Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Barrio de la Villa, Balcón del Adarve, e Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción) de la localidad de Priego de Córdoba (I), en la provincia de Córdoba.
Embozada entre montañas, seduce al viajero que tiene la fortuna de acercarse a ella. El agua cantarina de las fuentes, la cal resplandeciente y humilde del barrio de La Villa y el barroco exuberante que reviste sus templos, constituyen la trilogía de bellezas con que esta vieja ciudad fronteriza, embozada entre montañas, seduce al viajero que tiene la fortuna de acercarse a ella. Pero aguardan más sorpresas, como el espléndido Adarve, la umbrosa Fuente del Rey o la sinuosa calle Río de señoriales casas. Priego nos espera.
Embozada entre montañas, seduce al viajero que tiene la fortuna de acercarse a ella. El agua cantarina de las fuentes, la cal resplandeciente y humilde del barrio de La Villa y el barroco exuberante que reviste sus templos, constituyen la trilogía de bellezas con que esta vieja ciudad fronteriza, embozada entre montañas, seduce al viajero que tiene la fortuna de acercarse a ella. Pero aguardan más sorpresas, como el espléndido Adarve, la umbrosa Fuente del Rey o la sinuosa calle Río de señoriales casas. Priego nos espera.
Villa situada al sureste de la provincia, en la intersección de las carreteras N-321 y C-336.
Distancia a Córdoba: 103 Km.
Altitud: 649 m.
Extensión: 286,2 Km2
Habitantes: 23.087.
Gentilicio: Prieguenses.
Mancomunidad: Subbética Cordobesa.
Tras la conquista de este territorio, los árabes se establecieron en él a mediados del siglo VIII, y construyeron fortalezas en los altos cerros para vigilar los caminos. A partir de uno de estos recintos surgió probablemente la medina de Bagu -nombre árabe de Priego-, protegida por murallas. Tras la caída del Califato pasó a formar parte del reino zirita de Granada. En el 1090 ocupan estas tierras los almorávides, a los que reemplazarán los almohades a mediados del siglo XIII, Fernando III conquistó Priego en 1226, y años después lo entregó a la orden militar de Calatrava, que lo perdió en 1327 por traición de un escudero. En 1341 lo conquista definitivamente Alfonso XI, que reparó el recinto amurallado y repobló el lugar. Para mejorar la seguridad de esta posición fronteriza y recompensar la fidelidad a su causa, Enrique II concedió Priego en 1370 al señor de Aguilar, Gonzalo Fernández de Córdoba; más tarde, los Reyes Católicos dieron el nombre de Marquesado de Priego al título concedido en 1501 a la Casa de Aguilar en la persona de Pedro Fernández de Córdoba III. Pese a no residir en la localidad, este linaje señorial (que en el siglo XVIII se integraría en la Casa de Medinaceli) dirigió la vida local y evidenció un continuo afán de ampliar sus posesiones territoriales, lo que desencadenó las protestas de los vecinos. En 1881 Priego alcanzó el título de ciudad.
Oficina de Turismo de Priego de Córdoba
+34 957 700 625
http://www.turismodepriego.com (Diputación Provincial de Córdoba). Aunque no falta quien atribuye orígenes romanos a esta ciudad, cuando aparece realmente probada su existencia es durante la dominación musulmana, alrededor de la medina de Bagu, vinculada sucesivamente a Elvira y a Granada. Fue conquistada por el rey Santo en 1226 y entregada en 1245 a la orden de Calatrava. Tras su pérdida por traición en 1327, la conquistó de nuevo Alfonso XI en 1341. En 1370 el monarca Enrique II la cedió a Gonzalo Fernández de Córdoba, señor de Aguilar. A causa del valor estratégico de la zona, los Reyes Católicos concedieron en 1501 a Pedro III Fernández de Córdoba el título de marqués de Priego. Este marquesado se integró en el siglo XVIII en la Casa de Medinaceli. En 1881 se le concedió el título de ciudad (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). El núcleo urbano está situado sobre una meseta elevada a unos 650 metros de altitud, dominando una fértil Vega (Río Salado), cerrada por las diversas estribaciones de las Sierras Subbéticas. Sus altitudes más significativas son: Llano del Castillo, 652,0 m.; Paseo de Colombia, 650,0 m.; Fuente del Rey, 662,5 m.; Plaza Ayuntamiento, 655,0 m.
En el análisis de la estructura urbana observamos como hay una gran parte de la ciudad que corresponde a una ocupación histórica hasta principios del siglo XX y otra de posterior desarrollo perfectamente diferenciadas.
