Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame Explicarte el Arco del Postigo del Aceite, de Sevilla.
El Arco del Postigo del Aceite [nº 19 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la confluencia de las calles Dos de Mayo, Arfe y Almirantazgo; en el Barrio del Arenal, del Distrito Casco Antiguo.
El Postigo del Aceite se abre en la muralla que rodeaba Sevilla, permitiendo la comunicación de la ciudad con las Atarazanas reales, con el río Guadalquivir y con los baldíos de terrenos que se situaban en el llamado Arenal. Esta puerta debe su nombre a la proximidad en la que se encontraban los almacenes de aceite, en las inmediaciones del puerto.
Responde a una de las tres disposiciones diferentes que tenían las primitivas puertas de la cerca islámica antes de ser reformadas en el siglo XVI. Se trataba de una puerta flanqueada por dos torres, de acceso directo y protegida por una barbacana. Excavaciones efectuadas en ella, documentaron que el acceso a la barbacana se encontraba desenfilado con respecto a la puerta, de manera que había que realizar un quiebro en ángulo recto para acceder a ella, algo muy típico en este tipo de puertas.
Los accesos de la muralla sevillana se dividían en puertas y postigos, definiéndose los postigos como las puertas no principales de la ciudad. Este lugar también es conocido popularmente como "arco del Postigo del aceite".
La muralla se coronaba superiormente por una doble línea de almenado, una a cada lado del paseo de ronda. A la altura del mismo cada una de las torres, que hasta este nivel eran macizas, cuentan en el cuerpo superior con una cámara abovedada, que actualmente se utilizan como viviendas.
Al exterior las dos torres están enlucidas y encaladas, y conservan una verdugada de ladrillo a distinta altura en cada una de ellas. Por la fachada de la calle Almirantazgo podemos apreciar un hermoso escudo en relieve con la inscripción que data su reconstrucción en 1573. Al pie de esta fachada existe una pequeña capilla del siglo XVIII dedicada a la Inmaculada.
Desde la parte de la ciudad el acceso se presenta como un gran vano escarzano, de gran anchura, situándose en el lado derecho la capilla de la Inmaculada Concepción. Sobre el vano se aprecia una superficie plana en la que se presenta una gran lápida fechada en 1573, en la que se da fe de la fecha de su última construcción, sobre la que se presenta en un tondo el escudo de la ciudad con San Fernando, San Isidoro y San Leandro, rematándose el conjunto por una especie de frontón triangular con cabeza de ángel en el tímpano y jarrones con flores de remate. El conjunto se remata a ambos lados con merlones de capuchón.
En el interior de la puerta se observan las quicialeras de la gran puerta que debió de cerrarlo, además de las ranuras en sus laterales donde se colocaban grandes tablones para evitar que las aguas provocadas por las grandes avenidas del río entrasen en la ciudad. En el lado del Arenal, el Postigo se encuentra adosado en su lado izquierdo con las Atarazanas reales. Esta fachada se encuentra muy modificada debido a las intervenciones a las que fue sometida a finales del siglo XVI. Presenta un gran vano escarzano apoyado en una pilastra, flanqueado por una pilastra en el lado derecho, ya que el lado izquierdo se embute en las Atarazanas. Sobre él un entablamento se corona tres medios pilares rematados en bolas unidos por dos antepechos cóncavos.
La puerta se presenta encalada en blanco en el lado de la ciudad, presentando color albero en el interior del gran vano escarzano que se prolonga a la fachada del Arenal, en la que solo aparece en blanco el entablamento de la puerta. En el lateral de las Atarazanas se sitúa un retablo cerámico dedicado a la Piedad de la Hermandad del Baratillo.
Esta puerta se ha identificado con la bab al-Qatai que las fuentes musulmanas citan en relación a la construcción de las atarazanas almohades en 1184.
En cuanto a su origen, existe unanimidad entre los historiadores sevillanos a la hora de vincularlo a la presencia en sus cercanías del mercado y los almacenes de aceite, cuya existencia la tenemos documentada al menos desde 1413.
La denominación popular de Postigo del Aceite no aparece documentado como topónimo en las fuentes musulmanas, ni en los documentos castellanos del siglo XIII, en los que se denomina "puerta de la Azeytuna", apareciendo registrado por vez primera en 1345 y generalizándose en el siglo XV.
La historiografía sevillana ha denominado a esta puerta con otros dos nombres, como son el de las Atarazanas y Azacanes, que también se han aplicado al postigo del Carbón.
Las puertas de la muralla sevillana se transformaron en el siglo XVI, al amparo del extraordinario auge que experimentó Sevilla debido a su comercio con América. Las reformas tuvieron como objetivo dotar a las puertas de una mayor funcionalidad, facilitando el tráfico a su través, convertirlas en elementos puntuales de ordenación urbana, abriendo calles focalizadas por ellas, y dotarlas de un nuevo
significado simbólico, eliminando los vestigios de la dominación islámica y revistiéndolas de un nuevo lenguaje clásico, que incluiría la colocación de escudos e inscripciones.
La reforma de las puertas se convirtió en una verdadera operación urbanística dentro de la ciudad, en la que hay que destacar las actuaciones de los asistentes Francisco Chacón, en la década de 1560 y de Francisco de Zapata, Conde de Barajas, en la de 1570.
Bajo la iniciativa del Conde de Barajas trabajó Benvenuto Tortello, Maestro Mayor de la ciudad, a quien se debe la reforma del Postigo del Aceite. Sabemos, gracias a un memorial autógrafo de él, fechado en 1569, que este arquitecto proyectó la reforma cuyas obras concluirían cuatro años más tarde. La misma consistió en la unión de las dos torres en un solo cuerpo, a la vez que se rozaban la parte baja de las mismas con el objeto de facilitar el tránsito. También se procedió a la colocación de una lápida con inscripción en castellano conmemorativa de las reformas en la que aparece la fecha de conclusión de las mismas, 1573, y un escudo con las armas de la Ciudad que todavía hoy se conservan en la fachada Este de la puerta.
Gran parte de la muralla fue destruida en el siglo XIX debido a la expansión de la ciudad. En la actualidad sólo se conserva la puerta de la Macarena, el Postigo del Aceite y fragmentos de la Puerta Real y de la Puerta de Córdoba, así como restos del Postigo del Carbón.
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