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martes, 25 de junio de 2024

Los principales monumentos (Iglesia Nuestra Señora de los Remedios, Edificio San Luis, Museo del Trompo, Casa de los Pardo, Iglesia de San Juan de Dios, y Puerta de Estepa) de la localidad de Antequera (X), en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia Nuestra Señora de los Remedios, Edificio San Luis, Museo del Trompo, Casa de los Pardo, Iglesia de San Juan de Dios, y Puerta de Estepa) de la localidad de Antequera (X), en la provincia de Málaga.


Iglesia Nuestra Señora de los Remedios

     La fundación de los Franciscanos Terceros tuvo lugar en 1519 en un lugar apartado del casco urbano, conocido como las Suertes. La lejanía de esta primitiva instalación y la creciente veneración de la Virgen de los Remedios, que una leyenda había convertido en una entrega del apóstol Santiago a fray Martín de las Cruces, nombrada Patrona de Antequera en 1546, plantearon la necesidad de buscar un establecimien­to en la ciudad, lo que se consiguió, tras largos pleitos con la comunidad agustina, en 1607, primero de forma provisional y poco después en el lugar que hoy conocemos. Está documentada la participación de los maestros Gonzalo Yáñez y Fernando de Oviedo en la edificación de la iglesia a partir de 1628, cuando la construcción ya estaba empezada. Las obras se dilatarían en el tiempo: la capilla mayor fue concluida en 1697, y habría que esperar a las primeras décadas del XVIII para ver terminados el camarín mayor y el lateral de la nave del Evangelio, dedicado a la Virgen del Tránsito. La planta desarrolla una cruz latina, con tres naves, la central más alta y ancha que las laterales, y cabecera plana. Cubren la nave principal, los brazos del crucero y el presbiterio, bóvedas de medio cañón con lunetos y fajones, y las laterales, bóvedas vaídas, siendo elíptica la que ciñe la capilla del Sagrario, en la nave del Evangelio. El crucero se destaca con una cúpula de media naranja con óculos en cuatro de los ocho plementos, rematándose con linterna. Arquitectónicamente configuran espacios de interés los camarines. El de la Virgen de los Remedios, en el presbiterio, presenta planta hexagonal con pilastras corintias y bóveda semiesférica rematada en cupulino, ornamentada con yeserías. El de la Virgen del Tránsito, de planta circular y mismo tipo de bóveda, muestra un ornato rococó más tardío.
     Al exterior, de original disposición, la iglesia está precedida de un compás, en cuya tapia se abre una portada manierista rematada por una hornacina con la imagen titular, en barro cocido, flanqueada por vanos enrejados. La fachada del templo, muy sobria, habilita un sencillo acceso en arco de medio punto resguardado por un pórtico con arquería de triple luz apoyada en dos columnas toscanas de caliza roja del Torcal. Remata el conjunto una espadaña de piedra, de dos cuerpos, construida en 1630. Las dependencias conventuales son utilizadas desde 1845 como Ayuntamiento.
     La iglesia es depositaria de un rico patrimonio. Ocupa el testero mayor uno de los retablos más importantes de Antequera, construido en el primer tercio del XVIII por el entallador y estuquista antequerano Antonio Rivero, dorándose entre 1734 y 1737. La espléndida ensambladura articula sus tres calles mediante cuatro enormes columnas salomónicas. La imagen titular, protegida y realzada por un ingenioso templete dorado, realizado por Miguel Asencio en 1721, es obra de transición gótico-renacentista de principios del XVI, repolicromada en sus estofados y carnaciones por Miguel Márquez en 1816. Poseedora de un rico ajuar, una parte se encuentra depositado en el Museo. El programa escultórico del retablo se completa con las imágenes de San Miguel, San Bartolomé, San Francisco y San Luis Rey de Francia, en las repisas laterales, y el dinámico grupo de Santiago entregando a fray Martín de las Cruces la imagen de la Patrona, en el ático.