La trama viaria en general es irregular adaptándose a las diferencias de cotas del terreno, destacando el trazado del Barrio de la Villa donde llega a estrecharse en grado sumo, apareciendo escenas muy pictóricas. Las calles Río, Carrera de Álvarez y Carrera de las Monjas, son de mayor anchura y vienen marcadas de un carácter señorial determinado por el carácter de las casas palaciegas que la conforman. El balcón del Adarve viene a delimitar el Barrio de la Villa, conformando el límite natural del corte sobre la vega, permitiendo la admiración del paisaje que lo rodea.
Tipología de manzana cerrada con viario accidentado debido a las irregularidades del terreno, típicamente medieval, con calles estrechas y tortuosas, y una parcelación que suele dar divisiones de formación estrecha y profunda, con patio o corralón de parcela. Manzanas pequeñas en Barrio de la Villa, y de mayor tamaño en los desarrollos de los Siglos XVII al XIX (con calles algo mayores). Trama más regular en los crecimientos al sur y oeste, al otro lado de la travesía de la carretera de Loja.
La tipología edificatoria de vivienda sencilla de labranza de dos a tres plantas es general, matizándose en el Barrio de la Villa con calles más estrechas y tortuosas y más carácter de conjunto. Sin embargo en calle Río, Carrera de Álvarez y de las Monjas y el Paseo de Colombia las calles son más amplias con alturas de tres a cuatro plantas, ocupadas por viviendas señoriales que conforman un carácter y valor ambiental distinto con respecto a la homogeneidad anterior.
Los elementos sustentantes los constituyen el tapial calicastrado de piedra, y el ladrillo unido con yeso de Espejo o Puente Genil, mortero bastardo de cal y más escaso el mampuesto de piedra. La cubierta de teja árabe y fachadas encaladas con la rejería. La carpintería predominante es de madera pintada que se está sustituyendo por hierro o aluminio.
Desarrollo del casco claramente excéntrico, hacia el oeste, por las dificultades topográficas existentes al sur y este.
Ocupaciones lineales y desestructuración, con transformación de antiguos usos industriales, en el Arrabal de la Puerta de Granada (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Esta industriosa y, a un tiempo, aristocrática ciudad, faro del barroco cordobés y andaluz, se sitúa en la comarca de la Subbética, en un llanazo ligera mente elevado entre las Sierras Horconera -que tiene en la Tiñosa el pico más alto de la provincia, con sus 1570 metros-, la de Albayate, la de los Judíos y la de Alcaide. Dista de la capital 103 km, tanto por la carretera de Granada, a través de Baena, como por la de Málaga, a través de Cabra. En su término municipal, amplio y poblado por numerosas aldeas, tienen su asiento 23.151 habitantes, de los cuales 17.286 viven en la ciudad, cabeza de partido judicial.
Historia
El término de Priego ha estado poblado de modo ininterrumpido desde la época Musteriense o lo que es igual desde el Paleolítico Medio. Sin embargo, tanto las crónicas de los viajeros musulmanes como las estatuillas votivas encontradas en la carrera de las Monjas, señalan que la ciudad no cobró verdadera entidad hasta la dominación romana.
Durante el periodo musulmán, Priego perteneció primero a la Cora de Granada. Más tarde, tras participar en la rebelión de ben Hafsún contra el emirato de Córdoba, el califa Abderramán III la convirtió en capital de una nueva cora.
En 1226, tras su conquista por Femando III, se convirtió en ciudad de frontera, pasando, en 1245, a la jurisdicción de la Orden de Calatrava. En 1327 volvió a poder de los árabes, produciéndose su conquista definitiva en el reinado de Alfonso XI. En 1370 pasó a depender del señor de Aguilar, Gonzalo Fernández de Córdoba. En tiempos de los Reyes Católicos, Priego alcanzó la categoría de marquesado, recibiendo el título Pedro Fernández de Córdoba, señor de Aguilar.
En el siglo XVI la ciudad contaba con 7.700 habitantes, entre ellos un buen número de moriscos. De este tiempo data su industria textil y su conversión en un pequeño emporio económico, emporio que sufriría un duro golpe cuando en 1610 los moriscos fueron expulsados de España.
No obstante, Priego supo recuperarse y es, precisamente, en el siglo XVII cuando se inicia la gran eclosión del barroco que la ha hecho famosa más allá de las fronteras provinciales.
El siglo XIX verá crecer las industrias sericícola y textil en medio de los conflictos y las confrontaciones propios de la época. Así, fue ocupada por los franceses, más tarde se adhirió a la Constitución de 1812, participó en el pronunciamiento del general Riego, sufrió la ocupación de los Carlistas Cabrera y Gómez, conoció la creación del Círculo Cató1ico de Obreros y de la Federación Cordobesa Obrera, llegó a contar con 254 mendigos y 2.137 jornaleros del campo y, por fin, en 1881 recibió el título de ciudad.
