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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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viernes, 3 de marzo de 2023

Los principales monumentos (Castillo; Ermitas de Nuestra Señora del Amparo, de Nuestra Señora de la Esperanza, y de Santa María Magdalena; Iglesia de San Miguel arcángel; y Plaza de Toros) de la localidad de Cumbres Mayores, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Ermitas de Nuestra Señora del Amparo, de Nuestra Señora de la Esperanza, y de Santa María Magdalena; Iglesia de San Miguel arcángel; y Plaza de Toros) de la localidad de Cumbres Mayores, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     La Villa de Cumbres Mayores o Cumbres Altas, como se le conocía antiguamente, está situada al norte de la provincia de Huelva, en las últimas estribaciones de Sierra Morena.
     Se encuentra a 38,04º Norte y 6,39º al Oeste del Meridiano de Grenwich, su Término Municipal se encuentra íntegramente dentro del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche.
     Se puede acceder a Cumbres Mayores por la carretera nacional N-435 de San Juan del Puerto a Cáceres, o también a través de la carretera de Cumbres a Fuentes de León (Badajoz) que, a su vez, enlaza con la que une Sevilla con Badajoz. Asimismo, posee la Estación de Ferrocarril en la línea Zafra-Huelva.
Breve reseña histórica
     Las noticias más antiguas con que contamos en esta zona sobre los primeros asentamientos humanos, son la localización, en su término y tierras cercanas, de la Beturia Céltica, los yacimientos arqueológicos de Capote y Nertóbriga. Otros autores sostienen que las primeras casas que originaron el pueblo se edificaron junto a la Ermita de la Magdalena, en un poblamiento conocido con el nombre de Ausera y arrasado por los portugueses en el Siglo XIII.
Patrimonio cultural y artístico
     Castillo Fortaleza de Sancho IV. Forma parte de la “Banda Gallega”. Su construcción se llevó cabo con ayuda de las tercias reales de varios lugares de la Sierra, prolongándose hasta entrado el siglo XIV..
Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel. Esta Iglesia del Siglo XV se encuentra ubicada en la zona más elevada de la Villa. La parroquia cuenta en su interior con once retablos, todos de gran valor turístico, además cuenta con dos legados en Platería procedentes de dos donaciones.
     Portada del Convento de Franciscanas Clarisas de la Observación. Convento que se fundó en el año 1467 por bula del Papa Pau7lo II con el título de “NTRA. SRA. DE LA CONSOLACIÓN”
     Ermita de Ntra. Sra. del Amparo. Esta Ermita fue construida en honor de San Sebastián, como agradecimiento por haber librado al pueblo de una epidemia, en el siglo XIV.
     Ermita de Ntra. Sra. de la Esperanza. La construcción de la Ermita en la cual recibe culto la imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza, patrona de Cumbres Mayores, data de principios de siglo XIV.
     Ermita de Santa María Magdalena. Estuvo dedicada al culto de Santa María Magdalena y en el año 1759 ya se encontraba semiderruida y con los materiales de derribo se restauró la Ermita del Amparo.
Patrimonio cultural y artístico
     En Cumbres Mayores hay dos grupos de danzantes: uno de la Virgen de la Esperanza y otro del Santísimo Sacramento. Unas mudanzas primorosas, bien se puede decir que los podemos datar sobre últimos del siglo XIV o principios del Siglo XV, que eran danzas paganas que de adaptaron la culto religioso. Cada grupo tiene una particularidad al danzar y un colorido diferentes en sus trajes.
Fiestas y tradiciones
     El Juego de “Las Caras”, se celebran en Semana Santa.
     Los Judas, se celebran en Domingo de Resurrección.
     El Lunes de Albillo,
     Las Fiestas del Corpus Christi,
     Los Pinos de San Juan, se celebran 23 de Junio.
     La Fiesta de los Jarros, se celebra el 14 de Agosto.
     La Verbena del Amparo, se celebra el 8 de Septiembre.
     Los Candelorios de San Miguel, se celebran el día 28 de Septiembre.
