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viernes, 5 de junio de 2020

La pintura "Bodegón con uvas y manzanas", de Giambattista Ruoppolo, en la sala IX del Museo de Bellas Artes


      Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Bodegón con uvas y manzanas", de Giambattista Ruoppolo, en la sala IX, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
   Hoy, 5 de junio, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "Bodegón con uvas y manzanas", de Giambattista Ruoppolo, en la sala IX del Museo de Bellas Artes, de Sevilla
    El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
   En la sala IX del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "Bodegón con uvas y manzanas", obra de Giambattista Ruoppolo (1629-1693), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, pintado hacia 1660-70, con unas medidas de 1,35 x 1,23 m., y procedente de la donación de Dº Rafael González Abreu (1928).
   Sobre un fondo oscuro e inconcreto surge un espeso entramado de ramas y hojas de cepas bajas de donde cuelgan numerosos racimos cuajados de uvas de diferentes variedades. La más llamativa es la formada por uvas alargadas y algo curvadas conocidas como "cornichon blanc" en Francia o "pizzutello" en Italia y en la región de Nápoles como "cornicciola". Esta variedad es originaria de Marruecos y conocida en el Mediterráneo desde la antigüedad. Es algo insípida pero de forma muy llamativa y decorativa por lo que es frecuente su presencia en bodegones de frutas y en motivos de carácter ornamental en general. En la composición son las más grandes, de racimos más largos y las que caen sobre el terreno provocando el arqueo de la rama por efecto de su peso.

   Las de tonos violáceos son probablemente de la variedad llamada sabalkanskoï o chasselas rose y se encuentran en un plano secundario al igual que las blancas "trebbiano" o "white muscat", conocidas en España como moscatel blanca.
   En la zona inferior del cuadro hacia la esquina izquierda, sobre el suelo y cobijadas por los viñedos, se agrupan de forma arbitraria siete manzanas de una piel roja muy brillante. Sobre el tronco ancho y sarmentoso, que surge nítido en el ángulo inferior derecho y se pierde en su ascensión inclinada, se apiñan cinco hongos pardos de considerable tamaño a los que sólo se les aprecia las cabezas. Atravesándose en oblicuo, de derecha a izquierda, surge un palo de madera del que sólo se ve su parte superior en forma de "u" y que tiene como misión sustentar el peso de una de las ramas que termina en un racimo de uvas violáceas.
   El modelado de las frutas es extremadamente sutil, sobre todo en lo que a las uvas se refiere, gracias a una hábil técnica de veladuras que llega incluso a reproducir una enfermedad propia de los viñedos llamada clorosis, que se manifiesta como manchas amarillentas sobre la fruta. El modelado de las hojas, en comparación, es mucho más libre, realizadas con unas pinceladas sueltas y empastadas que también se pueden observar en las setas.

   La gama de colores utilizada potencia aún más la cercanía y el ambiente íntimo y envolvente que tiene la obra. Está basada en tonos cálidos, ocres, amarillos, naranjas, rojos y tierras en general.
   Ruoppolo presta una especial atención a los contrastes lumínicos. Los motivos se encuentran envueltos en efectos de luces y sombras que otorgan una convincente sensación de profundidad al espacio y dan volumen a sus formas, representadas con total realismo y veracidad, a tamaño natural, para que el engaño óptico perseguido por el pintor sea aún más eficaz. Del fondo oscuro, casi negro, surge una masa envolvente bañada por una intensa luz en su zona central que se aproxima al espectador de una forma casi tangible. Este empleo del contraste del fondo oscuro con zonas de intensa luz es de influencia claramente tenebrista e imprime a la obra una sensación de silencio que crea un ambiente casi místico a la vez que intimista, propiciado, además, por el empleo de una perspectiva que se ha dado en llamar envolvente o de gran angular muy empleada en la pintura barroca y que se basa en una visión detallada y próxima de los objetos representados en primer término, provocando, en consecuencia, el acercamiento perpendicular entre la obra y el espectador (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).

   No es muy extenso el elenco de obras italianas del siglo XVII que posee el Museo de Bellas Artes de Sevilla, aunque la calidad de las pinturas, al menos las que tienen autor determinado, es muy notable. También puede advertirse que la escuela mejor representada en el Museo es la napolitana.
   De ella es el magnífico Bodegón de uvas de Giambattista Ruoppolo y otro de una cesta en un paisaje.
   El bodegonismo italiano es el más pujante y copioso en producción a lo largo del siglo XVII en toda Europa, alcanzando por término medio un gran nivel de calidad técnica. Este Bodegón de uvas está justamente atribuido a Giambattista Ruoppolo (Nápoles 1629 - id. 1693), con cuyas representaciones guarda una estrecha afinidad estilística (Enrique Valdivieso González, Pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
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Más sobre el Museo de Bellas Artes, en ExplicArte Sevilla.

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