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martes, 18 de agosto de 2020

La pintura "Santa Elena", de Antonio Cabral Bejarano, en la Capilla del Palacio de San Telmo


    Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santa Elena", de Antonio Cabral Bejarano, en la Capilla del Palacio de San Telmo, de Sevilla.   
      Hoy, 18 de agosto, en Roma, en la vía Labicana es la Festividad de Santa Elena, madre del emperador Constantino, que, entregada con singular empeño a ayudar a los pobres, acudía piadosamente a la iglesia mezclada entre los fieles, y habiendo peregrinado a Jerusalén para descubrir los lugares del nacimiento de Cristo, de su Pasión y Resurrección, honró el pesebre y la cruz del Señor con veneradas basílicas (c. 329) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
      Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "Santa Elena", de Antonio Cabral Bejarano, en la Capilla del Palacio de San Telmo, de Sevilla.
     El Palacio de San Telmo - Presidencia de la Junta de Andalucía [nº 60 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 42 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de Roma, 2; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
      En la Capilla del Palacio de San Telmo podemos contemplar este óleo sobre lienzo, con unas medidas de 1'44 x 0'85 m., realizado en 1850 por Antonio Cabral Bejarano en estilo romántico, para uno de los lados de las tribunas laterales. 
   Santa Elena reina y madre de Constantino portando la cruz en alusión al episodio de su vida cuando encuentra la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén.
   Desde el punto de vista morfológico Bejarano construye la obra con la figura de tres cuartos, de frente y sobre fondo neutro. Hay que tener en cuenta la altura elevada y los detalles del fondo se perderían. Existe un doble tratamiento en la imagen. Para las zonas de la anatomía busca una mayor definición en la pincelada, le confiere al rostro cierto atisbo de espiritualidad, mirada directa y serena. El resto de la composición lo resuelve más rápidamente con un trazo más abierto.
   Lógicamente la temática del cuadro no da pie a grandes alardes técnicos o compositivos resulta encorsetada a patrones ya bien establecidos desde el barroco. Se podría decir que se inspira vagamente en las santas de Zurbarán con cierta preocupación en los pormenores de las joyas, y algo en las texturas de las ropas. En ocasiones falla la perspectiva como por ejemplo en la cruz..
   Este lienzo forma parte de la colección de doce pinturas en forma de cuarto de círculo o escuadra que incorporaron los Duques de Montpensier, para ser colocados en los lunetos de la bóveda de la capilla del Palacio de San Telmo, tras la compra del mismo al Estado en 1849. Los Duques de Montpensier adquirieron el edificio de la antigua Universidad de Mareantes para establecer su residencia en Sevilla. Este encargo fue hecho al pintor Antonio Cabral Bejarano en mayo de 1850. El pintor fue el responsable de acometer todas las intervenciones en la capilla, respetando el legado existente.
   La elección de los temas representan a santos y santas vinculados a la devoción de los duques de Montpensier. Al desconocer la lista proporcionada por los Montpensier a Cabral Bejarano, ignoramos sin en ella existía anotaciones al margen que explicaran la causa de tal selección. Es conocida la religiosidad de los duques de Montpensier y en especial de la duquesa. A nivel general, se podría considerar que los santos y santas son reyes y reinas, obispos o papas. Reseñar que de la lista de santos casi la mitad corresponderán con los nombres que le pondrán los Duques de Montpensier a sus hijos.
Esta pintura, como el resto, están concebidas de la misma forma no existiendo desigualdad técnica entre ellas. Su lectura en conjunto podría ser definida como una galería de retratos de "santos ilustres", al igual que existía otra de personajes ilustres en las dependencias del palacio. La capilla ya poseía su propio programa iconográfico, bien definido, por ello no había lugar ni espacio para desarrollar otros temas hagiográficos en la nave, aunque sí se colocaran en lo alto de la tribuna las dos escuadras grandes de la vida de San Antonio pero que no se ven a simple vista. Por ello la decisión del duque fue muy respetuosa con el entorno existente.

   La serie esta concebida de forma austera pocos elementos, simplemente los atributos básicos de los santos, necesarios para que se reconozcan. Esta economía de medios puede resultar a veces monótona, pero proporciona gran unidad al conjunto. No hay nada anecdótico y los detalles se reducen sólo a alguna joya, o un textil más o menos elaborado, ésta no era la preocupación del artista que prefiere centrarse en el rostro y en captar de manera subjetiva la santidad del personaje. Sin embargo a veces se puede confundir el misticismo con la quietud (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía, de Santa Elena;
LEYENDA
   Madre del primer emperador cristiano, Constantino, fundador de Constantinopla, debes su popularidad sobre todo a la Invención de la Vera Cruz.
