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martes, 2 de julio de 2024

Los principales monumentos de la localidad de Archidona (I), en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos de la localidad de Archidona (I), en la provincia de Málaga.
Datos geográficos
     Comarca Nororiental de Málaga (Nororma)
     Superficie: 187 km2
     Altitud: 666 m
     Latitud: 37º 03'  -  Longitud: -4º 23'
     Distancia a Málaga capital: 53'3 km
Datos demográficos
     Población: 8.050
     Gentilicio: Archidonenses
Ayuntamiento
     Plaza Ochavada, 1, 29300
     952714480-061 - 952714165     www.archidona.es
     Algunos viajeros visitan Archidona por sus paisajes, otros por su vida cofrade o por su patrimonio histórico. Sea cual sea la puerta de entrada, la experiencia en esta ciudad de la comarca nororiental de Málaga (Nororma), será inolvidable. Disfrutar un mollete con aceite, asistir a la Feria del Perro o conocer la Semana Santa más antigua de la provincia son sólo algunas de las propuestas que te presentamos para descubrirla.
     Declarada Conjunto Histórico-Artístico, la ciudad está impregnada de historia en cada uno de sus edificios, plazas y calles. Archidona cuenta con restos prehistóricos y ha sido poblada por fenicios, romanos y árabes, e incluso se convirtió en capital de la provincia durante los siglos VIII-XIX.
     En Archidona no puedes perderte sus monumentos: 
     Le proponemos empezar la visita por la Plaza Ochavada. Esta plaza es uno de los enclaves más emblemáticos de Archidona y un referente esencial de su vida social y cultural. Fue construida en 1786 y se trata una de las plazas más destacadas del Barroco andaluz.
     El esplendor de la era andalusí se demuestra en su castillo y sus murallas. Esta fortificación que recorre la ladera de la sierra data del siglo IX, pero fue reedificada cuatro siglos después por el rey Alhamar. No te pierdas la Puerta del Sol.
     Ascendiendo por el monte encontraremos la ermita de la Virgen de Gracia, un ejemplo de cómo las diferentes culturas se superpusieron en Archidona. Esta iglesia se levanta sobre la antigua mezquita. Y ambos monumentos son visibles hoy día en un recorrido por el templo.
     Archidona destaca también por su arquitectura conventual y religiosa: En el convento de las Mínimas podrás observar una bellísima portada barroca y una torre de ladrillo rojo con chapitel de cerámica policromada. El convento fue construido en 1551, y su iglesia, en el XVIII. Por otro lado, el convento de Santo Domingo cuenta con un fundador emblemático, el Conde de Ureña. Fundado en 1531, actualmente es la sede del Hotel Escuela Convento de Santo Domingo.
     La iglesia de la Victoria (siglo XVI) destaca gracias a su portada manierista y a la bella imagen del Dulce Nombre atribuida al famoso escultor Pedro de Mena. Junto a las Escuelas Pías encontraremos la iglesia de Jesús Nazareno, y continuaremos con la ermita de San Antonio, del XVIII.
     Para finalizar el recorrido, te recomendamos visitar el Ayuntamiento y Museo Municipal. El Museo se conoce también como el edificio de la Cilla o Casa del Pósito, porque fue construido por el Duque de Osuna para almacenar el grano. Es un edificio del siglo XVI, de formas muy sobrias, aunque más tarde se le incorporaron elementos barrocos, como la portada o los escudos de armas (Diputación Provincial de Málaga).
      Junto con Antequera, Archidona es el mayor municipio del norte de la provincia de Málaga. Su recio clima viene determinado por su situación interior y la considerable altitud, pues se halla encaramada a la Sierra de Gracia, que toma su nombre de la patrona de la localidad, cuya arraigada devoción se manifiesta en otros muchos aspectos de su patrimonio cultural y la vida cotidiana. Otras formaciones montañosas, como el Conjuro, el Umbral o la sierra de las Cabras, circundan su entorno configurando un paisaje agreste, de indudable belleza, del que destacan las lagunas grande y chica y el cerro de la Virgen, que preside la localidad y permite amplias vistas hacia la Hoya y la Peña de los Enamorados. Por Archidona discurre el Guadalhorce, que conforme se aleja va incrementando su caudal hasta constituirse en el eje vertebrador de otra comarca. Su cercanía a localidades como Laja y Antequera, y a vitales vías de comunicación, le ha conferido un destacado papel como nudo de comunicaciones, al que se debe que su importancia no haya decaído en ningún momento de su historia.
