Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Mateo, Iglesia conventual de Madre de Dios -San Francisco-, Iglesia de San Martín, Iglesia de Santo Domingo de Guzmán -San Francisco de Paula, Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Ermita de Nuestra Señora de la Aurora, e Iglesia de Nuestra Señora del Valle) de la localidad de Lucena (II), en la provincia de Córdoba.
Iglesia parroquial de San Mateo Apóstol.-
Se comenzó en 1498 a expensas de don Diego Fernández de Córdoba, I marqués de Comares. La portada de los pies la proyectó Hernán Ruiz II hacia 1540 y fue realizada por seguidores. Las laterales, de estilo gótico humanista de hacia 1525, recuerdan las obras de Hernán Ruiz el Viejo. La disposición interior es mudéjar, con tres naves y triple cabecera plana con bóvedas de nervaduras. La joya de esta iglesia es el retablo mayor contratado en 1570 por Jerónimo Hernández y terminado en 1579 por su maestro Bautista Vázquez el Viejo. Esta soberbia pieza manierista muestra en el banco a los Evangelistas, acompañados de Zacarías y Aser, relieves de Jerónimo Hernández. En las cajas centrales, San Mateo, la Asunción, la Resurrección y el Calvario; en los pedestales, los Apóstoles Santiago, Pedro, Pablo y Andrés. Los relieves laterales representan escenas de la vida de Cristo, todos de Bautista Vázquez y taller. En el ático figuran la Piedad y el Santo Entierro, flanqueados por virtudes y profetas de Jerónimo Hernández, rematados por el Padre Eterno. La policromía es de Antonio Mohedano en 1607.
Se comenzó en 1498 a expensas de don Diego Fernández de Córdoba, I marqués de Comares. La portada de los pies la proyectó Hernán Ruiz II hacia 1540 y fue realizada por seguidores. Las laterales, de estilo gótico humanista de hacia 1525, recuerdan las obras de Hernán Ruiz el Viejo. La disposición interior es mudéjar, con tres naves y triple cabecera plana con bóvedas de nervaduras. La joya de esta iglesia es el retablo mayor contratado en 1570 por Jerónimo Hernández y terminado en 1579 por su maestro Bautista Vázquez el Viejo. Esta soberbia pieza manierista muestra en el banco a los Evangelistas, acompañados de Zacarías y Aser, relieves de Jerónimo Hernández. En las cajas centrales, San Mateo, la Asunción, la Resurrección y el Calvario; en los pedestales, los Apóstoles Santiago, Pedro, Pablo y Andrés. Los relieves laterales representan escenas de la vida de Cristo, todos de Bautista Vázquez y taller. En el ático figuran la Piedad y el Santo Entierro, flanqueados por virtudes y profetas de Jerónimo Hernández, rematados por el Padre Eterno. La policromía es de Antonio Mohedano en 1607.
En el testero de la nave de la izquierda, hay un retablo del primer tercio del siglo XVII retocado, con imagen de la Purísima y lienzos de acarreo, atribuidos al pintor local Bernabé Jiménez de Illescas. En el banco hay dos urnas con las reliquias de San Eliano y Santa Prima. Sobre el retablo, en el muro, cuelga el blasón de los Fernández de Córdoba realizado por Jerónimo Hernández en 1579. Sigue un retablo académico terminado en 1792 por Diego de Burgos, con Nuestra Señora de los Dolores, imagen de vestir de 1772, atribuida a Blas Molner; a los lados están San Felipe Benicio y Santa Juliana de Falconeris, de Remigio del Mármol, y en el ático una pintura de la Virgen con los Servitas, de Martín de Blancas.
A continuación hay una pequeña portada de estilo manierista que sirve de capilla al Cristo de la Salud y Misericordia, o del Silencio, de segunda mitad del siglo XVII. Le sigue otra portada del último tercio del XVI, que aloja un retablo de comienzos del XIX con la imagen sedente de San Pedro, obra de Pablo de Rojas de 1590, policromada por Antonio Mohedano. El retablo del Salvador fue traído en 1891 de la desaparecida ermita de Nuestra Señora de la Cabeza; está atribuido a Juan Abundio de Burgos, de hacia 1760. La talla del Salvador es de estética granadina del siglo XVIII. Sigue el lienzo de la Divina Pastora, de Leonardo Antonio de Castro, hacia 1720. A los pies, en la capilla del Bautismo, está el Cristo de la Humillación, obra de Pedro Ortega Muñoz de Toro, del XIX.
El retablo del testero de la nave derecha es similar al de la izquierda, con talla de San Miguel Arcángel, de hacia 1700. Sobre el muro cuelga el blasón correspondiente de los Fernández de Córdoba, obra de Hernández. A la derecha hay un lienzo con la Entrega de las llaves a San Pedro, obra de Jerónimo López, del siglo XVIII. Pasada la puerta de la sacristía está la capilla del Ecce Homo y luego el potente retablo neoclásico de San José, obra de Ignacio de Tomás de hacia 1790; la imagen titular es de Joaquín Arali Solanas y el tondo de la Muerte de San José se cree de Diego Monroy Aguilera.
Sigue la monumental capilla del Sagrario, cuya portada fue proyectada por Pedro de Mena Gutiérrez y labrada entre 1755 y 1763 por Juan del Pino Ascanio. Las puertas de madera fueron hechas por Agustín Díaz Cantarero en 1771. El interior, trazado por Leonardo Antonio de Castro, se realizó entre 1740 y 1772. La decoración y el templete con la Inmaculada son obra de Pedro de Mena Gutiérrez. Se adorna con relieves de la vida de Cristo y figuras diversas, destacando los Evangelistas de los ángulos, tallados por José de Medina. El programa iconográfico de la capilla se configura con los Padres de la Iglesia, santos defensores de la Eucaristía y símbolos eucarísticos. Los lienzos, debidos a Juan de Dios Hernández en 1772, representan la Destrucción de los Sacrificios Paganos, el Triunfo de la Iglesia, y la Ley de Gracia.
