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jueves, 9 de marzo de 2023

Los principales monumentos (Cementerio de la Santísima Trinidad; Edificios civiles; Iglesia parroquial del Divino Salvador; y Tejada) de la localidad de Escacena del Campo, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Cementerio de la Santísima Trinidad; Edificios civiles; Iglesia parroquial del Divino Salvador; y Tejada) de la localidad de Escacena del Campo, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     Municipio onubense perteneciente a la comarca de El Condado. Su término municipal cuenta con una superficie de 135 Km2. Limita con la provincia de Sevilla y tiene como municipios vecinos al norte El Castillo de las Guardas, al este Aznalcóllar, Sanlúcar la Mayor y Castilleja del Campo, al sur los municipios onubenses de Chucena y Manzanilla y al oeste Paterna del Campo y Berrocal.
Reseña histórica breve
     La ocupación humana de este territorio se remonta al segundo milenio a.C. Se trataba de una sociedad básicamente agropecuaria. Pero los principales yacimientos arqueológicos se corresponden con Tejada La Vieja y Tejada La Nueva, situadas al Norte del actual núcleo de Escacena, y datada la primera en el siglo IX a.C. (Márquez, M., 1993, 5). Los orígenes de Escacena están muy ligados a los asentamientos de Tejada desde tiempos protohistóricos hasta la Baja Edad Media.
     El poblado de Tejada La Vieja se convirtió en un centro comercial y metalúrgico de cultura tartéssica. Se atestigua en él la presencia de murallas, útiles, viviendas y un cuidado viario. Dominaba el acceso de un área minera y metalúrgica, centrada en la obtención, manipulación y comercialización de la plata, el cobre y el plomo de la Sierra de Tejada y, minas de Aznalcóllar y la Cuenca Minera de Riotinto (Blanco A., y Rothemberg, B., 1982). Desde Tejada La Vieja se procedía al transporte del mineral para el embarque en el río Guadiamar, por entonces navegable. El Yacimiento de Tejada la Vieja ocupa una superficie de unas 12 hectáreas rodeado de muralla con bastiones.
     En torno a siglo IV a.C. se producen cambios en aspectos económicos, el comercio se desplazó e intensificó en la zona de los puertos de Cádiz, repercutiendo negativamente en Tejada la Vieja, sumiéndose ésta en una profunda crisis que desemboca en su paulatino abandono.
     Es en este momento cuando toma protagonismo el yacimiento de Tejada la Nueva. La Ituci romana (nombre del asentamiento en esa época) se convertirá así, en torno al siglo II a.C. en una de las ciudades más importantes del bajo Guadalquivir llegando a acuñar moneda propia. En época romana tiene también origen el actual emplazamiento de Escacena, en sus inicios una villa romana a la que van uniéndose otros núcleos de población.
     Hacia el 713 tiene lugar la conquista musulmana del Campo de Tejada pasando a denominarse la ciudad de Tejada con el nombre de Talhyata. De época almohade (s. XII) son los restos de muralla de tapial que se conservan en Tejada la Nueva y que denotan un asentamiento de importancia en la zona. En torno a 1253 se produce la conquista cristiana de la zona de manos de Alfonso X. Tras este momento la población de Tejada se va desplazando hacia otros núcleos poblacionales al parecer por motivos de salubridad, será en este momento cuando la población de Escacena se ubique en su emplazamiento actual.
     La existencia en el s. XVI de varios edificios religiosos y su notable población muestran los perfiles de un pueblo ya de cierta entidad entre los de su comarca. En 1575, Felipe II trató de vender la villa a Francisco de Guzmán, Marqués de la Algaba. Pero será la ciudad de Sevilla quién costee el pago, evitando que saliera fuera de su jurisdicción.
     Escacena perteneció a Sevilla hasta 1833 momento en el que se crea la provincia de Huelva y pasa a depender de ella.