     La arqueología atestigua la presencia de poblamiento antiguo en su término, a través de varios yacimientos pertenecientes al periodo ibérico, y la calzada romana que unía Anticaria (Antequera) con Illíberis (Granada), que discurría paralela al Guadalhorce. Pero el actual núcleo urbano comenzó a destacar tras la conquista musulmana, hacia el 714-715, periodo en el que Rayya, que era como se llamaba, llegó a ostentar la capitalidad de la cora islámica, anteponiéndose incluso a Málaga, hasta que en el siglo XII se le traspasó la capitalidad. En ella acontecieron destacados hechos históricos, como la proclamación de Abderramán I como emir de Al-Andalus independiente ya de Damasco. Testimonio material de este esplendor es su castillo y la mezquita, reconvertida en ermita de la Virgen de Gracia. Construido en el siglo IX, quizás integrando materiales de época anterior, se rehízo en el siglo XIII, durante el reinado de Alhamar, primer rey de la dinastía nazarita. De sus tres líneas de murallas, sólo se conservan las dos superiores, circundando los lados Sur y Este del cerro de la Virgen, pues por el lado de La Hoya un brusco corte del terreno constituye una defensa natural inexpugnable. Las murallas se conservan de forma discontinua y aún se observan vestigios de las edificaciones que se le adosaban cuando este espacio era la Villa Alta. Como refuerzo se le adosan de tanto en tanto torres cuadradas o semicirculares macizas aunque con estancia superior, la mayoría parcialmente derruidas. El acceso se verificaba mediante dos puertas en recodo con habitación superior para el cuerpo de guardia, la de la Ciudad -en muy mal estado-, y la del Sol, mejor conservada como consecuencia de unas obras de restauración realizadas en los años setenta del siglo XX. Especial mención merece el aljibe, en el punto más alto de la fortificación, y elemento mejor conservado del castillo. Constituye una estancia rectangular de unos 30 metros cuadrados cubierta por bóveda de cañón reforzada con fajones. Dos aberturas en la clave permitían extraer el agua de la lluvia acumulada y almacenada. El castillo es BIC con categoría de Monumento por la Ley del Patrimonio Histórico Español y durante los últimos años la Escuela Taller de Archidona ha venido realizando meritorios trabajos de mejora y acondicionamiento de los accesos.
     La tolerancia que caracterizó a los años de dominación islámica se manifestó en un asentamiento mozárabe cerca del cementerio y en la iglesia rupestre mozárabe, integrada por tres naves intercomunicadas, con hornacinas y un cuarto espacio, todos ellos excavados en la roca. En la actualidad está integrada en los bajos de una de las edificaciones de la plaza Ochavada y acoge a un establecimiento de restauración y ocio.
     La conquista cristiana en 1462 resultó determinante para el nuevo rumbo urbanístico que adoptó la ciudad, hasta entonces constreñida dentro de las murallas de su castillo. Sus habitantes eran gente de armas hasta que al concluir la guerra, en 1492, fue incrementándose la población civil, abandonando la incómoda Villa Alta y comenzando a asentarse en la Villa Baja, que se extendería debajo del cerro. Pero hasta finales del siglo XV el poder político y religioso permaneció en el castillo, donde su mezqui­ta había sido consagrada como parroquia de Santa María. En sus primeros momentos Archidona fue una ciudad-camino, surgida en torno a la vía que unía Sevilla con Granada, englobando a algunas alquerías que se diseminaban al pie del cerro. La población morisca se concentró en torno a las actuales calles Alta y Siles, y a través de la puerta de la Hoya accedían hasta el campo, en cuyo cultivo se ocupó mayoritariamente hasta la expulsión decretada por Felipe II. Las exenciones tributarias favorecían la llegada de nuevos pobladores, que se establecían en la Villa Baja. En 1510, aprovechando la adscripción eclesiástica a la vicaría de Antequera, la parroquia se trasladó al arrabal de abajo, estableciéndose en la iglesia de Santa Ana. La Casa de Cabildos también se ubicó en esta misma plaza, frente a la iglesia. En la visita que el conde Juan Téllez Girón realizó a Archidona en 1536 encontró a la Villa Alta totalmente abandonada y en ruinas.