El siglo XX vio la ascensión a la jefatura del Estado de Niceto Alcalá-Zamora Torres, uno de sus vecinos, durante la II República.
Gastronomía
La cocina autóctona de Priego se nutre fundamentalmente de los productos hortícolas de sus alrededores, de los derivados de la matanza y del pescado; es una cocina cristiana, pero también, sobre todo en la repostería, de claras reminiscencias islámicas; una cocina, por otra parte, ligada todavía a muchas de la festividades que tienen lugar en la ciudad.
De sus fogones salen nada menos que cinco tipos de berza: de acelgas, de col, de cardillos, de cardos y de judías verdes o habicholillas, como se llaman aquí.
Famoso es su relleno de carnaval, un embutido hecho con el cuajo del cerdo a base de pollo, ternera, jamón, tocino y huevos. Guisos característicos son el bacalao encebollado, que aún se come en muchas casas el Viernes Santo; las albóndigas de Semana Santa, hechas con boquerones, y el gazpachuelo de pescado.
En repostería sobresale el arrezoli, un licor fabricado con café, aguardiente, hierbas aromáticas y manzanas; el turrolate y los hornazos, que aquí toman la forma de una gallina empollando su huevo.
Artesanía
La forja del hierro y la talla de la madera son dos viejos oficios que se siguen practicando en Priego de forma artesanal. Las rejas artísticas que se ven con profusión en las ventanas y balcones de la ciudad han salido de talleres como los Fernández Pareja, Rodríguez Mérida o los hermanos Conejo, en los que todavía se usa la fragua y el yunque.
Fiestas y tradiciones
El carnaval tiene gran presencia en la calle y en la cocina. La Semana Santa, declarada de Interés Turístico, reúne grandes atractivos.
El Miércoles Santo se celebra la ceremonia del Prendimiento en la plaza de la Constitución, ante el Ayuntamiento.
El Viernes Santo, los costaleros pugnan por apoderarse de las andas de Jesús Nazareno en la puerta de San Francisco y, a continuación, lo suben a la ermita del Calvario, en la cumbre del pueblo, al ritmo frenético de los tambores y de las trompetas. Una vez allí, el Nazareno bendice a la multitud congregada a sus pies.
Las Cruces de Mayo son igualmente de Interés Turístico.
El día del Corpus la villa entera se engalana para la procesión.
El tercer domingo de junio tiene lugar la Romería de la Virgen de la Cabeza, en la Sierra de los Judíos.
Finalmente, entre el 1 y el 5 de septiembre se celebra la Feria Real.
Vida urbana
Priego es una ciudad contenidamente bulliciosa, en la que la presencia de un turismo deseoso de experiencias culturales es cada vez mayor.
Sus habitantes son abiertos y hospitalarios, orgullosos de su ciudad y de sus tradiciones y con un marcado sentido religioso, sobre todo, en los mayores. El trabajo en el campo y en la industria textil centra sus actividades, condicionadas por una red de comunicaciones no todo lo armónica que se deseara. Cuenta con un comercio activo y con buenos restaurantes y alojamientos.
Sus inquietudes culturales se centran principalmente en la pintura y la música, celebrándose un importante Festival de piano, así como diversos cursos de pintura, principalmente paisajística, durante el verano.
VISITA
La plaza de la Constitución, centro teórico de la ciudad, es un buen lugar desde el que iniciar la visita. A un paso de aquí, a la derecha, mirando desde la portada del Ayuntamiento, en la carrera de las Monjas se localizan tres importantes museos, los tres en el mismo edificio, el Histórico, el del Paisaje Español Contemporáneo y, sobre todo el de Lozano Sidro (1872-1935), pintor prieguense que alcanzó alta fama con sus coloridos lienzos de tipo costumbrista.
Prácticamente enfrente de los museos se encuentra la iglesia de las Mercedes*, Monumento Nacional, antiguo templo muy reformado en 1780 por Francisco Javier Pedrajas, que presenta la peculiaridad de ser en su interior una soberbia muestra del más puro rococó, mientras la portada, obra del italiano Nicolás Duroni, lo es del neoclasicismo. La iglesia es pequeñita, de una sola nave, sobre cuyo pequeño crucero se alza una luminosa cúpula gallonada sobre pechinas, con un ángel dorado en cada una de ellas. La rocalla, las cornisas mixtilíneas, la vegetación que corre por doquier, la ondulada tribuna, junto con la impoluta blancura del conjunto hacen de este templo una auténtica joya de las muchas que Priego conserva.
