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lunes, 15 de junio de 2020

El "Salero de Neptuno", anónimo, en la sala IX del Museo de Bellas Artes


      Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el "Salero de Neptuno", anónimo, en la sala IX del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
     En la sala IX del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pieza de orfebrería "Salero de Neptuno", obra anónima de la 1ª 1/2 del siglo XVII, siendo una pieza de plata y cristal de roca pulida, dorada, repujada, cincelada y fundida en estilo barroco, con unas medidas de 59,5 x 48 x 49 cm., procedente de la Colección de los Marqueses de Blanco Hermoso y adquirido por la Junta de Andalucía para su depósito en el Museo (1988).
   El "Salero de Neptuno" o "Neptuno de los Marqueses de Blanco Hermoso" es un grupo escultórico se eleva sobre una peana rectangular moldurada con sus ángulos ochavados sostenida por seis tritones, que reproduce un mar agitado. En un carro de cristal tirado por dos hipocampos se dispone Neptuno, acompañado por dos tritones de cuerpos atléticos tocando caracolas marinas a modo de trompas que anuncian la llegada del dios. Junto a sus piernas escamosas se deslizan delfines y serpientes marinas. La figura en escorzo y semidesnuda de Neptuno mientras levanta el tridente con vigor y sostiene las riendas con delicadeza, se apoya desafiante sobre una venera y un delfín dorado. 
   Tanto por su estilo, como por su lenguaje formal, resulta evidente que este salero es una obra relevante del manierismo tardío europeo, pero algunos detalles de la ornamentación de la nave, así como la exagerada expresividad de los caballos hace pensar en una obra barroca. 

   La representación de Neptuno en piezas de mesa es muy habitual durante los siglos XVI y XVII, especialmente a las relacionadas con el agua y los productos marinos como la sal.
   Es una pieza anónima del barroco europeo de la 1ª mitad del s. XVII. Por el dinamismo y su concepción estética se pude situar cerca de las formas barroquizantes de la platería italiana de la segunda mitad del siglo XVII. Anterior atribución: Anónimo flamenco del s. XVII (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
     La platería barroca constituye uno de los períodos más esplendentes de las artes decorativas en Europa. Además de los objetos de culto, tan importantes en las colecciones europeas, y sobre todo españolas de los siglos anteriores, aparecen ahora con gran fuerza las colecciones de plata civil, especialmente a partir del siglo XVIII y debido a la influencia francesa.
     Sin embargo, en España las principales obras de platería realizadas en estilo barroco siguen siendo de tipo religioso. Así, grandes altares de plata, urnas gigantescas para cuerpos de santos, enormes coronas para decorar monumentos eucarísticos, frontales de altar, e incluso custodias procesionales. Faltan por el contrario en España vajillas suntuosas, grandes centros de mesa y toda clase de objetos profanos tan abundantes en el resto de Europa.
     Además de las grandes piezas de iglesia citadas, que resultan las mayores y más suntuosas en toda la historia de la platería española, existen también una serie de objetos de menor tamaño, tanto de tipo litúrgico, como de tipo civil, que pueden tener incluso uso indistinto. La plata española barroca suele distinguirse por una abundante decoración de tipo vegetal donde se representan dos o tres tipos de flores siendo los más comunes la amapola o tulipán y la margarita. Ambas especies se representan en todas las fases de su floración; desarrollándose entre los retorcidos tallos correspondientes.
     La platería europea se mueve naturalmente dentro de las mismas líneas de exuberancia ornamental pero con temas diferentes y a veces, sobre todo en la platería francesa, con algo más de sobriedad en la distribución de los elementos. La platería italiana es más austera en la acumulación de elementos decorativos, pero más movida en las estructuras y no pierde nunca su gusto humanístico de ascendencia renacentista.
     Entre estas dos corrientes de estilo se moverá la platería española a partir de la llegada de los Borbones. No obstante, el estilo puramente español se desarrollará independientemente de estos estilos hasta la segunda mitad del siglo XVIII, en que el estilo rococó, de ascendencia francesa dominará hasta las últimas décadas del siglo.
     La colección del museo cuenta con piezas en su mayoría españolas que son en su mayor parte bandejas así como también algunas otras piezas de tipo religioso y profano. Las bandejas proceden de distintos centros españoles, pero también las hay de origen americano. La pieza más importante es, sin embargo, de origen extranjero y constituye una obra de altísima calidad.
     El Salero de Neptuno, de la segunda mitad del siglo XVII o comienzos del siglo XVIII, en plata dorada y blanca y cristal, con unas medidas de 0,595 x 0,48 x 0,49 m., procedente de la Colección de los marqueses de Blanco Hermoso, y adquirido en 1988.
     Representa a un grupo escultórico en el que Neptuno surge de entre las aguas montado en un carro tirado por hipocampos y acompañado de multitud de criaturas marinas, entre las que aparecen dos humanos. En realidad se trata de una pieza tratada con sentido escultórico de carácter sumamente expresivo y de técnica re­ finada. La figura de Neptuno mantiene el tridente en una mano y en la otra las riendas de los caballos mos­trando un enorme dinamismo, tanto el dios como los caballos. Asimismo sus acompañantes humanos, con piernas escamosas, tocan caracolas anunciando su llegada. La pieza se halla dentro de la tradición manierista europea, pero algunos detalles de la ornamentación de la nave, así como la exagerada expresividad de los caballos hace pensar en una obra barroca (María Jesús Sanz Serrano, Orfebrería, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo I. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía de Neptuno (o Poseidón en la mitología griega):
Neptuno o Poseidón   
   Neptuno (Poseidón), el gran dios del mar que reinaba sobre los mares y todos los medios acuáticos, era hijo de Cronos y de Rea, y hermano mayor de Zeus. Era uno de los 12 dioses mayores que habitaban en el Olimpo, aunque casi siempre estaba en su palacio bajo las aguas y sólo visitaba el Olimpo cuando quería ver a los otros dioses.