     Al Oeste se estableció el convento de dominicos y la calle Santo Domingo, una empinada cuesta que desde el camino de Antequera conducía hasta el convento, fue durante mucho tiempo el límite occidental de la localidad. Estas circunstancias han determinado la disposición actual del casco urbano, de forma triangular y con calles paralelas que siguen las curvas de nivel, unidas por otras calles más estrechas y muy empinadas, transversales a las primeras.
     Prueba de la importancia que había adquirido la localidad es que cuando en 1598 se editó el quinto y último volumen de la obra «Civitates Orbis Terrarum», es decir, «Ciudades del Mundo». Archidona se representó magníficamente por el dibujante Joris Hoefnagel y grabada por Hogemberg, eligiéndose perspectivas que resaltan las dos señas identitarias de la ciudad: su carácter de cruce de caminos y su riqueza agropecuaria.
     En el que inicialmente era el camino de Antequera se establecieron las ermitas de San Juan Bautista, el Nazareno, la Columna, Santa Catalina y San Sebastián, que desempeñaron un papel sacralizador del espacio y contribuyeron a que se constituyera la calle Carrera, la principal arteria de la ciudad. Las frecuentes noticias de construcción de fuentes o reparación de las ya existentes -de los Berros, del Almez, Caño de las Monjas en la calle Nueva-, nos confirman como se habían encauzado los antiguos manantiales para abastecer de agua a una población en continuo incremento.
    La. dinámica de crecimiento urbano hacia la parte baja de la ciudad restó protagonismo a la plaza de Santa Ana, en favor de la Placeta de Mesones, donde se hallaba el pósito, ante una explanada circundada de fondas y mesones, utilizada durante el siglo XVII y parte del XVIII para celebración de festejos taurinos. En 1760 se construyó su fuente, de mármol blanco y pilar de perfil convexo. En la actualidad acoge a un jardín conocido como «El Paseo», en cuyo extremo, orientado hacia el Este, se inauguró en el 2004 el monumento a Blas Infante, realizado en bronce. Se le representa en sus años de juventud, cuando residió en Archidona estudiando con los padres Escolapios.
     La actuación más relevante del siglo XVIII fue la construcción de la Plaza Ochavada. También la Cárcel se trasladó desde la placeta de Santa Ana hasta el cruce de las calles Carrera y Empedrada, donde se construyó la iglesia de la Columna, que se demolió en 1861. En este lugar, conocido como el Cantillo Ancho, punto de encuentro y elegido para la lectura de los pregones, se construyó en 1757 la fuente del Caño Gordo. También lo era el lugar denominado Los Cuatro Cantillos, donde la capilla de la Virgen de Gracia se demolió en 1861.
     Cerca del Egido de San Antonio o de Nuestra Señora de la Cabeza, en una zona aún despoblada, junto a la ermita de San Antonio, se estableció en 1813 el cementerio público de la ciudad.
     Durante el siglo XIX tuvieron lugar algunos sucesos de importancia para la localidad, como la separación de algunos de sus diseminados: la villa del Sauceda se independizó adoptando el nombre de Villanueva del Rosario, y la de Algaidas se separó en 1843. También afectó la desamortización eclesiástica, que enajenó los conventos de Santo Domingo y la Victoria. Los conocidos sucesos de destrucción del patrimonio eclesiástico en diversos puntos de España durante 1931 y 1936 no afectaron en absoluto a la ciudad. En la actualidad, aunque las siete cofradías archidonensas tienen sus sedes canónicas en las iglesias de la Victoria y Santa Ana -salvo el Nazareno, con capilla propia-, en los últimos años todas ellas se han dotado de casas de hermandad en el casco histórico, donde conservan enseres y tronos. En el paseo de la Victoria se encuentra la de la cofradía de la Humildad, donde se custodian sus tronos procesionales. El de Jesús, de estilo neogótico, fue realizado en 1929 en Valencia en una aleación especial patentada como «plata Orrico», que es como se llamaba el taller que lo realizó. El de la Virgen de los Dolores, de madera tallada y policromada neorrenacentista aunque con una concepción contemporá­nea alejada de los historicismos, lo realizó el artista valenciano Joseph Tello entre 1970 y 1974, época en la que era profesor del instituto Luis Barahona de Soto.
