Hoy, 7 de marzo, es el Día Mundial de los Cereales, y teniendo en cuenta que una Alhóndiga era una casa pública destinada para la compra y venta del trigo. En algunos pueblos sirve también para el depósito y para la compra y venta de otros granos, comestibles o mercaderías que no devengan impuestos o arbitrios de ninguna clase mientras no se vendan, hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Alhóndiga, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Alhóndiga es, en el Callejero Sevillano, una calle que se encuentra en los Barrios de la Alfalfa, San Bartolomé, Santa Catalina, y la Encarnación-Regina; en el Distrito Casco Antiguo; y va de la confluencia de las calles Capataz Antonio Santiago, Gerona, y Santa Catalina, a la calle Boteros.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Al menos desde el s. XIII se denomina calle de la Alhóndiga, con ligeros cambios en su grafía, al largo tramo comprendido entre la iglesia de Santa Catalina y la plaza de San Leandro, ya que allí se ubicaba la alhóndiga del pan, es decir, el mercado y pósito central de granos de la ciudad.
El tramo que va de San Leandro a Boteros era conocido durante los siglos XIV y XV como calle de la Espartería, por la presencia en ella de estos artesanos, y más tarde, con seguridad desde 1602 pero probablemente antes pasó a llamarse Tiro, desconociéndose su origen. En 1868 se acordó extender la denominación de Alhóndiga, por un lado, a parte de la antigua calle de Santa Catalina (un corto tramo entre la iglesia y Gerona) y, por otro, a Tiro. En ocasiones se ha afirmado que otra antigua denominación de Alhóndiga fue Mesones; sin embargo, se trata de una adscripción errónea, que tiene su origen en la existencia también aquí de albergues y posadas y en su proximidad a la antigua Mesones (hoy primer tramo de Cabeza del Rey Don Pedro).
La calle presenta un marcado trazado norte-sur y es considerada como parte del cardo máximus de la Híspalis romana, integrado por Abades, Corral del Rey, Cabeza del Rey Don Pedro y Alhóndiga, que terminaba en la puerta de la muralla romana a la altura de Santa Catalina; este eje fue posteriormente prolongado hasta la puerta de la Macarena a través de Bustos Tavera y San Luis. Alhóndiga se configura pues, como una vía larga, proporcionalmente estrecha, con frecuentes entrantes y salientes, resultado de proyectos de alineación no culminados. En la década de 1930 fue abierta la calle Juan de Mesa, que alteró sustancialmente la perspectiva de esta vía en su primer tramo, al dejar exenta la iglesia de Santa Catalina. Es cruzada por Descalzos y confluyen en ella, por la acera de los pares, Almirante Apodaca, Dormitorio, y por la de los impares, Juan de Mesa, Niño Ricardo y la plaza de San Leandro. Antaño contó Alhóndiga con adarves y callejones, a los que frecuentemente se alude por la acumulación de escombros e inmundicias, y desde finales del s. XVIII son frecuentes las peticiones de los propietarios de las casas colindantes para ocuparlo. De ellos, sólo se ha conservado la barreduela de Doña Juana Ponce (Niño Ricardo); los restantes se han perdido, tales como el callejón de Camello, cuyo proceso de ocupación está bien documentado, o el de Torquemada, del que constan referencias del s. XVII u otros, de los que resulta difícil rastrear su historia, ya que ni siquiera poseen nombre propio, y se alude a ellos de forma genérica como "una callejuela angosta"; Santiago Montoto menciona asimismo Matauri como adarve de Alhóndiga.
La ubicación de la alhóndiga ha marcado la historia de esta calle, caracterizada por el continuo tránsito de carruajes, por la permanente ocupación de la vía con mercancías y animales por la existencia de "posadas y mesones" de mulos. Las alhóndigas eran construcciones típicas de las ciudades andalusíes cuya función era la de servir de almacén y mercado de los principales productos de consumo, y de todas ellas la más importante fue siembre la alhóndiga del pan. La de Sevilla continuó tras la Reconquista, fue reedificada en 1492 y entonces la puerta principal pasó a la actual Almirante Apodaca. En el s. XVI contaba con su propio tribunal de justicia. Alonso Margado la describía así a finales de la misma centuria: "Para lo tocante a la provisión de pan tiene en la collación de Santa Catalina unas casas principales, que de su nombre tomó el suyo la calle del Alhóndiga, con sus patios y alholíes, y muy grandes salas altas y baxas, capaces de todo el trigo, harina, cevada y de cualquiera otras semillas, que en ella también se encierran por vía el pósito, para la provisión de esta gran ciudad, con una excelencia que yo no he oydo de otra casa semejante de todo el reyno" (Historia de Sevilla...). En el s. XVII la armería de la ciudad se trasladó desde la Torre del Oro a unas salas de este edificio, y todavía se conservaba un despacho de pólvora y municiones a mediados del s. XIX. En el último tercio del siglo pasado la Alhóndiga perdió su funcionalidad como mercado de abastos de la ciudad y se realizaron distintos proyectos de reutilización, como el de una escuela pública (1880) o una casa de socorro (1891), y en ocasiones fue utilizada para dar alojamientos a familias que habían quedado sin vivienda tras una riada (1875); finalmente se decidió levantar en su lugar el Palacio de Justicia, cuyas obras se dieron por finalizadas en 1907. Tras el traslado de éste, a finales de la década de 1960, el edificio estuvo largo tiempo vacío, llegando a ser popularmente conocido como el "palacio de los gatos", dado el estado de abandono en el que quedó; actualmente ha sido rehabilitado y alberga la Hemeroteca, el Archivo Municipal y el Archivo Provincial.