Recursos económicos y sociales
     Cumbres Mayores se encuentra ubicado dentro del parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, El aprovechamiento de las dehesas es en régimen de montanera para el cerdo ibérico, lo cual ha sido determinante, no ya solo para proporcionarnos reputados jamones y embutidos, sino también para valorar el alto interés ecológico del Parque Natural. Así pues, la actividad primaria sigue siendo un sector económico fundamental en Cumbres Mayores. La dehesa tiene una vocación principalmente ganadera que es aprovechada de modo especial por el cerdo ibérico.
     La mayor parte de las empresas que conforma el tejido industrial están vinculadas a la transformación de los recursos primarios. Casi sin excepción todas ellas tienen un carácter artesanal. El caso más significativo es el de elaboración de productos cárnicos del cerdo.
     El sector turístico es aún incipiente en la comarca aunque ha tenido un crecimiento rápido a partir de los años noventa. Se caracteriza por un desarrollo desigual limitado principalmente a la zona central de la Sierra, visitas de corta duración y una fuerte estacionalidad centrada de fines de semana y puentes.
Gastronomía
     La gastronomía de este pueblo es muy variada. En todas ellas el cerdo ibérico, con un famoso jamón y sus embutidos, proporciona la materia prima más emblemática de Cumbres Mayores. Pero la cocina popular de Cumbres Mayores tiene otras recetas como el caldillo de matanza, el lomo adobado en manteca, las manitas de cerdo con orejas, los rabos en salsa... (Diputación Provincial de Huelva).
      De época romana son numerosos los vestigios que pueden rastrearse en su ámbito territorial. Posiblemente, los más importantes sean los correspondientes a la antigua ciudad de Nertóbriga, asentamiento de origen celta, posteriormente romanizado, que tuvo categoría de municipio, y en cuyos alrededores existió cierto número de villas rústicas relacionadas con la explotación agropecuaria del término.
     Estas tierras pasaron a dominio cristiano cuando en el año 1253, Alfonso X las incorporó al alfoz de la ciudad de Sevilla. Durante toda la Plena Edad Media continuarán los enfrentamientos entre los rei­nos de Castilla y Portugal por el dominio del territorio y este hecho, junto a la competencia que suponía para estas tierras de realengo la presencia de las órdenes militares en la baja Extremadura, hizo que se edificara su actual castillo en el año 1293. Esta fortaleza actuó de inmediato como polo de atracción de la población circunvecina dispersa, que pronto se aglutinó en su interior, al amparo de las murallas.
     Durante el siglo XVI, Cumbres Mayores cobra gran auge, fundamentalmente por los ingresos que le reportaron la venta de tocinos para el abasto de las flotas de Indias. La crisis general del siglo XVII obligó a muchos de sus vecinos a buscar fortuna en los territorios ultramarinos aunque durante la segunda mitad del siglo XVIII, la situación experimentó una considerable mejoría. El siglo XIX fue de gran bonanza para Cumbres Mayores por el aumento del numero de mataderos que se instalaron en la población, aprovechando las nuevas posibilidades que el ferrocarril permitía en la comercialización de las chacinas y jamones del cerdo ibérico (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Caracterizando el perfil de la villa aunque sin sobresalir demasiado, se levanta en lo alto su imponente castillo. Fue construido en 1293 por Sancho IV el Bravo dentro de su política de defender los territorios contra las amenazas portuguesas. Bien conservado, sus grandes dimensiones permitieron que el núcleo medieval de población se instalara dentro de sus muros. La muralla forma un polígono irregular de nueve lados, presenta una larga profusión de almenas y alterna torres de planta semicircular y cuadrada. Un cinturón de casas rodea su perímetro, impidiendo que las torres y los lienzos muestren toda su altura. Destaca la puerta de San Miguel, flanqueada por dos robustos torreones, y el bajorrelieve que, en la puerta del Sol y de la Luna, hermana a los dos astros. La iglesia de San Miguel Arcángel se comenzó a construir en el siglo XV y se terminó en el XVI. Es un templo de gran valor artístico, que alberga un retablo barroco de estilo churrigueresco en la capilla mayor y diez retablos más de otros estilos. Además, tiene tallas de mérito y un frontal de plata mexicana que recubre el altar mayor y fue donado en el siglo XVIII por el capitán Gómez Márquez. Hay dos ermitas: la de la Virgen de la Esperanza (siglo XIV y situada a 2 km de la población, en atractivo paraje); y la Virgen del Amparo (siglo XV), localizada en las proximidades del castillo. Integrada en el discurso urbano, aparece la portada de granito perteneciente al convento de Franciscanas Clarisas, conjunto monacal que se levantó en el siglo XV y fue destruido en el XIX. Un arco conopial terminado en cruz cobija un puñado de arquivoltas. El arco, inútil y grandioso, abraza varias paredes de cal y un fragmento de cielo (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guiarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012). 