Patrimonio cultural y artístico
     Destaca la Iglesia Parroquial del Divino Salvador catalogada como Bien de Interés Cultural. Su historia constructiva se extiende desde el inicio de su construcción el s. XVI hasta la 2ª mitad del XVIII época a la que corresponde su cuerpo de campanas.
     El Yacimiento Arqueológico de Tejada la Vieja (s. VIII a.C) declarado también BIC.
Fiestas y tradiciones
     Destaca su Semana Santa con tres Hermandades que procesionan el Jueves y Viernes Santo: Hdad. De Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, Hdad. Del Cristo de la Veracruz y María Santísima de la Soledad y Hdad. Del Sto. Entierro y María Santísima en su Soledad.
     Romería de San Isidro a mediados de Mayo celebrada en el entorno de Tejada la Nueva.
     Las Cruces, celebradas en julio en torno a la Santa Cruz de la Calle Tejada y la Santa Cruz de Abajo.
     Fiestas Patronales en Honor de la Virgen de Luna, Patrona de la localidad, que comienzan en torno al 13 de agosto con el Pregón y tienen su momento cumbre con la procesión de la Patrona el día 15 de agosto.
Recursos económicos y sociales
     La actividad económica del municipio se centra en la agricultura fundamentalmente de secano (trigo, girasol). También olivos destinados a la producción de aceite y algunas hectáreas de su famoso garbanzo comercializado a través de una cooperativa con la marca “Campo de Tejada”.
     La ganadería es de escasa relevancia en Escacena y la industria es reducida, además del sector agroalimentario y de empresas destinadas al abastecimiento de la población, la hostelería. En el Polígono Industrial de la localidad se ubican empresas del sector de la construcción y servicios fundamentalmente.
Gastronomía
     Destaca un producto agrícola fundamental en la zona, el garbanzo. Respecto a la repostería la especialidad del municipio son las “orejas de Abad”, dulce a base de harina, huevo, aceite y aguardiente consumido sobre todo en Semana Santa (Diputación Provincial de Huelva).
      Su nombre tiene origen en una villa romana. Se trataría, pues, de la villa de Scatius, es decir, Villa Scatiana. Escacena del Campo, en el Partido judicial de La Palma del Condado, se halla situada a 61 km. de la capital, emplazada sobre una colina a 172 m. de altitud. Cuenta con 2.182 habitantes, que viven fundamentalmente de la agricultura, cereales, girasol, algodón y olivo, así corno de la ganadería. Escacena pertenece geográfica e históricamente al Campo de Tejada, en cuyo actual término municipal se hallan enclavadas las ruinas de antiguas ciudades de ese nombre (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Escacena del campo, pueblo que se proclama cuna turdetana y tartésica, ofrece en su iglesia del Divino Salvador una combinación de elementos mudéjares y barrocos que, además, aportan la originalidad del torreón almohade que forma el núcleo central del crucero. En el interior destacan la pila medieval gallonada, el retablo mayor ejecutado en el siglo XVII y un retablillo de finales del XVI (el de la Virgen de los Reyes) en cuya mazonería se insertan tablas inspiradas en el romanticismo decimonónico.
     Desde Escacena se aconseja tomar la carretera que conduce a Aznalcóllar. A unos 5 km se ubica la aldea de Tejada la Nueva. Más que aldea, lo que realmente puede verse son los muñones de un antiguo recinto for­tificado que rodea un cerro surgido en la vega. Afirman los historiadores que la muralla se formó en dos fases: la primera aporta los sillares romanos procedentes del cercano yacimiento arqueológico de Tejada la Vieja, llegando a tener 14 torres rectangulares; la segunda, aprovechando los cubos y lienzos existentes, configuró en época almohade una cerca de tapial de considerable altura. Además de ruinas nostálgicas, hay una fuente romana.
