Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

jueves, 4 de julio de 2024

Los principales monumentos (Plaza Ochavada - Ermita Rupestre, Caños de las Monjas, Convento de las Monjas Mínimas, Edificio de la Cilla, e Iglesia de la Victoria) de la localidad de Archidona (II), en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Plaza Ochavada - Ermita Rupestre, Caños de las Monjas, Convento de las Monjas Mínimas, Edificio de la Cilla, e Iglesia de la Victoria) de la localidad de Archidona (II), en la provincia de Málaga.


Plaza Ochavada - Ermita Rupestre
      La Plaza Ochavada fue la obra urbanística más importante del siglo XVIII. Claro ejemplo de la política ilustrada, su fin fue proporcionar trabajo a los braceros y eliminar el muladar de San Roque, por apartado y antihigiénico. Las actuaciones se iniciaron en 1780 con la compra de casas y patios para obtener el solar. Los alarifes locales, Francisco Astorga Frías y Antonio González Sevillano, la realizaron entre 1786 y 1789, y su estilo entronca con otras obras de arquitectura religiosa y civil de Archidona. El establecimiento del Ayuntamiento en uno de sus edificios provocaría un nuevo basculamiento de los focos urbanos considerados neurálgicos, habitándose pronto sus viviendas y acogiendo las corridas de toros.
     De forma octogonal constituye una novedosa aportación del urbanismo barroco español cuyos antecedentes inmediatos se hallan en Francia. Pese a su apariencia de total regularidad y unidad estilística, muestra ligeras diferencias ornamentales entre sus fachadas, demostrando que no fueron realizadas en serie, aunque siguen un patrón común, como es el empleo del ladrillo visto en zócalo y recercados de vanos en contras­te cromático con el enjabelgado blanco a la cal del resto de los muros. Salvo la que perteneció al Ayuntamiento, que con mayor altura, frontones partidos, y decoración de placas recortadas, pirámides y bolas, presenta un mayor empaque, to­das las edificaciones tienen similar composición de fachada, con bajo y dos plantas. Los únicos accesos son tres grandes arcos de medio punto que constituyen las embocaduras de los túneles con bóveda de cañón que comunican este recoleto espacio con el resto de la trama urbana.
     Al abandonarse la celebración de corridas de toros en este lugar, hacia 1960 se plantó en ella un jardincillo con fuente y farola, que permaneció hasta que en 1996 una nueva restauración, llevada a cabo por los arquitectos José Mª Romero y José R. Cruz del Campo, renovó su pa­vimento y se instaló una fuente enrasada con el suelo, que potencia la diafanidad de este singu­lar espacio urbano. Integrada por una alargada placa de bronce, la decoran bajorrelieve con niños y motivos acuáticos y florales, realizada en 1995 por Aparicio y fundida por Bronces Artís­ticos, S.L. Desde hace unos años las cofradías de pasión archidonesas, que mantienen una Semana Santa intensamente vivida por la ciudadanía y dotada de singularidad, han retomado este lugar como espacio de celebración pública en el que realizan un encuentro con sus pasos (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
Ermita Rupestre. Se trata de una iglesia mozárabe, con 5 naves, tres de ellas intercomunicadas que conforman las estancias del restaurante (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Plaza Ochavada. Joya del urbanismo andaluz del siglo XVIII. La mezcla entre el urbanismo francés y la tradición mudéjar dan como resultado una de las plazas públicas más bellas de España. Hasta 1956 se celebraron corridas de toros dentro de su octogonal recinto.
     Ubicada en pleno casco antiguo de la ciudad, la plaza ochavada de Archidona representa una de las joyas urbanísticas barrocas.
     Fue construida en 1786 por los alarifes locales Antonio González Sevillano y Francisco Astorga Frías, quienes propusieron una construcción tan original como una plaza octogonal de origen francés, en la que se combinó el diseño clásico con el lenguaje popular del patio andaluz. El interior de esta gran obra de urbanismo conjuga en sus fachadas la armonía del ladrillo rojo, a juego con el blanco de la cal, estilo de gran supervivencia local.
     Otras de las plazas de interés del pueblo es la denominada Plaza de la Victoria, que constituye el centro neurálgico de la vida local.
     A este foro se asoman dos importantes edificios: el Ayuntamiento y el antiguo pósito o Cilla, con portada barroca en piedra, y la Iglesia de la Victoria
Ermita Rupestre. Si bien no se trata de un lugar de culto en la actualidad, sirva de muestra para justificar la presencia mozárabe en la Comarca Nororiental (al igual que ocurre con la iglesia rupestre de Villanueva de Algaidas), y demuestra la importancia estratégica que tuvo esta zona en la revuelta de Omar Ben Hafsun contra el estado califal.
     Los cristianos que vivían en territorio musulmán no hicieron sus templos de piedra, sino excavados en ella. En el caso de Archidona, la iglesia data del siglo IX, y se sitúa en el nº 7 de la Plaza Ochavada, concretamente en el piso bajo de un Mesón. Está muy bien conservada, y posee cabecera tripartita, crucero y naves (Diputación Provincial de Málaga).