     Uno de los capítulos más notables del programa ornamental es la pintura al temple que, organizada en recuadros, cubre los paramentos y las bóvedas del templo, prácticamente en su totalidad, ejecutadas en el último tercio del siglo XVII, con la participación de varios talleres y pintores. En la bóveda central se despliegan pasajes de la vida de San Francisco; los paramentos del crucero y de la capilla mayor recogen escenas de la vida de la Virgen, de San José y San Antonio, acompañadas de santos Padres de la iglesia y los Evangelistas; los plementos de la cúpula se reservan para distribuir alegorías de santos, toda una corte celestial y las figuras de la Trini­dad y la Virgen. El resto de los muros se llenan de una menuda decoración de roleos vegetales en color.
     En el muro de los pies de la nave del Evangelio destaca un lienzo de grandes dimensiones de la Inmaculada, del estilo de Mohedano. En la ca­pilla del Sagrario se encuentra una interesante escultura de la Virgen del Rosario, relacionada con el círculo de Pablo de Rojas, y policromía renovada a finales del XVIII. En esta nave se sitúa otra pieza a resaltar: el retablo de San Mi­guel, ocupado por una buena copia del lienzo de Guido Reni; en el mismo retablo, un busto de Dolorosa del estilo de Mena, posible obra de Miguel de Zayas. La siguiente capilla, más bien camarín, contiene una de las obras más singulares del templo, la Virgen del Tránsito, escultura de vestir anónima, fechada hacia 1770, yacente en una cama de aparato de estilo rococó. Y en el testero del crucero otra pieza sobresaliente, el grupo escultórico de la Virgen de los Ángeles o del Refugio, de Andrés de Carvajal, al igual que las pequeñas de San Joaquín y Santa Ana, del siglo XVIII.
     A ambos lados del retablo mayor, en los testeros de las naves del Evangelio y de la Epístola, se levantan sendas maquinarias doradas que enca­jan las esculturas de San José y San Antonio de Padua, respectivamente, de Andrés de Carvajal. Una nueva serie de obras singulares recorre esta última nave: la puerta de cuarterones de acceso a la sacristía, tallada por fray Francisco Núñez en 1699, con emblemas de los Terceros; un gran cuadro de altar con la Coronación de la Virgen, de estilo murillesco; La Aparición de la Virgen con el Niño a San Cayetano, firmado por Fernando Farfán hacia 1668; Santiago entregando la Virgen de los Remedios a fray Martín de las Cruces, de finales del siglo XVII; imagen de San Severo, a la manera de José de Medina, y el Cristo de las Suertes, Crucificado de comienzos del siglo XVI, perteneciente al primitivo monasterio. La iglesia, declarada Monumento en 1973, es la sede canónica de la Hermandad de la Esclavitud de María Santísima de los Remedios Coronada, Patrona y Alcaldesa Perpetua de Antequera (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La actual iglesia, cuyas obras estaban ya iniciadas en 1628, fue dirigida a partir del citado año por los maestros Gonzalo Yáñez y Fernando de Oviedo. La capilla mayor no estaría concluida, sin embargo, hasta 1697. El camarín del altar mayor corresponde a la primera década del siglo XVIII, y aún más tardío es el de la Virgen del Tránsito, situado en la nave del Evangelio. La planta es de cruz latina, con naves laterales y cabecera plana. La nave central, mucho más alta que las laterales, se cubre con bóveda de medio cañón con fajones y lunetos, al igual que los brazos y presbiterio; el crucero eleva bóveda de media naranja con linterna sobre pechinas lisas. Por otra parte, los tramos de las naves laterales se cubren con bóvedas vaídas y la de la reducida capilla del Sagrario con bóveda elíptica. El alzado de la cruz es de gran sobriedad -respondiendo a un diseño de manierismo desornamentado- con pilastras y entablamento dórico recorriendo todo el templo. Sin embargo, la abigarradísima decoración al temple, que cubre muros y bóvedas, hace de este interior un ejemplo fundamental del barroco andaluz.
     El camarín de la Virgen Patrona, ubicado tras el retablo mayor, tiene planta hexagonal con pilastras corintias dobladas en los ángulos que voltean arcos de medio punto y entablamento; éste recibe las pechinas en las que apoya la bóveda semiesférica rematada en cupulino. Todo ello presenta una finísima decoración de yeserías que se distribuye de manera graciosa. El otro camarín, el de la Virgen del Tránsito se sitúa en la nave del evangelio, tiene planta circular y tanto en el módulo de sus pilastras como en la ornamentación de la bóveda evidencia su carácter tardío y rococó.
