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miércoles, 27 de octubre de 2021

La Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en La Algaba (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en La Algaba (Sevilla).
     Hoy, 27 de octubre, es el aniversario de la consagración canónica (27 de octubre de 2000) de la Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en La Algaba (Sevilla).
     La Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, se encuentra en la avenida de la Libertad, 1; en La Algaba (Sevilla).
     Data de finales del siglo XX, presenta una única nave y tiene galerías superiores laterales y traseras soportadas sobre elevadas columnas. El artesonado mudéjar, tanto del templo como de la sacristía, es obra del maestro Miguel Farse. En su altar, de estilo barroco, destacan las imágenes de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores, de gran devoción en la localidad. Realiza su estación de penitencia en la madrugá del Viernes Santo, siendo altamente recomendado desde el punto de vista turístico y cultural asistir a su salida procesional, en la que el paso de Cristo cruza el alfeizar de la puerta del templo al son de su marcha, Plegaria.
     La talla de Ntro. Padre Jesús Nazareno, además de tener su valor sentimental, es una de las joyas artísticas que hay en la provincia. Se atribuye la autoría de la imagen al taller de Luisa Roldán, la Roldana, y fue concluido en 1685. Por las similitudes que tiene con la imagen de la Esperanza Macarena, muchos historiadores afirman que ambas tallas podrían haber salido de las manos del mismo imaginero.
     Actualmente, el Señor de La Algaba realiza su estación de penitencia en un paso de estilo barroco, construido en 1958 por Antonio Martín y dorado por Antonio Martínez. Una curiosidad sobre este paso es la presencia de unos pequeños angelitos, que alternan la tez blanca con la negra, tallados por Augusto Morilla junto a los arcángeles en 1987.
Horario
Del 1 de abril al 31 de octubre:
Lunes, miércoles, jueves, viernes y sábados de 19:00 a 21:00.
Domingos de 11:00 a 13:00.
Martes cerrado.
Del 1 de noviembre al 31 de marzo:
Lunes, miércoles, jueves, viernes y sábados de 18.30 a 20.30
Domingos de 11:00 a 13:00
Martes cerrado (Turismo de la provincia).
     La ilusión de tener una capilla propia se encendió en los corazones de muchos jesuitas en 1987 cuando la Junta de Gobierno encabezada por Don Mauricio Cruz Márquez (q. e. d.) compró 700 metros cuadrados de un terreno que tiempo atrás perteneció a una comunidad de frailes franciscanos que entre sus advocaciones más veneradas tenían la del Dulce Nombre de Jesús.
     Dicho terreno propiedad en aquel entonces de la familia de Don Eusebio Torres, fue adquirido por la Hermandad por un valor de 8.400.000 ptas. Para sufragar los gastos de esa compra la Junta de Gobierno tuvo que recurrir entre otros, a pedir un préstamo a fondo perdido de 10.000 ptas. a todo aquel hermano/a que quisiese participar en tan magna obra.
     Pasa el tiempo, cambia la Junta de Gobierno, presidida está vez por Don José Joaquín Domínguez y de nuevo la Hermandad recurre a los hermanos aprobando en Cabildo de Hermanos imponer una cuota extraordinaria de 1.000 ptas. a cada uno de ellos y otra voluntaria por el mismo importe. Por esas fechas se estaba planteando el inicio de las obras, cosa que ocurrió el 26 de enero de 1991, cuando comienza a construirse el semisótano que alberga en estos momentos parte de los enseres de la Hermandad.
     Las variaciones propias de una Institución como la que nos ocupa hacen que en 1993 se haga cargo de los designios de la misma una Junta de Gobierno dirigida por Don Antonio Cano Vargas que le dará un impulso importante a la que por aquel entonces era la futura capilla de la Hermandad de Jesús.
     Con ese propósito esta Junta de Gobierno posibilitará la colaboración de todos/as los hermanos y devotos con la compra simbólica de un metro cuadrado por un valor de 10.000 ptas. a cambio de testimoniarlo en un pergamino acreditativo de dicho acto. Como contrapartida se realizará en 1994 toda la estructura del edificio y el 3 de junio de 1995 se iniciará una escalada de participaciones directas de hermanos y devotos a pie de obra trabajando como albañiles, peones,…, que llevarán a la futura capilla a la Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno que hoy conocemos.
     Esa espiral de participación permite que días antes de la finalización de su mandato la Junta de Gobierno encabezada por Don Antonio Cano pueda inaugurar en junio de 1997, las dependencias de Secretaría y Mayordomía en la Avenida de la Libertad.