Caños de las Monjas
     Esta fuente está enclavada en la plazoleta de las Monjas, justo enfrente de una de las entradas de la bonita Plaza Ochavada.
     La Fuente solo tiene un caño en un rosetón, que representa una especie de dios pagano en hierro forjado que por un caño que sale de su boca, vierte agua en una pileta a modo de concha.
     El agua no es potable, y eso queda advertido en un letrero en la misma fuente.

Convento de las Monjas Mínimas
      Fue también fundación del Conde de Ureña, quien para este fin cedió la ermita de Jesús Ma­ría -advocación que mantiene-, y su palacio. Varias cesiones de suelo por parte municipal y la integración de viviendas colindantes permitieron sucesivas ampliaciones hasta la última en 1755, incluyendo las correspondientes obras de remodelación. La iglesia se inició en 1618, pero su aspecto actual es fruto de las reformas acome­tidas, como indica la fecha de 1760, que figura en la puerta del coro. La torre es posterior, pues fue realizada en 1789 y, aunque indocumentada, tanto ésta como la fachada de la iglesia pueden atribuirse a los alarifes Francisco de Astorga Frías y Antonio González Sevillano, autores de la plaza ochavada y cuyo  estilo puede observarse en otros edificios religiosos de Archidona. Debido a su mal estado de conservación, a mediados del siglo XX se demolieron algunas dependencias pertenecientes a la clausura del convento.
     Como iglesia conventual femenina, es de una sola nave con coro alto a los pies sobre bóveda de aristas profusamente decorada con molduras mixtilíneas y denticulados y se cubre con bóveda de medio cañón trebolado con fajones y lunetos que muestran la particularidad de variar su ángulo de descenso. En la parte superior, tribunas sobre peanas decoradas con es­trellas de ocho puntas, y sobre ellas un amplio cornisamiento. Los arcos torales, también trebolados, delimitan al presbiterio, que está elevado y se cubre con cúpula semiesférica sobre pechinas con el escudo Mínimo y ana­gramas de Jesús y María.
     Adosado a una manzana, resultan visibles tres de sus fachadas: la trasera, correspondiente a la clausura, a la calle Egido; la lateral, correspondiente a la iglesia, al callejón de las Monjas, y la fachada principal de la iglesia y convento, a la calle Nueva. Las dependencias de la clausura se estructuran en torno a tres patios, de los cuales el que se adosa a la iglesia es el mayor, pero carecen de unidad estilística como consecuencia de las reconstrucciones realizadas. La fachada del convento, nivelada sobre un zócalo pétreo para salvar el desnivel de la calle, presenta en sus tres plantas una rígida composición con siete ejes de vanos adintelados entre pilastras de ladrillo. La portada muestra dintel adovelado y frontón partido con el emblema de la orden. El contraste cromático entre la mampostería, el muro encalado y el ladrillo se acentúa en la fachada de la iglesia, mucho más dinámica y dispuesta en cua­tro niveles horadados por vanos lobulados, escarzanos o adintelados inscritos en estrellas de ocho puntas. La portada, realizada en mármol gris, es también de dintel adovelado con cartela en la clave con los anagramas marianos y de Jesús.
     Singular protagonismo cobra la torre, situada a los pies e integrada en el solar de la iglesia. Sobre un sólido primer cuerpo de cantería se asienta un esbelto fuste integrado por tres cuerpos octogonales de ladrillo visto con pilastras almohadilladas y ventanas de perfil  mixtilíneo. Remata un chapitel de tejas vidriadas, en colores verde y blanco, dispuestas en escama, confi­gurando una decoración geométrica en zig-zag, triángulos y rombos.
     Desde el presbiterio preside un retablo mayor perfectamente adaptado al perfil trebolado, obra de mediados del siglo XVIII, realizado en madera, cuyas tallas doradas contrastan sobre el fondo color marfil. Con dos pisos y tres calles, en el banco se abren puertas en los ejes laterales y en el centro la mesa de altar, integrando espejos. En el primer piso las hornacinas cobijan las esculturas de San Francisco de Paula y San Antonio, en el centro un manifestador y sobre él una dinámica talla de San Miguel venciendo al demonio. En el piso superior, dos pequeños lienzos enmarcados por la talla dorada, cuyo motivo no puede ser identificado por su excesivo oscurecimiento, flanquean a un Crucificado. En el testero de la Epístola cuelgan tres lienzos, del siglo XVIII, representando a un Crucificado, Cristo Varón de Dolores y Virgen de las Angustias.
