Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Sol, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 21 de junio, es el Día Internacional de la Celebración del Solsticio, y tiene lugar el solsticio de verano, que es el momento del año en que se produce la mayor diferencia de duración entre el día y la noche, y se produce el día más largo del año, lo que marca el inicio del verano, cuando el sol se alinea con el trópico de cáncer (solsticio de cáncer).
Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la calle Sol, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Sol es, en el Callejero Sevillano, una calle que se encuentra en los Barrios de Santa Catalina, y San Julián; en el Distrito Casco Antiguo; y va de la plaza de los Terceros, a la confluencia de las calles Santa Lucía, y Madre Isabel de la Trinidad.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Al menos desde principios del s. XV (1427) es nombrada ya como Sol la mayor parte de esta calle, desde la puerta del mismo nombre hasta la plaza de San Román; el primer tramo, entre las de los Terceros y San Román, era conocido en los siglos XVI, XVII y XVIII como calle de las Cabezas, y desde la fundación del convento de los padres terceros de San Francisco se simultanea con el de calle de los Terceros (o Real de los Terceros), denominación que se impone a finales del XVIII. En 1845 el topónimo Sol se extiende hasta este primer tramo y el de Terceros pasa a denominar a la plaza.
Es una de las calles más largas del sector noreste del casco; a ella se abre por la acera de los impares la plaza de San Román y confluyen Espada y Marteles; por la de los pares lo hacen Matahacas, Gallos y Butrón. Una extensa manzana se extiende desde Butrón a Madre Isabel de la Trinidad, dentro de la cual se conserva un tramo no demolido de la muralla almorávide. De hecho, a partir de la década de 1860, cuando se inicia su demolición, varios vecinos de Sol pidieron ampliar sus terrenos hasta la muralla, cuyo resultado fue la ocupación del llamado Muro del Valle, calle que corría paralela a Sol, entre el Convento del Valle y la Puerta del Sol (plano de Álvarez Benavides, 1868). Ahora, es propósito del Ayuntamiento comunicar Sol con los jardines del Valle a través de la barreduela existente entre los núms. 92 y 94, y volver a dejar exenta la muralla por retranqueo de la linde posterior de las fincas que en ella se apoyan, recuperándose así el primitivo Muro del Valle. Conserva Sol algunas barreduelas, pero en cambio han desaparecido otras de las que constan diversas noticias históricas, tales como el callejón del Diablo, en el tramo primitivamente denominado Cabezas o Terceros, u otro que a través de Butrón comunicaba con el Convento del Valle.
Es Sol una calle larga, estrecha y rectilínea que, al haber sido sometida a varios procesos de rectificación de líneas (entre 1867 y 1943), presenta frecuentes entrantes y salientes. Posee un tramo algo más ancho en su inicio, estrechándose considerablemente a partir de San Román, de forma que, al primarse la circulación rodada, las aceras se reducen a su mínima expresión, es decir, al bordillo de granito, entre Gallos y Butrón, y el tránsito peatonal se hace particularmente incómodo; vuelve a ensancharse algo a partir de Espada, producto claro de una de las alineaciones referidas. Por Sol se canalizaba una de las principales cloacas de la ciudad que desembocaba en la muralla (1427); de ahí que sean frecuentes las referencias a su limpieza y reparación, y en parte relacionado con ello, los acuerdos para pavimentar la calle, que van desde noticias de su enladrillado en 1597 a varias de empedrado desde 1605; es enlosada en 1859 y adoquinada por vez primera en 1898; como la mayor parte de las calles del casco histórico, una capa asfáltica fue extendida sobre el adoquinado en la década de 1960, habiéndose de nuevo pavimentado con adoquín en 1989. El alumbrado eléctrico fue introducido en 1923 en el tramo que llega hasta San Román, y en 1949 en el resto, y hoy se apoya sobre farolas con brazos de fundición adosados a las fachadas.