     Siguiendo la carretera con dirección al Coto Nacional de la Pata del Caballo, un letrero señala la desviación a Tejada la Vieja. Una senda de tierra conduce al lugar, que dista unos 2,5 km. El yacimiento se extiende a lo largo de más de 6 ha y ocupa una elevación estratégica que permite controlar un extenso territorio. Desde el siglo VIII a.C. hasta el IV, fue un importante centro comer­cial y metalúrgico de la cultura tartésica. Una muralla de piedra caliza rodea el perímetro de la ciudad, en la que son visibles los cimientos de las casas y el trazado urbano. Esto es lo que queda: los restos arqueológicos y el paisaje como testigos de una cultura que fecundó esta parte de la geografía (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guiarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).

Cementerio de la Santísima Trinidad
     El cementerio se encuentra al noroeste de la población, en la prolongación de la calle Maravilla, adosado a la Ermita de la Santísima Trinidad. Ofrece un conjunto de interés por su imagen urbana. De planta trapezoidal, se entra por el lado menor a un recinto unitario, rodeado en su perímetro por nichos, con un paseo central ajardinado, (cuenta con un pozo) rematado en un crucero. Lo rodea una tapia seguida y enjabelgada, en el frente se une a la fachada de la Ermita y remata con merlones curvilíneos. Cuenta con dos palmeras y algún ciprés de porte, el pavimento es de cemento ruleteado. El acceso se realiza por una explanada baldía a la que abre tanto el cementerio como la Ermita, la cancela es de hierro en hueco recto con montera y cerámica representando a la Santísima Trinidad. La de la Ermita es de madera, en hueco de medio punto y espadaña convertida en arco de medio punto con imagen cerámica de la Virgen del Carmen. La Ermita tiene una artesa repintada pero graciosa, uno de los muros está girado, esto y el mal estado de la cubierta afecta a la techumbre. Son de interés el pozo y el crucero en ladrillo aplantillado. Según al Ayuntamiento la construcción data del s. XIX y se hizo conjuntamente con la vecina iglesia. En esta se colocan las placas correspondientes a los sacerdotes, aunque los cuerpos se entierran afuera (las hay desde 1881 a 1974). Hay una placa en el cementerio conmemorativa de una reconstrucción en 1954, siendo alcalde D. Manuel Escobar Oliva y bendecido por D. Pedro Cantero Cuadrado. Las placas más antiguas son de 1945. Hay un solo panteón de 1920 (Tirado). Por hundimiento de los nichos sufrió una reconstrucción en 1977. En la fecha del trabajo (1987) el Ayuntamiento preveía el traslado del cementerio debido a la situación inconveniente respecto a los vientos (además hay una vaquería vecina). El Cristo que hay en la Capilla, un crucificado, se conoce como el Señor de Tejar y tiene mucha devoción en la zona, por esta razón se hubo de disponer que no permaneciera encendida más de una vela, ya que su proliferación estaba deteriorando la imagen (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Edificios civiles
     Carece de edificios civiles de carácter relevante. Su caserío es el habitual en  la campiña, con rasgos abundantes de nuevas edificaciones en el s. XIX. Entre la calle Sol y la de la Fuente, hay restos arquitectónicos de aspecto fortificado, que mezcla sillares y ladrillos en hiladas o formando arcos de descarga. Entre el material de acarreo aparece un cipo romano  insertado  en  el  muro. El Ayuntamiento actual fue remodelado en 1983 por el arquitecto José María Morales Lupiáñez. Ubicado en la Calle Mesón, nº 5, su fachada pre­senta dos plantas, con vanos simétricos, puerta con dos ventanas y tres balcones.