   Nació en Bitinia hacia 250 y fue convertida por Luciano de Antioquía. Se casó con Constancio Cloro a quien había conocido en Asia Menor cuando sólo era tribuno militar. Acompañó a su marido en las campañas de Serbia, donde nació Constantino, y en la de Tréveris y York.
   Pero como Elena no era de origen romano, Constancio Cloro debió repudiarla cuando fue designado gobernador de las Galias por Diocleciano, en 293. No obstante, y aunque Cloro haya tenido tres hijos de su segundo matrimonio, fue al hijo de Elena, la repudiada, a quien nombró sucesor.
   En 312 Constancio, que combatió en Italia contra el emperador Majencio, vio en el crepúsculo una cruz luminosa que se elevaba por encima del horizonte, presagio de la victoria que le abriría las puertas del imperio romano.
   Elena se reunió con él en Roma, algún tiempo después de su triunfo sobre el puente Milvio. Ella hizo construir allí la basílica de la Santa Cruz después de haber sido recibida por el papa.
   En 324 Constantino conquistó el Oriente. Elena lo siguió a Asia Menor, luego fue a Palestina para buscar allí las reliquias de Cristo. Cuando llegó a Jerusalén, en 327, sobre el emplazamiento de la gruta de Belén hizo edificar la basílica de la Natividad y sobre el Santo Sepulcro el templo de la Anastasis o Resurrección.
   Acerca de la Invención de la Santa Cruz existen muchos relatos divergentes. Según San Ambrosio, que habla de ello en un discurso pronunciado en los funerales de Teodosio el Grande, en 395, Elena encontró las tres cruces del Gólgota o Calvario en una cisterna, y reconoció la de Cristo por la inscripción trilingüe del titulus. Además, encontró los clavos de la Crucifixión; con uno de ellos hizo fundir el freno del caballo del emperador (el santo bocado) y con el otro su diadema.
   El relato de Rufino de Aquilea ofrece una versión diferente, que en la traducción de Claude Seyssel (1567), se presenta de esta manera:
   "Cuando llegó al lugar que le fuera revelado en la visión,lo hizo purificar y limpiar. Luego ordenó que cavaran, y encontró tres cruces semejantes, que estaban enterradas juntas.
   Por ello no podía conocer ni discernir cuál de las tres era la de Nuestro Señor.
   Por esta causa, al ver que los sentidos humanos no podrían conocer la mencionada Cruz, se recurrió a la gracia divina. Ocurrió que en esa ciudad había una mujer atacada de una enfermedad tan grave que casi la había matado El obispo Macario, al ver perpleja a la reina y a quienes con ella estaban, les dijo: "Aportadme esas tres cruces, espero que Nuestro Señor nos revele cuál de las tres lo sostuvo y lo llevó".
   Fue a la casa de la mujer enferma... acercó primero una de las dos cruces de los ladrones, pero no ocurrió nada, y luego la otra, y todo siguió igual. Por último, al aplicarle la de Nuestro Señor, sin poder contenerse, ella abrió los ojos y se levantó súbitamente."
   Según una tercera versión, no fue una mujer enferma que curó sino un muerto que resucitó.
   Por último, de acuerdo con una cuarta versión, popularizada por la Leyenda Dorada, el emplazamiento de la Vera Cruz fue revelado por un judío llamado Judas: puesto que un Judas había entregado a Cristo, correspondía a otro Judas reparar el daño restituyendo la Cruz del Redentor. Como se negaba a revelar su secreto, la emperatriz Elena le impuso seis días de ayuno en el fondo de un pozo. Atormentado por la sed y el hambre, Judas se decidió a confesar.
   La emperatriz murió en Tracia en 329, dos años después de la Invención de la Vera Cruz.
CULTO
Lugares de culto
   Las reliquias de Santa Elena fueron transportadas a la basílica de San Pedro de Roma. Además, se la veneraba en una capilla subterránea de la basílica de la Santa Croce in Gerusalemme, en Ascoli Piceno y en Pesaro.
   En la Alemania renana era objeto de veneración, sobre todo en Colonia (iglesia de San Gereón), en Bonn, Tréveris y Xanten.
   En Francia ha dado su nombre a la antigua ciudad episcopal de Elne en el Rosellón, que llevaba en la época galoromana el nombre Castrum Helenae. En el siglo IX, en 842, un monje benedictino de la abadía de Hautvillers, en la diócesis de Reims, se habría llevado sus restos de Roma hacia su monasterio. De esa manera Santa Elena se convirtió en una Santa de Champaña, por ello en la catedral de Reims puede verse su estatua y un altorrelieve que representa la Invención de la Vera Cruz.
