Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

lunes, 8 de julio de 2024

Los principales monumentos (antiguas Escuelas Pías, Ermita del Nazareno, Iglesia de Santa Ana, Castillo Árabe, y Ermita-Mezquita de la Virgen de Gracia) de la localidad de Archidona (III), en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (antiguas Escuelas Pías, Ermita del Nazareno, Iglesia de Santa Ana, Castillo Árabe, y Ermita-Mezquita de la Virgen de Gracia) de la localidad de Archidona (III), en la provincia de Málaga.


Antiguas Escuelas Pías

      Obra civil de promoción eclesiástica, el inmueble es fruto de tres etapas constructivas sucesivas que no le han restado unidad estilística. El punto de arranque parte de 1757, cuando el presbí­tero archidonés Salvador Delgado de Urbaneja obtuvo del duque de Osuna permiso para traer hasta la ciudad a la congregación de las Escuelas Pías, prestigiosa institución docente fundada por San José de Calasanz, así como la donación de la ermita del Nazareno y la casa del capellán, por parte del obispado, y el generoso testamento de Leonor Félix de Morales y Cárdenas. Una vez llegados los religiosos se procedió a adaptar los edificios bajo la dirección del hermano Blas del Espíritu Santo.
     La segunda etapa transcurrió entre 1765 y 1776 y en ella se construyó el sector del edificio comprendido entre la calle Pilarejo y la esquina del arco. La tercera y última, entre 1776 y 1779, terminó el edificio levantando la parte comprendida entre el arco y la calle Carrera, incluyendo la realización de la portada, el patio de la fuente y la torre. La portada trasera, en la calle Pilarejo, luce una inscripción que menciona la fecha de 1798 como de terminación del edificio, aunque debe referirse a reformas en este sector concreto. Tras la marcha de los escolapios, el Ministerio de Educación dedicó el inmueble, en 1956, a instituto de bachillerato con el nombre del poeta archidonés Luis Barahona de Soto, reformado en el 2004 para adaptarlo a las exigencias de la nueva legislación educativa.
     Cuenta con dos núcleos, estructurados mediante crujías, en torno a otros tantos patios, uno cuadrado y el otro más irregular. El primero lo circunda, a modo de claustro, una galería cubierta de bóvedas de arista y arcos que apean sobre placas recortadas. En el centro se dispone una fuente de mármol con pilón octogonal y fuste abalaustrado con doble taza. Entre ambos núcleos discurre una calle pública y se comunican mediante un pasadizo elevado sobre bóveda de cañón, heredero de las algorfas musulmanas.
     El desnivel del terreno se solventa mediante la disimetría de su altura: dos pisos en la calle Carrera y tres en la trasera, cuya composición es más regular, pero en ambas se hace uso de la bicromía mediante la combinación del muro encalado y el ladrillo visto, y los vanos rebajados que disminuyen con la altura. En la calle Carrera se encuentra la portada principal, muy similar a la del Pósito, realizada en Estepa en piedra caliza blanca entre 1776 y 1778, con dos columnas toscanas sobre altos plintos que flanquean  un arco de medio punto. En el segundo cuerpo un frontón curvo se rompe para dejar paso a una cartela con el escudo de la congregación circundada por placas recortadas y protegida bajo una moldura mixtilínea a modo de alero. La puerta, de madera y doble hoja, se decora con rocalla. A la izquierda se erige la torre campanario, de ladrillo, sección cuadrada y dos cuerpos, que se corona con chapitel poligonal de tejas vidriadas dispuestas en escamas (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Las Escuelas Pías son un inmueble de uso educativo (inicialmente bajo la tutela de los escolapios) situadas en el casco histórico de la ciudad, junto a la Iglesia de Jesús Nazareno. Ambos edificios sirven en la actualidad como centro de enseñanza secundaria.
     Las escuelas fueron fundadas en 1757 y la construcción del edificio comenzó en 1759, al mando del maestro alarife Blas del Espíritu Santo. Las obras finalizaron en noviembre de 1794. En sus comienzos el alumnado procedía mayormente de la comarca, aunque poco tiempo después de su inauguración el centro se convirtió en uno de los centros educativos más prestigiosos de Andalucía, atrayendo a estudiantes de diversos lugares. El alumno más conocido fue Blas Infante (conocido como padre de la patria andaluza), que estudió en Archidona entre 1896 y 1900.
     Clasificado como monumento de interés histórico artístico, el edificio ocupa un solar de 2736 metros cuadrados, distribuidos en dos manzanas incluyendo la iglesia adjunta. El inmueble funcionó como Colegio de las Escuelas Pías hasta el año 1950 y, desde entonces, alberga el Instituto de Enseñanza Secundaria Luis Barahona de Soto (Diputación Provincial de Málaga).

Ermita del Nazareno

      En este emplazamiento debió existir otro edi­ficio anterior donde se daría culto a la imagen del Nazareno, pero el actual fue realizado hacia 1688 y reformado en 1778, renovándose las bóvedas y ampliándose el altar de la sacristía. Posteriormente, al construirse las Escuelas Pías, la ermita, inicialmente exenta, quedó integrada en éstas, desempeñando la función de capilla del centro, razón por la que el escudo de la congregación luce en el púlpito. A comienzo de la década de los años noventa del siglo XX se renovó su cubierta. La portada ha sido realizada hace unas décadas con un criterio historicista que provoca cierta confusión, y la puerta de madera de doble hoja es obra de la Escuela Taller de la localidad, elaborada entre 1993 y 1994.
     Presenta planta de cajón al que se adosa por la cabecera el camarín polilobulado, cuyo volumen trasdosa al exterior, tras recientes obras que lo han dejado visible. Se cubre con bóveda de ca­ñón con lunetos con óculos igualmente trebolados, y el presbiterio con cúpula semiesférica sobre pechinas decorada con yeserías, que por su mayor rigidez sugiere la posibilidad de que sean anteriores a las de la nave, donde una cornisa con triglifos es rematada con placas recortadas recorriendo el perímetro interior del templo. En una de las ventanas han aparecido restos de pin­turas dieciochescas con motivos florales.