Junto a la plaza de la Constitución se encuentra la de Andalucía. De aquí parte la calle Río, artería principal, con un buen número de las hermosas casas de finales del XIX y principios del XX que aparecen diseminadas por toda la ciudad. En el número 33 se encuentra la casa natal de Niceto Alcalá Zamora, hoy convertida en museo visitable y en Oficina de Turismo.
Antes, en el arranque de la calle, acera derecha, se alza la ermita de Nuestra Señora de las Angustias, toda ella rococó también, tanto en la portada como en el interior, aunque en dorado, porque así lo ejecutó Juan de Dios Santaella en 1783.
La calle Río acaba en uno de los lugares más renombrados de Priego: las fuentes del Rey y de la Salud. Es este un espacio de una singularidad deliciosa. La fuente de la Salud, manierista, declarada Monumento Nacional y construida por Francisco del Castillo en el siglo XVI, se adosa al muro que salva el desnivel de la calle, con su paramento almohadillado, con la imagen de la Virgen de la Salud y con sus límpidas aguas. Anexa a ella, en el centro de una gran plaza sombreada de plátanos, se encuentra la Fuente del Rey, grandiosa obra renacentista y barroca, hecha ya en el siglo XVI y concluida en el XIX, con sus 139 caños y la figura del dios Neptuno en el centro, con sus aguas transparentes y su banco corrido alrededor.
Desde la plaza de Andalucía, bajando por Mesones y Obispo Caballero, se alcanza, en su compás, la iglesia de San Francisco, que perteneció al antiguo convento del mismo nombre, fundado en 1510. Tiene una sola nave, profusamente decorada con elementos barrocos. Destaca ampliamente la capilla de Jesús Nazareno, hexagonal y con cúpula gallonada, uno de los ejemplos más notables del barroco cordobés.
Prácticamente al lado de este templo está la ermita de la Virgen de la Aurora, en la carrera de Álvarez, levantada en el siglo XV, pero incorporada al barroco a mediados del siglo XVIII bajo la dirección de Juan de Dios Santaella. Desde la marmórea portada, con la hornacina de la Virgen y la florida espadaña, hasta el interior; todo el edificio es un magnífico juego de volúmenes en el que la decoración constituye su especial atractivo.
Muy cerca de esta ermita aparece el paseo de Colombia, ajardinado y florido, con el balcón de la Puerta del Sol elevado sobre un espléndido paisaje de huertas y de colinas. De aquí parte el adarve. Siguiéndolo, se entra en el bellísimo barrio de la Villa*, espacio urbano de estrechas callejuelas inmaculadas, repletas de flores, con sus casas de patios encendidos y todo el color de los núcleos medievales, declarado Conjunto Histórico Artístico.
Desde aquí se localiza fácilmente El Llano, donde se levanta, en primer lugar la iglesia de la Asunción*, notable edificación de la que, al exterior, sobresale la torre, cuadrada y maciza, que más semeja construcción militar que religiosa. En esta iglesia de tres elevadas naves, la mejor de Priego, conviven los estilos gótico-mudéjar; plateresco y barroco formando un conjunto de volúmenes poderosos, de tejados y cúpulas muy evocadores. Su capilla del Sagrario*, obra de finales del siglo XVIII ejecutada por Francisco Javier Pedrajas, es un espacio cumbre dentro no sólo de la arquitectura andaluza, sino también española. Tiene planta octogonal, ambulatorio y tribunas y su decoración barroca resulta portentosa.
Junto a esta iglesia se alza el castillo. Es de origen romano, aunque fue completamente reconstruido por los árabes en el siglo IX. Dela mole que forma el conjunto destaca la conocida torre Gorda, llamada así por los prieguenses debido a su especial robustez.
La iglesia de San Pedro está un poco más abajo, en la plaza de su nombre. Perteneció al convento de los franciscanos descalzos y tiene planta de cruz latina, crucero y, sobre él, bóveda de media naranja.
A un lado tiene este templo las antiguas Carnicerías Reales, edificio del siglo XVI, que luce una bella portada manierista, almohadillada, con sus pilastras y su frontón mixtilíneo, ayer plaza de pescado y hoy activo centro cultural.
Al otro lado, la iglesia de San Juan de Dios, erigida a finales del siglo XVII e, igualmente, pasada al barroco en el XVIII, se encumbra en lo alto de la Cava, volviendo su fachada a la plaza de la Constitución.
ALREDEDORES
Priego tiene en su término un considerable número de aldeas, muchas de ellas situadas en parajes retirados, como las Angosturas o Las Lagunillas. Las más renombradas son las dos Zagrillas, Alta y Baja, apenas a siete kilómetros al sur (Rafael Arjona. Guía Total, Córdoba. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2009).
Esta hermosa ciudad, cabeza de la Subbética, se levanta sobre un pequeño promontorio rodeado de espesos y bien cultivados olivares.