De nuevo en la nave, tras el Corazón de Jesús, hay un resto de alfarje mudéjar con relieve de la Virgen con el Niño, de hacia 1500, inspirada en modelos cuatrocentistas, y escudo de Diego Fernández de Córdoba.
A continuación se halla la antigua capilla del Sagrario, decorada con pinturas, que tiene un retablo de hacia 1620, con un Crucificado de inspiración manierista y tres lienzos con San José, Cristo de Burgos y San Ignacio de Loyola. Sobre el altar se encuentran las imágenes de Jesús del Amor, nazareno compuesto en el siglo XIX por Pedro Ortega Muñoz de Toro, y Nuestra Señora de la Paz, realizada en 1982 por Juan Martínez Cerrillo.
En el paso que va de la iglesia a la sacristía está una imagen del Evangelista San Mateo de segunda mitad del siglo XVIII. Es muy rica la colección de platería de esta iglesia, destacando el templete del Corpus, del segundo tercio del XVII, y el elegantísimo ostensorio de viril radiado con los escudos de Comares y Medinaceli, un poco anterior. También interesantes son el portaviático de Ruiz, 1773, y varias obras punzonadas por Francisco Alonso del Castillo, Aranda, Damián de Castro, Antonio de Santacruz y Castejón Aguilar. En el despacho parroquial hay un bello lienzo del Ecce Homo, de escuela sevillana de hacia 1670 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Templo de gran tamaño, con tres naves terminadas en la cabecera en sendas capillas cuadradas que se cubren con bóvedas de nervaduras. Tras la capilla mayor existe un pequeño ábside de planta rectangular, en el que se aloja el retablo mayor, cubierto también con bóveda de nervaduras, cuyos plementos en piedra fueron pintados por Antonio Mohedano con motivos de ángeles.
Los soportes son pilares de piedra arenisca, con planta rectangular y semicolumnas adosadas. Las arquerías que separan las naves tienen cinco arcos ojivales, enmarcados en alfiz rehundido, construidos en ladrillo. La nave central se cubre con armadura de madera de par y nudillo con tirantes dobles; las laterales lo hacen también con techumbre de madera, aunque a un agua.
La altura de las naves laterales casi iguala la de la central y de ello deriva que la cubierta se forme por sólo dos planos inclinados, que la nave central no tenga iluminación directa y que los arcos formeros puedan subir hasta acercarse bastante al arranque de las cubiertas, permitiendo que los pilares que los soportan alcancen unas proporciones muy esbeltas. La puerta que comunica el templo con la Sacristía, que se adosa al lado derecho de la cabecera, la compone un arco de medio punto, de cuya línea de impostas sube una moldura a modo de alfiz con decoración de frondas. En el centro figura el escudo de los Comares flanqueado por dos leones rampantes. La parte superior de la decoración fue destruida en el siglo XIX para colocar una tribuna, hoy desaparecida. A los pies de las naves laterales se sitúan pequeñas capillas: Capilla Bautismal, cubierta por bóveda gótica de crucería simple, y Capilla del Cristo de Burgos, que tiene cúpula elíptica. Sobre el cancel de madera tallada que protege la entrada de los pies hay un coro de madera sobre columnas de hierro fundido en el que se ubica el órgano.
La Capilla del Sagrario, que se comunica con la Iglesia a la altura del segundo tramo de la nave de la Epístola a través de una portada de mármoles polícromos con minuciosas labores de embutido, es una obra señera del Barroco andaluz, diseñada por Leonardo Antonio de Castro y ejecutada entre 1740 y 1772. De planta octogonal, en alzado se levantan cuatro robustos machones, a modo de grandes pilastras con hornacinas; sobre ellas montan las pechinas de amplia base que sustentan el tambor perforado por ventanas y la cúpula gallonada. Lo determinante en la configuración de este espacio es la decoración: Sobre un zócalo de mármoles rojos de abultados placados de perfiles geométrico surge una espesa red de yeserías que se elevan hasta la cúpula en la que se concentra el mayor abigarramiento de motivos. El fondo está pintado en azul, en contraste con el blanco de las yeserías y las aplicaciones de dorados.
Entre este rico revestimiento ornamental se despliega un completo programa iconográfico, alusivo al Sacramento de la Eucaristía.
En el centro de la Capilla se encuentra el tabernáculo de madera, levantado sobre cuatro altares. Es una estructura abierta con arcos de medio punto sobre originales estípites calados con ángeles y sinuosas rocallas. En el exterior de la Iglesia destaca también la Capilla del Sagrario, sobrio volumen adosado constituido por un cuerpo bajo octogonal, desde el que arranca otro cilíndrico en el que se abren ventanas de medio punto enmarcadas por molduras y golpes de hojarasca, y la cubierta con tejado cónico de tejas vidriadas polícromas. La torre, situada a los pies de la nave del Evangelio, es un delgado prisma con dos cintas de imposta que la dividen en tres cuerpos. Se corona por chapitel a cuatro aguas.
