Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo de San Blas, en la Iglesia del Convento de Santa Inés, de Sevilla.
Hoy, 3 de febrero, San Blas, obispo y mártir, que, por ser cristiano en tiempo del emperador Licinio, padeció el martirio en la ciudad de Sebaste, en la antigua Armenia, hoy Turquía (c. 320) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte el Retablo de San Blas, en la Iglesia del Convento de Santa Inés, de Sevilla.
El Convento de Santa Inés [nº 29 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 50 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Doña María Coronel, 5; en el Barrio de la Encarnación-Regina, del Distrito Casco Antiguo.
Hoy, 3 de febrero, San Blas, obispo y mártir, que, por ser cristiano en tiempo del emperador Licinio, padeció el martirio en la ciudad de Sebaste, en la antigua Armenia, hoy Turquía (c. 320) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte el Retablo de San Blas, en la Iglesia del Convento de Santa Inés, de Sevilla.
El Convento de Santa Inés [nº 29 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 50 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Doña María Coronel, 5; en el Barrio de la Encarnación-Regina, del Distrito Casco Antiguo.
En el muro derecho de la iglesia del Convento de Santa Inés, en un retablo sin interés del siglo XIX, está colocada la talla de San Blas notable obra de Juan de Mesa (1617), a pesar de su poco acertada policromía posterior. Vestido de obispo, con el signo de su martirio en el cuello, San Blas fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus, siendo conocido por sus curaciones milagrosas como la de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta y su protección contra los males de garganta con los populares cordones de San Blas, tan difundidos en numerosos pueblos. San Blas fu martirizado en una época de persecuciones, siendo decapitado en torno al año 316. Como protector de las enfermedades de garganta tiene gran devoción en el convento, que reparte los típicos cordones del santo en su festividad (Manuel Jesús Roldán, Conventos de Sevilla, Almuzara, 2011). Es un retablo de autoría anónima realizado hacia 1850 en estilo neoclásico, y está compuesto por una mesa de altar, un solo cuerpo y una cornisa, que se eleva en su centro a modo de remate. La mesa de proporciones muy rectangulares se orna con unos fletes dorados y con una guirnalda de hojas igualmente doradas, que destacan sobre el color ocre del conjunto. Sobre ésta se desarrolla un pedestal en el que se apoyan dos columnas corintias a cada lado. Éstas presentan tanto el tercio inferior de su fuste que es acanalado como sus capiteles dorados. Entre ellas se sitúa la hornacina central. El entablamento que se apoya sobre los capiteles se curva en su centro para formar el medio punto de la hornacina. Sobre éste se desarrolla un saliente en su zona central en forma de baquetón curvo que remata el retablo. En la hornacina central se sitúa la imagen de San Blas flanqueado por un león y por una leona, mientras que sobre el entablamento en cada extremo se ubica un angelito.
San Blas, tallado por Juan de Mesa en 1617, en madera de pino policromado y estofado, con unas medidas de 1,80 x 0,73 x 0,53 m., aparece de pie vestido a la usanza arzobispal con casulla, alba y mitra. En ella contrasta el azul con el blanco, todo ello estofado recientemente. El santo porta en su mano izquierda el báculo, de obispo, mientras la otra la alza hacia el frente bendiciendo. Su pierna izquierda la adelanta mostrando la punta de su zapato bajo la túnica. De esta forma deja todo el peso de su cuerpo sobre la pierna contraria. Su rostro barbado alza los ojos al cielo. La escasa calidad de su repolicromía hace perder valor a esta interesante imagen.
Flanqueando a San Blas encontramos un león y una leona, modelados y policromados en yeso en la 1ª 1/2 del siglo XVIII por un autor anónimo. El león aparece recostado sobre su pata derecha, presentando al espectador la pata trasera izquierda y las dos delanteras unidas. El animal alza su cabeza dejando su boca abierta y su rizada melena caer hasta sus patas. El animal se asienta en una pequeña base de color verde. Hace pareja con la leona que se encuentra en el mismo retablo que presenta recostada sobre su costado izquierdo, presentando al espectador su pata trasera derecha en la que enrosca el rabo y las dos delanteras, dejando la pata izquierda por encima de la derecha. La leona alza su cabeza con los ojos hacia arriba y la boca abierta. La imagen descansa sobre una estrecha base pintada de verde con posterioridad. El animal, presenta un moteado negro junto a una señal de sangre que parece indicar el ser un animal herido protegido por el santo.