El castillo de San Miguel
     Recinto de forma poligonal, de nueve lados, protegido, en sus ángulos, con diez torres de planta rectangular y semicircular. El acceso principal es una poderosa estructura que defiende la puerta y consiste en un vano ojival sobre el que se sitúa un relieve del arcángel San Miguel, que da nombre al castillo. Existen, además, otros dos postigos, a poniente y levante, pero de menores dimensiones, el último decorado con un relieve con el sol, la luna y cuatro estrellas.
     Sobre sus muros corre un adarve o paseo de ronda, defendido por un parapeto con saeteras y coronado por almenas piramidales.
     Esta fortaleza se levantó por orden del rey Sancho IV, el Bravo, en 1293, siendo uno de los puntos fortificados más importantes de la denomi­nada «banda gallega», zona fronteriza entre los reinos de Castilla y Portugal.
     A fines del siglo XIV, la virulencia que adqui­rieron las hostilidades, requirieron mejoras en su sistema defensivo: entre ellas, cabe destacar la reforma de la puerta principal, a la que se dotó de un acceso en recodo y cuyas torres fue­ron recrecidas con sendas cámaras abovedadas, unidas mediante un arco apuntado a modo de matacán.
     La proximidad de este castillo al templo de San Miguel, inclinan a pensar que dicho templo y la cerca contigua se articularon de algún modo en función de las necesidades defensivas de la población (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Castillo de Sancho IV, fechado en el s. XIII.
     El Castillo es una construcción de tipo militar, que dibuja en planta un polígono irregular de ocho lados, bastante próximo al círculo, encerrando una superficie poco accidentada de poco más de una hectárea. El muro llega a alcanzar un espesor medio de casi tres metros. Posee diez torres, sin cámaras a nivel del adarve, pero algo sobreelevadas respecto a éste.
     Alternan las torres de planta aproximadamente cuadrada con las que rematan en semicírculo, estando las primeras ubicadas en los lugares más comprometidos. En el ángulo suroccidental existe la puerta principal, que está flanqueada por dos torres que se unen mediante un arco gótico sencillo, formando una segunda puerta y, entre ambas, un estrecho patio o intervallum. Precede a esta doble puerta una pequeña barbacana con entrada acodada.
     Poseía otras dos puertas menores o poternas, una mirando hacia Portugal y otra hacia levante.
     Los muros son de mampostería, con refuerzos de sillares y sillarejos en las esquinas.
     El caserío del pueblo rodea la muralla en todo su perímetro, exceptuando la entrada a través de la barbacana y también una estrecha franja de terreno ante la puerta del Sol y la de la Luna. La altura del lienzo varía entre 8 y 10 metros.
     Presenta dos puertas secundarias de acceso y otra más importante desde el punto de vista arquitectónico, en la parte más alta de la fortaleza, protegida y reforzada ésta con torres a uno y otro lado, unidas por bóveda de piedra de granito que deja amplio espacio para arrojar elementos defensivos.
     Encima de la portada principal, orientada al Oeste, de arco apuntado y aristas achaflanadas, aparece en bajorrelieve San Miguel, patrón del pueblo y sobre éste una cruz latina cobijada en una hornacina.
     La otra puerta más pequeña, orientada al Sureste, presenta un emblema en relieve con cuatro estrellas, la luna y un sol, por lo que se llama "Puerta del Sol y de la Luna".