El templo posee tres portadas. La de la Virgen, orientada al Norte, consta de un vano de acceso adintelado de perfil mixtilíneo sobre el cual se sitúa un frontón curvo en cuyo tímpano, bajo dosel calado gótico, figura una escultura de la Virgen con el Niño. La portada de San Miguel o del Sol, orientada al Sur, es de composición similar a la anterior, aunque la cardina gótica que aparece como elemento decorativo en la de la Virgen es sustituida aquí por grutescos renacentistas. Ostenta el escudo de la Casa de Comares flanqueado por figuras femeninas y en el tímpano la imagen de San Miguel. A los pies del templo, en la fachada principal, se abre la portada de San Mateo entre dos gruesos contrafuertes destinados a contener los empujes de las bandas de los arcos formeros. Esta portada, cuya traza se atribuye a Hernán Ruiz II, ofrece un ingreso en arco de medio punto decorado con grutescos y con medallones con bustos en las enjutas. El vano de ingreso se flanquea por pares de columnas sobre las que hay pequeños frontones con las representaciones de San Pedro y San Pablo. Se corona el conjunto por un gran arco, a modo de venera, en cuyo centro se encuentra la representación escultórica del titular del templo.
Alberga la imagen de la Virgen de Araceli tras la Romería de Bajada desde su Santuario en abril, guardándose en ella hasta su Subida en el mes de junio.
Empezó a construirse en 1498 a expensas de Don Diego Fernández de Córdoba (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Considerada como la Catedral de la Subbética, esta iglesia responde a los cánones artísticos gótico-mudéjares y renacentistas. En este lugar posiblemente fue donde se encontraba la antigua sinagoga y luego mezquita de la ciudad, hasta que en 1240, después de la conquista cristiana, se adaptó al nuevo culto. La iglesia que actualmente conocemos fue iniciada por Hernán Ruiz I en 1498, en la parte de la cabecera, donde presenta tres capillas cubiertas con bóvedas de crucería cuyos plementos fueron policromados por el pintor Antonio Mohedano. De la misma época son las portadas de la Sacristía y la exterior de Ntra. Sra. de la Umbría.
En cambio, la portada de San Miguel, realizada en 1544, muestra la transición del gótico al renacimiento, mezclando elementos decorativos de ambos estilos.
El resto del edificio es renacentista, presenta tres naves con grandes pilares donde se apoyan arcos apuntados de inspiración mudéjar, así como una portada principal de claras influencias clásicas.
En su interior destaca el retablo mayor, una obra maestra del manierismo español. Está elaborado en su parte arquitectónica por Jerónimo Hernández y en su imaginería por Juan Bautista Vázquez el Viejo.
En el interior del templo de San Mateo sobresale la magnífica capilla del Sagrario, realizada entre 1740 y 1772 sobre trazas del ilustre arquitecto local Leonardo Antonio de Castro y considerada como una de las joyas del barroco cordobés, y una de las obras escultóricas más importantes del barroco andaluz.
Presenta una magistral portada de jaspe negro, rojo y blanco, teniendo infinidad de embutidos de diferentes hechuras, tamaños y colores, realizada por el célebre maestro Juan del Pino Ascanio, natural de esta ciudad.
La Capilla del Sagrario tiene planta octogonal y en su alzado se levantan cuatro robustos machones, que a modo de pilastras sustentan cuatro pechinas que sirven de apoyo al tambor perforado por ventanas y la cúpula gallonada. Los maestros Jerónimo y Acisclo Ramírez de Quero dirigieron las obras, mientras que el recargado plan decorativo del conjunto, repleto de símbolos eucarísticos, doctores de la Iglesia, santos relacionados con la devoción al Santísimo Sacramento, elementos ornamentales de carácter vegetal o geométrico, espejos, fue encomendado al escultor local Pedro de Mena y Gutiérrez, que realizó tanto el trabajo de los estucados como la talla del grandioso tabernáculo que se alza en el centro de la capilla.
Entre tanto motivo ornamental se alzan tres grandes lienzos que representan temas como la Destrucción de los sacrificios paganos, el Triunfo de la Iglesia y el Triunfo de la Ley de Gracia (Diputación Provincial de Córdoba).
Establecidos los franciscanos en Lucena en 1550, en la ermita de Madre de Dios, reconstruyeron la iglesia entre 1620 y 1630, terminándose el convento en la década de 1670. El templo es de cruz latina, cubierta por cañón con lunetos, usando en el crucero cúpula sobre pechinas. A la nave abren cuatro capillas por el lado izquierdo y una por el derecho.
El retablo mayor, con traza de Leonardo Antonio de Castro, se contrató en 1696 con José Matías Sánchez. En el banco figuran lienzos con San Luis de Tolosa, San Francisco de Asís, San Pascual Bailón y San Bernardino de Siena. Ocupa la hornacina principal la Inmaculada Concepción, talla granadina de fines del XVII con ráfaga de plata del XVIII, obra de Antonio de Santacruz, en las calles, San Buenaventura y Santa Clara. En el ático, talla del Crucificado flanqueado por tablas con Santo Domingo y San Francisco de Asís, atribuidas a Leonardo Antonio de Castro. Recientemente se han colocado aquí las imágenes del Resucitado, de Manuel Luque Bonillo, de 1998, y Nuestra Señora de los Ángeles, de vestir, obra de Francisco Romero Zafra, de 2001.
Al frente de los brazos del crucero hay dos lienzos barrocos con la Lapidación de San Esteban y la Caída de San Pablo. Preside el testero izquierdo un retablo con pintura del Milagro de la Porciúncula con el donante, Gaspar Álvarez de Sotomayor, obra anónima de 1620. En el banco se ven pinturas de la vida de San Francisco, San Pedro y San Pablo, la Inmaculada y San José con el Niño. Al centro se ha colocado la talla de la Virgen Madre de Dios, titular del templo, procedente del retablo mayor. La cabeza es del XVI, el cuerpo del XVII y el Niño del XVIII.
