Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Cementerio "San Fernando", de Sevilla.
Hoy, 2 de noviembre, Conmemoración de todos los Fieles Difuntos. La Santa Madre Iglesia, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Cementerio de San Fernando, de Sevilla.
El Cementerio "San Fernando", se encuentra en la avenida Doctor Fedriani, s/n; en el Barrio de La Bachillera, del Distrito Norte.
Situado en el camino de Brenes, al noreste de la ciudad, lugar que hasta entonces había sido destinado a enterramientos provisionales en épocas de epidemias en la ciudad, y motivo por el cual la zona había quedado relacionada con el uso funerario, pareciendo lógico que dicho enclave fuera el destino para el Cementerio general. En 1849 las autoridades de Sevilla eligieron para dicho fin una de las huertas que lindaban con San Lázaro, llamada de “Lérida” o de “Leira”, cuyas características topográficas del terreno y su situación con respecto al Hospital de San Lázaro, favorecieran a la elección de dicho destino. Los trámites para llevar a cabo el proyecto de construcción de este necesitado servicio público, se acometieron con bastante celeridad y hacia 1850, tras haber superado todos los trámites, se comienzan las gestiones para la presentación de proyectos. En 1851, el arquitecto titular del Ayuntamiento, D. Balbino Marrón y Ranero, presenta el proyecto, aprobado por la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, para la edificación de la nueva necrópolis, de ambicioso y espléndido diseño, presentaba todas las novedades que hasta el momento se conocían en materia de Cementerios. El camposanto se extendía desde el antiguo “Camino de Cantillana” hasta el “Camino viejo de Córdoba”. Interiormente, el arquitecto plantea una planta trapezoidal con un ordenado trazado en damero, conformado por calles, senderos, plazas, rotondas y jardines, que se veía influenciado por otras necrópolis europeas como las francesas e inglesas. Este denominado “cementerio-jardín”, pese a la brillantez del proyecto tan solo se levantó en sus líneas maestras, presentando hoy el aspecto general planteado en el siglo XIX, levemente modificado por ampliaciones y reformas posteriores, pero omitiendo las grandiosas labores de jardinería, debido al avance de tumbas, mausoleos y capillas funerarias de diversa índole, y no levantándose ni la portada ni la espléndida capilla que proyectara Marrón.
El Cementerio de San Fernando abrió sus puertas oficialmente el día 1 de enero de 1853, y como en todas las obras de esta envergadura los trabajos seguían adelante, y es que hasta finales del siglo XIX no nos encontraremos con un conjunto definido. Pero hemos de tener en cuenta que de estos primeros años de actividad del Cementerio ya se nos presentan algunos panteones que más tarde analizaremos.
Destacaría en estos primeros años del Cementerio, la creación del “Cementerio de Disidentes de la religión Católica”, que habiéndose proyectado como una edificación separada, terminó por ocupar su espacio en el recinto, y es que aprovechando la irregularidad del terreno, sendos proyectos de D. Juan Talavera de la Vega en 1874 y D. Francisco Aurelio Álvarez Millán en 1876, se encargaron de segregar la cuartela de forma triangular que se extendía a la derecha de la fachada del Cementerio de San Fernando, y que sería el espacio destinado al mencionado “Cementerio Disidente”.
Hacia 1909, el Ayuntamiento hispalense acometerá unas obras para el saneamiento del interior del recinto, presentándose varias propuestas para establecer desde la entrada una zona extensa de edificaciones que mejorara la estética y ordenación del interior. En 1916 se realizará el primer plano del Cementerio de San Fernando en el siglo XX, siendo el encargado de ello D. Antonio Arévalo. De estas mismas fechas es la primera propuesta de construcción de un horno crematorio, proposición planteada por uno de los concejales del Ayuntamiento, servicio el cual comenzó a prestarse a finales del siglo XX.
En el año 1917 se aprueba un nuevo Reglamento que sustituyera al de 1852, donde se adecua el funcionamiento de la necrópolis en función de las necesidades del momento. Un año más tarde, en 1920, se produce una ampliación del cementerio mediante proyecto de D. Antonio Arévalo, ya que el proyecto de D. Balbino Marrón se vio superado dado el crecimiento de la ciudad y la población, que habiendo sido criticada por algunos, ganó adeptos con la proyección del sistema de enterramientos en nichos que había quedado en desuso en el siglo XIX.
