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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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jueves, 16 de marzo de 2023

Los principales monumentos (Ayuntamiento; Castillo; Centro Cultural Convento del Vado; Edificios Civiles; Ermita del Cristo de la Guadaña, hoy del Rocío; e Iglesias del Carmen, de San Juan Bautista, y de Santiago) de la localidad de Gibraleón, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Ayuntamiento; Castillo; Centro Cultural Convento del Vado; Edificios Civiles; Ermita del Cristo de la Guadaña, hoy del Rocío; e Iglesias del Carmen, de San Juan Bautista, y de Santiago) de la localidad de Gibraleón, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     Gibraleón se encuentra situado en un enclave privilegiado de la provincia de Huelva, entre la costa y la sierra, entre la campiña y el Andévalo y a tan sólo 14 Km. de Huelva, en la denominada Tierra Llana, a las orillas del Río Odiel.
     Estas tierras disfrutan de mucho sol y ausencia de heladas durante todo el año, con una temperatura media de 18º y esto repercute sobre su agricultura, dedicada a la vid, el olivo, el girasol y los cítricos.
Reseña histórica breve
     El carácter histórico de esta villa determina ahora su fisonomía y sus tradiciones. Su situación en un cabezo a 35 metros de altitud hizo de este lugar un emplazamiento estratégico en épocas romana, árabe y medieval.
     El origen de la localidad data del siglo VI a.C. Fue un importante asentamiento musulmán en los tiempos de Al-Andalus, perteneciendo posteriormente al taifas de Niebla. Reconquistado por Don Alfonso de la Cerda en 1257. Definitivamente arrebatada a los árabes por Castilla, reinada por Alfonso X "El Sabio", en 1282. Siendo la villa dejada como feudo a su hija Beatriz. Posteriormente el pueblo fue escenario también de las disputas entre los Medinaceli y los Guzmanes. El pueblo se convirtió en Marquesado, título que fue otorgado a Don Alfonso de Zúñiga (Duque de Béjar), durante el reinado de Carlos V. Junto a la localidad de Niebla es una de las más antiguas de la provincia onubense.
     En el siglo III d.C su nombre era Olintigi, de ahí que sus actuales 13.000 habitantes se denominen Olonteses, y disponía de una calzada romana que procedía de la ciudad de Itálica.
     En época musulmana recibió el nombre de Yabal Aluyun, y se la conoce con su nombre actual desde que, después de la conquista, Alfonso X El Sabio le concediera el señorío de Gibraleón a su nieto Alfonso de la Cerda.
     En 1323 Juan de la Cerda concedió a la Villa una Feria de Ganado que ha ido celebrándose hasta nuestros días en el mes de Octubre, la actual Feria de San Lucas.
     El emperador Carlos V otorgó el Marquesado de Gibraleón al Duque de Béjar, mecenas de Miguel de Cervantes, al que dedicó su obra "el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", donde hay una mención a estas tierras.
Patrimonio cultural y artístico
     Cristo del Cementerio, de madera policromada, de estilo gótico y datado hacia el siglo XIII. Recibe este nombre por estar vinculado al cementerio de la Villa. Actualmente está restaurado y custodiado en el edificio del Ayuntamiento de Gibraleón.
     Alcázar (Castillo), de construcción musulmana, la primera posible referencia del alcázar de Gibraleón procede del Geógrafo musulmán Al-Idrisi (1.100-1165), quien describe a Gibraleón como lugar fortificado. Lo más probable es que su construcción sea de mediados del siglo XI, en el que la disgregación política del califato de Córdoba parece aconsejar su levantamiento.   
     Después de la reconquista cristiana Alfonso X el Sabio se preocupó del mantenimiento del Alcázar dado su situación estratégica, cuando en 1.267 se hace cesión del montazgo que se cobrase sobre todo el ganado que anduviese por el término, para sostener las obras de construcción y reparación de la muralla y torres (A.H.N. Osuna, carpeta 53, número 20).
     Su historia está vinculada a la de Gibraleón, pues aparte de fortaleza, fue residencia señorial, refugio de nobles perseguidos por la autoridad real (Juan de la Cerda “El mozo”), motivo de disputa de los principales linajes andaluces (Pérez de Guzmán contra Medinaceli), cuarteles de ejército..., terminando sus funciones militares y palaciegas entre 1.753 y 1.808.
     Su estado actual es de lamentable deterioro, sólo conservándose lienzos de muralla, presentando torres prismáticas de tapial en deficiente estado de conservación a los que se ha despojado de los elementos de refuerzo en las esquinas. Su superficie es de 3.400 m2.
     Iglesia del Carmen, antiguamente fue Capilla del Convento de Ntra. Sra. del Carmen de la Orden Carmelitas Calzados de Gibraleón, siendo el primer Convento de dicha Orden fundado en España. Fue fundada en 1.331, siendo su estilo gótico-mudéjar. 420 m2 de superficie.
     Parroquia de Santiago el Mayor, las primeras referencias documentales de esta Iglesias datan de 1.380, cuando era centro de reunión del Concejo de Gibraleón. Su tipología arquitectónica es renacentista. 1.350 m2 de superficie.
     Convento Madre de Dios del Vado, según reza la inscripción del mural que se encuentra en la Iglesia del Convento de Madre de dios del Vado, éste fue fundado en 1.587 por D. Francisco de Zúñiga y Sotomayor y su mujer Dª. María Coronel de Guzmán, Duque de Béjar y Marqueses de Gibraleón. Posiblemente tal construcción aprovecharía una edificación anterior: la Iglesia, Hospital y Cofradía de Nuestra Señora del Vado, que pasaría a formar parte del Convento. La entrada de las monjas en el Monasterio fue motivo de importantes fiestas que D. Francisco de Zúñiga ordenó celebrar al Concejo de Gibraleón, y más cuando dos de sus hijas entraron como monjas en dicho Monasterio con los nombre de María de la Visitación y Juana de la Cruz.
     El Convento contó con un rico patrimonio artístico-religioso entre el que se encontraba el retablo del altar mayor de la Iglesia, con imágenes de Santo Domingo, Santa Catalina y Santo Tomás de Aquino. Otro altar tenía las de San Antón, Santa Dorotea y Santa Margarita. Asimismo tenía una custodia que fue vendida al Cabildo Catedrático de la Catedral de Sevilla en 1.756, para sufragar los gastos de reparación de los daños ocasionados por el terremoto de Lisboa en 1.755.