     El cuerpo bajo de la iglesia fue revestido de jaspe en la primera mitad del siglo XVIII, fechándose los pilares torales en 1736, el basamento del cancel en 1741 y más tarde, en 1761, se realizó el púlpito.
     El exterior de la iglesia presenta una disposición bastante original en su fachada de los pies, estando precedida de la tapia del compás en la que se abre una portada de pilastras almohadilladas que remata en hornacina con imagen titular en barro cocido. La fachada propiamente dicha es muy sencilla con acceso de arco de medio punto cobijado por un pórtico cuyo tejadillo apoya en tres arcos y estos en dos columnas toscanas sobre plintos en caliza roja del Torcal. La interesantísima espadaña, realizada en 1630 por el cantero Pedro de Arévalo, es totalmente de piedra y presenta dos cuerpos con dos y un claro respectivamente.
     La primera fundación de Antequera de los Franciscanos Terceros se hizo en el año 1519 en el lugar llamado de las Suertes, situado no lejos de la fuente de la Yedra. Allí comenzó a ser venerada la pequeña imagen de la Virgen de los Remedios, entregada a fray Martín de las Cruces por el apóstol Santiago, según cuenta una piadosa leyenda de la época; siendo traída repetidas veces hasta la ciudad en rogativa por causa de las más diversas calamidades. Lo alejado del emplazamiento del monasterio y el gran aumento de la devoción de la imagen de los Remedios, hizo que fuera nombrada patrona de la ciudad en 1546, animando a los frailes a trasladarse a Antequera, lo que, desde el primer momento, provocó la interesada oposición del resto de las órdenes religiosas, particularmente los Agustinos, que veían amenazada su preponderancia. Tras varias gestiones se llevó a cabo el traslado en 1607, instalándose provisionalmente en la esquina de las calles de San Bartolomé y Estepa, pasando poco después a ocupar el emplazamiento definitivo, casi enfrente del anterior (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Catalogado como iglesia, tiene un altar mayor presidido por un enorme retablo barroco con columnas salomónicas cuya exuberancia choca nuevamente con la sobriedad y sencillez del exterior del templo. Es la patrona de la ciudad y el edificio está declarado como Monumento Histórico-Artístico Nacional.
     Según la leyenda, el apóstol Santiago entregó a Fray Martín de las Cruces la imagen de la Virgen de los Remedios que es traída repetidas veces hasta Antequera en rogativa, por causa de las más diversas calamidades. Ante esta gran devoción, es nombrada patrona de la ciudad y los padres Franciscanos Terciarios se establecen en 1607 en calle Estepa, centro de la localidad.
     La actual iglesia de los Remedios es obra de los maestros González Yáñez y Fernando de Oviedo. Las obras en 1628 ya comenzadas, se dilatarían hasta 1697.
     La fachada presenta una disposición bastante original estando precedida de una tapia de carácter manierista. La del buque del templo es bastante sencilla destacando un pórtico cuyo tejado se apoya en dos columnas toscanas y la bellísima espadaña totalmente realizada en piedra que data de 1630.
     La planta de la iglesia es de cruz latina, con naves y capillas laterales, presentando cabecera plana. La nave central, mucho más alta que las otras, se cubre con bóveda de medio cañón, dividida en cinco tramos mediante arcos fajones dobles. El crucero queda cubierto por una cúpula de media naranja.
     En general la arquitectura de este interior responde a un manierismo muy sobrio y elegante, que contrasta con la vistosísima decoración al temple que recubre todas sus paredes y bóvedas, así como con el muy barroco retablo mayor.
     La escultura de la Virgen de los Remedios, es obra de principios del siglo XVI, en la que se advierte la transición del gótico al renacimiento (Diputación Provincial de Málaga).

Edificio San Luis

     Jerónimo Cuervo es au­tor también del Edificio San Luis, en la calle Infante Don Fernando, creado como sede del Colegio de segunda enseñanza San Luis Gonzaga en 1880, hoy Fundación Municipal de Cultura (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     El proyecto de edificio es de 1878 y su diseño se corresponde a la propuesta del arquitecto Jerónimo Cuervo González. Su presupuesto fue de 102.211 pesetas, subvencionando el estado las obras en 80.000 pesetas. El inmueble se piensa para sede del colegio de segunda enseñanza San Luis Gonzaga. En un primer momento se encarga el proyecto al arquitecto Fernando de la Torriente, que no prosperó. Su obra concluye en 1880. El resultado final, es un edificio con tres fachadas de estilo dentro del historicismo eclético, de adscripción neoclásica (Ayuntamiento de Antequera).