En torno a los años treinta de la pasada centuria se iniciaron tareas de pavimentación, ajardinado y la mejora del paseo central y la rotonda del Cristo de las Mieles, bajo la dirección del arquitecto municipal D. Antonio Pérez Bergali.
El Cementerio hispalense sufrió los avatares históricos del momento, adaptándose a las nuevas leyes establecidas por la República implantada en España entre 1931 y 1939, y el convulso momento de la Guerra Civil entre 1936 y 1939, fechas en la que debido a la presencia de las tropas marroquíes aliadas y los problemas que sus sepelios podían ocasionar, motivaron la construcción de un pequeño “Cementerio Musulmán” adosado a la tapia trasera del por entonces cementerio católico.
El Cementerio de Sevilla, pese a lo difícil de la situación en el país, no sufrió graves alteraciones en cuestiones de institución, y las obras de infraestructuras iniciadas con anterioridad siguieron su curso, como también lo hizo el proyecto de ampliación que se va concretando en el interés municipal por los terrenos linderos con la parte posterior de la necrópolis, que se correspondían con una finca perteneciente a la empresa CAMPSA, y que años más tarde acabaría por integrarse y convertirse en la primera ampliación a gran escala, ya que posteriormente se llevaría a cabo otra ampliación en el siglo XXI en los terrenos linderos con el “Cementerio Disidente”.
Con la restauración de la democracia se reunificaron los terrenos del Cementerio, volviendo a ser un conjunto en su totalidad.
Solucionado el problema de espacio, la preocupación para las autoridades era la de urbanizar el recinto para lo cual se llevó a cabo la creación de zonas ajardinadas, una escrupulosa limpieza y la correcta demarcación de las calles, en la que se articula la avenida principal denominada Calle Fe, que mediante la Rotonda del Cristo de las Mieles se prolonga hasta la Calle Esperanza que alcanzará la Rotonda de la Caridad y que vertebrará el resto del callejero de la necrópolis.
No obstante hemos de mencionar que el estado de conservación del mismo debe ser revisado, y aunque las obras de adecuación han comenzado y se están restaurando algunas zonas y monumentos, muchos otros panteones, generalmente de particulares, están necesitados de dichas labores conservativas.
La portada principal, trazada por D. Manuel Galiano en 1866, ésta no llegó a realizarse, siendo la definitiva de los arquitectos D. Francisco Aurelio Álvarez Millán y D. José Sáez entre 1866 a 1888. Dicha portada presenta una interesante verja en hierro dulce o forjado, que es lo más destacable, siendo su arquitectura una sencilla puerta adintelada con sendos pilares cuadrangulares con pilastras adosadas, todo realizado en ladrillo visto, tan del gusto del momento. Destaca el remate decorativo del dintel realizado en forja, con motivos vegetales y roleos que se entrelazan, todo ello culminado con una fina cruz latina. Sobre los pilares unos escudos coronados en cuyo interior aparece el emblema de la ciudad de Sevilla NO&DO. En los accesos a cada estancia que vamos a pasar a analizar, aparecen como remates decorativos unas simbólicas ánforas veladas cuyo significado representa la finitud del cuerpo convertido en polvo y cenizas, y el lienzo o paño que la cubre simboliza el último testimonio que deja el alma al abandonar toda materialidad.
Las oficinas fueron realizadas por el arquitecto D. Francisco Aurelio Álvarez Millán, en el último tercio del siglo XIX, sigue la misma estética de todo el conjunto arquitectónico, realizado en ladrillo visto de color rojizo, y enmarcado dentro de la tradición del regionalismo.
El Crematorio es una edificación contemporánea, realizada para suplementar los servicios del cementerio, y que no presenta mayor interés artístico.