     Del caserío destacaremos, en la calle Virgen de Luna, los números 9, 11 y 17. La Casa Recto­ral, en la calle Virgen de Luna, nº 3, presenta fachada de dos plantas. Puerta con azulejo de la Virgen de Luna entre dos ventanas con rejas salientes de hierro en la parte inferior, y otras dos en la superior, que coinciden simétricamente con las inferiores. En la Plaza de Andalucía está el molino de aceite de la Cooperativa del Campo de Ntra. Sra. de Luna. Su torre rectangular presenta cuatro jarros sobre pedestales en sus ángulos, y en el central se yergue la veleta rematada por la cruz. Dicha torre, encalada, se fecha en 1884. La Estación de Ferrocarril, de la compañía M.Z.A., inaugurada el 15 de marzo de 1880, sigue un modelo que se repite en Niebla, Villalba y Villarrasa (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Iglesia parroquial del Divino Salvador
     Esta parroquial consta de tres naves, crucero y capilla mayor. Las dos arquerías divisorias de naves se componen de arcos ojivales doblados que apean sobre pilares rectangulares con resaltes e impostas. La nave central, más alta y ancha que las contiguas, se cubre con bóveda de cañón; en cambio, son de colgadizo las techumbres de las naves laterales.
     Adosada a la antigua portada mudéjar del edificio, se construyó una torre fachada, cuyo cuerpo inferior, que da acceso al templo, se cubre con bóveda vaída. En el último tramo de la nave principal se instaló el coro bajo, obra del siglo XVIII. A esta misma centuria corresponde el coro alto, situado sobre la puerta abierta a los pies del templo. Su datación queda ratificada por la decoración pictórica y por las caprichosas yeserías en forma de rocallas. Las tribunas laterales del coro alto también son obra del Setecientos. Am­bas, con idéntica morfología, se disponen sobre sendas bóvedas de cañón con lunetos, impostas y pinjantes.
     El núcleo central del crucero es un torreón almohade, cúbico, cubierto con media naranja sobre pechinas, cuyas gruesas murallas ostenta­ban al exterior almenas y merlones. Enlaza con los brazos del crucero, obra posterior adosada a principios del Setecientos, mediante sendos arcos apuntados. La capilla mayor, acabada en testero plano es una construcción del último tercio del siglo XVIII. Abre al crucero gracias a un gran arco triunfal de medio punto.
     En los exteriores, una vez más se combinan elementos mudéjares y barrocos. Del conjunto sobresalen la torre, la espadaña y las portadas. Contigua a la torre, en el flanco sur, formando ángulo recto con ella, hay una pequeña espadaña. Tiene un solo cuerpo, compuesto por un arco de medio punto entre dos pilastras toscanas, sobre cuyo entablamento monta un ondulante co­ronamiento, rematado por tres jarras vidriadas. De las dos portadas laterales, la más importante es la del lado de la epístola. La del evange­lio es una puerta adintelada entre dos pilastras toscanas; sobre su entablamento, dos remates flanquean un ventanal ciego. Y la de la epístola, obra del siglo XVIII, está formada por dos cuerpos: el inferior presenta una puerta adintelada y enmarcada por una quebrada moldura, en cuyo plegamiento central aparece la bola del mundo, signo del titular.
     Accediendo por la puerta principal, ubicada a los pies del templo, en la torre fachada, se llega en primer lugar a la capilla bautismal, situada en la nave del evangelio. Tras abrir las rejas de hierro forjado, en ella se encuentra una magnífica pila de tosca piedra caliza, en forma de copa gallonada, posiblemente del Bajo Medievo. Al fondo de la estancia, la escultura de un Cristo crucificado, en cartón piedra, de principios del siglo XVII, con brazos articulados.
     En el coro alto encontramos un interesante lienzo, de escuela sevillana de mediados del XVIII, con un raro tema iconográfico relativo a la Stma. Trinidad. Abrahám arrodillado, confiesa en la encina de Mambré: «Tres vi y uno adoré». Ya en la nave del evangelio, después de un lienzo de la Piedad, con angelotes llorosos, de factura popular, hay una puerta de cuarterones tallados, con orejeta y penacho con cáliz, que cierra un armario de la Hermandad Sacramen­tal. Seguidamente vemos un retablo de estípi­tes de mediados del s. XVIII, dedicado al Stmo. Cristo de la Vera Cruz. Este Crucificado, escultura en madera policromada es obra de Rafael Barbero Medina. Sobre su cabeza, tres potencias de plata de la primera mitad del s. XVIII. La Soledad de María es también obra de Barbero, realizada en 1949.