     En el exterior, el empleo combinado de mampostería y ladrillo visto armoniza con el aparejo utilizado en las Escuelas Pías, en cuyo edificio se integra la ermita.
     Un retablo rococó circunda el camarín en el que recibe culto la talla de Jesús Nazareno, aunque provisionalmente se ha trasladado a la parroquia de Santa Ana, mientras duran las obras de restauración del templo. Esta imagen, de gran calidad, muestra gran similitud formal e iconográfica con el Nazareno de la Sangre de Antequera -ambos han estado atribuidos al granadino Pablo de Rojas-, aunque recientes investigaciones han per­mitido atribuir ambas tallas, con fundamento, al escultor Diego de Vega, quien realizaría este de Archidona hacia 1580 con un mayor nivel artístico en la talla y el minucioso plegado de la túnica, que apunta hacia una transición desde el manie­rismo hacia el protobarroco.
     Junto al Nazareno también se han trasladado a Santa Ana la Virgen del Amor y de la Sangre -advocación que alude al hospital que hubo donde hoy está la ermita-, talla de candelero del siglo XVII, cuyas manos se sustituyeron en 1963 por Tello de Andrés. Se han mantenido en el presbiterio otras piezas, como dos lienzos del XVIII, uno de la Virgen del Carmen y otro de San Juan Nepomuceno. En el lado del Evangelio hay un retablo neogótico con una Inmaculada de escuela granadina, óleo de la Virgen de Gracia en retablo policromado con fondo azul y talla dorada, del siglo XVIII, altar de San José de Calasanz y retablo blanco y dorado con lienzo de La Aparición de la Virgen a San Juan de la Cruz, ambos del siglo XVIII. En el lado de la Epístola, un lienzo del Descendimiento, retablo rococó blanco y dorado con columnas salomónicas de la Virgen de la Sangre -ahora transitoriamente vacío-, altar del Cristo de la Expiración, Crucificado de talla del siglo XVIII, retablo neogótico decimonónico y Piedad de escuela andaluza, de la segunda mi­tad del siglo XVII (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La ermita es de una sola nave con bóveda de medio cañón dividida por arcos fajones presentando lunetos. Una cornisa con triglifos corre a todo lo largo del muro y de ella penden placas recortadas. La capilla mayor se cubre con bóvedas sostenida por pechinas decoradas con yeserías del siglo XVII. El camarín del altar mayor resulta obra inacabada del siglo XVIII; presenta planta polilobulada y no se llegó a decorar de yeserías.
     El exterior, de mampostería y verdugadas de ladrillo, ha sido recientemente restaurado, habiendo quedado el camarín destacado.
     La actual puerta de acceso a la ermita, metálica y de grandes dimensiones, desentona del conjunto (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Edificio construido a finales del siglo XVII, con importantes reformas en el XVIII. Formaba parte del Colegio de los Padres Escolapios.
     Entre otras interesantes imágenes y retablos, destaca el retablo central, de la segunda mitad del siglo XVIII, con doble columnata a los lados que da paso al camarín de bóveda de media esfera que contiene la imagen del Nazareno (patrón de Archidona), de finales del siglo XVI y principios del XVII, obra atribuida al maestro granadino Pablo de Rojas.
     La ermita es actualmente sede de la Cofradía de Jesús Nazareno y María Santísima de la Sangre. Forman parte de ella los pasos de Cristo de la Expiración con la Magdalena, Virgen de la Sangre y el Nazareno (Diputación Provincial de Málaga).

Iglesia de Santa Ana

      Consecuencia del desplazamiento de la población desde la villa alta a una cota inferior es la construcción de este templo -probablemente sobre un oratorio musulmán-, y la erección de la parroquia en 1505, aunque las obras debieron terminarse hacia mediados del siglo XVI. Durante el siglo XVII se realizaron intervenciones menores en la cubierta y portada, pero por la pobreza de los materiales empleados hubo que reedificar la nave entre 1700 y 1785, concluyéndose el coro. Tantas reformas y aña­didos restarían solidez a la fábrica que llegó a estar en ruina, por lo que en 1883, con el mecenazgo del archidonés Carlos Sánchez de la Fuente Escobar, se elevó la nave central, se añadieron las laterales y se recubrieron los soportes hasta convertirlos en los pilares actuales de sección cuadrada.
     Tiene tres naves y cabecera poligonal. Las diferentes actuaciones le han restado unidad estilística, pues la cabecera se cubre con bóveda gótica de terceletes, la central con crucerías góticas y los nudos resaltados con yeserías barrocas, y las late­rales también con bóvedas cuyos nervios apean sobre placas recortadas. Los arcos formeros apuntados recuerdan el origen gótico del tem­plo. En el exterior, la escalinata con la que se salva el desnivel del terreno contribuye a dotar de mayor empaque al edificio, solemnizando las procesiones y actos religiosos que parten desde la iglesia. La portada debió realizarse a finales del siglo XVIII, pues muestra analogías con el estilo desarrollado por el círculo del arquitecto Antonio Matías de Figueroa. Realizada en már­mol rojo, muestra arco carpanel flanqueado por columnas dóricas que sustentan frontón mixtilíneo con un escudo pontificio flanqueado por los florones que rematan los ejes de las columnas. En la cabecera se trasdosan los contrafuertes y emerge el volumen prismático de su torre triangular -en la provincia solo existe otra en Coín-, en ladrillo y coronada por chapitel de teja vidriada, único elemento constructivo que permanece sin alterar desde la primera construcción.