     En la nave, el primer retablo del lado del Evangelio, del siglo XVII, policromado en verde y dorado, acoge a una Inmaculada del siglo XVIII. Un retablo dieciochesco con estípites e integrando pequeñas pinturas, tiene por imagen principal a la valiosa talla de la Virgen del Fuelle, sin­gular por su curiosa iconografía, que representa en mediorrelieve a una imagen mariana con el Niño y éste con un pájaro, acoplados sobre una barquinera o fuelle de avivar el fuego. Es obra flamenca del siglo XVI que -según reza en una inscripción-, fue rescatada de los musulmanes. En 1736 un nieto de quien la recuperó mandó labrar una urna de plata y la donó al convento. Tras un cuadro de grandes dimensiones con la Adoración de los Magos, del siglo XVII, el retablo más próximo al altar mayor es de la segunda mitad del XVIII, con estípites y pequeñas imá­genes de Santiago y San Juanito en el ático. La hornacina principal, acristalada, acoge a un San Francisco de Paula de vestir. Junto al arco toral, el púlpito es de hierro forjado con el mismo di­seño de la cancela del presbiterio.
     En el lado de la Epístola, el primer retablo, con columnas salomónicas, acoge a la imagen de San José, del siglo XVIII, y a continuación lienzo de la Aparición de la Virgen a San Francisco de Paula, del siglo XVII. El siguiente retablo, tam­bién del XVII, enmarca un lienzo dieciochesco de San Antonio de Padua con escenas de su vida. En el sotocoro se dispone un lienzo de la Virgen de Gracia con marco dorado del XVIII. El cancel de la iglesia se encuentra tallado con el emblema de la orden y el escudo del fundador.
     En el ajuar de culto de la iglesia destaca una custodia de 1660, un cáliz del platero cordobés Cristóbal Sánchez Soto fechado en 1771 y una urna de plata para la custodia (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Tiene una sola nave con bóveda de medio cañón trebolado, con lunetos denticulados y fajones rematados en placas recortadas; en los paños de la bóveda se desarrollan grandes marcos formados por molduras mixtilíneas de recuerdo mudéjar. A la nave y presbiterio abren tribunas cuyas peanas se adornan con estrellas y rematan en placas recortadas. 
     Tiene coro elevado a los pies sobre amplia bóveda de arista.
     Tras el arco triunfal trebolado se encuentra el presbiterio, cubierto con bóveda semiesférica con rígida decoración pintada sobre pechinas decoradas con escudos de la orden y roleos perlados, que soportan un triple anillo muy quebrado en planta.
     La fachada de la iglesia, en la que se combina la piedra y el ladrillo, tiene tres calles separadas por pilastras almohadilladas; en la central se abre la portada de piedra gris con dintel adovelado y escudo sobre la clave, rematando en frontón triangular partido con hornacina encajada. Sobre esta portada destaca la enmarcadura de una ventana en forma de estrella de ocho puntas, de manera parecida a como la veíamos en el Portichuelo antequerano; se remata toda la fachada con frontón mixtilíneo en cuyo tímpano se abre una ventana cuadrifoliada.
     Tiene un gran interés, asimismo, la torre (1.789), con base de piedra, cuatro cuerpos de ladrillo -con abundancia de pilastras almohadilladas como elemento articulador- y chapitel de cerámica vidriada. Puede atribuirse a los maestros Francisco de Astorga Frías y Antonio González Sevillano, que trabajaban en la plaza ochavada de esta villa.
     Edificio de mediados de siglo XVIII, atribuido al arquitecto Cristóbal García, autor del Convento de Madre de Dios de Antequera, con el que este convento archidonés guarda gran parecido (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El 18 de enero de 1551, los Condes de Ureña fundaron el convento con dos monjas del monasterio de Andújar, Sor María de Jesús Quesada y Sor Antonia de San José Montenegros. Para ello donaron el palacio y una ermita contigua, llamada de Jesús y María.
     El convento, conocido también por Jesús y María, pertenece a la rama femenina de la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, la cual aun tiene presencia.
     La fachada del convento está realizada en mampostería y ladrillo, en la que se abren ventanas entre pilares. Tiene un patio interior, porticado en uno de los laterales.
     Su iglesia conserva el aire intimista de la clausura, mientras que al exterior sobresale su singular torre barroca de ladrillo, coronada por un capitel de cerámica blanquiverde. Su construcción se realiza entre 1615 y 1618, finalizándose a mediados del siglo XVIII.
     La fachada del edificio de piedra y ladrillo tiene tres calles de distinta anchura separadas por pilastras almohadilladas. La torre, construida en 1782 por los maestros alarifes Francisco Astorga Frías y Antonio González Sevillano, tiene un primer cuerpo de piedra cuadrado, donde se apoya su fuste octogonal con cuatro cuerpos de ladrillo y abundantes pilastras almohadilladas.
     La iglesia tiene una sola nave con bóveda de medio cañón con lunetos, alternando con arcos fajones trebolados rematados en placas recortadas. El presbiterio está cubierto con bóveda semiesférica apoyada sobre pechinas, decoradas con escudos de la Orden, que soportan un triple anillo que sirve de base a la cúpula y ésta a su vez al cupulín.
     El Retablo Mayor, del siglo XVIII, consta de dos pisos señalados por impostas y tres calles. En el primer piso, hay una imagen de la Inmaculada en el centro, flanqueada por las imágenes de dos Beatos Mínimos (Gaspar y Nicolás); en el segundo, varios lienzos, y el ático se corona con un crucifijo
(Diputación Provincial de Málaga).

