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domingo, 26 de marzo de 2023

Los principales monumentos (Ermitas de San Antonio de Padua, del Santo Cristo del Rosario, y de la Virgen del Prado; Fuente de Enmedio; Iglesia de San Sebastián; y Plaza de Toros) de la localidad de Higuera de la Sierra, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Ermitas de San Antonio de Padua, del Santo Cristo del Rosario, y de la Virgen del Prado; Fuente de Enmedio; Iglesia de San Sebastián; y Plaza de Toros) de la localidad de Higuera de la Sierra, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     Cercana al río Odiel, dentro de la Sierra de Santa Barbara y a 624 metros de altitud.
Reseña histórica breve
     En la época de Roma fue un cruce vías entre Beja, Mérida y Sevilla.
     El origen el pueblo se sitúa en la Reconquista, en el siglo XIII, como camino de Zufre a Sevilla, con dependencia de Aracena y Zufre. Ello motivó un pleito donde Higuera solicitó sus derechos de independencia y obtuvo un Privilegio de rey Sancho IV, aunque fue el rey Carlos V quien concedió de nuevo el título de villa, en 1553.
     Durante los siglos XVII y XVIII, Higuera de la Sierra sufrió una época de crisis, que fue paliada por las reformas agrarias impulsadas por los Borbones. 
     En el siglo XIX se impulsa el aprovechamiento de los recursos  forestales, especialmente la industria corchera y la leña para el carbón vegetal, y el abastecimiento a las poblaciones mineras vecinas.  Aparecieron entonces las primeras fábricas de embutidos.
Patrimonio cultural y artístico
     Iglesia de San Sebastián, del siglo XVIII, de estilo barroco, con retablo de estilo churrigueresco y lienzos de Alonso Miguel de Tovar, discípulo de Murillo, y de Ruiz Soriano, ambos pintores nacidos en Higuera.
     Ermita del Cristo del Rosario, del siglo XVII, con una talla gótica del Cristo.
     Plaza de toros, del siglo XVI.
     Ermita de la Virgen del Prado, del siglo XVI, en sus alrededores merece una visita las Cuevas de Tobas.
      Ermita de San Antonio.
Fiestas y tradiciones
     Cabalgata de Reyes Magos, una de las más antiguas de España, en ella son representadas escenas bíblicas por los habitantes del pueblo cada cinco de enero.
     Fiesta de San Sebastián, patrón de la localidad, el día veinte de enero. Romería de la Virgen del Prado, en marzo. Fiestas en honor de la Patrona, en mayo. Fiestas de San Antonio, en agosto.
Recursos económicos y sociales
     Existen en la localidad numerosos artesanos del corcho y la madera y una importante industria del corcho.
     La explotación del cerdo ibérico y sus derivados, la industria cinegética  y el cultivo del olivar componen la economía del lugar.
     Asimismo, la importancia de su patrimonio cultural y etnológico ha potenciado el turismo rural.
     En la Asociación de mujeres "Mariana Pineda" podemos encontrar productos artesanales policromados.  
Gastronomía
     Son típicos los potajes de castañas o los gazpachos de invierno, así como el licor de guindas.  En sus establecimientos podemos adquirir derivados del cerdo o quesos.
     Todo ello lo podemos saborear en el Restaurante "La Caldera" y en bares como "La Colmena" o "La Terraza" (Diputación Provincial de Huelva).
      El origen de la actual población se remonta al momento de la Reconquista, formándose el núcleo urbano en torno a dos barrios que dependían respectivamente de las poblaciones de Aracena y Zufre y que más tarde se unirían. Hasta el 18 de Septiembre de 1553 no recibe del emperador Carlos V su título de villa.
     El siglo XVII generó en la localidad una fuerte recesión, traducida en un descenso demográfico y en una gran penuria económica. Sin embargo, a partir del siglo XVIII la recuperación fue un hecho muy evidente.