Museo del Trompo
     Un arquitecto antequerano reúne en su casa más de 500 ejemplares de este juego y él mismo se encarga de mostrarlos a los visitantes que quieran ver la exposición.
     Pocos son los que no saben qué es un trompo, aunque entre la juventud este juego tradicional ya no es tan popular. Pero la dedicación de un arquitecto antequerano, Sebastián del Pino Cabello, ha conseguido que en su ciudad sea tan popular como antaño. Y una vez conquistada su ciudad a golpe de trompo, también lleva años promocionando este juego fuera de la ciudad del Torcal. Muchos colegios han recibido su visita para hacer apología del trompo. Y sin lugar a dudas que lo ha conseguido, porque es habitual que se dispare la venta de este tipo de juguete tras sus conferencias.
     Ahora ha querido dar un paso más y rendir un homenaje al trompo con la creación del primer museo de España dedicado a este juguete. Y para ello ha colocado en sus vitrinas los más de 500 trompos que conforman su colección y la de su familia, a la que se han sumado algunos ejemplares artesanales que han sido aportados por varios de sus amigos. Eso sí, lo hace de manera totalmente altruista y por su amor al trompo. La visita es gratis y él personalmente se encarga de atenderla.
     El museo está instalado en la parte baja de su propia casa, y una vez dentro se convierte en un regreso al pasado para aquellos que han pasado horas bailando el trompo. Además, Sebastián no duda en hacer una demostración de su habilidad con algunos de los ejemplares más sorprendentes, como el denominado como mágico, que aunque no tiene punzón para girar consigue darse la vuelta y hacerlo sobre su parte superior del eje. Pero si alguno de ellos llama la atención es el llamado levitador. Verlo flotar en el aire sin nada que lo sujete llama poderosamente la atención. Es entonces cuando entra en juego la parte educativa de este juguete, que permite explicar diferentes conocimientos físicos con estos pequeños trucos a base de la utilización de las energías, el peso o los magnetismos. Tampoco duda en demostrar su habilidad con el trompo acrobático, con el que logra hacer figuras de todo tipo en el aire utilizando la cuerda o alguna parte del cuerpo.
     Como cualquier museo que se precie, también tiene sus joyas. Entre ellas se encuentran trompos llegados de países tan distintos como México, Grecia, Rusia o Israel. Precisamente, es el israelí una de los más destacados. Otros más modernos también tienen su atractivo, como aquellos que su eje está formado por un lápiz y permite hacer figuras al girarlo.
     No obstante, en el recorrido también se pueden encontrar otros juegos tradicionales, como la volaora, la carraca o la escopeta de caña, un raro ejemplar del que muchos hablan pero pocos saben cómo construirla (Málaga Hoy).

Casa de los Pardo

     En el primer tercio del XVII se edificó otro inmueble singular, la casa de los Pardo, en la calle Infante don  Fernando, hoy sede de una institución bancaria, uno de los más bellos edificios civiles de la ciudad y muestra fundamental de la arquitectura civil manierista. La fachada, único elemento original llegado a nuestros días, concluida en 1636, ofrece un cuidadoso trabajo de proporciones tripartitas y una excelente valoración plástica de los elementos arquitectónicos (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La fachada, concluida en 1636, queda resuelta en la proporción 3 x 3, dándosele una entidad más definida a la calle central, en la que se inserta la portada. El diseño general, que posiblemente se deba al mismo arquitecto que trazó el muro exterior de los Remedios, parece inspirado en algún tratado de arquitectura de los que entonces circulaban en España.
     Este edificio, que antaño perteneció a la familia de los Pardo, fue adquirido en 1.931 por el Banco Hispano Americano para instalar en él sus oficinas. Aunque en un principio apenas sufrió reformas en su interior, posteriormente fue demolido todo salvo la importante fachada.