Edificio de la Cilla
      Pertenecía al Duque de Osuna y posee una ti­pología directamente relacionada con la actividad agrícola, pues se destinaba al almacenaje de productos de la cosecha. Pero también realizaba préstamos a los agricultores, con el objeto de garantizar la continuidad de los cultivos. Se hallaba en obras en 1580 y debió terminarse no mucho después, pero sufrió una remodelación barroca, en cuyo transcurso se le añadió la portada. El edificio tiene planta en «L», con dos naves que se unen por sus extremos formando ángulo recto. En el sótano, tres naves paralelas e intercomunicadas con bóvedas de cañón con lunetos nos recuerdan la función de almacenaje que desempeñó este inmueble, carácter que también trasluce con ventanas apaisadas en la parte superior de la fachada, que da al Paseo de la Victoria, que es la que tras las reformas efectuadas, conserva con mayor pureza sus características primigenias. La fachada asienta sobre un zócalo de piedra caliza que refleja el desnivel del terreno y está centrada por una portada pétrea -emparentada estilísticamente con la de las Escuelas Pías-, que asume el protagonismo frente a la austeridad del resto del edificio. Abre un arco de medio punto, flanqueado por pilastras sobre plintos que sustentan una cornisa, actuando como remate un frontón curvo partido de perfil mixtilíneo, que conjuntamente con otras molduras de perfil en «S» conforman un espacio para acoger el escudo heráldico de la familia Girón, a la que pertenecía el conde. A la izquierda de la portada, un panel cerámico nos recuerda que en 1901 se concedió a Archidona el título de ciudad.
     Fue rehabilitado en 1985 para acoger al Ayuntamiento, y entonces se reconstruyó más profundamente la crujía que da a la calle Carrera, que se hallaba en mal estado. En el interior, el salón de actos mantiene visible algunos lienzos de los primitivos muros de ladrillo y las naves que sirvieron al pósito acogen hoy al Museo Municipal, ordenado cronológicamente, donde se exponen piezas arqueológicas aparecidas en el término municipal, cerámicas, planimetrías, reproducciones de documentos, sellos y monedas, piezas de platería y diversos elementos de interés antropológico o ilustrativos de las costumbres y tradiciones locales. Otra de las naves ha sido habilitada como salón de ceremonias, reproduciendo una sala capitular, y en ella se han instalado los sitiales, que los corregidores tenían reservados en la parroquia de Santa Ana, decorados con pinturas alegóricas de las Virtudes, que debían acompañar a estos servidores públicos y realizados en 1749. Ante su fachada se instaló en el 2006 un monumento al doctor, investigador y cronista oficial de la ciudad, Ricardo Conejo Ramilo, integrando un busto de bronce donado por su familia (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La cilla es una pieza casi exenta situada en ángulo entre la Plaza de la Victoria , de la que constituye un lateral, y la calle Carrera. Ambos sectores del ángulo son de planta rectangular, con anchos muros perimetrales de mampostería y ladrillo, constando de dos alturas sobre zócalo. En el alzado principal destaca una portada en piedra de formas barrocas que contrasta con la sencillez de los paramentos, que muestran escasas y pequeñas ventanas rectangulares, y donde se sigue la combinación tradicional de ladrillo en machones e hiladas que cierran cajones de mampostería, quedando la piedra para el zócalo y la portada. Esta última compone una arco de medio punto para el acceso, jalonado de sendas pilastras toscanas sobre las que descansa el entablamento, del cual sobresale un frontón partido curvo y enrollado en el que encaja un marco de coronamiento mixtilíneo. A ambos lados de la portada se sitúan escudos heráldicos de los girón. 
     El resto de los alzados denota el marcado carácter funcional del edificio, careciendo de cualquier tratamiento ornamental. 
     Los faldones de la cubierta son de teja.
     Las obras recientes han supuesto una transformación en el interior, organizado en origen en naves longitudinales, tres en el sector paralelo a la plaza, dos el paralelo a la calle Carrerea, y dependencias de espacio en el vértice del ángulo, en una disposición que enlaza con las tipologías de cillas de la Baja Andalucía.
     El actual ayuntamiento de Archidona está instalado en un amplio caserón de rasgos sencillos que fue cilla y pósito de la localidad. Desde 1463 los Girón, señores de la villa hasta el siglo XIX, detentaron el derecho a percibir la totalidad de los diezmos de su territorio, que se concentraban en este granero señorial erigido básicamente en el siglo XVI bajo su patronazgo, sirviendo así esta espaciosa obra de doble función de cilla y pósito.