     Pasada la puerta norte, en apretado espacio, y sobre un fondo de pintura mural en forma de dosel con corona imperial y cortinas sostenidas por ángeles, encontramos un retablo de Ánimas, de la segunda mitad del s. XVIII. El tema central lo constituye un lienzo de Rafael Blas Rodríguez, del año 1941. En el ático, un lienzo de principios del XVII representa la Misa de San Gregorio. Por un arco de medio punto, con sencillas rejas de hierro forjado, accedemos a la Capilla de Ntro. Padre Jesús. Un retablo de un solo cuerpo y tres calles separadas por columnas corintias entorchadas y rematado por frontón triangular, alberga la figura de Cristo con la cruz a cuestas, obra de Agustín Sánchez-Cid Agüero, de 1942; luce potencias de plata de la primera mitad del s. XVIII. A su lado, la imagen de vestir de Ntra. Sra. de los Dolores adquirida en 1947. A la izquierda del Nazareno, se encuentra un Niño Jesús Salvador, realizado por Rafael Barbero Medina en la década de los cuarenta del pasado siglo XX. Adosado a uno de los machones que sostiene la bóveda central, se encuentra el retablo de la Virgen del Carmen, procedente, según se dice, del antiguo convento de Carmelitas. El retablo es clasicista. En la amplia capilla del lado del evangelio del crucero, hallamos tres retablos. El primero, de Santa Teresita del Niño Jesús, recompuesto con pilastras, columnas y moldurón de un retablo de la segunda mitad del s. XVIII.
     Un confesionario que se halla a continuación presenta también ornamentación de rocallas, con el emblema del Salvador.
     Le sigue el retablo de San José, de la misma época que el anterior. En la hornacina central, la talla en madera policromada del Santo Patriarca, de la segunda mitad del XVII, según el modelo iconográfico difundido por el taller de Roldán. En el ático, un relieve reproduce el Sueño de San José. La mesa de altar se adorna con temática floral propia del estilo chinesco del último tercio del XVIII. Todo ello responde al círculo de Julián Jiménez.
     El tercer retablo de este brazo del crucero es el de la Virgen del Rosario, que actualmente ocu­pa la Virgen de los Reyes. Su morfología nos remite a las obras sevillanas de entre 1680 y 1700, del círculo de Bernardo Simón de Pineda. Una pequeña puerta da acceso a la Sacristía, con cajonera de finales del XVIII. Hay varios cuadros de factura popular San José con el Niño, el Salvador y la Divina Pastora.
     Preside el templo la Capilla Mayor con el retablo dedicado al Salvador del Mundo, titular de la parroquia, realizado hacia las dos últimas décadas del s. XVII. Al centro de éste, aparece un gran tabernáculo adornado con columnillas salomónicas, racimos de uvas y hojas de vid con angelotes atlantes. En la hornacina del cuerpo central, una imagen del Corazón de Jesús, que fue bendecida en 1897. Presidiendo el conjunto retablístico, la figura de Jesucristo Salvador, escultura en madera policromada de José Cerero Solá, año 1980, con aprovechamiento de una cabeza antigua. En la de la izquierda, Santiago el Mayor escultura del mismo Cerero Solá, de los años 70. En el segundo cuerpo figuran el Divino Salvador al centro, y, a los lados, los grandes Padres de la iglesia hispanovisigoda, San Isidoro y San Leandro, imágenes en madera y telas encoladas, labradas y doradas a un tiempo con el re­tablo. Todo el conjunto se remata con penachos, perinolas y cartelas.