La Capilla, fue realizada por el arquitecto D. Francisco Aurelio Álvarez Millán, en el último tercio del siglo XIX. Igual que el resto de la arquitectura está realizada en ladrillo visto, es un edificio independiente que se distribuye internamente en tres estancias, siendo la principal la destinada a la Capilla, que presenta una planta de salón con cubierta al exterior a dos aguas. Internamente muestra una única nave, que en los muros laterales presenta ventanas y óculos con vidrieras para la iluminación, cegando las ventanas centrales para realizar unas hornacinas que cobijarán a la izquierda la imagen de San Fernando y a la derecha a San Pedro. El Altar Mayor, presenta un sencillo retablo de un solo cuerpo, realizado en yesería, en cuya hornacina central se venera a la Virgen del Carmen, como protectora de las ánimas. A los pies de la capilla y situado sobre la puerta de acceso, nos encontramos con un interesante crucificado que podríamos datar en el medievo, y del que desconocemos el lugar de procedencia.
Externamente destacaremos la presencia de un retablo cerámico dedicado a la imagen titular de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, realizado por el artista ceramista D. Antonio Morilla Galea en 1976 y que se colocó en dicho emplazamiento como conmemoración de la visita realizada por dicha imagen al Cementerio, cuando se dirigía al barrio de San Jerónimo para las Misiones Generales del año 1965, y que durante dicho recorrido se tuvo a bien realizar una parada en la puerta de acceso de la necrópolis para dedicar una oración por los difuntos. En la actualidad los sevillanos tienen la tradición de depositar a los pies del mismo las coronas de flores de los entierros que cada día tienen lugar. Hemos de destacar que la Virgen de la Soledad acudiría una segunda vez al Cementerio de San Fernando en el año 2003 con motivo del 150 Aniversario de la construcción del mismo, y donde presidió la Misa de Difuntos celebrada a los pies del Cristo de las Mieles, dejando para el recuerdo una preciosa estampa.
La Portería fue realizada por el arquitecto D. José Sáez, en el último tercio del siglo XIX, repite los mismos esquemas comentados anteriormente. La estancia de los Operarios, data del último tercio del siglo XIX, fue realizada por el arquitecto D. José Sáez, correspondiente a la arquitectura Industrial de la época.
Los Depósitos y Cámaras fueron realizados por el arquitecto D. Manuel Villar Bailly a finales del siglo XIX. En su interior se encuentra un curioso retablo a modo de arcosolio realizado en cerámica trianera, cobijando en el vano central una vidriera con la imagen de la Virgen de la O, titular de la Cofradía del mismo nombre. Actualmente se corresponde con la Sala de Espera.
La Sala de duelos fue realizada por el arquitecto D. Francisco Aurelio Álvarez Millán, en el último tercio del siglo XIX. Sigue la estética utilizada en todas las construcciones de los accesos del Cementerio, destacando externamente la colocación de un precioso reloj decimonónico, realizado en cerámica. Internamente presenta un espacio diáfano, realizado en el siglo XX, nada reseñable.
Y, finalmente la Puerta de San Jerónimo, es la puerta de construcción contemporánea, que da acceso al Cementerio por la parte trasera en la Avenida de San Jerónimo, la cual le da el nombre a la puerta (Ayuntamiento de Sevilla).
Destacaría en estos primeros años del Cementerio, la creación del “Cementerio de Disidentes de la religión Católica”, que habiéndose proyectado como una edificación separada, terminó por ocupar su espacio en el recinto, y es que aprovechando la irregularidad del terreno, sendos proyectos de D. Juan Talavera de la Vega en 1874 y D. Francisco Aurelio Álvarez Millán en 1876, se encargaron de segregar la cuartela de forma triangular que se extendía a la derecha de la fachada del Cementerio de San Fernando, y que sería el espacio destinado al mencionado “Cementerio Disidente”.
Hacia 1909, el Ayuntamiento hispalense acometerá unas obras para el saneamiento del interior del recinto, presentándose varias propuestas para establecer desde la entrada una zona extensa de edificaciones que mejorara la estética y ordenación del interior. En 1916 se realizará el primer plano del Cementerio de San Fernando en el siglo XX, siendo el encargado de ello D. Antonio Arévalo. De estas mismas fechas es la primera propuesta de construcción de un horno crematorio, proposición planteada por uno de los concejales del Ayuntamiento, servicio el cual comenzó a prestarse a finales del siglo XX.