     El edificio fue objeto de obras en el siglo XVIII, posiblemente hacia 1768, cuando se trasladó allí el concejo municipal, ante el derrumbe de las antiguas casas consistoriales. Hacia esas fechas se instaló una portada tallada en piedra emparentada con las del barroco antequerano. Tras su uso como granero, la antigua cilla y pósito de Archidona ha vuelto a ser sede del ayuntamiento, para lo cual ha sido rehabilitado en esta década, obra que ha supuesto una importante modificación de su interior y parte de su alzado trasero, restando sus muros perimetrales como contenedor de una obra nueva (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Antiguo Pósito o almacén de grano del Duque de Osuna, señor de la Villa, readaptado como Sala de Exposiciones y museo municipal.
     Es un edificio del siglo XVI, de recia construcción con formas muy castellanas y sobrias aunque tiene algunas concesiones artísticas, como su portada barroca en piedra del XVIII, así como los escudos ducales que la rodean.
     El Museo Municipal de Archidona, creación del Ilustre Ayuntamiento de Archidona, tiene como fin contribuir al reconocimiento, protección, investigación y difusión de la identidad histórica y cultural de Archidona. Su existencia da respuesta a la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía de 1991, cuando ésta destaca la misión de los Ayuntamientos de realzar y dar a conocer el valor cultural de los bienes del Patrimonio Histórico Andaluz radicados en su término municipal. En el caso de Archidona se suma el factor añadido de la Declaración de la Ciudad como Conjunto Histórico-Artístico en 1980.
     En el año 756, el príncipe omeya Abd al-Rahman se proclama emir en Archidona y crea el emirato independiente de Bagdad, que durará hasta el año 929. Desde ese momento y hasta el s. XI, Archidona es la capital de la poderosa cora de Rayya, una división administrativa andalusí que ocupa las sierras del sur de la actual provincia de Córdoba y gran parte de la de Málaga.
     Además de conservar, investigar y exhibir los bienes que van formando su pequeña pero significativa colección, el Museo añade un perfil como Centro de Interpretación al representar un lugar de síntesis, expresión y decodificación de las claves del Patrimonio Cultural de Archidona, donde el archidonés puede descubrir y transmitir señas de identidad propia y el foráneo acceder al conocimiento de la Historia y la Cultura de Archidona. El Museo se convierte en un excelente punto de partida para activar en el visitante las diferentes expectativas relacionadas con dicho Patrimonio y en un lugar de síntesis donde resumir y rememorar pinceladas de la estancia en el Municipio.
HISTORIA DEL PROYECTO
     La idea de crear un Museo Municipal en Archidona se remonta al menos a 1978, cuando se barajaba la propuesta de restaurar el antiguo Convento de Santo Domingo con destino a Museo Municipal y a otros usos de carácter cultural. Pero este proyecto no prosperó. En 1985 volvió a activarse el tema y se solicitó a la Dirección General de Bellas Artes de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ayuda técnica y económica para la evaluación y montaje de un Museo Municipal en el recinto de la nueva Casa Consistorial de la Cilla. Pero no será hasta el año 2000 cuando se inicie el proceso ininterrumpido que permitió, el 19 de diciembre de 2004, la inauguración y apertura del Museo Municipal de Archidona, concretamente de su sección permanente "Archidona y su Tiempo", en el ala de La Cilla de la Plaza de la Victoria.
     El Museo Municipal es, por tanto, una iniciativa del Ilustre Ayuntamiento de Archidona que se integra en el equipamiento de titularidad municipal relacionado con el ámbito del Patrimonio Histórico-Cultural, junto al Archivo Histórico Municipal, la Biblioteca Pública Municipal "Dr. Ricardo Conejo Ramilo" y la Sala Municipal de Exposiciones "Eugenio Lafuente". Los estatutos del Instituto del Patrimonio de Archidona contemplan la adscripción al mismo del Museo Municipal.
     El Museo extiende su área de atención a todo el término municipal. Archidona aparece expresada a través de sus espacios, su tiempo, su gente y su cultura, mediante las expresiones materiales e inmateriales, muebles e inmuebles de su Patrimonio Histórico-Cultural. Para ello se desarrolla un discurso temático mixto relacionado con todas aquellas disciplinas que quedan implicadas: Historia/Arqueología, Arte/Literatura, Etnografía/Etnología, etc.
     Respecto al concepto de Patrimonio Histórico, el Museo participa de la definición asumida en la Ley 1/1991, de 3 de julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía: "El patrimonio histórico andaluz se compone de todos los bienes de la cultura, en cualquiera de sus manifestaciones, en cuanto se encuentren en Andalucía y revelen un interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnológico, documental, bibliográfico, científico o técnico para la comunidad autónoma" (artº 2).
     Al margen de su esencial e inequívoca naturaleza museística, el Museo Municipal de Archidona desarrolla como valor añadido un perfil como Centro de Interpretación en cuanto ejerce como instrumento de síntesis, expresión y decodificación de las claves del Patrimonio Cultural de Archidona. Sus salas se convierten en un espacio de adaptación capaz de acoger una sinopsis representativa de su amplio y diverso patrimonio mueble e inmueble, material e inmaterial. En ambos casos el Museo aspira a constituir un entorno didáctico válido para todos, donde atender además la pluralidad de matices propia de la inquietud cultural de los ciudadanos.
