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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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martes, 30 de septiembre de 2025

La Hacienda La Bodeguilla, en Mairena del Aljarafe (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Hacienda La Bodeguilla, en Mairena del Aljarafe (Sevilla).
     Hoy, 30 de septiembre, Memoria de San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, ciudad en la que cultivó con esmero todos los saberes y recibió el bautismo cristiano. Después, seducido por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética al ir a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, tras fijar su residencia en Belén de Judea, vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe en muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegado a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Hacienda La Bodeguilla, en Mairena del Aljarafe (Sevilla), puesto que fue propiedad del monasterio sevillano de San Jerónimo de Buenavista, por lo que era denominada la Bodeguilla de los Frailes.
     La finca de la Bodeguilla se encuentra en los límites de los términos municipales de Almensilla, Bollullos de la Mitación y Mairena del Aljarafe, pero su amplio caserío se asienta sobre terrenos pertenecientes a este último. Históricamente tenía su acceso principal desde el cordel Triana-Villamanrique, donde están los postes de los que arranca una amplia avenida arbolada. No obstante, hoy se llega a la hacienda desde la carretera Bollullos-Almensilla, de la que parte un carril que conduce directamente a las edificaciones.
     El caserío se organiza en un núcleo central alrededor de un patio cuadrado, rodeado por otro patio perimetral y el ámbito de un jardín delantero, que compone la sección derecha de la fachada principal, con una portada monumental y la edificación de la residencia, de doble altura, al fondo. Junto a la puerta principal del señorío aparece el escudo de los actuales propietarios y en el extremo derecho de su fachada, la portada de la pequeña y sencilla capilla. 
     El patio que se abre tras el señorío está empedrado, con un pozo en el centro. Tiene su acceso, desde el patio perimetral, en uno de sus laterales, junto a una pieza de cuadras en planta baja con un pajar en la superior. A la izquierda de la entrada, a su vez, se disponen tres dependencias dedicadas, como indican sus respectivos azulejos, a "lavadero", "insecticidas y tratamientos" y "molino de piensos", mientras al fondo, en ángulo con el señorío se desarrolla el volumen del molino de aceite. 
     Esta almazara es, sin duda, el elemento más interesante de toda la hacienda, conservándose sus espacios en muy buen estado. Está configurada por tres naves paralelas separadas por tandas de arcos de medio punto bajo una llamativa viguería, aunque la teja original de la cubierta ha sido sustituida por uralita. En este ámbito destaca la cuidada solería, de ladrillo a sardinel formando cuadros. En la primera nave se asienta el empiedro, que se ha conservado, correspondiendo la siguiente nave a la de prensado, con la capilla para la viga en la cabecera bajo la torre de contrapeso, que se remata en terraza con acceso mediante una escalera de caracol adosada al cuerpo de la torre, y con tinajas embutidas en el suelo a los pies. 
     El patio perimetral, de labor, que rodea el núcleo del señorío y el molino, tiene pavimento empedrado.  Aquí se ubicó en origen el tinao, que se ha perdido, disponiéndose todavía en sus laterales la vivienda del casero y una cochera. Al fondo de este patio se ubican unas zahúrdas, un gallinero, el transformador y el estercolero.
     En cuanto a su historia, hay que indicar que, según informa Antonio Herrera García, fue propiedad del monasterio sevillano de San Jerónimo de Buenavista, por lo que era denominada la Bodeguilla de los Frailes. Al final del Antiguo Régimen parte de la hacienda, los denominados cercados de Pajarito y Ossorio, estaban arrendados al dueño de la cercana Hacienda de Majalcofar. Entretanto, el núcleo de la Bodeguilla lo formaban 250 fanegas de cereal y 40 aranzadas de olivar, lo que evidencia su carácter mixto. No obstante, el aspecto que ofrece su caserío debe mucho al siglo XIX, a pesar de que su origen ha de ser anterior. Por otra parte, aunque el componente olivarero y aceitero es el más llamativo del edificio, la presencia de la ganadería hubo de ser importante, a juzgar tanto por las dependencias que conserva como por las que ha perdido pero de las que tenemos referencias. En cualquier caso, hay que destacar de la Bodeguilla el buen estado de conservación que presenta en nuestros días, especialmente su interesante molino, el cual, a pesar de su gran desarrollo, es algo más bajo que el señorío, estableciéndose una sutil jerarquización entre los elementos más importantes de la hacienda, presididos por el señorío, seguido muy de cerca por el molino (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia; 
HISTORIA Y LEYENDA
   Uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia latina.
   Nació en Estridón, cerca de Aquilea, en Venecia (y no en Dalmacia o en Panonia) en 347; y en Roma fue alumno del famoso gramático Donato.
   Retórico consumado, como San Agustín, además era políglota. Como había aprendido el griego y el hebreo, se jactaba de ser trilingüe.
   Bautizado a los diecinueve años de edad, en 373 partió en peregrinación hacia Tierra Santa. Entre los años 375 y 378 se retiró en el desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. Fue allí donde escribió la Vida de San Pablo ermitaño.
   De vuelta en Roma en 382, después de residir en Antioquía, se convirtió en el colaborador del papa Dámaso quien le encargó revisar la traducción latina de la Biblia según el original hebreo y la versión griega de los Setenta. Después de la muerte del papa, prefirió regresar a Palestina y en 386 se radicó en Belén, donde terminó la traducción de la llamada Vulgata. Allí murió, en el año 420.
   Sobre este cañamazo, la Leyenda Dorada bordó una novela que proveyó a los artistas un material menos ingrato que la historia: los temas más populares son la Flagelación de San Jerónimo por los ángeles, sus Tentaciones en el desierto y sobre todo la fábula del león domesticado.
1. Durante un acceso de fiebre, soñó que era conducido ante el tribunal de Cristo que le preguntó si era cristiano o ciceroniano y lo condenó a ser azotado por los ángeles. Jerónimo despertó con contracturas, y jurando que no volvería a leer libros profanos.
2. Durante su retiro en el desierto, su piel se volvió negra como la de de un africano. A pesar de sus ayunos y mortificaciones, estaba obsesionado por sueños lascivos de danzas de muchachas desnudas. Para hacer penitencia se mortificaba el pecho día y noche.
3. Un día, cuando explicaba la Biblia a los monjes de su convento, vio llegar hacia él un león que cojeaba. Le extrajo una espina de la pata herida y lo mantuvo a su servicio encargándole que cuidara a su asno mientras éste pacía. Un grupo de caravaneros, aprovechándose de su sueño robaron el asno. Algún tiempo después el león encontró la caravana de mercaderes que volvía por el mismo camino con el asno robado, que usaban, según la costumbre, para guiar a los camellos cargados de mercancías. Con sus rugidos, el león puso a los ladrones en fuga y devolvió triunfalmente el asno al monasterio, y por añadidura, entregó los camellos.
   San Gerásimo, cuyo nombre pudo fácilmente confundirse con el de San Jerónimo.
   Los hagiógrafos copiaron estas leyendas de las vidas de otros santos. Las Tentaciones de San Jerónimo en el desierto de Siria son réplicas de las de San Antonio en el desierto de Egipto. En cuanto a la leyenda del león, se tomó de la historia de un anacoreta de Palestina,
   He aquí como puede explicarse el génesis de esta fábula. Los cuatro doctores de la Iglesia se pusieron en paralelo con los cuatro evangelistas. Ahora bien, San Jerónimo formó pareja con San Marcos quien tiene como atributo un león. Un hagiógrafo, que no comprendía el sentido de dicho atributo, y que recordaba que San Jerónimo había pasado muchos años en el desierto, le habría aplicado la leyenda del león herido, y curado por un santo ermitaño, que había encontrado en la vida de San Gerásimo.
CULTO
Lugares de culto
   San Jerónimo es el patrón de Dalmacia, su pretendida patria, y en consecuencia, de los habitantes de Esclavonia o Schiavoni, como se los llamaba en Venecia, que lo habían adoptado a causa de su atributo, el león, que es también el de San Marcos. Las ciudades de Lyon, Pesaro y la universidad de Salamanca difundieron el culto al santo en Francia, Italia y España.
   Doctor de la Iglesia, además, como San Agustín, es un fundador de órdenes monásticas. Su culto se ha extendido sobre todo gracias a los jerónimos y más tarde a los jesuatos (Gesuati) que adoptaron su regla.
   La orden de los jeronimianos o jerónimos es de origen español. La casa matriz de los jerónimos, como se les llama en España, es Nuestra Señora de Guadalupe, en Extremadura. Los otros monasterios de la orden eran Yuste donde se retiró Carlos V después de la abdicación, el Escorial, creación de Felipe II, El Parral cerca de Segovia, Guisando en Castilla y Santiponce en Andalucía, cerca de Sevilla.