     Las vicisitudes de la vida provocan, que el sueño del que en su momento Hermano Mayor que inició el gran proyecto y que estaba llamado a finalizarlo, que fuese su entonces Teniente de Hermano Mayor y tras su pérdida casi al año de hacerse cargo de la dirección de la Hermandad, el nuevo Hermano Mayor quien culminase en el inicio del III Milenio el proyecto de toda una Hermandad.
     En efecto, tras la desaparición de Don Mauricio Cruz que ostentaba el cargo de Hermano Mayor, se hace cargo de la Hermandad en junio de 1998 Don Miguel Falce Díaz, autor del artesonado del techo de estilo mudéjar que se inauguró el 2 de enero de 1999. Su Junta de Gobierno emprende una nueva campaña de recogida de donativos con la intención de culminar las obras. En esta ocasión, el incentivo es la compra de una losa de mármol del suelo de la futura capilla por un valor de 2.000 ptas.
     Sin embargo, los acontecimientos se precipitan, es tal el entusiasmo de la Hermandad que a principios del año 2000 las obras están a punto de su conclusión. Tanto es así que el 17 de abril de 2000 Don Antonio Valverde Domínguez, Vicario General autoriza al cambio de Sede Canónica y la consecución de la misma como Iglesia, la misma que los hermanos/as reunidos en Cabildo Extraordinario datarán como Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
     Meses más tarde, concretamente el 21 de octubre del mismo año se realizará el traslado de las Sagradas Imágenes Titulares a su nuevo Templo y solo seis días más tarde el Excelentísimo Cardenal  Arzobispo de Sevilla Don Carlos Amigo Vallejo Consagrará Canónicamente lo que ayer fue una ilusión y hoy es el orgullo de muchos jesuitas.
    En el año 2002 siendo hermano mayor Don Antonio Cano Vargas y reunidos en cabildo extraordinario los hermanos elegirán el proyecto de retablo presentado por Don Manuel Guzmán Bejarano, siendo una  vez mas los hermanos con sus donativos los que pudieron hacer realidad el sueño de ver a nuestros Sagrados Titulares en un retablo acorde a su magnificencia.
     En el año 2005 el excelentísimo ayuntamiento de la Villa de la Algaba donara los bancos para la Iglesia de Ntro. Padre Jesús Nazareno (web de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la escena "Camino del Calvario";  
   De la misma manera que solía ordenarse a los condenados a muerte cavar su propia tumba antes de la ejecución, en la crucifixión debían llevar ellos mismos su cruz hasta el lugar del suplicio.
El tema según la Biblia
   Los Evangelios ofrecen dos versiones diferentes de El Camino del Calvario.
   Según los sinópticos  (Mateo, 27: 31; Marcos, 15: 21; Lucas, 23: 26),  un tal Simón de Cirene (África), fue requerido por los soldados romanos para ayudar a Jesús, agotado por la Flagelación, a llevar la cruz hasta la cima del Gólgota.
   De acuerdo con Juan (19: 16), que desconoce a Simón de Cirene, fue Cristo solo quien llevó la cruz hasta el final.
   Los exégetas, comenzando por Orígenes, han intentado conciliar la versión de Juan con los sinópticos. Jesús habría comenzado por llevar su cruz de la misma manera que Isaac había llevado la madera de su sacrificio. Luego, al verlo en el límite de sus fuerzas, los soldados habrían requerido la ayuda de alguien que pasaba. Jesús y Simón se habrían relevado.
   Los racionalistas cuestionan la realidad del episodio de Simón. Extraen un primer argumento del silencio de Juan. Agregan que en el derecho romano, los condenados al suplicio de la cruz debían llevar el patibulum ellos mismos, que el requerimiento a Simón de Cirene habría sido ilegal, y que no se conocen ejemplos de soldados que obligaran a un testigo ocasional a llevar la cruz de un condenado.  
 La escena habría sido imaginada para ilustrar la palabra de Jesús: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.» (Mateo, 16: 24; Marcos, 8: 34).
   Muchos de esos argumentos no se sostienen, puesto que es posible que después de la Flagelación Jesús haya estado físicamente imposibilitado de llevar el patibulum hasta el final, y una requisitoria ilegal no podía detener a Pilato.