     El inicio del siglo XIX supuso, igualmente, un crecimiento importante para Higuera, al instalarse en la población varias industrias de fabricación de tapones financiadas por inversionistas catalanes.
     Un paseo por la localidad nos conducirá a la plaza de toros que data del año 1860 y a la Fuente de Enmedio, un conjunto de interés etnográfico que cuenta con unos lavaderos públicos cubiertos con una techumbre de madera a dos aguas (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Se encuentra situado en la ladera sur de la Sierra de Santa Bárbara (en solana), apoyado en la carretera N-433. Sus altitudes más significativas son: Plaza Iglesia, 626,0 m.; Borde norte Casco, 641,5 m.; Zona media, 606,5 m.; Barrio Bajo, 588,0 m.; Acceso sureste, 560,0 m.
     La estructura urbana se basa en la de los tres núcleos originarios: calles más o menos estrechas, algunas incluso con adarves. Eje de unión de los tres núcleos con mayor amplitud, formando una trama lineal. Trama superpuesta de conexiones y accesos a las traseras. Trazados más confusos.
     Las manzanas son cerradas e irregulares, de tamaños variables y con mayor densidad, en los núcleos originarios.
     Manzanas abiertas, de menor densidad y de forma alargada, en los bordes formando calles de unión entre núcleos.
     Núcleo formado originalmente por tres núcleos o Barrios: Barrio Bajo (o de San Antonio), Barrio Central (o de San Sebastián) y Barrio Alto (o del Cristo del Rosario).
     La tipología dominante es la vivienda de carácter popular de una o dos plantas de altura.- Existen algunos edificios singulares (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Higuera de la Sierra, pueblo que ha sembrado de nuevos edificios el borde de la vía, presenta tres núcleos de población, cada uno dotado de iglesia (o ermita) y plaza: el barrio de Abajo, configurado alrededor de la ermita de San Antonio; el barrio de Enmedio, arti­culado en torno a la iglesia de San Sebastián; y el barrio de Arriba, crecido bajo la presencia de la ermita del señor del Rosario. En la parte baja del pueblo abundan las casas sencillas, las muestras de arquitectura popular que concentran su belleza en el blancor de las fachadas y la humildad de las tapias. Forman parte de este ambiente la citada ermita de San Antonio, construida en el siglo XVI pero con añadidos renacentistas y barrocos, que exhibe espadaña con nido de cigüeña y dos campanas solitarias. Y un lavadero blanco, que se tiende a sus pies.
     Hay que subir por la calle Virgen del Prado y Cristo del Rosario para llegar a la plaza de la Constitución. En el ascenso se comprueba que Higuera es un pueblo armónico, pulcramente encalado, que va trepando hacia lo alto. A medida que asciende, la arquitectura popular convive con signos de riqueza expresados en molduras, dinteles, puertas, balcones y labores de forja. En la plaza, la iglesia de San Sebastián levanta sus trazas barrocas de transición al neoclásico. Guarda en su interior un buen retablo de estilo churrigueresco (mediados siglo XVIII), y un valioso conjunto de obras de arte.
     Pero Higuera de la Sierra es conocida últimamente por su cabalgata de Reyes Magos, que ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico en Andalucía. Comenzó a celebrarse en 1918 y por ello se considera la segunda más antigua de España. La dramatización religiosa abarca escenas bíblicas relacionadas con el nacimiento y la infancia de Jesús, así como la Adoración de los Magos. Participa todo el pueblo en esta representación que atrae a más de 30.000 visitantes (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guiarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).

Ermita de San Antonio de Padua
     El edificio pertenece al tipo de iglesias rena­centistas de arcos transversales, encuadradas cronológicamente en la segunda mitad del siglo XVI y fue reformado intensamente entre los años 1740 y 1746.