     Sin duda se trata de uno de los más bellos edificios civiles de Antequera y de un ejemplar fundamental dentro de la arquitectura doméstica del manierismo en Andalucía. En la actualidad, sin embargo, sólo se conserva de su obra primitiva la fachada, espléndidamente restaurada en 1975 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Situada frente al Ayuntamiento, esta casa que antaño perteneció a la familia Pardo, es uno de los más bellos edificios civiles de la ciudad a la vez que ejemplar de fundamental importancia dentro del manierismo doméstico andaluz.
     De su construcción primitiva sólo conserva la fachada que, concluida en 1636, fue espléndidamente restaurada en 1975. Dividida en tres plantas y tres ejes, concede una entidad más definida a la calle central en la que se inserta la portada aunque todos los elementos que la componen están estudiados para contribuir a una idea de conjunto, hecho reflejado incluso en el material utilizado, tratándose de piedra arenisca en su totalidad (Diputación Provincial de Málaga).

Iglesia de San Juan de Dios
     A su llegada a Antequera en 1667, los Padres Hospitalarios de San Juan de Dios se instalaron de forma provisional en el hospital de Santa Ana. No será hasta 1696 cuando se inicie la fábrica de la iglesia que finalizaría en 1716. Las obras del convento y del hospital se prologaron hasta finales del siglo XVIII. De esta última institución se mantienen el patio principal, de planta irregular, circundado por una arquería de medio punto sobre columnas toscanas -la galería alta ha sido muy reformada posteriormente-, y la caja de escalera, única muestra en Antequera de tipología «imperial». La planta de la iglesia repite el sencillo esquema de cruz latina de una única nave, con crucero poco profundo y cabecera rectangular plana, desde la que se accede a la sacristía. Cubre el desarrollo longitudinal una bóveda de medio cañón con fajones y lunetos, al igual que la sacristía, reservándose para el crucero una cú­pula semiesférica rematada en linterna. Especial protagonismo cobra la inaudita profusión ornamental a base de yeserías, ideada y dirigida por el maestro alarife Tomás de Melgarejo. A este complejo programa se debe el que la iglesia sea considerada una joya del barroco andaluz. Los paramentos, bóvedas, lunetos, cúpula del crucero y pechinas se recubren con una exuberante, carnosa y dinámica labor de estuco blanco sobre fondos pintados de azul. Los motivos vegetales se combinan con filigranas, figuras de ángeles y una variada fauna, como los pegasos de los capiteles.
     La sobriedad del esquema en planta se repite en la fachada del templo, en piedra arenisca de las ruinas de Singilia Barba. En un rectángulo, encajado entre dos pilastras toscanas y entablamento rematado en espadaña, se abre la portada en caliza roja del Torcal que, trazada y dirigida por Melchor de Aguirre, fue ejecutada por Francisco del Castillo e Ignacio Urzueta. Sigue un diseño manierista: el arco de medio punto se halla ceñido por una potente molduración y sendas pilastras toscanas sostienen entablamento y frontón partido para alojar una hornacina con una imagen del santo titular; el escudo de la orden, encerrado en un baquetón de perfil mixtilíneo, corona la composición. La fachada exterior del hospital, muy mutilada y desvirtuada, ha recuperado su fisonomía original tras la restauración de 1986. El conjunto ha sido declarado BIC con categoría de Monumento en 2005.
     Ocupa el testero de la capilla mayor un retablo lucentino atribuido a José Francisco Guerrero, hacia 1759. Preside su hornacina central una delicada escultura de la Inmaculada, de tipo canesco. Completan la ensambladura las tallas de San Joaquín y Santa Ana, y los tres lienzos del ático dedicados a San Pedro, San Pablo y el Calvario.
     Un conjunto pictórico interesante es el que desarrolla pasajes de la Vida de San Juan de Dios, a través de lienzos de Bartolomé de Aparicio, integrados en el programa ornamental de yeserías en los muros laterales del presbiterio, la nave central y el crucero, los pies de la iglesia y la sacristía.
     Entre el patrimonio escultórico de la nave del Evangelio destacan una imagen de San Rafael, talla de vestir del siglo XVIII, en el retablo del primer tramo, y el Cristo de la Salud, crucificado del siglo XVII; en el crucero, en una ensambladura con columnas salomónicas, una singular Inmaculada, anónima sevillana de mediados del XVIII. En el retablo colateral del crucero de la Epístola se encuentra una imagen de vestir de San Juan de Dios, obra granadina del último tercio del XVII.