En el brazo derecho se abre la capilla actualmente dedicada a Nuestra Señora de las Angustias; el grupo, popularmente llamado Virgen de Piedra, fue tallado en Sevilla por el académico Blas Molner en 1799. En el testero del brazo puede verse el retablo de la Inmaculada, hoy de San Diego de Alcalá, realizado por Diego de Ramos en 1728. La talla del titular es de primer cuarto del XVII y las de Santa Ana y San Joaquín, de época del retablo.
Las capillas de la izquierda contienen algunas imágenes de interés, destacando San José con el Niño carpintero, del XVIII, y el Cristo de la Pasión, de hacia 1600, acompañado de la Virgen Dolorosa del mismo nombre, también del siglo XVII. Las capillas del sotocoro se encuentran unidas y en ellas se veneran el Cristo atado a la Columna, de escuela granadina de hacia 1700, cercano a Diego de Mora, y Jesús Nazareno de la Pasión, imagen devota de vestir, de formas granadinas de hacia 1725. Las imágenes de la cofradía de la Pasión fueron restauradas por Luque Bonillo entre 1995 y 1996.
La única capilla del muro derecho tiene un retablo anónimo de hacia 1750 con San Pedro de Alcántara, talla granadina de fines del XVII de un seguidor de Pedro de Mena. Sigue el retablo de San Francisco de Asís, obra de Francisco José Guerrero de hacia 1740, con los santos Clara de Asís y Benito Negro; la imagen titular es del XVII, también del círculo de Pedro de Mena. En una urna sobre la mesa hay una cabeza del Ecce Homo, granadina de hacia 1700.
A continuación se encuentra un retablo anónimo de hacia 1740 con San Antonio de Padua, de hacia 1700; lleva lienzos pequeños con San Bernardino de Siena y San Pascual Bailón y en el remate, un Cristo de marfil. Bajo el coro se halla el Jesús Cautivo de Medinaceli, de vestir, realizado por el escultor local Muñoz de Toro en el siglo XIX, y en el cancel de la puerta principal se un busto de Dolorosa de tipo granadino de fines del XVII.
Tiene coro alto a los pies, con sillería alta y baja de fines del XVII, en cuyos respaldos hay pintados santos franciscanos. El coro se completa con un Calvario de talla sobre la reja y, en la sillería, tres pequeñas imágenes de San Francisco, San Pedro de Dueñas y San Juan de Cetina. El órgano se construyó en 1732 y la caja se renovó hacia 1770. Entras las obras conservadas en la sacristía están una imagen de San Crispín, de hacia 1700, cuatro lienzos de segunda mitad del siglo XVII con santos caballeros y restos de un Apostolado de hacia 1610, muy retocado, atribuido por Ramírez de Arellano al pintor Antonio Mohedano (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La iglesia está compuesta por una sola nave con bóveda de cañón, y pequeña nave lateral que conforman capillas de plantas cuadradas entre machones. Coro a los pasos de la nave. Posee crucero y presbiterio cuadrangular, habiendo desaparecido la capilla lateral izquierda mayor.
Del convento, muy reformado y prácticamente de nueva planta, solo queda un hermoso claustro de correctas proporciones, que posee una fuente pétrea en su centro. Arcadas de medio punto sobre columnas de orden dórico, apoyadas sobre basas que se unen por un pequeño zócalo. Esta arcada se repite en planta superior, con una escala menor en altura, también unidas por zócalo a modo de pretil. Imposta de fuertes proporciones. Cornisa ambas plantas.
Fuente de planta hexagonal en escalinatas y lobuladas con exedras en vaso. Solería del claustro en damero negro y blanco y de baldosas hidráulicas. Se han producido grandes reformas, con restauración de forjados y dependencias de nueva planta.
La iglesia se hizo entre 1620 y 1630 y en la década de 1670 se terminó la parte conventual (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Aunque la iglesia se fundó en 1558, su aspecto actual corresponde a las obras realizadas en 1620 por el maestro de obras malagueño Francisco de Lucena, sobre una antigua ermita medieval.
Presenta una sencilla portada manierista que da paso a una amplia nave de planta de cruz latina, con capillas laterales, centrado en una elevada luminosa cúpula semiesférica. El altar mayor está presidido, por un bello retablo de estilo barroco salomónico, elaborado por el granadino José Matías Sánchez, sobre trazas de Leonardo Antonio de Castro. Así mismo destacan los retablos menores y una imaginería de notable interés, destacando sin duda la imagen del Crucificado de Pasión, de estilo manierista, y la de San Pedro Alcántara, atribuida con fundamento a Pedro de Mena, al igual que la de San Francisco de Asís. De la escuela de Mora es un Cristo amarrado a la columna. En la vieja capilla del sagrario se venera Nuestra Señora de las Angustias, una Piedad realizada en 1799 por Blas Molner.
El convento anejo se organiza en torno a un bello patio, de planta cuadrada y de grandes dimensiones formado por dos claustros, alto y bajo, con arcadas sobre columnas dóricas en el inferior y jónicas en el superior, y centrado con una monumental fuente de planta mixtilínea y barroco pilar de doble taza, de comienzos del siglo XVII (Diputación Provincial de Córdoba).
Fundado el convento en 1635 trazó el templo el maestro Juan Trujillo Moreno en 1669, concluyéndose entre 1700 y 1726 bajo la dirección de Alberto de Guzmán. El interior es un espacio elíptico, cubierto por cúpula oval sobre tambor, rematada por linterna también ovalada. Se trata de uno de los espacios más originales realizados en Córdoba en el ámbito del Barroco.