      La ruina del Convento fue ocasionada durante la Guerra Civil del 36, reduciendo al edificio al estado de lamentable conservación que podemos observar hoy en día. A pesar de estas circunstancias, todavía se puede apreciar la factura del edificio, su interesante artesonado de madera en el techo, de tradición mudéjar y en la puerta de la parroquia de Nuestra Señora del Rocío de Huelva, el frontón y columnas de ornamentación barroca procedentes del Convento, que sirven de muestra del anterior esplendor del edificio. Su superficie es de 1.700 m2. Actualmente se está reformando.
     Archivo Municipal, con una colección documental y de pergaminos que datan de 1265.
Fiestas y tradiciones
     FEBRERO - CARNAVALES Se celebran durante el mes de febrero, con su tradicional Pasacalles y entierro del Melón.
     MARZO - SEMANA SANTA.  Son cinco las cofradías que hacen penitencia en esta semana, cuyas sedes religiosas en las distintas Iglesias de la Localidad: Hermandad del Cristo Joven de la Borriquita y María Santísima de Nazaret (fundada en 1994). Santísimo Cristo de la Misericordia atado a la Columna y María Santísima de Sión. Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores (fundada en 1927), Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre y María Santísima de la Soledad, alcalde Honorario Perpetuo de Gibraleón (1993) y la Hermandad del Santo Entierro, Cristo de la Buena Muerte y Ntra. Sra. De los Dolores (fundada en 1777). También se celebra el Pregón de Semana Santa, presentación del cartel y la Pasión Viva de Cristo.
     MAYO - SAN ISIDRO LABRADOR, se celebra en el mes de Mayo desde el siglo XVII-XVIII. Cuenta con dos fases, en la primera el Santo es llevado a hombros por las calles de Gibraleón en las ya tradicionales Tiradas. En una segunda fase, el santo es trasladado por bueyes a su Ermita en el campo, y se celebra una romería en su honor. El Santo es llevado nuevamente a la localidad y paseado por ella, donde los habitantes le tiran todo tipo de alimentos y artículos, como señal de la buena cosecha obtenida (tradición del siglo XVIII).
     AGOSTO - SAN ROQUE, se celebra en la segunda quincena de Agosto desde antes de 1.313, coincidiendo con el CERTAMEN NACIONAL DE PINTURA, que se celebra desde mediados de este siglo. Con numerosos participantes y cada año el Ayuntamiento adquiere varias obras para su ya extensa pinacoteca que puede contemplarse en las distintas dependencias de la Casa Consistorial.
     OCTUBRE - FERIA DE SAN LUCAS, una de las más antiguas de Andalucía, celebrada desde 1323, caracterizada por la importancia de las transacciones de ganado y productos artesanales. Es la segunda Feria en antigüedad de Andalucía y fue la segunda en importancia de España. Actualmente esta feria engloba:  La Feria Regional de Artesanía, la Feria Agroalimentaria, el Salón de la Moda Flamenca y el recinto Ganadero En 2008 se instaura, por primera vez, el Paseo a Caballo.
     GIBRALEÓN ROCIERO. En el año 1935 ya se desplazaban bastantes carros de Gibraleón hasta el Rocío sin organización alguna, ni representación religiosa. La Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Gibraleón se encuentra establecida en la Plaza de Calvo Sotelo en la Ermita del Cristo de la Guadaña, del siglo XVIII. Al margen de la conservación y limpieza de los enseres de la Hermandad así como de la conservación de la Ermita del Cristo de la Guadaña, la Hermandad está ocupándose de la terminación de la carroza del Simpecado, así como la construcción de la nueva casa de la Hermandad de la aldea. Celebra anualmente un triduo solemne, en los días cercanos a la Romería, y la Misa de Romeros que precede a la salida de la Hermandad. Participan en los actos religiosos de la Aldea, donde también celebra su Misa anual; además la Misa de difuntos anual y acude con el Simpecado a la procesión del Corpus.
     TURISMO, el principal exponente de este tipo de turismo que existe en esta localidad es la vía verde litoral que se encuentra entre las poblaciones de Gibraleón y Ayamonte, y que recorre lo que era la línea férrea entre estas dos localidades, pasando por Cartaya, Lepe e Isla Cristina; Esta vía tiene aproximadamente unos 49 KMS.
     Costumbres: Gibraleón al ser una villa añeja es de unas costumbres muy arraigadas.  Aún existen tabernas o bodegas (zampuzos, en el argot popular) donde mismo se realiza la labor de pisar uvas y donde se vende el preciado caldo, en donde sólo hay aceitunas de propia cosecha o altramuces. Lo tradicional es llevar carnes y pescados para prepararlos en las chimeneas de que disponen allí.
     En Diciembre se celebra la Fiesta del Aceite del Mosto y la Tostá. Es tierra donde hay muchos aficionados al caballo y muy buenos jinetes.
Recursos económicos y sociales
     Estas tierras disfrutan de mucho sol y ausencia de heladas durante todo el año, con una temperatura media de 18º y esto repercute sobre su agricultura, dedicada a la vid, el olivo, el girasol y los cítricos. Fundamentalmente agrícola, Gibraleón es conocido en toda España por sus excelencias en los mostos y en su aceite virgen extra.
Gastronomía
Cada una de las tabernas personaliza su mosto por lo que el paladar se deleita en cada una de ellas con sabores nuevos. Su aceite, realizado y comercializado por la Cooperativa Nuestra Señora de la Oliva ostenta dos menciones como Mejor Aceite de España. También son conocidos sus históricos mazapanes realizados por las monjas que habitaron el Convento del Vado y cuya receta centenaria se mantiene intacta (Diputación Provincial de Huelva).
      La ciudad de Gibraleón, cabeza del antiguo marquesado de su nombre, se encuentra situada a 14,2 Km. de la capital, a 26 m. de altitud, en la margen izquierda del río Odiel, con 11.123 habitantes. La agricultura se reparte entre los cultivos de cereal y los de naranjos y olivos. La proximidad de la capital también favorece el comercio.
     Rodrigo Caro había recogido la tradición popular sobre la etimología de Gibraleón, que se decía significar Monte del León. La versión, sin embargo, más aceptada es la que afirma que procede de las voces árabes Gebal-Oyun, es decir, Monte de las Fuentes.
     A lo largo del siglo XIV, fue alternativamente villa de realengo y villa señorial, hasta que en 1401 Gibraleón quedó consolidada como señorío, en poder de las herederas de Alvar Pérez de Guzmán. Di­versas transformaciones van a sucederse en la configuración y consolidación del señorío, hasta comienzos del s. XVI. Por una complicada red de alianzas matrimoniales, se constituye, en tiempos de Carlos V, el marquesado de Gibraleón, otorgado a don Alonso de Zúñiga, hijo primogénito del Duque de Béjar.