     La sacristía concentra una buena representación de la producción de Bartolomé de Aparicio, con una serie de lienzos realizados entre 1710 y 1712: además del pasaje dedicado a la vida de San Juan de Dios, ya nombrado, las figuras individuales de los Doce Apóstoles, El Salvador, La Virgen Dolorosa y la Exaltación de la Cruz, siguiendo en aquellos los modelos del grabador Goltzius (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La Iglesia tiene planta de cruz latina, cúpula en el crucero y cabecera plana. La nave, brazos del crucero y la capilla mayor se cubren con bóveda de medio cañón con fajones y lunetos decorados con rica yesería. En los muros perimetrales se abren vanos de medio punto, que albergan retablos, entre pilastras decoradas con macollas vegetales que envuelven querubines, de cuyos capiteles corintios surgen protomos de Pegasos, y sobre los arcos se disponen diversas molduras de estuco acodilladas, que delimitan lienzos cuya iconografía representan pasajes de la vida de San Juan de Dios. En la zona superior de los muros muestra movido entablamento decorado con águilas y palmetas que alternan con cabezas de querubines. 
     La cúpula del crucero descansa sobre tambor y pechinas decoradas con los escudos de los Díez de Tejada, patronos de la capilla mayor. El tambor presenta sólidos machones decorados que sirven de base a los ocho nervios de la bóveda, cuya finísima decoración forma un anillo de palmetas en el arranque del cupulino. El conjunto está decorado en las bóvedas y muros con blancas y movidas yeserías, de rizados estucos, fondeados y fleteados de azul, en los que predominan los motivos vegetales, así como ángeles y determinados temas de una fauna fantástica. 
     La capilla mayor se encuentra a nivel más alto que la nave. La sacristía se comienza a construir en 1701, obra levantada por el maestro Tomás de Melgarejo. Tiene planta rectangular cubierta con bóveda de medio cañón, con lunetos, dividida en tres tramos por arcos fajones.
     El patio del Hospital realizado en la segunda mitad de siglo XVIII es de planta irregular porticado. Presenta en cada frente cuatro arcos de medio punto que apoyan en columnas toscanas sobre pedestales con placas recortadas. En la galería superior, muy reformada, se abren cuatro arcos de tipo carpanel sobre pilares. 
     La escalera está realizada a fines del siglo XVIII. Se encuentra situada en el lado occidental del patio, es de tipo Imperial y está cubierta en los laterales con dos cuartos de esfera avenerados que dan paso a la bóveda central de gajos que se eleva sobre una cornisa mixtilínea. Las pechinas que la soportan se encuentran cubiertas de decoración de hojarasca que envuelven pequeños cuadros. 
     En el exterior, la fachada de la Iglesia se compone de un rectángulo flanqueado de dos grandes pilastras toscanas y entablamento superior sobre el que se levanta la espadaña. La fachada se realizó con piedra arenisca procedente de las ruinas de la ciudad romana de Singilia Barba. La portada realizada en caliza roja del Torcal, es de composición manierista, está compuesta con un vano de medio punto entre pilastras y punta de diamantes en las enjutas, coronado con un frontón semicircular, partido y rematado con pirámides de bolas, que dan paso al segundo cuerpo compuesto de una hornacina central, avenerada, en cuyo interior alberga la imagen del santo titular, entre pilastras y frontón semicircular coronado con pináculos. En la zona superior se abren, a cada lado, dos vanos rectangulares y en el centro coronando la portada se ubica el escudo de la Orden delimitado por molduras mixtilíneas. 
     La cúpula del crucero presenta al exterior el tambor octogonal en el que se abren arquillos bilobulados flanqueados por pilastras. Se cubre con teja de rueda curva sobre armadura de madera con lucernas abiertas en los faldones. La linterna, también octogonal, se compone de arcos de medio punto entre pilastras amensuladas, que sostienen un entablamento denticulado decorado con elementos vegetales. Se corona con tejadillo piramidal de cerámica rematado con un jarrón. 