     En su interior, la imagen titular, es una escultura barroca que fue restaurada en 1807 según consta por un documento encontrado en su in­terior y expuesto actualmente en la ermita. El autor de esta intervención fue un tal Francisco González, fraile agustino, natural de Cortelazor y beneficiado de la iglesia de Zufre (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La ermita tiene una estructura muy sencilla. Nave central con bóveda de cañón. En la parte del ábside a la izquierda se encuentra la sacristía. En uno de los laterales de la iglesia se encuentra una vivienda que en el pasado era utilizada por la ermitaña.
     Los materiales constructivos son piedra, ladrillo, baldosas hidráulicas. Entre los elementos sostenidos una bóveda de cañón, tejado a dos aguas; en el ábside el tejado es a cuatro aguas. Los suelos de solería hidráulica.
     Puerta de entrada, y una ventana en el interior, la casa anexa tiene entrada propia.
     La ermita se encuentra totalmente encalada, tanto en el exterior como en el interior. En la zona del altar nos encontramos con la parte inferior de la pared revestida de azulejos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita del Santo Cristo del Rosario
     Se trata de un edificio renacentista de arcos transversales, iniciado a finales del siglo XVI, cuyo proceso constructivo se prolongó hasta inicios del siglo XVII, como consta por la inscripción que puede leerse en la fachada principal y que fecha su terminación en 1626. En el siglo XVIII, fue restaurada, sustituyéndose su primitiva techumbre de madera por la actual bóveda de medio cañón.
     Preside el presbiterio un retablo de orden corintio y motivos de rocalla, de fines del siglo XVIII. En él reciben culto un Cristo crucificado del siglo XVI, muy restaurado, y, a sus pies, una Virgen Dolorosa del siglo XIX. En el flanco izquierdo, se localiza el altar de la Virgen de Luna, antigua imagen titular de la ermita, de candelero, de la primera mitad del siglo XVII y, en frente, el grupo de Santa Ana y la Virgen, ambas imágenes de candelero. Santa Ana es una escultura anónima sevillana del siglo XVIII, próxima al estilo de Montes de Oca, que fue restaurada en 1948 por Sebastián Santos. La imagen de la Virgen fue realizada en 1965 por el citado Sebastián Santos. Decoran la nave tres lienzos popula­res del siglo XIX (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Pertenece al tipo de iglesia de arcos transversales. Consta de una nave con tres tramos y cabecera cuadrangular cubierta con nervaduras. La nave se cubre con bóveda de cañón rebajado. Tiene reformas del S.XVIII, momento en que se hace la portada de los pies (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita de la Virgen del Prado
     Ubicada en el término municipal de Zufre, se trata de un edificio originalmente datable a fina­les del siglo XV o principios del siglo XVI, como atestigua su portada principal, de tipología mudéjar, aunque intensamente reformado en los siglos posteriores.
     Así, el presbiterio presenta elementos formales de la segunda mitad del siglo XVI, pudiéndose leer en el arco toral una inscripción semiborrada alusiva a su terminación. Se tiene constancia documental de otra intervención en torno a 1766 por los alarifes Luis y Judas Carboneras y otra posterior en 1828, por los albañiles Luis Ruiz y José María González. Ya en el XX se labró su ac­tual pórtico de los pies.
     La Virgen del Prado es del siglo XVI aunque con numerosas restauraciones posteriores. El frontal de altar y banco de retablo están revestidos con azulejos polícromos de hacia 1600, atri­buibles al taller de Hernando de Valladares, con recuadro central de la Inmaculada Concepción, de la misma fecha, y, arriba, placa cerámica del arcángel San Gabriel del siglo XVIII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Fuente y Lavaderos de Enmedio
     La fuente distribuye el agua a las dos construcciones: lavadero y abrevadero. En el lavadero se encuentran unos salideros de agua en la parte inferior de las pilas. El lavadero se encuentra cubierto por un tejado a tres aguas. La única parte cubierta, como es habitual en este tipo de complejos hidráulicos, se corresponde con lo que es propiamente el lavadero.
     Los materiales constructivos son la piedra y el ladrillo. La cubierta se sustenta en dos hileras de pilares realizados en ladrillo; tejado a tres aguas de teja árabe; techo de madera. El suelo del lavadero se encuentra empedrado.
     Sobre el tejado hay algunos detalles ornamentales de cerámica; la fuente y el abrevadero se encuentran encalados; las columnas están pintadas de color ocre (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia de San Sebastián
     Se conservan noticias de un primitivo edificio existente en el siglo XVI que a comienzos del siglo XVIII, resultaba completamente insuficiente, por lo que se solicitó al Arzobispado de Sevilla en 1735 la construcción de una nueva iglesia. Concedida la petición, fue levantado el plano del nuevo templo por Silvestre Tirado, planta ampliada posteriormente por Francisco Díaz. La antigua iglesia comenzó a derribarse el 4 de Julio de 1740 e inmediatamente se comenzó a labrar la nueva, cuyas obras se prolongaron hasta el mes de julio de 1746, respondiendo estilísticamente al barroco sevillano de esos años. El inte­rior de esta iglesia es uno de los más completos de la comarca por el número e interés de reta­blos y esculturas y pinturas que conserva.
     El retablo mayor es barroco, decorado con es­típites, y datable a mediados del siglo XVIII. Fue realizado por el ensamblador sevillano Manuel García de Santiago. Las esculturas actuales son obra del imaginero local Sebastián Santos Rojas, natural de Higuera, salvo la Virgen del Olvido, sobre el camarín central, escultura en madera policromada realizada por Amaro Vázquez hacia 1618.
           En el testero izquierdo del crucero el retablo de la Inmaculada Concepción es de estilo rococó de la segunda mitad del siglo XVIII. Las esculturas que contiene son del mismo siglo, destacan­do la imagen titular, vinculable con el círculo de Pedro Duque Cornejo.
     Sobre la puerta de entrada a la sacristía, se sitúan dos lienzos de la primera mitad del siglo XVIII: uno con el tema de los Desposorios de la Virgen y San José, atribuido a Juan Ruiz Soriano y otro con una Inmaculada, copia de Murillo, atribuida a Alonso Miguel de Tovar, artista natural de esta villa.
     El brazo izquierdo del crucero está ocupado por el retablo de la Virgen del Rosario, donado a mediados del siglo XVIII por Alonso Martín Garzón, y donde, al parecer trabajaron los entalladores Bernardo Francisco, Juan González y Diego Rosales, procedentes todos de la localidad de Llerena. La Virgen del Rosario es una escultura en madera policromada, de mediados del siglo XVIII y vinculable al círculo del imaginero Benito de Hita y Castillo. A la izquierda, apare­ce un Niño Jesús de la segunda mitad del siglo XVII y, a la derecha, una imagen de San Ramón Nonato del citado Sebastián Santos.
     A la izquierda de este retablo, se sitúa una vitrina-armario que contiene una custodia procesional de plata, de estilo neoclásico, realizada en el taller sevillano de Francisco las Torres en el año 1859, según aparece en una inscripción de su peana.
     En el primer pilar de este lado encontramos un púlpito de forja del siglo XVIII con tornavoz de madera dorada y estofada, de la misma época.
     Las tres primeras capillas del lado izquierdo contienen todas retablos del segundo cuarto del siglo XVIII. La primera está dedicada a la Virgen de la Soledad, imagen de candelero del mis­mo siglo; la segunda, la preside el grupo escultórico de la Piedad, realizado por Manuel García de Santiago y policromado por Juan de Ojeda; finalmente, la tercera, dedicada al Santo Ángel de la Guarda, sólo contiene imágenes de serie, salvo una escultura de la Inmaculada del siglo XVIII.
     La Capilla Bautismal contiene una pila de mármol blanco local con una inscripción que la data en 1741.