   Los artistas optaron ya por la versión de los sinópticos, ya por la de Juan. El arte bizantino adoptó la primera: Simón lleva solo la cruz, adelante de Cristo que le sigue con la cuerda al cuello. El arte de Occidente, que tiene un sentido dramático más desarrollado, representa a Cristo sufriendo en solitario bajo el peso de la cruz o ayudado por Simón el cireneo.
Las prefiguraciones
   Los teólogos, naturalmente, han buscado -y encontrado- en el Antiguo Testamento las prefiguraciones que enmarcan a Cristo con la cruz a cuestas en las miniaturas y en las vidrieras. Son éstas:
   1. Isaac llevando sobre los hombros la madera del sacrificio.
   2. Aarón marcando con la tau cruciforme el dintel de las casas de los Israel.
   3. El patriarca Jacob bendiciendo con las manos entrecruzadas a sus nietos Efraím y Manasés.
   4. La viuda de Sarepta que lleva al profeta Elías dos leños dispuestos en forma de cruz.
La iconografía primitiva
   En las realizaciones más antiguas, la iconografía de Cristo con la cruz a cuestas es muy simple.
   Cristo avanza, vestido con una túnica roja, la frente ceñida por la corona de espinas, a veces precedido por los dos ladrones. No padece por la carga de la cruz porque ella es pequeña, más emblemática que real. A finales de la Edad Media la cruz se vuelve desmesuradamente pesada, su carga es cada vez más aplastante, para apiadar a los fieles con los sufrimientos del Redentor.
El enriquecimiento del tema por los Evangelios apócrifos y el teatro religioso: la Virgen y santa Verónica
   Los artistas no se contentaron con la Biblia y los comentarios teológicos. Los Evangelios apócrifos y la puesta en escena del teatro de los Misterios les sugirieron numerosos agregados al tema inicial. Los más populares son el Desmayo de la Virgen y el Encuentro de santa Verónica.
El desmayo de la Virgen
   El Evangelio de Lucas indica que "Le seguía una gran muchedumbre del pueblo y de mujeres, que se herían y lamentaban por Él». Pero los Evangelios apócrifos están mejor informados: saben que la Virgen conducida y sostenida por el apóstol Juan, se detuvo ante el paso del cortejo y que al ver a su Hijo doblegado bajo la carga de la cruz, se desmayó.
   Esta escena accesoria, que tiene el inconveniente de crear un segundo centro de interés en detrimento de la escena principal, poco a poco fue adquiriendo tal importancia en la composición, que Cristo con la cruz a cuestas a veces se denomina Spassimo della Vergine o Pâmoison de la Vierge. Tal es el caso de un célebre cuadro de Rafael o de su escuela, procedente de un convento de olivetanos de Sicilia, que se llama Lo Spasimo di Sicilia. Un altorrelieve de Laurana en la iglesia de Saint Didier de Aviñón, se llamaba Notre-Dame du Spasme.
La Verónica 
   Por la influencia del teatro de los Misterios, hacia finales del siglo XV apareció una santa imaginaria, Verónica, que conmovida de piedad seca con un velo el sudor que corría por el rostro de Cristo: en recompensa por ese gesto piadoso, ella recogió en el sudario la impresión de la Santa Faz. De esta verdadera  imagen (vera icona)  procede el nombre Verónica.
   También a la puesta en escena de los Misterios deben atribuirse sin duda los detalles realistas que invadieron el arte de finales de la Edad Media. Cristo tiene un ronzal en el cuello, como una bestia conducida al matadero; niños despiadados le lanzan una lluvia de piedras. A veces va precedido por un heraldo que hace sonar una trompeta.
   En resumen, en Cristo con la cruz a cuestas pueden distinguirse tres episodios:
   l. Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la  cruz (Gesù aiutato da Simone il Cirineo).
   2. El Desmayo de la Virgen. (Il Spasimo della Virgine.)
   3. Verónica seca el sudor de su rostro (Gesù asciugato dalla Veronica).
El Camino del Calvario 
 La transformación  más importante que se opera a finales de la Edad Media en la iconografía de Cristo con la cruz a cuestas se debe a la aparición de una nueva devoción instituida y difundida por los franciscanos que habían recibido la guarda o «custodia» de los Santos Lugares, es lo que se denomina el Camino del Calvario.
   Es fácil reconstruir la génesis de esta devoción. Por el hecho de que Simón de Cirene había sido requerido para ayudar a Jesús a llevar su cruz, se concluyó que Cristo debió caer bajo la carga que superaba sus fuerzas no una sino muchas veces, que había sido obligado a detenerse para recuperar el aliento. La dolorosa Ascensión del Calvario habría sido medida por Estaciones, que los místicos, como el Pseudo Buenaventura y santa Brígida, se esforzaron en reconstruir por medio de la imaginación, como si hubiesen sido testigos.