     En el interior, el monumental retablo de la capilla mayor, circundado de telas encoladas, doradas y policromadas a modo de dosel, lo sitúan en la misma línea de monumentalidad de otros grandes retablos de la provincia, como el del Carmen de Antequera. Ejecutado a media­dos del siglo XVIII, emplea estípites como so­portes, pero la estructura arquitectónica queda diluida entre su prolijidad decorativa. En la calle central, ocupando el manifestador eucarístico, figura la virgen del Rosario con una media luna de plata a los pies -talla del XVII proceden­te de Santo Domingo-, flanqueada por las tallas de menor tamaño de San Juan y la Virgen; en una hornacina superpuesta se sitúa el excelente grupo escultórico de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. En el ático, la paloma del Espíritu Santo entre angelitos en dinámica actitud, y en las calles laterales, otras dos hornacinas acogen a San Pedro y San Pablo, tallas policromadas y esgrafiadas.
     En derredor y en varias ubicaciones del presbi­terio, cuatro están en la sacristía, se distribuyen los sitiales del coro, 24 en total, de gran calidad, tallados en madera durante la primera mitad del siglo XVIII. En el testero del lado del evange­lio del altar mayor llama la atención un óleo de grandes dimensiones, Lamentación sobre Cristo Muerto, pintado por el artista local Eugenio Lafuente en 1927 durante su estancia en Roma como becario del Instituto Español. Un hábil uso de la luz hace destacar la figura del yacente in­crementando el dramatismo de la escena. Junto al mismo, otras pinturas representando a Santa Catalina de Alejandría, la virgen de las Angustias y la virgen de los Dolores. Bajo el presbiterio y cerca de la nave de la epístola, un blandón para el cirio pascual de grandes dimensiones y base de trípode, decorado con relieves de angelitos y querubines, se usa para el oficio de tinieblas del Sábado Santo. Es obra renacentista interesante, que requiere una restauración. En el extremo opuesto, el púlpito es de factura neoclásica aña­dido tras la ampliación de la iglesia. Repartidos en toda la longitud de la nave central se dispone un apostolado de talla policromada y las imágenes de San Francisco de Paula, Santa Bárbara, San Miguel y San Nicolás de Bari, en el lado de la epístola, y San Antonio, San Lorenzo, San Ra­fael y San Sebastián en el lado del evangelio, integrando una nueva serie. También en la nave central y en las enjutas de los arcos figura una serie de pinturas sobre lienzo de forma oval representando a los Apóstoles, la Virgen y el Salvador, de mediana calidad artística.
     En el sotocoro, en el lado del evangelio, un pequeño retablo acoge a la imagen de Jesús atado a la Columna, ésta última dórica y de carácter bastante clásico, realizada en plata en 1899, aunque la original debió ser de fuste alto. Fechable hacia el último tercio del siglo XVI, esta espléndida imagen fue trasladada hasta la parroquia cuando se demolió la ermita de su  advocación que se situaba en los Cuatro Cantillos. Su autoría, en torno al círculo de Pablo de Rojas o sus discípulos, no descarta a Diego de Vega, que realizó imágenes procesionales para Archidona en torno a estas fechas. El retablo de la virgen de la Merced, blanco y dorado, nos presenta a una virgen en posición sedente vestida con telas encoladas, ambos de mediados del siglo XVIII.
     El retablo de la Virgen de los Dolores, del XVIII y rematado con un airoso penacho y ángel turiferario, estaba dedicado anteriormente a San Pedro, cuyo altorrelieve se ha trasladado al muro de enfrente. A ambos lados de la hornacina, pin­turas de San Antonio de Padua y Santo Domingo. La imagen mariana, de candelero y del siglo XVII, ostentaba otra advocación cuando se hallaba en la demolida ermita de la Columna, donde recibía culto por la desaparecida orden tercera de servitas, pasando luego a propiedad de la cofradía de la Soledad aunque desde 1930 es la titular mariana de la hermandad de la Humildad.
     En el siguiente tramo de la nave del evangelio, flanqueado por las tallas de San Juan Evangelista y San Roque, dispuestos sobre peanas, se sitúa el retablo de la Virgen de Gracia, de talla dorada sobre fondo blanco y con estípites, del siglo XVIII. Junto a la pintura de la Virgen, pequeñas tallas de San Jerónimo y San Rafael. El retablo del Cristo Crucificado y la virgen de la Soledad, es obra documentada de Dionisio y Juan de la Rosa, de 1738, dorado por Pablo Durán Domínguez en 1784. Muestra cartelas con símbolos pasionistas en derredor de la hornacina y grandes cruces de Jerusalén en el ático. El Crucificado, obra documentada de Diego de Vega de 1578, es una talla de gran mérito artístico, singularizada por tener articulados los brazos para integrar a la imagen en la escenificación del Sermón del Descendimiento o de las Siete Palabras del Viernes Santo, posibilitando también su uso procesional como Cristo yacente. La Virgen de la Soledad es talla de candelero de la misma fecha y autor, aunque en el siglo XVIII se le renovaron las ma­nos y ha experimentado varias restauraciones.
     A continuación, el retablo de la Inmaculada, con estípites y talla dorada sobre fondo blanco, consta que se doró en 1779. La imagen princi­pal, de madera tallada y policromada con ves­tiduras muy decoradas a pincel y esgrafiado, es también del siglo XVIII salvo la corona de plata, documentada en 1874. A los lados dos bustos­ relicario de San Zenón y Santa Palidata, patronos de Archidona. Un segundo retablo, marfil y dorado con estípites, acoge otra Inmaculada, de terracota policromada, del siglo XIX, restaurada en el 2005.
     En el lado de la Epístola, en el sotocoro se abre la puerta del archivo -decorada con magníficos relieves de los evangelistas-, y en el muro lienzo de la Virgen con el Niño, y al fondo de la primera capilla, un tríptico representando la Deesis -Crucificado, la Virgen y San Juan- y Santa Úr­sula y las once mil vírgenes. Asimismo dos pintu­ras sobre tabla: Santa Lucía y la Magdalena, que hacen pareja. En un retablo neogótico, la imagen de talla policromada de la virgen de la Candelaria y el Niño, del siglo XVIII procedentes de la iglesia de la Columna. En este tramo, adosado al pilar, se ha instalado recientemente una impre­sionante talla policromada de Cristo recogiendo las vestiduras -Jesús del Mayor Dolor-, con el cuerpo lacerado por impresionantes heridas; obra del siglo XVIII, procedente de la iglesia de la Columna, permaneció en un domicilio particular hasta que recientemente ha sido trasladada a la iglesia. No es el caso de la pequeña y hermosa talla del Niño de la Bola, imagen alegórica del Niño Jesús portando la bola del mundo en una mano y una canastilla con los atributos de la Pasión en la otra; obra del siglo XVIII, que destaca por su singular iconografía, se guarda en un domicilio particular hasta la mañana del Viernes Santo, en que se procesiona con la Cofradía del Dulce Nombre.