     A comienzos del siglo XX la actividad industrial de Archidona se reducía a almazaras, que también fabricaban jabón, y a talleres artesanales. Se han conservado hasta nuestros días las Antiguas Bodegas de La Viuda, notable ejemplo del patrimonio industrial de la ciudad, pues hace años que cesó en su actividad, que tenía repartida entre dos emplazamientos cercanos. Entre las calles Fuente Nueva y Pilarejo se disponen amplias naves y patios con grandes portalones, así como un edificio decimonónico de viviendas, cuyo bajo también acogía la función comercial; en el lado opuesto de la calle, Fuente Nueva nº 22, una alargada nave en semi-penumbra aún mantiene perfectamente alineadas las largas filas de bocoyes en los que los mostos alcanzarían la madurez necesaria. Al fondo de un patio, una típica taberna con mostrador de madera, columnas de fundición y jarros de aluminio para dispensar el vino parece detenida en el tiempo en los que estos establecimientos constituían puntos de reunión y relación social para los hombres.
     El Conjunto Histórico de Archidona fue declarado en 1980 (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Su núcleo urbano se asienta al pie del promontorio del Santuario de la Virgen de Gracia a 945 m. de altitud, dominando la Vega, de fértil regadío en la época árabe, y hoy plantada de cultivos de secano. Sus altitudes más significativas son la Plaza de la Victoria, 700 m.; el Llano de San Juan (ensanche moderno), 745 m. y el acceso suroeste, 650 m.
     El Conjunto Histórico tiene forma netamente triangular. Sus bordes, bien definidos, coinciden con límites topográficos claros.
     Su estructura viaria se apoya en dos ejes principales que coinciden con las vías principales de tráfico: la calle Carrera, que discurre paralela a las curvas de nivel por la parte alta y conecta la zona de la campiña con el centro urbano; y la calle nueva, que discurre a una cota inferior y en una depresión que atraviesa el núcleo, muy próximo a su borde Sur y que constituye la antigua ruta Antequera-Granada, de fuerte pendiente hacia la campiña. Ambas calles confluyen en la plaza de la Victoria. 
     El resto del viario lo constituye un sistema de calles paralelas a las curvas de nivel. En la parte alta: Siles, Don Carlos, Almohalla, Piedrahita y Alta, de las cuales sólo la primera es accesible en toda su longitud al tráfico rodado. Por debajo de calle Carrera discurre otro sistema de calles similar: Pilarejo, Salazar, José Cabrera y Molinillo, también apoyadas sobre curvas de nivel, que se diluyen en las proximidades de la plaza Ochavada, otro de los focos principales, cuya posición casi tangente a calle Nueva junto con la próxima confluencia de la calle Empedrada, configuran de este modo otro de los principales centros de la ciudad. Es típica la utilización de la acera elevada o "citarilla" para salvar el desnivel entre calzada y suelos de planta baja.
     El sistema viario se completa con calles transversales, perpendiculares a las curvas de nivel, que constituyen claramente el sistema secundario. Su fuerte pendiente y escasa anchura hace que muchas de ellas sean solamente peatonales, exceptuando la calle Empedrada, entre Carrera y Nueva, que asume un papel comercial importante.
     La otra vía importante, la carretera N-342, aunque discurre fuera del Conjunto Histórico y bordeándolo, ha asumido un papel decisivo en la estructura del núcleo, absorbiendo todo el tráfico de paso Antequera-Granada, constituyendo el borde y límite del crecimiento del Casco por el sur y aglutinando a lo largo de ella el ensanche moderno que se desarrolla en dirección oeste y a lo largo de esta vía.
     Las manzanas son en general alargadas y sensiblemente rectangulares. Se apoyan sobre las calles principales con un tipo de parcela de fachada estrecha y mucho fondo. El ancho medio de fachada está comprendido entre 6 y 10 metros y fondos no superiores a 30 metros, aunque existen excepciones.
     El tamaño de la parcela oscila entre 60 y 450 metros cuadrados, concentrándose las inferiores a 100 metros cuadrados en la zona alta y las superiores a 300 en la zona de la calle Carrera hacia abajo.
     El Conjunto tiene dos barrios claramente diferenciados por el tipo de edificación, el barrio central burgués y el barrio periférico más popular, conteniendo éste último zonas de ensanche aún sin consolidar.
     Las tipologías residenciales más significativa responden a la vivienda unifamiliar tradicional, con crujías paralelas a fachada y a la casa-patio; ambas de dos o tres plantas. Generalmente la tercera planta sólo suele ejecutarse en segunda crujía.
