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lunes, 29 de abril de 2019

La pintura "Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena", de Villegas Marmolejo, en la sala III del Museo de Bellas Artes


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena", de Villegas Marmolejo, en la sala III del museo de Bellas Artes, de Sevilla.
        Hoy, 29 de abril, festividad de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, que, habiendo ingresado en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a Dios en sí misma y a sí misma en Dios, se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado. Trabajó también enérgica e incansablemente por la paz, por el retorno del Romano Pontífice a la Urbe y por la unidad de la iglesia, y dejó espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual (1380) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la pintura "Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena", de Villegas Marmolejo, en la sala III del museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
      En la sala III del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena", obra de Pedro Villegas Marmolejo (1519-1586), siendo un óleo sobre tabla en estilo renacentista, pintado hacia 1575-80, con unas medidas de 90 x 75 cms., de procedencia desconocida tras la desamortización (1840).

      Esta obra forma parte de un conjunto de dos puertas de un realejo, instrumento musical que equivale a un pequeño órgano. En este caso la escena representada es Santo Tomás de Aquino con Santa Cataliana de Siena, ambos santos dominicos. Aparecen vestidos con el hábito de la orden, arrodillados ante la visión, en rompimiento de gloria, de Jesús Crucificado rodeado de una corte de ángeles. El santo se representa con rasgos de una persona joven y ancha tonsura monacal, portando en la mano derecha la pluma de ave para indicar la importancia de su doctrina. En cuanto a Santa Catalina, ésta aparece con dos de sus atributos más comunes que son la corona de espinas y el corazón que sostiene en su mano derecha (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
      Aunque no es figura de primer rango, la personalidad artística de Pedro de Villegas se significa dentro de la pintura sevillana del siglo XVI como una de las más dotadas de talento y de originalidad creativa. Es por otra parte uno de los pocos pintores nacidos en la ciudad que alcanzó cierta relevancia en medio de un ambiente que de forma general estuvo dominado por artistas extranjeros.

      Nació Villegas en Sevilla en 1519, alcanzando a vivir hasta 1586, siempre en su propia ciudad. Realizó su formación en el taller paterno, puesto que su padre también fue pintor y hacia 1540 inició su trayectoria artística. Su carrera profesional fue brillante, adquiriendo una cómoda posición económica e insertándose también en el ámbito intelectual de la ciudad; Villegas llegó a ser amigo personal de dos destacados humanistas, como fueron Arias Montano y Juan de Malhara.
      Las realizaciones pictóricas de Pedro de Villegas se sucedieron en Sevilla de forma ininterrumpida a lo largo de su vida, siendo una de sus obras más conocidas su intervención en el conjunto pictórico que forma parte del retablo mayor del Hospital de San Lázaro de Sevilla. También es obra fundamental de su producción el retablo de la Visitación que pintó en la catedral de Sevilla para el capellán Diego de Bolaños. Otras obras de notoria importancia son la Virgen de los Remedios, de la parroquia de San Vicente y la Anunciación de San Lorenzo.
      El estilo de Pedro de Villegas deriva claramente del espíritu de la pintura italianizante difundido en la ciudad desde los inicios del siglo XVI. A esta tendencia, asimilada por Villegas de forma muy personal, hay que añadir la progresiva asimilación del espíritu manierista extendido en el ambiente artístico de su época.

      La obra de Villegas en el Museo de Sevilla son dos puertas de un realejo, instrumento musical que equivale a un pequeño órgano; éstas puertas tienen pintadas en su interior representaciones de la Sagrada Familia con San Juan Niño y Santo Tomás de Aquino de Aquino con Santa Catalina. Ambas puertas muestran una notoria calidad en el dibujo de las figuras, especialmente en las presencias de los dos santos dominicos que aparecen arrodillados en actitud de estar contemplando una visión de la gloria celestial. Estas dos pinturas parecen obras de la plenitud de Villegas y por eso su ejecución puede situarse en torno a 1575 (Enrique Valdivieso González, La pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor, la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía, de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia
HISTORIA Y LEYENDA
      Santa dominica del siglo XIV cuya biografía ha sido desleída con prolija abundancia por su confesor Raimundo de Capua, y resumida por Tommaso Caffarini: es lo que se denomina Leyenda Mayor y la Leyenda menor.