   El establecimiento más célebre de los jerónimos en Portugal era el monasterio de Belem fundado en 1497 a orillas del Tajo por el rey Dom Emmanuel. Fue en conmemoración de la estadía de San Jerónimo en Belén, que los jerónimos de Lisboa dieron tal nombre a su monasterio.
   La orden se había asentado en Italia donde existían conventos jerónimos en Milán y en Roma, cerca de la iglesia de San Onofre, sobre la colina del Janículo. Además, Roma conservaba sus reliquias en la capilla del Pesebre, en Santa María la Mayor, y puso bajo su advocación la iglesia de San Girolamo degli Schiavoni.
Patronazgos
   En toda la cristiandad se lo veneraba con el título de gemma clericorum, stella doctorum, que le aplicaban todos los clérigos, teólogos, eruditos, sobre todos aquellos que tenían la vista fatigada, porque San Jerónimo está representado en su despacho con quevedos. En el Renacimiento se convirtió en el patrón de los humanistas. Es el santo favorito de Erasmo, quien publicó sus obras.
   En nuestros días, a causa de su versión latina de la Biblia, se convirtió en el santo patrón de los traductores, y Valéry Larbaud, en 1946, tituló su colección de ensayos acerca del arte de la traducción, Bajo la invocación de San Jerónimo (Sour l'invocation de Saint Jérome).
ICONOGRAFÍA
   La iconografía de San Jerónimo no tiene en cuenta los datos históricos, tal como sucede con la de San Pablo. En su carta a Eustoquia cuenta que había perdido un ojo: e duobus oculis unum perdidi. No obstante, jamás un artista tuvo la idea de representarlo tuerto.
   La fuente principal de su iconografía es la compilación de un jurisconsulto de Bolonia en 1348. Giovanni d'Andrea (Johannes Andreas), que en su Hiéronymianus, impreso en Basilea en 1516, reunió todos los textos relativos al ilustre doctor de la Iglesia.
   La piedra que el santo emplea para golpearse el pecho y la calavera sobre la cual medita en el desierto, son los símbolos de su penitencia en el desierto. Con San Gregorio Magno, otro doctor de la Iglesia latina, comparte el atributo de la paloma inspiradora. Pero sus emblemas más descriptivos son el capelo cardenalicio y el león domesticado, aunque en realidad no tenga derecho ni a uno ni a otro.
   Nunca fue cardenal, simplemente ejerció funciones de secretario del papa Dámaso. El capelo cardenalicio se le concedió como atributo a partir del siglo XIV, después de la publicación de Hiéronymianus por Giovanni d'Andrea, y además, el capelo cardenalicio no era rojo en sus tiempos, lo fue a partir de 1245. Por otra parte, el león domesticado (leo mansuetus), a quien retira una espina de la pata, está copiado de su casi homónimo San Gerásimo.
   Para indicar que es un estudioso, a partir del siglo XV, con frecuencia se lo representó con quevedos sobre la nariz. El anacronismo es flagrante, puesto que las lentes correctoras fueron inventadas por R. Bacon hacia 1280, más de ocho siglos después de su muerte (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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La pintura "San Jerónimo penitente en su estudio", de Llanos Valdés, en la sala VI del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Jerónimo penitente en su estudio", de Llanos Valdés, en la sala VI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.        
     Hoy, 30 de septiembre, Memoria de San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, ciudad en la que cultivó con esmero todos los saberes y recibió el bautismo cristiano. Después, seducido por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética al ir a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, tras fijar su residencia en Belén de Judea, vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe en muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegado a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "San Jerónimo penitente en su estudio", de Llanos Valdés, en la sala VI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
     En la sala VI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "San Jerónimo penitente en su estudio", obra de Sebastián Llanos Valdés (1605-1677), siendo una pintura en óleo sobre lienzo en estilo barroco, realizada en 1665, con unas medidas de 1'08 x 0'82 m., y procedente de la adquisición de la Junta de Andalucía, en 2004.
    Data de la época de plenitud del artista. A pesar de su tamaño, es una obra magistral dentro de su producción. Su expresión arrepentida y emotiva nos manifiesta la actitud penitente del santo. Sobre un fondo de paisaje, el santo aparece de medio cuerpo con el torso desnudo y el capelo cardenalicio sobre las ramas de fondo. Una serie de atributos lo identifican como doctor de la Iglesia, ya que fue el traductor de la Biblia a varios idiomas y exégeta. Los libros, las gafas, el tintero y la pluma nos revelan su actividad intelectual. El crucifijo y su rostro, transido de dolor, nos indica la dedicación a la oración y la penitencia (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia; 
HISTORIA Y LEYENDA

   Uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia latina.
   Nació en Estridón, cerca de Aquilea, en Venecia (y no en Dalmacia o en Panonia) en 347; y en Roma fue alumno del famoso gramático Donato.
   Retórico consumado, como San Agustín, además era políglota. Como había aprendido el griego y el hebreo, se jactaba de ser trilingüe.
   Bautizado a los diecinueve años de edad, en 373 partió en peregrinación hacia Tierra Santa. Entre los años 375 y 378 se retiró en el desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. Fue allí donde escribió la Vida de San Pablo ermitaño.
   De vuelta en Roma en 382, después de residir en Antioquía, se convirtió en el colaborador del papa Dámaso quien le encargó revisar la traducción latina de la Biblia según el original hebreo y la versión griega de los Setenta. Después de la muerte del papa, prefirió regresar a Palestina y en 386 se radicó en Belén, donde terminó la traducción de la llamada Vulgata. Allí murió, en el año 420.
   Sobre este cañamazo, la Leyenda Dorada bordó una novela que proveyó a los artistas un material menos ingrato que la historia: los temas más populares son la Flagelación de San Jerónimo por los ángeles, sus Tentaciones en el desierto y sobre todo la fábula del león domesticado.
1. Durante un acceso de fiebre, soñó que era conducido ante el tribunal de Cristo que le preguntó si era cristiano o ciceroniano y lo condenó a ser azotado por los ángeles. Jerónimo despertó con contracturas, y jurando que no volvería a leer libros profanos.
2. Durante su retiro en el desierto, su piel se volvió negra como la de de un africano. A pesar de sus ayunos y mortificaciones, estaba obsesionado por sueños lascivos de danzas de muchachas desnudas. Para hacer penitencia se mortificaba el pecho día y noche.
3. Un día, cuando explicaba la Biblia a los monjes de su convento, vio llegar hacia él un león que cojeaba. Le extrajo una espina de la pata herida y lo mantuvo a su servicio encargándole que cuidara a su asno mientras éste pacía. Un grupo de caravaneros, aprovechándose de su sueño robaron el asno. Algún tiempo después el león encontró la caravana de mercaderes que volvía por el mismo camino con el asno robado, que usaban, según la costumbre, para guiar a los camellos cargados de mercancías. Con sus rugidos, el león puso a los ladrones en fuga y devolvió triunfalmente el asno al monasterio, y por añadidura, entregó los camellos.
   San Gerásimo, cuyo nombre pudo fácilmente confundirse con el de San Jerónimo.
   Los hagiógrafos copiaron estas leyendas de las vidas de otros santos. Las Tentaciones de San Jerónimo en el desierto de Siria son réplicas de las de San Antonio en el desierto de Egipto. En cuanto a la leyenda del león, se tomó de la historia de un anacoreta de Palestina.
   He aquí como puede explicarse el génesis de esta fábula. Los cuatro doctores de la Iglesia se pusieron en paralelo con los cuatro evangelistas. Ahora bien, San Jerónimo formó pareja con San Marcos quien tiene como atributo un león. Un hagiógrafo, que no comprendía el sentido de dicho atributo, y que recordaba que San Jerónimo había pasado muchos años en el desierto, le habría aplicado la leyenda del león herido, y curado por un santo ermitaño, que había encontrado en la vida de San Gerásimo.
CULTO
Lugares de culto

   San Jerónimo es el patrón de Dalmacia, su pretendida patria, y en consecuencia, de los habitantes de Esclavonia o Schiavoni, como se los llamaba en Venecia, que lo habían adoptado a causa de su atributo, el león, que es también el de San Marcos. Las ciudades de Lyon, Pesaro y la universidad de Salamanca difundieron el culto al santo en Francia, Italia y España.
   Doctor de la Iglesia, además, como San Agustín, es un fundador de órdenes monásticas. Su culto se ha extendido sobre todo gracias a los jerónimos y más tarde a los jesuatos (Gesuati) que adoptaron su regla.
   La orden de los jeronimianos o jerónimos es de origen español. La casa matriz de los jerónimos, como se les llama en España, es Nuestra Señora de Guadalupe, en Extremadura. Los otros monasterios de la orden eran Yuste donde se retiró Carlos V después de la abdicación, el Escorial, creación de Felipe II, El Parral cerca de Segovia, Guisando en Castilla y Santiponce en Andalucía, cerca de Sevilla.
   El establecimiento más célebre de los jerónimos en Portugal era el monasterio de Belem fundado en 1497 a orillas del Tajo por el rey Dom Emmanuel. Fue en conmemoración de la estadía de San Jerónimo en Belén, que los jerónimos de Lisboa dieron tal nombre a su monasterio.
   La orden se había asentado en Italia donde existían conventos jerónimos en Milán y en Roma, cerca de la iglesiade San Onofre, sobre la colina del Janículo. Además, Roma conservaba sus reliquias en la capilla del Pesebre, en Santa María la Mayor, y puso bajo su advocación la iglesia de San Girolamo degli Schiavoni.
Patronazgos
   En toda la cristiandad se lo veneraba con el título de gemma clericorum, stella doctorum, que le aplicaban todos los clérigos, teólogos, eruditos, sobre todos aquellos que tenían la vista fatigada, porque San Jerónimo está representado en su despacho con quevedos. En el Renacimiento se convirtió en el patrón de los humanistas. Es el santo favorito de Erasmo, quien publicó sus obras.
   En nuestros días, a causa de su versión latina de la Biblia, se convirtió en el santo patrón de los traductores, y Valéry Larbaud, en 1946, tituló su colección de ensayos acerca del arte de la traducción, Bajo la invocación de San Jerónimo (Sour l'invocation de Saint Jérome).
ICONOGRAFÍA
   La iconografía de San Jerónimo no tiene en cuenta los datos históricos, tal como sucede con la de San Pablo. En su carta a Eustoquia cuenta que había perdido un ojo: e duobus oculis unum perdidi. No obstante, jamás un artista tuvo la idea de representarlo tuerto.
   La fuente principal de su iconografía es la compilación de un jurisconsulto de Bolonia en 1348. Giovanni d'Andrea (Johannes Andreas), que en su Hiéronymianus, impreso en Basilea en 1516, reunió todos los textos relativos al ilustre doctor de la Iglesia.
   La piedra que el santo emplea para golpearse el pecho y la calavera sobre la cual medita en el desierto, son los símbolos de su penitencia en el desierto. Con San Gregorio Magno, otro doctor de la Iglesia latina, comparte el atributo de la paloma inspiradora. Pero sus emblemas más descriptivos son el capelo cardenalicio y el león domesticado, aunque en realidad no tenga derecho ni a uno ni a otro.
   Nunca fue cardenal, simplemente ejerció funciones de secretario del papa Dámaso. El capelo cardenalicio se le concedió como atributo a partir del siglo XIV, después de la publicación de Hiéronymianus por Giovanni d'Andrea, y además, el capelo cardenalicio no era rojo en sus tiempos, lo fue a partir de 1245. Por otra parte, el león domesticado (leo mansuetus), a quien retira una espina de la pata, está copiado de su casi homónimo San Gerásimo.
   Para indicar que es un estudioso, a partir del siglo XV, con frecuencia se lo representó con quevedos sobre la nariz. El anacronismo es flagrante, puesto que las lentes correctoras fueron inventadas por R. Bacon hacia 1280, más de ocho siglos después de su muerte (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Sebastián de Llanos Valdés, autor de la obra reseñada;
     Sebastián Llanos Valdés. (?, c. 1605 – Sevilla, 10 de octubre de 1677). Pintor.
     Se desconoce el lugar de nacimiento de Sebastián Llanos Valdés, aunque sus apellidos denotan el origen asturiano de sus progenitores. Hijo de Sebastián Ruiz y de María de la Cruz, como declara en su primera partida de matrimonio, debió de pertenecer a la nobleza menor a tenor del reiterado uso del don y a la desahogada posición económica de la que siempre disfrutó.
     Se le ha calificado como un hombre afable y de temperamento apacible, como lo señalan las continuas nominaciones a cargos de la Academia de Bellas Artes de la Hermandad de San Lucas, a la que aparece vinculado desde su fundación en 1660. Carece así de sentido el duelo con Alonso Cano que relata Antonio Palomino, supuesta causa de la marcha del artista granadino de Sevilla. Del éxito de sus obras, da testimonio la décima que en 1664 dedicó el escritor Pedro Álvarez de Lugo “A una pintura de San Lucas de que hizo Don Sebastián Llanos Valdés [...]”.
     Sobre su fecha de nacimiento se barajan los años comprendidos entre 1605 y 1612, aunque los datos proporcionados en su partida matrimonial parecen señalar la fecha de 1605 como la más plausible.
     Existe un vacío total respecto a su infancia y primera educación artística; gracias al testimonio de Ceán Bermúdez se sabe que fue discípulo de Francisco Herrera, el Viejo, aunque no hay prueba documental que lo confirme. Sin embargo, sí se advierten algunos rasgos de su maestro en la rotundidad de los evangelistas de la Casa Pilatos de Sevilla o en la Virgen del Rosario o el Crucificado de la catedral hispalense.
     A tenor de las obras conservadas, todas ellas correspondientes a sus últimos años —se fechan entre 1658 y 1675—, Llanos Valdés se demuestra deudor del estilo de Zurbarán, aunque obras tan tempranas como la Santa María Egipcíaca de colección particular sevillana, firmada y fechada en 1658, se acomodan mejor dentro de la órbita del joven Murillo. Sin embargo, es curioso advertir cómo en obras posteriores, como la Inmaculada del marqués de Gómez de Barreda, fechada en 1665, se aprecia un retorno a los modos zurbaranescos de la década de 1630. También se han señalado ecos de la pintura genovesa en obras como la Vocación de san Mateo y el San Juan Bautista ante el Sanedrín de la catedral de Sevilla.
     Muy longevo y propenso al matrimonio —casó en tres ocasiones— son muchos los datos que se conocen de su vida a partir de 1631, fecha de su primer matrimonio con Jerónima Bernal. Muerta su primera esposa, casó en segundas nupcias con Gregoria de Arellano en 1633, fecha en la que ya debía tener taller abierto, siendo su primer aprendiz conocido un tal Alonso López. En 1648, ingresó en la Cofradía del Santísimo de la Casa Profesa, y un año después volvió a casar con María Pellicer, tras el fallecimiento de su segunda esposa.
     El 20 de diciembre de 1653 fue nombrado alcalde del Gremio de Pintores de Sevilla y, como tal, examinará un año después a Cornelis Schut, artista de origen flamenco afincado en Sevilla.
     Un año crucial en su carrera fue el de 1660. El 11 de enero de dicho año se constituyó en la parroquia sevillana de San Andrés la Academia de Bellas Artes de la Hermandad de San Lucas, en la que participaron Bartolomé Esteban Murillo, Juan Valdés Leal o Francisco Herrera, el Mozo, entre otros. A partir de entonces, estuvo estrechamente vinculado a la Academia sevillana, siempre con cargos de responsabilidad.
     Hasta 1666 no ocupó la presidencia tras el cese de Valdés Leal, prolongándose en el cargo hasta 1669.
     La década entre 1660 y 1670 se caracteriza también por una intensa actividad artística. González León da noticia de cuatro lienzos pintados por Llanos Valdés, Cornelis Schut, Clemente de Torres y Juan Martínez de Gradilla para la capilla de los Pintores de la iglesia de San Andrés, correspondiendo la obra de Llanos con el hoy desaparecido lienzo de San Marcos.
     De 1663 son también el San Francisco en oración del Museo de Le Mans, inspirado en una composición de Lodovico Cardi el Cigoli, y la Santa Teresa de colección particular sevillana.
     De 1664 es la Virgen del Rosario de la catedral de Sevilla, en la que se aprecian similitudes con el cuadro de idéntico asunto de Massimo Stanzione de las agustinas de Salamanca. Se conserva una segunda versión de la Virgen del Rosario en la National Gallery de Dublín; procedente del convento de Santo Tomás, se considera la obra cumbre del artista.
     Obras de considerable importancia son, asimismo, las dos Piedades de la catedral de Sevilla y del Museo Ponce de Puerto Rico. Suya es también la Aparición del Salvador a santa Catalina de Siena, de colección particular gaditana, tradicionalmente atribuida a Murillo debido a la firma apócrifa que posee. Junto a ellas, cabe señalar el Apostolado conservado en el Palacio Arzobispal de Sevilla o las figuras de San Pedro y San Pablo de las esclavas de El Puerto de Santa María, fechadas en 1666, procedentes, según el testimonio de Viñaza, del convento de San Juan de Dios de Sevilla.
     Desde 1668 a 1672, existe un vacío documental en la vida del artista, aunque los especialistas suelen adscribir a este momento el lienzo de Cristo servido por ángeles, de colección particular catalana, claramente inspirado en el cuadro homónimo de Francisco Pacheco.
     A 1672 corresponde la Anunciación del Museo de Bellas Artes de Bilbao y el San José con el Niño de colección particular sevillana.
     Suyas son también una serie de tétricas cabezas de santos degollados, muchas de ellas firmadas, que lo relacionan con Francisco Herrera el Viejo, y Juan Valdés Leal, a quien se le han atribuido en ocasiones.
     Cabe destacarse la Santa Catalina del Museo Goya de Castres (Francia), los lienzos de la Casa-Museo del Greco de Toledo o la Cabeza del Bautista de la colección Carvallo, firmada y fechada en 1675.
     Sebastián Llanos Valdés falleció en Sevilla el 10 de octubre de 1677, siendo enterrado en la parroquia de la Magdalena de la capital hispalense. A través de su testamento, otorgado cuatro días antes de su muerte ante el escribano José de Medina, se sabe que tuvo un hijo con su segunda esposa, llamado Francisco José de Valdés, religioso de la Orden de Predicadores (Ángel Rodríguez Rebollo, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Jerónimo penitente en su estudio", de Sebastián Llanos Valdés, en la sala VI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre la sala VI del Museo de Bellas Artes, en ExplicArte Sevilla.

lunes, 29 de septiembre de 2025

El Cortijo o Hacienda San Rafael, en Las Cabezas de San Juan (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Cortijo o Hacienda San Rafael, en Las Cabezas de San Juan (Sevilla).  
     Hoy, 29 de septiembre, Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis millas de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares, y que sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a Él glorifican sin cesar [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Cortijo o Hacienda San Rafael, en Las Cabezas de San Juan (Sevilla).
   Se adscribe a la tipología de Hacienda de olivar, con distribución en patio central. Conserva almazara de prensa hidráulica (Guía digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Conservación, restauración y conservación son palabras muy relevantes cuando se habla de la Hacienda de San Rafael del siglo XVIII. Acostado en lo que entonces era una finca de olivos y transmitido desde tres generaciones, había sufrido un grave descuido. Sólo en 1989, la familia actual decidió salvar el edificio y emprender lo que sería un programa de restauración de 10 años. Reconocer la belleza y la simplicidad de la estructura y la necesidad de conservación fue lo que llevó a los propietarios a restaurar y transformar todo lo que estaba dentro de los muros.
     Inicialmente y como resulta sensato, el trabajo se llevó a cabo en varias fases. Después de cada fase, era necesario evaluar y reflexionar sobre cómo los cambios podrían afectar y beneficiar al huésped, así como a la operación del hotel. Hoy en día, con el jardín maduro de 6 hectáreas que rodea la Hacienda, el posicionamiento de los rincones de relajación aislados al aire libre ha asegurado una privacidad esencial.
     El tamaño del hotel se ha mantenido deliberadamente pequeño; 11 habitaciones y 3 casitas (suites). El énfasis está en el servicio y el ambiente, así como en la cocina dirigida por un equipo local (Hotel Hacienda de San Rafael).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Rafael, arcángel;
Los  arcángeles  individuales

   Los arcángeles forman una clase aparte en la jerarquía celeste, porque entre las cohortes innumerables de los ángeles, son los únicos no anónimos.
   Por esa razón son los más importantes desde el punto de vista iconográfico. Pero no debe creerse por ello, como el nombre de arcángeles podría sugerir, que ocupen la cima de la jerarquía. En realidad son sólo el penúltimo escalón del Orden Inferior.
   Los teólogos cuentan generalmente siete, número sagrado. Miguel y Gabriel son conocidos por el Libro de Daniel, Rafael por el Libro de Tobías, Uriel por el Libro apócrifo de Henoc y por el cuarto Libro de Esdras.
   El nombre de los otros tres varía según las fuentes: Baraquiel se convierte a veces en Maltiel, Jehudiel en Jofiel, Sealtiel en Zeadkiel. Se los suma o sustituye en ciertos textos por Peliel y Raziel.
   Todos sus nombres terminan en el que significa Dios. Son nombres teofóricos.
a) Funciones y atributos
   Los clérigos de la Edad Media ingeniaron distinguirlos por sus acciones y con emblemas apropiados.
   Michael victoriosus, princeps militiae caelestis, pugnat cum dracone.
   Gabriel nuntius, ad Mariam missus.
   Raphael medicus: Tobiae oculos sanavit.
   Uriel fortis socius, qui Esdram instituebat.
   Barachiel (Malthiel), adjutor, qui Moysem in flamma praecedebat.
   Jehudiel remunerator, praeceptor Semis, filii Noachi.
   Sealtiel (Zeadkiel), orator, in immolatione Issaci gladium prohibebat.
   A esta lista se agregan:
   Peliel qui luctabatur cum Jacobo.
   Raziel a quo Adam e Paradiso ejectus.
   Así, Miguel es el jefe de la milicia celeste, Gabriel el mensajero enviado a la Virgen, Rafael el médico que cura al viejo Tobías, ciego.
   Uriel habría sido el preceptor de Esdras y Jehudielel de Sem. Raziel habría expulsado a Adán del Paraíso, Sealtiel fue quien detuvo el sacrificio de Isaac, Peliel quien luchó con Jacob. Maltiel quien precedía a Moisés y a los israelitas en fuga con una columna de fuego.
   A este reparto de funciones corresponden atributos característicos. Miguel, vic­torioso contra el dragón, blande la espada o la lanza; Gabriel, el mensajero, sostiene una linterna encendida y un espejo de jaspe verde sobre el cual se inscriben las órdenes de Dios; Rafael, el sanador, lleva un recipiente de ungüento y da la mano derecha al joven Tobías encargado del pez milagroso.
   Uriel, cuyo nombre se interpreta con el significado de luz o llama de Dios (Lux vel Ignis Dei), y que por esta razón se ha identificado con el ángel que empuña una espada llameante en la entrada del Paraíso, se reconoce por la espada y las llamas que brotan bajo sus pies.
   Jehudiel, el "remunerator", aquel que recompensa y castiga, lleva una corona de oro y un látigo de tres tiras; Sealtiel, el intercesor, tiene las manos juntas en actitud de plegaria; Baraquiel (Bendición de Dios) descubre rosas blancas en un pliegue de su túnica.
b)  Grupos o sinaxis de siete, cuatro o tres arcángeles
     l) No es habitual, al menos en el arte de Occidente, encontrar el ciclo completo de los siete arcángeles porque la Iglesia romana, al considerar apócrifo el Libro de Henoc, excluyó a Uriel. En 746 el concilio de Letrán limitó el culto de los arcángeles a los tres primeros: Miguel, Gabriel y Rafael.
   No obstante, en un fresco hallado en la iglesia de San Ángel, de la Orden de los Carmelitas (Palermo, 1516) se veía a la Trinidad rodeada por los siete arcángeles. Un grabado de Hieronymus Wierix nos ofrece una copia libre de esta cohorte de arcángeles agrupados de tres en tres alrededor de San Miguel, considerado su jefe. En Roma, la iglesia Santa María de los Ángeles, instalada en el siglo XVI en las Termas de Diocleciano, estaba consagrada a la Virgen y a los siete arcángeles. En Alemania, los siete arcángeles eran los patrones de los siete Electores del Sacro Imperio Romano Germánico. 
   2) El cuarteto de los cuatro grandes arcángeles es frecuente en el arte bizantino puesto que el Libro de Henoc gozaba en Oriente de una autoridad igual a la de los canónicos, y allí, Uriel está situado en el mismo plano que Miguel, Gabriel y Rafael.
   Relacionados con los cuatro puntos cardinales, los cuatro arcángeles se prestan de maravilla para la decoración de las pechinas de las cúpulas donde parecen, como los cuatro evangelistas, montar guardia alrededor del Pantocrátor.
   Este tema, específicamente bizantino, está o estaba ilustrado por numerosas manifestaciones pertenecientes al arte copto, eslavo y siciliano.
     3) El grupo de los tres primeros arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael es, por el contrario, común al arte de Oriente y al de Occidente.
   En la Iglesia ortodoxa el tema se conoce por el nombre de Sinaxis de los Arcángeles (Synaxis tôn Arkhaggelôn). Los tres arcángeles llevan la imagen de Cristo alado en una aureola formada por la intersección de numerosos triángulos. Abundan los ejemplos en la pintura del monte Athos: Monasterio de Dochiariu, mesa del convento de Dionisiu (1547). El nombre de los arcángeles está representado por la primera letra de éste inscrita en lo alto del nimbo. Rafael, vestido de sacerdote, ocupa el lugar de honor: está en el centro, entre Miguel el guerrero y Gabriel el pacífico. Simbolizan los poderes religioso, militar y civil.
   Uno de los ejemplos más antiguos en Occidente es el antipendio de oro repujado de la catedral de Basilea. Los arcángeles acompañan a Cristo. El guerrero, San Miguel, tiene una lanza, Gabriel y Rafael, más pacíficos, largos bastones con pomo. En el arte italiano de los siglos XV y XVI, el joven Tobías, en vez de estar acom­pañado sólo por Rafael, con frecuencia camina bajo la protección de los tres arcángeles.
El arcángel Rafael
     Está tan estrechamente relacionado con la leyenda de Tobías como el arcángel San Gabriel con la Anunciación. Es a la vez el curador del viejo Tobías y el guía del joven Tobías, ángel médico y ángel guardián.
Culto
     A título de sanador del viejo Tobías se lo considera médico. En el Rationale divinorum officiorum de Guillaume Durand: «Raphael interpretatur Curatio vel Medicina Dei. Ubicumque enim curandi vel medicandi opus necessarium est, Raphael archangelus mittitur. Unde ad Tobiam missus est ut eum a caecitate liberaret.»
     Patrón de los boticarios, es titular de numerosas farmacias cuyo emblema es un Ángel de Oro (Zum goldenen Engel).
     A título de guía del joven Tobías, era invocado por los viajeros y marinos. Pero sobre todo era el protector de los adolescentes que dejaban la casa paterna (adolescentium pudicitiae defensor); los protegía de las tentaciones y les impedía perderse en la primera escala, como el Hijo pródigo.
     En Florencia era moda que al salir de viaje el hijo de un rico comerciante, mandara pintar un exvoto donde se hacía retratar con los atributos del joven Tobías, conducido por el arcángel Rafael que lo lleva de la mano.
     Esa popularidad tendió, sobre todo, al desarrollo del culto del Ángel de la Guarda, instituido a principios del siglo XVI por el bienaventurado François d'Estaing, obispo de Rodez. La primera misa en honor del Ángel de la Guarda tuvo lugar en Rodez el 3 de junio de 1526. Dicha devoción resultó favorecida por los jesuitas que en su calidad de educadores de la juventud, estimularon la creación de cofradías del Ángel de la Guarda.
     A ello se debe que también sea el protector de los menores y de los trabajadores de la construcción que ejercen oficios particularmente peligrosos.
     En general, su culto se ha extendido menos que el de San Miguel. Se lo sacrifica a los otros dos arcángeles, quizá porque el número tres rompe la simetría. Aunque pocas iglesias están bajo su advocación, Venecia posee una dell'Angelo Rafaele. La ciudad española de Córdoba lo ha adoptado como patrón.
Iconografía
     El arcángel Rafael está representado en su papel de mentor del joven Tobías, vestido de peregrino con el bordón, la cantimplora y el zurrón.
   Su atributo es el pez que hizo pescar a su joven compañero o el pote de remedios, emblema de los médicos, con el cual curó al viejo Tobías en el momento de su re­greso.
     La primera forma que adquiere la imaginería del Ángel de la Guarda es el viejo motivo del arcángel Rafael guiando a Tobías. Pero después el tema se libera de este molde. El joven Tobías desaparece. Es un niño cualquiera a quién su ángel perso­nal lleva de la mano y le muestra el cielo. A veces, como en un cuadro de Domenichino (1615), del Museo de Nápoles, el ángel de la guarda protege al niño del demonio con su escudo (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Cortijo o Hacienda San Rafael, en Las Cabezas de San Juan (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

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La pintura "San Miguel Arcángel", de Espinal, en la sala XI del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Miguel Arcángel", de Juan de Espinal, en la sala XI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.  
     Hoy, 29 de septiembre, Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis millas de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares, y que sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a Él glorifican sin cesar [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
      En la sala XI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "San Miguel Arcángel", de Juan de Espinal (1714-1783), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, realizado ca. 1780, con unas medidas de 0,91 x 0,65 m., y procedente de la adquisición de la Junta de Andalucía, en 1990.
    Este San Miguel realizado por Juan de Espinal representa a un joven de rasgos afeminados, vestido con los atributos propios de este arcángel guerrero, como son el casco, el escudo y la armadura, sobre la que porta un manto rojo. En el escudo aparecen las iniciales de "Quis Sicut Deus" (Quien como Dios), que es el lema de este arcángel.
     Parece ser el boceto del Arcángel San Miguel realizado para formar parte de la decoración de la escalera principal del Palacio Arzobispal de Sevilla hacia 1780. Pero recientes estudios del profesor Falcón Márquez nos hace suponer que esta obra formaba parte de un grupo de 24 pinturas que fueron a Madrid, no siendo un boceto sino un cuadro acabado.
     Este cuadro puede ser encuadrado en las obras finales de la producción de Espinal ya que responde al refinamiento de actitudes y de colorido que impone el autor durante su estancia en la Corte, momento en que funde la tradición sevillana con el rococó (Web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
   Es Juan de Espinal sin duda alguna la personalidad más importante del panorama artístico de la pintura sevillana en la segunda mitad del siglo XVIII. Su nacimiento tuvo lugar en 1714, siendo hijo del también pintor Gregorio Espinal, de quien fue discípulo en sus primeros años para después a completar su formación con Domingo Martínez. Al casarse con una hija de éste, terminó heredando su taller y al mismo tiempo una abundante clientela. Merced a su situación de privilegio, pudo alentar Espinal la fundación en Sevilla de la Escuela de las tres nobles artes, que fue aprobada por la corona en 1771. De ella llegó a ser director en la sección de pintura, a partir de 1775.
   Aunque fue por breve tiempo, Espinal viajó a Madrid en 1777, siendo posible que con este motivo tomase contacto con el panorama artístico de la Corte, que sin duda estaba más desarrollado que el sevillano. En sus últimos años hubo de pasar ciertas penurias económicas, ya que perdió sus facultades físicas y con ello la posibilidad de trabajar. Casi en la pobreza murió Espinal en 1783.
   El estilo artístico de Espinal mantuvo en Sevilla el elevado nivel de creatividad que su suegro Domingo Martínez había emprendido en la generación anterior. A la tradición del estilo murillesco y la asimilación del espíritu de la pintura francesa de su época, añadió el gusto por el refinado y elegante estilo rococó que se había impuesto en Sevilla desde mediados del siglo. Siguiendo la estética rococó y apoyándose en una pincelada suelta y un vibrante sentido cromático, Espinal recreó la mejor pintura que se realizó en Sevilla en la segunda mitad del siglo XVIII.
     Recientemente el Museo ha adquirido una pequeña pero bella pintura de Espinal, que parece ser el boceto de El arcángel San Miguel realizado para forman parte de la decoración de la escalera principal del Palacio Arzobispal de Sevilla hacia 1780 (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Miguel, arcángel;
Los  arcángeles  individuales
   Los arcángeles forman una clase aparte en la jerarquía celeste, porque entre las cohortes innumerables de los ángeles, son los únicos no anónimos.
   Por esa razón son los más importantes desde el punto de vista iconográfico. Pero no debe creerse por ello, como el nombre de arcángeles podría sugerir, que ocupen la cima de la jerarquía. En realidad son sólo el penúltimo escalón del Orden Inferior.
   Los teólogos cuentan generalmente siete, número sagrado. Miguel y Gabriel son conocidos por el Libro de Daniel, Rafael por el Libro de Tobías, Uriel por el Libro apócrifo de Henoc y por el cuarto Libro de Esdras.
   El nombre de los otros tres varía según las fuentes: Baraquiel se convierte a veces en Maltiel, Jehudiel en Jofiel, Sealtiel en Zeadkiel. Se los suma o sustituye en ciertos textos por Peliel y Raziel.
   Todos sus nombres terminan en el que significa Dios. Son nombres teofóricos.
a) Funciones y atributos
   Los clérigos de la Edad Media ingeniaron distinguirlos por sus acciones y con emblemas apropiados.
   Michael victoriosus, princeps militiae caelestis, pugnat cum dracone.
   Gabriel nuntius, ad Mariam missus.
   Raphael medicus: Tobiae oculos sanavit.
   Uriel fortis socius, qui Esdram instituebat.
   Barachiel (Malthiel), adjutor, qui Moysem in flamma praecedebat.
   Jehudiel remunerator, praeceptor Semis, filii Noachi.
   Sealtiel (Zeadkiel), orator, in immolatione Issaci gladium prohibebat.
   A esta lista se agregan:
   Peliel qui luctabatur cum Jacobo.
   Raziel a quo Adam e Paradiso ejectus.
   Así, Miguel es el jefe de la milicia celeste, Gabriel el mensajero enviado a la Virgen, Rafael el médico que cura al viejo Tobías, ciego.
   Uriel habría sido el preceptor de Esdras y Jehudielel de Sem. Raziel habría expulsado a Adán del Paraíso, Sealtiel fue quien detuvo el sacrificio de Isaac, Peliel quien luchó con Jacob. Maltiel quien precedía a Moisés y a los israelitas en fuga con una columna de fuego.
   A este reparto de funciones corresponden atributos característicos. Miguel, vic­torioso contra el dragón, blande la espada o la lanza; Gabriel, el mensajero, sostiene una linterna encendida y un espejo de jaspe verde sobre el cual se inscriben las órdenes de Dios; Rafael, el sanador, lleva un recipiente de ungüento y da la mano derecha al joven Tobías encargado del pez milagroso.
   Uriel, cuyo nombre se interpreta con el significado de luz o llama de Dios (Lux vel Ignis Dei), y que por esta razón se ha identificado con el ángel que empuña una espada llameante en la entrada del Paraíso, se reconoce por la espada y las llamas que brotan bajo sus pies.
   Jehudiel, el "remunerator", aquel que recompensa y castiga, lleva una corona de oro y un látigo de tres tiras; Sealtiel, el intercesor, tiene las manos juntas en actitud de plegaria; Baraquiel (Bendición de Dios) descubre rosas blancas en un pliegue de su túnica.
b)  Grupos o sinaxis de siete, cuatro o tres arcángeles
     l) No es habitual, al menos en el arte de Occidente, encontrar el ciclo completo de los siete arcángeles porque la Iglesia romana, al considerar apócrifo el Libro de Henoc, excluyó a Uriel. En 746 el concilio de Letrán limitó el culto de los arcángeles a los tres primeros: Miguel, Gabriel y Rafael.
   No obstante, en un fresco hallado en la iglesia de San Ángel, de la Orden de los Carmelitas (Palermo, 1516) se veía a la Trinidad rodeada por los siete arcángeles. Un grabado de Hieronymus Wierix nos ofrece una copia libre de esta cohorte de arcángeles agrupados de tres en tres alrededor de San Miguel, considerado su jefe. En Roma, la iglesia Santa María de los Ángeles, instalada en el siglo XVI en las Termas de Diocleciano, estaba consagrada a la Virgen y a los siete arcángeles. En Alemania, los siete arcángeles eran los patrones de los siete Electores del Sacro Imperio Romano Germánico. 
   2) El cuarteto de los cuatro grandes arcángeles es frecuente en el arte bizantino puesto que el Libro de Henoc gozaba en Oriente de una autoridad igual a la de los canónicos, y allí, Uriel está situado en el mismo plano que Miguel, Gabriel y Rafael.
   Relacionados con los cuatro puntos cardinales, los cuatro arcángeles se prestan de maravilla para la decoración de las pechinas de las cúpulas donde parecen, como los cuatro evangelistas, montar guardia alrededor del Pantocrátor.
   Este tema, específicamente bizantino, está o estaba ilustrado por numerosas manifestaciones pertenecientes al arte copto, eslavo y siciliano.
     3) El grupo de los tres primeros arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael es, por el contrario, común al arte de Oriente y al de Occidente.
   En la Iglesia ortodoxa el tema se conoce por el nombre de Sinaxis de los Arcángeles (Synaxis tôn Arkhaggelôn). Los tres arcángeles llevan la imagen de Cristo alado en una aureola formada por la intersección de numerosos triángulos. Abundan los ejemplos en la pintura del monte Athos: Monasterio de Dochiariu, mesa del convento de Dionisiu (1547). El nombre de los arcángeles está representado por la primera letra de éste inscrita en lo alto del nimbo. Rafael, vestido de sacerdote, ocupa el lugar de honor: está en el centro, entre Miguel el guerrero y Gabriel el pacífico. Simbolizan los poderes religioso, militar y civil.
   Uno de los ejemplos más antiguos en Occidente es el antipendio de oro repujado de la catedral de Basilea. Los arcángeles acompañan a Cristo. El guerrero, San Miguel, tiene una lanza, Gabriel y Rafael, más pacíficos, largos bastones con pomo. En el arte italiano de los siglos XV y XVI, el joven Tobías, en vez de estar acom­pañado sólo por Rafael, con frecuencia camina bajo la protección de los tres arcángeles.
San Miguel, arcángel
   Miguel, el más popular de todos los arcángeles, es también el que tiene una personalidad más definida. Es un guerrero, un caballero, el archiestratega o el condestable de las milicias celestiales (princeps militiae angelorum, prince of the heavenly host). A este título, es él quien dirige el combate contra los ángeles rebeldes que precipita en el abismo, y quien, en el Apocalipsis, salva a la Mujer que acaba de parir, símbolo de la Virgen y de la Iglesia, combatiendo contra el dragón de siete cabezas. La Iglesia romana lo considera su defensor (custos Ecclesiae romanae).
   También es el santo psicopompo, el conductor de los muertos cuyas almas pesará el día del Juicio. En inglés se lo llama «The Lord of Souls» (El Señor de las almas).
a) Culto
   Su culto reemplazó al de las divinidades paganas, al del dios egipcio Anubis y en particular al de Mercurio, el Hermes psicopompo, que en la mitología tenía una función análoga. Una colina de la Vendée aún se llama Saint-Michel-Mont-Mercure (San Miguel monte Mercurio). En Gottesberg, cerca de Colonia, una capilla de San Miguel reemplaza a un templo de Mercurio. En un cuadro de Signorelli (Museo Metrop., Nueva York), san Miguel Arcángel lleva un caduceo cincelado sobre la pechera de la coraza.
Lugares de culto
     1º En Oriente. Sea o no San Miguel el Hermes cristiano, lo cierto es que en todo caso la cuna de su culto se encuentra en el Oriente helenizado, donde se le consagraron los primeros santuarios. El emperador Constantino construyó en Bizancio un Michaelion; a principios del siglo IV, en Alejandría, se fundó una iglesia bajo la advocación de San Miguel. En Constantinopla y en sus arrabales europeos y asiáticos se contaban unos treinta santuarios dedicados al archiestratega. En los Balcanes, su santuario más célebre es la iglesia del monasterio de Lesnovo, en Serbia, dedicada en el siglo XIV «al gran voivoda y archiestratega Miguel».
     2° En Occidente, a finales del siglo V, el culto de San Miguel se implantó en el monte Gárgano (o Galgano), en Apulia, en esa Italia meridional que recordaba haber sido la Magna Grecia. El 8 de mayo de 492 el arcángel se manifestó sobre ese promontorio del Adriático que con San Nicolás de Bari se convertiría en el lugar de peregrinación más celebre de Italia meridional. El 8 de mayo quedó como el día de su fiesta.
   Es indudable que los primeros santuarios italianos de San Miguel surgieron en la zona de colonización griega y de influencia bizantina. Por ello no pueden tenerse en cuenta las tesis de ciertos arqueólogos alemanes que quieren asimilarlo al dios germánico Wotan, y convertirlo en el santo nacional de los lombardos.
   El relato de esta  angelofanía aparece en la Leyenda Dorada: un tal  Garganus, al ver que uno de los toros de su tropa escapaba y se introducía en una caverna de la montaña, lo persiguió y le disparó una flecha. Pero en vez de golpear al toro ésta se volvió en su contra. 
    El obispo de Sipontum (Manfredonia), asombrado por el prodigio ordenó tres días de ayuno, a su término, San Miguel apareció en la entrada de la caverna y de­claró que ésta sería de allí en adelante su santuario.
   Esta leyenda del toro es también la del origen de un santuario rupestre no menos famoso, el del monte Saint Michel, en Normandía. El arcángel se aparece a San Auberto, obispo de Avranches, y le ordena consagrarle una iglesia en el sitio donde encuentre un toro oculto por ladrones. La cripta dedicada en 709 reproducía la gruta del monte Gárgano. La imitación es flagrante. Por otra parte, en la Francia de la Edad Media, ¿acaso no se decía «Michiel de Gargan»?
   Desde el monte Gárgano y desde el monte Saint Michel, desde los confines de Pouillé y Normandía, el culto del arcángel, matador del dragón, surgido como San Jorge del Oriente helenizado, brilla en toda la cristiandad occidental. En Italia, Rávena y Roma son las primeras que lo acogen. La iglesia de San Michele in Affricisco de Ravena fue consagrada  en 546. En Roma, el papa San Gregorio Magno vio aparecer encima del mausoleo de Adriano al arcángel celeste que secaba su espada san­grante y la volvía a enfundar después de una epidemia de peste. Le dedicó una ca­pilla en el Mausoleo Imperial que tomó el nombre de Castillo de Sant' Angelo.
