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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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jueves, 23 de marzo de 2023

Los principales monumentos (Arquitectura civil y Urbanismo; Cabildo Viejo; Castillo; Conventos de Santa Clara, de Santo Domingo, y de la Victoria; Depósitos romanos de la Salada; Ermita de Nuestra Señora de los Santos; e Iglesia parroquial de San Jorge) de la localidad de Alcalá de los Gazules, en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Arquitectura civil y Urbanismo; Cabildo Viejo; Castillo; Conventos de Santa Clara, de Santo Domingo, y de la Victoria; Depósitos romanos de la Salada; Ermita de Nuestra Señora de los Santos; e Iglesia parroquial de San Jorge) de la localidad de Alcalá de los Gazules, en la provincia de Cádiz.
      Los orígenes de Alcalá se sitúan en el período en que el territorio donde se asienta fue frontera nazarí, aunque ya desde época romana pasaba por allí la vía de comunicación que unía Carteia con el interior y en su entorno surgieran una serie de asentamientos, muchos de ellos puestos de manifiesto en la reciente campaña de excavaciones arqueológicas realizadas con motivo de la construcción de la nueva autovía Jerez-Los Barrios. La ciudad se ha identificado en algunas ocasiones con Regina, que según Plinio indica se localizaba en el convento jurídico gaditano, y también se relaciona con Lascuta, pobla­ción conocida por inscripciones y monedas. En época visigoda se construyeron algunas iglesias en su entorno, como la de los Santos Mártires o la del Cortijo de la Higuera, ambas fundadas por el obispo Pimenio en el siglo VII d. C., pero es en la centuria siguiente, con la presencia de los musulmanes, cuando comienza el nuevo periodo que dará lugar al nacimiento del núcleo actual. Alcalá se integró en la cora Sidonia y más tarde recibió el nombre de los Gazules por una aristocrática familia berberisca a la que el rey de Granada cedió la población. En 1264 finalizó la etapa musulmana con la ocupación y reconquista de los castellanos y hasta mediados del siglo XV, cuando se conquista definitivamente Jimena, la ciudad fue territorio fronterizo. Fue también Señorío de los Ribera, que en el siglo XVI se convirtieron en Duques de Alcalá de los Gazules. Durante los siglos siguientes la población vivió cierta prosperidad y en 1876 Alfonso XII le concedió el titulo de ciudad (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     El centro histórico de Alcalá de los Gazules se encuentra englobado en las áreas geográficas de la Depresión del Guadalquivir y Sierras Subbéticas, Comarcas de la Campiña de Jerez, Costa de Cádiz y Serranía de Ronda, Subdivisión del Campo de Gibraltar. El núcleo urbano está emplazado sobre una elevada colina, llamada 'Cerro de los Arios' o 'Coracha', rodeada de otras menores, en las estribaciones de la Sierra del Aljibe, en un cruce de caminos entre la costa y el interior.
     El río Barbate lo bordea por su parte Norte. El Conjunto Histórico ocupa fundamentalmente las laderas del Cerro orientadas al Sur y Sureste. Sus altitudes más significativas son: las Ruinas del Castillo, 211,0 m.; la Plaza de San Jorge, 209,0 m.; el Paseo de la Playa, 162,0 m.
     Se puede decir que las casas no guardan una equidistancia perfecta de aceras y anchos de calles. Estas se han hecho siguiendo caminos, carriles, veredas, cuestas, barranco, etc. Por ello su trazado es irregular formado por calles estrechas, sinuosas y de sección variable, siguiendo las curvas de nivel, y por otras perpendiculares que son de máxima pendiente.
     Las manzanas también son irregulares y de formas variadas. Entre ellas destacan las alargadas siguiendo las calles principales, con importantes desniveles entre fachadas opuestas.
     En el antiguo recinto murado se pueden distinguir dos zonas: el Barrio Alto, alrededor de la plaza de San Jorge y la Iglesia Mayor, y el Barrio Bajo, alrededor de la Plaza de la Cruz o Alameda. Fuera del recinto los más antiguos son los Barrios Nuevo y de San José.
     En la actualidad conserva buena parte del caserío tradicional. Su altura no suele pasar de tres plantas, la planta baja y dos más, aunque el último piso, como en el caso del Ayuntamiento viejo, posee el carácter de ático-galería o sobrado-almacén. Las cubiertas son en su mayoría a dos aguas, aunque persisten terrazas con antepechos de fábrica que se rematan con bolas cerámicas. Generalmente las viviendas populares se sitúan entre dos cotas del terreno con fuerte desnivel, peculiaridad que permite que dos familias habiten con entera independencia el mismo edificio. Para ello los accesos se organizan a distintas alturas y desde las calles contrapuestas que contienen la parcela.
     Al perder la fortaleza su razón de ser defensiva, el pueblo comenzó a extenderse hacia zonas bajas, expansión que ha durado hasta nuestros días (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Asomada al Barbate, que a escasa distancia forma un hermoso embalse, la ciudad derrama su blanco caserío desde la cumbre del cerro de la Coracha, en el Parque Natural de los Alcornocales, del que es su cabecera.
Historia
     El poblamiento del término se remonta al paleolítico superior, si bien la existencia de la ciudad como tal es bastante posterior. Para el historiador romano Plinio fue la más importante del país de los turdetanos. Los romanos la llamaron Regina Turditana, siendo de esta época el Bronce Lacusta (189 a.C.), primera inscripción latina de España, encontrada en la cercana Mesa del Esparragal y actualmente en el Museo del Louvre de París.
     De tiempos visigodos es la torre que se conserva también en la citada Mesa del Esparragal, así como la desaparecida ermita de los Santos Nuevos, en la que se encontraron las reliquias de los mártires cristianos Servando, Saturnino, Justa, Rufina y Germán, reliquias que se conservan en la parroquia de San Jorge.
     En tiempos musulmanes fue llamada Qalat al Yazula, esto es, Castillo de los Gazules, por habérsela entregado el rey de Granada a esta estirpe de fogosos guerreros islámicos. En 1264 fue conquistada por Alfonso X. En 1444 pasó a formar parte del señorío de los Ribera, más tarde duques de Alcalá y de Medinaceli.
     En 1810, el general Manbourg pasó a cuchillo a sus habitantes, volando seguidamente el antiguo castillo romano. En 1876, Alfonso XII le concedió el título de ciudad.
Artesanía
     Larga tradición tienen la guarnicione­ría, los trabajos en palma y la fabricación de utensilios domésticos a base de madera de fresno, tales como almireces y dornillos.
Gastronomía
     Los productos del campo, tanto cultivados como silvestres, constituyen la base de la cocina alcalaína. A ellos hay que añadir la carne procedente de la caza, tanto mayor como menor, y las de vacuno retinto y de cerdo. Platos tradicionales son el gazpacho caliente, el revuelto de espárragos, el corzo con moras, el jabalí con almendras, las berzas y los estofados de carne. Gran calidad tienen los embutidos, lo mismo que los postres, entre los que cabe mencionar los dulces de almendra, los buñuelos y, sobre todo, la torta de pellizco.
Fiestas
     En febrero, el carnaval revoluciona a la población. Poco después, la Semana Santa ofrece el espectáculo de las procesiones por el marco impresionante que constituyen las calles del pueblo. El 22 de abril es el día del patrón, San Jorge. A mediados de agosto se celebra la feria y hacia el domingo anterior al 12 de septiembre tiene lugar la romería de Nuestra Señora de los Santos. Gran espectacularidad reviste el paseo de pleitesía que los caballistas realizan ante la Virgen.
Visita
     Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1985, el casco de Alcalá de los Gazules impresiona por su blancura, sus pendientes y el trazado laberíntico de sus calles.
     Cuatro espacios podrían distinguirse en la población: el casco primitivo, intramuros del castillo, antigua ciudadela medieval, que incluye la actual plaza de San Jorge; el casco antiguo extramuros, alzado entre los siglos XVI y XVIII, que descendería  hasta  la  calle  Real; la ampliación llevada a cabo en el siglo XIX, que descendería un poco más, hasta incluir en el entramado urbano a los conventos de Santo Domingo y la Victoria, anteriormente aislados; y, por último, la zona más moderna, construida ya en el siglo XX.
     Llegando desde la autovía Jerez-Los Barrios, la avenida Puerto de Levante sube hasta el parque municipal Rodríguez de la Fuente a través de la de los Alcornocales. Junto al parque municipal está el paseo de la Playa, calle amplia y muy concurrida, abundante en bares y restaurantes. Desde su extremo inferior, subiendo por la cuesta de Santo Domingo, se llega a las plaza de Santo Domingo y de Abastos, un espacio urbano que hasta la desamortización de Mendizábal estaba ocupado en su mayor parte por el convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo, fundado hacia 1511 por el dominico fray Alberto Aguayo. De esta edificación ahora sólo queda parte de la iglesia, reconvertida en un centro cultural. Todavía pueden apreciarse en ella restos del estilo gótico tardío en que fue levantada.
     Por la calle Ildefonso Romero se alcanza, a la derecha, la calle Monjas, donde se encuentra el convento de la Victoria, de frailes mínimos, que data de 1682 y sufrió igualmente la desamortización en el siglo XIX. Actualmente, se conserva la iglesia, convertida en parroquia, y el claustro.
La gran plaza
     La calle Sánchez Aguayo, en el arranque de Monjas, sube hasta la espléndida plaza de San Jorge, en la que se sitúan la Casa del Cabildo y la iglesia parroquial de San Jorge. La primera data de 1550, fecha en la que se levantó junto a un postigo de la muralla, que sería rehecho, recibiendo entonces el nombre de Puerta Nueva, cuyo arco y bóveda forman parte de la planta baja del edificio. La construcción original sufrió una profunda reforma en el siglo XVIII, adquiriendo el aspecto neorrenacentista que tiene en la actualidad y en el cual destaca la balconada de la segunda planta, formada por seis arcos de medio punto entre pilares con pilastras toscanas adosadas, todo ello coronado por un gran frontón triangular adornado con mol­duras y falso óculo avenerado. Recien­temente restaurada, en ella se encuentra la Oficina del Parque Natural de los Alcornocales, estando prevista la instalación del Museo Histórico.
     En cuanto a la iglesia de San Jorge*, inmediatamente después de la conquista cristiana, se levantó un primer edificio en estilo gótico mudéjar en el solar que ocupaba la mezquita aljama, edificio que sufriría varias reformas, la última en el siglo XIX. La fachada principal, aupada sobre una elevada meseta de piedra, es de una sencilla belleza. La portada, que data del siglo XVI y es gótica tardía, presenta un vano a dintel cobijado bajo un arco apuntado y un gablete conopial, enmarcado el conjunto por sendos pilares a los que se adosan baquetones coronados por arbotantes. Un adorno de cardinas recorre el espacio entre los pilares y el vano. En el tímpano figura un bajorrelieve con la imagen de San Jorge con tallas lobuladas. A la izquierda se alza la torre, de ladrillo. Ofrece tres cuerpos de base cuadrada separados por cornisas y encima el de las campanas.
     El interior tiene planta de cruz latina con tres naves y crucero. Las naves, muy altas, aparecen separadas por columnas toscanas que soportan arcos formeros de medio punto. Sobre el presbiterio se alza una cúpula de media naranja adornada con pinturas al fresco, a base de lazos, entramados vegetales y cartelas con las imágenes de Dios Padre y algunos santos. El retablo mayor es de mitad del siglo XVIII y puede relacionarse con tallistas jerezanos de la época. Tiene tres calles, con dos cuerpos y ático, presentando en la central las imágenes de San Jorge, una Inmaculada muy apreciable, del siglo XVII y fac­tura sevillana, y, en el ático, San Sebastián. En el lado de la epístola e encuentra el sepulcro en mármol de los padres del alcalaíno Luis Alonso de los Cameros, obispo que llegó a ser de Valencia. En el tramo central de la nave mayor se sitúa el coro, cuya sillería, finamente tallada con elementos geométricos, vegetales y pinjantes, es obra de Agustín de Medina y Flores, quien la realizó en 1742. En el brazo izquierdo del crucero está la capilla del sagrario, construida en 1792. En ella se guarda la imagen de la Virgen del Rosario, primera obra conocida de Juan Martínez Montañés, quien la talló en 1590. Entre las muchas obra de arte que esta iglesia guarda es importante tam­bién el Cristo de la Columna que tallara Francisco Camacho de Mendoza a principios del siglo XVIII. Se encuentra en la primera capilla del muro del evangelio. En el lado de la epístola está la capilla del Bautismo, que conserva la estructura gótica y la bóveda de crucería de sus orígenes. En este mismo lado, junto al crucero, se encuentra el retablo de la Trinidad. Lo que en él llama la atención es el busto de San Sebastián que aparece pin­tado en una tabla del ático. Se trata de una obra italiana, traída por el duque de Alcalá en el siglo XVI, pintada probable­mente en Roma en el siglo XIV o a comienzos del XV.
     En la misma plaza de San Jorge son interesantes, también, la casa de los Duques de Alcalá y la casa de Diánez, esta última futura sede del Museo Etnográfico.
     Por encima de la plaza se sitúan los res­tos del castillo, del que la plaza actual era la antigua plaza de armas. Debido a la voladura de los franceses en 1810, sólo queda la torre del homenaje, con sus muros a base de cantería y ladrillo.
     Más arriba aún, pasado el depósito del agua, hay un excelente mirador desde el que se obtienen espectaculares vistas, tanto de la población como de sus alrededores. A la derecha de esta posición, junto a la conocida como calzada de la Salá, se encuentran los depósitos romanos de la Salada, del siglo II a.C., un nimphaeum, que incluía un depósito de agua para abastecimiento de la ciudad, y un templo dedicado a la deidad del manantial. Los musul­manes condujeron el agua a un depósito situado en un nivel inferior, para lo que añadieron algunos estructuras que aún se conservan junto con las originales.
     A lo largo del recorrido ha podido observase la suntuosidad de muchas de las casas particulares de la población, la mayoría deudoras de una arquitectura ecléctica, en la que se combinan con bastante armonía elementos de estilos tan dispares como el clasicismo y el barroco. Bajando ahora por la calle Real, una de estas casas, a título de ejemplo, es la número 5, una antigua casa tienda, en la que es de admirar la simetría y el equilibrio logrado con la citada combi­nación de estilos. Esta calle discurre por un lateral de la plaza de la Alameda, donde está el Ayuntamiento y donde se encuentra el antiguo convento de Santa Clara, de franciscanas concepcionistas, instalado en 1550 en la que fuera casa del Duque de Alcalá y dedicado hoy a centro de enseñanza.
Alrededores
     A unos 7 km del pueblo en dirección a Medina Sidonia, en un atractivo paraje natural, se alza el santuario de Nuestra Señora de los Santos, un edificio blanco, de noble aspecto andaluz, en el que, al exterior, sobresale la espadaña. El templo tiene planta rectangular con bóveda de cañón con lunetos, alzándose en el antepresbiterio una cúpula de media naranja rebajada sobre pechinas, profusamente decorada con pinturas murales. El retablo mayor es rococó, de madera policromada que imita jaspes. En él se abre el camarín en el que se encuentra la Virgen, una imagen de candelero fechable en el siglo XVI, posiblemente talla completa en sus orígenes y mutilada para poder vestirla. El origen de este santuario se remonta al año 1399 y fue consecuencia de la batalla de la Pagana, en la que los ejércitos de Alfonso XI vencieron a los benimerines. Los muros del templo aparecen cubiertos de exvotos que se remontan al siglo XVII y llegan hasta la actualidad, formando una de las colecciones más importantes de Andalucía (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).  
     La antigua Regina, a la que el río Barbate riega, se derrama desde la cima del cerro de la Coracha, en el corazón del Parque Natural de los Alcornocales y en la ruta del caballo.
Historia
     El historiador romano Plinio cita a la ciudad como la más importante del país de los turdetanos, pueblo que, para muchos, vino a relevar en la historia al antiguo Tartessos. Los romanos la llamaron Regina Turditana. Los árabes la denominaron Al-kalat, "el cas­tillo", recibiendo posteriormente el apelativo de Gazules por habérsela cedido el rey de Granada a la estirpe de los Gazules, fogosos caballeros muy distinguidos en las luchas contra los cristianos. Fue conquistada por Fernando III en 1248, pero pasó de nuevo a poder de los musulmanes hasta 1264, fecha en la que se apoderó de ella definitivamente Alfonso X el Sabio.
     Posteriormente sufrió sucesivos sitios de Abu-Melik. En uno de ellos, sus moradores, auxiliados por Fernán González de Aguilar, libraron una terrible batalla en el llano de la Pelea, en la que murieron más de 10.000 sarracenos y el propio infante.
     En 1444 la ciudad pasa a formar parte del señorío de los Ribera, más tarde duques de Alcalá de los Gazules y de Medinaceli. Tuvo una relevante participación en la Guerra de la Independencia. En 1809 se formó en la ciudad la Milicia Montada, que participó en brillantes acciones. En 1810 el general Manbourg pasó a cuchillo a sus habitantes, volando a continuación el antiguo castillo romano. En 1831, Fernando Casas, un hijo del pueblo, escribe el primer libro médico sobre el cólera morbo.
     En la actualidad, Alcalá vive fundamental­mente de la ganadería y de la agricultura del cereal, y de la producción de corcho.
Artesanía
     Desde antiguo existen en la ciudad talleres dedicados a la fabricación de botas de montar y de utensilios domésticos a base de madera, tales como almireces o dornillos. También tienen una sólida tradición los trabajos de guarnicionería.
Gastronomía
     Cocina de tierra adentro, con una fuerte pre­sencia de elementos procedentes de la caza que se obtiene en los alrededores de la ciudad, entre sus platos tradicionales cuenta con el gazpacho caliente, el revuelto de espárragos trigueros, el venado al tomillo, la perdiz estofada y el jabalí en salsa.
Fiestas
     A partir del 23 de abril se celebra la fiesta patronal de San Jorge, en conmemoración de la reconquista de la ciudad. Hay caldereta y chocolatada para los asistentes. La feria tiene lugar en la primera semana de mayo. El 10 de septiembre se organiza la romería de Nuestra Señora de los Santos, en la que a la hora de comer se reparte el rancho, guiso de carne que antiguamente se ofrecía a los pobres.
Visita
     Arriba, en lo más alto del monte de la Coracha, se encuentran las ruinas del viejo castillo árabe y la puerta de los Gazules. Desde allí se contempla la ciudad como una cascada blanca que desciende camino del llano. En la Plaza Alta, cerca del castillo, bello rincón alcalaíno en el que se sitúan el notable edificio de las antiguas Casas Consistoriales y el hospital de la Misericordia, se halla también la iglesia de San Jorge, gótica del siglo XV que guarda en abundantes tallas y piezas de orfebrería.
Alrededores
     A unos 5 km por la C440 se levanta la ermita de Nuestra Señora de los Santos, foco de devoción mariana de toda la comarca. El santuario es de 1592, construido en un solar en el que en tiempos remotos existió un monolito con la leyenda Sanctus, Sanctus, Sanctus, ante el que iban a rezar los antiguos cristianos, motivo por el que el lugar recibía el nombre de El Humilladero. Posee gran abundancia de exvotos: miembros de plata u hojalata y fotografías. Y en el escalón de entrada al templo, la huella medio borrada de la mano de un ladrón que pretendió sin conseguirlo forzar la puerta con la intención de robar.
     A unos 9 km se halla el paraje de El Picacho, con zona de acampada y albergue (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Arquitectura civil y Urbanismo
     Alcalá se extiende por la media ladera del monte de la Coracha, en torno al castillo y den­tro del recinto amurallado, acorde con las características físicas del terreno que han propiciado la existencia de una serie de áreas diferenciadas, generadas en distintos períodos de crecimiento. En primer lugar destaca el primitivo casco a intramuros, o antigua villa medieval donde se localizan lo que fueron los edificios más importantes del núcleo. Se extiende entre las calles Alfonso el Sabio y la Plaza de San Jorge, gran espacio público creado por los duques en el siglo XVI en lo que fuera patio de armas del castillo.
     Una segunda área estaría constituida por una serie de manzanas irregulares en cuanto a sus formas y dimensiones y un trazado urbano que conforma espacios públicos. La tercera área sería el casco antiguo construido a extramuros y que quedaría configurado entre el antiguo camino de Ronda y la actual calle Real. Supone el primer ensanche, surgido a mediados del siglo XVI, con construcciones adosadas al recinto amurallado. Por último la ampliación de la ciudad correspondiente al siglo XIX, que se extiende por las calles Real, Plaza de la Alameda y calle de los Pozos, donde predomina la arquitectura de tipo historicista (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).

Cabildo Viejo
     Al parecer el cabildo municipal alcalaíno utilizó para sus reuniones las dependencias del Castillo, situación que se mantuvo hasta que en 1550 se construyó un edificio para tal fin, cercano a la parroquia de San Jorge y sobre un postigo de la muralla, que tras ser ampliado pasó a llamarse desde entonces Puerta Nueva.
     La fábrica debió sufrir una importante refor­ma en el siglo XVIII, tal vez tras el terremoto de 1755, a la que corresponde en gran medida el aspecto actual de la fachada principal. Ésta consta de tres cuerpos; el inferior, dónde se abre el arco de la Puerta Nueva; el principal destinado a la balconada para presidir los actos públicos, en el que aparecen capiteles corintios sustentando la cornisa, y el tercero, que es una galería de arcos de medio punto articulados por pilastras toscanas. Remata todo el conjunto un gran frontón triangular. La fachada trasera es de líneas sencillas y sobre el arco de la Puerta Nueva conserva un escudo de la ciudad con las armas de los Ribera, contemporáneo de la primitiva fábrica del edificio. En el interior el salón de sesiones tiene restos importantes de pinturas murales decorativas que representan cortinajes y otros elementos decorativos (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).

Castillo
     El Castillo es de origen musulmán y tras tomar la ciudad Alfonso X lo entregó a la Orden de Santa María de España, pero años después fue propiedad de las distintas casas nobiliarias que fueron sucediéndose en el señorío de Alcalá. La fortaleza se mantuvo en buen estado hasta la invasión napoleónica, cuando fue volado por los franceses a su retirada en 1811. Se conserva par­te de la torre del homenaje, con muros en talud realizados en cantería, ladrillo y hormigón. La plaza de armas ocupaba el solar de la actual plaza de San Jorge y el perímetro amurallado también ha desaparecido en gran parte, aunque hay vestigios embutidos en construcciones posteriores, como los existentes en el Cabildo Viejo o la torre conservada en la calle Ildefonso Romero (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Este castillo se encuentra situado en un lugar privilegiado, habiendo constituido un alcázar con cerca. Habría sido construido en época almohade y reformado y modificado tras la conquista cristiana. De la antigua fortaleza solo ha quedado en la actualidad, la torre principal, algunas habitaciones, cuadras, almacenes y murallas.
     Tras unas excavaciones realizadas en el año 2003, que se centraron en la limpieza de dicha torre, permitieron descubrir la escalera de acceso al interior, un muro central que divide la planta baja en dos, un arcada mixta de sillares y ladrillos, un pesebre y su pavimento, datado en el siglo XVII, y una escalera que conectaba con niveles superiores.
     Se han localizado restos materiales que demuestran la ocupación de esta zona desde época romana. En los cimientos de la torre se ha localizado un lienzo de opus cuadratum, que podrían pertenecer a la Turris Lascutana.
     Se trataba de una fortaleza en la que la zona de hábitat se centraliza en la Torre del Homenaje, ubicada en una esquina del amurallamiento, mientras que el resto de dependencias se distribuirían en torno al patio de armas, hoy desaparecido.
     Éste ocupaba en la Edad Media el espacio en el que hoy se sitúa la Plaza de San Jorge.
     A comienzos del siglo XIX recuperó efímeramente su contenido militar con la ocupación de las tropas napoleónicas. No obstante, este resurgir también conllevará su posterior ruina. Todos los lienzos que rodeaban dicho espacio, así como las restantes dependencias, fueron voladas por los franceses en la Guerra de la Independencia, quedando en el deplorable estado que hoy presentan. Este hecho se vio agravado por la reutilización de sus piedras para hacer los depósitos de agua junto al mismo a principios de la década de 1940.
     La Torre del Homenaje es el único resto conservado del Castillo de Alcalá de los Gazules. Tras la voladura, los muros principales resistieron, salvo el oriental, lo que permite que pueda reconocerse las improntas de la antigua organización estructural de cada nivel de habitación.
     En los años 2003-2004 y 2015-2016 se llevó a cabo en el interior de la torre y su entorno un programa de excavaciones arqueológicas con el objetivo de proceder a su rehabilitación y valorización.
     La primera planta pudo haber estado destinada a múltiples usos, tales como alimentación, almacén, etc. La segunda planta habría alojado funciones administrativas y de aparato, como sala de recepción y audiencias. Por su parte, la planta superior era la zona noble donde vivía el alcaide y su familia. En ella se han conservado restos de la decoración, pinturas y solería de origen andalusí en el suelo. Vinculado a esta torre se encuentra un aljibe, fundamental en la fortaleza.
     También son apreciables en el paseo San Juan de Ribera varios tramos de muralla y dos torres albarranas en el lado oeste de la población. De la antigua puerta de la villa, lo único que se conserva original es el escudo en piedra que flanqueaba la puerta (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Convento de Santa Clara
     Esta casa de monjas franciscanas concepcionis­tas fue fundada a mediados del siglo XVI y en nuestros días sirve de sede a un centro de formación profesional.
     El conjunto actual es fruto de una reconstruc­ción realizada durante la primera mitad del siglo XVIII y está centrado por un amplio claustro de formas sencillas con doble orden de arcos rebajados sustentados por pilares de sección cuadrada. De la iglesia sólo se conserva la torre, con alto fuste cuadrado y cuerpo de campanas ochavado con vanos rematados en medio punto y flanqueados por pilastras en cada frente (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).

Convento de Santo Domingo
     El antiguo convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo fue fundado a inicios del siglo XVI y su primer patrón fue Fadrique Enríquez de Ribera. Tras la desamortización de Mendizábal pasó a tener diversos usos y se perdieron las dependencias conventuales. En la actualidad parte de los restos de su iglesia se han acondicionado como centro cultural municipal. La iglesia se construyó durante el primer tercio del siglo XVI y su importante fábrica es de formas góticas tardías. Aunque en principio se concibió como un amplio templo de planta de cruz latina, en un momento determinado, muy posiblemente tras el terremoto de 1755, sufrió un proceso de ruina, que provocó el hundimiento de las bóvedas y parte de los muros.
     En consecuencia el conjunto fue sometido a una gran reforma que acortó drásticamente sus dimensiones al colocar el nuevo presbiterio ante el crucero, dejando toda la antigua cabecera abandonada. También responde a esta intervención la actual bóveda encamonada de medio ca­ñón que cubre la nave.
     La portada exterior responde a la estructura original y se compone de un doble arco, conopial en el vano y carpanel en el exterior, sustentados por columnillas y con arquivoltas decoradas por cardinas.
     En el interior los muros laterales y soportes son también los realizados en el siglo XVI, mien­tras que las capillas presentan diversas bóvedas, tanto de crucería como otras vaídas, de formas renacentistas (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     El Convento de Santo Domingo fue fundado por los Enríquez de Ribera, Duques de Alcalá, en los primeros años del siglo XVI.
     Edificio tardogótico del siglo XVI, con iglesia de cruz latina y tres naves a la que en el siglo XVIII se le derrumbaron las naves del crucero y el ábside.
     Desamortizado en 1836, parte del convento se convirtió en viviendas mientras que la iglesia siguió abierta al culto hasta principios del siglo XX. Hoy ésta es de propiedad municipal y y ha sido acondicionado como centro cultural municipal (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La Iglesia de Santo Domingo está situada en lo calle trasera a la Plaza de Santo Domingo. Su construcción se inicio en 1511 por Fray Alberto de Aguayo y posiblemente se finaliza en 1516, realizándose numerosas transformaciones desde entonces, llegándonos hasta hoy solamente parte del templo.
     Consta de una nave central y capillas laterales intercomunicadas entre sí por pequeños pasos colocados en los muros que las separan y a los que se accede desde la nave central mediante arcos ojivales o de medio punto. La cubierta tanto de la nave central como de las capillas laterales es de tejas sobre vigas de madera y por tabla a dos aguas.
     Al exterior destaca la fachada principal con una sencilla portada gótica de arco conopial y la fachada lateral de la nave de la Epístola donde quedan restos de lo que pudo ser un claustro porticado en doble altura. El conjunto original presenta los rasgos propios de la arquitectura Gótico tardía del XVI, mientras que la bóveda de la nave es obra barroca de mediados del siglo XVIII.
     La iglesia pertenece al antiguo convento de Santo Domingo. El templo presenta un estado de deterioro avanzado, pero a pesar de ello, una gran parte de su estructura primitiva permanece, mostrando un gran valor histórico-artístico, reflejado tanto en la portada ojival con arco conopial y abocinado como en las bóvedas de lunetos. Igualmente hay que destacar el papel social que ha desempeñado a lo largo de la historia utilizándose como asilo, como sede de estudios generales en el siglo XVII e incluso como prisión de oficiales franceses tras la Guerra de la Independencia (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Convento de la Victoria
     Los mínimos de San Francisco de Paula fundaron este convento hacia 1550 en la zona de extramuros, si bien más tarde, muy posiblemente durante la primera mitad del siglo XVIII, se trasladó a su actual emplazamiento. Tras los procesos desamortizadores del siglo XIX, la iglesia ha pasado a ser sede parroquial. De las dependencias conventuales se ha conservado el claustro, con arcos de medio punto sobre pilares ochavados. La iglesia, levantada hacia mediados del siglo XVIII, presenta planta de cruz latina con una sola nave articulada por pilastras corintias a la que se abren algunas capillas. La cubierta es de bóveda de cañón con lunetos, mientras que en el crucero se levanta una cúpula semiesférica sobre pechinas decoradas con yeserías en las que aparecen los escudos de los Enríquez de Ribera, posibles patronos de esta casa. En la cúpula se abren vanos circulares y en torno a la clave se conserva la decoración dieciochesca al fresco, a base de roleos y elementos vegetales.
     El retablo mayor es obra fechable hacia 1800 de madera jaspeada. Tiene planta convexa y consta de un cuerpo con tres calles y ático. En la calle central se aloja un camarín para la Virgen de la Consolación, que a su vez sirve de manifestador y cuya embocadura presenta estípites plateados y dorados. Toda esta estructura es anterior al retablo actual y puede fecharse en torno a 1750. La imagen titular es obra de movidas formas dieciochescas y su factura parece cercana al quehacer de Francisco Camacho.
     Ocupa el frontal del evangelio del crucero un retablo rococó de madera policromada y dorada con un cuerpo sustentado por columnas corintias y ático. Está presidido por la talla de candelero de San Francisco de Paula, que también puede deberse a Camacho de Mendoza, y en el ático se sitúa una imagen de San Rafael. En el lado de la epístola del crucero se levantan los retablos de la cofradía de Jesús Nazareno. El del Cristo es obra de mediados del siglo XVIII con importantes reformas posteriores y la imagen titular, fechada hacia 1728, responde a la estética de José Montes de Oca. El dedicado a la Virgen de los Dolores es una obra rococó realizada en madera dorada hacia 1750. La pintura que representa a Cristo en la piscina probática puede relacionarse con el estilo de Matías de Arteaga (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).

Depósitos romanos de la Salada
     Son dos depósitos de agua situados en la cuesta de la Salada que se fechan en el siglo II a. C. y sufrieron algunas reformas posteriores que han permitido su utilización hasta nuestros días. Está formado por dos espacios abovedados de hormigón romano con fachada de sillería y acceso para extraer el agua. Posteriormente, cuando la estructura comenzó a debilitarse se desvió el agua hacia un nuevo depósito situado en una zona más baja. También se han localizado restos que indican la posible existencia de un pequeño templo que estaría dedicado a la divinidad de este manantial (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     La fuente se localiza en la ladera del Cerro de la Coracha, en la salida noreste de la población. Su estado de conservación es bastante bueno, por su uso continuado.
     En el año 2000 se inició un proceso de vaciado de los depósitos de la fuente, pero la continua emanación de agua impidió su total vaciado de tierra.
     Los elementos visibles que conforman la fuente se corresponden con lo que en época romana se conocía como nimphaeum. Una fuente que puede tener varios usos: abastecimiento de agua y/ o propiedades medicinales de ésta; Carácter religioso, por ser un zona de culto a las bondades del agua y a las ninfas protectoras; monumento propagandístico de la cultura romana (La estructura arquitectónica de este tipo de construcciones simbolizan la gruta natural de la que mana el agua) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita de Nuestra Señora de los Santos
     En su origen la ermita, que acoge a la patrona de Alcalá, fue un pequeño humilladero levantado en el siglo XIV tras una importante victoria de las tropas de Alfonso XI frente a los benimerines. Durante las centurias posteriores la imagen de la Virgen fue adquiriendo gran devoción y en la segunda mitad del XVII se levantó el actual santuario, si bien durante el siglo siguiente se llevaron a cabo intervenciones importantes.
     El conjunto, enclavado en un estratégico paraje natural, consta de capilla y dependencias, organizándose éstas últimas en torno a un claustro de formas populares, con dos plantas y cuatro crujías sustentadas por pilares.
     El templo es de planta rectangular con pequeño crucero, apenas insinuado. La cubierta de la nave es de bóveda de cañón con lunetos y en el crucero se levanta una cúpula de media esfera rebajada sobre pechinas.
     Todo el interior está profusamente decorado con pinturas murales fechables a inicios del siglo XVIII, en las que los roleos se mezclan con representaciones de ángeles, la mayor parte de este conjunto permanece oculta bajo un repinte posterior, pero se han recuperado algunas de las que corresponden al crucero.
     En el exterior sobresale la espadaña, obra de mediados del siglo XVIII que se eleva sobre una superposición de fajas apilastradas y consta de dos cuerpos articulados también por medio de pilastras.
     El retablo mayor debió levantarse inmediatamente después del terremoto de 1773, como indican sus formas rococó. Es de madera policromada imitando jaspes y presenta planta mix­tilínea, con un cuerpo sustentado por pilastras corintias y ático. Las tallas de San Pedro y San Pablo que ocupan las hornacinas laterales son contemporáneas del retablo.
     En la calle central se abre la embocadura del camarín, pieza ochavada y articulada por pilastras pareadas cubierta por cúpula e intensamente decorada con elementos de talla, espejos y yeserías policromadas.
     La Virgen es una talla de candelero, aunque es posible que en su origen fuese una escultura completa, realizada en la primera mitad del siglo XVI, y mutilada posteriormente para poder vestirla.
     El templete de plata que la alberga está fechado en 1675 y se sustenta por cuatro columnas salomónicas sobre las que se levanta una cúpula octogonal rematada por un airoso ángel. Toda la superficie está profusamente decorada con motivos vegetales.
     A la nave se adosan bancos dieciochescos para los miembros de la cofradía y el tornavoz del púlpito, obra de madera dorada realizada en el siglo XVIII. En la ermita hay otras esculturas de interés, entre ellas un San José con el Niño, de la primera mitad del siglo XVII, y los ángeles lampareros son obra dieciochesca procedentes de talleres jerezanos.
     Gran interés tiene la valiosa colección de exvotos, cuya cronología alcanza desde el siglo XVII hasta nuestros días y constituyen una de las muestras más interesantes de este tipo de mani­festación de la piedad popular conservada en la región (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Conjunto constituido por la ermita de los Santos y el cortijo del mismo nombre, situado a cierta distancia y formado por varias piezas de escaso interés dispuestas en estructura abierta. La capilla es una construcción de una sola nave con cúpula de media naranja y camarín para la Virgen. Sobre las cubiertas destacan los faldones de teja de la cabecera y una espadaña de dos cuerpos.
     A su lado se organiza un claustro de dos plantas con galerías de arcos rebajados en los dos pisos rodeado por una sucesión de dependencias que, según indicaba Sánchez del Arco en 1892, era "capaz de albergar 30 familias y donde se alojan los que vienen a tomar las aguas sulfurosas de La Hedionda"". En la cancela de acceso figura la fecha de 1876, referente a una de las reformas que afectaron al conjunto. Muestra una arquitectura barroca bien conservada en el templo y bastante transformada en el resto del conjunto.
     Con el nombre de Los Santos se identifica también una de las dehesas de pasto y labor de los propios de la villa, citada asimismo por Madoz, localizada al norte del término de Alcalá. La ermita se remonta a un antiguo enclave religioso que siempre se rodeó de instalaciones agropecuarias, situado, según indica M. Ramos, en un estratégico lugar frecuentado desde la Prehistoria, "descansadero de recuas y ganados con pozo y pilas de agua en la Cañada Real" paso obligado hacia los caminos que unen, a través de los ríos Álamo-Barbate, el valle del Guadalete con la Janda-Tarifa y con el valle de Palmones-Algeciras" lugar de intercambio de productos, trato de ganado y hato de acampada"" donde en 1339 se dio una famosa batalla entre las tropas de Alfonso XI y los benimerines marroquíes.
     La posterior conmemoración de la victoria y la aparición de la Virgen en el paraje determinan los orígenes del santuario hacia 1460. La obra del templo que ha permanecido corresponde al siglo XVII, debiendo completarse hacia 1675, remodelándose probablemente con ocasión de acogerse al patronato oficial por la Santa Sede en 1877 y a partir de 1927.
     A mediados del siglo XIX, el santuario es citado por Madoz con el nombre de Nuestra Señora de los Santos de Alcalá "hermoso templo que sirve de ayuda a la parroquia, siendo tradición que la milagrosa imagen de la Virgen fue hallada en aquel parage: tiene un administrador además del sacerdote que celebra los divinos oficios" (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     En los Libros de Visitas del Archivo parroquial (desde fines del XVI el primero y empezado en 1790 el segundo) se van repitiendo cronológicamente las visitas episcopales a las ermitas o capillas de Alcalá y su término. Su número es fluctuante a tenor de las nuevas fundaciones o desaparición de algunas de ellas pese a que una vez fundadas continúan con su culto y sus santeros hasta que la ruina del edificio por falta de devotos, máxime desde mediados del XIX las hace desaparecer. La que nos ocupa se encuentra en un descansadero de recuas y ganados con pozo y pilas de abundantes aguas en Cañada Real, frecuentado desde la prehistoria. Paso obligado hacia los caminos que unen, a través de los ríos Álamo-Barbate, el valle del Guadalete con la Janda-Tarifa y con el Valle de Palmones-Algeciras. Por lo mismo, lugar de intercambio de productos, trato de ganado y hato de acampada. El santuario es del siglo XVI en su origen, al menos como Humilladero. aunque la traza actual del mismo es del siglo XVII, debiendo estar en torno al 1.675, fecha de las andas superiores y trono de la Virgen. Debió remozarse al concederse el patronato oficial por la Santa Sede en 1.877 y a partir de 1.927. Las andas inferiores robadas en 1.894 fueron hechas de nuevo por el artífce cordobés González Ripoll en 1.896.
     Por aquí pasaba desde el Alberite el itinerario que señala en el siglo X el geógrafo árabe Al-Udri, uniendo Calsena, por Gigonza, y Algeciras, por el Valle del río Palmones, y por él vino el infante Abomelique a correr los campos de Jerez y Lebrija, siendo aquí vencido y muerto a su vuelta en 1.339. En relación con los hechos de guerra victoriosa que tiene lugar para impedir la invasión de los benimerines, está el comienzo de su fama y el origen del santuario. En el mismo orden que la ermita de la Defensión (Cartuja de Jerez), ermita de La Ina (Jerez) y Santuario de la Virgen de la Luz (Tarifa), todas en caminos reales unidos entre sí (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia parroquial de San Jorge
     Tradicionalmente se considera que esta iglesia ocupa el solar de la mezquita aljama de la lo­calidad y posteriormente debió levantarse en su solar una construcción gótico-mudéjar. San Jorge compartió su condición parroquial con otras dos iglesias, San Vicente y San Ildefonso, hasta que en 1524 el marqués de Tarifa, Fadrique Enríquez de Ribera logró una bula apostólica para la unificación de todas en la de San Jorge. Con tal motivo debió emprenderse la renovación parcial o quizás construcción de un nuevo templo de tipo gótico tardío al que corresponderían algunos restos aún visibles, como la portada principal. Aunque no se tienen datos al respecto, es posible que la obra avanzase con mucha lentitud o bien que la fábrica sufriese algún desplome, pero lo cierto es que a partir de 1629 se planteó por el obispado de Cádiz la construcción del templo actual, trabajo que en principio corrió a cargo del maestro Francisco de Agüero y Pedro Ruiz Cañato de Vargas, si bien parece que la intervención definitiva fue realizada a partir de 1637 bajo la dirección de Gabriel del Valle. Durante el siglo XVIII se llevaron a cabo algunas intervenciones a las que corresponden varias capillas, la portada lateral, la sacristía y la restauración total del templo llevada a cabo por Torcuato Cayón tras el terremoto de 1755. Durante el siglo XIX se añaden nuevas capillas.
     El templo presenta planta de cruz latina con tres naves y cabecera plana, abriéndose capillas a las naves laterales. La nave central consta de cuatro tramos separados por pilares en forma de columnas toscanas sobre los que van arcos de medio punto, siendo la cubierta de bóveda de cañón con lunetos decorada con austeras molduras geométricas. Este mismo tipo de bóveda presentan los brazos del crucero y el presbiterio, mientras que las naves laterales se cubren por bóvedas de aristas. En el exterior destaca la portada principal que se abre en el testero de los pies. Es obra gótica tardía que puede fecharse en el primer tercio del siglo XVI y por sus características se relaciona con otras fábricas del obispado contemporáneas, como la parroquia de Santa María la Coronada de Medina o San Mateo de Tarifa. Su composición y estilo derivan claramente de las puertas laterales de la Catedral de Sevilla y está realizada en sillería, enmarcada por dos pilares recorridos por finos baquetones y rematados por arbotantes. El vano es abocinado, flanqueado de baquetones entre los que se dispone una delicada decoración de cardinas y va coronado por un tímpano peraltado que aloja una tosca representación en bajorrelieve del titular del templo enmarcada por tracerías lobuladas; remata el conjunto un gablete conopial. Sobre el vano van dos órdenes de arcadas ciegas con elaboradas tracerías, conjunto que resultó alterado al abrirse, en la reforma del siglo XVII, tres vanos para iluminar el interior del templo.
     La portada lateral se levantó en 1739 y está dedicada a San Juan Bautista. Su fábrica original es de ladrillo visto, aspecto que se ha recuperado parcialmente en una intervención realizada a finales del siglo XX, en el transcurso de la cual se alteró el aspecto original de los fustes de las columnas. Se compone de dos cuerpos, el primero está flanqueado por sendas columnas de orden corintio y el vano de acceso se rodea por una moldura mixtilínea que sirve de base en la zona superior a una cartela sustentada por ángeles niños. El segundo cuerpo está conformado por una hornacina de remate semicircular que contiene la imagen del Bautista contemporánea de la portada. Rematan el conjunto las armas pontificias. En el ángulo de confluencia de las fachadas se eleva la torre, levantada durante la intervención de Gabriel del Valle. Consta de un alto fuste y cuerpo de campanas cuadrangular en cada uno de cuyos frentes se abre un vano rematado en medio punto y flanqueado por molduras pareadas a modo de pilastras. Remata el conjunto un chapitel piramidal cubierto de azulejos en­tonados en azul y blanco.
     El retablo mayor puede fecharse en torno a 1740 y presenta planta rectilínea con un cuerpo dividido en tres calles por estípites y ático tripartito. La policromía combina los fondos pintados con resaltes y golpes de talla dorados. Sus características permiten relacionarlo con círculo de tallistas activos en Jerez durante el siglo XVIII. En las hornacinas laterales van las tallas de San Pedro y san Pablo y en la central se sitúa una ima­gen del titular del templo, todas son obras con­ temporáneas del retablo. El manifestador está ocupado por una talla de la Inmaculada Concepción, interesante obra sevillana fechable en la primera mitad del XVII que procede de una de las capillas del templo. Centra el ático una moldura mixtilínea que debió albergar en origen un relieve, reemplazado desde 1904 por una imagen de San Sebastián, obra seiscentista procedente de una ermita hoy desaparecida. A los lados van las representaciones de los santos obispos Basileo y Epitacio. La bóveda que cubre el presbiterio con­serva la decoración al fresco que simula yeserías y se resuelve a base de un complejo encintado en el que se entrelazan motivos vegetales y cartelas con los bustos de Dios Padre y santos. Su ejecución puede situase en los últimos años del siglo XVII. En uno de los laterales del presbiterio se sitúa la tumba en mármol de Luis Alonso de los Cameros, levantada en 1670.
     El coro ocupa los tramos centrales de la nave mayor y presenta sillería tallada en 1742 por Agustín de Medina y Flores. La doble hilera de asientos va decorada con sencillos elementos geométricos que contrastan abiertamente con la minuciosa y delicada labor de talla a base de elementos vegetales y pinjantes de los respaldos superiores, articulados por columnillas salomó­nicas. Remata los asientos una crestería a base florones y motivos vegetales, que se hace más compleja sobre las puertas de acceso.
     El facistol, que se sustenta por un fuste salomónico, es obra de la segunda mitad del siglo XVII. Cierra el ámbito una reja de forja con abigarrada decoración realizada en 1785 y sobre una de las tribunas se sitúa el órgano, construido en 1775 por Francisco  Pérez de Valladolid, presentando la caja decoración rococó. En el muro de cierre se sitúan cuatro puertas talladas con elementos geométricos y ricos marcos de mármol negro con incrustaciones de colores, cuya hechura pue­de atribuirse a Medina y Flores. Con este mismo maestro se relaciona el remate del trascoro, que alberga en su zona inferior un pequeño retablo rococó policromado y dorado donde se encuentra la talla de San Cristóbal, obra dieciochesca de tipo popular. Empotrado en el muro correspondiente a la nave de la epístola se encuentra un pedestal romano que fue hallado en 1800 en el proceso de excavación de la basílica visigoda de los Santos Mártires. En el año 662 fue reutilizada por el obispo Pimenio, a quien corresponde la inscripción que declara la existencia en aquel lugar de reliquias pertenecientes a varios santos mártires.
     En el lado del evangelio del crucero se abre la capilla del sagrario levantada en 1792 sobre el solar de la antigua sacristía. Está presidida por un retablo procedente de la iglesia de Santo Domingo, obra de finales del siglo XVIII en madera jaspeada y dorada. Consta de un cuerpo sustentado por columnas y pilastras corintias y ático rematado por frontón triangular. Ocupa la hornacina una talla dieciochesca de la Virgen del Rosario, obra de escuela genovesa, y en el ático hay un relieve que representa a Santo Tomás de Aquino. En los colaterales se sitúan dos retablos de estuco realizados a finales del siglo XVIII en los que se encuentran las imágenes de San Antón y Santa Isabel de Portugal; la primera es una obra popular fechable en el siglo XVII, que presidía una ermita hoy desaparecida, y la santa, a la que acompaña un mendigo, es una talla genovesa de 1750 y procedente del convento de los descalzos de Cádiz. Su rica policromía puede atribuirse a Francisco María Mortola. También se encuentra en este ámbito una talla de la Virgen del Rosario, obra de candelero que realizó Juan Martínez Montañés en 1590 para el convento de Santo Domingo. El crucificado de talla que cuelga de uno de sus muros es obra también genovesa de mediados del siglo XVIII vinculable a la producción de Francisco María Maggio.
     La primera capilla del lado del evangelio se concluyó en 1781 y está dedicada al Cristo de la Columna, si bien originalmente su titular era la Inmaculada. Es de planta cuadrada cubierta por cúpula semiesférica sobre pechinas y la preside un retablo de formas academicistas realizado en mármoles y estuco, cuyo diseño puede relacionarse con Torcuato Benjumeda. El Cristo de la Columna es una talla de inicios del siglo XVIII debida a Francisco Camacho de Mendoza. A continuación se sitúa la capilla de Ánimas que tiene un estructura similar a la anterior, si bien la cúpula conserva yeserías geométricas policromadas que permiten fechar su construcción en la primera mitad del silgo XVII. El retablo es de madera dorada y fue realizado hacia 1740. Se resuelve a modo de marco con estípites y está centrado por un altorrelieve. La talla presenta los rasgos característicos de la producción de Agustín de Medina y Flores, mientras que el relieve se vincula al círculo de Diego Roldán. A los pies de la nave de la epístola se sitúa la capilla del Santo Entierro, construida en 1863. En uno de sus muros se encuentra una talla de Cristo crucificado, antiguo titular de la desaparecida ermita de la Vera Cruz, obra de rasgos tardogóticos realizada a inicios del siglo XVI. El titular de la cofradía del Santo Entierro es una talla de inicios del siglo XVII relacionada con la producción de Francisco de Villegas. La capilla siguiente es la del bautismo, estructura gótica cubierta por bóveda de crucería y reformada a mediados del siglo XIX.
     La capilla de la Virgen del Carmen está presidida por un retablo rococó de mediados del siglo XVIII sustentado por estípites que contiene, además de la talla de la titular, la de San José, San Francisco de Paula, y San Juanito, todas con­ temporáneas del retablo. Inmediato al crucero se sitúa el retablo de la Trinidad, realizado hacia 1720 en madera dorada y policromada en tonos rojizos. Está presidido por un lienzo con la alegoría de la orden trinitaria y a sus lados dos pinturas menores de San Pedro y San Pablo, obras de la misma cronología del retablo. En el ático hay una pequeña tabla en la que se representa el busto de San Sebastián. Esta interesante pintura fue traída de Italia en el siglo XVI por el Duque de Alcalá y es un fragmento de una tabla de mayores proporciones, de escuela romana, fechable a finales del siglo XIV o inicios del XV En el cru­cero se venera la imagen del Cristo del Perdón, crucificado procesional de inicios del siglo XVIII con amplias intervenciones del XX. En el muro frontal hay un retablo rococó, con policromía tipo biscuit. Las imágenes que lo ocupan son de la misma cronología.
     En la sacristía, construida en 1792, se conservan importantes obras de artes suntuarias entre las que sobresale la custodia de asiento del Corpus, templete de plata sustentado columnas jó­nicas que realizó Bartolomé del Castillo en 1614. Un ostensorio de formas neoclásicas es obra muy cercana a los trabajos de Vicente Fajardo y puede fecharse en torno a 1800. Varias cruces, cálices y copones pertenecen a los siglos XVII y XVIII y dos atriles de plata son obra de talleres gaditanos de finales del XVIII.
     También se conserva aquí el pendón de la ciudad, bordado en oro y sedas sobre terciopelo rojo en el mismo siglo (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     La Iglesia de San Jorge se ubica en la zona más alta de la ciudad, denominada «Barrio Alto». En origen este lugar estaba ocupado por una gran plaza y el patio de armas del Castillo. El inmueble se levanta sobre un podium dispuesto en ángulo recto que salva el desnivel del terreno, situado desde la portada de San Jorge en la fachada de los pies, sigue por el lateral izquierdo, delimita el muro de la torre y la portada de San Juan Bautista en la fachada del Evangelio, hasta confluir en el muro que cierra la capilla del Sagrario. Ambas portadas tienen acceso a través de un tramo de escalera.
     La Iglesia tiene planta de cruz latina, se compone de tres naves de cuatro tramos, crucero de brazos salientes, presbiterio elevado de cabecera plana y capilla bautismal a los pies de la nave de la Epístola. Este núcleo originario, construido en el siglo XVI, fue ampliado en el siglo XVII, con la construcción de la torre, sacristía, antesacristía y otras dependencias situadas alrededor de la cabecera del templo. Asimismo, en el siglo XVIII se realizaron la portada de San Juan Bautista, coro y las capillas abiertas en el muro del Evangelio. Las tres naves están separadas mediante arcos formeros de medio punto, moldurados, que descansan sobre fuertes columnas toscanas, construidas de fábrica, revestidas y pintadas de blanco. En la nave central los arcos se encuentran enmarcados, a modo de alfz, mediante pilastras cajeadas decoradas con yeserías de elementos forales.
     La nave central, más alta y ancha que las laterales, se cubre con bóveda de cañón y lunetos ciegos, reforzada con arcos fajones, los cuales parten de un cornisamiento superior. Un par de sencillas y anchas molduras recorren la bóveda en toda su longitud. Las dos naves laterales presentan cubierta de bóvedas de arista separadas por arcos fajones. A los pies de la nave central se ubican el coro alto y bajo, el primero consta de dos tribunas corridas en voladizo que vierten a las tres naves.
     Los muros que circundan el conjunto coral se componen de yeserías ornamentales con gran calidad de ejecución técnica, siendo esta zona del templo la que presenta mayor riqueza decorativa. Se distribuyen en el friso donde reposan las tribunas del coro alto enmarcando las cuatro pequeñas puertas de acceso al coro, realizadas en caoba y limoncillo las situadas en los laterales del trascoro, y con recercado de jaspe negro e incrustaciones policromas y geométricas en las ubicadas en el frente del trascoro. Estas yeserías se hallan superpuestas en un frontal con estructura neoclásica y se conforman mediante grandes ménsulas laterales, copete con frontón recto superior y cruz latina de remate, decorados con temas forales de hojarasca rococó, cabezas de angelotes y jarrones de remate. En el friso superior del trascoro se insertan motivos de flores y cordones entrelazados.
     El presbiterio tiene planta rectangular cubierta con bóveda de cañón y lunetos. Tanto la cubierta como el arco triunfal que da acceso desde la nave a la capilla Mayor están decorados con pinturas al fresco, las cuales muestran grandes roleos y figuras geométricas de cartón recortado que se adaptan a las formas arquitectónicas, en las que se insertan la representación de Dios Padre en el centro de la bóveda, y en las zonas superiores de los lunetos las de Cristo y el Espíritu Santo. En el muro lateral izquierdo se abren el acceso a la sacristía y en la parte superior del mismo un vano de medio punto cubierto de reja de hierro y celosía de madera.
     El crucero está formado por pilares cuadrangulares, con pilastras adosadas en sus frentes y arcos torales de medio punto sobre los que apea la bóveda sobre pechinas, compuesta de pilastras radiales que convergen en un gran florón en la clave. El anillo presenta decoración de canes pareados y las pechinas cartelas con motivos vegetales. Los brazos del crucero se cubren con bóveda de cañón rebajada y lunetos ciegos. Estas cubiertas descansan en sencillo cornisamiento y se encuentran ornamentadas con yeserías de motivos geométricos y forales. La sacristía tiene planta rectangular cubierta de bóveda de cañón, con lunetos y arcos fajones que descansan en repisas decoradas, adosadas a los muros laterales.
      En el exterior, las fachadas del templo presentan el paramento revestido y pintado de blanco, a excepción del cuerpo de la torre, ubicada en el ángulo izquierdo del inmueble, y las portadas que dan acceso al interior de la Iglesia. La portada de los pies está edificada en el primer tercio del siglo XVI, bajo los postulados del gótico final. Está construida en piedra sobre alto podium que la antecede. Se estructura en dos cuerpos con gran sentido ascensional, que queda subrayado por los dos machones piramidales que la flanquean, compuestos por numerosos baquetones góticos que apean sobre pedestales y finalizan en pináculos finamente tallados y decorados con motivos de cardinas. Estos machones están adosados a otros semicirculares con remates piramidales, ubicados en ambos laterales de la portada.
     El primer cuerpo se conforma mediante dos amplios vanos apuntados superpuestos, ligeramente abocinados y coronados por gablete superior, ornamentado con cardinas y florón de remate. En el centro del primer arco ojival se abre un vano adintelado que da acceso al templo, recercado, al igual que el arco, por una banda decorativa tallada con motivos de guirnalda de tallos y flores carnosas. Sobre la puerta de entrada en el tímpano del arco se inserta un relieve con la clásica representación iconográfica de San Jorge a caballo, alanceando un dragón alado y a la derecha una figura femenina. El conjunto está rodeado de molduras a modo de alquería apuntada, polilobulada y entrelazada. Tanto el trasdós del segundo arco de la portada, como los capiteles de las pilastras adosadas a las jambas de la puerta de entrada y las impostas del arco, muestran relieves tallados en piedra donde se representa un repertorio de animales fantásticos y personajes imaginarios, todos diferentes y característicos de la mitología gótica, tales como reptiles, leones, grifos y saltimbanquis en escorzos y actitudes forzadas, a fin de adaptarse al espacio de los elementos arquitectónicos donde se insertan.
     El resto del paramento de este primer cuerpo, correspondiente a las enjutas del arco, se decora con finas columnillas talladas en relieve, que sostienen una red de arcos ciegos, apuntados y entrelazados, que se ordenan en cuatro tramos, habiendo sido aprovechados con posterioridad los dos tramos extremos para apertura de dos vanos, con objeto de intensificar la iluminación interior del templo.
     El segundo cuerpo es de menor altura, en ambos extremos aparece una decoración a base de relieves, compuestos de dos columnillas que sostienen un copete de arquillos ciegos de formas apuntadas, entrelazados y rematados con un florón superior. En el centro de este cuerpo se abre un vano rectangular abocinado y cubierto con cristales de diferentes colores, que al igual que el frontón recto que corona la fachada son obras posteriores.
     La torre se levanta en el ángulo izquierdo de la fachada de los pies. Se edifica entre 1629 y 1637 en estilo barroco. Tiene planta cuadrangular, con alzado de cuatro cuerpos construidos en ladrillo visto. Los tres primeros están separados por una cornisa y en sus frentes se abren vanos irregulares. En el cuarto cuerpo o campanario se abre un vano de medio punto en cada lado cubierto con antepecho de hierro de perfil semicircular. Estos vanos albergan campanas y se hallan flanqueados por dobles pilastras adosadas de orden toscano. Tras el entablamento y doble cornisa se alza el chapitel piramidal que cubre la torre, el cual está revestido de azulejería azul y blanca. Asimismo, en cada uno de sus frentes se inserta una cruz latina, compuesta de otros azulejos de diferente diseño y colorido. El conjunto se corona con veleta y cruz de hierro forjado.
     La fachada lateral se corresponde con la ampliación efectuada durante el siglo XVIII en toda la longitud de la nave del Evangelio. En ella destaca la portada barroca de San Juan Bautista, situada en su lateral derecho del tramo aledaño a la torre. Edificada en 1739, con fábrica de ladrillo y algunos elementos pétreos, se inserta entre dos resaltes verticales existentes en el paramento de la fachada. Se estructura con dos cuerpos, el primero está conformado con un vano central adintelado, flanqueado por dos columnas de orden corintio sobre pedestales, que se encuentran adosadas a dobles contrapilastras que apoyan, junto con las jambas, en un mismo basamento. Estas columnas están construidas con fustes de ladrillo visto y los capiteles y cornisamiento superior en piedra.
     El vano de acceso aparece enmarcado con una moldura que sobre el dintel adopta formas mixtilíneas, sobre ella y siguiendo el perfil quebrado en su zona inferior, se sitúa una cartela moldurada y sostenida por dos ángeles tenantes realizados en barro. Una amplia y saliente cornisa, coronada en los extremos por esbeltos jarrones gallonados y estructurados en tres cuerpos sobre pedestales, da paso al segundo cuerpo. Éste se organiza mediante una hornacina central de medio punto alabeado, enmarcada con moldura y voluta, rematada en los extremos con jarrones. En el interior alberga la imagen de San Juan Bautista niño con un cordero. Corona el conjunto un escudo pétreo de perfiles en forma de volutas, donde se inserta en relieve una tiara papal. La portada presenta el paramento de color almagra, quedando destacados en ladrillo visto y en piedra todos los elementos arquitectónicos, como las columnas laterales y la mayor parte del cuerpo superior.
     La Iglesia de San Jorge, en Alcalá de los Gazules (Cádiz), reúne destacados valores históricos, artísticos y arquitectónicos de gran interés. El templo es uno de los primeros edificios levantados en Alcalá de los Gazules, se constituye en el núcleo primigenio a partir del cual surgirá la actual ciudad, siendo por tanto un elemento clave en la configuración urbanística. Su especial ubicación, la gran envergadura edificatoria y la verticalidad de su torre campanario hacen de la Iglesia el hito paisajístico más relevante de la perspectiva urbana, convirtiéndose el inmueble en un elemento inseparable de la fisonomía que define la ciudad.
     La Iglesia fue construida en la primera mitad del siglo XVI en la zona más alta de la población, sobre el solar de una antigua mezquita. Tras la Reconquista, se levantó una primera capilla denominada Ermita de San Jorge, considerada en el siglo XIV Iglesia Mayor, la cual junto con las ermitas de San Vicente y San Ildefonso centrarían las primeras collaciones de la Villa y de su vida religiosa. Estas tres ermitas se refundirían en 1524 en la actual Iglesia de San Jorge.
      Arquitectónicamente sobresalen del conjunto las dos espléndidas portadas, especialmente la portada de San Jorge que junto con la capilla Bautismal responde a los postulados del gótico tardío, pudiéndose datar ambas de la época fundacional del inmueble.
     Desde el punto de vista artístico, el templo es contenedor de numerosas obras de arte de diferentes estilos y épocas, entre las cuales se encuentran varias piezas procedentes de otros edificios religiosos de la ciudad, de los que se trasladaron parte de sus enseres a la parroquia mayor al desaparecer la función religiosa de los mismos, lo que convierte a la Iglesia de San Jorge en lugar de referencia para el estudio y conocimiento de la evolución artística en la ciudad (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
  
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