   Esos altos o estaciones fueron puestos en escena por los autos sacramentales del teatro de los Misterios. Los artistas fijaron finalmente esos «cuadros vivos» en innumerables Caminos del Calvario que jalonaron las naves de todas las iglesias, o en Calvarios (Sacro Monte, Kalvarienberg), dispuestos sobre la pendiente de una colina, que los peregrinos ascendían a veces de rodillas, como era el caso en la Scala Santa de Letrán, entonando sus oraciones en cada «Caída de Cristo».
   ¿Cuántas eran esas Estaciones? El Camino del Calvario comportaba, en su origen, siete Estaciones: siete es un número sagrado. Tal es el número de los bajorrelieves de Adam Kraft en el Camino del Calvario del cementerio de San Juan, en Nuremberg. De acuerdo con su temperamento, los artistas han representado esas Caídas de Cristo durante el ascenso al Calvario con un realismo más o menos brutal, más o menos patético.
   Ya Jesús cae de rodillas (Andrea Sacchi), ya se derrumba de cara en toda su estatura, con las manos hacia adelante.
   (Dominichino): ese es el momento que eligió Verónica para secarle el sudor que le corría por la frente.
   En el siglo XVII, por la iniciativa de los franciscanos, y especialmente la del predicador italiano Leonardo de Porto Maurizio, el número de las Estaciones se duplicó, para llegar a catorce. Aunque esa cifra sea completamente arbitraria, se la mantuvo.
   La devoción del Camino del Calvario, que es una de las creaciones más populares de la orden de los franciscanos, nació del deseo de multiplicar el beneficio espiritual y material de una peregrinación a la colina del Gólgota, enclavada en la igle­sia del Santo Sepulcro.
Representaciones de Cristo con la cruz a cuestas, caído
   Después del Renacimiento, los pintores de la Contrarreforma y de la época romántica renovaron este tema conmovedor. En su Cristo ascendiendo al Calvario (Museo de Metz), Delacroix se inspiró, evidentemente, en el Cristo con la cruz a cuestas de Rubens, que había visto en el Museo de Bruselas. Pero le dio un carácter del todo diferente. La ascensión triunfal imaginada por el maestro flamenco se convierte en un avance lento y doloroso del condenado, a punto de desfallecer a cada paso, que se arrastra penosamente hasta el lugar del suplicio.
   En el arte popular polaco cuyas tradiciones perduran en nuestros días, el motivo patético de Cristo caído, sucumbiendo bajo el peso de la cruz, resume con frecuencia la tragedia del Camino del Calvario.
Versiones alegóricas y colectivas de Cristo con la cruz a cuestas
   Cristo con la cruz a cuestas no siempre ha sido concebido y representado como una escena histórica. Hacia finales de la Edad Media se multiplicaron las versiones alegóricas.
   No es sólo la Virgen quien, siguiendo el ejemplo de Simón de Cirene, levanta uno de los brazos de la cruz para aliviar la carga de su Hijo. Es la Iglesia, a la cual simboliza, y hasta la cristiandad entera, quien acude en su auxilio. Papa, cardenales, sacerdotes, laicos, quieren su parte en la carga, con la esperanza de asegurarse la vida eterna a causa de esta asistencia simbólica.
   Hay frescos de los siglos XV y XVI que ilustran este Cristo con la cruz a cuestas co­lectivo. En un manuscrito franciscano de la Biblioteca de Perusa, Jesús va seguido por una procesión de hermanos menores, stauróforos, que llevan una selva de cruces sobre los hombros.
   Según parece, en Francia, al menos en la capilla del castillo de Montriu, en Saint Aubin des Ponts de Cé, en Lion de Angers, y en Notre Dame de Chavigny en Poitou, este tema fue tomado de una endecha del rey Renato, donde éste asocia la humanidad entera con la Pasión de Jesucristo, desarrollando estas palabras del Redentor: «Qui vult venire post me, tollat crucero suam et sequatur me.» Mendigos, ladrones, enfermos, presos, peregrinos, campesinos, viudas, huérfanos, mal casados..., en suma, todos los desheredados de la tierra, acuden a su hora para ayudar a Cristo a llevar su cruz, más pesada que las suyas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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