     La otra pequeña, orientada al Noroeste, tenía como la anterior, arco apuntado, hoy cegado, y bóveda de paso, que atraviesa el muro de cañón rebajado, estimándose que fuera la que comunicaba el recinto con un fuerte amurallado a dos kilómetros, opinión que comparten los que no conciben que el castillo, verdadera ciudadela, careciese de agua potable.
     Tras la conquista de Sevilla, se levantan en los territorios circundantes una serie de castillos, algunos de ellos, aprovechando los restos de fortalezas musulmanas. Estos castillos forman dos compactos grupos al noroeste y al sureste de la jurisdicción de la ciudad de Sevilla, a la que pertenecían, en las que se llamaron "Banda Gallega" y "Banda Morisca", defendiendo respectivamente la frontera con Portugal y con el Reino de Granada.
     El Castillo de Cumbres mayores se ubica en la llamada "Banda Gallega". La primera relación de estos castillos bajo la jurisdicción de la ciudad de Sevilla viene dada por un privilegio de Sancho IV, firmado en Toro el 4 de Noviembre de 1293.
     En él se concede autorización para construir los castillos de Cumbres Mayores, Santa Olalla, Aroche, Fregenal, Villanueva del Camino y Lebrija.
     Siendo Alcaide don Javier Sánchez Dalp y Marañón, entre 1925 y 1931, se hicieron algunas reparaciones en murallas y torreones. También se construyó la puerta de madera de armadura metálica de la entrada principal.
     Durante la Guerra Civil, el Castillo sirvió como vigía que señalaba el paso de los aviones de guerra, al estar en inmediato contacto telefónico con la Base Aérea de Sevilla. Aún en la actualidad, el ejército utiliza este castillo como lugar de observación en las maniobras que periódicamente realiza en esta zona.
     En 1981 en el interior de la fortaleza, el cerro fue explanado para la construcción del campo de fútbol municipal, el cual permanece hasta este momento (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita de Nuestra Señora del Amparo (antigua de los Santos Mártires)
     El edificio primitivo debió ser una ermita de nave única, de arcos transversales, conservándo­se de él su presbiterio, con bóveda de crucería, y la portada de los pies, con vano de medio punto rebajado entre pilastras y moldura conopial de cantería, todo fechable en la primera mitad del siglo XVI. Importantes obras de ampliación se le practicaron en el año 1756 por los alarifes Rafael Fernández, maestro de Segura de León, y José Martín, cuando se amplió el cuerpo de la iglesia y se cubrió en su totalidad con bóvedas. A este momento corresponden también los pórticos que rodean el edificio. Finalmente, entre 1915 y 1919, se interviene, de nuevo, en el edificio, gracias a la disposición testamentaria de José María Morón y Barrientos, construyéndose la actual espadaña y el camarín.
     El retablo mayor, de mediados del siglo XVIII, contiene la imagen de la Virgen del Amparo de fines del siglo XVI, muy restaurada, flanqueada, a la izquierda, por un San Sebastián, de la primera mitad del siglo XVI y, a la derecha, por una imagen de San Diego, del siglo XVIII, muy repintado.
     En el siglo XVIII, el tallista Juan Evaristo retocó el retablo mayor añadiéndole dos ángeles lampareros. El dorado no se pudo emprender hasta el año 1784 por el maestro José Alvarado.
     En el segundo tramo del lado izquierdo se sitúa un púlpito de mampostería datable en el siglo XVII.
     El retablo de la Virgen de Consolación es del primer tercio del siglo XVII y orden corintio. La imagen titular es una escultura, de escuela sevi­llana, del primer tercio del siglo XVII, relacionable con el círculo de Juan de Mesa. Se alza sobre una peana de querubes y media luna y procede del extinguido convento de Santa Clara.