   Después de la Revolución, sus reliquias se transportaron a París, a la iglesia de Saint Leu, donde se encontraba la capilla de la cofradía de la Santa Cruz.
Patronazgos
   Patrona de los Caballeros del Santo Sepulcro, también lo era de la corporación de fabricantes y vendedores de clavos, porque al mismo tiempo que la madera de la Cruz encontró los clavos de la Crucifixión. Los fieles se dirigían a ella para encontrar los objetos perdidos, y como la Cruz tenía la virtud de expulsar los demonios, se la invocaba contra los maleficios y las enfermedades que éstos inoculables, tales como el cáncer y la epilepsia.

   En Rusia se siembra el lino el día de su fiesta, para que crezca tan largo como su cabellera.
ICONOGRAFÍA
   Sus atributos son la corona y el manto imperial, pero los más característicos son los instrumentos de la Pasión: la cruz que lleva en los brazos o ante la cual está de pie, formando pareja con el emperador Constantino que lleva la corona de espinas y los tres clavos.
   En las iglesias de Moldavia y de Bucovina se acostumbra representar a la derecha de la puerta a San Constantino y a Santa Elena, simétricamente de pie a cada lado de la cruz (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Antonio Cabral Bejarano, autor de la obra reseñada;
   Antonio Cabral Bejarano (Sevilla, 31 de octubre de 1798 – 1861). Pintor y profesor.
   Se le considera uno de los creadores en Sevilla del género de la pintura costumbrista. Su formación inicial fue junto a su padre, el también pintor Joaquín Cabral Bejarano (de quien hereda el gusto por copiar a Murillo), y la asistencia a las clases de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, de la que fue profesor de perspectiva desde 1825. Durante el Trienio Liberal apoyó los actos públicos que defendían el sistema en Sevilla y fue autor del Retrato del general Riego que se paseó por la ciudad en 1821. Decoró también varias arquitecturas efímeras de celebración pública al aire libre. Miembro fundador del Liceo sevillano y colaborador en todas las exposiciones que convocaba, en donde presentó sobre todo escenas costumbristas, como las del año 1838: Un majo, Retrato de Govantes, Ruinas góticas, y el boceto de la Degollación de san Juan Bautista. En 1840 realizó el Retrato de Murillo, y Rinconete y Cortadillo (encargo del marqués de los Llanos). En la de 1841 también presentó Un majo y una maja, dos copias de Murillo representando a las Santas Justa y Rufina (en colaboración con Manuel Barrón) y una Escena de duendes.
   Impulsor y creador del Museo de Bellas Artes, fue su primer director y restaurador de pinturas, lo que le proporcionó un gran conocimiento de la pintura religiosa por su cercanía. Era ya un pintor reputado, cuando, a los treinta y siete años, solicitó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid que le admitiera a realizar las pruebas oportunas para conseguir el título de académico de mérito por la pintura de historia. Lo obtuvo en 1836 tras pintar para la ocasión un cuadro que representa La degollación de san Juan Bautista, obra que estuvo presente en la exposición del año 1840.
   En 1837 pidió la intervención de la Academia madrileña ante sus pretensiones de ascenso en el escalafón de la de Sevilla. En 1850 fue nombrado académico de esta última, y llegó a ser su director.
   En su faceta como pintor de género religioso pintó para la iglesia del colegio dominico de Regina de Sevilla, y para el altar mayor de la iglesia del convento de la Trinidad tres lienzos representando La Santísima Trinidad, San Juan de Mata y San Pedro Valois; también pintó en 1850 para la capilla de San Telmo por encargo del duque de Montpensier. Como retratista hizo los de Francisco Herrera el Viejo (en la Academia de Bellas Artes de Sevilla), el del cardenal Francisco Javier Cienfuegos y Jovellanos, y el suyo propio (Museo del Romanticismo de Madrid). En 1843 retrata a María Cristina de Borbón y a Isabel II (en el Archivo de Indias de Sevilla); también pintó a Joaquín Pérez de Seoane, a Inés Rivero de la Herranz, y al párroco Matías de Espinosa, así como al Marqués de Arco Hermoso y su familia (1838). Es en el género costumbrista en el que alcanza mayor reconocimiento: El patio de Monipodio (Museo de Montevideo), y escenas con majos y majas. Obras suyas han figurado y figuran en bastantes colecciones particulares, y la Biblioteca Nacional de España conserva un dibujo del torero Francisco Montes Paquiro [Esperanza Navarrete Martínez, en Biografías de la Real Academia de la Historia].
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