     A partir del siglo XVI, eliminados los problemas fronterizos al haber desaparecido la dominación musulmana, los archidonenses se inclinaron a establecer sus viviendas fuera de la protección del castillo emplazado en la Sierra del Conjuro. Esta ocupación se realizó mediante la creación de bandas edificadas paralelas a las curvas de nivel, y entre sí, con calles transversales siguiendo la línea de máxima pendiente, escalonadas y angostas en muchos tramos. Se construyó la Parroquia de Santa Ana y las casas que formaron la calle principal denominada de la Carrera, que se organizó siguiendo el itinerario de una serie de ermitas ya existentes. Paralela a la calle Carrera, la calle Nueva se fue extendiendo hacia la Vega de Antequera. En el siglo XVIII, se construyó la Plaza Ochavada, en lugar conocido por el Muladar de San Roque, así como las viviendas alineadas con los caminos que entraban y salían de la villa en las direcciones de Antequera y Loja, tomando el aspecto actual que, salvo pequeñas y modernas edificaciones se ha conservado hasta nuestros días (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Esta encantadora ciudad se eleva mansamente en la vertiente meridional de la sierra de Gracia desde la que se domina un territorio de lomas broncíneas tachonadas por las copas de los olivos. La leyenda de los enamorados marca su histo­ria, en tanto, en la actualidad, la declaración de Conjunto Histórico Artístico en 1980 reconoce la valía de su patrimonio.
Historia
     La ciudad actual tiene su primer antece­dente en un poblado seguramente túrdulo de nombre Escua, que en lenguaje púnico quiere decir cabeza principal. Fenicios y cartagineses se aprovecharon de su extraordinaria situación dominando la ruta que, transversalmente, recorre Andalucía. Los romanos la llamaron Arcis Domina, que quiere decir señora de las alturas. Con los musulmanes la ciudad alcanzó su máximo esplendor. Ellos arabizaron su nombre, llamándola Medina Arxiduna, ampliaron y robustecieron sus defensas, y la convirtieron en capital de la cora de Raya, aproximadamente el mismo territorio que ahora ocupa la provincia de Málaga. Entre sus muros fue proclamado emir independiente de Damasco Abd-al Rahmán 1 y en ella encontraron un poderoso apoyo las tropas del rebelde Omar ben Hafsún, hasta el aplastamiento de la rebelión por parte del califato cordobés. Perdió la capitalidad de la cora en beneficio de Málaga, cuando se establecieron los reinos de Taifas. La leyenda de los enamorados se enmarca precisamente en el contexto de esta pérdida. En ella se cuenta que Tagzona, hija de Ibrahín, wali o gobernador de Archidona, se ena­moró de Muhamad, estando prometida por su padre al gobernador de Alhama de Granada. Se dice que, ante la intransigencia de su padre, la muchacha escapó de la ciudad con su amante y que, viéndose perdidos a causa de la persecución del wali, se arrojaron desde la cumbre de la altísima peña que se alza al borde de la vega de Antequera, la cual lleva su nombre desde entonces. Se cuenta que la muerte de su hija agrió el carácter antes magnánimo de Ibrahín, quien, poco después, ya aparecía ante sus súbditos con el nombre de El Buitre de Archidona.
     La ciudad cayó en poder de los cristianos el 28 de julio de 1462, cuando sus defensas cedieron al ataque de las tropas comandadas por Pedro Téllez Girón, maestre de Cala­trava y conde de Osuna. A partir de este momento, bajo el patrocinio, primero del condado y más tarde del ducado de Osuna, Archidona abandonó las murallas y se expandió por las faldas del cerro, hasta ocupar el lugar en el que se encuentra actualmente. 
Gastronomía
     Muy amplia y basada casi exclusivamente en los productos del campo, cuenta con platos como la porra archidonesa, una especie particular de salmorejo; la sopa ochavada, en referencia a su famosa plaza; el guisillo de huevos, hecho con tortillitas de huevo y masa de pan; el gazpachuelo, una sopa de pescado con clara de huevo y mayonesa; el escabeche de pescado, y la caldereta de borrego. Postres de siempre son los pestiños, los bollos de manteca y las gachas de mosto, hechas con mosto de uva, almendras y nueces molidas.
Artesanía
     Aún se practica en Archidona la cerámica "a la cuerda seca", tradicional en la locali­dad, los trabajos artísticos de forja y la taracea en madera.