El ángel que se acopla al extremo derecho de la cornisa del retablo dejando su pierna derecha colgando y la izquierda apoyada en un saliente del entablamento. La imagen aparece desnuda apenas cubierta por un paño de pureza que le cae desde su hombro izquierdo hasta sus piernas. Entre sus manos lleva los atributos de San Blas, el báculo y la mitra, para cuyo retablo fue hecho. Sus alas están policromadas en rojo, azul y dorado. El ángel que se acopla sentado sobre la cornisa izquierda del retablo, apoya su pierna derecha sobre un saliente inferior del entablamento. En su mano derecha porta la palma de martirio simbólica de la muerte de San Blas para cuyo retablo fue hecho. En el giro su cabeza mira hacia la derecha levantándose su cabello por efecto de éste. Entre su brazo y su pierna derecha se enrolla un paño de pureza azul estofado con temas vegetales. Sus alas al igual que las de su compañero, también están policromadas en azul, verde y rojo con tonos dorados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Leyenda, Culto e Iconografía de San Blas, obispo;
LEYENDA
San Blas, tallado por Juan de Mesa en 1617, en madera de pino policromado y estofado, con unas medidas de 1,80 x 0,73 x 0,53 m., aparece de pie vestido a la usanza arzobispal con casulla, alba y mitra. En ella contrasta el azul con el blanco, todo ello estofado recientemente. El santo porta en su mano izquierda el báculo, de obispo, mientras la otra la alza hacia el frente bendiciendo. Su pierna izquierda la adelanta mostrando la punta de su zapato bajo la túnica. De esta forma deja todo el peso de su cuerpo sobre la pierna contraria. Su rostro barbado alza los ojos al cielo. La escasa calidad de su repolicromía hace perder valor a esta interesante imagen.
Flanqueando a San Blas encontramos un león y una leona, modelados y policromados en yeso en la 1ª 1/2 del siglo XVIII por un autor anónimo. El león aparece recostado sobre su pata derecha, presentando al espectador la pata trasera izquierda y las dos delanteras unidas. El animal alza su cabeza dejando su boca abierta y su rizada melena caer hasta sus patas. El animal se asienta en una pequeña base de color verde. Hace pareja con la leona que se encuentra en el mismo retablo que presenta recostada sobre su costado izquierdo, presentando al espectador su pata trasera derecha en la que enrosca el rabo y las dos delanteras, dejando la pata izquierda por encima de la derecha. La leona alza su cabeza con los ojos hacia arriba y la boca abierta. La imagen descansa sobre una estrecha base pintada de verde con posterioridad. El animal, presenta un moteado negro junto a una señal de sangre que parece indicar el ser un animal herido protegido por el santo.
El ángel que se acopla al extremo derecho de la cornisa del retablo dejando su pierna derecha colgando y la izquierda apoyada en un saliente del entablamento. La imagen aparece desnuda apenas cubierta por un paño de pureza que le cae desde su hombro izquierdo hasta sus piernas. Entre sus manos lleva los atributos de San Blas, el báculo y la mitra, para cuyo retablo fue hecho. Sus alas están policromadas en rojo, azul y dorado. El ángel que se acopla sentado sobre la cornisa izquierda del retablo, apoya su pierna derecha sobre un saliente inferior del entablamento. En su mano derecha porta la palma de martirio simbólica de la muerte de San Blas para cuyo retablo fue hecho. En el giro su cabeza mira hacia la derecha levantándose su cabello por efecto de éste. Entre su brazo y su pierna derecha se enrolla un paño de pureza azul estofado con temas vegetales. Sus alas al igual que las de su compañero, también están policromadas en azul, verde y rojo con tonos dorados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Leyenda, Culto e Iconografía de San Blas, obispo;
LEYENDA
La profesión médica que se le atribuía procede de su reputación de santo taumaturgo y curador.
De acuerdo con la leyenda, unos cazadores lo habrían encontrado en la selva viviendo con animales salvajes -osos, leones y tigres que había domesticado- como si estuviese en familia.
Su milagro más popular es el de la espina de pescado. Una mujer le llevó un día a su hijo asfixiado por una espina de pescado que se le había clavado en la garganta. El santo tomó los dos cirios encendidos que la madre ofreciera como exvoto en la fiesta de La Candelaria, y los dispuso en forma de cruz de san Andrés, con ellos tocó la garganta del paciente que se curó de inmediato.
Si no se cree en los milagros, puede suponerse que el miedo que sintiera el niño, al temer quemarse, haya provocado una violenta contracción de la garganta que tuvo como efecto la expulsión de la espina malhadada. Un lobo había robado a una pobre mujer el cerdo que constituía su única riqueza. El santo obligó al lobo a devolver su presa. Para agradecer a su benefactor, la mujer le llevó en bandeja la cabeza y los pies asados del cerdo a la prisión donde estaba encerrado.
San Blas habría sido martirizado en tiempos de Diocleciano. Los verdugos lo suspendieron de un poste con una polea y le desgarraron las carnes con peines de hierro (pectinibus ferreis) o rastrillos, que se emplean para cardar el cáñamo. Después lo decapitaron.
CULTO
A pesar de su origen oriental, san Blas enseguida se volvió muy popular en Occidente gracias a la multitud de sus pretendidas reliquias, la mayoría de las cuales sin duda procedían de sus homónimos. En Francia, los cluniacenses que poseían una de sus reliquias en Paray le Monial, pusieron bajo su advocación la capilla del priorato de Berzé la Ville, en Maçonnais. Su cabeza se conservaba en Montpellier. La ciudad de Pézenas, en Languedoc, donde florecía la industria del tejido, adoptó como patrón a san Blas, porque había sido martirizado con rastrillos de cardar.