Historia
Algunas fuentes hacen remontar su origen al siglo XV a.C., atribuyendo su fundación a los túrdulos. No obstante, los restos arqueológicos encontrados hasta el momento datan su existencia en la época romana. Los árabes la denominaron Medina Bahiga y durante los primeros siglos de su dominación alcanzó la importancia de una gran ciudad.
Posteriormente, debido al avance de la conquista cristiana y a su situación, se convirtió en un lugar fronterizo que tuvo que soportar el paso alternativo de unas manos a otras. Tras una primera conquista por Fernando III en 1226 y su cesión a la Orden de Calatrava, fue conquistada definitivamente por Fernando el de Antequera en 1409. Tras la conquista de Granada, en la que tuvo parte sobresaliente como base logística, los Reyes Católicos la erigieron en marquesado, entregándosela a Pedro Fernández de Córdoba, sobrino del Gran Capitán, que fue el primer marqués de Priego. En 1711 pasó a depender del ducado de Medinaceli.
A partir del siglo XVIII y durante el primer tercio del XIX, la ciudad, principalmente agrícola, se transforma en una gran centro sericícola y de producción de tejidos, alcanzando una larga época de bonanza económica. De esta época son la mayoría de los edificios barrocos que conforman aún hoy buena parte de su paisaje urbano.
Gastronomía
La cocina prieguense, que utiliza fundamentalmente los productos del campo, es rica en imaginación y en antigüedad, haciéndose presente en ella la tradición árabe. Platos principales son el relleno de carnaval, fiambre hecho de diferentes carnes amasadas y hervidas; las albóndigas de Semana Santa, que tienen como base el pescado, y el potaje de Semana Santa, con bacalao. El cuajado de almendra y el piñonate, ambos con almendras, constituyen excelentes postres, que se acompañan con el famoso arrezoli, un licor autóctono hecho con café, aguardiente seco, camuesas de las huertas prieguenses y hierbas aromáticas.
Artesanía
La talla en madera y la forja son labores artesanas que a través de los siglos continúan teniendo una gran vigencia en la ciudad. Se hacen también, aunque ya muy disminuidas, labores de ganchillo, esparto, bolillos, picapedrería en mármol y latonería.
Fiestas y tradiciones
Todos los sábados a media noche, ataviados con capas cordobesas, recorren las calles cantando a la Virgen los "auroros", hermanos de la Hermandad de la Virgen de la Aurora, cuya fiesta se celebra el segundo domingo de septiembre.
En Semana Santa resalta el Viernes, con la subida al Calvario de Jesús Nazareno, acompañado por los "sayones" y "romanos". El 14 de diciembre es el día de San Nicasio, patrón de la ciudad.
VISITA
Priego es la gran ciudad barroca de la provincia de Córdoba. La plaza de Andalucía, donde se levanta el Ayuntamiento, es el centro geográfico y administrativo y en el espacio comprendido entre esta plaza, el Adarve y las calles Málaga y Obispo Pérez Muñoz se localiza la zona principalmente monumental de la ciudad.
Los alrededores del Adarve, gran mirador sobre la campiña, constituyen el barrio de la Villa*, núcleo de enorme tradición. Aquí se encuentra la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción*, notabilísimo templo construido en el siglo XVI en estilo gótico y barroquizado en el XVIII, cuya capilla del Sagrario es Monumento Nacional desde 1932. Casi al lado se alza el castillo, de origen romano, de cuya época conserva la cimentación, reformado posteriormente por los árabes.
La calle Río, que parte desde la plaza de Andalucía, es la arteria que reúne un mayor número de casas particulares barrocas. Bellas fachadas con hermosas puertas de madera y columnas salomónicas se suceden casi sin interrupción. En el número 33 nació Niceto Alcalá Zamora, presidente de la Segunda República.
Al final de esta calle se encuentra la monumental fuente del Rey, precioso ejemplo del barroco ornamental (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
Ciudad andalusí (siglos VIII-XIV): espacio intramuros que se corresponde aproximadamente con el actual Barrio de la Villa, quedando el espacio protegido por las murallas islámicas delimitado por el Tajo del Adarve, el castillo, la Puerta de Santa Ana y el Paseo de Colombia.- Villa bajomedieval cristiana (siglos XIV-XV): se corresponde con la ciudad andalusí, y parte de los arrabales andalusíes extramuros (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Barrio de la Villa de Priego de Córdoba, es el viejo barrio y la raíz del municipio.
Destaca por sus blancas calles quebradas y engalanadas con flores, que dan clara idea de sus orígenes árabes y medievales.
Fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1972 (Diputación Provincial de Córdoba).