   Cronos y los otros titanes habían reinado hasta que Zeus inició una guerra contra ellos. Pero tras la victoria de los jóvenes dioses Zeus, Hades y Poseidón, el mundo quedó dividido entre ellos. Zeus dominó el cielo y Poseidón el mar. Siendo el rey de todos los dioses, Zeus dominaba además la tierra, el territorio neutral en el que el dios del mar se hacía notar a través de los terremotos. El iracundo Poseidón era temido como «el que sacudía la tierra», según palabras de Homero, e instigaba las mareas más abruptas y las tormentas en alta mar.
   Poseidón no aceptó de buena gana que su hermano fuese el soberano de todos los dioses. En una ocasión llegó a conspirar contra él, con la ayuda de Hera y Atenea, para intentar derrocarle. Los tres maquinaron la forma de encadenarlo, pero la nereida Tetis vino a rescatarlo y llamó al gigante de 100 brazos Briareo, de extraordinaria fuerza, para que acudiese al Olimpo. Allí se situó junto al trono de Zeus en actitud amenazante y consiguió sofocar la rebelión.
Poseidón y su relación con los humanos
   El temible y caprichoso dios del mar, con el que los navegantes debían llevarse bien, fue adorado en todo el mundo griego y romano. Se han conservado numerosas imágenes suyas como una figura imponente con su barba y su tridente, arma que utilizaba para pescar y que había sido un regalo de los cíclopes, que también le dieron a Zeus los rayos y a Hades el casco que lo hacía invisible. Sin embargo, según algunos, Poseidón había sido al principio un dios de la tierra, pues su nombre significa «esposo de la tierra», pero posteriormente había sustituido a deidades marinas como Nereo y Proteo. Se cree que en cierta ocasión también fue adorado con la forma de un caballo, al igual que Hera lo fue en la de una vaca y Atenea en la de una lechuza. A Poseidón se le atribuía la creación de varios animales, como el caballo, el toro y el delfín.