EL EDIFICIO
     El Museo Municipal radica en el edificio conocido como "La Cilla", antiguo pósito de los Duques de Osuna, Señores de la Villa. El edificio original se remonta al siglo XVI, si bien su portada noble de piedra blanca es del siglo XVIII. Entre 1980 y 1985 se procedió a la reconversión de La Cilla como nueva Casa Consistorial, adaptándose el ala de la calle Carrera para las dependencias municipales de administración y gobierno, y destinándose el ala de la Plaza de la Victoria para otros usos hasta convertirse en la actual sede del Museo.
     Arquitectónicamente la Cilla es un edificio de notoria entidad, pero con la sobriedad propia de su primitiva función: sólidos muros de ladrillo y piedra, fachadas con escasa aberturas y tejado a dos aguas sin huecos abuhardillados. El ala donde se ubica el Museo muestra tres altas naves, con cubierta vista de viguería de madera y tablero de ladrillo macizo, bajo las cuales una planta inferior de tres naves bajas abovedadas servía para aislar del suelo el grano almacenado.
     Presidiendo la portada histórica están los escudos de don Pedro Téllez Girón "El Grande" (1574-1624), 3er Duque de Osuna, y de su esposa doña Catalina Enríquez de Ribera y Cortés de Zúñiga.
DISCURSO TEMÁTICO Y MUSEOGRÁFICO
     El Museo Municipal ofrece actualmente las tres salas dedicadas a la Sección "ARCHIDONA Y SU TIEMPO", inaugurada y abierta el 19 de diciembre de 2004, donde se despliegan dos grandes unidades temáticas:
     La "Memoria Histórica" (Sala 1) desarrolla la secuencia de Archidona desde la Prehistoria hasta hoy. Incluye los módulos de Prehistoria (I-II), Protohistoria, Roma, Al Andalus, Conquista Cristiana, Edad Moderna (I-II) y Edad Contemporánea (I-II).
     La "Memoria Colectiva" (Sala 3) desarrolla la secuencia del ciclo festivo y celebrativo anual de Archidona. Incluye módulos dedicados a: Ciclo de Carnaval y Cuaresma, Semana Santa, Ciclo Mayo-Julio, Ciclo de Agosto (Feria de Agosto y Romería de la Virgen de Gracia), Ciclo de Otoño, Ciclo de Navidad y Epifanía. Además, se añaden aquellas citas culturales que se van haciendo tradicionales.
     La museografía de estas dos salas se basa en sendas secuencias lineales de módulos expositivos que van encadenando física y conceptualmente el discurso temático. Cada unidad mueble expositiva acoge de forma compacta espacios para paneles de texto introductorios, espacios de vitrina y espacios para cajas de luz.
     La Sala 2, denominada "Sala de la Villa", cumple una doble función: como una sala más del Museo, relacionada con la memoria histórica y conciencia de lo municipal, y como sala noble del Ayuntamiento, para acoger actos protocolarios y ceremonias de índole municipal. Entre lo expuesto: dalmáticas de los maceros, bastón de mando del alcalde, libros de honor de firmas, antigua caja fuerte, arcones de documentos, etc. (Diputación Provincial de Málaga).

Iglesia de la Victoria
      Construido sobre la ermita de Santa Catalina, que les fue cedida, el convento de padres Mínimos, fundación del siglo XVI del duque de Osuna, se extendía sobre gran parte de la manzana adosada a la iglesia y desapareció con la desamortización.
     El elemento más antiguo del templo es el presbiterio, que se concluyó en 1624. Desde comien­zos del siglo XVIII y hasta 1769 se redecoró la iglesia, se amplió por la cabecera, se construyó el camarín de San Francisco de Paula y la portada. Las dependencias conventuales fueron utilizadas como cuartel durante la ocupación francesa, y acabaron muy deterioradas, por lo que tras la desamortización fueron demolidas. En la década de los años setenta del siglo XX se hizo el camarín del altar mayor, pues antes era una sencilla hornacina, y en el 2005 se realizó en la fachada una restauración que ha permitido que aflore la primitiva decoración pictórica y unas cadenas de sillares que permanecían ocultas bajo el revoco.
     La iglesia es de tres naves separadas por pilares, con pilastras cajeadas de orden gigante que sustentan un poderoso friso con triglifos y ­metopas decoradas con relieves. En los interapilastrados, sobre los arcos formeros, se abren  una serie de tribunas con rejerías de forja que comunican la iglesia y la galería alta, que discurre sobre las naves laterales. Desde una de ellas tiene lugar en la tarde del Jueves Santo la representación de «La Embajá», por un niño vestido de ángel que interpreta un recitativo monocorde, cuyo texto data del siglo XVIII. La central se cubre con bóveda de medio cañón con fajones y lunetos, presentando más variedad de cubiertas las naves laterales. Sobre el crucero emerge un poderoso cimborrio, que acoge una cúpula semi­esférica sobre pechinas decoradas con yeserías, cuyos nervios delimitan lunetos. En las metopas del friso los relieves de yeso conforman un pro­grama decorativo integrado por motivos maria­nos, eucarísticos y heráldicos -en ocasiones con influencia indiana-, también presentes en la bóveda que sustenta el coro, a los pies. En la cabecera de la nave de la Epístola debe destacarse el camarín que fue de San Francisco de Paula, cupulado, que conserva las yeserías originales de mediados del siglo XVIII, con angelitos, cariátides, veneras, hojarascas y otros elementos deco­rativos policromados.