     En el testero de la epístola, el primer altar es el de Jesús de la Humildad, procedente del convento de Santo Domingo, como confirma el em­blema dominico del ático de este retablo del siglo XVIII. La imagen muestra a Cristo lacerado sentado en un risco en actitud de meditar y es obra de comienzos del XVII. Sobre peana, una talla de San Antonio Abad y enfrente lienzo de un Crucificado, en mal estado, procedente de una casa particular. En el tramo siguiente, entre las imágenes de talla sobre peanas de San Francisco de Paula y el beato mínimo italiano Nicolás Saggio, se emplaza el retablo de San Pedro, con columnas torneadas y tiara papal en el remate del ático. La figura principal, de talla policromada, es, como el retablo, del siglo XVIII. La flanquean pequeñas imágenes de terracota policromada de la Inmaculada y San Sebastián. En el otro tramo se repite fórmula de intercalar imágenes de santos sobre peanas adosadas al muro a uno y otro lado de cada retablo. En este caso son San Lorenzo y San Francisco de Asís y el retablo de la virgen del Carmen. Igualmente de talla dorada obre fondo blanco y con estípites, luce en el remate del ático el escudo carmelitano y muestra a la imagen titular, de talla policroma­da y en posición sedente, ambos de mediados del s. XVIII. Pequeñas tallas policromadas de San Francisco de Asís y San Antonio de Padua flanquean la hornacina central acristalada.
     Con las mismas características y cronología del altar anterior, separados ambos por la talla de San Miguel, el retablo de San José se remata con una custodia y acoge a la imagen titular, de calidad, flanqueada por San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola. En el último tramo de la nave de la Epístola, el más cercano a la cabecera, el altar del Sagrado Corazón, con retablo blanco y dorado, de 1708, procede del desamortizado convento de Santo Domingo, que primitivamen­te fue de Jesús de la Humildad. Integra pinturas con símbolos pasionistas y la imagen principal, de talla policromada, es bastante posterior.
     En la sacristía se conservan algunos lienzos de valor artístico no muy destacado, como el de Jesús abrazando la cruz, la Santísima Trinidad o el retrato de Carlos Sánchez de la Fuente Escobar bienhechor del templo, así como los ropajes li­túrgicos y una custodia de plata blanca del siglo XIX. La cruz parroquial, también de plata, se expone normalmente en el altar mayor. Otras piezas de platería destacadas son la custodia napolitana del siglo XVIII, con  incrustaciones de coral y esmaltes -expuesta en el Museo Munici­pal-, o la corona de la virgen del Rosario, por­taviáticos y bandeja petitoria, del siglo XVIII, y un copón de planta hexagonal y pie lobulado, de escuela sevillana de hacia 1560, y la custodia de templete del siglo XVI, guardados todos ellos en la casa parroquial. En el coro alto y el archivo se conservan otras tallas de santos de tamaño medio y pinturas sobre lienzo, algunos de ellos procedentes de templos desamortizados o desaparecidos (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La portada de piedra, situada a los pies del templo, es obra del último tercio del siglo XVIII, se compone de arco carpanel flanqueado de columnas toscanas sobre plintos, rematándose de un frontón en cortina con jarrones a ambos lados. El resto de la fachada denota las antedichas reformas decimonónicas, que desentonan con la portada descrita.
     Es muy interesante asimismo la torre de ladrillo, que ya aparece en un grabado del siglo XVI; presenta una curiosa planta triangular y remate de cerámica de muy acusada pendiente.
     Su construcción corresponde al primer cuarto del siglo XVI, momento al que se deben la Capilla Mayor (poligonal y cubierta con bóveda de terceletes) y los haces de columnillas que separan los tramos de la nave central. En el periodo 1.883-1.885 sufrió el templo una importante reforma, elevando la nave central y añadiéndose las laterales, dentro de un estética neogótica, que venía marcada por la obra primitiva del templo y por el momento de la citada reforma (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     En el año 1462 las tropas cristianas conquistan Archidona, estableciéndose en el recinto de la ciudad islámica, y adaptan la mezquita como nueva iglesia bajo la advocación de Santa María.
     A partir del siglo XVI, al aumentar la población, se ocupa la falda del cerro, formándose la denominada Villa Baja, núcleo de la actual Archidona. Para atender las necesidades religiosas de la población no bastaba con la iglesia de la Villa Alta y a comienzos del siglo XVI, en uno de los arrabales de la ciudad, se edifica la iglesia de Santa Ana, en un espacio abierto donde también se construyó el Ayuntamiento, convirtiéndose la zona en el centro de la vida pública de la ciudad.
     La iglesia de Santa Ana se construye en estilo gótico flamígero, y constaba de una sola nave cubierta con bóvedas nervadas góticas, hoy desaparecidas. La cabecera, uno de los pocos elementos conservados de esta primera edificación, es de planta poligonal cubierta con bóveda estrellada.
     En el siglo XVIII se añadió la sacristía, adosada a la cabecera; es de planta cuadrada con un pilar central de donde arrancan arcos de medio punto que apoyan en las pilastras de los muros. También en el último tercio del siglo XVIII se construyó el coro, a los pies de la nave central y elevado sobre bóveda de medio cañón. Sin embargo en 1883 el templo estaba en estado ruinoso y, como consta en la lápida conmemorativa que se conserva en la sacristía, el archidonés Carlos Sánchez de la Fuente y Escobar sufraga importantes obras que transformaron por completo el cuerpo de la iglesia. Se añadieron dos naves laterales cubiertas con bóvedas de nervios que recuerdan al estilo gótico primitivo de la iglesia. Se elevó la nave central al nivel de la cabecera, perdiéndose por ello la cubierta gótica original; para elevar la nave se refuerzan los pilares que se hacen cuadrados quedando embutidos en ellos los haces de columnillas de las primitivas bóvedas nervadas, convertidos en elementos decorativos.