Es el elemento urbano que mejor define la disposición de la ciudad en su paisaje inmediato. Entendido como muralla histórica de la población, consta de dos elementos claramente diferenciados: el cortado geológico de travertino y el recrecido murado, con fábrica de mampostería o sillarejo en la mayor parte de su alzado. Esta alineación no es sincrónica, sino que muestra la evolución diacrónica de estas defensas. De este modo, se yuxtaponen paramentos medievales (tanto islámicos como cristianos) con otros modernos (siglos XVI-XVIII) y contemporáneos (siglos XIX-XX), entre los que destacan los dos torreones medievales acondicionados como miradores, construidos con un perfecto despiece de sillería (siglos XIV-XV). El frente de estas torres es de 3,95 metros por un lateral variable entre 3,25 y 3,40 metros. La altura máxima de la fábrica, hasta cimentar sobre el travertino, se sitúa en torno de los 4,5 metros (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Adarve es el Balcón natural del barrio prieguense de La Villa.
Se asienta sobre un tajo de unos 30 mtrs. de altura y unos 200 mtrs. de longitud.
Lo recorren diferentes miradores, compuestos de barandillas de hierro, farolas de forja y antiguas fuentes (Diputación Provincial de Córdoba).
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.-
Es un templo de tres naves construido en la primera mitad del siglo XVI; pero el añadido de capillas y las transformaciones barrocas han desvirtuado la imagen gótico-mudéjar del conjunto.
Es un templo de tres naves construido en la primera mitad del siglo XVI; pero el añadido de capillas y las transformaciones barrocas han desvirtuado la imagen gótico-mudéjar del conjunto.
El hermoso retablo mayor, terminado en 1567, es anónimo, habiéndose relacionado con talleres sevillanos o alcalaínos. Se compone de banco, tres órdenes de columnas con hornacinas para escultura y registros para pintura, y ático. En la calle central están los relieves de la Anunciación y el Nacimiento, la imagen de la Asunción, talla policromada de hacia 1600, y el Calvario en el remate. Se completa con esculturas de los Evangelistas y los Apóstoles. Los registros de pintura, con escenas de la Pasión y Resurrección, se contrataron en 1582 con Pedro de Raxis y Ginés López, acabándose todo en 1585. El sagrario en forma de templete, decorado con relieves y atlantes, siguiendo el estilo del retablo, se añadió hacia 1602.
En la cabecera de la nave izquierda está el retablo de San José, concertado en el año 1627, con talla de Juan Fernández de Lara y pintura de Cristóbal Vela Cobo. La imagen titular obra granadina de principios del XVIII, se relaciona con el taller de los Mora. Lleva tallas de San Cristóbal y San Blas, y pinturas de San Juan Evangelista y San Jerónimo en el banco y la Anunciación entre San Antonio y San Francisco en el ático. En la nave, sobre la puerta de la sacristía, hay un bello lienzo del Éxtasis de la Magdalena, del XVIII, y a los lados de la misma se han colocado dos tablas con Santiago en Clavijo y Santiago preso, procedentes de la desaparecida iglesia de Santiago, obras hispano-flamencas del último cuarto del siglo XV restauradas en 1996. Pasada la puerta está la capilla del Cristo de los Parrilla, acabada en 1636. El Crucificado, de hacia 1635, está atribuido a Alonso de Mena, y se restauró en 1996. El retablo siguiente es de estípites, de hacia 1770, y se atribuye a Juan de Dios Santaella.
La espectacular capilla del Sagrario se construyó entre 1772 y 1784 por Francisco Javier Pedrajas. En 1921 se colocó el tabernáculo, obra del escultor Manuel Garnelo y Alda. En los muros hay diversos retablos, en su mayoría de fines del XVIII; los antiguos están dedicados a San Felipe Neri, San Pedro Papa, la Virgen del Carmen, San Francisco de Paula y Santa Lucía, talla granadina repintada, atribuible a Alonso de Mena, hacia 1615-20.
La capilla de la Inmaculada tiene retablo de hacia 1625 e imagen moderna. Sigue la reciente capilla del Cristo de la Expiración, cuya portada es de 1549. El Crucificado, fechado hacia 1750, se está restaurando en 2005. Cerrando la nave se encuentra el misterio del Descendimiento, de Niceto Mateos, de 1995. A los pies está el retablo de Santiago Matamoros, traído en 1868 del convento de Santa Clara. El lienzo, fechado en el siglo XVII, se atribuye a Manuel Francisco Arias Contreras.
La cabecera derecha tiene un retablo gemelo al del lado izquierdo. Lo preside San Pedro papa, obra probable de Fernández de Lara del año 1625, retocada en 1748. Las pinturas, debidas a Cristóbal Vela, muestran las Ánimas del Purgatorio, Jesús y María y, en la puerta del sagrario, Cristo del Perdón; en el ático se ve la Inmaculada del Carmelo.
