, que originalmente tuvo un lienzo, se sitúa una talla dieciochesca de santo Domingo de Guzmán. En el del lado de la epístola hay una talla de Cristo atado a la columna de mediados del siglo XVIII. Ocupa el testero frontal del evangelio el crucificado de la Sangre, que presidió la ermita de su mismo título, obra de escuela sevillana realizada en madera policromada en el último tercio del siglo XVII. Frente a él en el lado de la epístola se sitúa una talla de candelero de la Virgen de los Dolores, obra jerezana del primer tercio del siglo XVIII.
El coro conserva antepechos torneados y tallados a mediados del siglo XVII y en el testero principal hay un gran lienzo de la misma cronología que representa a la Virgen con el Niño presidiendo un coro de ángeles. El púlpito, de mármoles de colores, es obra genovesa realizada en los últimos años del siglo XVII y el tornavoz, de madera tallada, es de igual cronología. Los zócalos del crucero y presbiterio conservan una interesante colección de azulejos sevillanos y holandeses también de finales del seiscientos. Sobre los altares del crucero hay dos lienzos, uno, de mediados del siglo XVII, representa la aparición de Jesús Nazareno a san Ignacio de Loyola y otro es una Virgen de Guadalupe de procedencia mexicana fechable hacia 1770 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Convento San Cristóbal
Los orígenes de este convento de monjas agustinas ermitañas se remontan a finales del siglo XV, pues hay noticias de que en 1490 existía en la zona de extramuros el beaterio de San Cristóbal, actual ermita del Cristo de la Sangre. En 1526 este beaterio pasó a depender de la orden de San Agustín convirtiéndose así en convento. Las monjas permanecieron allí hasta que se trasladaron hasta su actual emplazamiento en 1646, concluyéndose los trabajos de construcción del nuevo edificio en 1651. La iglesia tiene planta de cruz latina con cabecera plana y una nave cubierta por bóveda de cañón con lunetos, levantándose sobre el crucero una cúpula semiesférica sobre pechinas cuyos tramos presentan también lunetos. A los pies de la nave se sitúan los coros alto y bajo. Al exterior las líneas son muy sencillas, destacando sólo los restos del antiguo mirador, dos grandes arcos rebajados que se sitúan sobre la fachada lateral del templo, junto a los cuales se eleva la torre, de planta cuadrada con sencillo cuerpo de campanas en cuyos frentes se abren vanos de medio punto. Rematan el conjunto un antepecho calado y chapitel piramidal cubierto de azulejos. El retablo mayor, de madera policromada y dorada, se fecha en los últimos años del siglo XVII, si bien el ático parece que fue concluido durante el primer cuarto del siglo XVIII. Presenta planta lineal con un cuerpo dividido en tres calles por columnas salomónicas y ático tripartito cuya hornacina central se enmarca por estípites. Está presidido por la talla de candelero de la Virgen de los Remedios, a cuyos lados van las imágenes de san Agustín y santo Tomás de Villanueva. Centra el ático una talla de san Cristóbal que va flanqueada por las de santa Mónica y santo Tomás de Tolentino. Todas las esculturas se fechan en las primeras décadas del siglo XVIII.
Los orígenes de este convento de monjas agustinas ermitañas se remontan a finales del siglo XV, pues hay noticias de que en 1490 existía en la zona de extramuros el beaterio de San Cristóbal, actual ermita del Cristo de la Sangre. En 1526 este beaterio pasó a depender de la orden de San Agustín convirtiéndose así en convento. Las monjas permanecieron allí hasta que se trasladaron hasta su actual emplazamiento en 1646, concluyéndose los trabajos de construcción del nuevo edificio en 1651. La iglesia tiene planta de cruz latina con cabecera plana y una nave cubierta por bóveda de cañón con lunetos, levantándose sobre el crucero una cúpula semiesférica sobre pechinas cuyos tramos presentan también lunetos. A los pies de la nave se sitúan los coros alto y bajo. Al exterior las líneas son muy sencillas, destacando sólo los restos del antiguo mirador, dos grandes arcos rebajados que se sitúan sobre la fachada lateral del templo, junto a los cuales se eleva la torre, de planta cuadrada con sencillo cuerpo de campanas en cuyos frentes se abren vanos de medio punto. Rematan el conjunto un antepecho calado y chapitel piramidal cubierto de azulejos. El retablo mayor, de madera policromada y dorada, se fecha en los últimos años del siglo XVII, si bien el ático parece que fue concluido durante el primer cuarto del siglo XVIII. Presenta planta lineal con un cuerpo dividido en tres calles por columnas salomónicas y ático tripartito cuya hornacina central se enmarca por estípites. Está presidido por la talla de candelero de la Virgen de los Remedios, a cuyos lados van las imágenes de san Agustín y santo Tomás de Villanueva. Centra el ático una talla de san Cristóbal que va flanqueada por las de santa Mónica y santo Tomás de Tolentino. Todas las esculturas se fechan en las primeras décadas del siglo XVIII.