     En el interior de la iglesia destaca el gran retablo del altar mayor similar a obras de la primera mitad del siglo XVIII, aunque éste posiblemente se realizara a final del siglo cuando se levantó el coro. Está construido en madera dorada y policromada con motivos asimétricos. Presenta tres calles separadas por estípites que recuerdan a los retablos del Convento del Carmen de Antequera. El entablamento soporta un gran arco, muy decorado, apuntado para adaptarse a la estructura gótica de la cabecera.
     El programa iconográfico es muy sencillo: En la parte superior la paloma del Espíritu Santo asiste a la instrucción de María - Niña por su madre Santa Ana, titular de la iglesia, representadas en el pequeño grupo escultórico del siglo XVI, reutilizado en este retablo, y situado en la hornacina central. Abajo se abre un pequeño templete para contener la Eucaristía, ocupado en la actualidad por la Virgen del Rosario. A ambos lados se exponen las esculturas sobre peanas de los apóstoles Pedro y Pablo como testigos de esta obra redentora. Rodea todo el conjunto un dosel de tela encolada que ocupa todo el espacio de la capilla, pintado con motivos geométricos y florales.
     Al exterior sobre la cabecera, apoyado en contrafuertes, se levanta un singular campanario triangular de ladrillo, correspondiente a la primera obra del siglo XVI. Presenta dos cuerpos separados por impostas y se cubre con tejas con mucha pendiente. La portada en piedra, del último tercio del siglo XVIII, es de gran sencillez. Se abre un arco carpanel entre columnas dóricas apoyadas en altos basamentos que sostienen un frontón en penacho con un escudo papal. Este frontón está rematado a los lados por pináculos y en el centro por una cruz. Completan la fachada unos óculos y en la parte superior una pequeña ventana geminada que recuerda a las ventanas góticas (Diputación Provincial de Málaga).

Castillo Árabe

      Construido en el siglo IX, quizás integrando materiales de época anterior, se rehízo en el siglo XIII, durante el reinado de Alhamar, primer rey de la dinastía nazarita. De sus tres líneas de murallas, sólo se conservan las dos superiores, circundando los lados Sur y Este del cerro de la Virgen, pues por el lado de La Hoya un brusco corte del terreno constituye una defensa natural inexpugnable. Las murallas se conservan de forma discontinua y aún se observan vestigios de las edificaciones que se le adosaban cuando este espacio era la Villa Alta. Como refuerzo se le adosan de tanto en tanto torres cuadradas o semicirculares macizas aunque con estancia superior, la mayoría parcialmente derruidas. El acceso se verificaba mediante dos puertas en recodo con habitación superior para el cuerpo de guardia, la de la Ciudad -en muy mal estado-, y la del Sol, mejor conservada como consecuencia de unas obras de restauración realizadas en los años setenta del siglo XX. Especial mención merece el aljibe, en el punto más alto de la fortificación, y elemento mejor conservado del castillo. Constituye una estancia rectangular de unos 30 metros cuadrados cubierta por bóveda de cañón reforzada con fajones. Dos aberturas en la clave permitían extraer el agua de la lluvia acumulada y almacenada. El castillo es BIC con categoría de Monumento por la Ley del Patrimonio Histórico Español y durante los últimos años la Escuela Taller de Archidona ha venido realizando meritorios trabajos de mejora y acondicionamiento de los accesos (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     En las murallas de la medina destacan diversas puertas-torreones, así como un aljibe en su parte más elevada junto a la mezquita, hoy convertida al culto cristiano y denominada Santuario de la Virgen de Gracia.
     Se encuentra coronado el Cerro de la Virgen de Gracia de un doble recinto amurallado, aunque bastante destrozado en muchos de sus tramos. El anillo exterior conserva varios torreones cilíndricos, interceptados por torres cúbicas, que servirían de puertas de acceso. Este complejo defensivo se alza solamente en la ladera Sur de la Sierra, pues la otra vertiente, cortada a pico, constituye por sí misma una fortaleza natural. El camino de acceso a la Ermita pasa junto a una de estas puertas mencionadas; la Puerta del Sol, abierta hacia levante, con acceso en recodo y un segundo piso. El aparejo es de mampostería, reforzadas sus esquinas de ladrillo; recientemente ha sido reconstruida en buena parte.
     Otra puerta, llamada de la Ciudad, muy destrozada, presenta también entrada en recodo y restos de un piso alto.
     En lo más alto de la Sierra, otro anillo de murallas con torreones macizos con base de sillares, alternan con otros de ladrillo. En esta zona se encuentra el aljibe, un recinto de 6 x 5 metros, cubierto con bóveda de medio cañón y seis arcos fajones. Las paredes se recubren de estuco amarillento. Este aljibe era imprescindible en una sierra sin manantiales naturales, y situado en el lugar más inexpugnable, lo que permitió su defensa durante siglos.
     Los restos de sillares en lo alto de la cumbre hablan de una primera fortaleza romana sobre la que se levantaría en el siglo IX la musulmana, coincidiendo con los días de esplendor como capital de la Cora Rayya. En el siglo XIII fueron rehechas sus torres por Alhamar, primer rey nazarí, utilizando un aparejo irregular de piedras unidas con barro cubiertas después con un muro que alterna piedra y ladrillo (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Aunque construido en el s. IX, fue reedificado por los nazaríes en el s. XIII. La medina llegó a tener tres murallas, pero en la actualidad solo se aprecian dos, conservándose en la exterior varios torreones cilíndricos interceptados por torres cúbicas, donde se ubican las puertas de acceso
     En las murallas de la medina destacan diversas puertas-torreones, así como un aljibe en su parte más elevada junto a la mezquita, hoy convertida al culto cristiano y denominada Santuario de la Virgen de Gracia.