     Al marquesado pertenecieron las villas y lugares de Cartaya, Sanlúcar de Guadiana, San Miguel de Arca de Buey, El Granado, Villanueva de los Castillejos, y el Rincón de San Antón (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Ayuntamiento
     El Ayuntamiento fue edificado en 1965. En su interior puede contemplarse la colección pictórica reunida a lo largo de más de cuarenta años del Certamen Nacional de Pinturas. En una ha­bitación acristalada, se expone el Cristo del Cementerio, obra gótica de fines del XIV, posiblemente el que se veneraba en su ermita con el título de Cristo de San Agustín. De la cripta que la Hermandad Sacramental de Santiago poseía en el Cementerio Parroquial, en 1879, pasó a la capilla del Cementerio municipal. El Redentor pende, sujeto por tres clavos, de una cruz arbórea, de sección cuadrada, tallada con hendiduras en forma de espigas. La gruesa corona de espinas ha sido tallada en el bloque de la cabeza, en forma de sogueado. Común al gusto del Trecento es el gran cinctus, que, en plegamientos quebrados y menudos, cubre desde la cadera hasta las rodillas. El cuerpo muerto, de anatomía simplificada, cuelga pesadamente, curvándose en las caderas y rodillas. Resulta conmovedora la cabeza, pequeña, reclinada hacia la derecha, y el rostro compungido, con rasgos faciales muy agudos y aristados. La expresión de dolor ha quedado marcada en el rictus del entrecejo, párpados caídos y boca entreabierta. Fue restaurado por Peláez del Espino, en Sevilla, en 1981 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Castillo
     El castillo de Gibraleón se remonta a la época almohade del siglo XI. A lo largo de los siglos fue testigo de las luchas entre musulmanes y cristianos, y entre las familias de los Medinaceli y los Guzmán. El castillo se construyó con una finalidad defensiva, por su posición de encrucijada de caminos.
     El recinto es de planta cuadrangular, siendo lo más destacado sus cuatro torres. La de ma­yor tamaño, de forma cuadrangular y construida en tapial, se encuentra situada al sur controlaba la puerta de acceso, hoy desaparecida. Otra de las torres mira hacia el río Odiel y está hecha en tapial con sillarejo y ladrillo. Los muros están realizados en tapial recubierto con sillarejo. Los materiales presentes en la construcción denotan las diversas épocas de su construcción y mantenimiento: sillares romanos, tapial almohade, y sillarejo, propio de la época cristiana. Hacia 1787, el Duque de Béjar construyó en su interior un suntuoso palacio, para sus estancias en la villa (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La Zona Arqueológica del Castillo y Murallas de Gibraleón está conformada por un recinto amurallado de planta trapezoidal de algo menos de 5 hectáreas de extensión, que se asienta sobre un pequeño cabezo de tierras rojizas y origen marino fluvial. Se sitúa en la margen izquierda del río Odiel y ocupa una estratégica posición para la vigilancia del vado y la marisma que se forma a sus pies. Menos protegida quedaría la campiña que se tiene a sus espaldas, hacia el Este, sector para cuya defensa se debió contar con alguna otra fortaleza de apoyo, tal vez la citada por Madoz y Amador de los Ríos en el sector oriental del pueblo.
     La Zona Arqueológica se compone de al menos tres partes claramente diferenciables: la muralla exterior, que delimita todo el perímetro del recinto; el sector del Palacio de los Duques de Béjar, situado en la zona más llana y alta del yacimiento, al interior del perímetro amurallado; y la zona oeste, intramuros, donde el terreno desciende progresivamente de cota.
     De la muralla exterior quedan estructuras visibles en el sector norte, donde permanecen en pie dos torres cuadradas y varios lienzos; es éste el tramo mejor conservado. También permanece en alzado un lienzo en el sector Oeste, visible entre un grupo de viviendas adosadas a la fortaleza, y restos de una torre cuadrada en el sector Sur, a espaldas de la torre mejor conservada del Palacio. Todos estos restos revelan el empleo masivo de tapial, tan sólo combinado con sillares de piedra y ladrillos en hiladas alternas en los lienzos del sector Norte.
     El resto de la cerca exterior, o ha desaparecido, o bien ha perdido parte de su anchura y está actualmente transformada en tapia en diversos sectores, como por ejemplo, el occidental y el Noreste. Los lados Este y Sur están ocupados por viviendas que se adosan a la muralla, la cual puede haber desaparecido en algunos tramos.
     Del Palacio de los Duques de Béjar, situado en el sector más elevado del recinto, en el centro de éste, apenas se han conservado restos de alzado. Pertenece a este conjunto la torre cuadrada situada en el sector Sur, de planta cuadrada y muros de tapial, a la que se adosa una edificación moderna. El lado Norte del palacio parece haber coincidido con la muralla exterior por este sector, ya que se ven restos semienterrados de un muro que enlazaría con la torre Noreste.
     Al mismo edificio palaciego ha de pertenecer el lienzo de muralla existente en el sector Noreste, y que forma esquina hacia el Sur. Se trata de un lienzo de tapial que debía enlazar con los restos muy destruidos de otra torre cuadrangular -también de tapial- que se localiza hacia el centro del recinto, y que resulta visible por coincidir con el inicio de un descenso progresivo de la cota del interior del recinto hacia el Oeste.
     Este lienzo y la torre debieron formar parte del palacio, no de la cerca exterior, que debe haber desaparecido, pero que probablemente enlazaría con la punta del trapecio existente hacia el Oeste; por tanto el triángulo que describe en la actualidad la planta del recinto no debió existir originalmente, aunque sería necesario realizar sondeos para comprobar esta hipótesis y poder delimitar con exactitud el límite Noreste de la cerca primitiva.
     Otros muros pertenecientes al palacio fueron descubiertos y vueltos a tapar en el transcurso de las excavaciones de urgencia efectuadas en 1985.
     Por lo que respecta a la zona Oeste, intramuros del recinto amurallado, sabemos de la existencia de diversas estructuras pertenecientes a casas islámicas aparecidas en las excavaciones de 1985. En este sector se realizó previamente una prospección geofísica que dio resultados positivos. Los trabajos arqueológicos demostraron la existencia de un intrincado entramado urbano al que pertenecían diversos muros, por lo general de mala factura, una fuente con enfoscado roja y paredes de grandes sillares de caliza, pavimentos de cal, atarjeas, y un horno de cerámica. A pesar de la fuerte pendiente del terreno en este sector, todo él estuvo ocupado en época islámica. Actualmente es un erial.