     En la nave del Evangelio, la primera capilla, en el sotocoro, conserva también, aunque en mal estado, parte de la decoración pictórica barroca, con volutas y hojarascas en tonalidades oscuras y rojizas. Particularmente interesante es la pintura mural, de gran tamaño, de finales del XVII, de El Juicio Final, representando a las ánimas en el purgatorio, incluyendo a frailes, moriscos y negros en un claro mensaje de universalidad, mientras que serafines y la Virgen actúan como mediadores para presentar las almas a la Santísima Trinidad. Con graves problemas de con­servación, reclama una restauración. En la cara interna de los pilares se ubica un ciclo de doce pinturas murales al temple, del siglo XVIII, con mayor valor devocional e histórico que artístico, sobre la vida de San Francisco de Paula, muchas mal conservadas como consecuencia de la humedad.
     Al exterior, la portada principal, en ladrillo visto, con pilastras cajeadas que sustentan el dintel adovelado, ofrece un segundo cuerpo, con frontón triangular partido, cobijando una hornacina con decoración pictórica de motivos florales en tonos rojos. La decoración pintada recrea un segundo cuerpo de pilastras para sustentar otro cuerpo, con óculo oval para iluminar el coro. Sobre el eje de la derecha una espadaña de ladrillo visto con doble arco, constituye uno de los elementos conformadores del paisaje urbano más reconocible de la ciudad. En el extremo opues­to un par de almenas armonizan con las que rematan el arco de la Victoria -reconstruido en el siglo XX-, dispuesto sobre el callejón del mismo nombre a lo largo de la fachada lateral del templo. Carentes de función específica, se han interpretado las almenas como un recuerdo del tercer cinturón amurallado de la ciudad que discurría cerca.
     El interior del templo está presidido por un retablo de yeso dorado y policromado de mediados del siglo XVIII, aunque el camarín es adición de 1967. Inicialmente ocupado por la virgen de la Victoria, acoge en la actualidad al Nazareno del Dulce Nombre, que llegó a la iglesia tras la desamortización del convento domini­co. Es imagen de vestir, pues sólo tiene talladas y policromadas la cabeza y las manos, completán­dose con vestiduras, peluca y corona. Ofrece la particularidad de tener en el pecho una cavidad que pudo servir para la exposición del Santísimo el Jueves Santo, sumando la función eucarística a la procesional. Atribuible al círculo de seguidores de Pedro de Mena, debió realizarse hacia 1675. La cruz, con aplicaciones de plata, data de 1913. En el retablo, concebido sin ninguna concesión al vacío, las molduras enmarcan un total de 13 pinturas a modo de «cuadri riportati», representando a un apostolado y la virgen de Gracia, ocupando el ático un crucificado que puede ser anterior, al igual que el banco de este retablo. En el lado del evangelio, un lienzo de un santo con ánimas, y en el de la epístola otro lienzo de una Dolorosa, del s. XVIII.
     En la nave del Evangelio, junto a  la pintura mural de Las Ánimas, ya citada, el retablo de San Juan Evangelista está presidido por esta imagen tallada y de vestir, y en la hornacina del primer tramo la imagen de Jesús a su entrada en Jerusalén, denominada popularmente «la Pollinica», talla de 1947 adquirida en Granada atribuible a José Navas Parejo. A continuación el altar-hornacina de Santo Domingo, imagen de vestir del siglo XVIII, y San Blas y, ya en el crucero, el retablo de San José, con estípites y rocalla, presidido por la imagen de San José y el Niño, policromada y esgrafiada, ambos del siglo XVIII, completándose con tres pinturas de menor interés: busto de la Virgen en el ático y San Lorenzo y santo penitente en las calles laterales. En el lado derecho del crucero, retablo dieciochesco con la imagen de la Virgen de la Victoria, titular de la cofradía de la Pollinica, obra de candelero del tallista sevillano Dubé de Luque de 1986. Entre ambos retablos, lienzo de San Francisco de Asís que hace pareja con otro de un Nazareno. 
     En la nave de la Epístola, en el sotocoro, el re­tablo de la hermandad del Huerto es de ejecución reciente y acoge a sus tres titulares: Jesús Orando en el Huerto y Jesús Preso, ambas imá­genes de candelero, de probable ascendencia granadina y de la primera mitad del siglo XVII, aunque muy retocadas. La Virgen del Amparo es también imagen de candelero para vestir, de mediados del siglo XVII, de escuela granadina, con media luna de plata a los pies y corona del mismo material. A continuación las imágenes de Santa Catalina de Siena y el retablo del Cristo Resucitado, de la segunda mitad del siglo XVIII, con imagen de talla del valenciano Pío Mollar de 1931, titular de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa.