En los testeros de crucero se sitúan pequeños retablos academicistas realizados a inicios el siglo XIX en madera policromada a imitación del mármol. Presentan estructuras semejantes con hornacina central flanqueada por columnas y remate en frontón curvo. El del lado del evangelio está presidido por una talla dieciochesca de san José, obra de origen italiano, mientras que el situado en el lateral de la epístola contiene un pequeño retablo rococó de madera dorada que preside una Virgen del Carmen de candelero, conjunto realizado en torno a 1770. La capilla situada en el lado de la epístola de la nave está presidida por un retablo salomónico de finales del siglo XVII presidido por una dinámica talla dieciochesca de santa Rita que procede del desaparecido convento de la Candelaria de Cádiz. El púlpito es de madera oscura, tallado a inicios del siglo XVIII, fecha a la que también corresponden las pequeñas pilas de agua bendita de mármol realizadas en Génova. En el coro se guarda una interesante talla de Cristo crucificado de formas tardogóticas fechable en la primera mitad del siglo XVI.
Se conservan en el convento algunas piezas de orfebrería, entre ellas una naveta de la primera mitad del siglo XVI, un ostensorio de formas protobarrocas realizado en plata con esmaltes en torno a 1630, un cáliz de las mismas características y varios cálices de los siglos XVII y XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La iglesia de reducidas dimensiones, fue edificada entre los años 1646 y 1651, bajo el Patronato de Don Francisco de Piña y Mendoza en sobrio estilo barroco según planta de cruz latina de una sola nave dividida en dos tramos por un arco perpiaño de medio punto, con altares adosados, volteada con cañones de lunetos, crucero cubierto con bóveda esférica apeada en pechinas y arcos torales de medio punto, capillas colaterales volteadas con cañones y testero plano sobre elevado cubierto con cañones de lunetos. Todo el sistema de bóvedas del templo se resuelve con encamonados bajo armaduras de madera trasdosadas con faldones de tejas moriscas. En el exterior solo destaca por el lado de la Epístola el conjunto del campanario formado por dos arcos aparejados de ladrillo rematados por el cuerpo de campanas.
El Convento de patio central, no ofrece trazados significativos, habiendo sido objeto en la actualidad de reformas desafortunadas con materiales inadecuados que han transformado su aspecto interior original.
Unas obras municipales recientes realizadas en la calle Hércules, de fuerte pendiente, a la cual recae el testero de la Iglesia, han ocasionado unos corrimientos de tierras que han afectado a la cimentación de los muros del crucero, los cuales se hallan en la actualidad junto con sus correspondientes bóvedas en avanzado proceso de arruinamiento con amenaza de colapso (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Plaza de Abastos
Se levantó en 1871 sobre los terrenos que ocupaba la huerta del convento de san Cristóbal, cedidos para este fin por el obispado de Cádiz. Es una obra de carácter ecléctico organizada en torno a un patio central de tres crujías sustentadas por pilares pétreos de sección cuadrada sobre los que van arcos rebajados, entre los que se disponen los puestos (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se levantó en 1871 sobre los terrenos que ocupaba la huerta del convento de san Cristóbal, cedidos para este fin por el obispado de Cádiz. Es una obra de carácter ecléctico organizada en torno a un patio central de tres crujías sustentadas por pilares pétreos de sección cuadrada sobre los que van arcos rebajados, entre los que se disponen los puestos (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
En la Baja Edad Media el mercado de la villa se realizaba todos los jueves en la plaza de la iglesia Mayor, por concesión del rey Alfonso X, y hasta bien entrado el siglo XIX, la Plaza de la Muela, hoy Plaza de España y conocida como la Alameda, ha sido escenario del trato de ganado, corridas de toros y paso hacia el matadero y carnicería que se encontraba en un lateral de esta plaza. Hasta que en 1866 se urbaniza y enlosa, planteando el cabildo municipal la necesidad de contar con un mercado estable, para lo que solicita y obtiene del obispado de Cádiz la zona de huerta del convento de San Cristóbal, para construir ahí el mercado de abastos.
Las obras comenzaron en 1867, finalizando en 1871. Su frente principal consta de tres entradas, la central abre a un patio rodeado por pilares y arcos rebajados en piedra blanca local y en torno al cual discurre un pasillo perimetral donde se encuentran los puestos. Su estilo está relacionado con Juan de la Vega, el mis arquitecto que remodeló poco antes la Alameda.
En tiempos recientes ha sido reformado para dotar al edificio de una segunda planta, manteniéndose el uso como mercado de la parte inferior, donde se pueden adquirir productos de artesanía, pescadería, carnicería y frutería, ubicándose igualmente una de las oficinas de Turismo de la ciudad (Ayuntamiento de Medina Sidonia).
Más sobre la provincia de Cádiz, en ExplicArte Sevilla.
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