   Los lombardos consagraron a San Miguel basílicas en Pavía y en Monza, si­guiendo el ejemplo de Ravena.
   Francia llevó aún más lejos la devoción a Monseñor San Miguel a quien convirtió en un santo nacional. En 709, el conde Wulfoald aportó a Saint-Mihiel, en la diócesis de Verdun, reliquias del monte Gárgano. En 792 se le dedicó una capilla aérea en Saint-Michel d'Aiguilhe, en Puy-en-Velay, en la cima de un promontorio de basalto. En Poitou, cerca de Luçon, se levanta la abadía de Saint-Michel-en l'Herm. Los reyes franceses de la dinastía de los Valois pusieron bajo su protección al reino de la flor de lis. Carlos V, Carlos VII y Luis X1 fueron en peregrinación al mon­te Saint Michel. Luis XI fundó en 1469 la orden de caballería de San Miguel. Borgoña, cuyos duques estaban consagrados a San Andrés, patrón de la orden del Toisón de Oro, acogió en el siglo XVI al patrón de los Valois y en l529 se erigió una iglesia dedicada a San Miguel en Dijon.
   San Miguel es el protector de Bruselas donde comparte con Santa Gúdula el título de patrón de la colegiata.
   En Alemania -Baviera- era particularmente venerado. La iglesia de los jesuitas de Munich estaba consagrada a él, al igual que la de Berg-am-Laim.
   Aunque Inglaterra estuviera consagrada a San Jorge, Comwall (o Comualles inglesa), también posee un monte «San Miguel».
   Sin duda se habrá advertido que la mayoría de los santuarios del arcángel, al menos en la época medieval, están situados en las cimas (in summitate): monte Gárgano, monte Saint Michel, Aiguille de Puy. Cuando tiene una capilla dedicada en una iglesia, se trata generalmente de una capilla alta, dispuesta en el nivel del púlpito, preferentemente encima del pórtico o del nártex. San Miguel era considerado, en efecto, el guardián por excelencia de la puerta de los santuarios, encargado de impedir con la espada la entrada al demonio. Tal era el caso anterior de la abacial carolingia de Saint Riquier, en Picardía y el de la abadía de Cluny. Aún pue­den verse ejemplos en Saint Philibert  de Tournus, en Saint Bénoit sur Loire, en el púlpito de Semur-en-Brionnais. La capilla alta del Castillo de Sant' Angelo se lla­maba S. Angelus inter nubes. Una imagen del arcángel coronaba frecuentemente las flechas de los campanarios. Por ello podemos hablar de un culto aéreo de san Miguel, análogo al del profeta Elías, también venerado «in excelsis».
   El culto de San Miguel no está localizado sólo en las capillas altas sino también en las de los cementerios. Su intercesión se invocaba allí a causa de la función de pesador de almas que desempeña  en el Juicio Final. Casi todos los osarios tenían una capilla dedicada a San Miguel: las del cementerio de los Inocentes y la del Saint Martín des Champs en París han desaparecido; pero entre los santuarios de este género que perduran pueden citarse la iglesia de Saint Michel de Burdeos, edificada sobre una antigua necrópolis cuya tierra tenía la propiedad de momificar los cadáveres. Las cofradías consagradas al amortajamiento lo elegían de buena gana como patrón. El Oriente bizantino ofrece ejemplos análogos. No es por azar que la iglesia funeraria del Kremlin de Moscú, donde están enterrados los zares, estuviera consagrada al arcángel Miguel.
   Patronatos.- Numerosas corporaciones estaban bajo el patronato de san Miguel. Todos esos patronazgos de origen iconográfico derivan de sus atributos: la espada o la balanza.
     l. Su armadura y espada le valieron la clientela de los esgrimistas, maestros de armas, pulidores y también doradores porque su armadura era dorada;
     2. A causa de las balanzas del Juicio, es patrón de todos los oficios que se sir­ven de la balanza: pasteleros, barquilleros, boticarios, especieros, merceros, pesadores de granos, y maestros bañistas o agüistas, porque en el pesaje de las almas se ven pequeñas figuras que simbolizan las almas sumergidas en los platos de la balanza como en una bañera.
La contrarreforma y la actualización  del culto de San Miguel
   En el siglo XVII el culto de san Miguel adquiere un nuevo impulso y también un nuevo carácter por influencia de la Contrarreforma. El jefe de la milicia divina que triunfa contra Lucifer y los ángeles rebeldes, para los jesuitas simboliza el triunfo de la Iglesia católica contra el dragón de la herejía protestante: por esa razón se pusieron bajo su advocación magníficas iglesias en Munich y en Viena.
   Un grabado de Jan Galle titulado Diaboli Haereticique Lapsus simillimus repre­senta a San Miguel arrojando a Lucifer desde lo alto del cielo y paralelamente a la Iglesia precipitando a Lutero a las llamas del Infierno.
b) Iconografía
   La extensión del culto del arcángel San Miguel explica la riqueza de su iconografía.
1. Figuras
   Durante la Edad Media varió el tipo iconográfico de san Miguel. En Bizancio lleva clámide purpúrea o el loros de la corte imperial; en el mosaico del arco del triunfo de San Apolinar in Classe, cerca de Ravena, sostiene un asta larga rematada por una tablilla con la triple aclamación: Agios, Agios, Agios. En Occidente viste en principio una larga túnica, y además, cota de malla y casco de caballero. Sus armas son ya una lanza, ya una espada flamígera. En la mano izquierda sostiene a veces un escudo de cristal espejeante. Sobre el escudo se lee esta inscripción: Quis ut deus. En ocasiones presenta la cabeza del dragón como David la del gigante Goliat.
   A causa de la peregrinación marítima al monte Saint Michel, lleva conchas como atributos, como el apóstol Santiago. A veces, la pechera de su coraza adopta la forma de una concha.
   Generalmente se lo representa de pie, sobre la tierra o en el aire. Entre los escasos ejemplos conocidos de San Miguel a caballo, puede citarse un fresco del siglo XII, de Saint Savin, en Poitou y el fresco de Lesnovo (Serbia ), pintado en el siglo XIV, hacia 1345.
2. Ciclos
3. Escenas
   Las escenas de la gesta de San Miguel preferidas por el arte cristiano son: 1º El combate contra el dragón; 2° El pesaje de las almas; 3° Sus tres apariciones en el monte Gárgano, en el monte Saint Michel y en el mausoleo de Adriano o Castillo Sant' Angelo; 4° Sus milagros.
     San Miguel vence al dragón 
   El tema se ha tomado del Apocalipsis 12, 7-9: «Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón, y peleó el dragón y sus ángeles ( ...) Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás ( ...) y fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados.»
   San Miguel hundiendo su lanza en las fauces del dragón podría ser confundido con San Jorge. Pero es un San Jorge alado; el combate de San Miguel es una batalla aérea (praelium in coelo). Además, no es un duelo: los dos jefes, Miguel y Satanás, están rodeados por sus ángeles que toman parte en la lucha.
   Este tema iconográfico, creado en el siglo VII en la caverna del monte Gárgano, fue imitado en la cripta del monte Saint Michel y difundido en sellos y miniaturas.
   El arte francés del siglo XIII hizo de San Miguel un caballero de la cruzada.
   Se deben distinguir dos versiones, según que el arcángel combata a pie o a caballo. 
     San Miguel pesando las almas
   Según Künstle, es por error que se reconoce a San Miguel en el ángel que pesa las almas en el Juicio Final. Se ha confundido conductor de almas (Seelenführer) con pesador de almas (Seelenwager). El error provendría de la representación del ángel anónimo que vigila la balanza, armado con una lanza o una espada para echar al diablo, que reemplazó a la Mano de Dios o al Cristo Juez. Se llegó a la conclusión de que se trataba de san Miguel.
   Esta teoría es indefendible. La prueba de que la Edad Media identificaba al pesador de almas del Juicio Final con el arcángel guerrero, vencedor de Satanás, es que San Miguel es el patrón de la corporación de los balanceros. Y por añadidura, es fácil citar un considerable número de obras de arte románicas y góticas en que el pesador de almas es sin lugar a dudas San Miguel. Un frontal o antipendio catalán del siglo XIV, conservado en el Museo de Artes Decorativas de París, nos presenta un santo que sostiene la balanza del Juicio Final y que al mismo tiempo hiere al dragón. No es posible dudar acerca de la identidad de una figura semejante. En el siglo XV, en un grupo de piedra policromada de la iglesia champanesa de Mussy-sur-Seine, el arcángel traspasa con su lanza al dragón al tiempo que pesa las almas con la balanza.
   Es cierto que San Miguel fue en principio considerado conductor y guía de las almas (psicopompo) porque había disputado a Satanás el alma de Moisés; pero posteriormente se le atribuyó la función de pesador de almas en el Juicio Final. A veces la balanza está suspendida de la Mano de Dios que aparece en una nube.
   San Miguel está allí sólo para vigilar el platillo derecho y recibir las almas de los justos al tiempo que enfrente, el demonio intenta torcer la balanza e inclinarla de su lado.
   Pero lo más habitual es que el propio San Miguel sostenga la balanza. Después de Cristo, es el personaje más importante del Juicio Final. Es por ello que los artistas primitivos le otorgaron un tamaño desmesurado (tímpano de Autun, políptico de Beaune).
   En alabastros ingleses del siglo XIV, junto al arcángel pesador de almas, aparece la Virgen misericordiosa inclinando la balanza en favor de un alma que implora, apoyando el rosario sobre el extremo del astil.
     Las apariciones de San Miguel
     I. La aparición al obispo de Siponte en el monte Gárgano y el milagro del toro
   Gárgano dispara contra un toro escapado una flecha que invierte el sentido y regresa a su ojo. El obispo de Siponte extrae la flecha, y de acuerdo con las instrucciones del arcángel, le consagra el monte. Este tema está particularmente presente en el arte español de finales de la Edad Media.
     II. Aparicicón de San Miguel a San Auberto, obispo de Avranches
     III. Aparición del arcángel San Miguel en el mausoleo de Adriano (castillo Sant' Angelo) 
   Durante una epidemia de peste que diezmaba a la población de Roma, el papa Gregario Magno ordenó una procesión para implorar el fin de la plaga. Él mismo vio aparecer al arcángel San Miguel sobre el mausoleo de Adriano, enjugando la sangre que le enrojecía la espada: era el signo del final de la prueba. A partir de entonces el mausoleo recibió el nombre de Castillo de Sant' Angelo.
     Los milagros de San Miguel
   Este ciclo fue representado en el siglo XIV sobre los muros de la iglesia de Lesnovo, en Serbia, dedicado a los arcángeles Miguel y Gabriel.
   El arcángel San Miguel rechaza a la flota sarracena, cura a siete jóvenes leprosos, exorciza a un monje demoníaco. Josué se prosterna frente a él. Protege a los tres jóvenes  hebreos en el horno.
   Se le atribuye también un milagro relativo a la peregrinación al monte Saint Michel, en la cual también se profesa el culto de Nuestra Señora.
   Una mujer y su hijo fueron sorprendidos por la resaca entre la costa y la isla del monte Saint Michel, parecían condenados a morir ahogados cuando San Miguel intervino para detener las olas que formaron una suerte de cúpula a cuyo abrigo pudieron esperar que el mar se retirase (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Juan de Espinal, autor de la obra reseñada
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   Juan de Espinal, (Sevilla, 1714 – 1783). Pintor.
   Fue Espinal la figura dominante en la pintura sevillana de la segunda mitad del siglo XVIII y también uno de los más importantes artistas hispanos en dicha época. Nació en Sevilla en 1714 y fue discípulo, primero, de su padre, Gregorio de Espinal, y, con posterioridad, de Domingo Martínez, con quien completó su formación, alcanzando incluso a casarse con Juana, la hija del maestro, lo que le permitió heredar su taller y su clientela a la muerte de éste en 1749.
   Con tan buenos principios no le fue difícil a Espinal convertirse a partir de 1750 en la primera figura del arte pictórico sevillano, circunstancia que le permitió promover la creación de una escuela de las Tres Nobles Artes, que obtuvo la aprobación real en 1771. En 1777 se tienen noticias de la presencia de Espinal en Madrid, donde hubo de apreciar el excepcional nivel de la pintura cortesana en estos momentos y, sin duda, reforzar su técnica con nuevos conocimientos artísticos. Los últimos años de su vida fueron penosos, debido al decaimiento de su salud y también por el rechazo progresivo de la clientela hacia el arte rococó, que en aquellos momentos sucumbía a causa del auge del espíritu neoclásico. Empobrecido y enfermo, Espinal falleció en Sevilla en 1783.
   El crítico de arte Agustín Ceán Bermúdez, que llegó a conocer a Espinal, tuvo de él una consideración peyorativa, despreciando su capacidad artística, aunque terminó por reconocer que en su época fue el mejor pintor de Sevilla y de Andalucía. Actualmente se advierte que, quizás, Ceán no acertó a entender que Espinal fue el primer pintor sevillano que se apartó de la tradición de imitar a Murillo, para adoptar con valentía el espíritu del arte rococó vigente en su época. Por ello, la pintura de Espinal, practicada con un dibujo suelto y una pincelada ligera y espontánea, alcanzó un notorio sentido de refinamiento y elegancia siempre matizada por un sutil y amable sentido del color.
   La obra más temprana que se conoce fechada de Espinal data de 1759 y, por lo tanto, está realizada ya en edad madura; se trata de la representación de las Santas Justa y Rufina, que en dicho año le contrató el Ayuntamiento de Sevilla. Es ésta una pintura en la que el artista aporta una concepción renovadora en la descripción física de ambas santas, que parecen más bien elegantes damas de Corte con semblantes y atavíos derivados de la moda francesa de mediados del siglo XVIII. De fecha próxima, que puede oscilar hacia 1760, deben de ser la representación de La Virgen del Carmen, que pertenece a la Hermandad de San Onofre de Sevilla, y La Virgen de la Merced, que se conserva en una colección particular madrileña.
   En torno a esta misma fecha hay que situar la realización por parte de Espinal de una serie compuesta por trece episodios que se conservan en la santa casa de Loyola en Guipúzcoa y que narran distintas escenas pertenecientes a la vida de san Ignacio de Loyola. Poco después, hacia 1762, Espinal ejecutó las pinturas murales que recubren el presbiterio de la iglesia del convento de Santa Rosalía de Sevilla, donde, bajo el Padre Eterno, aparecen diversos santos. También en este convento son de Espinal las dos representaciones murales con escenas de la vida de santa Clara que aparecen en los muros laterales de dicho presbiterio.
   Una curiosa composición de interesante contenido iconográfico fue pintada por Espinal en 1765 para el convento de Nuestra Señora de la Asunción de Sevilla donde aún se conserva; representa esta pintura a La divina providencia. También de interesante iconografía es la Alegoría de la pintura sevillana, que pertenece a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y que hubo de ser pintada por Espinal hacia 1770; se refleja en esta obra con especial evidencia el gusto rococó que impregna casi toda su producción.
   Entre 1770 y 1775, Espinal debió de realizar la amplia serie pictórica compuesta por veintiséis pinturas destinada en principio a adornar el claustro del convento de San Jerónimo de Buena Vista de Sevilla, en las que lógicamente se narra la vida de san Jerónimo. En esta serie actualmente conservada, parte en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y parte en distintas iglesias sevillanas, se advierte el característico estilo del artista, aunque algunas pinturas presentan aspectos descuidados que evidencian la participación en ellas de sus discípulos.
   En 1778, Espinal intervino en otro importante conjunto pictórico, destinado a decorar la escalera del palacio Arzobispal de Sevilla por encargo de Francisco Javier Delgado y Venegas, titular de la diócesis. En la bóveda de escalera pintó al temple una perspectiva arquitectónica en profunda línea de fuga, mientras que para los muros realizó quince lienzos con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. También para el arzobispo Delgado y Venegas pintó Espinal nueve lienzos con tema de la pasión de Cristo conservados hoy en el palacio arzobispal sevillano, pero cuyo primer destino fue el palacio de verano que los arzobispos hispalenses poseían en la vecina localidad de Umbrete. Otra obra realizada por estos años es la representación de San Carlos Borromeo dando la comunión a los apestados de Milán que se conserva en la sacristía de la iglesia de San Nicolás de Bari de Sevilla; en esta obra, el artista alcanzó uno de los más altos niveles técnicos de toda su carrera.
   En su estancia madrileña, en 1777, Espinal debió de realizar algunas pinturas destinadas a la devoción doméstica, como la Inmaculada, que se conserva en el Museo Lázaro Galdeano de Madrid, y otras dos versiones de esta misma iconografía que se guardan en colecciones particulares de Madrid.
   Una de la últimas realizaciones de Espinal en Sevilla fue la decoración de la bóveda del presbiterio de la iglesia del Salvador, ejecutada en 1778; en ella se describe una representación de la Gloria celestial. Por su carácter profano, raro en su producción, es interesante mencionar la escena de Venus y Vulcano que actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y que es un evidente testimonio de la dedicación de este artista a temas procedentes de la mitología o de la historia, que lamentablemente no son conocidos en nuestros días (Enrique Valdivieso González, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Miguel Arcángel", de Juan de Espinal, en la sala XI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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