     La portada del Hospital presenta el modelo de fachada armazón. Se compone de un alzado de tres pisos siendo el tercero de menor altura. En cada planta se abren tres vanos adintelados cubiertos de reja los laterales y con antepecho, también de balaustres de hierro, el balcón del segundo piso y los tres de la planta tercera. La fachada se encuentra flanqueada con altas pilastras. Sus vanos están coronados con frontones de ladrillos, fruto de la restauración de 1986 en la que se le ha devuelto su diseño original. El acceso al interior está flanqueado por pilastras y un frontón partido.
     La orden de los Padres Hospitalarios de San Juan de Dios funda convento en Antequera el año 1667, instalándose de manera provisional en el ya existente de Hospital de Santa Ana, que era fruto de la fusión de cinco pequeños hospitales (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Es otro de los ejemplos arquitectónicos de finales del siglo diecisiete (1696), según diseño y dirección de Melchor de Aguirre. El edificio recibió su bendición como iglesia en 1716, aunque el hospital y el convento no se completaron hasta finales del siglo dieciocho. De sobria fachada y un interior de un barroco exagerado, posee un gran patio central, galerías y crujías alrededor, y su disposición en dos plantas es muy parecida a la de otros tantos edificios de uso similar repartidos por nuestra geografía.
     Su exterior, de gran sencillez, se construyó con piedra arenisca extraída de las ruinas romanas de Sigilia Barba, con excepción del pórtico, construido a partir de piedra caliza roja del Torcal.
     En el interior, la iglesia está decorada con una gran cantidad de yeso blanco que hace que sea una verdadera joya del barroco andaluz. Esta sencilla estructura de planta de cruz latina está casi totalmente cubierta por bóvedas y paredes recubiertas de estuco ondulado dominado por los motivos vegetales, ángeles y una gran variedad de fauna, algunas reales y otras de carácter más alegórico.
     La hornacina central del retablo mayor de la iglesia, atribuido a José Francisco Guerrero, alberga una exquisita escultura de la Inmaculada.
     En el apartado pictórico, lo más destacado es la extensa colección de obras de arte que decora la iglesia y la sacristía, una simbiosis interesante de yeserías y pinturas dedicados principalmente a la vida de San Juan de Dios.
     Elementos supervivientes del edificio del hospital original son el patio central de forma irregular, construido en el siglo dieciocho aunque renovado más tarde, y el estilo “imperial" de la escalera.
     El exterior del hospital fue restaurado en 1986, recuperando su original diseño (Diputación Provincial de Málaga).

Puerta de Estepa
     Las puertas y torres de la ciudad se convirtieron en elementos preferentes de intervención, dada su consideración y emplazamiento referencial. Conforman un conjunto heterogéneo puesto que, despojadas de la utilidad que las vio nacer, perviven en el espacio como monumentos descontextualizados, o bien han cambiado de función en algún momento de su historia, pa­sando a engrosar una tipología diferente. 
     La Puerta de Estepa, o de la Villa, construcción musulmana en recodo, sería sustituida en 1585 por el conocido desde entonces como Arco de los Gigantes o Puerta de Hércules (BIC). La construcción de la Puerta de Estepa, coincidente en fecha y autor con la de Granada, participó del mismo proyecto modernizador, amén de servir de soporte a una reproducción de la benefactora Virgen del Rosario, encargada a Andrés de Carvajal, contribuyendo a la bendición de un espacio que en este punto limítrofe dejaba de ser urbano. La puerta derribada hacia 1930, ha sido levantada de nueva planta en 1998, restituyéndose los dos escu­dos labrados con las armas del corregidor don Rodrigo Navarro y las insignias de la ciudad, custodiados hasta entonces en el Museo (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La Puerta de Estepa, así llamada por ser la entrada de los viajeros procedentes de Sevilla, se construyó originariamente en 1749, obra del alarife municipal Martín Bogas. El arco central, de mayores dimensiones, era usado por los carruajes y los laterales, por los viandantes. En 1931 fue derribada por las dificultades que presentaba para el incipiente tráfico rodado de la ciudad. En 1998 es reconstruida con motivo del 250 aniversario de la Real Feria de agosto de Antequera.
     Su emplazamiento actual dista pocos metros del original y, en estilo barroco, cuenta con varios de los elementos originales como son los basamentos, el escudo real y los del corregidor y la ciudad. Está presidida por la imagen en terracota de Nuestra Señora del Rosario y un azulejo de Santa Eufemia (Diputación Provincial de Málaga).

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