     Se encuentra coronado el Cerro de la Virgen de Gracia de un doble recinto amurallado. El anillo exterior conserva varios torreones cilíndricos, interceptados por torres cúbicas, que servirían de puertas de acceso. Este complejo defensivo se alza solamente en la ladera Sur de la Sierra, pues la otra vertiente, cortada a pico, constituye por sí misma una fortaleza natural.
     El camino de acceso a la Ermita pasa junto a una de estas puertas mencionadas; la Puerta del Sol, abierta hacia levante, con acceso en recodo y un segundo piso. El aparejo es de mampostería, reforzadas sus esquinas de ladrillo; recientemente ha sido reconstruida en buena parte.
     Otra puerta, llamada de la Ciudad, presenta también entrada en recodo y restos de un piso alto.
     En lo más alto de la Sierra, otro anillo de murallas con torreones macizos con base de sillares, alternan con otros de ladrillo. En esta zona se encuentra el aljibe, un recinto de 6 x 5 metros, cubierto con bóveda de medio cañón y seis arcos fajones. Las paredes se recubren de estuco amarillento. Este aljibe era imprescindible en una sierra sin manantiales naturales, y situado en el lugar más inexpugnable, lo que permitió su defensa durante siglos.
     Aunque construido en el s. IX, fue reedificado por los nazaríes en el s. XIII. La medina llegó a tener tres murallas, pero en la actualidad solo se aprecian dos, conservándose en la exterior varios torreones cilíndricos interceptados por torres cúbicas, donde se ubican las puertas de acceso.
     Uno de los primeros pueblos de los que se tiene noticia que se instalaron en su término fueron los túrdulos, en el año 1.500 antes de Cristo. Más tarde, los fenicios le dieron el nombre de "Escua", que en lengua púnica quiere decir "cabeza principal" y se cree que fueron estos los que iniciaron el trazado de las murallas, convirtiendo este núcleo en uno de los más difíciles de conquistar a lo largo de la historia bajo la dominación romana, Archidona fue denominada "Arx Dómina", y por último, los árabes la llamaron "Medina Arxiduna", de donde deriva el nombre actual.
     Precisamente, es en Archidona, donde tiene lugar el comienzo de una de las épocas más brillantes y cultas de la historia de España con la implantación de la dinastía Omeya en Andalucía. Otros de los hechos destacados de la historia de este municipio es que fuera centro de la rebelión de los muladíes y bereberes, más conocida como la sublevación de los mozárabes, a finales del siglo IX y principios del X, encabezada por el muladí Omar IBM Hafsun. De esta época es el complejo defensivo que se alza en una ladera de la sierra (Diputación Provincial de Málaga).

Ermita-Mezquita de la Virgen de Gracia

      Los más que relevantes valores arquitectónicos e históricos de este templo se ven incrementa­dos por la singularidad de su emplazamiento, en el interior del castillo, constituido en atalaya sobre el pueblo de Archidona, la vega de Antequera y los sistemas montañosos que la circundan. El santuario es una de las dos únicas mezquitas conservadas en la provincia de Málaga, la segunda recientemente descubierta en un cortijo de Antequera. Las obras de rehabilitación acometidas por el arquitecto César Olano en los años ochenta del siglo XX deja­ron al descubierto las columnas originales cubiertas por una gruesa capa de estuco -hoy visible a través de testigos acristalados-, y la conformación de la mezquita, con cinco naves perpendiculares al muro de la quibla, con el mihrab, orientado al sur, como en las mezquitas de la península. En la parte trasera se disponía el patio. Es de gran interés por su tipología y cronología, y data del periodo califal, entre los siglos IX-X.
     Al tomarse Archidona fue consagrada al culto cristiano con la advocación de Nuestra Señora de Gracia constituyendo la primera parroquia, y apenas debió experimentar reformas salvo el cambio de su orientación hacia el Este y la instalación de altares. En 1634 la pequeña capilla fue ampliada en dos nuevos tramos por la cabecera, para dar cabida al actual presbiterio y la sacristía. El aprovechamiento de columnas de la mezquita obligó a engrasarlas y a recrecerlas en altura, para así igualar todos los arcos. Durante el siglo XVIII, el muro sur de la ermita -que fue de la quibla-, se desplomó parcialmente, obli­gando a reconstruirlo y a reforzarlo al exterior con poderosos contrafuertes en talud, que pueden observarse hoy. También du­rante esta centuria se realizaron las bóvedas y la decoración de yeserías que hoy se pueden apreciar en el templo. Entre 1771 y 1774 se documenta la construcción del patio, que funciona como atrio de la ermita, que anteriormente fue vivienda de Leonor de Morales y Cárdenas, pues no olvidemos que la primera población de Archido­na habitó dentro de los muros de su castillo. Es obra de los alarifes Francisco de Astorga y Francisco Berrocal, quienes emplearon un estilo, materiales y aparejos muy similares a los de la Plaza Ochavada y a la fachada de las Mínimas. El campanario de la ermita, alminar de la mezquita cons­truido durante el periodo nazarí, hacia los siglos XIII-XIV, en el XVIII fue recrecido y rematado en forma de azotea con pretil metálico. En los años sesenta del siglo XX la eliminación de unas filtraciones dio pie a su remate mediante el chapitel de azulejo metálico y la veleta en forma de jinete.
    Hacia 1980 se intervino nuevamente en el edificio, descubriéndose el mihrab de la mezqui­ta, hasta entonces oculto tras el retablo de San Francisco; se suprimió el camarín de la Virgen, se sustituyeron las vidrieras por celosías, y otros elementos que desvirtuaban su singular carácter y se construyó un cupulín inspirado en el de las Mínimas.