     En los paramentos laterales figuran sendos lienzos: una copia de la Multiplicación de los Panes, del Hospital de la Caridad, de Murillo, obra del pintor local Francisco de Vargas Cerro, realizado en el año 1878. Y una Piedad. Dos ángeles lampareros exornan el arco toral. El tornavoz del púlpito del lado del evangelio es obra de carpintería de fines del XVII. De la capilla mayor alicatada en 1924, podemos pasar a la hermosa cripta, construida  hacia 1780 para enterramiento del clero parroquial.
     El brazo del crucero del lado de la epístola está presidido por el retablo de la Virgen de Luna, patrona de la villa. El camarín central lo ocupa la titular, imagen de candelero para vestir obra de Cerero Solá, de 1959. Seguidamente vemos el retablo de la Inmaculada, de estilo rococó del último tercio del s. XVIII. En la hornacina central, la escultura, en madera policromada, de la Inmaculada Concepción, obra anónima sevillana del s. XVII. Sobre la clave del arco, enmarcado en rocallas, una pintura reproduce la Anunciación. En el ático, un gran medallón circular ostenta la pintura de los Desposorios.
     En parangón con el retablo de la Virgen del Carmen, en el espacio que antecede a la bóveda central, o cabecera de la nave de la epístola, se encuentra el retablo de San Antonio.
     Frontero a la del Nazareno hay una pequeña capilla, dedicada hoy a la Virgen de los Reyes. En ella se encuentra un interesante retablito, que podemos identificar como el contratado por la Cofradía del Rosario de Escacena con Miguel Adán, arquitecto, en 27 de febrero de 1597. Terminado éste, se concertó con Vasco de Pereira la decoración pictórica, el dorado y la policromía, el 17 de octubre de 1597. En el banco hay un tabernáculo en cuya portezuela aparece el Buen Pastor, flanqueado por dos pequeños cuadritos con San Pedro y San Pablo, de medio cuerpo. Los laterales presentan los monogramas de Jesús y de María, entre roleos vegetales bajorrenacentistas de matizado colorido.
     El espacio central del único cuerpo lo ocupa hoy la Virgen de los Reyes, escultura en madera policromada, obra de Barbero Medina, de 1948. En las calles laterales debían ir cuatro pinturas con los Santos Juanes, San Francisco y S. Jerónimo; y en el ático, la Virgen del Rosario entregando el Niño a Santo Domingo. Hoy los lienzos que hay, propios del romanticismo decimonónico son: San José con el Niño, la estigmatización de San Francisco, Cristo y la Samaritana ante el pozo de Sicar y la Magdalena penitente. Y en el ático campea la Santísima Trinidad.
     Contiguo a la puerta de entrada del lado sur, un gran mural cubre su paramento, con la tradicional iconografía de San Cristóbal, de José Rubira. El mural del santo protector contra la muerte repentina, pue­de fecharse hacia 1770. Presenta un fuerte colorido, y se ve coronado en su parte superior por molduras de rocalla, del tallista José de Mantis, natural de Escacena, y por restos de una pintura, que reproduce un dosel sostenido por corona imperial y ángeles.
     Al fondo de la nave se encuentra el Cristo yacente, tallado en 1991 por José María Cerero Solá. La nueva imagen de la Soledad de María Santísima es obra de Juan Antonio González García, Juan Ventura, bendecida el 5 de marzo de 1995. En una pared de la misma nave se expone un interesante lienzo con el tema de la Anunciación, de escuela sevillana del s. XVIII. En el centro de la iglesia, se levanta el coro bajo, graciosa pieza de albañilería barroca, con facistol de madera de la misma época. A los pies, la tribuna del Coro alto, en forma de cuello de paloma, con decoración pictórica del rococó. Sobre la imposta de los últimos pilares aparecen sendos campaniles o tintinábulos.