     En el retablo de la Virgen de Gracia, recom­puesto con elementos del primer tercio del siglo XVII, la imagen titular es del siglo XVI. En los lados, cuatro lienzos fechables en el primer tercio del siglo XVII y de carácter popular. La pila de agua bendita, de mármol, con gallones, es del siglo XVII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza
     El edificio, a juzgar por el arco toral de su interior, de perfil apuntado sobre columnas romanas de mármol veteado y por la disposición general en planta, debió tener, en origen, un aspecto gótico-mudéjar, pero ha sufrido múltiples restauraciones y transformaciones en los siglos posteriores. La bóveda vaída del presbiterio posee en la clave la inscripción que indica que fue hecha por Eulogio González en 1904.
     La Virgen de la Esperanza, efigie de candelero para vestir es de finales del siglo XVI, aunque muy retocada. En una hornacina lateral, una escultura de San Francisco, de la primera mitad del siglo XVII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La construcción de la ermita en la cual recibe culto la imagen de la Virgen de la Esperanza data de principios del siglo XIV.
     Consta de tres naves de gran anchura, con arcos ojivales, la bóveda del presbiterio es de ladrillos y el resto tenía la techumbre de madera formando más tarde la bóveda y columnas que la sostienen.
     La imagen está colocada en un camarín en el centro del retablo del altar mayor, este ha sido realizado en escayola dorado y pintado en el año 1991. Se trata de una imagen de candelero para vestir, obra anónima del siglo XVI (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ruinas de la ermita de Santa María Magdalena
     Próxima a la ermita de la Virgen de la Esperanza, en una zona en la que aparecen vestigios romanos, se conservan los restos de esta ermita. De su alzado original, sólo queda parte de los muros del ábside y los arranques de la bóveda, formada por robustos nervios de sección rectangular con plementería. Un friso de ladrillos en esquinilla aún perdura en el coronamiento del muro. Se trata, posiblemente, de uno de los ejemplos de arquitectura medieval más arcaica de la provincia de Huelva, dentro del grupo de ermitas de repoblación que, en este caso, tiene paralelismos con el románico castellano (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Iglesia de San Miguel arcángel
    La parte más antigua de este templo la constituye el cuerpo de la nave, con sus arcos apuntados y bóvedas de crucería, y la fachada del hastial, con su portada de granito, formada por un vano apuntado con arquivolta simple, todo datable en la primera mitad del siglo XIV.
     La primitiva cabecera fue sustituida a partir de 1562 por el actual presbiterio al que da acceso un gran arco toral apoyado en medias columnas toscanas sobre pedestales, elementos que, unidos al testero achaflanado y a la cubierta de bóveda vaída, vinculan esta obra a la labor del arquitecto Hernán Ruiz II. Esta intervención sería concluida alrededor de 1627 con el asesoramiento de los arquitectos Diego López Bueno y Miguel de Zumárraga. También en el siglo XVII, debió construirse la Capilla Sacramental, así como la situada frente a ésta, muy reformada en 1913 cuando se convirtió en panteón de la fa­milia Morón y Barrientos, como consta por una inscripción.
     Durante el siglo XVIII, actúan en el edificio varios maestros mayores del Arzobispado Hispalense, realizándose hacia 1730 las portadas laterales. La del lado Sur contiene un azulejo polícromo sevillano de la misma época, procedente del extinguido convento de Santa Clara. En 1732 se construyó el camarín de la Capilla Sacramental. Por esos años, también debió reconstruirse la actual sacristía, según consta en una inscripción que indica que en 1761, su obra fue costeada por un indiano natural de la localidad llamado don Pedro de Bustos Jaraquemada.
     Finalmente, en 1769, Pedro de Silva informó sobre las obras necesarias en diversas partes de la iglesia, tras el Terremoto de Lisboa de 1755. De esas fechas deben datar las obras que se realizaron en la torre, la cual presenta las características propias de la arquitectura sevillana del último tercio del siglo XVIII.