      Nacida en Siena hacia 1347 (Según Fawtier, la fecha de su nacimiento debería situarse diez años antes, hacia 1337), era la vigésimoquinta hija de un tintorero que se llamaba Jacopo Benincasa.
      A los siete años hizo votos de virginidad. Como su madre quería casarla, se rasuró la cabeza. Recibida en la tercera orden de Santo Domingo a los dieciséis años de edad, a pesar de la oposición familiar, vistió el hábito negro de las terciarias o Hermanas de la Penitencia (Mantellate).
      En el convento llevó una vida ascética que arruinó su frágil salud. Durante cincuenta días sólo se alimentó de hostias. Curó leprosos y cancerosos. Como el olor fétido de las supuraciones de una cancerosa le producía náuseas, se obligó a chupar el pus que drenaba la llaga.
      Para recompensarla de ese valor sobrehumano, Cristo le mostró la herida de su costado, al igual que una madre presenta el pecho a su recién nacido, y le permitió apoyar los labios en ella, luego la desposó místicamente poniéndole un anillo en el dedo.
      La seráfica virgen profesaba una devoción particular a Sana Inés de Montepulciano. Cuando Catalina visitó la tumba de Santa Inés, en peregrinación, y se inclinaba ante el cuerpo de la Santa para besarle el pie, ésta la levantó hasta la altura de sus labios.
      Se la glorificaba por haber contribuido a traer al papa Gregorio XI a Roma, desde Aviñón. En ocasión del gran cisma de Occidente, tomó partido por Urbano VI.
      Aspiraba a la corona del martirio. Ese consuelo se le negó. Murió en Roma en 1380. Su cuerpo reposa bajo el altar mayor de la iglesia dominica de Santa María sopra Minerva, cerca de Fra Angélico. Pero su cabeza fue reclamada por Siena, su ciudad natal.
      La mayor parte de los rasgos de su leyenda son de origen dudoso. Es cierto que la historia de su Estigmatización fue inventada por los dominicos para competir con San Francisco de Asís. Además, los franciscanos que creían reservar a su patrón el monopolio de este milagro, se empeñaron en discutir la autenticidad de los estigmas de la terciaria dominica.
      Los franciscanos insistían acerca de las "conformidades" de San Francisco de Asís con Cristo. Los dominicos hicieron otro tanto en favor de Santa Catalina de Siena. Es por ello que pretenden que murió a los treinta y tres años, la presunta edad de Jesús en el momento de su Crucifixión. Y hasta le otorgaron el título de esposa de Cristo: "sponsa Christi".
      De ahí nació la leyenda de su Matrimonio místico con Cristo, que es una copia de la leyenda de su homónima, Santa Catalina de Alejandría.
CULTO
      Catalina fue canonizada en 1461 por su compatriota, el humanista de Siena Eneas Sylvius Piccolomini, elegigo papa con el nombre de Pío II.
      En Siena se la llamaba La Santa, a secas, de la misma manera que San Antonio, en Padua, era Il Santo.
      Demasiado tardía como para reivindicar los patronazgos de las corporaciones, ya provistos, su culto se habría mantenido en Siena, local, como el de los Santos Ansano y Galgano, si no lo hubiese difundido la orden de Santo Domingo y el papado.
ICONOGRAFÍA
      No existe retrato auténtico de Santa Catalina de Siena.
      El fresco atribuido a Andrea Vanni en la iglesia de S. Domenico in Camporeggi, al igual que el busto relicario (Sacra Testa) falsamente atribuido a Jacopo della Quercia, que posee la Biblioteca comunal de Siena, son ciertamente obras posteriores a su muerte. La pintura data aproximadamente de 1390 y la cabeza relicario de cobre repujado es del siglo XV.

      Por lo tanto, su iconografía es convencional.
      Vestida con una túnica blanca y el manto negro de las dominicas, lleva en la mano el lirio simbólico de las vírgenes o un crucifijo.
      A veces tiene como atributo un corazón, porque Jesús le habría dado su corazón a cambio del suyo. Tiene la frente ceñida por una corona de espinas, porque cuando Cristo, la invitó a elegir entre una corona de oro y otra de espinas, optó por la segunda. Por último, a la manera de San Francisco, se caracteriza por sus estigmas, de los cuales, a veces, brotan lirios  (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena", de Villegas Marmolejo, en la sala III del Museo de Bellas Artes, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre el Museo de Bellas Artes, en ExplicArte Sevilla.

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