     La ermita tiene tres naves y cabecera plana. Los tramos más próximos a la entrada corresponden a los de la mezquita y los dos más cercanos al presbiterio a la ampliación cristiana. Los soportes primitivos son columnas, sogueadas o de fuste liso, dotadas de capiteles apiramidados de yeso, con muescas excavadas en las aristas, probablemente reaprovechados. Sustentan arcos de medio punto peraltados y cada tramo se cubre al exterior a dos aguas de forma independiente. Los tramos correspondientes a la adición se cubren con bóveda de arista, excepto los de la nave central más cercanos al altar mayor, que lo hacen con casquetes esféricos alargados sobre pechinas decoradas con yeserías, que represen­tan frutas, cartelas y puntas de diamante. Al exterior el edificio presenta un limpio volumen po­liédrico blanco, horadado por ventanas, que se engrosa por el lado de poniente para acoger al patio de ingreso, y se refuerza con contrafuertes inclinados por el lado en que declina el terreno. A través de un zaguán, un arco de medio pun­to da paso a un patio trapezoidal, construido en tres de sus lados, correspondiendo el cuarto a la ermita. En dos de sus lados es porticado con arcos de medio punto con la clave resaltada sobre pilares de ladrillo, advirtiéndose el uso de verdugadas de ladrillo visto combinado con el muro encalado, de forma similar a como aparece en otros edificios religiosos de Archidona.
     Dentro de la ermita, la pieza de mayor valor es la Virgen de Gracia, que preside desde un re­tablo dieciochesco con estípites y talla dorada sobre fondo verde  procedente del altar mayor de la iglesia de la Victoria. La importancia de la Virgen trasciende de su valor artístico por la intensa devoción que genera en toda la comarca, especialmente desde que en el siglo XVII fue nombrada patrona de Archidona. Es una pintura sobre sarga, procedente de un pendón militar, siguiendo la costumbre de la época, que según la tradición era portado por  Pedro Téllez Girón, primer conde de Ureña, cuando tomó la ciudad en 1462. Lo entregó a su primer alcaide pronunciando la fórmula "En Gracia os la doy", que dio origen a su  advocación. Es, por tanto, pintura de la mediación del siglo XV -aunque con repintes posteriores-, de estilo italogótico que re­presenta a la virgen según el modelo iconográ­fico de Teótocos bizantino, como trono-soporte para el Niño, con el que no mantiene contacto visual aunque le ofrece una fruta. Por encima de la imagen, una pareja de ángeles sustentan un cortinaje a modo de dosel. La obra está resuelta con gran parquedad en la paleta cromática y los convencionalismos de perspectivas propios de la época -como se aprecia en el asiento-, aunque con el tratamiento volumétrico de las piernas de la Virgen se ha querido sugerir la idea de profundidad.
     Su carácter de obra pictórica generó la necesi­dad de dotarla de mayor prestancia y una tridimensionalidad real, que se consiguió con la urna de plata que la custodia como si de tratase de una reliquia. Realizada en 1747, probablemente por el platero cordobés Juan Sánchez Izquierdo, constituye una pieza sumamente interesante por la singularidad de su tipología. De planta trape­zoidal, dispone columnas corintias que susten­tan un baldaquino trilobulado, del que sobresa­le una corona, rematando el conjunto una jarra con azucenas que completa el simbolismo. En el expositor, bajo la Virgen, una cruz de altar de plata de base triangular y cruz plana, es pieza de 1744 procedente de un juego y acoplada al retablo.
     También en la cabecera, en el lado del Evangelio, se expone el cuadro, del siglo XVIII, de la Virgen en rompimiento de gloria entregando el rosario a Santo Domingo de Guzmán, acompa­ñado de Santa Rosa de Lima, quien muestra los estigmas en sus manos, En el extremo opuesto, un lienzo caracterizado por cierto ingenuísmo y fechado, en una inscripción inferior, en 1687, representa al conquistador de Archidona montando un caballo en corbeta y portando el lienzo de la Virgen.
     En el lado del Evangelio, junto al acceso al alminar-campanario, un lienzo de Cristo Varón de Dolores con marco de talla dorada del siglo XVIII. A continuación, el retablo del Niño de la Espina, de tres calles con columnas de fuste decorado con cartelas y corbatas, es de estilo rococó, de fondo verde con talla y rocalla doradas.
    En las hornacinas laterales se exponen pequeñas tallas de dos santos franciscanos y en la central, la interesante imagen del Niño de la Espina, sedente sobre un trono de madera dorada. De la misma época que el resto del retablo, hubo de ser restaurado tras el asalto que sufrió la ermita en 1989. También del XVIII es el lienzo de San José con el Niño, obra de buena calidad. En el ángulo entre el muro lateral y el presbiterio, junto a la puerta de la sacristía, suele exponerse el guión de la hermandad de la Virgen de Gra­cia, con bordados de aplicaciones y pintado a comienzos del siglo XX por el pintor malagueño Burgos Oms. En el lado de la Epístola, en la cabecera, se dispone una valiosa pila bautismal de barro cocido y vidriado en verde, con fuste ci­líndrico y taza decorada en relieve con soles, flores de lis, niños y motivos florales, realizada en talleres trianeros a finales del siglo XV, que nos recuerda que ésta fue la primera parroquia de la localidad. En el inicio de la nave se custodian el trono procesional de la Virgen, con templete del siglo XVII con las marcas de M. Merino, León y Ripio, sobre unas andas posteriores enriquecidas con candeleros, también de plata, donados por la duquesa de Osuna en 1750. Hacia el presbi­terio, un retablo de madera en verde con talla dorada, de finales del siglo XVIII, enmarca un lienzo de la Virgen de la Leche.
     En la sacristía, junto a la entrada y a la izquier­da, talla de San Agustín del siglo XVIII sobre una peana, obra de calidad que muestra en las vestimentas un buen trabajo de esgrafiado y policromado, que hace pareja con otro santo en el extremo opuesto. Entre ellos se dispone una cruz con el crucifijo pintado. En el testero frontero a la entrada, entre dos espejos enmarcados con penachos de talla, se ubica un cuadro devocional representando a la Virgen con la Santísima Tri­nidad, con marco dorado del XVIII, así como un benditera de mármol. En el testero contiguo, un armonium fabricado en París en 1865 y en el co­rrespondiente a la entrada, escultura tallada de San Juan Bautista perteneciente a la misma serie de las anteriores y talla del Niño Jesús del siglo XVIII, de buena calidad y reducido tamaño, revestido con ropajes clericales.