     Las dos primeras capillas del flanco derecho poseen retablos recompuestos con elementos del siglo XVIII e imágenes modernas realizadas por Sebastián Santos. La tercera, es la dedicada a la Virgen del Carmen, cuyo retablo fue donado por Alonso Martín Garzón a mediados del siglo XVIII, aunque con visibles intervenciones posteriores. La titular es una imagen de candelero, del mismo siglo. En su banco, aparece una pequeña escultura de Santa Bárbara, también de Sebastián Santos.
     En una vitrina en el muro lateral derecho de esta capilla aparece un lienzo de la Pastora realizado por Alonso Miguel de Tovar en el siglo XVIII y un grupo escultórico hispano-filipino, en marfil, de la Sagrada Familia, del mismo siglo. Por toda la nave pueden contemplarse lienzos del siglo XVIII con distintos temas, entre los cuales destacaremos tres atribuidos al pintor murillesco Juan Ruiz Soriano: los de Santa Justa, San­ta Rufina y el del Arcángel San Miguel.
     El brazo derecho del crucero lo ocupa el reta­blo del Sagrado Corazón de Jesús, realizado a mediados del siglo XVIII y con decoración de estípites y cardos. Las imágenes que contiene son modernas, salvo el gran relieve con el tema de la Imposición de la Casulla a San Ildefonso, localizado en el ático, obra del círculo de Pedro Duque Cornejo.
     Completa la decoración de este espacio un lienzo de principios del siglo XVIII que representa el Martirio de San Bartolomé. Ocupa el muro testero del ala derecha del crucero el retablo de San José, estructura barroca de estípites, del segundo tercio del siglo XVIII. De la misma época, son la imagen titular, el San Rafael de la calle lateral y la Virgen de los Reyes del ático.
     En el interior de la Sacristía, se guardan algu­nas obras de platería de indudable interés. La pieza más antigua es un portaviático barroco de finales del siglo XVII. Muy interesante es un relicario de plata para una astilla del Lignum Crucis con la inscripción que la data en 1742 y la vincula a la Hermandad Sacramental. Otras pie­zas conservadas en este ámbito son un Cristo de marfil hispano-filipino; un pequeño lienzo de la Piedad, del siglo XVII, y dos magníficos estandartes: uno de la Virgen del Prado bordado en oro, de estilo rococó, de fines del siglo XVIII y otro de la Divina Pastora, en terciopelo rojo bordado en oro, también del mismo siglo (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La planta del templo responde a una sola nave con capillas entre los contrafuertes. Un ensanchamiento ante el presbiterio funciona visualmente como un crucero, que no sobresale en planta. En la fachada principal o de los pies, se adosa la única torre, que si sobresale en planta. Por la cabecera y en el ángulo Noreste, se adosa la antesacristía y la sacristía, ésta última con planta rectangular y disposición transversal respecto a la nave de la iglesia.
     La fachada principal aparece configurada como un gran muro liso que en su parte central superior prolonga su hastial en forma de semicírculo siguiendo la disposición de la nave central. La lisura de este muro resulta rota, únicamente, por dos elementos: la portada y el óculo circular abocinado que ilumina el coro alto de iglesia. Éste cuenta con una reja y una vidriera que lo protege. La portada centra la fachada y consta de un gran vano adintelado que se cierra con una gran puerta de doble hoja, de madera forrada de chapa metálica, claveteada y pintada. La puerta es flanqueada por sendas pilastras sobre poco pronunciados plintos que sustentan un entablamento dotado de cierta complejidad formal concebida mediante el escalonamiento decreciente y elementos verticales. Remata la composición un frontón triangular coronado por tres remates apiramidados. La portada cuenta con un peldaño monolítico de piedra basáltica en cuya superficie vertical figura incisa la fecha de su elaboración: 1890, y en la horizontal lo que se identifica como marcas de cantero, las iniciales "N.T.Z." en caracteres capitales y un triángulo isósceles con un punto inscrito en cada uno de sus vértices.