   El dios regalaba sus excepcionales caballos a los mortales de vez en cuando. Así, le regaló a Pelops los equinos con los que ganó la carrera por su futura esposa Hipodamia y junto a otros dioses, le dio a Peleo los caballos parlantes e inmortales Janto y Balio tras su boda con la diosa Tetis. El mismo Poseidón tenía una cuadriga tirada por caballos de mar que le permitía viajar por las olas a gran velocidad. Su esposa Anfritrite, hija de la deidad marina Nereo, vivía a su lado en un palacio de oro bajo el mar. Estaban rodeados de un extenso séquito de ninfas. Su hijo Tritón, una especie de sirena masculina y sus hijas Rodé y Bentesicime también vivían con ellos.
Las infidelidades y amoríos de Poseidón
   Al igual que su hermano Zeus, Poseidón no era un marido fiel, pues sedujo y forzó a numerosas diosas, ninfas y mortales con las que tuvo incontables descendientes. Ya antes de su boda con Anfritrite había tenido un amorío con su hermana Deméter e incluso había concebido al gigante Anteo con su abuela Gaya. El infame cíclope Polifemo también era hijo suyo y además se le atribuye la paternidad del gran héroe Teseo. Poseidón hizo invulnerable al efecto de las armas a su hijo Cieno, aunque eso no sirvió para evitar que Aquiles lo matase, cosa que hizo utilizando la correa de su propio casco. Poseidón transformó después a su hijo en un cisne.
   Una de las muchas víctimas de la lascivia de Poseidón fue Medusa. Aunque la apariencia con la que nos la han transmitido era aterradora, parece ser que Medusa había sido bella con anterioridad. Tanto que Poseidón había perdido el control y la había forzado en un santuario de Atenea, que se enfadó tanto que decidió castigarla y llenarle el cabello de serpientes. Cuando Perseo mató a Medusa poco después, la gorgona estaba embarazada de su relación con Poseidón. Tan pronto como fue decapitada nacieron de la sangre derramada los hijos de Poseidón Crisaor y Pegaso, el caballo alado.
Otras víctimas de la lujuria de Poseidón fueron la bella princesa Córnix, que escapó del dios en el último momento cuando Atenea la trasformó en un cuervo y la hija del rey de Tesalonia, Canis, a cuya petición Poseidón la convirtió en un hombre tras la violación.
   Al igual que el resto de dioses, Poseidón podía adoptar la forma que quisiese y explotar esa habilidad para sus escarceos amorosos. Así, se disfrazaba de caballo, de toro, de ave, de carnero o de delfín.
Reyes y héroes en la mitología
   Las relaciones de Poseidón con los mortales no fueron exclusivamente sexuales. Con Apolo, por ejemplo, construyó la muralla de la ciudad de Troya para el rey Laomedón, que después no quiso pagar al dios del mar el precio acordado en oro. Poseidón se vengó inundando la ciudad y exigiendo que la hija del rey fuese sacrificada ante un monstruo marino. Hécules la rescató y también fue engañado por el rey. Como tenía fama de implacable, el resentimiento de Poseidón alcanzó incluso a los descendientes del rey y por eso se convirtió en el más ferviente defensor de los griegos, junto a Apolo, durante la Guerra de Troya. No obstante, tras la guerra tampoco los griegos se libraron de su ira porque entonces mató al «pequeño Áyax», hijo de Oileo, que había mancillado el santuario troyano de Atenea forzando allí a la princesa Casandra. Odiseo también fue víctima de la ira de Poseidón tras dejar ciego a su hijo Polifemo.
   Entre Poseidón y Minos, rey de Creta, estalló otro conflicto cuando el rey le pidió un toro para sacrificarlo en su honor. El dios le regaló un toro blanco tan bello que el rey decidió quedárselo, lo que provocó la furia de Poseidón, que hizo que la mujer del rey, Pasifae, se enamorase del animal y copulase con él para concebir al Minotauro, criatura monstruosa con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Este hecho tuvo secuelas terribles.
Los problemas de Poseidón con los atenienses fueron de carácter distinto. Había competido con Atenea por el dominio del Ática, donde está Atenas, ofreciendo a sus habitantes el regalo más útil. Poseidón clavó su tridente en la tierra sobre la Acrópolis y produjo un pozo de agua negra. Pero Atenea hizo crecer un olivo en el mismo punto y fue declarada ganadora y protectora de la ciudad. Poseidón no soportaba la derrota y causó entonces una terrible inundación en el Ática, pero Zeus intervino poco después para que se reconciliase con los atenienses. Desde entonces fue adorado de la forma que él quiso y la ciudad dependió de las embarcaciones y del comercio marítimo.
Veneración de Poseidón en el cristianismo

   Después de dos mil años de cristianismo, Poseidón, sobre todo bajo su nombre romano de Neptuno, ha permanecido como uno de los dioses griegos más conocidos. Zeus ha tenido durante el periodo cristiano una existencia más oscura y Hades incluso ha sido olvidado. Desde el Renacimiento, Poseidón (Neptuno) ha consolidado su posición de privilegio en la iconografía occidental. Aparece en incontables fuentes monumentales del periodo neoclásico. En la era moderna, apareció un nuevo rito por este dios: los marinos y los pasajeros que cruzan el Ecuador por primera vez reciben el «bautismo de Neptuno», una ceremonia en la que la tripulación se viste como Neptuno y vierte agua de sal sobre los no iniciados para luego beber con ellos (www.mitosyrelatos.com).
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