Por amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Sor Gregoria de Santa Teresa, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 9 de marzo, es el aniversario del nacimiento (9 de marzo de 1653) de la poetisa y mística Sor Gregoria de Santa Teresa, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Sor Gregoria de Santa Teresa, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Sor Gregoria de Santa Teresa es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio del Sector Sur-La Palmera-Reina Mercedes, del Distrito Bellavista-La Palmera; y va de la calle Chaves Rey, a la calle Profesor García González.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Rotulada en 1955 en recuerdo de la religiosa sevillana carmelita descalza Gregoria Parra y Queynoghe (n. 1635), una de las más notables figuras de la poesía mística española. Hasta entonces se denominaba calle G de esta barriada. Trazada en los años cincuenta de nuestro siglo al urbanizarse en forma de zona residencial una parte de los terrenos donde se asentó la Exposición Iberoamericana de 1929, es de configuración recta.
En su lado de los pares se abren Pedro Fernández Moreno, Claudia Boutelou, Domingo Malina, Poniente y Solano. Asfaltada y con acerado de cemento en el que se sitúan las farolas de pie del alumbrado público, y con algunas partes terrizas en su primer tramo, está allí flanqueado en el lado de los pares por unos bloques de viviendas adosados de cuatro plantas y fachadas de color blanco con balcones y ventanas, construidos en 1955. El lado de los impares está flanqueado por las verjas de cerramiento del instituto de bachillerato Fernando de Herrera, del colegio menor Femando III el Santo (actual Albergue) de la Jefatura Provincial de Tráfico, en sus fachadas traseras.
El segundo tramo esta bordeado por edificios sanitarios y docentes; en la de los pares se halla el Centro Regional de Oncología, antiguo Pabellón Vasco de la Exposición Iberoamericana de 1929, que fue en los años cuarenta y cincuenta hospital del Ejército del Aire, con su arquitectura regional vascongada, debido a Diego de Basterra en 1928, y portada y verja de cerramiento del jardín delantero; el Colegio Mayor Hernando Colón, construido en 1948 por José Gómez Millán, con una verja que delimita el ajardinamiento, y la fachada lateral de la nueva Facultad de Farmacia. El lado de los impares lo bordean las instalaciones universitarias de las Escuelas Técnicas de Arquitectura y de Aparejadores. En este tramo se disponen aparcamientos en batería en ambas aceras. El arbolado lo forman una línea de melia en los pares y otra en los impares, que se cortan en el cruce con Páez de Rivera; luego hay brachichitones. En el primer tramo se ubican una parada de taxis y otra de autobuses. La concentración de servicios sanitarios y educativos en esta calle se traduce en una especial intensidad de tránsito [Miguel Cruz Giráldez, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Biografía de sor Gregoria Francisca de Santa Teresa, a quien está dedicada esta vía;
Gregoria Francisca García de la Parra y Queinoge, sor Gregoria Francisca de Santa Teresa. (Sevilla, 9 de marzo de 1653 – 27 de abril de 1736). Religiosa carmelita descalza (OCD), poetisa y mística.
Hija de Diego García de la Parra, oriundo de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y bachiller en Leyes, y de Francisca Antonia Queinoge, mujer de origen flamenco.
Según informa Serrano y Sanz (1905: 379- 384), el matrimonio tuvo diez hijos que vivieron en la ciudad andaluza con no pocas dificultades económicas y se desconoce la formación que pudieran tener.
No es extraño que varios de ellos entraran en religión, como Marcos y Úrsula. Lo mismo hizo Gregoria Francisca, que ingresó con quince años en el Convento del Carmen Descalzo de Sevilla, donde profesó con el nombre de sor Gregoria Francisca de Santa Teresa, cuya personalidad se conoce a partir de una biografía que de ella hizo el catedrático de Salamanca Diego de Torres Villarroel, que se titula Vida ejemplar, virtudes heroicas y singulares recibos de la Madre Gregoria Francisca de Santa Teresa (1738), algo fantasiosa.
Siendo monja, adquirió una amplia formación religiosa, pero también aprendió Gramática, Latín, y cierta cultura literaria para lo que tenía gran facilidad.
Escribió poesía religiosa, una obra de teatro, perdida, que llama de Coloquio espiritual a la beatificación de san Juan de la Cruz (1675), que se representó en un colegio de religiosos de Sevilla y después en el de San José, según señala Hormigón (1996). Por consejo de su confesor, redactó una Autobiografía que pudo leer Torres Villarroel y de la que incluye algunos fragmentos en su Vida ejemplar, pero cuyo paradero es desconocido.
Monja de profundas convicciones religiosas hizo carrera en su convento, donde desempeñó con gran celo el puesto de maestra de novicias y de priora.
En 1706 salió de él para fundar un convento de la Orden en Puente de Don Gonzalo, pueblo que se integró en el XIX en el actual Puente Genil (Córdoba), donde permaneció varios años. Vuelta a Sevilla, siguió con su perfeccionamiento espiritual con experiencias místicas, llegando a tener fama de santa y con poder para hacer milagros. Murió en 1736.
Lo más interesante de su producción es la poesía que se conserva parcialmente en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de España con el título de Poesías de la Venerable Madre Gregoria Francisca de Santa Theresa, con interesantes anotaciones sobre las circunstancias espirituales de su creación, y editada en París con el nombre de Poesías de la Venerable Madre Gregoria Francisca de Santa Teresa (1865), con un retrato de la monja y un prólogo de Antonio de Latour, un texto que recoge casi los mismos poemas del manuscrito con algunas variantes. Sus composiciones son religiosas y místicas, en la línea de Santa Teresa, a quien recuerda en “A Santa Teresa”. Afirma el marqués de Valmar: “Se distingue por la exaltación mística. Todas las impresiones de la vida cobran en su ánimo un carácter intenso de espiritualidad y amor divino [...] Y lo singular es que su afán de morir, aunque vivo y profundo, nada tiene de amargo y de sombrío. No emana del desaliento de la vida, ni de los tormentos del desengaño; es el ansia de subir a la mansión beatífica de los justos, de gozar de la presencia de Dios sin velo y sin distancia” (Augusto de Cueto, 1952).
Menéndez Pelayo (1884: 64-65) la considera “como uno de los últimos destellos de la poesía mística en el siglo XVIII”. Emplea los símbolos habituales de la poesía amorosa, popular y culta (pastorcillo, oveja, zagaleja, tórtola enamorada, fuego de amor) que vierte a lo divino; junto a otros que proceden de la literatura sacra tradicional o de las Sagradas Escrituras (pastor, nave, esposo, barquilla). En ocasiones sus versos adquieren una mayor hondura espiritual. Entonces navega por las oscuras galerías del alma donde se palpan las inquietudes interiores: la necesidad de salir de la tierra a la que se siente encadenada, la valoración de la virtud heroica, el deseo vivo y gozoso de la muerte para llegar a Dios, el goce y contemplación beatífico de la divinidad, la vehemencia oracional, la serenidad o la inquietud del alma agitada, sentidas alternativamente.
Sor Gregoria Francisca de Santa Teresa hace una poesía suave y delicada, rehuyendo los excesos conceptistas, con predominio de los metros cortos y ligeros: romance, letrilla, romancillo, redondilla, endecha (Emilio Palacios Fernández, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La calle Sor Gregoria de Santa Teresa, al detalle:
Colegio Mayor Hernando Colón, de José Gómez Millán.
Facultad de Farmacia
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