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viernes, 1 de octubre de 2021

El Estanque de Mercurio, en los Jardines, del Real Alcázar

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Estanque de Mercurio, en los Jardines, del Real Alcázar, de Sevilla.
   El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Triunfo, 5 (la salida se efectúa por la plaza Patio de Banderas, 10); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
   En el Real Alcázar, en los Jardines, se encuentra el Estanque de Mercurio [nº 39 en el plano oficial del Real Alcázar]
  Saliendo de los Salones de Carlos V, el primer jardín que nos encontramos es el llamado del Estanque, precisamente por esa amplia y cuadrada alberca que ocupa su espacio central. Desde antiguo este almacén de agua servía para regar las huertas musulmanas. 
     En su flanco norte se abre la puerta principal de acceso a los jardines, seguida de un cenador bajo constituido por dos arcos de medio punto sobre una columna medial de mármol. Por encima de él corre un andén que intesta sobre la muralla por su lado derecho y por el izquierdo, comunica con una "loggia" o mirador de triples arquerías sobre columnas duales de mármol y antepechos de hierro, que comunica con los arrimadizos del Palacio Gótico. Todo este frente fue remodelado entre 1573- 1575. El Mirador alto es de 1612, obra de Vermondo Resta. El estanque está centrado por una bellísima fuente de bronce que re­presenta al dios Mercurio, alzado sobre un elegante pedestal, plásticamente ornado, labrado por el escultor Diego de Pesquera y fundido por Bartolomé de Morel. Ambos artistas son autores también del conjunto de adornos que coronan las barandas, consistentes en cuatro leones con sus escudos que ocupan los ángulos y dieciocho bolas con remates piramidales. Todas estas piezas originalmente fueron doradas, quedando aún algunos restos del oro que las recubría, la fecha de estas intervenciones hay que situarla entre 1576 y 1577.
   En el flanco oriental entre la antigua cerca almohade, que entre 1612 y 1621 fue enmasca­rada bellísimamente con la Galería del Grutesco, espléndida obra del arquitecto milanés Vermondo Resta que se inicia en este espacio y continúa hacia el fondo de los jardines. Originalmente estuvo ornamentada por bellas pinturas salidas del pincel de Diego de Esquivel, que representaban el río Guadalquivir rodeado de bajeles y navíos y coronado de pámpanos y uvas, simbolizando la prosperidad de la Sevilla de la época. Las existentes actualmente son una torpe réplica de las antiguas. En el resto de la galería se representaban dioses y diosas de la gentilidad. El flanco sur de este jardín se halla ocupado por bancos de fábrica forrados de azu­lejos, apoyados sobre el antepecho que lo separa del Jardín de las Damas. De esta zona parte un andén alto que se extiende hacia el Jardín del Príncipe y permite divisar todo el conjunto de los jardines. En el flanco occidental se hallan las gradas que salvan el desnivel existente entre este espacio y el constituido por el antiguo Jardín de la Danza o de las Danzas. Estas escalinatas son del siglo XVIII, pero sustituyeron a otras construidas en 1610 (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992). 
      La gran alberca que da nombre a este primer jardín recogía las aguas que, para servicio del Alcázar y riego de sus huertas, llegaban al palacio a través del acueducto musulmán denominado Caños de Carmona. El último sector de esta obra de ingeniería hidráulica se servía del circuito de murallas de la ciudad, como puede apreciarse en el Callejón del Agua, estrecha vía que separa el Alcázar del barrio de Santa Cruz.
     El frente norte del estanque está ocupado por un cenador y el tránsito hacia el Palacio Gótico, construcciones que resultaron de las obras desarrolladas en el sector en 1575. Al arquitecto milanés Vermondo Resta se debe el pórtico o mirador alto, organizado mediante arcos de medio punto sobre columnas de mármol y con labores geométricas cajeadas en las enjutas. Esta obra se fecha en 1612. A fines de siglo XIX, diseñó José Gestoso el panel de azulejos de cuerda seca que, con el escudo real, figura en el muro.
     La conversión de la primitiva alberca en el actual estanque se realizó en torno a 1575, cuando se rodeó con barandas de hierro entre pedestales de mármol rematados por leones heráldicos y esferas sobre delfines, decoradas por mascarones y coronadas por pirámides. Dichas piezas metálicas, que estuvieron doradas, completaban el programa escultórico desarrollado por Diego de Pesquera y el fundidor Bartolomé Morel con la construcción de la excepcional fuente de bronce dedicada a Mercurio, que centra el estanque. La imagen del dios mitológico del comercio, basada en modelos clásicos, descansa sobre un artístico pedestal adornado con figuras infantiles y mascarones monstruosos que arrojan agua. La escultura de Mercurio formaba parte de un programa iconográfico alusivo a las riquezas que a la ciudad le deparaba su condición de puerto y puerta de las Indias, en el que también se integraban las pinturas mitológicas de la Galería del Grutesco.
     El frente sur de este jardín lo ocupan una serie de bancos forrados de azulejos, dispuestos sobre el antepecho que lo separa del Jardín de las Damas. De aquí arranca un andén alto que se desarrolla paralelo a los muros del Alcázar en dirección al Jardín del Príncipe, desde el que se divisa el conjunto de los jardines construidos entre los siglos XVI y XVII.
     En el costado de poniente de este Jardín del Estanque se ubica la escalera que enlaza con el Jardín de la Danza. Construida en el siglo XVIII, vino a reemplazar a otra realizada a comienzos del XVII  (Juan Carlos Hernández Núñez, Alfredo J. Morales. El Real Alcázar de Sevilla. Scala Publishers. Londres, 1999).
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