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martes, 28 de abril de 2020

El Cuarto del Almirante, en la Casa de la Contratación, del Real Alcázar

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Cuarto del Almirante, del Real Alcázar, de Sevilla. 
          El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Triunfo, 5 (la salida se efectúa por la plaza Patio de Banderas, 10); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
     En el Real Alcázar, en la Casa de la Contratación, se encuentra el Cuarto del Almirante [nº 6 en el plano oficial del Real Alcázar]
     Tras el corredor ubicado en el flanco derec­ho del Patio de la Montería, se alza la puerta que comunica con las dependencias conocidas como Cuarto del Almirante. En los siglos XVI y XVII estas piezas, que poseen planta baja y alta, quedaban  englobadas en el Cuarto de la Montería, llevándose a cabo en ellas importantes intervenciones. 
     La puerta que nos permite el acceso a las mismas va ornamentada con castillos y leones de cerámica azul y, tras ella, se extiende una amplia sala rectangular con techumbre del siglo XVI conocida como Sala del Almirante que guarda importantes recuerdos históricos en las relaciones de España con América. En este solar, que en la Baja Edad Media estuvo ocupado por el Palacio de Al-Muwarak, fundaron los Reyes Católicos la Casa de la Contratación de las Indias, hecho que ha quedado recordado por una lápida con la siguiente inscripción: "En este Cuarto del Almirante fundó Doña Isabel la Católica la Casa de la Contratación de las Indias por Real Cédula de 14 de enero de 1503, siendo su primer Regidor Sancho de Matienzo".
      Sería en este solar donde se pergeñaron las más importantes empresas descubridoras del Nuevo Mundo y de Oceanía, siendo necesario recordar nombres como los de Núñez de Balboa, Yáñez Pinzón, Juan de la Cosa, Enciso y tantos otros, que con Cristóbal Colón llevarían el nombre de nuestra España hasta los puntos más lejanos de la tierra. 
     En esta Casa de la Contratación, llamada "Casa del Océano" por Pedro Mártir de Anglería, también se organizó la expedición de Hernando de Magallanes que, partiendo del puerto de Sevilla, iniciaría la primera vuelta al mundo rematada felizmente por su compañero Juan Sebastián Elcano, quien gozosamente retornaría al mismo punto de partida. Por tanto, estamos ante un lugar de gran transcendencia histórica en las relaciones de todo tipo de España con América.
      Este salón presenta un primer tramo decorado con una serie de lienzos propiedad del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla y diferentes retratos de personajes relacionados con la realeza como por ejemplo los Duques de Montpensier que aparecen en la ilustración 
      El tramo último de este salón ha sido convertido en Museo Romántico, instalándose el dormitorio utilizado por la Reina Isabel II cuando ésta visitaba Sevilla y diferentes objetos de la época como bellísimos abanicos, esculturas de bronce, espejos etc... (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992).
     En el frente oriental del Patio de la Montería se localiza un conjunto de dependencias conocidas bajo el nombre de Cuarto del Almirante. Junto a su puerta de ingreso se sitúa una lápida, colocada por la Academia de Ciencias, que recuerda la estancia en el alcázar sevillano, en 1796, del rey Carlos IV y su esposa María Luisa. 
     Con tal motivo se celebraron en la ciudad lucidas fiestas y se levantaron aparatosas arquitecturas efímeras, a la vez que se realizaron una serie de reparaciones en las puertas, ventanas, vidrieras y decorados del palacio, con objeto de adecentarlo y de dar cómoda morada a los soberanos.
     Las tres dependencias que forman el Cuarto del Almirante son producto de las remodelaciones y transformaciones que se realizaron en este sector durante los siglos XVI y XVII. El origen de las mismas habría que situarlo en el siglo XI y relacionarlo con una serie de estancias que completaban el alcázar Mubarak del rey Al-Mutamid, del que se conserva un patio, remodelado por los almohades en forma de jardín de crucero, en la paredaña sede de la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía. 
     En estas dependencias, Isabel la Católica recibió a Cristóbal Colón después de su segundo viaje a América y fundó, el 14 de enero de 1503, la Casa de Contratación de las Indias, institución destinada a controlar el tráfico comercial  y de personas con y desde el Nuevo Mundo, y encargada también de la organización de las flotas, así como de la enseñanza de la náutica. Si gracias al comercio con las Indias, Sevilla se convirtió en el principal puerto de Europa, serían las actividades educativas las que convirtieron la "Casa del Océano ", como la llamó Pedro Mártir de Anglería, en uno de los principales centros europeos de investigación náutica y científica durante el siglo XVI. Con estas labores hay que relacionar la formulación de una de las primeras "Cartas de marear", realizada por Juan de la Cosa a finales del siglo XV, o la creación, en 1512, del "Padrón Real", arquetipo de la cartografía marítima que era renovado continuamente, ampliándose o corrigiéndose de acuerdo con las noticias aportadas por los pilotos, que llevaban un diario de abordo, detallando los pormenores de las travesías. 
     A estas novedades se unían las aportadas por las expediciones, de carácter más o menos científico, que dieron resultados tan transcendentales como el descubrimiento del Pacífico, en la realizada por Núñez de Balboa o en la que se confirmó la hipótesis de Cristóbal Colón, sobre la redondez de la tierra, en la electuado por Fernando de Magallanes, con la llegada al puerto de Sanlúcar, en 1522, de la nao "Victoria" al mando de Juan Sebastián Elcano. No hay que olvidar que, entre los personajes que trabajaron en la Casa de Contratación, se encontraron pilotos mayores como Américo Vespucio, Alonso de Chaves o Andrés García de Céspedes, así como los cosmógrafos Alonso de Santa Cruz, Diego Ribero, Rodrigo Zamorano y Jerónimo de Chaves y los tratadistas náuticos Francisco Falero y Pedro de Medina.
     De este antiguo edificio, actualmente sólo se conservan tres salas. La Sala del Almirante, que recibe su nombre por haber sido sede del Tribunal del Almirantazgo de Castilla, está formada por una gran estancia rectangular con forjado de viguería sobre canes, en la que se conserva una importante colección de pinturas de los siglos XIX y primeras décadas del XX. De ellas destaca, por su colosal tamaño, la titulada Las Postrimerías de San Fernando, firmada y fechada en el ángulo inferior izquierdo por el pintor sevillano Virgilio Mattoni, en 1887. En ésta se representa la muerte del Santo Rey en el propio Alcázar de Sevilla, acaecida en 1252, según la descripción que aparece en la Estoria de España, obra redactada por su hijo Alfonso X, el Sabio. A su lado figura el retrato de Francisco de Asís, rey consorte y esposo de Isabel II, realizado por Bernardo López Piquer en 1864. En el testero de la habitación cuelga La toma de Loja por Fernando el Católico en 1486. En esta pintura se contempla al rey de Granada, Boabdil, entregando las llaves de la ciudad al monarca castellano en presencia del Gran Capitán, Don Gonzalo Fernández de Córdoba. El cuadro, que estuvo presente en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, fue realizado ese mismo año por Eusebio Valldeperas.
     Continúan los retratos, obras de Carlos Blanco en el primer tercio del siglo XIX, del rey Fernando VII y su cuarta esposa María Cristina de Nápoles, padres de Isabel II y de la infanta María Luisa. Traídos del palacio de Miramar de San Sebastián, son los pertenecientes a los reyes franceses Luis Felipe de Orleans y María Amalia, así como el de su hijo Antonio, Duque de Montpensier y el de su esposa, La Infanta María Luisa de Barbón.
     Se trata de unos magníficos ejemplos del retrato cortesano del siglo XIX, que fueron realizados por Franz Xaver Winterhalter. Presidiendo la sala se encuentra el cuadro pintado por Alfonso Grosso representando La inauguración de la Exposición Iberoamérica de Sevilla, el 9 de mayo de 1929.Junto a la familia real, Alfonso XII y doña Victoria Eugenia de Battenberg, el infante don Alfonso y las infantas doña Cristina y doña Beatriz y su tío don Carlos de Borbón, aparecen una serie de personajes de vital importancia en la vida política española de principios de siglo, como fueron los generales Berenguer y Primo de Rivera, así como el Marqués de Nervión y José  Calvo Sotelo.
     Desde la Sala del Almirante se accede, por una puerta situada en el testero del fondo, a la Sala III, dependencia de iguales características a la primera, aunque algo más pequeña. En ella, estuvo situado hasta hace pocos años un pequeño Museo Romántico. Hoy alberga una importante colección de abanicos, donada al Ayuntamiento de Sevilla por doña Gloria Trueba, que integran piezas comprendidas desde el siglo XVII al XX. Junto a los tradicionales europeos, existen algunos ejemplares orientales, como los paipay o el interesantísimo asimétrico, con escenas costumbristas japonesas. Entre los europeos se han de destacar los que tienen el país de Chantillí o de encaje de Malinoix, así como los que aparecen firmados por los pintores o miniaturistas Basiré, Ravault, Rebours, Boudet o Dupont-Watteau. 
   En la misma sala se expone el cuadro de proporciones apaisadas de la Procesión del Santo Entierro grande, correspondiente a la que cada cierto tiempo recorría las calles de Sevilla en la tarde del Sábado Santo. En ella participaban algunas de las hermandades de penitencia que procesionaban a lo largo de la semana, con sus respectivos pasos. Si curioso resulta  el tema elegido para la composición, aún más interesante es su valor iconográfico, pues representa, con ciertas libertades, una visión de la ciudad, a mediados del XIX. A la procesión le sirve de marco la Catedral, que es desarrollada en horizontal, pudiendo verse tres de sus cuatro fachadas aún con las puertas principales sin terminar, ya que no se concluyen hasta 1927, o las dependencias del ángulo suroeste, sede del futuro Museo Catedralicio, terminada también en las primeras décadas del presente siglo. Le sigue la calle Alemanes y la Plaza de San Francisco, aun porticada, y presidida por el Ayuntamiento con el antiguo acceso al convento que le da nombre y la galería que, diseñada por Hernán Ruiz el Joven a mediados del XVI, fue derribada en la centuria pasada. Termina el cortejo en la Plaza del Duque, en donde se puede ver la destruida Iglesia de San Miguel o el desaparecido Palacio del Duque de Medinasidonia (Juan Carlos Hernández Núñez, Alfredo J. Morales. El Real Alcázar de Sevilla. Scala Publishers. Londres, 1999).
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