Fiestas
     El Carnaval llena las calles del pueblo con los concursos de máscaras y las actuaciones de comparsas y chirigotas. La Semana Santa conserva entre sus tradiciones una serie de ceremonias que son exclusivas de la localidad. Entre ellas, los campanilleros, grupos de hermanos que acompañan a algunas procesiones tocando una campanilla de un modo característico; el sonido de la zumba, un tubo de cuero de enormes dimensiones que emite una especie de mugido bronco y sordo; el apostolado, grupo de doce hermanos que representan a los doce apóstoles y que, a lo largo de la procesión, realizan diversas acciones, y la Embajá del Ángel, en la que un niño vestido de ángel anuncia a la imagen de Jesús en el Huerto su pasión y muerte, desde la balconada de la iglesia de la Victoria. Hacia mediados de mayo tiene lugar la importante Feria del Perro, declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía. El 14 de agosto es la Romería de la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad, que sirve de introducción a la feria, cuya celebración tiene lugar entre los días 15 y 18 de dicho mes.
VISITA
     Archidona es un pueblo muy pulcro y muy bello que, sin renunciar a la modernidad, ha sabido conservar ese aire de población antigua de sólida estructura, notables edificaciones y un urbanismo popular sumamente evocador. En la cumbre del monte bajo el cual se alza hoy el caserío, sigue en pie el castillo que en el siglo IX levantaron los musulmanes, con dos de los tres lienzos de muralla que llegó a tener. Del conjunto, destaca, gracias sobre todo a su restauración reciente, la puerta del Sol, pétreo acceso en recodo orientado a levante. Dentro de este recinto se encuentra la ermita de la Virgen de Gracia, construida sobre la mezquita de la ciudad, de la que se aprovecharon y se conservan tres de sus naves, que ahora corresponden a las transversales del templo y orientadas al este. Las naves perpendiculares a éstas, que se convirtieron en principales y cambiaron la orientación del edificio hacia el norte, se añadieron en el siglo XVI, y en el XVIII se llevó a cabo la remodelación definitiva que le proporcionó su aspecto actual a base de ladrillo visto y enjalbegado. Con todas estas actuaciones, más la última restauración de hace sólo unos años, el templo presenta un aspecto formidable. Son de especial belleza las naves musulmanas con su arcos de herradura y sus columnas estriadas en hélice y sin basa.
     Debajo del santuario, ya en la ciudad, la plaza de la Victoria es el centro administrativo de la población. En ella, de cara a un amplio jardín ligeramente elevado, se sitúa el Ayuntamiento, en el que fuera el edificio de la Cilla, notable construcción de estirpe castellana, muy bien conservado, que hacía las veces de almacén en el que los señores duques de Osuna guardaban sus cosechas y los impuestos en especie con que gravaban a sus siervos. Además de los servicios propios de la entidad, el consistorio ha instalado aquí un Museo y un Centro de Interpretación del Patrimonio Histórico. A un lado de este edificio, en la misma plaza, está la iglesia de la Victoria, único vestigio que queda del convento de los Mínimos, demolido tras la Guerra de la Independencia. En su fachada manierista sobresale la garbosa espadaña de ladrillo visto, con dos cuerpos separados por una cornisa y tres vanos de medio punto en los que se alojan las campanas. Bajando por la calle Nueva, muy pronto se alcanza el convento de las Mínimas. El templo, muy sencillo en su interior, muestra una espléndida fachada barroca a base de ladrillo visto, en la que dos pilastrones escalonados de orden gigante suben hasta el alero, del que parte un hastial mixtilíneo con un gran óculo cuatrilobulado. Al lado izquierdo, la torre, de hermosa factura, tiene un primer cuerpo de planta cuadrada a base de sillares de piedra, tres más de ladrillo con los ángulos redondeados y un cuarto octogonal coronado por un agudo chapitel revestido de azulejos blancos y verdes. La construcción data de la mitad del siglo XVI.