     La fachada lateral, constituye un muro liso en el que únicamente destacan la portada secundaria o lateral y la cornisa escalonada que sustenta el vuelo del tejado. La portada es mucho más simple y sencilla que la principal. Se organiza también en torno a un gran hueco adintelado con puertas iguales a las que se encuentran en la fachada principal. El vano se enmarca dentro de un rehundido en el que las esquinas se han suavizado mediante un chaflán en sus tres ángulos. La portada se ha concebido como una gran placa que resalta respecto al plano de fondo y en la que el juego consiste, casi exclusivamente, en recortar su perfil exterior. Mayor movimiento y colorido se advierte en la parte central de la portada, compuesta mediante un frontón semicircular roto realizado con hiladas alternas de ladrillo y el propio paramento ocre de la portada, constituyendo un atractivo efecto bícromo.
     La torre, adosada a la fachada principal en su ángulo suroeste, responde a una planta cuadrada y no se integra en la misma, sino que sobresale para constituir un ángulo de 90º. Justamente por el lado Este de la torre, se le adosa un cuerpo a modo de contrafuerte que alberga en su interior a la escalera. La torre consta de un primer cuerpo, cuya altura se prolonga hasta las cubiertas del edificio. El cuerpo superior o de campanas muestra en cada una de sus cuatro caras un vano de medio punto que alberga las campanas, flanqueado por parejas de pilastras sobre plintos que sustentan un entablamento y una cornisa. El remate aparece constituido por un chapitel hexagonal de azulejos policromos coronado por una cruz de hierro forjado que funciona como pararrayos. Los cuatro ángulos del cuerpo superior se decoran con parejas de remates de cerámica vidriada.
     El espacio interior de la iglesia aparece estructurado como una única nave, que se cubre con falsa bóveda de cañón reforzada por arcos fajones. En cada uno de los tramos que originan se emplazan lunetos ciegos, ya su apertura daría paso al interior del falso techo o tejado, que es único, lo cual contribuye a la escasa iluminación natural de la iglesia, reducida al óculo que se abre en el coro alto. Este se sustenta sobre un gran arco carpanel.
     Al muro lo refuerzan unos poderosos contrafuertes entre los que se abren capillas de escasa profundidad, a las que se accede a través de arcos de medio punto. A los lados exteriores de estos contrafuertes se adosan pilastras de orden dórico, que sustentan una cornisa corrida por todo el perímetro interior del muro. También recorre el muro interior un zócalo de azulejos policromos de aproximadamente un metro y medio de altura.
     Ante el presbiterio el tramo existente se ensancha a modo de crucero. La mayor altura de este espacio permite que los arcos de medio punto de los lados sean mayores. Se cubre con una gran cúpula sobre pechinas dotada en su intradós de unos nervios resaltados, que la subdividen en ocho plementos. La técnica constructiva de esta cúpula es encamonada, pues queda envuelta en el exterior por un cimborrio.
     El presbiterio aparece constituido por un espacio reducido que se encuentra a un nivel algo superior al del resto de la iglesia. Solado con mármol blanco, ostenta una fecha grabada incisa, "Año 1884", que nos indica el momento en el que se efectuó esta intervención. Este espacio se cubre con bóveda de cuarto de esfera.
     En el lado del evangelio del crucero y a través de una puerta de madera se accede a la antesacristía. Éste resulta un espacio en forma de pasillo alargado, que conduce hasta la sacristía. Al fondo de esta estancia se encuentra un vano adintelado inscrito en otro con forma de arco carpanel abocinado. Este vano constituye el acceso a la sacristía, que consiste en una estancia rectangular cubierta con bóveda de cañón reforzada con arcos fajones dobles, que apean sobre parejas de ménsulas, sustento a su vez de la cornisa que recorre el perímetro interior de la estancia.
     Se conservan noticias de un primitivo edificio existente en el siglo XVI que, a comienzos del siglo XVIII, resultaba completamente insuficiente, por lo que se solicitó al Arzobispado de Sevilla en 1735 la construcción de una nueva iglesia.
     Concedida la petición, fue levantado el plano del nuevo templo por Silvestre Tirado, planta ampliada posteriormente por Francisco Díaz. La antigua iglesia comenzó a derribarse el 4 de julio de 1740 e inmediatamente se comenzó a labrar la nueva, cuyas obras se prolongaron hasta el mes de julio de 1746, respondiendo estilísticamente al barroco sevillano de esos años. Durante este periodo de gran actividad constructiva se generalizó un modelo caracterizado por la planta de salón con bóveda de cañón o vaída y cúpula sobre un teórico crucero. El protagonismo de este periodo por maestros albañiles locales se tradujo en una pervivencia de formas barrocas hasta muy avanzado el siglo, lo que se manifestó sobre todo en las portadas y en las torres. Estas últimas se coronaron por chapiteles piramidales de caras rectas recubiertas de azulejos.
     A mediados del siglo XIX, se sabe que la parroquia estaba atendida por un sólo sacerdote de provisión ordinaria.
     Alrededor de la iglesia se hallaba el cementerio parroquial, delimitado por un muro. Hacia finales de siglo debieron de llevarse a cabo una serie de intervenciones de conservación o reformas de carácter menor. Así se puede deducir de la fecha inscrita en la solería de mármol del presbiterio "1884", o la observable en el peldaño de la portada principal, "1890".
     En el siglo XX, los sucesos o hechos históricos más relevantes, que hasta ahora se han documentado, se refieren a la destrucción de parte de su patrimonio mueble. Muchas de las esculturas originales desaparecieron en los sucesos de 1936, y serían sustituidas o rehechas como copias, por el escultor de la localidad Sebastián Santos Rojas, natural de Higuera, en las décadas de los años cuarenta y cincuenta (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Plaza de Toros
     La Plaza de Toros de Higuera de la Sierra, situada junto a la ermita de Nuestra Señora del Prado, se construyó en el año 1888. Es un edificio exento, de fábrica de piedra encalada, con el ruedo circular, en contraposición con el resto de la plaza.
     El graderío, los corrales, chiqueros y desolladeros, se adaptan a la geometría del pueblo, adquiriendo la plaza una forma exterior irregular de gran riqueza urbana. 
     Adosada  al muro exterior de la plaza se encuentra una fuente-abrevadero que da  testimonio de su origen y del origen de la ciudad, una confluencia de cordeles de ganado en la vaguada, donde podían abrevar las reses. La plaza tiene una capacidad para unas 1500 personas. Dispone de seis corrales y de una dependencia para despiezar a los toros. Los materiales constructivos son piedra y ladrillo. Las gradas están encaladas, barreras de color rojo.
     El estado de conservación es excelente, celebrándose corridas en el mes de Mayo (fiesta de Nuestra Señora del Prado), el último domingo de agosto, y el 13 de septiembre. Debido al prestigio que ha adquirido en los últimos años, la Plaza de Toros de Higuera de la Sierra, es una de las preferidas por los toreros para sus faenas.
     Es conjuntamente con la plaza de toros de Aracena y la plaza de toros de Zufre una de las más completas de la Sierra de Aracena.
     Armónicamente integrada en el casco urbano, el redondel higuereño comparte protagonismo en el barrio de Arriba con la Iglesia del Santísimo Cristo del Rosario y uno de los bellísimos lavaderos que existe en la localidad. La primera plaza de toros de Higuera de la Sierra data del siglo XVI y se encontraba unida a la Ermita del Santísimo Cristo del Rosario, con su fachada lateral.
     El crecimiento demográfico que sufrió el municipio consecuencia de la instauración de varias industrias corcheras en la localidad hizo necesario en el año 1887 una ampliación de la plaza de toros existente, al quedar su aforo insuficiente. En su lugar se edificó la actual plaza de toros por una sociedad privada de 21 propietarios en el verano de 1889, que dividieron la propiedad en 30 acciones. Fue terminada en el verano de 1889 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
   
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Más sobre la provincia de Huelva, en ExplicArte Sevilla.

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