     En el crucero destaca el retablo de la Inmacu­lada, policromado en verde con talla dorada y columnas corintias de carácter clásico, aunque la presencia de la rocalla nos indica su realización durante la segunda mitad del siglo XVIII para la orden Mínima, como indican los emblemas. La imagen, tallada, policromada y esgrafiada, es obra del círculo de Alonso de Mena, de hacia 1630. En la cabecera de la nave de la Epístola, el camarín, que fue del Dulce Nombre, es habitualmente presidido por la Virgen de la Paz, titular de la misma cofradía, talla de candelero de fina­les del siglo XVII.
     En la sacristía se conservan un Ecce Homo de pasta de madera de reducido tamaño y dos lienzos representando a San Francisco Javier y San Francisco de Paula anciano (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La iglesia de la Victoria responde al tipo conventual de tres naves separadas por pilares cruciformes donde apean arcos de medio punto. Sobre las naves laterales se abre un segundo piso a la nave central con pequeñas tribunas.
     La nave central se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones, apoyándose en un entablamento dórico, decorado con ovas, friso con triglifos y metopas de temas vegetales sobre pilastras de capiteles ovados.
     Las naves laterales, de menor altura, van separadas por arcos de medio punto con bóvedas vaídas excepto las que quedan bajo el coro que utilizan medio cañón con lunetos.
     La Capilla Mayor es de planta rectangular con un retablo de mediados del siglo XVII, al que se abre un camarín cuadrado con bóveda semiesférica nervada sobre pechinas.
     El coro, sobre bóveda rebajada se decora con roleos, la capilla-camarín, de planta cuadrada y con profusa decoración de yeserías posee el sentido de espacio adosado propio de los camarines barrocos.
     Al exterior, la portada principal, de estilo manierista, se sitúa a los pies de la iglesia, con pilastras almohadilladas que sostienen un dintel adovelado con clave saliente y un amplio entablamento en el que cabalga un frontón partido con hornacina. La espadaña se levanta sobre un extremo de la fachada, con dos arcos gemelos de medio punto flanqueados por pilastras sobre las que va un entablamento y frontón partido, coronado con jarrones. En el centro se alza un segundo cuerpo con arco rematado por frontón y enmarcado por volutas. El cimborrio, de planta octogonal, se presenta saliente del crucero.
     Se fundó este convento en 1556 sobre la ermita de Santa Catalina, donada por el duque de Osuna a la orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, siendo provincial el padre fray Francisco Alonso del Águila, con veinte religiosos. 
     En la crónica de los Mínimos de Juan de Morales, se dice que ocuparon el convento en 1585; antes desde 1550 habían estado en otro sitio de forma provisional cuyo lugar no se cita. 
     El duque, junto con la ermita, entregó ornamentos y objetos de culto, de los que se tienen noticias a través del Archivo Histórico Nacional. 
     Durante varios años se sucedieron las obras en el convento e iglesia. En 1622 se estaba haciendo el dormitorio y en 1624 se compró una casa que estaba detrás del altar mayor para hacer la capilla mayor, sacristía y cimborrio. Siendo prior el padre fray Francisco Almohalla, natural de esta villa, se acometió una obra de remodelación de la iglesia cuyo final se fecha en 1769. Consistió en la realización de un nuevo altar mayor, el adorno con yeserías de la peana de los balcones de la nave, la portada y espadaña. (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Construida a mediados del siglo XVI, perteneció al desaparecido Convento de Frailes Mínimos de San Francisco de Paula, que se fundó en 1556 sobre la ermita de Santa Catalina, donada por el Conde de Ureña a la Orden. Tras la Guerra de la Independencia el complejo quedó muy deteriorado, siendo demolido el convento y perdurando sólo la iglesia, edificio que presenta una fachada rematada por una airosa espadaña.
     La primitiva iglesia llegaba hasta lo que hoy es el crucero, ya que en 1624 se compró una casa, situada detrás del altar mayor, para construir la capilla, sacristía y cúpula.
     Durante el siglo XVIII se construyó el Retablo Mayor, la portada y el camarín de San francisco de Paula, ocupado después por la Virgen de la Paz. A finales del siglo XX se restauró la espadaña y se construyó un arco que una la calle con la iglesia.
     La iglesia tiene tres naves separadas por pilares cruciformes, y en ella se ubica numerosos retablos e imágenes. Predomina la decoración barroca.
     A lo largo de su historia ha sido hospital, cuartel de las tropas napoleónicas y nuevamente iglesia (Diputación Provincial de Málaga).
     
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Plaza Ochavada - Ermita Rupestre, Caños de las Monjas, Convento de las Monjas Mínimas, Edificio de la Cilla, e Iglesia de la Victoria) de la localidad de Archidona (II), en la provincia de Málaga. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia malagueña.

Más sobre la provincia de Málaga, en ExplicArte Sevilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario