Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Sala III del Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada), de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
El Antiguo Convento de la Merced, actual sede del Museo de Bellas Artes, ocupaba una considerable manzana en el casco histórico de la ciudad. Esta manzana lindaba al norte con la calle Armas -actual Alfonso XII- al este con la angosta calle de los Pasos (llamada desde fines del siglo XVII del Sacramento), actualmente formada por las calles Rafael Calvo, Miguel de Carvajal, al este con la plaza del Museo y al sur daba a la calle Bailén, que era por donde se accedía al antiguo convento medieval.
Su construcción comenzó en 1602 y se ejecutó en estilo barroco sevillano.
El convento se articula en tomo a varios claustros con una escalera imperial que articula los tres principales "llamados Claustro Grande, de los Bojes y del Aljibe", en torno a los que se sitúan las estancias fundamentales del edificio, ahora convertidas en las salas del Museo, y que junto con la iglesia constituyen los elementos más destacados de la Merced (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se dedica esta sala a la escultura y pintura sevillana de finales del siglo XVI y principios del XVII. A Andrés de Ocampo le corresponden los relieves del Retablo de las Dueñas de hacia 1585 y a Miguel de Adán los del Retablo de San Juan Bautista.
El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
El Antiguo Convento de la Merced, actual sede del Museo de Bellas Artes, ocupaba una considerable manzana en el casco histórico de la ciudad. Esta manzana lindaba al norte con la calle Armas -actual Alfonso XII- al este con la angosta calle de los Pasos (llamada desde fines del siglo XVII del Sacramento), actualmente formada por las calles Rafael Calvo, Miguel de Carvajal, al este con la plaza del Museo y al sur daba a la calle Bailén, que era por donde se accedía al antiguo convento medieval.
Su construcción comenzó en 1602 y se ejecutó en estilo barroco sevillano.
El convento se articula en tomo a varios claustros con una escalera imperial que articula los tres principales "llamados Claustro Grande, de los Bojes y del Aljibe", en torno a los que se sitúan las estancias fundamentales del edificio, ahora convertidas en las salas del Museo, y que junto con la iglesia constituyen los elementos más destacados de la Merced (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se dedica esta sala a la escultura y pintura sevillana de finales del siglo XVI y principios del XVII. A Andrés de Ocampo le corresponden los relieves del Retablo de las Dueñas de hacia 1585 y a Miguel de Adán los del Retablo de San Juan Bautista.
Importante es el conjunto de pinturas que pertenecen a Francisco Pacheco como la pareja de retratos de una dama y un caballero, Los Desposorios de Santa Catalina y la gran tabla del Calvario, donde la Virgen y San Juan flanquean un crucifijo de talla. Las pequeñas pinturas que enmarcan este retablo, son también de Pacheco, al igual que los lienzos de Santo Domingo y San Francisco. A Alonso Cano pertenece el magnífico San Francisco de Borja, realizado en 1624, y a Velázquez el interesante Retrato de don Cristóbal Suárez de Rivera, pintado en 1620. Flanqueando un relieve de San Juan Evangelista, obra de Martínez Montañés, se encuentran dos pinturas de San Cristóbal y San Agustín obras de Francisco Varela.
Varias pinturas de escuela sevillana figuran en esta sala como una Virgen de la Antigua de autor anónimo, y La Presentación de Luis de Vargas. Al portugués sevillanizado Vasco Pereira corresponden dos pinturas que representan a Santa Ana, la Virgen y a San Juan Bautista [Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004].
SALA III: EL RETABLO. FRANCISCO PACHECO Y LA PINTURA DE SU ÉPOCA.
ESCUELA SEVILLANA
Alejo Fernández (hacia 1475 - Sevilla, 1545) es considerado el introductor del espíritu renacentista en la pintura sevillana. De origen germánico, su presencia en España está documentada a fines del siglo XV en Córdoba, donde se casó y adoptó el apellido de su esposa. En 1508 se estableció en Sevilla y pronto comenzó a trabajar para clientes tan importantes como el Cabildo de la Catedral. En su estilo se funden las influencias flamencas e italianas, cualidad claramente perceptible en la hermosa tabla La Anunciación (hacia 1508), cuya composición evidencia rasgos de gusto italiano como el estudio de la perspectiva, la marcada simetría y la arquitectura clásica, junto a la minuciosidad descriptiva de los pintores de Flandes.
Si Alejo fue el introductor en la escuela del estilo del Quattrocento, un flamenco, Pedro de Campaña (Bruselas, 1503 - hacia 1580) fue quién en el segundo tercio del siglo XVI trajo el del Cinquecento o Romanismo. Humanista y también arquitecto y escultor, se convirtió en el pintor más famoso del renacimiento sevillano con obras como el Descendimiento de la Cruz de la Catedral. Otro destacado pintor de origen flamenco fue Hernando de Esturmio (Zierikzee, Holanda hacia 1515 - Sevilla, 1556), autor del gran Retablo de los Evangelistas de la Catedral.
Pero hasta la segunda mitad del siglo XVI no se constata la presencia de artistas locales de prestigio. Luis de Vargas (Sevilla, hacia 1505-1567) fue el primer gran maestro natural de Sevilla. De su mano conserva el Museo una tabla dedicada a La Purificación (hacia 1560) en la que la forma de presentar a los personajes así como los fondos de arquitectura, evidencia su formación italiana en el numeroso círculo de seguidores de Rafael.
Dentro de este estilo que se impuso en Sevilla durante el segundo tercio del siglo XVI, en el que se funden corrientes flamencas e italianizantes, desarrolló su obra Pedro de Villegas Marmolejo (Sevilla, 1519 -1596). Humanista muy vinculado a los círculos intelectuales de la ciudad, su obra más conocida es el Retablo de la Visitación de la Catedral. De este artista posee el Museo las tablas pintadas de un realejo, instrumento musical similar a un órgano, en las que se representan a Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena en una de ellas y en la otra, Sagrada Familia con San Juanito (hacia 1550).
La última generación de artistas sevillanos durante el siglo XVI, en la que destacan Alonso Vázquez y Vasco Pereira, trabaja siguiendo rígidos esquemas manieristas que proporcionaron por su agotamiento, la llegada de un proceso renovador a comienzos del siglo XVII.
RETABLOS RENACENTISTAS Y PROTOBARROCOS
Alejo Fernández (hacia 1475 - Sevilla, 1545) es considerado el introductor del espíritu renacentista en la pintura sevillana. De origen germánico, su presencia en España está documentada a fines del siglo XV en Córdoba, donde se casó y adoptó el apellido de su esposa. En 1508 se estableció en Sevilla y pronto comenzó a trabajar para clientes tan importantes como el Cabildo de la Catedral. En su estilo se funden las influencias flamencas e italianas, cualidad claramente perceptible en la hermosa tabla La Anunciación (hacia 1508), cuya composición evidencia rasgos de gusto italiano como el estudio de la perspectiva, la marcada simetría y la arquitectura clásica, junto a la minuciosidad descriptiva de los pintores de Flandes.
Si Alejo fue el introductor en la escuela del estilo del Quattrocento, un flamenco, Pedro de Campaña (Bruselas, 1503 - hacia 1580) fue quién en el segundo tercio del siglo XVI trajo el del Cinquecento o Romanismo. Humanista y también arquitecto y escultor, se convirtió en el pintor más famoso del renacimiento sevillano con obras como el Descendimiento de la Cruz de la Catedral. Otro destacado pintor de origen flamenco fue Hernando de Esturmio (Zierikzee, Holanda hacia 1515 - Sevilla, 1556), autor del gran Retablo de los Evangelistas de la Catedral.
Pero hasta la segunda mitad del siglo XVI no se constata la presencia de artistas locales de prestigio. Luis de Vargas (Sevilla, hacia 1505-1567) fue el primer gran maestro natural de Sevilla. De su mano conserva el Museo una tabla dedicada a La Purificación (hacia 1560) en la que la forma de presentar a los personajes así como los fondos de arquitectura, evidencia su formación italiana en el numeroso círculo de seguidores de Rafael.
Dentro de este estilo que se impuso en Sevilla durante el segundo tercio del siglo XVI, en el que se funden corrientes flamencas e italianizantes, desarrolló su obra Pedro de Villegas Marmolejo (Sevilla, 1519 -1596). Humanista muy vinculado a los círculos intelectuales de la ciudad, su obra más conocida es el Retablo de la Visitación de la Catedral. De este artista posee el Museo las tablas pintadas de un realejo, instrumento musical similar a un órgano, en las que se representan a Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena en una de ellas y en la otra, Sagrada Familia con San Juanito (hacia 1550).
La última generación de artistas sevillanos durante el siglo XVI, en la que destacan Alonso Vázquez y Vasco Pereira, trabaja siguiendo rígidos esquemas manieristas que proporcionaron por su agotamiento, la llegada de un proceso renovador a comienzos del siglo XVII.
RETABLOS RENACENTISTAS Y PROTOBARROCOS
El retablo es una de las más importantes aportaciones españolas en la Historia del Arte. La Iglesia Católica precisaba la imagen para enseñar y convencer a sus fieles. y durante el renacimiento las capillas se llenaron de escenarios explicativos, los retablos. Dada su estructura arquitectónica, constituyen un campo apropiado para la experimentación que durante el siglo XVI originó una gran variedad de tipologías. Los materiales usados para su realización eran diversos. Frente al uso generalizado del mármol o el bronce en Italia, el utilizado por excelencia en España fue la madera, con la que se conseguía un mayor grado de expresividad. El efecto de la talla se completaba con la policromía mediante el dorado y estofado, provocando en numerosas ocasiones la colaboración entre escultores y pintores.
En la segunda mitad del siglo XVI la escultura sevillana alcanza su consolidación definitiva con la llegada de maestros castellanos conocedores del Cinquecento italiano que traen las formas expresivas de Berruguete. Este espíritu es introducido por Isidro de Villoldo y Juan Bautista Vázquez "el Viejo". Vázquez "el Viejo" lidera la escuela sevillana y en torno a él se reunieron un grupo de maestros que constituyen el núcleo original de la misma: Diego de Velasco, Miguel Adán, Gaspar del Águila, Juan Marín, y Diego Pesquera. Pero la figura más destacada junto a Vázquez "El Viejo" fue Jerónimo Hernández (hacia 1540-1586), cuyo taller fue escuela de la última generación de artistas ya protobarrocos como Vázquez el Mozo, Marcos Cabrera, Núñez Delgado, Juan de Oviedo el Mozo y Andrés de Ocampo.
De Miguel Adán (Pinto, Madrid, 1532 - Sevilla, 1610) es su actividad como retablista la mejor conocida. Se exponen en el Museo seis de los relieves que constituían el Retablo de San Juan Bautista (1592-1594) realizado para el Monasterio de las Dueñas de Sevilla. Policromado por Vasco Pereira, sus piezas se repartieron tras la Desamortización entre la Catedral, la Iglesia de Santa María y el Museo.
Entre los escultores que se formaron en el taller de Jerónimo Hernández, Andrés de Ocampo (Villacarrillo, Jaén, 1550? - Sevilla, 1623) posee una de las producciones mejor documentadas. Su estilo se define por la nota de clasicismo que caracterizaba también a las obras de Hernández, los volúmenes bien equilibrados y un gusto por la insistencia en los detalles, que acusa ya tendencias hacia el barroco. De su mano surgió el Retablo Mayor del Monasterio de las Dueñas de Sevilla (1586 - 92) del que se exponen algunas escenas en las que se evidencia la transición al barroco.
Ya en el siglo XVII la escultura se hace plenamente barroca con Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, 1568 - Sevilla, 1649) y Juan de Mesa (Córdoba, 1583 - Sevilla, 1627). Montañés estableció en la Diócesis de Sevilla una manera muy personal de componer los retablos basada en los preceptos de Serlio y Palladio. Entre las pinturas de Francisco Varela (1580/85 - Sevilla, 1645) se expone el relieve que presidía el Retablo de San Juan Evangelista en el convento sevillano de Monjas de Pasión, obra realizada en 1638.
FRANCISCO PACHECO Y LA PINTURA DE SU ÉPOCA
Durante las primeras décadas del siglo XVII confluyen en la pintura sevillana dos tendencias pictóricas, el manierismo y el naturalismo. El manierismo perpetúa la tradición de los pintores de finales del siglo XVI con formas expresivas rígidas y esquemáticas empeñadas en la repetición de fórmulas retardatarias. El naturalismo representa la renovación que triunfó, basada en un lenguaje directo y narrativo que transcribe la realidad. Francisco Pacheco y Juan de Roelas son los pintores más representativos de la confrontación de estas dos corrientes.
Francisco Pacheco (Sanlúcar de Barrameda, 1564 - Sevilla, 1644) más conocido por ser suegro de Velázquez y por su obra teórica El Arte de la Pintura, que por sus cualidades artísticas, representa la tradición manierista. El Museo conserva un número suficiente de obras para seguir la evolución de su estilo. Las primeras son las que realizó junto con Alonso Vázquez para el Convento de la Merced de Sevilla, actual sede del Museo.
De hacia 1610 son un conjunto de pinturas que integraban el retablo de San Juan Bautista en el convento sevillano de Pasión. Rodeando a la escultura del Santo que figuraba en una hornacina, se situaban San Francisco y Santo Domingo en los laterales y los cuatro evangelistas en el banco.
En esta misma década realiza las pinturas de la Iglesia de San Estaban, donde debieron constituir un retablo. Preside la escena central San Juan Evangelista y la Virgen flanqueando la escultura de un Cristo Crucificado y en los laterales se disponen las imágenes de seis santos.
Desde 1615 alcanzó su plenitud artística. Director de la Academia Sevillana, humanista y erudito, escritor y teórico, coleccionista y censor de la Inquisición, se convirtió durante años en el pintor más famoso de Sevilla. Entre 1615 y 1620 realizó un espléndido San Francisco que al parecer procede del convento dedicado al santo en Alcalá de Guadaíra. La pintura está realizada con la simplicidad y sobriedad expresiva características del pintor.
De fechas algo más tardías, 1628, es una de sus obras más hermosas, Los desposorios místicos de Santa Inés, en la que se conjugan cierta capacidad de abstracción con una expresividad amable e intimista.
En torno a 1625 se inicia el declive de su carrera artística ante el empuje de la renovación naturalista de pintores como Roelas, Herrera "el Viejo" y Zurbarán.
El encargo más importante que recibió a partir de estas fechas fue el de las pinturas del desaparecido retablo mayor del Convento de las Monjas de Pasión, realizadas en torno a 1630 y que representan La oración en el huerto, La Flagelación, La coronación de espinas y Cristo con la cruz a cuestas. Son pinturas en las que se acentúa el carácter tenebrista con rasgos estilísticamente regresivos, más propios del Manierismo reformado que del arte de su tiempo. También en estos momentos, hacia 1630, deben situarse las tablas con los Retratos de una dama y un caballero ancianos y Una dama y un caballero jóvenes del Convento del Santo Ángel de Sevilla, donde debían formar parte del banco de un retablo.
LA PINTURA DEL ULTIMO TERCIO DEL SIGLO XVI: ALONSO VÁZQUEZ
Alonso Vázquez y el portugués Vasco Pereira son, junto con Pacheco, los más destacados pintores de la última generación de artistas que trabajaron en Sevilla en el siglo XVI dentro de la estética manierista.
De Alonso Vázquez (hacia 1540? - México, hacia 1608) hay noticias en Sevilla desde 1588 hasta su marcha a México en 1603, donde permaneció hasta 1608 ejerciendo una importante influencia en la formación de la pintura mexicana de la primera mitad del siglo XVII.
Su estilo pone de manifiesto la mezcla de elementos flamencos e italianos que caracterizó la pintura sevillana hasta bien entrado el siglo XVII. Fiel a los principios de ese Manierismo tardío, su pintura apenas evoluciona, repitiendo similares esquemas compositivos y figuras. En relación con esto hay que tener en cuenta los gustos de la clientela que imponía composiciones arcaizantes y reiterativas, así como el uso generalizado en la escuela sevillana de los grabados de maestros de generaciones anteriores como el flamenco Martín de Vos.