     En el presbiterio, el retablo mayor, de orden salomónico, fue realizado en 1736 por el ensamblador extremeño Juan García, residente en Llerena y financiado por un legado hecho por otro indiano oriundo de la localidad: el capitán Juan Gómez Márquez. Preside la calle central, un Sagrario y un manifestador hoy ocupado por una imagen de San Miguel, del siglo XVIII y, sobre ellos, la Virgen de la Tórtola, de escuela sevillana, del tercer cuarto del siglo XVI. A su izquierda y derecha, se sitúan las imágenes de San Pedro y de San Juan Bautista, posiblemente realizadas por el propio tallista Juan García. Finalmente, en el ático se ubica un Calvario de escuela sevillana, de la primera mitad del siglo XVI. El frente de la mesa de altar presenta un frontal de plata mexicana con decoración repujada vegetal estilizada, regalado a la parroquia por el citado capitán Gómez Márquez a principios del siglo XVIII y, a su izquierda, un lienzo americano con un Calvario, también perteneciente a dicho legado.
     En el muro izquierdo del presbiterio, aprovechando su gran profundidad, se ubica el retablo de San José, de estilo neoclásico y datable en el segundo tercio del siglo XIX. Los relieves del banco junto a la imagen de San José y otro relieve del ático, son todos de la época del retablo.
     Frente a él, el retablo barroco de la Virgen de los Dolores contiene una inscripción donde se indica que el retablo fue mandado hacer y dorar en 1753 a costa de don Diego García Bravo, natural de Cumbres y residente en México. Lo preside, en el centro, la imagen de candelero de la Virgen de los Dolores, de escuela valenciana de principios del siglo XX, y en los laterales y ático, cinco lienzos con escenas pasionistas de la época del retablo. Fue policromado en 1753 por el dorador, afincado en Jerez de los Caballeros, Gregorio de Alvarado.
     En el arco toral, se encuentra un púlpito de forja con tornavoz barroco del siglo XVII.
     En el flanco izquierdo se encuentra la capilla funeraria de la Familia Morón y Barrientos, remodelada en 1913. En su interior hay un retablo neoclásico, de mármol, de carácter funerario, que contiene una Virgen Dolorosa del mismo material, realizada por Joaquín Bilbao en 1919. A su derecha, se sitúa un retablo hornacina salomónico fechable en torno a 1700, con una ima­gen de San Antonio Abad, de la segunda mitad del siglo XVIII y, en frente, un lienzo de grandes dimensiones de las Ánimas Benditas del Purgatorio, del siglo XVII.
     En el último tramo de este flanco, procedente del extinguido convento de Santa Clara, se localiza el retablo de la Inmaculada Concepción, de orden salomónico, de la primera mitad del XVIII que contiene un San Francisco, de escuela sevillana, del siglo XVII.
     En la capilla Bautismal encontramos una pila de mármol con una inscripción que la data en 1693. La bóveda de esta capilla está decorada con estucos rococó de la segunda mitad del siglo XVIII. En su muro testero hay un lienzo de la Huida a Egipto, del siglo XIX.
     El primer retablo del lado derecho es el de la Virgen de Fátima, de orden corintio, recompuesto con elementos de los siglos XVII y XIX. En él, las imágenes de Santa Clara y la de San Cayetano, son del siglo XVIII. El gran lienzo del Bau­tismo de Cristo en el ático, procede del legado mexicano del capitán Gómez Márquez.
     El cancel de la puerta de entrada de este lado, data del siglo XVIII y, junto a él, dos pilas de agua bendita, de piedra, sobre pedestales achaflanados, de los siglos XIV-XV.
     En la capilla del Sagrario se encuentra el retablo de la Virgen del Rosario, de orden salomónico, de principios del siglo XVIII. La imagen titular es de vestir de fines del siglo XVI. A la izquierda, San José, de la época del retablo, y, a la derecha, un Niño Jesús del Dulce Nombre, del siglo XVII.
     En el lado izquierdo, el retablo barroco del Sagrado Corazón de Jesús que lleva una inscripción que lo data en 1705.
     En el lado derecho, el retablo de San Antonio de Padua es de orden salomónico, fechable en torno a 1700. La imagen titular es de la época del retablo y el Crucificado que lo preside, de tamaño natural, es una excelente obra de escuela sevillana, del siglo XVII. En el banco, una escultura de Santa Rosalía y otra de San José, ambas del siglo XVII.