El retablo mayor fue contratado en 1730, realizándolo Martín de los Reyes con proyecto de Francisco José Guerrero. La imagen de la Inmaculada ocupa la calle central y en los laterales hay figuras de vestir de santos obispos Martín y Agustín, de escuela granadina y de la época del retablo. Remata el Crucificado entre San José con el Niño y Santo Tomás de Villanueva. A los lados del presbiterio hay dos cuadros de hacia 1750, una Alegoría del Buen Pastor y la Divina Pastora, según el modelo de Alonso Miguel de Tovar.
El púlpito con el ostentoso tornavoz se debe a los autores del retablo, hacia 1735. Frente a él se ve un cuadro de la Coronación de la Virgen, de segunda mitad del XVII. Los pequeños retablos de la iglesia son todos semejantes, realizados por Francisco José Guerrero en 1735. Los tres del lado izquierdo están dedicados a Santa Mónica, Corazón de Jesús y San Nicolás de Tolentino; los dos de la derecha, a Santa Rita y la Virgen de Consolación. A los pies está el paso de la Lanzada, obra de Pedro Ortega Muñoz de Toro, hacia 1800 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Este convento, fundado en 1635, comenzó a adquirir su actual fisonomía arquitectónica a finales de aquella centuria. En un limpio paralelepípedo cubierto a dos aguas se halla inscrita una torre dodecagonal con las aristas reforzadas por contrafuertes, que guarda en su interior la gran bóveda oval con la linterna inclusive. El interior del templo se configura por un espacio elíptico, cubierto por cúpula oval de diez paños, sustentada por un tambor perforado por ventanas y rematada por linterna también ovalada. En los extremos del eje principal se han dispuesto transversalmente dos espacios rectangulares; el primero, ocupado por el presbiterio, se ve prolongado en los lados por el coro bajo y la sacristía; el segundo, a los pies, recibe el coro alto y el vestíbulo y se proyecta en dos capillas laterales, quedando todo el conjunto espacial del templo inscrito en un rectángulo. Se trata de uno de los espacios más originales realizados en Córdoba en el ámbito barroco (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Esta iglesia pertenece a una comunidad de religiosas Agustinas Recoletas, cuya fundación se remonta a 1639, aunque las obras de este extraordinario edificio se iniciaron en 1669 sobre trazas del arquitecto local Juan Trujillo Moreno, siendo culminadas en 1726, tras recibir el último impulso director por parte del arquitecto Francisco Hurtado Izquierdo, quién realizó las impresionantes portadas.
Su espacio principal es, precisamente, un monumental recinto elíptico de disposición longitudinal, esquema que también se repite en su alta cúpula elevada en tambor.
En su interior destaca el retablo mayor, realizado en 1730 por Martín de los Reyes, según diseño de Francisco José Guerrero, notablemente influenciado por los modelos estilísticos de Francisco Hurtado Izquierdo. Así mismo cinco retablos menores, del mismo autor y tracista, ocupan los paramentos de la planta de la elipse (Diputación Provincial de Córdoba).
El antiguo templo de los Mínimos es actualmente parroquia con el título de Santo Domingo, en recuerdo del desaparecido convento de predicadores. Se construyó entre 1730 y 1740 con ayuda de Catalina de Aragón, duquesa de Medinaceli, sobre una ermita dedicada a San Francisco de Paula. Se ha restaurado en 2005.
Interiormente consta de una amplia nave de cañón con capillas laterales. Tiene crucero de brazos cortos y bóveda semiesférica con linterna. La cabecera se adorna con decoración pintada, que deja también registros para lienzos, destacando, en la bóveda, la Santísima Trinidad, a la izquierda la Conquista de Málaga en 1487 por intercesión de San Francisco de Paula y a la derecha, la Aprobación de las Reglas por el Papa Sixto IV. El resto se decora con santos de la orden, de menor calidad y sumamente retocados.
El retablo mayor, atribuido a Francisco José Guerrero, se hizo hacia 1740 y se doró en 1762. Tiene voluminoso manifestador y hornacina con la Inmaculada Concepción, de escuela granadina de primer cuarto del siglo XVIII, procedente de la ermita de Dios Padre. Comparten el primer cuerpo Santo Domingo y San Francisco de Paula y el segundo, Santa Lucía, el Crucificado y San Felipe Neri, de distinta procedencia. Recientemente se ha colocado como cátedra el sitial del coro de los mínimos, restaurado al efecto. En los lados frontales de los brazos del crucero hay dos retablos gemelos realizados hacia 1745. El de la izquierda tiene una hermosa efigie de San José con el Niño, obra granadina del primer cuarto del siglo XVIII, atribuida a Diego de Mora. El de la derecha, una magnífica talla policromada de San Marcos, del entorno de José de Medina, hacia 1772, restaurada en 2004. En el testero del brazo izquierdo se ve un lienzo de Cristo ungido por María de Betania, pintado por Leonardo Antonio de Castro hacia 1740. En el de la derecha, sobre la puerta de las dependencias parroquiales, cuelga otro con Milagro de San Francisco de Paula, de la misma fecha.
En las capillas del lado izquierdo de la nave hay varios retablos del XVII y del XVIII, dedicados a San Blas, la Virgen de las Angustias, y la Virgen del Rosario, ésta de vestir del siglo XVIII, procedente de Santo Domingo y restaurada en 1992. En el lado derecho están la Virgen de la Victoria, procedente de Jauja, el retablo de San Cayetano, del XVIII, y el de San Miguel. En la capilla del Santo Cristo de la Sangre, obra del arquitecto Manuel Roldán del Valle en 1998, se encuentra la interesante imagen titular, realizada en México hacia 1600 y restaurada en 1985. Nuestra Señora del Mayor Dolor, obra de Antonio Castillo Lastrucci de 1957, fue restaurada en 1994. En las paredes hay cuadros de la Virgen con San Cayetano, La Virgen con Santo Domingo, del XVIII y un San Francisco de Asís meditando, inspirado en el Greco, del XVII.
