Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santa Marina, de Sevilla.
Hoy, 18 de julio, en Galicia de España, Santa Marina, virgen y mártir, celebrada hasta febrero de 1969, cuando fue retirada del Martirologio Romano por Pablo VI.
Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la iglesia de Santa Marina, de Sevilla.
Hoy, 18 de julio, en Galicia de España, Santa Marina, virgen y mártir, celebrada hasta febrero de 1969, cuando fue retirada del Martirologio Romano por Pablo VI.
Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la iglesia de Santa Marina, de Sevilla.
La Iglesia de Santa Marina [nº 39 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 77 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la calle San Luis, 60 (con portadas laterales a las calles Padre Manjón, y Santa Marina); en el Barrio de San Julián, del Distrito Casco Antiguo.
La antigua calle Real (en referencia al acceso de comitivas reales desde la Puerta de la Macarena), lejano recuerdo del antiguo trazado del cardo romano (la vía que atravesaba las ciudades de norte a sur), acoge en su tramo central una de las mayores iglesias mudéjares de Sevilla. Un templo que sufrió los avatares de la historia en forma de varios incendios, que han permitido al menos que se conserve la desnuda arquitectura medieval. Sobrevivió hasta al abandono durante años, siendo hoy sede la hermandad de la Resurrección.
Los antiguos eruditos le otorgaron su origen en una mezquita, cuestión más que improbable, ya que fue una de las parroquias de nueva creación tras la reconquista cristiana de la ciudad en 1248 y el posterior repartimiento existiendo noticias de la parroquia entre 1249 y 1258. Incluso más, algunos autores identifican la iconografía de la iglesia en una de las miniaturas de las Cantigas de Santa María. Al igual que numerosas edificaciones de la ciudad, el templo fue dañado por el terremoto de 1356. Se tiene noticia de los donativos del Rey Pedro I para su restauración, que hay que entender en buena medida como reedificación. Hay noticias de restauraciones del templo en el siglo XVII, de algún añadido en el siglo XVIII y de una intervención en 1869 motivada por un incendio que destruyó sus cubiertas. Al igual que otros templos de la ciudad, la parroquia de Santa Marina fue incendiada el 18 de julio de 1936, perdiéndose un gran patrimonio artístico del que apenas se pudieron salvar las imágenes titulares de la hermandad de la Mortaja y la histórica talla de la Divina Pastora. Las largas obras de restauración todavía se vieron alteradas por un nuevo incendio en 1981, aunque el edificio sobrevivió al olvido y se mantiene gracias a su actual moradora, la hermandad de la Resurrección.
Un análisis del edificio pasa por la interpretación iconográfica de su portada, con varias versiones que inciden en su complejidad. Básicamente debe entenderse como una alusión a las cuatro vírgenes principales, representadas sobre ménsulas y bajo doseletes de piedra. Serían Santa Marina (con un niño en sus brazos), Santa Margarita (que quizás tuvo un dragón a sus pies), Santa Bárbara (con una desgastada torre en sus manos) y Santa Catalina (identificada por la rueda de su martirio). La interpretación más curiosa de la titular es la que dio el fraile dominico Fray Jacobo de la Vorágine. Narraba la historia de Marina, que vio a su padre entrar en un convento al que pudo acceder haciéndose pasar por hombre como el hermano Marín. Presa de una promesa, fue acusada de una violación (que no pudo, obviamente cometer), siendo expulsada y cuidando de su presunto hijo a la puerta de la iglesia. Readmitida en el convento (siempre con su identidad masculina), no fue descubierta su realidad femenina hasta su muerte. La mujer con el niño a las puertas de la iglesia recordaría la historia de una santa cuya historia se mezcla, en algunas versiones, con la de Santa Margarita, la patrona de las parturientas que sobrevivió al dragón que la devoró. Estas cuatro historias se sitúan sobre una portada de piedra con perfil abocinado, con decoración de puntas de diamante y puntas de sierra en sus arquivoltas exteriores, que descansan sobre baquetones con capiteles figurativos. La cornisa de remate de la portada se apoya en cabezas de leones entre las que se intercalan arcos de herradura, una hábil mezcla entre las formas decorativas del gótico y la ornamentación musulmana.
En la fachada principal también se conservan tres rosetones de piedra, el central con tracería moderna de alabastro, siendo original la tracería pétrea de los dos rosetones laterales. Es un modelo de portada que se repite en otras iglesias sevillanas. Las otras dos portadas exteriores, una a cada lado, tienen menor entidad y se realizan en ladrillo. Si se rodea la iglesia por el lado derecho, que accede a un callejón que traslada a épocas pasadas, una vez superado el volumen exterior de la Capilla de la Piedad se observará un gran ábside exterior ochavado, con ventanas geminadas y una cornisa con decoración de modillones de rollo. Al completar el rodeo se podrá percibir de nuevo la torre-campanario en la fachada principal, con planta cuadrada y realizada en ladrillo, con decoración de arquillos ciegos polilobulados, con alfices que lo enmarcan, un repertorio musulmán al que se añadió, en una restauración de finales del siglo XIX, las almenas de gradas de la parte superior. Aunque apenas se perciba desde la calle, corona la torre la famosa Cruz Verde, elemento de forja que se situaba en la calle Feria y en torno al cual ocurrieron algunos de los levantamientos y algaradas más populares del barrio.
El interior sorprende por su desnudez, que permite contemplar en buena medida las características arquitectónicas originales, a pesar de los avatares históricos del templo. Es iglesia de tres naves, con presbiterio claramente separado, organizadas sobre pilares rectangulares de ladrillo que sostienen arcos apuntados. En el espacio destacan las capillas añadidas, tres en época histórica y la bautismal ya en el siglo XX. En el muro izquierdo, junto a la capilla bautismal, se sitúa la talla de un Señor cautivo moderno, obra de Antonio Dubé de Luque. Ya en la capilla llamada de la Pastora (por ser el lugar donde residió la primitiva hermandad de esta iconografía) se sitúa la Virgen del Amor, esculpida en 1969 por Jesús Santos Calero como primitiva imagen de la Aurora. Esta capilla se cubre por una interesante bóveda de seis paños sobre trompas y fue originalmente capilla funeraria de los Cárdenas hasta que en 1702 el Conde de la Motilla la cedió a la primitiva hermandad. En la cabecera de esta nave se sitúa la capilla sacramental, de planta cuadrada y cubierta con bóveda gallonada, un interesante espacio en el que se observan columnas y capiteles romanos de tipo corintio de acarreo y excelentes restos de azulejería medieval del siglo XIII en un frontal de altar que procede de una lápida funeraria. Originalmente fue capilla funeraria de los Hinestrosa y los restos cerámicos son excepcionales, comparables con otras tumbas aparecidas en el monasterio de San Clemente.
El presbiterio, cubierto con bóveda de nervadura pétrea sexpartita, con espina central, está presidido por la imagen del Señor Resucitado, talla de Francisco Buiza de 1973 que procesiona en la madrugada del Domingo de Resurrección. En el muro derecho se abre la antigua capilla de la Piedad, antigua sede de la hermandad de la Mortaja. Es cuadrada, cubierta con bóveda sobre trompas en la que destaca una decoración en yesería con mocárabes, atauriques y caligrafía musulmana. En su mayor parte son una reinvención de finales del siglo XIX que se hizo a partir de los restos originales encontrados. También quedan restos de un zócalo de azulejería con las armas del infante don Felipe, que fue arzobispo de Sevilla entre 1249 y 1258, lo cual puede ayudar a la datación de la edificación. En la capilla se sitúa la otra titular de la hermandad de la Resurrección, la Virgen de la Aurora, imagen moderna realizada por Antonio Dubé de Luque.
En la nave central del templo se conserva la lápida sepulcral de don Pedro Mexía, que fue cronista de Carlos V y cuyo texto redactó el gran erudito Benito Arias Montano. En una de las bóvedas del templo también está enterrado el gran escultor barroco Felipe de Rivas (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
En la nave central del templo se conserva la lápida sepulcral de don Pedro Mexía, que fue cronista de Carlos V y cuyo texto redactó el gran erudito Benito Arias Montano. En una de las bóvedas del templo también está enterrado el gran escultor barroco Felipe de Rivas (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Edificio mudéjar construido en la segunda mitad del siglo XIII, aunque con modificaciones y añadidos posteriores. Corresponde al tipo sevillano compuesto por tres naves separadas por pilares que soportan arcos apuntados, más un ábside poligonal divido en tres tramos desiguales. Las cubiertas de madera de las naves desaparecieron en 1869 a causa de un incendio, habiéndose construido las actuales en 1981, en sustitución de otras también destruidas que se habían realizado en 1936. La cabecera se cubre con bóveda de nervaduras, presentando tres tramos, dos rectangulares y uno poligonal de cinco lados.
Al exterior el templo muestra un gran ábside ochavado con contrafuertes y ventanas geminadas, más una cornisa con modillones de lóbulo. La iglesia cuenta con tres portadas. La del frente norte, precedida de un hueco apuntado y enmarcado por alfiz, es de ladrillos y presenta tres arquivoltas apuntadas. Sobre ella figura un rosetón decorado con puntas de diamante y tracería modernista. Similar es la portada del flanco sur, si bien carece de ornamentación en la rosca del arco. El rosetón que la remata conserva su tracería original, formada por temas de lazo. La portada de los pies está construida en cantería y aparece resaltada de la línea de fachada. Presenta un perfil abocinado, con decoración de puntas de sierra y de diamante en sus arquivoltas más exteriores. Dichas arquivoltas descansan en baquetones con capiteles figurativos. A su altura se desarrolla un friso con relieves de temas geométricos y vegetales, además de dos escenas figurativas en las que se han querido ver episodios de la vida de alguna de las santas que aparecen por encima de las arquivoltas. Se trata de imágenes de Santa Margarita, Santa Catalina y Santa Bárbara. La cornisa que sirve de remate a la portada apoya en cabezas de leones, entre las que se distribuyen arcos de herradura. Todas las esculturas son muy rudimentarias y se hallan muy erosionadas. Se completa la fachada con tres rosetones de piedra, de los que solo conservan su tracería original los laterales.
La torre, que se eleva junto a la portada principal, es de planta cuadrada y está realizada en ladrillos, presentando pequeñas y estrechas ventanas. Destacan los tres arcos ciegos y polilobulados con lazos curvos y alfices que se disponen en el primer cuerpo. El cuerpo de campanas remata en un andén con almenas de gradas que fue añadido en la restauración de 1885.
En el interior del templo se acusa fuertemente la separación entre el presbiterio y el cuerpo de naves. Estas se organizan mediante pilares de ladrillo de planta rectangular que fragmentan el espacio en cinco tramos. Sobre ellos se disponen arcos apuntados y doblados, que en el primer tramo arrancan de unas columnas sobre ménsulas. Elementos fundamentales del templo son las capillas abiertas a las naves laterales, entre las que destacan las del Santísimo Sacramento y de la Divina Pastora, en el flanco norte, y la de la Piedad, en el costado sur. Las tres responden al modelo de las qubbas musulmanas. La correspondiente a la Divina Pastora se cubre por bóveda de dieciséis paños sobre trompas, mientras la capilla del Santísimo presenta bóveda gallonada sobre trompas que apean en arcos de medio punto. Tanto el arco de ingreso a este recinto como el arcosolio de cabecera descansan sobre ábacos de piedra y capiteles tardorromanos o visigodos, dispuestos sobre columnas de mármol blanco. En 1964 se localizó en el pavimento de esta última capilla un enterramiento con alicatado de cerámica vidriada con motivos heráldicos, lo que ha permitido saber que el recinto fue en su origen la capilla funeraria de la familia Hinestrosa. Dichas piezas de cerámica, datables en la segunda mitad del siglo XIII, integran actualmente el frontal de altar. La Capilla de la Piedad presenta un ámbito central con bóveda de paños sobre trompas, que se decora con motivos de lacería realizados en ladrillos y con piezas de cerámica. Una decoración de yeserías, con mocárabes, atauriques y motivos epigráficos ocupa el arranque de las trompas. En buena medida, esta decoración corresponde a la restauración llevada a cabo en 1885 a partir de los fragmentos conservados. En el citado año se localizaron restos de un pavimento y zócalo de azulejería, que incorporaban las armas del infante don Felipe, quien fue arzobispo de Sevilla entre 1249 y 1258. Este hecho ha permitido datar el recinto en la segunda mitad del siglo XIII, aunque se efectuaron trabajos de redecoración hacia 1415, cuando sirvió de enterramiento al armador Juan Martínez.
En la iglesia radica actualmente la hermandad de la Resurrección. La imagen de dicha advocación fue tallada por Francisco Buiza Fernández en 1973, mientras que la Virgen de la Aurora es obra de Antonio José de Luque (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
La Iglesia de Santa Marina se levanta en la collación a la que da nombre, en el sector NE de la ciudad de Sevilla, junto a la prolongación del cardo máximo de la ciudad romana, que luego fue calle mayor de la época musulmana, actual calle de San Luis. Se encuentra próxima a la Plaza del Pumarejo, a las Iglesias parroquiales de San Gil, Omnium Sanctorum y San Marcos y aledaña al Colegio de San Luis de los Franceses de la Compañía de Jesús.
El templo es un edificio exento, su superficie se adapta a una manzana rodeada por las calles San Luis, Padre Majón y Santa Marina. Desde el punto de vista volumétrico, el conjunto edilicio destaca en altura sobre los edificios que lo rodean, sobre todo la estructura de cubrición a dos aguas de las naves así como la torre campanario.
La parroquia fue construida en estilo mudéjar, es de planta basilical, con tres naves, sin crucero, ábside poligonal macrocéfalo en la nave central y cabecera plana en las laterales. La nave principal tiene dos veces la anchura de las de los lados y se separa de éstas por ocho pilares rectangulares de ladrillo, con ligeros resaltes achaflanados en los lados mayores, sobre los que voltean arcos en ladrillo apuntados y doblados, con impostas en piedra de perfil en nacela.
La cubierta de la nave mayor es de armadura de madera de par y nudillo y de colgadizo las laterales, siendo todas ellas de construcción reciente.
Un gran arco toral apuntado separa la cabecera del resto de la nave; dicho arco descansa sobre impostas molduradas que se apoyan sobre columnas adosadas al muro.
El ábside cuenta con tres tramos desiguales, dos rectangulares de distintas dimensiones, y el final de planta poligonal con cinco lados, rematados exteriormente por sólidos contrafuertes. Tanto los dos tramos primeros como la cabecera poligonal se cubren por bóvedas nervadas, unidas entre sí por un nervio longitudinal llamado nervio espinazo, que sigue el eje de la iglesia y que está decorado con puntas de sierra.
Esta zona se ilumina por tres ventanas abiertas en el ábside, que antaño estuvieron cegadas, y un óculo sobre el arco toral ilumina cenitalmente la nave central. Las ventanas son en arco apuntado con huecos geminados y alancetados, trebolados en la parte superior. El arco, las ventanas y nervaduras del ábside son de piedra, mientras que la plementería de las bóvedas es de ladrillo.
En planta aparecen varias capillas adosadas a las naves laterales y al ábside. En el lado del Evangelio encontramos la del Santísimo Sacramento situada en la cabecera, de la Divina Pastora y la Capilla Bautismal, y en el de la Epístola, la de la Piedad. Las tres de la nave del Evangelio son de planta cuadrada, aunque la capilla bautismal, que queda al lado de la torre, es de dimensiones más reducidas. En cuanto a la cubrición, tanto la capilla del Santísimo Sacramento como la de la Divina Pastora presentan bóvedas sobre trompas, siendo la de la primera gallonada y la segunda de paños. La capilla situada en la cabecera muestra un zócalo de azulejos del siglo XIII.
La Capilla de la Piedad, es uno de los más bellos ejemplos de Capilla Funeraria mudéjar de las conservadas en Sevilla. Su planta rectangular es similar a la de la Divina Pastora y se cubre por bóvedas de espejos en los arcosolios de sus dos lados menores y bóveda de dieciséis paños sobre doble sistema de trompas cubriendo el espacio central. Se trata de una bóveda alboaire como muestran los fragmentos de cerámica embutida en los intersticios de su profusa lacería, que ha perdido el polígono estrellado central al añadírsele la linterna en 1676.
El acceso a la iglesia se resuelve con tres portadas, una a los pies y dos en los laterales, que sobresalen todas de los muros en los que se encuadran.
La portada principal, construida en piedra arenisca, se halla en resalte respecto al plano de la fachada, en cuyo hastial de ladrillo se abren tres rosetones góticos de piedra que iluminan el interior de cada una de las tres naves del templo. La portada se estructura en torno a un vano central apuntado remarcado por ocho arcos ojivales abocinados, festoneados con zig-zag y puntas de diamante. El conjunto se corona con una cornisa de catorce canes en forma cabezas de leones, y presenta imaginería bajo doseletes góticos. En primer lugar rematando la portada se encuentra la figura de Dios Padre coronado, el resto constituye un magnífico ejemplo del protogótico hispano, dedicado a las "cuatro vírgenes principales": Santa Marina, Santa Margarita, Santa Catalina y Santa Bárbara. La línea de imposta se remarca con relieves que representan, el del Norte a Santa Marina pastora, tal vez en el encuentro con Olibrio, y el del Sur la salida milagrosa de Santa Marina del interior del dragón que la devora; completan la decoración hojas de vid y otros motivos.
La Portada del Evangelio está construida en ladrillo. De arquivolta abocinada de tres arcos apuntados sobre imposta moldurada en piedra con perfil en nacela y columnillas de ladrillo, mientras que su ornamentación la constituye una orla de punta de diamantes en piedra. En la parte superior del muro sobre la portada abre un rosetón con puntas de diamante en su rosca que perdió su antigua tracería, siendo sustituida por una modernista en la última restauración. El espacio existente entre la portada del Evangelio y la calle lo cierra un muro que va desde la torre hasta la capilla de la Divina Pastora y que englobaba a la capilla bautismal y otras dependencias del XVIII, hoy desaparecidas. Al exterior abre una puerta en arco apuntado inscrito en un alfiz.
La portada de la Epístola se encuentra en resalte respecto al muro Sur y está construida en ladrillo. Consta de un vano en torno al cual se distribuyen seis columnillas de ladrillos y tres arcos apuntados abocinados que arrancan de una imposta moldurada en piedra con perfil en nacela.
La torre, de planta cuadrada, se encuentra ubicada a los pies de la nave del Evangelio. Sus muros son de ladrillo con sillares dispuestos en sus ángulos hasta la altura del primer cuerpo donde abren las primeras ventanas. En su interior, la caja de escaleras se desarrolla en torno a un machón central cuadrado y queda cubierta por bóvedas de aristas y pequeñas bóvedas vaídas en los ángulos del primer tramo, finalmente de medio cañón. Las bóvedas de los dos cuerpos son vaídas, la del primero con finos nervios de ladrillo que se cruzan en la calve, recordando la del segundo a la de la torre del homenaje de la Alhambra de Granada.
En el frente Oeste presenta en el primer cuerpo un hueco apuntado enmarcado por arco polilobulado cuya rosca enlaza con el alfiz al que flanquean arcos ciegos del mismo tipo e idénticas proporciones. En el segundo cuerpo se sitúa un vano a modo de saetera rematado por arco polilobulado y enmarcado por alfiz. El cuerpo de campanas aparece delimitado por tres listeles al llegar a la cornisa, dos de ellos paralelos de clara influencia almohade. Los huecos del campanario son de medio punto rebajados y enmarcados por alfiz, flanqueados por dos vanos rectangulares ciegos, a modo de rehundimientos, hacia la mitad de las jambas. Esto se ve alterado en el frente Este, donde el arco que remata al vano es rampante, el único frente que no presenta vano alguno es el frente Sur. La cornisa se remata por un frente de almenas escalonadas, añadidas en la restauración llevada a cabo en 1885.
La iglesia de Santa Marina fue reedificada a partir de 1356, seguramente sobre los restos de otra iglesia más antigua. La portada principal y la torre fueron construidas en esta época, mientras que la Capilla de la Piedad es de la primera mitad del siglo XV.
Las fuentes documentales nos remontan a 1285 cuando el infante Don Felipe, hermano de Alfonso X, fundó una capilla en la Iglesia parroquial de Santa Marina. En 1356 la ciudad de Sevilla sufrió uno de los mayores terremotos de su historia, encargando el rey Pedro I, la reedificación de una serie de iglesias entre las que se encontraba la de Santa Marina.
El 17 de junio de 1676, Francisco Moreno, Maestro mayor de fábricas del Arzobispado de Sevilla, realizó un informe sobre el mal estado que presentaba la capilla de la Piedad. A lo largo de su historia el edificio ha sido sometido a diversas restauraciones y rehabilitaciones provocadas en algunos casos por los incendios que ha sufrido. El 2 de febrero de 1869 la iglesia sufrió un incendio en el que se perdió la techumbre, siendo abierta de nuevo al culto tras su restauración el día 30 de agosto del mismo año.
José Gestoso restauró la fábrica en 1885, siendo de esta época las almenas escalonadas que coronan la torre.
El 18 de julio de 1936, la iglesia de Santa Marina sufrió el segundo incendio de su historia, provocado por los acontecimientos de la Guerra Civil española. Las obras de restauración corrieron a cargo del arquitecto Félix Hernández en 1942, siendo restaurada en 1964 por Rafael Manzano Martos.
En 1981 el Arzobispado cedió el templo como sede canónica a la Hermandad de la Resurrección de Sevilla. En estas fechas volvió a sufrir otro incendio fortuito, acometiéndose obras de urgencia en 1985, iniciándose una nueva restauración de manos de los arquitectos Carmen Navarro Ordóñez, Francisco L. Soro Cañas, José María Cabeza Méndez y Alfonso Sedeño Masot, en 1989 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Detrás del mercado de abastos, está la plaza de Calderón de la Barca. A ella asoma la hermosa fachada del palacio de los marqueses de la Algaba, prototipo de la alta arquitectura doméstica de los siglo XV y XVI en Sevilla. Labrada en ladrillo, la fachada da fe de su filiación mudéjar, que se revela con toda su fuerza en la preciosa ventana ajimezada, con arcos polilobulados, que aparece bajo un robusto tejaroz en la segunda planta. Hoy, el uso de este palacio es público, siendo la sede de un centro cívico municipal.
Tomando desde aquí la calle Arrayán, se llega en línea recta a la de San Luis, espina dorsal del barrio de la Macarena. A la derecha, a no más de treinta metros, se levanta la iglesia de Santa Marina, edificio mudéjar de finales del siglo XIII, reabierta al culto no hace mucho tiempo, después de repararle los graves daños que sufrió tras su incendio el 18 de julio de 1936. Al exterior aparece exenta, sumándose a la tipología de las iglesias sevillanas de esta época que ya se han ido viendo, como Omnium Sanctorum o San Marcos. Tiene tres portadas y un ábside ochavado. La fachada principal, correspondiente a los pies, señala en su traza las tres naves del interior. La portada, ligeramente adelantada del muro de fachada, muestra arquivoltas apuntadas, adornadas las exteriores con dientes de sierra y puntas de diamante y apoyadas en baquetones con capiteles, a partir de los cuales corre un friso decorado con relieves vegetales y geométricos. Por encima del arco corre una cornisa apoyada en cabezas de león. Entre el arco y la cornisa aparecen, bajo sus correspondientes doseletes, una serie de cinco imágenes de santas muy maltratadas por el tiempo y la erosión. Una escalera de tres escalones baja hasta la cota de las naves, con pavimento a base de losetas de cerámica. En el aspecto gótico del templo, todo él de ladrillo, impresiona su desnudez, pues carece casi totalmente de altares y no tiene, prácticamente, ni un solo adorno. La capilla mayor, enmarcada por un gran arco triunfal apuntado, lleva cubierta de nervios. En ella sólo se encuentra la imagen del Resucitado, perteneciente a la Cofradía de la Resurrección y tallada por Francisco Buiza en 1973. A esta cofradía pertenece también la Virgen de la Aurora, cuya imagen, que talló Antonio José de Luque, se encuentra en la llamada capilla de la Piedad, junto a la cabecera de la nave del evangelio. Esta es una de las buenas capillas que conserva este templo. Está hecha de ladrillo y se alza sobre cuatro arcos apuntados sobre los que se eleva una cúpula de media naranja muy decorada con motivos geométricos islámicos, la cual apea sobre una serie de trompas mediante las que se pasa del cuadrado de la base al círculo de la cúpula. Las otras capillas son la sacramental y la de la Divina Pastora, que, como la de la Piedad, tienen por modelo las qubbas musulmanas. Mocárabes y atauriques decoran estos espacios que se cubren con preciosas cúpulas semiesféricas sobre trompas (Rafael Arjona, Lola Walls. Guía Total, Sevilla. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2006).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Marina;
Es una duplicación de la santa Margarita de los latinos, cuya fiesta se celebra el 10 de julio.
Según la Leyenda Dorada, era hija única de un padre que al enviudar ingresó en un convento.
Hizo vestir a su hija con ropas masculinas para que pudiera ser recibida en el mismo convento que él, donde adoptó el nombre de hermano Marín y juró no revelar jamás que era mujer.
Pero una monja disfrazada de monje no está a cubierto de ciertos riesgos. Una mujer embarazada pretendió haber sido violada por el hermano Marín. El mentido monje no se defendió de esta falsa acusación y aceptó con humildad las consecuencias. La impostura sólo se reveló a la hora de la muerte del hermano Marín, porque los monjes, al preparar el cadáver para las honras fúnebres descubrieron con asombro el prolongado error, el pretendido monje lascivo era una víctima inocente, un modelo de castidad, "la perla de las vírgenes (gemma virginum)". La misma aventura se atribuye a Santa Eugenia, santa Eufrósina y santa Pelagia. El tema de la Virgen monje (Monch Jungfrau) es un tópico de la hagiografía: es lo que se denomina la monaco partenia. La leyenda de la papisa Juana sería una de sus última variantes.
Según la Leyenda Dorada, era hija única de un padre que al enviudar ingresó en un convento.
Hizo vestir a su hija con ropas masculinas para que pudiera ser recibida en el mismo convento que él, donde adoptó el nombre de hermano Marín y juró no revelar jamás que era mujer.
Pero una monja disfrazada de monje no está a cubierto de ciertos riesgos. Una mujer embarazada pretendió haber sido violada por el hermano Marín. El mentido monje no se defendió de esta falsa acusación y aceptó con humildad las consecuencias. La impostura sólo se reveló a la hora de la muerte del hermano Marín, porque los monjes, al preparar el cadáver para las honras fúnebres descubrieron con asombro el prolongado error, el pretendido monje lascivo era una víctima inocente, un modelo de castidad, "la perla de las vírgenes (gemma virginum)". La misma aventura se atribuye a Santa Eugenia, santa Eufrósina y santa Pelagia. El tema de la Virgen monje (Monch Jungfrau) es un tópico de la hagiografía: es lo que se denomina la monaco partenia. La leyenda de la papisa Juana sería una de sus última variantes.
El culto de santa Marina está probado en Grecia, donde reemplaza a Artemisa, diosa de la castidad, y entre los maronitas y los armenios que lo llevaron a Venecia. En la isla de la Cité de París, había una iglesia puesta bajo su advocación, que era la más pequeña de las parroquias parisinas, la del arzobispado.
A santa Marina se la ha representado con hábito de monje y un niño desnudo en los brazos.
En el arte bizantino empuña un martillo con el cual golpea al diablo a quien tiene cogido por los pelos.
Las miniaturas francesas la muestran sobre todo entrando al convento con su padre o alimentando a su presunto hijo.
Santa española cuya leyenda reproducía exactamente la de santa Margarita. Es patrona de Orense.
Fue devorada por un dragón de cuyo vientre salió triunfal (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Santa Marina, virgen y mártir;
Santa Marina de Aguas Santas, (Ginzo de Limia, Orense, 123 – Santa Marina de Aguas Santas, Orense, 138). Virgen, mártir y santa.
El relato tradicional de la vida de santa Marina señala a la villa de Ginzo de Limia como el lugar de su nacimiento, en un entorno cercano a la laguna de Antela llamado Antiochía. Por entonces, la comarca de la Limia era una población muy romanizada (Forum Limicorum), por donde transcurría la Vía Nova, Vía XVIII que unía las poblaciones de Bracara (Braga, Portugal) y Asturica (Astorga). Cuando nació Marina, los romanos llevaban en estas tierras casi trescientos años de colonización, desde la campaña de Décimo Junio Bruto (el “Galaicus”) en el año 136 a. C.
Su padre, llamado Theudio o Teódulo, era un personaje significado, con poder, en aquel contexto de romanización. Su madre, cuyo nombre se ignora, murió en el parto de la niña.
Por necesidades de la crianza, su padre eligió a una buena mujer para nodriza de su hija, siguiendo las recomendaciones de los médicos del momento, como Sorano de Éfeso, que en su libro Las enfermedades de la mujer (siglo II) describe las convenientes características de la misma.
Theudio eligió a una labradora de la cercana Pinnitus (Piñeira de Arcos), que presentaba las características exigidas. Esta mujer pasó a la historia como “Aya” de Marina.
Se cuenta que aquella comunidad era visitada y animada por el presbítero Teótimo, quien tuvo ocasión de acompañar a Marina durante su cautiverio y martirio, según cuenta Juan Muñoz de la Cueva tras consultar un manuscrito de fray Egidio de Zamora (siglo XIII), quien “testifica que la historia de esta santa la copió de un escrito del santo sacerdote Theótimo, a quien también cita el breviario de Palencia, que asistió y consoló a Santa Marina hallándose presente a su martirio”.