En la edificación tradicional predominaba la casa unifamiliar, de carácter modesto de dos plantas, a la que a finales del XIX y principios del XX se unió la de escalera con una planta más; todavía se conservan un buen número de ellas, en algunos casos convertidas en casas de vecinos, pero en cambio otras se encuentran en un estado de ruina y abandono absoluto, cuando no han sido sustituidas por bloques de pisos de cuatro e incluso en algún caso de cinco plantas, que acentúan el ambiente sombrío de esta estrecha calle. Como edificios más representativos son de destacar la iglesia y el convento de los Terceros y la Casa del Rey Moro. La iglesia fue construida a lo largo del s. XVII. Consta de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y cúpula sobre el crucero, y amplias capillas laterales; la portada, rematada con varias figuras escultórica presididas por una imagen sedente de la Virgen y el Niño, se fecha en el primer tercio del s. XVIII y, según reza en una lápida fue restaurada en 1944; en ella tiene su sede la Hermandad de la Sagrada Cena, que sale en procesión el Domingo de Ramos, y en 1959 se colocó en la fachada un azulejo que representa a la Virgen del Subterráneo, titular de la cofradía. El convento fue fundado en 1602 por lo padres terceros de San Francisco, quienes permanecieron en él hasta que fueron exclaustrados en 1810; después sería ocupado por las monjas de la Encarnación, hasta que en 1819 retornaron sus antiguos moradores, definitivamente exclaustrados en 1835; más tarde fue convertido en cuartel, que por situarse en una calle estrecha, con difícil y peligrosa salida, ya en 1882 aconsejaba Hauser que fuese quitado de allí; después de permanecer largo tiempo desocupado, actualmente ha sido rehabilitado para albergar dependencias de la administración municipal. En el núm. 103 se ubica la que es conocida como la Casa del Rey Moro, considerada como la casa más antigua de Sevilla, a juzgar por los restos mudéjares conservados y fechados en el s. XV; en tiempos de González de León había en ella una tienda. y más tarde fue convertida en casa de vecinos y se tabicaron los arcos del patio; la Dirección General de Bellas Artes la adquirió e inició el proceso de restauración, pero hace tiempo que las obras se pararon y la Casa del Rey Moro parece haber sido relegada al olvido [afortunadamente ya restaurada y sede de la Fundación Blas Infante].
En tiempos históricos Sol ha registrado una cierta actividad fabril. En 1624 existía en ella un horno de pan, y a mediados del XIX eran varios los maestros herradores y cerrajeros que tenían sus talleres en esta calle, de quienes, por cierto, se quejaban los vecinos porque ocupaban "continuamente las aceras ya con los bancos, ya con las vigornias, ya amarrando las bestias a la puerta o ya, en fin, emporcando el paso por las baldosas con pedazos de clavos, con herraduras viejas..." (El Porvenir, 4-X-1856); también había en el siglo pasado una fábrica de cartones y fósforos. Actualmente Sol registra una gran actividad comercial y de negocios, basada en establecimientos de pequeño tamaño para los que se han reacondicionado las plantas bajas de las viviendas, con predominio de comercios de alimentación y base diaria; existen algunos de carácter tradicional, que ya llaman la atención en la ciudad por su enrarecimiento, como es el caso de un taller de dorados ubicado en el núm. 89. En el ultimo cuarto del siglo pasado salía en procesión en el mes de julio la imagen de la Virgen del Carmen, sita en Santa Catalina, e incluía Sol en su recorrido. Asimismo la celebración de las fiestas de mayo se mantenía viva a principios de la presente centuria y una Cruz se levantaba en la casa núm. 118. El carácter popular de Sol ha sido recogido por varios escritores, entre ellos Pío Baroja cuando en el Nocturno del hermano Beltrán (1929) hace referencia a la casa que un señorito le puso a su querida en Sol; Sierra González al evocar en Sevilla en su cielo ( 1984) el paso del Cristo de los Gitanos, y también A. Burgos, M. Ferrand y N. Salas al hablar de sus casas de vecinos [Josefina Cruz Villalón, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Sol, 42. Casa de dos plantas, de tipo popular, con una reja de estilo plateresco.