     De la orfebrería destacan unas crismeras de hacia 1600, de plata lisa. Tres cálices de plata y un ostensorio de plata sobredorada del estilo purista de la primera mitad del siglo XVII. Más avanzado el siglo XVII fue labrado un ostensorio de plata sobredorada. Es de notar un relicario, con un lignum crucis, de cobre dorado de 1722. Un cáliz del s. XVIII, de plata sobredorada. De fines del s. XVIII es un copón, que abunda en temas decorativos de rocallas. Del s. XIX se con­servan dos atriles de plata (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Consta de tres naves, delimitadas por arcos mudéjares apuntalados sobre pilares que a los pies terminan en coros. La nave central se cierra con bóveda de cañón, con arcos perpiaños. A los pies de cada nave aparecen coros volados. A la nave central le corresponde una torre de dos tramos.
     El presbiterio se cubre con una cúpula mientras que la nave central lo hace con una bóveda de cañón que presenta la particularidad de que su eje no es perpendicular al crucero. Esta bóveda aparece como girada hacia el lado derecho que el párroco relaciona con la postura de Cristo yacente. El techo de las naves laterales es de madera.
     A la nave central le corresponde una torre fachada interior-exterior. Posee dos puertas. La portada de la nave de la Epístola es grandilocuente y consta de vano adintelado entre pilastras, entablamento y un segundo cuerpo en el que se encuentra una hornacina entre pilastras que se remata con frontón.
     La cubierta en las naves es a dos aguas y permite ventanas de clerestorio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Tejada
     En la carretera de Aznalcóllar pueden verse restos del recinto amurallado de Tejada la Nueva. Su recinto está trazado siguiendo la topogra­fía del terreno, las faldas de un pequeño cerro que se eleva sobre la fértil vega, a cuyo campo da nombre. Su urbanismo, según lo delatan las fotografías aéreas, a la espera de una sistemática excavación, parece tener un trazado hipodámico, de origen romano. Pueden localizarse dos de sus puertas y diecisiete torres de la cerca, así como una fuente romana al borde de la calzada. Según Alfonso Jiménez, en los lienzos de la muralla se pueden reconocer dos etapas superpuestas: la más antigua, romana. Los sillares, al parecer, proceden de Tejada la Vieja. Este lienzo de muralla llevaba catorce torres, de planta rectangular, proyectadas al exterior y próximas en­tre sí. La segunda etapa correspondería a la época almohade. Aprovechando el trazado romano, se montó sobre él una cerca de tapial, armada con palos, de considerable altura, en gran parte desmochada. Junto a los restos de lienzos de muralla de Tejada la Nueva, se encuentra la ermita de San Isidro Labrador, levantada en 1959. En ella se venera la imagen de la Virgen de Luna, que Barbero Medina realizó para la parroquial, a mediados de los años 40 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Tejada la Nueva.
El castillo de Tejada La Nueva se encuentra ubicado en Tierra Llana en pleno Campo de Tejada, concretamente en una zona en la que abundan los suelos muy fértiles y en el que este recinto debió destacar como punto estratégico de comunicación, al estar ubicado en un contexto territorial de paso de vías históricas.
     El recinto fortificado documentado en Tejada presenta una fábrica de muros de tapial sobre un zócalo de mampostería, y con un número indeterminado de torres que flanqueaban el perímetro murario, de las cuales sólo se conservan hoy día dos de planta cuadrangular con sillares en la base y en las esquinas y con paramentos de tapial.
     Tejada La Nueva presenta un periodo de ocupación continua desde época turdetana hasta prácticamente el siglo XVI. En época turdetana se construye una muralla, que posteriormente será reutilizada por los romanos y de nuevo por los almohades. De la primera cerca no existen evidencias arqueológicas, sin embargo de la construida en época romana aún se pueden observar algunos restos en superficie (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Tejada la Vieja
. La ciudad amurallada de Tejada la Vieja se encuentra ubicada en un cerro amesetado, con una posición estratégica entre la campiña onubense y la sierra. En conexión directa con una amplia zona minera, donde se encuentra el importante centro de producción de Aznalcóllar, entre otros. Su localización respondería a la vinculación con este ámbito, tanto en lo que se refiere a producción como distribución del mineral.