Su primera obra conocida que se conserva en el Museo, es la Santa Cena realizada para el refectorio de la Cartuja en 1588. La composición se basa en diferentes grabados, conviviendo los elementos naturalistas de la vajilla y los alimentos, con rasgos del convencionalismo manierista presentes en los colores artificiales, las marcadas anatomías de los personajes o sus enfáticas gesticulaciones. En torno a 1603 es una elegante Inmaculada recientemente atribuida al pintor y de la que realizaría una versión casi exacta posteriormente para el Hospital de la Purísima Concepción de México. El punto de partida de la composición es también en este caso un grabado, que Vázquez interpreta intensificando los elementos que identifican a María como mujer del Apocalipsis e integrando en el paisaje aquellos otros que señalan su pureza.
En el año 1600 recibió junto a Francisco Pacheco el encargo de decorar el Claustro Mayor del Convento de la Merced con una serie de pinturas que ensalzaban la historia de la Orden y de sus principales miembros. La Orden de la Merced surge en la Edad Media con la misión de ayudar y redimir de su cautiverio a los cristianos apresados por los musulmanes y piratas del Mediterráneo. Según la tradición, el primer convento mercedario de Sevilla había sido fundado por San Pedro Nolasco en unos terrenos cedidos por Fernando III tras la conquista de la ciudad en 1248. A comienzos del siglo XVII, siendo General de la Orden Fray Alonso de Monroy, la Merced renovó totalmente el edificio para adaptarse a las exigencias surgidas tras la Contrarreforma. La importante empresa constructiva fue encargada al arquitecto y escultor Juan de Oviedo y de la Bandera y decorada con obras de los más notables artistas sevillanos, de manera que cuando tras la Desamortización el convento pasa a ser Museo provincial ya merecía ese título.
Según el propio Francisco Pacheco escribía en El Arte de la Pintura, la decoración del claustro principal de la Merced le fue encomendada a él y a Alonso Vázquez en 1600. Las serie de pinturas que realizaron narraban la historia de la orden mercedaria y de sus principales miembros, el fundador San Pedro Nolasco y San Ramón Nonato. De ellas sólo han permanecido en el Museo cuatro. Las realizadas por Vázquez reproducen el momento de la transacción de un rescate y la entrevista de San Pedro Nolasco con Jaime I. Ambos lienzos evidencian el estilo de Vázquez, la firmeza de su dibujo y la gravedad de sus monumentales figuras. De Pacheco son, la escena de la redención de cautivos en la que San Pedro es ayudado a embarcar y la aparición de la virgen a San Ramón Nonato. Las pinturas adolecen de una falta de expresividad y una rigidez que atestiguan el uso de grabados y la pervivencia en Pacheco de una retardataria tradición manierista.
LA ESCULTURA EN EL TRANSITO DEL SIGLO XVI AL XVII: PEQUEÑAS OBRAS MAESTRAS
El Museo conserva algunas interesantes muestras de temas iconográficos muy populares en el barroco español, el de las cabezas cortadas de santos y el del Niño Jesús exento.
De Gaspar Núñez Delgado (+ Sevilla, 1606) activo en Sevilla entre 1576 y 1606, es la Cabeza cortada de San Juan Bautista, firmada y fechada en 1591. Escultor de la transición del siglo XVI al XVII, dominó todas las técnicas y materiales, realizando espléndidas obras en marfil, barro y madera policromada.
La iconografía de las cabezas degolladas se difunde en Sevilla con la ilustración que hizo de este tema el alemán Jacobo Cromberger en el libro del cartujo sevillano Juan de Padilla Retablo de la vida de Cristo. La obra de Núñez Delgado ofrece un doble interés, ser el modelo para las posteriores realizaciones de imágenes barrocas y ser el inicio de la forma tan sevillana de tratar el cabello, alborotado y con un mechón en la frente (Ignacio Cano Rivero, María del Valme Muñoz Rubio, Rocío Izquierdo Moreno, y Virginia Marqués Ferrer. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Guía Oficial. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía. Sevilla, 2009).
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La Sala III del Museo de Bellas Artes, al detalle:
Inmaculada, de Alonso Vázquez
El precursor presentado a Cristo
Predicación del Bautista
Sagrada Familia, de Pedro Villegas Marmolejo
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