Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Gregorio Magno", atribuida a Cristóbal de Morales, en el Retablo de la Capilla de las Doncellas, en la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
Hoy, 12 de marzo, en Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de San Gregorio I, papa, de sobrenombre "Magno", cuya memoria se celebra el día tres de septiembre, aniversario de su ordenación (604) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "San Gregorio Magno", atribuida a Cristóbal de Morales, en el Retablo de la Capilla de las Doncellas, en la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
La Catedral de Santa María de la Sede [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, calle Cardenal Carlos Amigo, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Capilla de las Doncellas [nº 059 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; García de Gibraleón fundó, en 1535, en esta capilla de la "Anunciata", o de la Encarnación, una institución asistencial para doncellas pobres, por lo que se llamó también "de las Vírgenes" (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
El Retablo de las Doncellas fue dotado por Micer García de Gibraleón en el año 1530, por lo que su autor, Cristóbal de Morales, llevaría a cabo su ejecución en los años inmediatamente posteriores a esta fecha.
La atribución de las pinturas que constituyen este retablo a Cristóbal de Morales fue efectuada por Post a raíz de comparar su estilo con la pintura de El Entierro de Cristo, conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y que sí está firmada por este artista.
El retablo en el que se alojan las pinturas fue realizado en el siglo XVIII. La pintura muestra una representación de San Gregorio Magno, uno de los Doctores de la Iglesia y Papa durante el siglo VI, famoso por su sabiduría y su dedicación a la escritura de textos cristianos. El personaje está descrito siguiendo su iconografía tradicional; así, es representado como un hombre adulto, sin barbas, ataviado con los ornamentos pontificios -su cabeza es cubierta por una tiara papal-, mientras porta en ambas manos los atributos que le caracterizan: en la mano derecha sostiene un libro abierto y en la mano izquierda porta la cruz de triple travesaño que se ha convertido en su instrumento iconográfico identificador.
La figura de San Gregorio está dispuesta en el centro de la composición, creando un eje vertical simétrico a sus lados; se encuentra en actitud sedente, situado sobre un trono de potente estructura arquitectónica en el que se introducen elementos ornamentales de carácter renacentistas como la venera que corona al sillón, las pilastras corintias y las volutas en forma de roleos vegetales que decoran sus brazos. Ninguna referencia espacial se concibe en esta pintura, exceptuando el suelo ajedrezado que constituye un instrumento técnico para otorgar profundidad en perspectiva y un antepecho posterior decorado con motivos de grutescos; oponiéndose a la inclusión de elementos renacentistas, el fondo de la composición está ocupado por una superficie de pan de oro decorada con elementos forales rehundidos que ofrece una imagen retardataria y goticista a la pintura.
El minucioso y detallista dibujo utilizado en esta pintura pone de relieve una descripción intensamente naturalista en el rostro y la expresividad del personaje representado - su ceño fruncido, un rictus tosco en los labios y una mirada penetrante, así como de los motivos ornamentales de su vestimenta y del trono en el que está sentado. El uso de la gama cromática carece de matices individualizados, predominando una monocromía en ocres y dorados.
Se aprecia en las pinturas que constituyen el retablo una intensa influencia de la pintura flamenca del primer tercio del siglo XVI, concretamente, del estilo pictórico desarrollado por Quentin Metsys y Gerard David (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Vida, Culto e Iconografía de San Gregorio "Magno";
La biografía de de Gregorio Magno fue escrita en el siglo VIII por Pablo Diácono, y la popularizó Santiago de Vorágine en el siglo XIII, en la Leyenda Dorada. La suya, que repite la de Edipo (se habría casado con su madre), fue narrada en la Edad Media por el poeta alemán Hartmann von Aue, de acuerdo con un modelo francés, y en nuestros días por el novelista alemán Thomas Mann (El elegido).
Nació en Roma hacia 540 y era hijo de Santa Silvia. Se retiró de la vida mundana después de la muerte de su madre, y transformó el palacio de su familia, sobre el monte Coelius, en un monasterio benedictino, donde profesó y del cual llegó a ser abad. Elegido papa contra su voluntad, en 590, murió en 604.
Escribió numerosas obras, las Homilías sobre Ezequiel, el Liber regulae pastoralis o Pastoral, los Libri morales o Moralia (Expositio in librum beati Job), los Diálogos que tuvieron tanto éxito que los griegos, para diferenciar al papa Gregorio de sus numerosos homónimos, lo motejaron el Díalogos. Por último, codificó las oraciones y los cánticos de la misa en el Sacramentario y el Antifonario.
San Gregorio fue enterrado en la Basílica Vaticana. Más tarde, se le dedicó en Roma la basílica de San Gregorio Magno.
Su cabeza fue transportada por San Gebardo a la abadía de Petershausen, cerca de Constanza.
En 1831, el papa Gregorio XVI instituyó la orden de San Gregorio Magno. Es patrón de los sabios a causa de su erudición; de los músicos, de los chantres y de los niños de coro a causa del canto gregoriano.
Se lo invocaba contra la peste que padeció Roma en 590, cuando fue elegido papa, y a la cual habría puesto fin con sus plegarias. También se lo creía curador de la gota.
Pero su popularidad se debe sobre todo a que le atribuía la virtud de aliviar el sufrimiento de las almas del Purgatorio mediante la plegaria. Dicho culto se basaba en la leyenda del emperador Trajano a quien el santo habría arrancado de las llamas del Purgatorio para recompensarlo por su justicia, y también se debía a la historia de un monje excomulgado a quien habría salvado celebrando treinta misas seguidas. Tal es el origen de la treintena gregoriana para el reposo del alma de los difuntos. Después del concilio de Trento, se convirtió en el patrón de las cofradías piadosas consagradas al alivio de las almas del Purgatorio.
ICONOGRAFÍA
Su iconografía no tiene para nada en cuenta su corpulencia, de la cual él mismo habla en una de sus epístolas.
Siempre se lo representa imberbe, como papa tocado con la tiara, y con la cruz pontificia de tres travesaños (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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