     Prácticamente enfrente de esta iglesia está la calle Empedrada, por la que se llega a la magnífica Plaza Ochavada*, obra cumbre de la arquitectura civil archidonensa. Realizada en el siglo XVIII por los arquitectos locales González Sevillano y Astorga Frías, sigue un modelo francés muy de moda en aquella época, pero entroncado con el urbanismo popular de la ciudad, de raíz musulmana, de tal manera que, aunque el espacio no deja de ser una plaza, produce la sensación de ser uno de aquellos patios íntimos de los palacios agarenos de los que hablaban las crónicas. Del mismo modo, aunque la construcción es por su traza manierista, es al mismo tiempo mudéjar por la sabía combinación de ladrillo visto y lienzo enfoscado y enjalbegado. La conjunción de todas estas características produce un estilo netamente archidonense, que tendría su continuación en la ermita de la Virgen de Gracia, ya vista, y en otros edificios tanto públicos como privados. La edificación de la plaza es unitaria en sus ocho lados y está compuesta por un edificio de tres plantas con cubierta de teja árabe. En la planta baja se suceden grandes vanos de medio punto que constituyen las entradas a las viviendas. La segunda planta muestra una sucesión de balcones con arcos rebajados y baranda continua. En la tercera, en cambio, los huecos son ventanas de medio punto.
     La calle Empedrada lleva hasta la de Carrera, vía principal de la ciudad, ancha y con buenos edificios. Caminando por ella hacia abajo se alcanza, en primer lugar, el edificio de las Escuelas Pías, actualmente instituto de enseñanza secundaria. Sobresale su gran portada barroca y la torre del reloj. La iglesia, antigua ermita, a su lado e incorporada en su día al colegio por los escolapios, es del siglo XVII y guarda en su altar mayor la imagen de Jesús Nazareno, de gran valor artístico y fuerte arraigo en la ciudad.
     Un poco más abajo está la calle don Felipe, que sube hasta la tranquila plaza de Santa Ana, en la que se encuentra la iglesia del mismo nombre. Una amplia escalinata de piedra lleva hasta la puerta principal del que fuera el primer templo cristiano construido en Archidona. Data de 1519 y se levantó sobre una de las mez­quitas que existían en los arrabales de la ciu­dad islámica, en estilo gótico, estilo que se mantuvo en la ampliación de dos naves que se realizó en el siglo XIX. Guarda buenos retablos barrocos e imágenes valiosas como la de Cristo Amarrado a la Columna o el Descendimiento, obras ambas de Pablo de Rojas. Por debajo de esta plaza está la calle Salazar, en cuyo número 67 vivió y murió el intelectual y poeta Luis Barahona de Soto (1548-1595), que ejerció en Archidona su profesión de médico. Enfrente de esta casa se levanta el antiguo convento de Santo Domingo, una espléndida edificación de 1531 que se asoma a la vega y que hoy, tras décadas de abandono, ha sido recuperado por la Junta de Andalucía y convertido, parte en hotel, parte en escuela de hostelería (Rafael Arjona. Guía Total, Málaga. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005)
     Situada en la falda meridional de la sierra de Gracia, dominando un horizonte de suaves ondulaciones, Archidona se mece entre la leyenda de los enamorados y la realidad de un rico patrimonio declarado Conjunto Histórico Artístico en 1980.
Historia
      Escua, un poblado fenicio, se encuentra en el origen de la ciudad actual.
     Los romanos, que poblaron la villa tras los cartagineses, la denominaron Arcis Domina, "señora de las alturas". Por aquel entonces, la ciudad se encontraba en la cúspide del cerro de Gracia y consistía en una fortaleza fuertemente amurallada.
     Los árabes, bajo cuya dominación conoció la vieja Archidona su mayor esplendor, ampliaron las murallas convirtiendo el enclave en una poderosa alcazaba en cuyo recinto fue proclamado emir independiente Abderramán I en el 755.
     Los árabes la denominaron Medina-Arxiduna, de donde deriva su nombre actual. A partir de los reinos de taifas la ciudad entra en una suave, pero prolongada decadencia. De esta época es la leyenda de la peña de los Enamorados. Tagzona, hija del wali o gobernador de la fortaleza, prome­tida por su padre al gobernador de Alhama, escapó con su amante Muhamad. Viéndose perdidos ante la persecución del padre de la muchacha, ambos se arrojaron desde lo más alto de la peña que se alza al borde de la vega de Antequera y que, desde entonces, lleva su nombre.
     En el año 1462 fue conquistada la alcazaba por Pedro Téllez de Girón, gran maestre de Calatrava y conde de Osuna.   ,
     A partir de este momento, bajo el patroci­nio del condado y luego ducado de Osuna, que mantuvo su dominio hasta el siglo XIX, la ciudad sale de las murallas y se expande por las faldas del cerro, hasta ocupar en poco tiempo el lugar en el que se encuentra actualmente.