     Cuelga de la bóveda una lámpara de plata repujada de procedencia mejicana, también del legado del capitán Gómez Márquez y, en el pavimento, se conserva una lápida funeraria, de mármol blanco, del siglo XVIII con las armas de don Pedro Pablo de Bustos Jaraquemada y de su mujer.
     La sacristía presenta el intradós de la bóveda decorado con estucos y allí se conservan dos inscripciones: una, de difícil lectura, relativa a obras en la parroquia; y la otra, con caracteres góticos, relativa a la fundación del antiguo convento de Santa Clara, de donde procede. Su mobiliario está formado por una cajonería, armarios y mesa todo de madera tallada, del siglo XVIII.
     Posee este templo un rico patrimonio de plata labrada, destacando un conjunto de piezas de origen mejicano remitido por el capitán Juan Gómez Márquez, desde la ciudad de Antequera de Oaxaca entre 1715 y 1718, entre las que des­tacaremos un cáliz de plata repujada de diseño muy original.
     Contó la población con un antiguo convento femenino franciscano dedicado a Santa Clara. De él se conserva, in situ, la portada, de estilo gótico tardío, labrada en granito local. Según sabemos por la lápida fundacional mencionada cuando se describía la sacristía de la parroquia, el convento fue dotado por Fernando Bejarano, racionero de la Catedral de Sevilla y Confesor del Papa aunque el deterioro de la inscripción no permite saber la fecha exacta en que esto tuvo lugar hacia 1500 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La iglesia de San Miguel Arcángel, se encuentra ubicada en la zonas más elevada de la Cumbres Mayores y está orientada litúrgicamente de Este a Oeste.
     Es un interesante templo gótico- mudéjar con aportaciones renacentistas y barrocas. Su origen podría remontarse a finales del siglo XIV o a principios del XV, conservando de esta época la nave con cubierta de bóveda de crucería sustentada por arcos apuntados sobre pilares y la fachada en el hastial con la portada de granito de arquivolta simple.
     El primitivo edificio, ante el aumento de la población, se amplió por la cabecera, prolongándose y elevándose la capilla mayor, lo cual por sus características, debió iniciarse hacia 1562, contando con la intervención del arquitecto, maestro mayor del arzobispado hispalense, Hernán Ruiz II, aunque no se concluyó hasta 1627, interviniendo también los arquitectos Diego López Bueno y Miguel de Zumárraga, quienes aportaron algunos de los elementos barrocos del edificio, y también por estos años se debió construir la capilla de Ánimas. Pero no será hasta el siglo XVIII cuando el templo tome su forma definitiva. En 1720, al montarse el nuevo retablo mayor, fue preciso demoler las gradas y levantar un presbiterio nuevo. En 1729 se comenzó la capilla de Nuestra Señora del Rosario. En 1730 se labró la portada lateral de la nave de la Epístola, conocida como portada del Sol. En 1736 se le adosó el camarín a la capilla de Nuestra Señora del Rosario y se levantó la nueva sacristía. Entre 1746 y 1750 se reconstruyeron el coro y la torre y en 1769 Pedro de Silva realizó pequeñas reparaciones tras una aparatosa tormenta eléctrica, reparando la torre, el reloj, la bóveda del último tramo, las ventanas, el órgano y el tornavoz del púlpito. Ya en pleno siglo XX, hay que destacar la construcción en 1919 del panteón para la familia de don José María Morón y Barrientos en la capilla de Ánimas, labrado por el escultor hispalense Joaquín Bilbao.
     La capilla mayor, de testero poligonal y con cubierta de bóveda vaída, se conecta con la nave a través de un gran arco toral que apoya sobre medias columnas toscanas con pedestales.
     La antigua capilla de Nuestra Señora del Rosario, actual capilla Sacramental, se encuentra adosada al muro de la Epístola. Es de planta cuadrada cubierta con bóveda semiesférica sobre pechinas.
     La sacristía es una estancia abovedada decorada con estucos que contiene dos lápidas cuyas inscripciones se refieren una a las obras de la parroquia y la otra, de caracteres góticos, a la fundación del convento de Santa Clara.