Sigue el retablo de Nuestra Señora de la Caridad o de los Desamparados, realizado por Remigio del Mármol en 1790. En el camarín está la imagen de vestir, anónima de hacia 1750, ambivalente de gloria y de pasión. En los laterales se ven las figuras de San Antonio y San Valentín. Remata un Crucificado y, en la bolsura, las tres Virtudes Teologales. En 1751 se fecha la capilla de San Rafael, con escultura de estética granadina, y cuadros de la Anunciación, San Miguel, el Ángel de la Guarda, San Francisco y San Antonio; en el remate un medio punto con la Sagrada Familia, San Joaquín y Santa Ana. Sigue el retablo de Nuestra Señora de los Dolores, obra de Francisco Hurtado Izquierdo de hacia 1695, reformado; la Dolorosa, es de estética granadina de la misma fecha.
La capilla de San Miguel, obra de Sánchez de Rueda, guarda un retablo de hacia 1770 atribuido a Juan de Dios Santaella. En el muro derecho cuelga un cuadro de la Inmaculada, de taller local del siglo XVIII. A continuación, en la nave, están el retablo de San Efrén, de hacia 1690, una hornacina pequeña con Santo Domingo y otro retablo del XVIII con lienzos de escasa calidad. A los pies está la Imposición de la casulla a San Ildefonso, del tercer cuarto del XVII, firmado por Manuel Francisco Arias Contreras y con marco de hacia 1780.
Entre las obras conservadas en las dependencias parroquiales destacan un Crucificado de primer cuarto del siglo XVII, adaptado a un dosel del XVIII, un lienzo de gran tamaño de la Inmaculada, obra del siglo XVIII, y un Apostolado del siglo XVII. También, una Inmaculada derivada del modelo de Cano, el retrato de San Juan de Dios de hacia 1600, atribuido a Pedro de Raxis, y otro lienzo del XVII, que representa a San Pablo.
Las piezas de orfebrería abarcan un variado muestrario. Sobresalen los tres portapaces realizados por Rodrigo de León en 1580, el templete para el Corpus, del platero granadino Luis de Beas de 1589, arreglado por Navarrete en 1723, y el ostensorio con punzones de Juan Polaino de Cuéllar; hecho en 1633. Hay también varias obra de Damián de Castro y Antonio de Santacruz y Zaldúa, así como un juego de altar de oro y esmaltes con punzón del platero madrileño Martínez, legado en 1794 por el obispo Caballero y Góngora (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Su construcción comenzó en 1525, a instancias de la Marquesa de Priego. Edificio gótico-mudéjar de tres naves del siglo XVI, con arcos apuntados sobre pilares octogonales, terminados por una cubierta mudéjar con decoración que aún se conserva bajo la bóveda barroca del siglo XVIII. La Puerta de Santa Ana, de estilo plateresco, se atribuye a Martín de Bolívar, artista del círculo de Siloé. La reja de la puerta principal es de 1575 y la torre de 1541. Ya en el siglo XVII se realizaron las numerosas capillas laterales como la del Cristo de los Parrillas terminada en 1636, la imagen del Cristo es atribuida a Alonso de Mena, fechándose hacia 1635.
Destaca el Retablo Mayor del renacimiento tardío. Su distribución parte de un banco y tres cuerpos rematados por un ático, divididos de arriba abajo por tres calles y cuatro entrecalles en distinto plano que fue montado en 1567. Su autoría se desconoce, al igual que el imaginero y el lugar de procedencia del mismo. Las pinturas son de Pedro de Raxis y Ginés López.
El templo actual es fruto de la remodelación realizada entre 1743 y 1747, que consistió en ocultar los antiguos artesonados con bóvedas de arista, dotando al conjunto de una cúpula oval delante del presbiterio. Los antiguos arcos góticos quedaron ocultos bajo los de medio punto y la nueva decoración utilizó abundantes yeserías y molduras. El autor de esta gran obra fue Jerónimo Sánchez de Rueda.
El templo parroquial de Nuestra Señora de la Anunciación, pese a su actual aspecto barroco es un edificio gótico tardío.
Su construcción se llevó a cabo en la primera mitad del siglo XVI, estando acabada hacia 1550.