Era el segundo patrón de la colegiata de Saint Martín de Montmorency. En Nézel (Seine et Oise), cerca de París, tiene un sitio de peregrinación en su honor.
En Alemania es el patrón de la catedral de Brunswick y de la Casa de los Güelfos, al igual que del convento de San Blas en la Selva Negra, reconstruido en el siglo XVIII por el arquitecto francés de Ixnard.
Está en el grupo de los Catorce Auxiliadores o Intercesores, lo cual contribuyó mucho a su popularidad. El 3 de febrero, día de su fiesta, el sacerdote daba la Bendición de san Blas (Blasiussegen), que consistía en una bendición del cuello de los fieles, acompañada de una invocación del nombre del santo curador. La fiesta de san Blas en ciertas diócesis se confundía con La Candelaria, que se celebra el día anterior, el 2 de febrero.
En Inglaterra, san Blas era particularmente venerado en el centro de la industria lanera de Yorkshire, donde se lo creía inventor del rastrillo de cardar, y en Bradford se celebraba una fiesta en su honor.
En Italia, tenía puesta bajo su advocación la iglesia de San Biagio, en Vicenza. Y las ciudades de Milán y Nápoles se jactaban de poseer fragmentos de sus reliquias.
Pero el centro principal de su culto era la ciudad de Dubrovnik o Ragusa, en Dalmacia, que en 1170 se puso bajo la protección de san Blas, y le consagró su catedral. Esa ciudad pretende poseer su cabeza (junto con la de Montpellier), su cuello, manos y una de sus tibias. De la misma manera que Venecia es la ciudad de san Marcos, Ragusa -o Dubrovnik- es la de san Blas.
A causa del instrumento de su martirio, fue adoptado como patrón por los cardadores, rastrilladores y arqueadores de lana. Los canteros también se encomiendan a su protección, porque las uñas de hierro que desgarraron a san Blas evocaban en sus espíritus la raedera dentada que empleaban para desbastar los bloques de piedra.
Los porquerizos le reconocen la restitución del gorrino a la pobre viuda. En las provincias alpinas (Saboya, Delfinado) es el patrón de los labriegos porque su nombre en lengua dialectal (bla)recuerda el del trigo (blé).
En Alemania, a causa de un juego de palabras acerca de Blasius, que evoca la idea de soplar (blasen), es además patrón de quienes hacen sonar el cuerno, de los que tocan instrumentos de viento y de los guardianes nocturnos. El tesoro de los Güelfos, en Brunswick, poseía su trompa de marfil (Cornu sancti Blasii), olifante bizantino del siglo XI, que se usaba en reemplazo de las campanas, para llamar a los monjes a los oficios. Por la misma razón lo invocaban los molineros que tenían molinos de viento.
En nuestros días se convirtió en patrón de los aringólogos.
Protección contra las enfermedades
Santo curador, tenía como especialidad las enfermedades de garganta, desde las más benignas, como el hipo o la tos convulsa, hasta el garrotillo o la difteria. Se le atribuía librar a los enfermos «ab omni morbo gutturis». Antes de morir habría pedido a Dios que quien quiera que invocase su intercesión contra una enfermedad de la garganta fuera satisfecho sin limitaciones: «oravit ad Dominum ut quicumque per infirmitatem gutturis ejus patrocinia postularet exaudiretur et ellico liberatur». Como su fiesta se celebra al día siguiente de la Candelaria (3 de febrero), era costumbre aplicar sobre la garganta de los enfermos dos cirios cruzados, bendecidos en la ciudad. Otro remedio consistía en anudar una cinta roja del color de la sangre, previamente empapada en agua bendita, alrededor del cuello del paciente.
En Noyon, para curar las enfermedades de garganta se empleaban los «panes de san Blas».
En Alemania se lo invocaba no sólo contra las enfermedades de la laringe sino contra las afecciones de la vejiga, que en alemán se llama Blase. Jugando con el verbo blasen (soplar), también se lo invoca contra los vientos fuertes, los huracanes.
En Rusia, san Blas ha heredado atribuciones de su homónimo, el dios pagano Volos. El día de su fiesta los campesinos lo invocaban para que las vacas tuvieran pelaje liso y brillante. En caso de epizootias, se llevaba el icono de san Blas a los animales enfermos. Las iglesias puestas bajo su advocación suelen encontrarse junto a antiguos prados de pastoreo.
ICONOGRAFÍA
Tocado con una mitra a pesar de su origen oriental, a título de obispo de Sebaste, tiene como atributo habitual el rastrillo con que habría sido desgarrado. No obstante, con frecuencia suele estar caracterizado por dos cirios entrecruzados que aplica sobre la garganta a un enfermo, o un cirio en espiral. En España se lleva la mano al cuello. En Alemania se lo reconoce además por su corno (Blasiushorn) que se conserva en Brunswick. Suele asociárselo con otros intercesores, especialmente san Erasmo y san Gil (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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