     Al exterior la iglesia presenta tres portadas. La principal, denominada portada del Sol, se encuentra en el segundo tramo del muro de la Epístola. Fue realizada en 1730 según el estilo barroco. Presenta un arco de medio punto enmarcado por dos pilastras, rematado por un frontón triangular en cuyo tímpano está tallado el escudo del Cabildo Hispalense y con un panel de azulejos con la representación del Sol, que da nombre a la puerta.
     Frontera a ella y abierta en el muro del Evangelio, se encuentra la portada de la Luna, realizada en el siglo XVII y resuelta mediante arco de medio punto enmarcado por cuatro pilastras y rematada con frontón semicircular.
     La torre, construida entre 1746 y 1750, está ubicada a los pies del templo sobre el coro y presenta las características de las torres sevillanas del tercer cuarto del XVII. Se compone de tres cuerpos, el primero embutido dentro de la propia nave del templo; el segundo, de paramentos ciegos, está decorado al exterior por una hornacina en cada lado y con un reloj en el frente que da a la plaza; y el tercer cuerpo o campanario, en el que se abren a cada lado un hueco para las campanas flanqueados por pilastras corintias. Se remata con un chapitel apiramidado cubierto de azulejos.
      Tanto los muros, como las columnas que componen el elemento portante y los cerramientos, son de fábrica de ladrillo macizo, estando enfoscados y pintados, tanto exterior como interiormente. En el interior los nervios de las bóvedas y las columnas, están pintados imitando sillares y en algunas zonas imitando mármol. Los ángulos de los contrafuertes y los muros del presbiterio son de sillares y las cubiertas al exterior de teja árabe.
     La Iglesia de San Miguel Arcángel es uno de los edificios más representativos de la arquitectura gótico-mudéjar de finales del siglo XV de la provincia, enriquecido con las importantes aportaciones que tuvo durante los siglos XVI, XVII y XVIII, según los estilos renacentista y barroco. Contiene pues importantes valores artísticos además de los históricos y urbanísticos puesto que, debido a su vinculación con el Castillo de Sancho IV junto al que está situado en la zona más alta de la población, hay que considerarlo como una construcción relacionada con el origen defensivo de la misma e hito fundamental para su configuración urbanística.
     En su construcción intervinieron los maestros mayores del Arzobispado Hispalense, como Hernán Ruiz, Miguel de Zumárraga, Diego López Bueno o Pedro de Silva, que contribuyeron con sus reformas a convertirlo en uno de los templos más destacados de la sierra onubense.
     Alberga un importante conjunto de retablos de significativo valor histórico artístico y unas interesantes piezas de platería americana del siglo XVIII realizadas por la escuela mexicana de Oaxaca, que constituyen el más valioso legado americano en orfebrería existente en la provincia de Huelva (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Plaza de Toros
     Adosada a la muralla del castillo gótico Sancho IV ¿el Bravo? (1293), la plaza de toros de Cumbres Mayores es sensiblemente rectangular con uno de sus lados menores curvos. Es de fábrica de mampostería de piedra encalada, también lo son sus burladeros, que con todo su espesor se curvan con formas convexas en el lado cóncavo de la plaza.
     Su forma, más larga que ancha, se ciñe a la topografía y dispone su entrada principal en el lado curvo de poniente.
     El graderío en este lado tiene tres y seis escalones para el asiento del público, y está situado junto a la entrada principal.
     En la cara de levante, se encuentra sobre los chiqueros el palco construido en madera. Las gradas de los dos lados largos tienen tres y cuatro escalones y el muro que da al ruedo está interrumpido para permitir los burladeros.
     Su estado de conservación es bueno ya que es utilizada esta plaza de toros en sus fiestas del 22 de junio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
   
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Ermitas de Nuestra Señora del Amparo, de Nuestra Señora de la Esperanza, y de Santa María Magdalena; Iglesia de San Miguel arcángel; y Plaza de Toros) de la localidad de Cumbres Mayores, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

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