Gastronomía
     Cocina de gran amplitud, entre sus platos más tradicionales sobresalen la porra archidonesa, la sopa ochavada, la cazuelilla moruna, guiso de boquerones y almejas; el guisillo de huevos, guiso de tortillitas de huevo y masa de pan, y el gazpachuelo, sopa de pescado con clara de huevo y mayonesa.
     Como postres se toman los pestiños y las gachas de mosto, hechas con mosto de uva, almendras y nueces molidas.
Artesanía
     En Archidona es típica la cerámica del tipo denominado "a la cuerda seca". También existe algún artesano dedicado a la fabricación de faroles.
Fiestas
     La Cabalgata de los Reyes Magos, que se lleva a cabo el 5 de enero, es una fiesta llena de colorido y de animación infantil. El Carnaval se celebra el fin de semana anterior a la Cuaresma.
     La Semana Santa cuenta con pasos de gran categoría, como el de Jesús Nazareno o el de la Virgen de la Paz. Del 15 al 18 de agosto se celebran las fiestas en honor de la patrona la Virgen de Gracia, iniciándose con una romería al santuario de la citada Virgen.
VISITA
     En la cumbre del cerro de Gracia, donde se levantaba primitivamente la ciudad de Archidona, se alza el castillo, rodeado de dos cinturones de murallas de las tres con que contó en su día.
     Del conjunto sobresale la puerta del Sol, de reciente restauración, un sólido acceso en recodo orientado hacia oriente.
     En el recinto de la fortificación se encuentra la ermita de la Virgen de Gracia, edificada aprovechando buena parte de la antigua mezquita árabe. A ésta pertenecían las tres primeras naves, paralelas y orientadas al este, con que cuenta la actual ermita. El santuario fue remodelado en el siglo XVIII combinando el ladrillo rojo con el revoco de mortero pintado de blanco. Desde la distancia destaca la torre, terminada en un campanario.
     Abajo, en el centro geométrico de la ciudad nueva se abre la Plaza Ochavada*, denominada así por estar construida sobre un polígono de ocho lados. Se trata de un conjunto arquitectónico de gran belleza en el que, como ocurre en la ermita de la Virgen de Gracia, los arcos y pilastras de los edificios son de ladri­llo rojo en tanto que el resto de la fachada es de mampostería pintada de blanco.
     Una balconada corrida llena de flores pone su nota de colorido y de sabor netamente andaluz. La obra, del siglo XVIII, se llevó a cabo bajo la dirección de los arquitectos locales González Sevillano y Astorga Frías, quienes se inspiraron en modelos franceses, aunque entroncándolo sabiamente con el carácter del urbanismo popular de la ciudad, de clara raíz musulmana, creando con ello un estilo netamente archidonés que tendrá su continuidad en otros edificios como la propia ermita de la Virgen de Gracia, el convento de las Mínimas o las Escuelas Pías.
     Siguiendo radios que desde la Plaza Ocha­vada se dirigieran a los cuatro puntos cardinales, aparece, al sur, en la plaza de la Iglesia, la iglesia de Santa Ana. Terminada su construcción en 1505, es el primer edificio religioso de la ciudad nueva. Es de estilo gótico con implantaciones barrocas, tales como la hermosa fachada del siglo XVIII. Sobresale la torre, de base triangular, rematada en un airoso pináculo en forma de pirámide con tejas vidriadas verdes y blancas. Remodelada durante el siglo XIX con la ampliación de dos naves laterales, guarda en su interior un rico patrimonio del que destacan, entre otras figuras, un Cristo del Descendimiento y un Amarrado a la Columna.
     Al este de la plaza, en el paseo de la Victoria se levanta el edificio de la Cilla, actual Ayuntamiento, sobria construcción del siglo XVI con fachada barroca del XVIII.
     El convento de las Mínimas, en la Calle Nueva, habitado aún por las monjas de la Orden de San Francisco de Paula, destaca por su magnífica portada barroca y su no menos hermosa torre poligonal de ladrillo rojo rematada en un chapitel revestido de cerámica vitrificada blanca y verde.
     Al lado del Ayuntamiento aparece la iglesia de la Victoria, perteneciente al antiguo convento de los Mínimos que fue demolido tras la Guerra de la Independencia. Tiene una amplia fachada renacentista rematada con una garbosa espadaña del mismo orden.
     La iglesia de las Escuelas Pías, del siglo XVII, se halla en la calle Carrera y está dedicada a Jesús Nazareno, del que conserva una imagen de gran valor artístico y con fuerte arraigo devocional en la ciudad (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
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