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sábado, 22 de agosto de 2020

La imagen de Nuestra Señora del Subterráneo, Reina y Emperatriz de Cielos y Tierra, titular de la Hermandad de la Cena, en la Iglesia de la Consolación (Los Terceros)


      Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la imagen de Nuestra Señora del Subterráneo, Reina y Emperatriz de Cielos y Tierra, titular de la Hermandad de la Cena, en la Iglesia de la Consolación (Los Terceros), de Sevilla.         Hoy, 22 de agosto, Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
      Y que mejor día que hoy para ExplicArte la imagen de Nuestra Señora del Subterráneo, Reina y Emperatriz de Cielos y Tierra, titular de la Hermandad de la Cena (primera hermandad en defender y jurar el voto de la Realeza de María el 22 de febrero de 1948 en la Función Principal de Instituto), en la Iglesia de la Consolación (Los Terceros), de Sevilla.
     La Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, vulgo de "Los Terceros" se encuentra en la calle Sol, 10; en el Barrio de Santa Catalina, del Distrito Casco Antiguo.
      En la Iglesia de la Consolación, "vulgo" de Los Terceros podemos contemplar la imagen de Nuestra Señora del Subterráneo, Reina y Emperatriz de Cielos y Tierra es la dolorosa de la Hermandad. Es una imagen anónima, difícil de atribuir por sus características morfológicas. La nueva hechura de la Virgen del Subterráneo realizada a mediados del siglo XIX y tradicionalmente su autoría se ha enmarcado en torno al imaginero Juan de Astorga, (s. XIX), aunque otros expertos piensan que se trata de una imagen de mayor antigüedad.
      Fue restaurada en el año 2004 por el Instituto Andaluz de Patrimonio,  sus cultos son en febrero, Triduo y Función Principal de Instituto, y procesiona el Domingo de Ramos bajo el magnífico palio que le bordara Juan Manuel Rodríguez Ojeda (www.sagradacenadesevilla.org).

      Fina obra de difícil identificación, aunque según dice González de León, "esta imagen es del acreditado escultor Don Juan de Astorga". Mide 1'55 m. y se fecha en los años de 1812 y 1815. Rostro delicado y dulce, que inspira singular ternura. Quizá por ello, el escritor Romero y Murube la incluyó entre "lo inefable de la Semana Santa". Manos con dedos alargados y finos, entre los cuales se acuna a veces una rosa de Pasión. De gran sabor es su paso con aéreo palio, de escuetas bambalinas y corbatines al estilo antiguo. Lleva faroles entrevarales que iluminan la caída del manto. Su hermandad se distinguió en la defensa de la Realeza Mariana, formulando en 1948 un temprano Voto a favor de la misma. Hasta 1936 residió en la parroquia de Omnium Sanctorum. La notable obra de conservación y mantenimiento que realiza en su actual sede del ex-convento de los Terceros, le permite disponer de un templo amplísimo, donde se instalan con holgura los pasos procesionales, y donde incluso se puede dar cobijo ocasional a otras cofradías desahuciadas. Esta misma amplitud presta un extraordinario lucimiento a todos los numerosos y devotos actos que organiza a lo largo del año, tanto los de carácter eucarístico como los pasionistas y marianos. Entre estos últimos, destaca por el lujo floral y el primor de su instalación el ya tradicional besamanos a Nuestra Señora del Subterráneo en la fiesta de la Inmaculada (Juan Martínez Alcaide. Sevilla Mariana, repertorio iconográfico. Ediciones Guadalquivir, Sevilla. 1997).
Nuestra Señora del Subterráneo, Reina de Cielos y Tierra
Iconografía: Virgen al pie de la Cruz, tras la Crucifixión de Jesucristo.
Autor: Anónimo (atribuida a Juan de Astorga, 1779-1849).
Cronología: 1812-1815
Intervenciones: Manuel Gutiérrez Reyes-Cano (1902), José Ordóñez (1917), Sebastián Santos Rojas (1948), Manuel Hernández León (1989) e Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico IAPH (2004).
Altura: 155 centímetros.

   La autoría de de Nuestra Señora del Subterráneo no está clara todavía. Tradicionalmente, investigadores consagrados como Félix González de León la atribuyen al quehacer artístico del escultor Juan de Astorga (1779-1849). Otros autores, sin embargo, han señalado que la imagen podría tratarse de una talla del siglo XVII que el referido Astorga restaurase en las primeras décadas del siglo XIX.
   La imagen decimonónica de la Virgen del Subterráneo fue realizada en madera de cedro en el primer tercio de la centuria. Primitivamente su advocación era del Soterraño, como la advocación de una imagen que se veneraba en la parroquia de San Nicolás, donde se origina la hermandad en 1580.
   Hoy en día es la imagen de menor estatura de las que salen bajo palio en la Semana Santa de Sevilla, por eso lleva un suplemento en la peana en forma de nubes angélicas. En el año 1956 el cardenal Segura le impone su pectoral y el anillo pastoral.
   Nuestra Señora del Subterráneo es una imagen de candelero para vestir, con la cabeza inclinada hacia la derecha y la mirada hacia abajo. Los ojos son de cristal y poseen pestañas postizas, así como seis lágrimas de cristal, aunque existen fotografías en las que podemos apreciar cinco e incluso siete. Actualmente presenta tres en cada mejilla. El ceño fruncido acentúa el dramatismo de la Virgen, pero sin restarle una belleza algo idealizada. La boca entreabierta deja ver la talla de los dientes superiores. El cabello está tallado levemente con la raya en el centro. Las manos destacan por sus finos y alargados dedos. En su mano izquierda acostumbra llevar una rosa de pasión.
   En cuanto  a intervenciones, la primera se debe a Manuel Gutiérrez Reyes-Cano, el cual la restaura en 1902, además de repolicromarla. Hacia 1917, el escultor José Ordóñez arregla su mano izquierda.
   Ya a mediados del siglo XX, en 1948, Sebastián Santos la restaura. Manuel Hernández León le realiza nuevo candelero y brazos articulados en 1989.

   Su última intervención se fecha en el año 2004, cuando la restaura el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, bajo la dirección de Cinta Rubio, reintegrando la policromía de cuello y manos.
   En su salida procesional luce un puñal en el pecho.
   La corona que luce cada Domingo de Ramos fue realizada en 1952 por el orfebre Manuel Seco Velasco. Está realizada en plata sobredorada e inspirada en la que ostenta la Inmaculada Concepción de la Sacristía de la Catedral hispalense. Se compone de un canasto con decoración de roleos encintados y cartelas, del cual se desarrollan ocho imperiales. La ráfaga posee idéntica decoración y se delimita por rayos lisos y flamígeros. Este elemento se encuentra orlado por catorce estrellas y se remata con una cruz latina.
   El bordador Rodríguez Ojeda realizó hacia 1924 un precioso manto de salida para la Virgen del Subterráneo, sobre terciopelo azul oscuro, siendo su coste de veinte mil pesetas. La pieza sustituía a la prestada por la hermandad de los Gitanos, para procesionar durante la estación de penitencia de 1922. En la Semana Santa anterior, Juan Manuel había confeccionado un palio, por lo que se le añadía este manto como complemento del conjunto. Con esta obra, el insigne bordador llegaba a su etapa de consagración, aunque daba muestra de un cierto matiz original, al retomar el estilo decimonónico que había precedido su producción. En esta etapa madura de su autor, cuando las obras juanmanuelinas se definen por una concentración de bordados en toda la superficie de palios y mantos, se darán las excepciones del manto de la Virgen del Subterráneo y del Valle. En el diseño cabe destacar la utilización de un eje central, característico de este tipo de ajuar, de donde salen ramificaciones de tallos de hojarascas, con roleos que llenan el espacio del mismo. Sobresale la utilización de un canasto o macetilla de flores que había sido empleado en muchas ocasiones en los decoradores regionalistas. Se ha utilizado la técnica de hojilla solamente en el borde de la anilla central, en algunas flores de tipo anilla e intercalados puntuales en algunas flores. El manto se rodea por una guardilla con finos roleos que enmarcan lo soberbio del conjunto. Está perfectamente conjuntado con el bordado del resto del paso, definiendo un estilo elegante y armónico. En 1985 se restauraría el manto en los talleres de Carrasquilla, pasando los bordados a nuevo terciopelo azul.
   Cabe destacar el manto de camarín que se confeccionó, hacia el año 2003, según diseño de Antonio Jesús del Castillo, actual prioste de la hermandad, gracias a la donación de un grupo de hermanos. Bordado en oro fino sobre terciopelo azul, presenta un elegante dibujo con grandes roleos. Anteriormente, en 2002, el mismo autor diseñó un manto rojo, junto con una saya morada, que fueron diseñadas inspirándose en otras antiguas que habían sido confeccionadas con los bordados procedentes del anterior paso de palio de la Dolorosa, realizado en 1918 en los Talleres de Casa Aranda, en Zaragoza. Presenta un esquema compositivo basado en una cenefa ondulada central, de la que parten motivos vegetales y azucenas. 

   Probablemente el bordador Juan Manuel Rodríguez Ojeda intervendría en la confección de las tres sayas que actualmente conserva la Corporación. La llamada Saya Roja es una excelente pieza de principios del siglo XX, en la que se puede apreciar el juego de motivos florales propio del estilo juanmanuelino. Hacia 2003, coincidiendo con la restauración de la Dolorosa, se estrenó una nueva saya, aprovechando los bordados de una anterior que había realizado Carrasquilla en 1979 y de la túnica del antiguo Cristo de la Cena, esculpido por Manuel Gutiérrez Reyes-Cano. La labor del pasado de los bordados a la saya actual lo realizaría Genoveva Rodríguez Sánchez, en Albaida del Aljarafe. La saya blanca se bordaría aprovechando el antiguo manto del Cristo de la Cena, mientras que la Saya azul fue confeccionada aprovechando el bordado de un mantolín de un apóstol (Álvaro Dávila-Armero del Arenal, José Carlos Pérez Morales y José Fernando Gabardón de la Banda, en Palios de Sevilla III La virgen dolorosa sevillana. Ediciones Tartessos, Sevilla. 2006).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Solemnidad de la Realeza de la Virgen María
   Aunque ya en los congresos marianos de Lyon de 1900, de Friburgo en 1902 y de Einsiedeln de 1906 se había solicitado la instauración de una fiesta de la realeza universal de María como colofón del mes de mayo mariano,  su creación fue paralela a la de Cristo Rey, instaurada por Pío XI Ratti en 1925. En 1933 María Desideri fundó en Roma el movimiento internacional Pro regalitate Mariae con ese fin, y se recogieron innumerables peticiones, entre ellas de obispos y personalidades católicas, que se presentaron en doce volúmenes al Venerable Pío XII Pacelli. Finalmente este papa, tras publicar la Encíclica Ad coeli Reginam del once de octubre de 1954, instituyó la fiesta el uno de noviembre de dicho año, con motivo del I centenario de la definición dogmática de la Inmaculada, para el treinta y uno de mayo, como culminación del Mes de María.  En la reforma del calendario de 1969 fue transferida del treinta y uno de mayo a la Octava de la Asunción. El Papa Pablo VI Montini justifica perfectamente el cambio de fecha: “la solemnidad de la Asunción se prolonga jubilosamente en la celebración de la fiesta de la Realeza de María, que tiene lugar ocho días después, y en la que se contempla a aquélla que sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como Reina e intercede como Madre" (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016). 
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Coronación de la Bienaventurada Virgen María, Reina;
   Este motivo tan popular del arte cristiano es, al contrario de lo que podría creerse, completamente extraño a las Escrituras. Su fuente es un relato apócrifo atribuido a Méliton, obispo de Sardes, que fue popularizado en el siglo VI por Gregorio de Tours, y en el siglo XII por Santiago de Vorágine en la Leyenda Dorada.

   Antes de estudiar el origen y la evolución de este tema iconográfico, no resultará superfluo prevenir una confusión cometida con frecuencia, entre la Coronación y la Glorificación de la Virgen.
   En un mosaico bizantino del siglo VI, que se encuentra en la basílica de Parenzo en Istria, se ve la Mano de Dios sosteniendo una corona encima de la cabeza de la Virgen, que reina con el Niño Jesús sobre las rodillas. Por otra parte, un cuadro muy conocido del Museo de Colonia, pintado hacia 1460 por un maestro anónimo, llamado Maestro de la Glorificación de la Virgen (Meister der Verherrlichung Maria), presenta a la Virgen sentada sobre un trono, coronada por dos ángeles, entre Dios Padre y la paloma del Espíritu Santo, mientras que encima de ella, aparece Cristo simbolizado por el Cordero que vierte su sangre en un cáliz.
   A pesar de las apariencias, estas representaciones no forman parte de la iconografía de la Coronación; porque la Virgen tiene al Niño Jesús sobre las rodillas, lo cual nunca hace en la escena de la Coronación, donde Cristo, que es quien la entroniza en el cielo, siempre está representado adulto.
Origen francés del tema de la Coronación
   Este punto merecía ser esclarecido, puesto que es justamente el mosaico de Parenzo lo que ciertos iconógrafos alegaron como prueba del origen bizantino de la Coronación. No comprendieron que se trataba de una glorificación simbólica, intemporal, de la Madre de Dios, representada como Virgen de Majestad, y no de la escena de la Coronación, que es un acontecimiento de la vida celestial de la Virgen, que sigue inmediatamente a su Asunción.
   En realidad, si la Dormición lleva la marca de Bizancio, y la Asunción la impron­ta italiana, la Coronación de la Virgen parece una creación del arte francés del siglo XII, y tal vez, más precisamente, una creación de Suger, como lo conjeturara Émile Mâle. Sea como fuere, este es un motivo propio del arte de Occidente que no debe nada a los modelos bizantinos: se trata de un caso bastante excepcional, que por ello merece señalarse. Y sin ninguna duda fue en la escultura francesa de la Edad Media, en los tímpanos de Senlis y de Notre Dame de París, más tarde en la puerta del castillo de La Ferté Milon, donde alcanzó su completo desarrollo.
   El simbolismo prefigurativo asocia la Coronación de la Virgen con dos prefiguraciones del Antiguo Testamento:
1. Betsabé invitada por su hijo Salomón a sentarse sobre un trono a su derecha.
2. Ester elevada a la dignidad de reina por Asuero.

   Pero la mujer coronada de estrellas del Apocalipsis también ha servido de prototipo de la reina de los cielos.
Evolución del tema
   La muy interesante evolución de este tema iconográfico puede resumirse o esquematizarse de la siguiente manera:
l. La Virgen, ya coronada, está sentada a la derecha de Cristo que la bendice. 
   Es la fórmula empleada en el arte del siglo XII (Senlis).
2. La Virgen es coronada por un ángel.
   El ejemplo más conocido de este segundo tipo adoptado en el primer tercio del siglo XIII, es el tímpano de Notre Dame de París.
3. La Virgen es coronada por Cristo.
   Aquí es necesario diferenciar tres variantes. En los siglos XIII y XIV, la Virgen está sentada (Reims); a principios del siglo XV está arrodillada ante su Hijo (La Ferté Milon). Por una singularidad iconográfica única en la escultura de la Edad Media, está representada de pie en el tímpano de la portada pintada de la catedral de Lausana.
4. La Virgen es coronada por Dios Padre.
   Esta fórmula se ve especialmente en la pintura italiana del siglo XV (Filippo Lippi, Botticelli).
5. La Virgen es coronada por la Trinidad.
   Este tipo, que aparece en España, Italia y Francia desde principios del siglo XV (Pedro Nicolau, 1410; Antonio Vivarini, 1444; Enguerrand Quarton, 1453), predominó en todo el arte europeo hasta el siglo XVII.
   La Santísima Trinidad está representada mediante tres personas semejantes o diferentes. El Espíritu Santo generalmente tiene forma de paloma.
   A veces Cristo está solo, pero designado como representante de la Santísima Trinidad por las tres coronas que los querubines de alas doradas mantienen encima de su cabeza.
   Así, en cada etapa, asciende la dignidad de la Virgen: en principio es coronada por un ángel, luego por Cristo, por Dios Padre y finalmente por la Santísima Trinidad completa, que se moviliza para admitirla en su seno. Este crescendo iconográfico es una confirmación impresionante del progreso de la mariolatría.
   A los personajes esenciales e indispensables se suman, para destacar aún más la solemnidad de la Coronación, asistentes que forman parte de la corte celestial, ángeles, serafines y querubines, y hasta santos, introducidos a pesar del anacronismo que ello comporta, a causa de su devoción por la Virgen particularmente adiente. Son, casi siempre, San Bernardo, San Francisco de Asís y San Antonio de Padua. Fra Angelico les agrega los apóstoles y los evangelistas, y, naturalmente, los santos de su orden: Santo Domingo, San Pedro Mártir y Santo Tomás de Aquino.

   La Asunción y la Coronación con frecuencia están superpuestas y hasta fundidas en el mismo retablo o en la misma tela: los dos temas están estrechamente conectados. En el grabado de Durero se confunden en uno solo (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Más sobre la Iglesia de la Consolación "vulgo" de Los Terceros, en ExplicArte Sevilla.

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