En el sotocoro, se ve una urna con la Virgen de Araceli, al lado izquierdo, y, a los pies, un altar con el Señor de la Oración del Huerto, tallado por Luque Bonillo en 1995, y la urna de San Inocencio, del XIX. El órgano del coro es del siglo XVIII (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Fue erigida a mediados del siglo XVIII. Compuesta por tres naves con crucero. Presenta un estilo barroco que a partir del siglo XIX por sucesivas restauraciones cambia de estilo y concepción original. Interesante por sus proporciones, la nave central más ancha y de gran altura con respecto a las laterales de menores proporciones. se cubre la nave central con bóveda de cañón, interseccionando con lunetas a los que abren huecos rectangulares abocinados de iluminación. Los arcos fajones apoyan sobre un gran friso moldurado (estilo neoclásico) que recorre perimetralmente toda la iglesia.
Limita con las naves laterales por muros de gran espesor calados con arcos de medio punto de proporciones de las naves laterales. Se cubren éstas con bóvedas de arista rebajadas entre arcos fajones moldurados.
El crucero se cubre con cúpula sobre pechinas con pequeño cimborrio en su centro magníficamente decorado con yesería y pintura. Las alas del crucero así como la capilla mayor se cubren con bóvedas de cañón. Posee tres puntas.
La portada principal, de tres cuerpos y remate en frontón triangular. El primer cuerpo en piedra con hueco de medio punto, adintelado y enmarcado por dos pilastras. El segundo en ladrillo con hornacina central y tímpano partido, continuando en su interior una gran escultura de San Domingo y flanqueado por dos pequeños huecos con motivo triangular.
Los muros al exterior poseen zócalos de sillares y mampostería de piedra alternando con verdugados de ladrillo horizontales y paños verticales.
Posee espadaña-campanario de base angular.
La iglesia de San Francisco de Paula es actualmente parroquia con la advocación de Santo Domingo, al haber desaparecido el templo dominico de aquella titularidad. Se construyó esta antigua iglesia conventual de los Mínimos entre 1730 y 1740 sobre una ermita erigida en 1690 en honor de San Francisco de Paula (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Antiguo templo conventual de los frailes Mínimos o Victorios que se construyó sobre una ermita dedicada a San Francisco de Paula realizada por voto de la ciudad durante la epidemia de peste de 1680.
El templo edificado en 1730 sobre trazas de fray Juan Rodríguez de Ocampo presenta una planta de cruz latina con capillas laterales comunicadas entre sí a modo de pequeñas naves laterales abiertas a los brazos del crucero.
Sobre el crucero se alza la cúpula sobre pechinas, profusamente decoradas con yeserías, enmarcando los blasones de la ciudad, del titular del Señorío de Lucena y de la orden Mínima; dando paso al altar mayor donde se sitúa un magnifico retablo barroco, obra atribuida a Francisco José Guerrero. También destacar numerosas obras artísticas como la imagen del Cristo de la Sangre, de origen colonial elaborada con médula de maíz y madera de acacia; la talla de San José, del taller granadino de José de Mora; y la imagen de San Marcos atribuida al escultor José de Medina.
Posee una elegante espadaña angular de la segunda mitad del siglo XVIII, muy semejante y de la misma época que la de la Parroquia de Santiago (Diputación Provincial de Córdoba).
Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno.- Esta capilla, aneja al templo dominico de San Pedro Mártir, se edificó entre 1758 y 1803. Es de planta circular, con evidentes resabios barrocos. Entre 1838 y 1844, se le añadió el espacio oval, de estilo académico. En 1987 se le añadió el espacio oval, de estilo académico. En 1987 se hizo otra ampliación, también de planta circular, obra de Manuel Roldán del Valle construida sobre el solar del viejo templo dominico. En la primera rotonda se veneran las imágenes de San Juan Evangelista, atribuida a Miguel Verdiguier, de hacia 1789, y Nuestra Señora del Socorro, realizada en 1994 por Luis Álvarez Duarte. En el muro están un interesante lienzo de la Piedad de fines del siglo XVII y una reciente hornacina con la talla de la Virgen con el Niño, de escuela granadina del último cuarto del siglo XVI, que apareció en un nicho de la cripta hacia 1986.
La capilla primitiva está presidida por Jesús Nazareno, imagen de rasgos fuertemente arcaizantes; es de talla completa y está documentada desde la fundación de la cofradía en 1599, aunque hay opiniones que adelantan su fecha hasta 1510-30. Se cobija en un baldaquino de mármol obra de de Andrés Cordón, de 1779, con remate de madera de Luis Tirado, de 1801.
En el arco de la derecha se encuentra el Yacente, obra de Miguel Verdiguier de 1774, en una urna realizada por Pedro de Mena Gutiérrez en 1769. Encima está el cuadro de la Inmaculada, obra cercana a Sebastián Martínez, de mediados del XVII. Repartida por el recinto hay una serie de lienzos con la Infancia de Cristo, unos de escuela sevillana y otros del círculo granadino de Juan de Sevilla, del último tercio del siglo XVII. En la rotonda nueva se han dispuesto hornacinas con las imágenes de la Mujer Verónica y la Magdalena, ambas de Álvarez Duarte, de 1995 y 1996 respectivamente (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La actual capilla es el resultado de un largo proceso constructivo que comenzó en los años finales del siglo XVIII, terminándose en 1844 como puede leerse en la portada. Recientemente el edificio ha sido ampliado con una nave transversal situada en el muro del Evangelio, restándole espacio al antiguo Convento de Santo Domingo de Guzmán, al que se encuentra adosada la capilla.
Construida en estilo neoclásico, presenta planta rectangular, organizándose el interior por medio de dos espacios circulares que se unen por medio de un arco de medio punto, siendo el de la cabecera el tramo primitivo del templo. Las cubiertas de estos espacio son cúpulas, la primera decorada con gallones donde se abren vanos, algunos de ellos ciegos.
La del segundo tramo es en cambio rebajada. Todo el edificio está rodeado por un arquitrabe y friso que descansa en pilastras adosadas con capiteles corintios.
En el exterior destaca la portada realizada en piedra blanca, que aunque muy sencilla en su composición, es de una gran armonía, pudiéndose poner en conexión con los proyectos de los mejores arquitectos neoclásicos de la corte. Está flanqueada por pilastras toscanas adosadas que se levantan sobre pedestales que sustentan un friso decorado con triglifos y metopas y un frontón triangular. Sobre el vano de entrada, arquitrabado, un enmarque en el que aparece el anagrama J.H.S. y la fecha de 1844.
La Capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno tuvo su origen en una ermita de Santa Catalina, que quedó incorporada a la iglesia de los dominicos de San Pedro Mártir cuando se estableció esta institución en 15790. De la iglesia conventual de San Pedro Mártir, construida en 1627, solo quedan las fachadas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Esta capilla de estilo neoclásico inicialmente formaba parte del templo anejo de San Pedro Mártir, actualmente en reconstrucción, para posteriormente convertirse en un espacio independiente. La planta es rectangular con dos espacios interiores circulares cupulados de eje longitudinal que se unen por medio de un arco de medio punto.
El espacio principal, y más antiguo cumple, la función de camarín de la imagen titular, fue realizado por Vicente del Castillo y el cantero Andrés Cordón en 1758, formando un espacio circular de estilo neoclásico cubierto con cúpula gallonada. En su interior contiene un baldaquino, que cobija la imagen de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, una estructura arquitrabada sobre cuatro columnas de jaspe de la Sierra de Aras.
El segundo espacio se realizó hacia 1838 coincidiendo con el cierre del templo de San Pedro Mártir y presenta semejante disposición arquitectónica que el camarín, salvo en la cúpula, rebajada con bandas radiales muy planas.
En el aspecto escultórico destacan la imagen de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, realizada en el siglo XVI, presenta rasgos góticos; una talla de Nuestra Señora del Rosario de finales del siglo XVI; la imagen de San Juan Evangelista, de escuela de Mora, y la urna del Santo Entierro realizada por Pedro de Mena y Gutiérrez en 1769, que contiene un Cristo yacente, obra de Miguel de Verdiguier del año 1774 (Diputación Provincial de Córdoba).
Ermita de Nuestra Señora de la Aurora.- Se edificó esta ermita con el título de Nuestra Señora de la Aurora en 1715. El interior es de una nave cubierta por bóveda de cañón, y en la cabecera, bóveda semiesférica y un ramo de cañón. El retablo mayor, realizado entre 1756 y 1759, es obra del círculo de Francisco José Guerrero. Nuestra Señora de la Aurora se atribuye a José de Medina; en el ático hay un Crucificado y a los lados San Pedro y San Pablo. En el muro de la izquierda destaca un pequeño grupo en bronce de Cristo azotado por dos sayones, de estética manierista, flanqueado por esculturas de San Antonio y San José con el Niño, granadinas de mediados del XVIII. El lienzo de Nuestra Señora de la Antigua es obra popular del XVII, y de igual fecha con el Salvador y la Virgen.
Bajo la media naranja, en ambos lados, se ven dos retablos gemelos; el de la izquierda, con la Virgen del Rosario de Leonardo de Castro, y dos pequeñas efigies de San Antonio y la Magdalena; el frontero, con San José con el Niño, atribuido a José de Medina, con San Domingo y San Francisco. Repartidos por la capilla hay diferentes lienzos destacando el Apostolado, restaurado en 2003, la Piedad y, especialmente, la Virgen y el Niño con San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, de la segunda mitad del XVII. El Descanso en la vuelta de Egipto, inspirado en Correggio, es del taller de Leonardo Antonio de Castro, de primera mitad del XVIII (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El edificio corresponde a los primeros años del siglo XVIII, si bien se fue enriqueciendo a lo largo de toda la centuria.
Presenta planta rectangular de una sola nave, dividida en tres tramos más los que ocupan la cúpula y el presbiterio donde se abre un camarín. La nave se articula por medio de pilastras de orden toscano que soportan una cornisa que recorre todo el interior. Las cubiertas son de medio cañón con arcos fajones y bóveda de media naranja delante del presbiterio.
Esta se decora con yeserías en las pechinas. Este mismo elemento decorativo se repite en el camarín que presenta planta circular y donde sobresalen los temas de estípites y rocallas que alternan con cabezas de ángeles y alegorías marianas.
Recientemente se ha colocado nueva techumbre, ampliándose también la sacristía restándole espacio a un patio colindante.
La fachada, embutida en el caserío, es de mampostería y se divide en dos cuerpos rematados por frontón triangular, tras el que se adosa la espadaña. En el primer cuerpo se abre la portada, de vano semicircular que está inserta en un enmarque de piedra con pequeña cornisa, decorada en la clave. El segundo cuerpo se decora con una hornacina que alberga a la titular del templo y una ventana cerrada por celosía de obra. Cierra este cuerpo una cornisa decorada con pinjantes y un frontón con óculo. La espadaña se abre por un segundo frontón partido.