Sol, 70 a 74. Casa de dos plantas, de tipo popular.
Sol, 103. Esta casa se conoce con el nombre de "Casa del Rey Moro". Es, sin duda, la casa más antigua que existe en Sevilla, como lo atestiguan los restos mudéjares, fechables en el siglo XV, que se conservan. Ha sufrido bastante su organización al quedar convertida en casa de vecinos, tabicándose los arcos del precioso patio, etc. Recientemente ha sido adquirida por la Dirección General de Bellas Artes para su consolidación y conservación. Consta de dos plantas y al fondo del edificio se abre un amplio jardín. Patio de planta rectangular con arcos inscritos en alfices, en ambas plantas, sobre pilares octogonales en su mayor parte y otros helicoidales o cilíndricos. El salón principal en la crujía de fachada, se cubre con un artesonado de tirantas, de estilo mudéjar [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor el fenómeno del Solsticio:
Tradicionalmente, los solsticios de invierno y verano marcan el cambio de las estaciones junto con los equinoccios de primavera y verano. Sin embargo, hoy en día los meteorólogos utilizan oficialmente los registros de temperaturas para dibujar los límites entre las estaciones. Entonces ¿qué son exactamente los solsticios? ¿Y cómo se han celebrado a lo largo de la historia? Esto es todo lo que necesitas saber:
Los solsticios ocurren porque el eje de rotación de la Tierra está inclinado unos 23,4 grados respecto a la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Esta inclinación provoca las estaciones de nuestro planeta, ya que los hemisferios norte y sur reciben cantidades desiguales de luz solar a lo largo de un año. Desde marzo a septiembre, el hemisferio norte está más inclinado hacia el Sol, lo que da lugar a la primavera y el verano. De septiembre a marzo, el hemisferio norte está más alejado, de ahí que ocurran el otoño y el invierno. En el hemisferio sur, las estaciones van a la inversa.
En dos momentos cada año —los denominados solsticios—, el eje terrestre está más inclinado hacia el Sol. El hemisferio más inclinado hacia nuestra estrella vive su día más largo, mientras que el más alejado vive su noche más larga. Durante el solsticio de verano del hemisferio norte —que siempre cae en torno al 21 de junio—, el hemisferio sur pasa por el solsticio de invierno. Del mismo modo, durante el solsticio de invierno del hemisferio norte —que ocurre en torno al 22 de diciembre—, el hemisferio sur pasa por el solsticio de verano.
También puedes pensar en los solsticios en términos de dónde aparece el Sol en la Tierra. Cuando es el solsticio de verano en el hemisferio norte, el Sol aparece directamente sobre el trópico de Cáncer, la línea de latitud a 23,5 grados norte. (Es el punto más septentrional al que puedes llegar y aún ver el Sol directamente sobre tu cabeza.) Durante el solsticio de invierno del hemisferio norte, el Sol aparece directamente sobre el trópico de Capricornio, al sur del ecuador.
La Tierra no es el único planeta con solsticios y equinoccios; cualquier planeta con un eje de rotación también los tiene. De hecho, los científicos planetarios utilizan los solsticios y equinoccios para definir las «estaciones» para otros planetas de nuestro sistema solar.
Con todo, cabe señalar que las estaciones de otros planetas no equivalen climáticamente a las de la Tierra por varios motivos. En primer lugar, las inclinaciones axiales de otros planetas difieren: el eje de rotación de Venus está inclinado solo tres grados, así que hay mucha menos diferencia estacional entre los solsticios de verano e invierno de Venus que en los de la Tierra. Asimismo, planetas como Marte tienen órbitas menos circulares que la Tierra, lo que significa que sus distancias del Sol varían más drásticamente que las nuestras, con efectos proporcionalmente más grandes en la temperatura estacional.
La inclinación axial de la Tierra desempeña un papel mucho más grande que su órbita casi circular a la hora de gobernar las estaciones anuales. La Tierra realiza su máximo acercamiento anual al Sol casi dos semanas después del solsticio de diciembre, durante el invierno del hemisferio norte. La Tierra está más alejada del Sol casi dos semanas después del solsticio de junio, durante el verano del hemisferio norte.