La Capilla del Sagrario consta de dos cámaras, una mayor que otra, unidas por un eje longitudinal. La primera cámara, que coincide con la antigua capilla sacramental, es la más pequeña, ya que estaba flanqueada por otras capillas preexistentes, que no permitieron su ensanchamiento. Su planta es fundamentalmente un rectángulo, cercano al cuadrado, cuyos lados mayores son paralelos a la nave de la iglesia y perpendiculares al eje del conjunto del sagrario. La segunda cámara, la mayor, que se hizo fuera del ámbito primitivo del sagrario tiene una planta octogonal, circundada por un ambulatorio, también octogonal, de esta forma se desarrollan dos octógonos concéntricos. En alzados, la primera cámara presenta la alternancia de muros cerrados, en los lados menores del rectángulo, y abierto en los mayores, con los arcos de entrada y unión de las dos cámaras, pero quizás, lo más interesante es la evolución del rectángulo de la planta al cuadrado en que se inscribe la media naranja de la cubierta, a través de los arcos cóncavos laterales. Estos descansan en pilastras también cóncavas, adaptadas a los ángulos, donde aparecen unas repisas con doseles, destinadas a unas esculturas de los Apóstoles. De los citados arcos cóncavos surgen las pechinas, que a su vez sustentan una dinámica cornisa, arranque de la cupulita gallonada. En la segunda cámara los alzados se basan en la sucesión de dos cuerpos, con arcadas sobre pilares, que circundan el octógono central, rematándose el conjunto con una cúpula gallonada sobre una cornisa sumamente movida y rota, que produce el efecto de la espuma del océano, con putti y ángeles chapoteando entre los rompientes. De los dos cuerpos mencionados, el inferior corresponde al deambulatorio y el superior a las tribunas, las cuales se enriquecen con una baranda continua, cuyos modillones salen fuera para rodear los soportes de las arcadas. Así pues, esta estructura determina una interactuación de dos espacios, y la subordinación de dos unidades centrales.
El año 1772 fue muy importante no sólo para esta parroquia y Priego, sino también para el Barroco español, pues se inician las obras del Sagrario. Ya desde el siglo XVI en el mismo lugar del actual sagrario, existía una capilla sacramental.
Esta capilla, transcurrido el tiempo no era suficiente y se planteó la necesidad de hacer una capilla más extensa y adecuada, autorizándolo el Gobernador de la Abadía de Alcalá la Real en 1772. Como la parroquia no poseía suficiente terreno para esto se acude al Cabildo, para que autorice tomar una callejuela adjunta al antiguo sagrario. Este asunto se resolvió favorablemente al darse la licencia necesaria en el cabildo de 20 de agosto de 1772. A partir de aquí comenzaron las obras, que en 1786 se sabe que aún continuaban los trabajos.
La autoría del sagrario resulta algo problemática, pues ninguno de los documentos conservados reflejan el nombre de su arquitecto, sólo se nombra al maestro alarife de las obras. Tradicionalmente se viene atribuyendo a Francisco Javier Pedrajas cuya firma aparece estampada en el estuco, si bien puede que existiese un planta o idea previa de Jerónimo Sánchez de Rueda y que luego elaboró y adaptó a los nuevos tiempos Pedrajas. No obstante, es a este maestro al que debemos considerar autor de esta importante obra de arte (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Comenzada la Iglesia a principios del siglo XVI, junto al Castillo y el barrio de la Villa, se concibió como un espacio gótico-mudéjar de tres naves, con arcos apuntados sobre pilares octagonales, terminados por una cubierta mudéjar con decoración que aún se conserva, sobre la bóveda barroca del siglo XVIII.
En la capilla mayor existe una bóveda de medio cañón con casetones de estilo renacentista. De esta época es la puerta de la plaza Santa Ana, pudiéndose considerar plateresca, atribuida a Martín de Bolívar. Del año 1575 es la reja de la puerta principal y del 1541 la torre. Las cúpulas de enterramiento se fueron creando en el siglo XVII.
El aspecto actual del templo se debió a la importante reforma del artista Jerónimo Sánchez de Rueda.
De autor desconocido, el Retablo fue construido en el año 1567. La distribución del mismo parte de un banco y tres cuerpos rematados por un ático dividido de arriba abajo por tres calles y cuatro entrecalles, en distinto plano. Los autores de las pinturas fueron Pedro de Raxis y Ginés López.
El Sagrario, una de las obras maestras del barroco español, fue realizado por Francisco Javier Pedrajas, entre 1772 y 1784, y es Monumento Nacional desde 1932.
Su planta consiste en un octógono rodeado de paso inferior y tribuna que es rematada con una impresionante cúpula gallonada que está perforada en su base por ocho amplios ventanales de los que desciende la luz a todo el conjunto, al que se antepone un recinto menor cuadrado.
Esta magnífica arquitectura se recubre con una profusa decoración de molduras y yeserías de inspiración rococó. En el centro se alza un tabernáculo de 1921, del escultor Manuel Garnelo (Diputación Provincial de Córdoba).
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