El incesante paso de carro y carretas que iban a descargar a la Alhóndiga exigía una continuada atención a su empedrado. De 1424 hay noticias de un burdo sistema de pavimentación a base de cascotes y escombros: "avia fecho echar con sus omes e bestias en la calle de la dicha Alfondiga para adobo della, por la mucha agua e lodo que en la dicha calle se fasian, contia de tresyentas e setenta cargas de rripio..." (Sec. 16, 1423, núm. 85); en 1502 se elevó una petición para que se empedraran Tiro y Alhóndiga, petición a la que siguieron otras muchas, pero todavía a principios del XVII se volvió a "henchir de cascotes y arena". Más tarde se suceden distintos acuerdos municipales para empedrarla, que alternan con protestas del vecindario y usuarios de la Alhóndiga sobre el estado de deterioro de la pavimentación, tal como lo denunciaba la prensa en 1854 al recoger la noticia de que los mozos de las posadas de Alhóndiga y Mesones estaban reparando los baches del pavimento "porque los trajineros se iban a otras posadas por no atravesar aquel despeñacarros" (El Porvenir, 30-XI-1954). No deja de ser significativo también que en 1859 sea ésta una de las calles seleccionadas para realizar pruebas del nuevo pavimento de asfalto. Ya en el s. XX ha sido objeto de varias reforma de su pavimentación, pues continúa resintiéndose del trasiego que soporta, bastante caótico por la inadecuación del trazado de la vía a las características del tráfico rodado actual, como bien describe Ferrand: "centro también condenado a la estridencia, con camiones que pretenden pasar, y pasan, por esquinas imposibles, ejerciendo el derecho de avasallar aceras en complicadas y lentas maniobras. Zona de bullicio por sus tiendas y bares, por la confluencia de otros barrios con esa artería convencional que une el centro con la ronda, tras no pocos recovecos" (Calles de Sevilla).
Pero no sólo registra movimiento y tránsito de carruajes por la carga y descarga de mercancías, sino que la Alhóndiga da lugar así mismo a una serie de actividades: talleres de artesanos, posadas y fondas para los arrieros, etc., pero de todas ellas puede decirse que las más importantes derivan de que, al menos desde el s. XIV, Alhóndiga fue designada, junto con la plaza de San Francisco, como lugar de concentración de las bestias de carga que entraban en la ciudad, y no sólo las que allí se dirigían a descargar; allí se encontraban los mesones de los mulos de alquiler, se vendía la paja, se trasquilaban las bestias de carga o se procedía a su herraje; y todo ello en plena calle, ocasionando una gran animación y bullicio, pero al mismo tiempo reiteradas quejas de los vecinos, que veían incluso taponado el acceso a sus viviendas, y el Ayuntamiento dicta prohibiciones que en poco deberían ser respetadas: "Acordose... teniendo presente el perjuicio que se sigue al público, en las cargas de paja que para su venta se ponen en la calle Alhóndiga, y de las esquilas que continuamente se hazen en ella de cabalgaduras, y para evitarlo, se pregone que con ningún pretexto se ponga ni venda en dicha calle Alhóndiga carga alguna de paja, sino en la plazuela de este nombre, ni que tampoco se hagan esquilas de cavalgaduras en ella ni en las puertas de los mesones, si no es dentro de los mismos mesones y en la plazuela del Carvón..."(Sec. 10, 1751, f. 91 vº.). Esta población transeúnte y habitual de la Alhóndiga se caracterizaba por su caracter pendenciero, y ya Mateo Alemán los tomaba como punto de referencia de vagabundos y gentes de mal vivir: "¡Oh, si valiese algo para consumir otro género de fieras!. Estos, que lo mienhiestos y descansados andan ventoleros, desempedrando calles, trajinando al mundo, vagabundos, de tierra en tierras, de barrio en barrios, de casa en casas, hechos espumaollas, no siendo en parte alguna de ningún provecho, ni sirviendo de más que -como los arrieros de la alhóndiga de Sevilla- de meter carga para sacar carga, llegando y trayendo mentiras, aportando nuevas, parlando chismes, levantando testimonios, poniendo disensiones, quitando las honras, infamando buenos, persiguiendo justos, robando haciendas, matando y martirizando inocentes" (Guzmán de Alfarache).