Educada por su aya, en el seno de aquella comunidad, optó por la vida cristiana y recibió el bautismo en la nueva fe, que le separó definitivamente de su padre Theudio, de los ideales de su familia natural y de los objetivos del Imperio romano, del cual era ciudadana.
Vivió la vida ordinaria de una casa rural, dedicada a la labranza y al pastoreo, que fue alterada el día en que, quinceañera, estando ella guardando el ganado, en un espacio próximo a la vía que conducía al presidum de la cibdá de Armea (hoy en pleno trabajo de excavaciones arqueológicas), el joven prefecto romano Olibrio la vio de casualidad y se encaprichó de ella, queriéndola hacer esposa, concubina o esclava, según reglamentaba el derecho matrimonial romano (jus connubii), pues desconocía la procedencia social, de la hermosa desconocida.
Negándose ella repetidamente a las pretensiones del prefecto, éste llegó a acusarla de cristiana para deshacerse de ella. Dado que estaba vigente el Decreto de Trajano, los jueces del imperio la condenaron a morir si no renunciaba de la fe en Jesucristo.
En el juicio no renegó de su fe ni se prestó a ofrecer incienso a los dioses de Roma, por eso fue condenada a morir decapitada, como correspondía a una ciudadana romana. Era el año 138 (año en que también murió el 10 de julio el emperador Adriano).
Por mandato legal para la ejecución, condujeron a la rea a la distancia obligada de la población, al descampado que era donde hoy se erige la iglesia y población de Santa Marina de Aguas Santas. Allí el verdugo, en el lugar que hoy conmemora la capilla de Santo Tomé, le cortó la cabeza manando aguas cristalinas en el lugar en que ésta tocó el suelo. Aguas que continúan siendo veneradas por los fieles y que conservan sus propiedades taumatúrgicas.
Los hermanos cristianos que fueron testigos de aquellos sucesos guardaron memoria de los mismos y del lugar de su enterramiento, convirtiéndose aquel sepulcro en lugar de celebración, como aciertan a atestiguarlo la piedra con inscripciones cultuales que asienta hoy debajo de la mesa del altar mayor del templo románico de Santa Marina de Aguas Santas y un capitel suevo que indica la nobleza de la arquitectura que muy temprano se desarrolló en torno al venerado mausoleo.
Después del Edicto de Milán (313), estando el lugar del enterramiento en las cercanías de la Ribeira Sacra orensana, es probable que un grupo de anacoretas o monjes habitase aquel lugar para cuidar de la memoria de la santa y facilitar el culto cristiano ante el testimonio martirial de su sepulcro.
En torno al año 800, en tiempos de Alfonso II el Casto, rey de Asturias, y contemporáneo con la inventio del sepulcro del apóstol Santiago, se inició un culto en torno a la memoria de santa Marina que consolidó en el magnífico templo románico de finales del siglo XII en Aguas Santas, y a partir de ahí el rey Fernando III erigió, tras la conquista de Córdoba (1236) y Sevilla (1248), las respectivas iglesias en honor a santa Marina en cada uno de dichos lugares, entronizando su figura por las tierras reconquistadas.
El cardenal César Baronio la incorporó en el Martirologio Romano de 1586, rubricado por el papa Gregorio XIII, celebrándose desde entonces su festividad el día 18 de julio.
Hoy la devoción de los fieles cristianos a santa Marina continúa estando presente, manifestada por la cantidad de peregrinos que desde distintos lugares acuden a orar y venerar a la santa en el lugar de su martirio y enterramiento, al lado de su sepulcro, visible y visitable (Arturo R. Fuentes Varela, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Horario de apertura de la Iglesia de Santa Marina:
De Lunes a Jueves: de 11:00 a 13:00, y de 19:00 a 21:00
Viernes: de 11:00 a 13:00
Domingos: de 11:30 a 13:00
Horario de misas de la Iglesia de Santa Marina:
Domingos: 12:00
Página web oficial de la Iglesia de Santa Marina: www.hermandaddelaresurreccion.com/santa-marina-2/
La Iglesia de Santa Marina, al detalle:
La imagen de San Juan Bautista de la Salle
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