En el año 1917 se aprueba un nuevo Reglamento que sustituyera al de 1852, donde se adecua el funcionamiento de la necrópolis en función de las necesidades del momento. Un año más tarde, en 1920, se produce una ampliación del cementerio mediante proyecto de D. Antonio Arévalo, ya que el proyecto de D. Balbino Marrón se vio superado dado el crecimiento de la ciudad y la población, que habiendo sido criticada por algunos, ganó adeptos con la proyección del sistema de enterramientos en nichos que había quedado en desuso en el siglo XIX.
El Cementerio hispalense sufrió los avatares históricos del momento, adaptándose a las nuevas leyes establecidas por la República implantada en España entre 1931 y 1939, y el convulso momento de la Guerra Civil entre 1936 y 1939, fechas en la que debido a la presencia de las tropas marroquíes aliadas y los problemas que sus sepelios podían ocasionar, motivaron la construcción de un pequeño “Cementerio Musulmán” adosado a la tapia trasera del por entonces cementerio católico.
El Cementerio de Sevilla, pese a lo difícil de la situación en el país, no sufrió graves alteraciones en cuestiones de institución, y las obras de infraestructuras iniciadas con anterioridad siguieron su curso, como también lo hizo el proyecto de ampliación que se va concretando en el interés municipal por los terrenos linderos con la parte posterior de la necrópolis, que se correspondían con una finca perteneciente a la empresa CAMPSA, y que años más tarde acabaría por integrarse y convertirse en la primera ampliación a gran escala, ya que posteriormente se llevaría a cabo otra ampliación en el siglo XXI en los terrenos linderos con el “Cementerio Disidente”.
Con la restauración de la democracia se reunificaron los terrenos del Cementerio, volviendo a ser un conjunto en su totalidad.
Solucionado el problema de espacio, la preocupación para las autoridades era la de urbanizar el recinto para lo cual se llevó a cabo la creación de zonas ajardinadas, una escrupulosa limpieza y la correcta demarcación de las calles, en la que se articula la avenida principal denominada Calle Fe, que mediante la Rotonda del Cristo de las Mieles se prolonga hasta la Calle Esperanza que alcanzará la Rotonda de la Caridad y que vertebrará el resto del callejero de la necrópolis.
No obstante hemos de mencionar que el estado de conservación del mismo debe ser revisado, y aunque las obras de adecuación han comenzado y se están restaurando algunas zonas y monumentos, muchos otros panteones, generalmente de particulares, están necesitados de dichas labores conservativas.
Las oficinas fueron realizadas por el arquitecto D. Francisco Aurelio Álvarez Millán, en el último tercio del siglo XIX, sigue la misma estética de todo el conjunto arquitectónico, realizado en ladrillo visto de color rojizo, y enmarcado dentro de la tradición del regionalismo.
El Crematorio es una edificación contemporánea, realizada para suplementar los servicios del cementerio, y que no presenta mayor interés artístico.
La Capilla, fue realizada por el arquitecto D. Francisco Aurelio Álvarez Millán, en el último tercio del siglo XIX. Igual que el resto de la arquitectura está realizada en ladrillo visto, es un edificio independiente que se distribuye internamente en tres estancias, siendo la principal la destinada a la Capilla, que presenta una planta de salón con cubierta al exterior a dos aguas. Internamente muestra una única nave, que en los muros laterales presenta ventanas y óculos con vidrieras para la iluminación, cegando las ventanas centrales para realizar unas hornacinas que cobijarán a la izquierda la imagen de San Fernando y a la derecha a San Pedro. El Altar Mayor, presenta un sencillo retablo de un solo cuerpo, realizado en yesería, en cuya hornacina central se venera a la Virgen del Carmen, como protectora de las ánimas. A los pies de la capilla y situado sobre la puerta de acceso, nos encontramos con un interesante crucificado que podríamos datar en el medievo, y del que desconocemos el lugar de procedencia.