El desmantelamiento del mercado de la Alhóndiga ha supuesto la pérdida de buena parte de la vitalidad y actividad de esta calle, aunque todavía en 1900 Laffón la recordaba como "pululante, con sus tiendecillas, sus mesones, sus gentes afanadas y trajineros" (Sevilla del buen recuerdo). Actualmente el centro de la actividad comercial del barrio ha pasado a Francisco Carrión Mejías, vía de nueva formación, mientras que en Alhóndiga se conservan comercios más tradicionales y en decadencia. En cualquier caso, esa actividad comercial y artesanal se concentra en el primer tramo, hasta la plaza de San Leandro, mientras que en el segundo es prácticamente inexistente. Cabe hacer mención de la pervivencia de un tradicional cine de verano, con su fachada pintada de un color verde llamativo.
En conjunto, las edificaciones son viviendas de carácter modesto y alternan las unifamiliares de patio, de tres plantas, de la segunda mitad del XIX, con las casas de escalera del primer tercio del XX; en las proximidades de la plaza de San Leandro se está procediendo a la sustitución del caserío primitivo por casas de pisos de cuatro plantas. Merece destacar la núm. 53, de dos plantas y áticos con vanos, recientemente rehabilitada y, lógicamente la iglesia de Santa Catalina, que desde la apertura de Juan de Mesa ha quedado exenta e incluso un tanto distante de Alhóndiga. Santa Catalina es una iglesia mudéjar de tres naves, del s. XIV, que ha sido objeto de importantes reformas a lo largo de los siglos, e incluso su portada no es la original, sino que procede de la iglesia de Santa Lucía, también mudéjar, desmontada en 1930.
A pesar de su larga historia, hay escasas referencias a personajes ilustres que allí vivieran, tan sólo al presbítero Rodrigo de Cervantes, en el s. XIV, y al poeta Juan de Arguijo. Como parte de la principal vía de acceso desde Córdoba, fue recorrida por comitivas regias que, entrando a la ciudad por la Puerta de la Macarena, se dirigían a la Catedral o a los Reales Alcázares; de ellas cabe mencionar la del rey Fernando el Católico en 1508, la de la infanta Isabel de Portugal cuando vino a casarse con el emperador Carlos I, o la del propio emperador unos días más tarde [Josefina Cruz Villalón, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Alhóndiga, 53 acc. y 55. Casa de dos plantas y ático con vanos, en la actualidad tapiados, flanqueados por pilastras pareadas, y en el centro dos hornacinas superpuestas. En el interior merecen destacarse la bóveda ovalada de la escalera y una puerta en el patio con la cruz de Malta [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la celebración del Día Mundial de los Cereales;
Cada 7 de marzo celebramos el Día Mundial de los Cereales, para resaltar su importancia en el consumo humano, animal y en la fabricación industrial de diversos productos.
Los cereales son granos provenientes de las plantas de la familia de las poáceas, con un alto contenido de vitaminas, minerales e hidratos de carbono.
La palabra cereal proviene del latín Ceres (nombre en latín de la Diosa de la Agricultura).
Se estima que surgieron durante la revolución neolítica y el desarrollo de la agricultura, introduciéndose en la dieta alimenticia de los seres humanos desde hace unos 10.000 años.
Se han obtenido diversas variedades de alto rendimiento de cereales (como el trigo y el maíz) durante la segunda mitad del siglo XX, en la denominada Revolución Verde (1960 a 1980).
Algunos de los cereales más conocidos son los siguientes:
Trigo.
Cebada.
Arroz.
Maíz.
Centeno.
Avena.
Sorgo.
Cebada.
Mijo.
Existen otras especies de plantas que se asemejan a granos denominadas "falsos cereales" o "pseudocereales": girasol, quinoa, amaranto y alforfón.
Los cereales son utilizados para el consumo humano y animal. Igualmente se emplea en la fabricación industrial de varios productos (alcohol etílico, bebidas alcohólicas, productos farmacéuticos, suplementos vitamínicos, productos de cuidado personal, entre otros).
Se ha demostrado que el consumo de cereales integrales sin refinar ayudan a la prevención de las siguientes enfermedades:
Diabetes tipo 2.
Enfermedades cardiovasculares.
Cáncer colorrectal.
En algunos cereales como el trigo y el maíz se desarrollaron procedimientos para incrementar la producción, derivando en proteínas de baja calidad y con un elevado contenido de hidratos de carbono. Su consumo excesivo puede generar algunas enfermedades crónicas, tales como:
Diabetes tipo 2.
Presión arterial alta.
Enfermedades cardiovasculares.
Obesidad.
El trigo, la avena, el centeno y la cebada contienen gluten, que pueden generar los siguientes trastornos relacionados con el gluten:
Enfermedad celíaca o celiaquía (es un proceso autoinmune que lesiona al intestino, otros órganos y tejidos).
Sensibilidad al gluten no celíaca.
Ataxia por gluten: (descoordinación en el movimiento de las partes del cuerpo: dedos y manos, brazos y piernas, movimientos oculares).
Dermatitis herpetiforme.
Alergia al trigo.
Por otra parte, la cebada se utiliza en la fabricación de cerveza y malta. El trigo y otros cereales con gluten se emplean en la elaboración de pan, pastas y productos de repostería (www.diainternacionalde.com).
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Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.
La calle Alhóndiga, al detalle:
Edificio calle Alhóndiga 53 acc. y 55.
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