     La zona oriental del interior de la fortaleza está ocupada por construcciones modernas, algunas en estado ruinoso.
     El Castillo de Gibraleón forma parte del importante patrimonio arquitectónico defensivo de la provincia de Huelva siendo un castillo de interior, ubicado en la margen izquierda del río Odiel, en el extremo norte del casco urbano de Gibraleón. Su papel por su situación estratégica, fue fundamentalmente el de custodiar el camino entre Sevilla y Lisboa por tierra, así como el paso del río Odiel, anteriormente navegable. El recinto que conforma es una estructura de origen islámico, reutilizada en época bajo medieval y reformada en la Edad Moderna, con poblamiento asociado desde sus orígenes. La importancia de la fortaleza reside en su valor histórico, ya que contiene registros fundamentales para conocer el origen y la evolución de la villa y en su valor simbólico, pues forma parte del imaginario colectivo.
     La documentación referente al Castillo y murallas de Gibraleón es muy escasa y fragmentaria hasta el momento y adolece de lagunas cronológicas y temáticas.
     Las primeras referencias escritas datan del siglo IX, cuando se tiene constancia de las victorias del ejército cordobés en tierras de Niebla, a cuya cora pertenecería Gibraleón. Según A. González Gómez este suceso está relacionado con la revuelta protagonizada por Ibn Ofair en favor de los mozárabes de Gibraleón en el año 889.
     La siguiente referencia documental la proporciona el geógrafo Idrisi, quien describe a la antigua Yabal-al-ayum como lugar fortifcado junto al rio Qanatir. Es posible que sea entonces cuando se erige la fortaleza de Gibraleón, si se tiene en cuenta que por entonces los almohades implantaron un impuesto destinado a la reparación y construcción de fortalezas de todas las ciudades importantes de Al-Andalus.
     Tras la conquista cristiana, las referencias son más numerosas. La fortaleza adquiere entonces un carácter señorial tras la donación que hace Alfonso X a su hija Beatriz en 1283. A partir de entonces y durante los siglos XIV y XV, el castillo se convertirá en centro de las disputas entre las poderosas familias de los Cerda, primeros señores de Gibraleón (emparentados con el monarca), los Pérez de Guzmán, y los Zúñiga.
     A partir del sigo XVI la documentación es más abundante y hace referencia a diversas remodelaciones en el castillo.
     Sabemos que éste tenía por entonces una doble cerca que separaría la villa de su término y que el castillo poseía una cava y varia torres, una de ellas, la del Homenaje, situada junto a la cerca que rodeaba el castillo. Durante los últimos años de este siglo se resanaron los muros de la cerca con una obra de cal, mampuestos y ladrillo, que quizás corresponda con los lienzos de muro conservados en el lado Norte.
     A fines del siglo XVII se realiza un proyecto de reconstrucción que auspician el Duque de Medinaceli y Luis de Coen y Campos, con fecha de 1667, dentro de un estudio más amplio sobre el estudio de abandono de los castillos de la frontera con Portugal que le había encargado el rey.
     En el siglo XVIII el castillo debía estar arruinado, pues en 1753 el Concejo Municipal aprueba el alquiler de una casa para alojar a la plana mayor del Regimiento de Milicias de Niebla. La propia Marquesa alquilaría casa en lo sucesivo a sus visitas a Gibraleón. Después de esto, no se conocen más referencias documentales acerca del castillo.
     Las excavaciones de urgencia efectuadas por Juana Bedia y María Jesús Carrasco en 1985 en el sector occidental del recinto, proporcionaron una datación para el conjunto habitacional descubierto de los siglos XI al XIV (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Centro Cultural Convento del Vado
     Hubo en Gibraleón dos conventos de la Orden de Santo Domingo. El de Nuestra Señora del Subsidio o del Socorro, de PP. Dominicos, fue fundado en el año 1531. El Convento de MM. Dominicas de Ntra. Sra. del Vado fue fundado por Francisco Zúñiga y Sotomayor, conde de Belalcázar, marqués de Gibraleón, y luego duque de Béjar, que fue hermano del marqués de Ayamonte y de la duquesa de Arcos, y por su esposa, doña María de Guzmán, hermana del duque de Medina Sidonia. La fundación fue aprobada por el General de la Orden, Fr. Sixto Fabio de Luca, estando en Lisboa, el 20 de diciembre de 1587. El testamento del fundador fue otorga­do en Madrid, el 3 de mayo de 1601, tres días antes de su muerte. Por decreto del Arzobispo de Sevilla, de 19 de octubre de 1936, el convento fue extinguido, y la comunidad fue agregada al convento del Espíritu Santo de Jerez de la Frontera.
     El 24 de junio de 1996, el Obispado cedió al Ayuntamiento el uso del edificio, para fines culturales. En agosto del mismo año fue inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía. De marzo de 1998 a junio de 1999 fue restaurado por el Ayuntamiento, bajo la dirección técnica de José Ramón Gómez Cueli y Luis Mittenhof.
     El cuerpo de la iglesia y el coro son las únicas partes del edificio que se han conservado. Presenta planta rectangular, dividida en tres partes: coro alto y bajo a los pies, la nave única, cubierta con armadura de madera, y, tras el arco toral, cabecera de planta cuadrada, cubierta con bóveda semiesférica sobre pechinas. Al exterior, la volumetría refleja la estructura orgánica del templo, la cubierta a dos aguas de teja árabe, y cabecera a cuatro aguas, a mayor altura. Sobre el muro del evangelio se elevan dos espadañas, contiguas: una más pequeña, de un solo vano de medio punto y frontón triangular; y otra mayor, de dos cuerpos, el superior ciego, rematado en frontón triangular y el inferior de esquema palladiano; ambos cuerpos adornados con rectángulos de cerámica. Las dos portadas están formadas por vanos rectangulares enmarcados por pilastras toscanas, entablamento de triglifos y frontón triangular.
     Ángel Luis Candelas distingue entre la arma­dura de madera del coro y la del cuerpo de la iglesia. El coro tenía armadura de par y nudillo con limas moamares, con almizate de lazo de ocho en el centro, con piñas de mocárabes. La nave decora su almizate con lazo semiataujerado, dividido en siete sectores: dos cuadriculados en los extremos; los cinco restantes alternan tres zonas de dibujos serlianos con dos cruciformes. Los tirantes son dobles, y apean sobre mensulones lobulados.
     La cúpula, iluminada por cuatro ojos de buey, se decora en su clave con el escudo dominicano sobre cartela manierista, y corona del marquesado. La superficie de la semiesfera queda com­partida por radios y coronas circulares, en cuyas intersecciones se introducen rombos y círculos con cabezas de querubines. Las pechinas están ornamentadas con cartelas. A ambos lados se sitúan los arcosolios rehundidos, donde se ubicaban los monumentos sepulcrales de los fundadores, cuyas piezas fueron dispersadas. El arco triunfal ostenta el escudo de la casa de Béjar y Gibraleón.
     Carece actualmente de bienes muebles. No obstante, es digna de mencionar la custodia chica de la Catedral de Sevilla, conocida como «de la Santa Espina», que fue adquirida a este convento el 22 de febrero de 1756. Cuando las religiosas dominicas marcharon a Jerez, se llevaron consigo un San ]osé, un Niño Jesús y varios relicarios, de su propiedad (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     El templo responde al esquema habitual de las iglesias conventuales sevillanas de finales del siglo XVI y principios del XVII: Planta rectangular con una sola nave, presbiterio y coro a los pies.
     La capilla mayor es el elemento de mayor importancia; separada del resto de la nave por un arco triunfal de medio punto se encuentra cubierta por una bóveda semiesférica apoyada sobre pechinas ornamentada con yeserías.
     Por su parte, la nave del templo utiliza en su cubierta una interesante armadura mudéjar.
     En el interior de la iglesia destaca el atractivo cancel de madera que separa la citada nave del coro.
     En el exterior del edificio, y más concretamente en el muro de la Epístola, se encuentra la única portada existente en la actualidad. Presenta vano adintelado flanqueado por pilastras toscanas, y sobre ellas un entablamento con frontón triangular.
     Sobre el muro del lado del Evangelio se levantan dos espadañas, compuestos por vano de medio punto entre pilastras y frontón triangular.
     El templo, es el único resto que se conserva del primitivo inmueble fundado por los Duques de Béjar, en 1587.
     El convento, que en origen estuvo ocupado por la Orden de Santo Domingo, ha sido uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de la población, no sólo por su trascendencia histórica, sino por el interés artístico del mismo (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Edificios civiles
     Frente a la parroquial de San Juan se encuentra la portada del antiguo hospital, trabajada en ladrillo limpio, de planta trapezoidal, arco levemente apuntado y enmarcado en alfiz, y coronamiento liso (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Ermita del Cristo de la Guadaña, hoy del Rocío
     La ermita del Cristo de la Guadaña se alza en la plaza principal de la población, ahora dedicada a Ntra. Sra. del Rocío. En su portada puede verse un retablito de azulejos, en el que se representa la imagen del Cristo, que gozaba de gran devoción en la ciudad. Según la tradición, la pintura apareció en la pared de la Carnicería de la villa. Para ella edificó una capilla el presbítero José Vicente Pizarra y Acorzo, en 1765, según consta en un grabado de la efigie, firmado por José Braulio Amat, en 1804. El Cristo Crucificado podría ser una obra del primer tercio del siglo XVI. La ermita, fechada en 1765, es de re­ducidas dimensiones. Tiene un sola nave y crucero poco profundo, y se cubre con bóveda de cañón y cúpula sobre pechinas. Se accede por un pequeño atrio, cubierto de azotea, y cerrado por una reja de medio punto. En el lado de la epístola se levanta la espadaña, de un solo vano y frontón partido. Por el lado de la calle Sacatapón se aprecian los remates que señalan los tramos interiores, y el que corona la cúpula.
     El simpecado de la Virgen del Rocío es de terciopelo rojo, cubierto de aplicaciones de plata repujada (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Iglesia del Carmen
     El convento de Nuestra Señora del Carmen, de PP. Carmelitas, fue fundado por don Alfonso de la Cerda, en 1331. El templo aún conserva la portada de ladrillo limpio, de sección trapezoidal, arcos apuntados, escalonados y enmarcados por alfiz, y coronamiento liso. Tiene una sola nave, de traza neoclásica, cubierta por bóveda de cañón con lunetos, subdividida en cuatro tramos por arcos fajones, que descansan en pilastras. La cornisa y el entablamento, lisos, marcan la línea de perspectiva. Los muros alivian su peso por medio de arcos formeros rehundidos, que marcan el ritmo procesional hacia el presbiterio, y cuyas impostas refuerzan las líneas de fuga. En las claves campean sendos pinjantes. La capilla mayor se cubre con bóveda  semiesférica,  subdividida en ocho cascos por otras tantas lesenas radiales. Se ilumina por cuatro ventanas cuadrilobuladas. Preside el presbiterio un Crucificado, venerado con el título de Cristo de la Sangre, escultura en madera policromada, obra de An­tonio Castillo Lastrucci, Sevilla, 1943, quien secunda el modelo que hizo para el Cristo de la Buena Muerte, de la Hermandad de la Hiniesta, de Sevilla en 1938. Ha sido restaurado en 1998 por Juan Manuel Miñarro López y Manuel Mazuecos García. La Virgen de la Soledad es obra de Antonio León Ortega, de 1949.
     En la portada de la iglesia del Carmen pue­de verse un retablito de azulejos sevillanos, con una reproducción, al parecer bastante fiel, de la desaparecida imagen del primitivo Cristo de la Sangre. Como muestra de la gran devoción que despierta en la población, el Cristo de la Sangre fue nombrado Alcalde Honorario Perpetuo de Gibraleón, el 4 de abril de 1993, como consta en un azulejo existente en las Casas Capitulares (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Es una iglesia de una sola nave con falsa bóveda de yeso y cubierta de madera a dos aguas, con cúpula en el presbiterio.
     La decoración interior es sencilla y neoclásica, sin retablos (el altar empapelado, zócalo de pintura al óleo imitando mármol y escalinata de mármol con barandilla de aluminio).
     Posee una portada de interés, de traza mudéjar, de ladrillo visto (pintada) con arco apuntado tardo-gótico, que puede fecharse hacia 1.500.
     Antigua capilla del convento de carmelitas calzadas, primero de dicha orden en España. Fundada en 1.331 por D. Alfonso de la Cerda y Dña. Mafalda nieta de San Luis, Rey de Francia. Muy transformado (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia parroquial de San Juan Bautista
     No pocas disputas se produjeron a lo largo de los siglos sobre la precedencia y mayor antigüedad entre las parroquias de San Juan y de Santiago. En el siglo XIV, San Juan figura como ca­becera de Vicaría.
     Hoy presenta una imagen que no se corresponde con la que tuvo originalmente, pues consta que las tres naves tenían cubierta de madera. Sin embargo, las necesidades propias del edificio motivaron la construcción de una nueva cubierta abovedada, y la consiguiente decoración según los postulados neoclásicos. Entre 1803 y 1807 se dice que la iglesia está en obras por su reedificación. Madoz, en 1847, anota que la parroquial de San Juan cuenta con tres naves y un buen orden de arquitectura; y Amador de los Ríos, en 1891, afirma que dicha iglesia es moderna, aun­que de buen gusto.
     La fábrica delata dos etapas constructivas bien definidas. La capilla mayor, de estilo gótico-mudéjar, con cabecera facetada, podría corresponder a la segunda mitad del siglo XIV, como las parroquias sevillanas de Omnium Sanctorum, San Andrés y San Esteban. En cambio, el buque del templo responde al gusto estético del barroco purista, de fines del siglo XVIII y principios del XIX.
     De sus tres naves, la central es más ancha y alta que las laterales. Se cubre con bóveda de cañón articulada en cuatro tramos por sus correspondientes arcos fajones. En cada tramo se dispone una pareja de lunetos que cobijan sendos ventanales con marco de placa y orejeras en las esquinas. Las arquerías divisorias de naves presentan cuatro arcos de medio punto, con rosca moldurada, sobre pilares cruciformes, con impostas por cada flanco. El orden de la pilastra dórico­ toscana se completa con el arquitrabe triglifo y cornisa. La cabecera de la nave central, muy profunda, de planta poligonal, se cubre con bó­vedas de crucería, que dividen el espacio en tres tramos y terminan en ábside facetado de cinco lados. Los nervios arrancan de sendas ménsulas, a la altura de la imposta, y, en su cruce, quedan enlazados por un espinazo longitudinal. Al exterior, a cada división le corresponde un contrafuerte. Las naves laterales, también con cuatro tramos y acabadas en testero plano, se cubre con bóvedas de aristas, separadas por arcos fajones que apean sobre pilastras adosadas al pilar y al paramento opuesto.
     Las tres capillas laterales del templo abren a la nave de la epístola. A los pies está situada la capilla bautismal, de planta rectangular, cubier­ta con bóveda de cañón con imposta, edificada hacia 1749, en que el maestro mayor de fábricas del Arzobispado, Francisco Muñoz, confirma la necesidad de construir la capilla bautismal, por estar la pila en medio de la nave de la epístola. La capilla central, de mayor tamaño, está habilitada como Sagrario: es de planta cuadrada, con ángulos achaflanados y bóveda semiesférica perforada por linterna barroca. La bóveda descarga sobre pechinas, decorada con las figuras de los cuatro Evangelistas. Fue construida en 1832, a imitación de la Sacramental contigua, según me­moria de Manuel de la Cuesta Rodríguez, maes­tro de obras de Villanueva de los Castillejos, y de Antonio Díaz, maestro mayor del Arzobispado de Sevilla. La tercera capilla está dedicada a Jesús Nazareno: abre a la nave de la epístola, como las anteriores, con arco de medio punto; sobre ella voltea una bóveda rebajada sobre pechinas.
     La sacristía, de planta rectangular está construida a la izquierda de la capilla mayor. Se cubre con bóveda de cañón. Actualmente, la estancia está dividida en dos plantas. En la superior perduran restos de pinjantes que facilitan la datación de la estancia a fines del XVIII. 
   Al exterior, queda insinuada la distribución interior desde la fachada principal, situada a los pies del edificio. La portada presenta dos pilas­tras dobladas que flanquean una puerta adintelada. Sobre ellas, una hornacina enmarcada por pilastras y entablamento, y un frontón partido, que enlaza con el óculo superior. Preside el imafronte una buhardilla idéntica a las dos coloca­das en el centro de los laterales de la nave principal. La portada de la nave del evangelio es más rica: presenta un arco de medio punto delimi­tado por columnas dórico-toscanas sobre altos y facetados pedestales, y coronado por un frontón triangular, en cuyo interior campea un escudo heráldico con la cruz de San Juan, timbrado con corona de marqués.
     La torre se alza en la cabecera del templo, adosada a otra mudéjar que conducía a las bó­vedas de la capilla mayor. Se compone, de caña, cuerpo de campanas y chapitel, y se ordenó levantar en el año 1749, en cuya obra intervino Andrés de Silva. La cabecera, en cambio, muestra la sobriedad de sus contrafuertes de época medieval.
     Los sacrílegos destrozos de 1936 supusieron la pérdida de la casi totalidad de obras de arte, que tuvieron que reponerse con imaginería de serie, que no nos detenemos en reseñar.
     A los pies de la nave del evangelio se halla la lauda sepulcral de Pedro Pizarra Pedraza y de su mujer, Ana María de Acorsso y Doria, año 1691.
      Sobre la inscripción, y en relieve, la heráldica de la familia.
     Bajo las bóvedas de crucería del presbiterio, un templete de columnas pareadas realza la ima­gen de la Inmaculada, obra de la casa Senent, de Madrid, realizada en 1944, que reproduce la imagen original, destruida en 1936, y que se atribuía a Hita del Castillo. En los laterales, un lienzo de San Rafael, de factura popular, del siglo XIX, y otro de la Soledad entre dos angelitos llorosos, del XIX.
     Sobre el pavimento de la nave central, en el tramo de los pies, próximo al lado de la epístola, hallamos una lauda sepulcral de mármol blanco, de Antonio de Illescas (+ 1546) y del Comendador Diego de Illescas, su hermano (+ l523). En la misma nave, pero cercana a la nave del evangelio, vemos otra lauda sepulcral decorada con la cruz de Santo Domingo entre una espada y una palma, que corresponde a Juan Bautista Barsano, Comisario del Santo Oficio y devoto de la Virgen de Belén (+ 1604) y a su hermano, Francisco Muñoz Gallardo.
     La capilla del Nazareno está presidida por su titular, imagen tallada por  Francisco Joaquín Moreno Daza, escultor, en 1951. La imagen de la Virgen del Mayor Dolor, de candelero para vestir fue compuesta por Gómez del Castillo, en 1940, con la cabeza de la imagen de Ntra. Sra. del Vado, titular del convento de MM. Dominicas, modificando la expresión y labrando nuevas manos y candelero.
     La capilla del Sagrado Corazón, también cuadrangular con media  naranja, tiene un retablo en madera dorada. Sobre el tabernáculo se sitúa una imagen del Corazón de Jesús, de serie. En un edículo escenográfico se veneran el Cristo de la Misericordia, atado a la columna, obra de Alberto Germán Franco de 2001, y la Virgen María Madre de Sión y San Juan Evangelista, ambas de Zamudio Barroso, de 2000.
     La tercera capilla es la bautismal, rectangular, con bóveda de cañón y cancela de madera. En el centro, una interesante pila bautismal, medieval, de gran tamaño, cilíndrica, trabajada en piedra, con decoración en relieve de escudos con herraduras, medias lunas, flores de lis, castillos. La parte superior aparece fajada por una pletina de hierro. Figura ya en las descripciones de los visitadores, al menos desde 1682. Se dice que pro­cede del palacio del marqués, y se encontraba en un patio central, rodeado de columnas. En la capilla se encuentran las imágenes del Cristo joven de la Borriquita, de Francisco José Zamudio Barroso, 1991, y María Santísima de Nazaret, 1994.
     En la sacristía, tan sólo hay que destacar un lienzo que representa a la Verónica limpiando el rostro de Cristo, a la salida de Jerusalén, de autor anónimo, del XVII. De su exigua orfebrería reseñaremos un cáliz de plata sobredorada, de estilo bajorrenacentista, de la primera mitad del siglo XVII, decorado con car­telas de ángeles que portan los emblemas de la Pasión. Un cáliz de plata, del segundo tercio del s. XVIII, con el punzón de Cárdenas, presenta abigarrada decoración  de rocallas (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     El templo posee una planta de tres naves, la central más ancha y alta que las laterales. Se cubre con bóveda de cañón articulada en cuatro tramos por sus correspondientes arcos fajones. En cada tramo se dispone una pareja de lunetos que cobijan sendos ventanales con marco de placa y orejas en las esquinas. Las arquerías divisorias de naves presentan cuatro arcos de medio punto, con rosca moldurada, sobre pilares cruciformes, con impostas por cada flanco. El orden de la pilastra dórico-toscana se completa con el arquitrabe triglifo y cornisa. La cabecera de la nave central, muy profunda, de plana poligonal, se cubre con bóvedas de crucería, que dividen el espacio en tres tramos y terminan en ábside facetado de cinco lados.. Los nervios arrancan de sendas ménsulas, a la altura de la imposta, y, en su cruce, quedan enlazados por un espinazo longitudinal. Al exterior, a cada división le corresponde un contrafuerte. Las naves laterales, también con cuatro tramos y acabadas en testero plano, se cubre con bóvedas de aristas, separadas por arcos fajones que apean sobre pilastras adosadas al pilar y al paramento opuesto.
     Las tres capillas laterales del templo abren a la nave de la epístola. A los pies está situada la capilla bautismal, de planta rectangular, cubierta con bóveda de cañón con imposta. La capilla central, de mayor tamaño, está habilitada como Sagrario. Es de planta cuadrada, con ángulos achaflanados y bóveda semiesférica perforada por linterna barroca. La bóveda de descarga sobre pechinas está decorada con figuras de los cuatro Evangelistas. La tercera capilla está dedicada a Jesús Nazareno. Se abre a la nave de la epístola, como las anteriores, con arco de medio punto; sobre ella voltea una bóveda rebajada sobre pechinas.
     La sacristía, de planta rectangular, está construida a la izquierda de la capilla mayor. Se cubre con bóveda de cañón.
     Actualmente, la estancia está dividida en dos plantas.
     Al exterior, queda insinuada la distribución interior desde la fachada principal, situada a los pies del edificio. El edificio posee en la actualidad dos portadas visibles: la principal a los pies del templo y la lateral de la nave del evangelio. La portada de los pies es muy sencilla. Se conforma por medio de un vano de ingreso adintelado enmarcado por dos pilastras y una cornisa. Sobre esta se sitúa una hornacina que posee el pedestal para una escultura. La hornacina se enmarca entre dos pilastras y sobre ellas apoya un entablamento que se corona por frontón triangular partido. Sobre se sitúa un óculo. Es de destacar que este conjunto se encuentra situado en un pequeño rehundimiento del muro. La impresión final que ofrece todo el conjunto es de ser una obra inacabada, o al menos, muy dañada por el paso del tiempo.
     La portada de la nave del evangelio es algo más compleja que la anterior, aunque se encuentra rehecha en gran medida.
     Se sitúa en el segundo tramo de la nave del evangelio y se compone por medio de un arco de medio punto doblado que permite el acceso al templo. Todo el conjunto se inscribe en una especie de arco triunfal, que se compone de dos columnas toscanas con un pequeño cimacio, coronado por un frontón triangular partido con cierto movimiento en sus lados. En los extremos de este frontón se sitúan dos pedestales con motivos decorativos y en su centro un motivo heráldico.
     La torre se alza en la cabecera del templo, adosada a otra mudéjar que conducía a las bóvedas de la capilla mayor. Se compone de caña, cuerpo de campanas y chapitel.
     No pocas disputas se produjeron a lo largo de los siglos sobre la precedencia y mayor antigüedad entre las parroquias de San Juan y de Santiago. En el siglo XIV, San Juan figura como cabecera de Vicaria.
     Hoy presenta una imagen que no se corresponde con la que tuvo originariamente, pues consta que las tres naves tenían cubierta de madera. Sin embargo, las necesidades propias del edificio motivaron la construcción de una nueva cubierta abovedada, y la consiguiente decoración según los postulados neoclásicos. Entre 1803 y 1807 se dice que la iglesia está en obras por su reedificación. Madoz, en 1847, anota que la parroquial de San Juan cuenta con tres naves y un buen orden de arquitectura; y Amador de los Ríos, en 1891, afirma que dicha iglesia es moderna, aunque de buen gusto.
     La fábrica delata dos etapas constructivas bien definidas. La capilla mayor, de estilo gótico- mudéjar, con cabecera facetada, podría corresponder a la segunda mitad del siglo XIV. En cambio, el buque del templo responde al gusto estético del barroco purista, de fines del siglo XVIII y principios del XIX.
     La capilla central del templo presenta bóveda de descarga sobre pechinas, decorada con figuras de los cuatro Evangelistas, construida en 1832 según memoria de Manuel de la Cuesta Rodríguez (maestro de obras de Villanueva de los Castillejos) y de Antonio Díaz (maestro mayor del Arzobispado de Sevilla). La capilla bautismal fue edificada en 1749. La sacristía se puede datar de fines del siglo XVIII y la torre se ordenó levantar en el año de 1749, en cuya obra intervino Andrés de Silva.
     Los destrozos producidos en 1936 supusieron la pérdida de la casi totalidad de obras de arte (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia parroquial de Santiago
     Aunque levantada de nueva planta en 1782, aparece ya como parroquia en 1380, y en ella se reunía el Concejo Municipal de la villa. Las primeras descripciones de los visitadores del Arzobispado, fechadas en 1682, 1698 y 1704, nos hablan de un edificio medieval, más pequeño que la iglesia de San Juan, formada por una sola nave de arcos transversales, cubierta a dos aguas, de pares y ladrillos por tablas. En 1782 fue demolido el antiguo templo, por su mal estado o por su incapacidad para acoger el creciente número de feligreses. La iglesia, de armoniosas proporciones, presenta capilla mayor acabada en testero plano, crucero, que no sobresale al exterior, y tres naves. La nave central, más ancha y alta que las laterales, se cubre con bóveda de cañón. Cinco arcos fajones marcan otros tantos tramos. Cada tramo de bóveda consta de dos lunetos que cobijan sendas ventanas con marco de placa y orejeras. Un sobrio y elegante entablamento, decorado con triglifos, dispuestos por el maestro mayor de fábricas del arzobispado Fernando Rosales, en 1797, marca la impronta neoclásica.
     Al final de la nave principal se sitúa la tribuna del coro sobre bóveda rebajada con lunetos, cuya construcción, en 1836, fue costeada por José Chaparro y María Teresa Muñoz, su esposa. Bajo la tribuna del coro, se abre la puerta principal del recinto.
     Las arquerías divisorias de naves se componen de cuatro arcos de medio punto que apean sobre columnas de orden dórico-toscano. Los arcos formeros, de molduradas roscas, ostentan en las enjutas ángulos triedros. Las naves laterales del templo se cubren con bóvedas de arista, separadas por arcos sobre pilastras adosadas. A los pies de la nave del evangelio, es decir, de la derecha, construyeron la capilla bautismal, única capilla auxiliar del templo. Tiene planta cuadrada y bóveda de arista. El crucero no sobresale de la planta rectangular del edificio. Desde el buque del templo se ingresa en él, atravesando sendos arcos de medio punto. En el centro se eleva la media naranja sobre pechinas, subdividida por ocho lesenas, que se unen mediante una gran piña central. Entre ellas alternan ocho óculos ovalados en posiciones contrapuestas. Los extremos del crucero se cubren con bóveda de cañón con lunetos y se iluminan mediante dos ventanales de mayores proporciones que los restantes de la iglesia. La capilla mayor, acabada en testero plano, se cubre con bóveda de cañón con lunetos. La sacristía presenta planta rectangular. Los arcos fajones la articulan en dos tramos cubiertos con bóvedas de arista. En el muro septentrional conserva la pila del lavabo, instalada en una hornacina decorada con una venera superior y una serie de azulejos típicamente dieciochescos.
     Al exterior, la iglesia parroquial de Santiago Apóstol emerge con nitidez sobre los tejados del caserío. Los volúmenes, bien definidos, se con­traponen en un todo coherente y armónico. La escueta decoración exterior del templo se concentra en las portadas. La principal, situada a los pies del recinto, queda flanqueada por pilastras dobladas. Sobre el en­tablamento monta un frontón triangular partido. Al centro, entre sus vertientes, se alza una hornacina cuyas pilastras y entablamento soportan un frontón curvo. En ella se expone la efigie de Santiago con su indu­mentaria de peregrino.
     La portada lateral derecha, trabajada en ladrillo agramila­do, abre a la nave del evange­lio. Un arco de medio punto queda flanqueado por pilastras jónicas, cajeadas en fragmentos mixtilíneos. Tanto en las enjutas como en el friso del entablamento surge la típica decoración de rocallas, propia del último cuarto del siglo XVIII. El frontón curvo partido centra un azulejo de la Inmaculada Concepción rodeada por los símbolos bíblicos.
     La tercera corresponde a la nave de la epístola. Bajo esta puerta adintelada se dispone el ingreso a la cripta de la parroquia. Sobre su moldurado marco con orejeras superiores discurren siete canes, que sirven de sostén  a un frontón triangu­lar. La cripta, destinada a enterramientos, ocupa toda la planta del edificio, y se cubre con bóveda de cañón rebajada, que sirvió pocos años para sus fines, pues en 1836 se construyó un cemen­terio fuera del casco de la población.
     Por último, reparemos en la torre enclavada en el ángulo noroeste del conjunto. Fue levantada entre 1796 y 1797 por Fernando Rosales. Se compone de caña, cuerpo de campanas y chapitel sobre banco. El cuerpo de campanas tiene un arco de medio punto entre pilastras por cada lado. Un antepecho prolonga la composición tectónica del campanario, y finalmente, sobre su correspondiente banco se yergue un afilado chapitel octogonal.
     La decoración interior del templo y los obje­tos litúrgicos fueron destrozados durante los actos vandálicos del 21 de julio de 1936. En las dependencias anejas al templo, se fundó en el año 1987 un monasterio de Adoratrices Perpetuas del Stmo. Sacramento, con el título de Ntra. Sra. de Guadalupe, formado por religiosas pro­venientes de Atotonilco el Alto, Méjico, cuya presencia ha influido en el aspecto ornamental del templo.
     En la capilla bautismal, a los pies de la nave del evangelio, está la pila de mármol rojo, de finales del siglo XVIII. En la capilla se encuentra una imagen del Corazón de Jesús firmada por «Adolfo López. Sevilla. 1896». Dentro de una hornaci­na, en el transpeto, está la Virgen de los Dolores, obra de Antonio Bidón, realizada en 1941. Sobre la negra indumentaria, luce un corazón con siete espadas, y porta en la mano un pañuelo de piña, bordado en Yba, por el indio Tito Calma, de Botolán, en 1887. Debajo, en un nicho, aparece la escultura de Cristo  yacente, obra de León Ortega. Preside dicha nave un retablo en madera dorada, de factura clásica, con pilastras acanaladas. Conserva una inscripción, perdida en parte, que recuerda que el retablo se hizo a devoción de D. Antonio Iñiguez de Baldosera y de su esposa. En su hornacina está la Virgen del Carmen, una imagen de candelero de autor anónimo sevillano de la segunda mitad del siglo XVIII.
     El presbiterio está presidido por un manifestador en forma de concha, para la exposición continua del Santísimo Sacramento, en una custodia napolitana. Sobre el dosel rojo se venera el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, de tamaño menor que el natural, obra sevillana de la segunda mitad del siglo XVII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

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