     Este sitio arqueológico iniciaría su ocupación probablemente en el siglo VIII a.C., encontrándose ya amurallado desde los primeros momentos y con una fase final de ocupación en el siglo IV a.C. La primera fase detectada se adscribiría al período desarrollado entre fines del siglo VIII y fines del VII a. C., cuya cronología coincide con la construcción de la muralla. Para la realización de ésta se aprovecha la topografía, adaptándose a la pendiente del cerro y utilizándose mampuestos de calizas colocados en seco, sin ningún tipo de argamasa.
     Esta estructura compuesta de un doble paramento y con un relleno interior fundamentalmente de cascotes y tierra, se dispone en talud y se refuerza mediante contrafuertes. Los más antiguos son de planta circular y se realizan con la misma técnica constructiva y material que la muralla, mientras que a finales del siglo VI a.C. se añaden otros contrafuertes, en este caso de pizarras y planta cuadrangular, y con una técnica más cuidada. También en este momento se construye un nuevo lienzo que puede ser uno de los mejores ejemplos de las remodelaciones y cambios del asentamiento en este período.
     En cuanto a las viviendas documentadas se adscriben a la tipología de planta cuadrangular, con paredes de tapial y adobe sobre una base de piedra, pero en la actualidad no hay restos de alzados, encontrándose estos materiales en derrumbes. En líneas generales, los pavimentos son de dos tipos, de arcilla apisonada o formados por pequeñas lajas de pizarra. Este tipo de viviendas se relaciona directamente con los contactos que tiene la población autóctona con los fenicios.
     Junto a estas viviendas han aparecido edificios de mayor envergadura, también de planta rectangular, considerados públicos, fundamentalmente por sus grandes dimensiones. En uno de estos edificios se localizaron numerosos restos de ánforas, lo que llevó a la conclusión de que se trataba de un almacén público.
     Por otro lado, también se han documentado tahonas que se construían en las calles. Estos espacios se utilizaban para las labores domésticas como la producción del pan, aunque también podían usarse para la fabricación de textiles.
     Del mismo modo, las intervenciones arqueológicas permiten conocer la trama urbana del asentamiento desde finales del siglo VI a.C. hasta el momento de su abandono total. Las edificaciones se organizan en manzanas y calles, bien distribuidas y organizadas, mientras que en el interior de las manzanas no se observa la misma estructuración, dado que las nuevas estructuras se van adosando con forma de "L" a las más antiguas. Estos estudios aportan una información muy valiosa para el período tartésico y turdetano, con la evolución del poblamiento de la ciudad y los cambios económicos, ideológicos,.etc., que esto supone.
     En cuanto a la actividad metalúrgica, se han documentado espacios cuya finalidad se relaciona con estas labores por la presencia de restos de instrumental, escorias y estructuras. Algunas de estas últimas se podrían interpretar como lavaderos de mineral. Para algunos investigadores, la actividad minero-metalúrgica fue fundamental en el desarrollo de este poblado, por lo que la crisis minera de la zona y los cambios económicos que conllevó este hecho tuvieron como relación directa el despoblamiento del asentamiento. Otros autores, en cambio, inciden en la vinculación con Aznalcóllar, con el objeto de controlar el camino de Riotinto y sus minas. Esta última hipótesis se basa en lo que consideran una escasa evidencia de labores metalúrgicas en el yacimiento (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
   
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Cementerio de la Santísima Trinidad; Edificios civiles; Iglesia parroquial del Divino Salvador; y Tejada) de la localidad de Escacena del Campo, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

Más sobre la provincia de Huelva, en ExplicArte Sevilla.

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