Externamente destacaremos la presencia de un retablo cerámico dedicado a la imagen titular de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, realizado por el artista ceramista D. Antonio Morilla Galea en 1976 y que se colocó en dicho emplazamiento como conmemoración de la visita realizada por dicha imagen al Cementerio, cuando se dirigía al barrio de San Jerónimo para las Misiones Generales del año 1965, y que durante dicho recorrido se tuvo a bien realizar una parada en la puerta de acceso de la necrópolis para dedicar una oración por los difuntos. En la actualidad los sevillanos tienen la tradición de depositar a los pies del mismo las coronas de flores de los entierros que cada día tienen lugar. Hemos de destacar que la Virgen de la Soledad acudiría una segunda vez al Cementerio de San Fernando en el año 2003 con motivo del 150 Aniversario de la construcción del mismo, y donde presidió la Misa de Difuntos celebrada a los pies del Cristo de las Mieles, dejando para el recuerdo una preciosa estampa.
La Portería fue realizada por el arquitecto D. José Sáez, en el último tercio del siglo XIX, repite los mismos esquemas comentados anteriormente. La estancia de los Operarios, data del último tercio del siglo XIX, fue realizada por el arquitecto D. José Sáez, correspondiente a la arquitectura Industrial de la época.
Los Depósitos y Cámaras fueron realizados por el arquitecto D. Manuel Villar Bailly a finales del siglo XIX. En su interior se encuentra un curioso retablo a modo de arcosolio realizado en cerámica trianera, cobijando en el vano central una vidriera con la imagen de la Virgen de la O, titular de la Cofradía del mismo nombre. Actualmente se corresponde con la Sala de Espera.
La Sala de duelos fue realizada por el arquitecto D. Francisco Aurelio Álvarez Millán, en el último tercio del siglo XIX. Sigue la estética utilizada en todas las construcciones de los accesos del Cementerio, destacando externamente la colocación de un precioso reloj decimonónico, realizado en cerámica. Internamente presenta un espacio diáfano, realizado en el siglo XX, nada reseñable.
Y, finalmente la Puerta de San Jerónimo, es la puerta de construcción contemporánea, que da acceso al Cementerio por la parte trasera en la Avenida de San Jerónimo, la cual le da el nombre a la puerta (Ayuntamiento de Sevilla).
Esta situado en el camino de Brenes, al noreste de la ciudad, en la huerta de San Lázaro. Implantación de importantes dimensiones, solar y ordenación irregular debido a las diferentes actuaciones en el tiempo. Por tanto el cerramiento depende de la zona, la mayoría son tapias altas y enjabelgadas. Tras una verja inicial con dos cancelas se realiza el acceso por un espacio semicircular, formado por jardinería y edificios, cuyas fábricas, en ladrillo aplantillado con herrajes y ornato de fundición, son del mayor interés. En detalle, como en alguna otra ciudad andaluza, excede de los límites de esta fecha. La implantación inicial, los panteones municipales, los edificios de ingreso etc... necesitan mayor tratamiento.
Nos remitimos al trabajo que para la exposición "Los cementerios de la Sevilla del XIX" ha realizado el estudioso sevillano D. Francisco Javier Rodríguez Barberán en 1990. De él tomamos las siguientes notas: los panteones más notables son de José de la Caba; Manuel Galiano; Balbino Marrón (Fernández Peñas, Viuda de Olea, Dª Mariana Moreno, Matías Ramos, Concepción Lavilla); Joaquín Fernández Ayarragaray (Conde del Águila); Juan Talavera de la Vega (O'Neill Riquelme) y Manuel Martínez (Espartero). El proyecto inicial es de D. Balbino Marrón y Romero, arquitecto municipal. Lo aprueba la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando de Madrid en 1851. Las ordenanzas y el comienzo de la construcción son de 1852. Se abrió el 1-1-1853. La fachada inicial que no se hizo, del también arquitecto municipal Manuel Galiano (1866). La actual es de Francisco Aurelio Álvarez Millán y José Sáez López, entre 1866 y 1888. El Cristo de las Mieles es de Antonio Susillo. El cementerio civil es de Álvarez Millán de 1876, sobre otro anterior de Talavera (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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El Cementerio San Fernando, al detalle:
Panteón de los Condes de Ybarra
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