Durante milenios, culturas de todo el mundo han diseñado formas de celebrar y venerar estos fenómenos celestes, desde construyendo estructuras que se alinean con el solsticio hasta organizando festivales estridentes en su honor.
Aunque se desconoce el propósito de la enigmática estructura inglesa de Stonehenge, este monumento de 5000 años de antigüedad tiene una relación especial con los solsticios. En el solsticio de verano, la Heel Stone del complejo, que se encuentra fuera del círculo de piedra, se alinea con el sol naciente.
En Egipto, las Grandes Pirámides de Guiza también parecen estar alineadas con el Sol. Cuando se ven desde la Esfinge, el Sol se pone entre las pirámides de Keops y Kefrén durante el solsticio de verano, aunque se ignora cómo los antiguos egipcios consiguieron orientarlas de esta forma.
Muchas culturas han descubierto formas únicas de celebrar el solsticio de verano. La festividad escandinava tradicional de Midsummer le da la bienvenida con danza, bebida y romance. Durante la fiesta eslava de Ivan Kupala, la gente lleva coronas de flores y baila alrededor de las hogueras, mientras los valientes saltan sobre las hogueras para asegurarse buena suerte y salud. En una tradición más moderna, los habitantes de Fairbanks, Alaska, celebran el solsticio de verano con un partido de béisbol nocturno para celebrar que tendrán hasta 22,5 horas de luz diurna en verano. El Midnight Sun Game se ha jugado 115 veces desde 1906.
El solsticio de invierno también se celebra. El 24 de junio, a tiempo para el solsticio de invierno del hemisferio sur, el imperio incaico celebraba Inti Raymi, un festival que conmemoraba al poderoso dios sol de la religión incaica, Inti, y celebraba el año nuevo incaico. El festival todavía se celebra en los Andes y desde 1944 se ha escenificado una reconstrucción del Inti Raymi en Cuzco, Perú, a apenas tres kilómetros del hogar del imperio incaico. Los antiguos romanos celebraban el solsticio de invierno con Saturnalia, un festival de siete días que consistía en intercambiar regalos, decorar las casas con plantas y encender velas. Y los iraníes celebran Yalda en diciembre. El festival —un pilar desde que el zoroastrismo fue la religión dominante en Irán— honra el nacimiento de Mithra, la antigua diosa persa de la luz.
Si los solsticios marcan los días con más y menos luz del año, ¿por qué las temperaturas no reflejan eso? En resumen, es porque la tierra y el agua tardan un tiempo en calentarse y enfriarse.
Algunos también creen que, como la rotación de la Tierra está ralentizándose, cada nuevo solsticio bate un nuevo récord de duración del día, pero no es cierto.
Es cierto que la rotación terrestre se ha ralentizado a lo largo de miles de millones de años, a medida que la Tierra perdía momento angular por las mareas de nuestro planeta. Las líneas de crecimiento de los fósiles de corales demuestran que hace más de 400 millones de años, los días en la Tierra duraban menos de 22 horas.
Pero la ralentización gradual de la Tierra no es el único factor involucrado. Imagina un patinador sobre hielo girando sobre los patines; pueden acelerar o ralentizar sus giros dependiendo de cuánto recojan las extremidades. Del mismo modo, los cambios en la distribución de la masa de la Tierra —desde los vientos de El Niño hasta el deshielo de Groenlandia— pueden modificar sutilmente la velocidad de rotación de nuestro planeta.
Teniendo esto en cuenta, se cree que el día más largo desde la década de ocurrió en algún momento de 1912. Duró menos de cuatro milisegundos más que la media reciente (National Geographic)
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La calle Sol, al detalle:
Retablo cerámico de Nuestra Señora del Subterráneo
Placa conmemorativa del Convento de los Terceros
Placa conmemorativa del Convento de los Terceros
Azulejo conmemorativo a Juan Chincoa
Edificio calle Sol, 42
Edificio calle Sol, 70-74
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