La Hermandad de Campanilleros de Nuestra Señora del Rosario estuvo establecida desde el siglo XVI en los dominicos de San Pedro Mártir, pero posteriormente obtuvieron licencia para edificar capilla propia pero con el título de Nuestra Señora de la Aurora.
No será hasta 1710 cuando la Hermandad posea un edificio propio. En este año el presbítero, el capellán y el regidor consiguieron la donación de un solar en la calle Abad Serrano para la construcción de la nueva ermita, lugar que ocupa actualmente en pleno centro de Lucena. Cuatro años más tarde, en 1714 se puso la misma bajo el patronato de la Virgen de la Aurora, con el fin de evitar su confusión con la existente en el convento dominico.
En la actualidad se mantiene la tradición de los campanilleros que rezan el Rosario. Estos salen varios sábados antes del segundo domingo de octubre, festividad de la titular, realizándose una procesión por el barrio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Esta bella ermita se erigió hacia 1715 y su cofradía mantiene la tradición, tan propia de los pueblos del sur cordobés, de los campanilleros de la Aurora.
La planta de la ermita es rectangular organizada en cinco tramos, correspondiendo el cuarto y el quinto a los espacios cubiertos por la cúpula y el presbiterio respectivamente.
La cúpula se eleva sobre pechinas decoradas con hojarascas de estuco enmarcando los blasones heráldicos del Patrono de la Capilla don. José de Arjona y Hurtado.
El retablo mayor, obra atribuible a Francisco José Guerrero, finalizado en 1759, representa en su estructura la síntesis decorativa de este retablista tan pródigo en trabajos en Lucena.
El camarín realizado para la imagen de la titular entre 1756 y 1759, es de planta circular y pequeñas dimensiones, unos dos metros de diámetro, se adapta como uno a modo de ábside a la cabecera de la iglesia, profusamente decorado con rocallas, estípites, espejos y cabezas de angelotes.
Todas las características de estilo de este pequeño espacio apuntan hacia el escultor y tallista lucentino Pedro de Mena y Gutiérrez, ocupado en esos momentos en las yeserías del Sagrario Mayor de San Mateo (Diputación Provincial de Córdoba).
Iglesia de Nuestra Señora del Valle.- Sobre una vieja ermita del siglo XVI fundaron los frailes de San Pedro de Alcántara un hospicio en 1703, por deseo expreso del duque de Medinaceli. En 1713 se constituyó en convento con advocación de San Bernardino de Siena y así permaneció hasta la desamortización de 1836. Tras pasar por variados destinos, en 1979 fue cedido por el Obispado en estado ruinoso a la Asociación Asistencial Siloe. El templo se estaba construyendo en 1722; el interior es de una sola nave con crucero de brazos inscritos y capillas laterales entre pilastras. La cubierta es de cañón con lunetos, salvo en el crucero, que es de media naranja sobre pechinas.
El retablo mayor fue realizado por Juan Abundio y Tomás de Burgos en 1760; tiene un camarín para Nuestra Señora del Valle, imagen de talla completa, pero mutilada para ser vestida; obra de comienzos del XVII, se reformó y añadió el Niño en el XVIII. A los lados hay imágenes de San Juanito y San Antonio de Padua, y en el ático, Santo Domingo, San Bernardino y San Francisco. En el crucero, a la izquierda hay dos retablos barrocos; el del frente tiene la Inmaculada Concepción, de bella factura y estética granadina de hacia 1700, cercana al estilo de José de Mora, y el del testero, a San Francisco de Asís, interesante talla de comienzos del XVIII. El primer retablo del brazo derecho es similar al de la Inmaculada, con la imagen de San José, de las mismas características. El del testero tiene un lienzo con San Judas Tadeo, de comienzos del siglo XVIII, firmado por Bartolomé Polonio en Montilla.
A la izquierda de la nave el primer altar es el de San Antón, imagen de taller local de fines del siglo XVII. Sigue el altar de la cofradía del Valle, de 1802; lo preside Nuestro Padre Jesús del Valle, Nazareno de vestir con cabeza de terracota del XVIII, representado en el episodio de la Mujer Verónica, y Nuestra Señora de la Amargura, de igual fecha, procedente de San Francisco de Paula. En el lado derecho están los altares de San Pascual Bailón y San Pedro de Alcántara, imágenes del XVIII, y Santa Marta, del XVII.
De la colección pictórica merecen destacarse dos lienzos de escuela granadina, de excelente factura, fechables hacia 1670, la Visión de San Francisco, en la escalera principal, y la Virgen del Rosario con Santo Domingo, en la escalera secundaria, atribuidos a Juan de Sevilla. También los atribuidos a Leonardo Antonio de Castro: la Coronación de la Virgen con San Joaquín y Santa Ana, y un San José con el Niño de modelo murillesco (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Fundada a extramuros de la Ciudad, por los Franciscanos Descalzos (Alcantarinos) en 1713, en la que ya era ermita de la Virgen del Valle. Desamortizado en 1835, hasta finales del siglo pasado, principios de este no fue ocupado por otra Comunidad. Destinado muchos años como Casa Asilo de los Ancianos Desamparados, a inicios de la década de los ochenta se convierte en uno de los Hogares de la obra de Jesús Abandonado. Se han llevado a cabo importantes obras de restauración. La iglesia, de no muy grandes dimensiones, consta de una sola planta con capillas laterales.
En su interior destaca el retablo mayor realizado por Juan Abundio de Burgos. Ejecutado entre 1760 y 1763, es de madera de pino de Flandes tallada y dorada.
La calle central está totalmente ocupada por la boca del camarín de la Virgen del Valle, con arco de medio punto (Diputación Provincial de Córdoba).
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