     En la actualidad se culminan unas obras para acondicionar unas dependencias en la planta superior de una de las crujías del patio, donde se expondrá la valiosa colección de exvotos de­dicados a la virgen de Gracia, provisionalmente custodiada en el Ayuntamiento. Entre ellos, 96 pequeños cuadros o pinturas sobre tabla o cartón, fechados entre 1671 y 1879, aunque la ma­yoría son del siglo XIX. No se trata de obras de gran mérito artístico, pues no fueron realizados por profesionales del arte sino que su producción pertenece al campo de las artes populares, sin embargo, además del devocional, presentan un extraordinario valor antropológico, y aportan una importante información acerca de mobiliarios, vestimentas y costumbres. Casi todos ellos siguen una misma fórmula en la que se combina una imagen que representa el milagro y un texto que aporta datos concretos, como nombres y fe­chas, y que tiene la misión de aportar veracidad al testimonio (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La Ermita tiene una primera parte, por donde se accede, formada por tres naves paralelas entre sí, que constituyen los restos de la mezquita. La siguen tres naves separadas perpendicularmente a las anteriores, obra del siglo XVII de la escuela antequerana. La mezquita tiene arcos de herradura apenas insinuada, levantados sobre gruesas columnas reaprovechadas lisas, y dos de ellas sogueadas, procedentes de algún monumento romano tardío o quizás visigodo. Los capiteles son de perfil cúbico, cuya única moldura son muescas en los ángulos. Desde 1634 se documenta la necesidad de construir una capilla a la Virgen de Gracia, y se hará prolongando el espacio de la mezquita con tres naves perpendiculares a las ya existentes. Se levantaron sobre columnas toscanas, con bóvedas de arista, y en el centro ovalada, en el estilo arquitectónico del primer tercio del siglo XVIII, remodelándose su exterior con soportales de ladrillo, arcos de ladrillo y arcos de medio punto (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     En este lugar se alzaba la antigua mezquita que fue consagrada como iglesia tras la reconquista y en cuyo interior quedan importantes restos de aquella, como las columnas y la propia configuración del espacio.
     Las primeras referencias sobre la mezquita la datan en el siglo IX, y ésta tiene el privilegio de ser la única que se conserva en la provincia de Málaga. Es en el siglo XVII cuando se remodela y amplía para su adaptación al culto cristiano. Entre 1771 y 1774 se procede a una nueva ampliación.
     Está consagrada a la Virgen de Gracia, patrona de Archidona, cuya imagen de estilo italo-gótico data de finales del siglo XV. En ella se encuentran diversos lienzos y retablos, así como una pila bautismal del siglo XV.
     La Ermita tiene una primera parte, por donde se accede, formada por tres naves paralelas entre sí, que constituyen los restos de la mezquita. La siguen tres naves separadas perpendicularmente a las anteriores, obra del siglo XVII y escuela antequerana. La mezquita tiene arcos de herradura apenas insinuada, levantados sobre gruesas columnas reaprovechadas lisas, y dos de ellas sogueadas, procedentes de algún monumento romano tardío o quizás visigodo. Los capiteles son de perfil cúbico, cuya única moldura son muescas en los ángulos.
     Desde 1634 se documenta la necesidad de construir una capilla a la Virgen de Gracia, y se hará prolongando el espacio de la mezquita con tres naves perpendiculares a las ya existentes. Se levantaron sobre columnas toscanas, con bóvedas de arista, y en el centro ovalada, en el estilo arquitectónico del primer tercio del siglo XVIII, remodelándose su exterior con soportales de ladrillo, arcos de ladrillo y arcos de medio punto.
     Sobre la ermita y parte del recinto se levanta el Centro de Interpretación de la Cultura Mozárabe en la primera planta.
     El Centro se integra físicamente en el inmueble del actual Santuario de la Virgen de Gracia, ubicado intramuros del recinto amurallado medieval de la Archidona árabe (Arsiduna), en la parte alta del Cerro de Gracia. Concretamente, se ubicará en el inmueble construido entre 1771 y 1774, correspondiente a la remodelación efectuada esos años por los alarifes locales Francisco Berrocal y Francisco de Astorga en el patio que antecede a la Ermita de la Virgen de Gracia: el patio quedó porticado en tres de sus lados y dotado de una planta superior sobre ellos, actualmente compartimentada en diversas dependencias. En dicha planta superior se ubican las salas del Centro de Interpretación.
     El discurso temático-expositivo del Centro de Interpretación se despliega en un itinerario lineal articulado en torno al eje de un pasillo desde el que se accede a las salas laterales. Desde el propio patio del Santuario se accede al Centro: una puerta da acceso al pequeño zaguán desde el que una escalera y un ascensor conducen a la Sala Mirador que inaugura el recorrido. En un punto intermedio de esta planta otra escalera aporta otra posibilidad de comunicación con el exterior (patio del Santuario).
     Por lo que respecta a la instalación museográfica, está se basa en buena parte en paneles de texto ilustrados con imágenes: paneles con tipografía adecuadamente legible, de texto claro y con una terminología accesible a un público no especializado, acompañados de imágenes gráficas e ilustraciones que amplíen la información y sumen valor didáctico y estético. Las imágenes incorporadas a ellos tendrán un carácter protagonista en ciertos casos y en otros servirán simplemente de iluminación evocadora (Diputación Provincial de Málaga).
     
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (antiguas Escuelas Pías, Ermita del Nazareno, Iglesia de Santa Ana, Castillo Árabe, y Ermita-Mezquita de la Virgen de Gracia) de la localidad de Archidona (III), en la provincia de Málaga. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia malagueña.

Más sobre la provincia de Málaga, en ExplicArte Sevilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario