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viernes, 11 de marzo de 2022

La zona de Entrecoros (Crucero), de la Catedral de Santa María de la Sede

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la zona de Entrecoros (Crucero), de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
     Hoy, 11 de marzo, es el aniversario de la dedicación de la Catedral de Santa María de la Sede, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la zona de Entrecoro (Cruceros), de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
     La Catedral de Santa María de la Sede  [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.  
   En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la zona de Entrecoros (Crucero) [nº 003 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; Este nombre se refiere a la porción sobre la que campea el cimborrio; su enrejada calle axial se ha denominado "Vía Sacra" y a sus lados se ubicaron tradicionalmente los sepulcros de los deanes, es decir, de los presidentes del organismo que ha detentado la propiedad del edificio desde el siglo XIII (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
Alonso Rodríguez (1496-1513)
     Ya dijimos que en 1496 fue convocado por el Cabildo de Sevilla en dos ocasiones, «para que viniera a platicar con Ximón». Rodríguez era arquitecto del Puerto de Santa María, en donde dirigía la construcción de la iglesia prioral. En ese mismo año figura como Maestro Mayor junto con Juan de Hoces, que falleció entonces. Su salario era de 10.000 maravedís. En 1503 se le gratificaba con un cahiz de trigo «por los muchos y buenos reparos que ha fecho y fase a la fábrica cada día». Al año siguiente, en agosto, se cerraba la bóveda de la Capilla Mayor. Resulta extraño, sin embargo, que habiendo dado el Cabildo en varias ocasiones muestras de satisfacción por la labor que realizaba, a fines de 1504 se hacían gestiones para traer un arquitecto de Barcelona. Probablemente se debe para colaborar en las tareas de reparación del templo, que quedó muy malparado por el te­rremoto de 5 de abril de ese año. Fue de la misma intensidad del llamado de Andalucía y Lisboa de 1755, habiéndose catalogado así mismo de intensidad 8 en la escala Mercalli modificada. Aunque no se indica quien era ese arquitecto, que no llegó a venir, tal vez fue Font, el cual había presentado un informe sobre la ruina de la Seo de Zaragoza en  1498.
     Paralelamente a estos acontecimientos, el cardenal Diego Hurtado de Mendoza había tenido la iniciativa de ampliar la Capilla de la Virgen de la Antigua. Tras su fallecimiento en 1502, las obras continuaron para concluirse en 1504. Hasta que Domenico Fancelli la­bró el sepulcro en 1508, sus restos estuvieron depositados delante de la Virgen. Al mismo tiempo que se ultimaba la catedral de Sevilla, Alonso Rodríguez dirigió la construcción de otros edificios diocesanos. Entre 1505 y 1506 intervenía en las iglesias de Santa María de Carmona y de Santiago en Alcalá de Guadaira; templos que presentan muchos rasgos en común con la catedral.
     Decidido el Cabildo, por junta de 13 de julio de 1506 acabar la fábrica, invirtió en ella más de mil ducados de oro, lo que permitió cerrar el cimborrio el sábado 10 de octubre de ese año. La ceremonia de colocación de la última piedra tuvo lugar entre las once y las doce de la mañana. En ella intervinieron además del Deán y el Cabildo, don Juan de Guzmán, duque de Medina Sidonia y don Fadrique Enríquez, primer marqués de Tarifa. El cimborrio estaba revestido de azulejos vidriados, verdes y blancos, realizados por Niculoso Pisano y decorado con esculturas de barro cocido de Pedro Millán, Juan Pérez y Jorge Fernández, entre otros. En su policromía destacaba los colores azul y blanco. Entre el repertorio iconográfico se hallaba la Cena y los Profetas.
     Rodríguez sintiéndose enfermo había hecho testamento meses antes de estrenarse el cimborrio. En prueba de gratitud y en vista de su precario estado de salud, el Cabildo le concedió una sepultura en el Patio de los Naranjos. Sin embargo debió recuperarse pronto, porque su actividad se desarrolló hasta 1513.
     En Cabildo de 1 de febrero de 1507 «mandaron sus merçedes dar al maestro mayor cyen duquados y esto por el trabajo que ovo en fasar las cyllas del coro e en acabar la iglesia".
     La construcción del cimborrio le dio notoriedad a Alonso Rodríguez, que fue llamado desde distintos puntos del país e incluso de América. El Cabildo de Canarias lo solicitó en 1507, pero no pudo ir, por hallarse en malas condiciones dos pilares de la catedral, seguramente los que arruinaron el cimborrio poco después. En enero de 1508 fue a Ayamonte, para reconocer cierta obra del conde de aquella ciudad. Tres meses después estaba en Portugal, para traer personalmente muestras de jaspe de Setúbal, para solar la catedral. Al año siguiente informaba sobre el estado del Puente Zuazo, en la Isla de León. El mismo año fue llamado por el conde de Tendilla, para que reconociese las obras de la Capilla Real de Granada. También fue comisionado, por Real Cédula, para ir a Salamanca a elegir el terreno en que debía construirse la catedral y hacer las trazas. Estas no se presentaron hasta el 10 de mayo de 1510, firmadas conjuntamente con Antón Egas. El 13 de junio de ese año, dice Llagu­no que embarcó con unos canteros en la nao Santiago, con destino a Santo Domingo, para construir una serie de obras, como consta en la escritura que había firmado ante Alonso de Medina el 25 de mayo. A pesar de ello no fue a América, puesto que al día siguiente de la fecha señalada, se le pagó cierta cantidad por haber estado en Toledo y siguió residiendo en Sevilla. En este año se labraron varios antepechos o andenes, concretamente los de los extremos del crucero y el que se halla sobre la puerta de la Capilla de los Reyes.
     Pronto una desgracia acaeció en la catedral, la caída del cimborrio, que tuvo lugar el 28 de diciembre de 1511. Había cedido uno de los pilares que sostienen los arcos torales, arruinando las bóvedas del crucero y coro. A partir de ese momento se eclipsa la figura de este Maestro Mayor, que fue despedido al año siguiente.
     Sin embargo, cuando en 1513 fue nombrado Maestro Mayor Juan Gil de Hontañón, se volvió a nombrar a Rodríguez, como conocedor del edificio, pero limitando sus funciones. Se conoce un interesantísimo informe que dio este arquitecto sobre cómo debía restaurarse el templo, que debe datar poco después del 29 de agosto de 1513, cuando se incorporó de nuevo al cargo. Además de reflejar de forma muy pormenoriza­da sobre el estado en que se hallaba el edificio, describe los diversos tipos de pilares y sus sistema constructivo, aparte de facilitar muchas noticias sobre la construcción de la iglesia. El informe está relacionado con el que días antes había presentado conjuntamente Juan de Badajoz, Juan Gil y Juan de Álava. El edificio presentaba un aspecto ruinoso tras el terremoto de 1504.
     El año anterior Rodríguez había estado en Aragón, tal vez para reconocer la Seo de Zaragoza, cuyo cim­borrio se había arruinado. Aunque sólo consta que presentaron un informe Enrique Egas, Juan Font, Mosén Carlos de Montearagón y Compte, en el que emitió Alonso Rodríguez en 1513 hace alusión a que estuvo por tierras aragonesas. En este año debió fallecer. Mientras se reconstruía el cimborrio y se seguía trabajando en el Retablo Mayor, las funciones religiosas se hacían en la Capilla de Maracaibo, que se halla ubicada en el segundo tramo de la Epístola, comenzando por los pies. En el «Parecer y relación» de Alonso Rodríguez, al referirse a este tramo dice: «va desde la capilla de los Cataños (San Antonio) hasta la capilla donde agora está el altar mayor».
Juan Gil de Hontañón (1513-1519) 
     Es uno de los arquitectos más activos del gótico tar­dío. Su obra se halla documentada entre 1500 y 1526, año en que falleció. En septiembre de 1512 fue nom­brado Maestro Mayor de la Catedral de Salamanca. En ese mismo año, por orden del Rey fue a Granada para ver y tasar la Capilla Real. Al año siguiente estando en esa ciudad fue convocado para reconocer la catedral de Sevilla, junto con Juan de Badajoz y Juan de Álava, llegando a Sevilla el 17 de agosto. Diez días después en el Cabildo: «... hablaron particularmente con Juan de Badajoz, Juan Gil e Juan Alaua, maestros mayores de cantería sobre la obra de la capilla mayor de la dicha santa iglesia y alliende de tres traças que hiçieron para la dicha capilla dexaron por escripto su parescer cerca del remedio de toda la iglesia e demás desto dixeron que toda la iglesia e pilares de ella estauan muy seguros, no cargando sobre ellos más de lo que agora tienen ...». Dos días más tarde el Cabil­do decidió que uno de estos tres maestros se quedase al frente de las obras de la catedral junto con Alonso Rodríguez: «Que stando solo el dicho Alonso Rodríguez que no haga cosa alguna fuera de la traça que para la dicha capilla le dezare el maestro que se tomase de los susodichos ...». Aún se quiso traer a un tercer arquitecto, Pedro de Tuesta, que no llegó a venir. El nombramiento de Juan Gil tuvo lugar el 12 de septiembre. Residía en la calle de las Escobas, que corres­ponde a la actual Álvarez Quintero, en el tramo próximo a Chicarreros.
     En Cabildo de 7 de diciembre de 1513 se hace constar «que los aparejadores e otros maestros auian errado cierta parte de una capilla e que la ¿derruequen? para la tornar a hacer e todo a costa de la Fábrica». Aunque Gestoso al copiar esta cita dice que ignora cual fue, debe tratarse de la capilla que posteriormente sería del obispo de Scala, ya que en el «Parecer» de Alonso Rodríguez al ir describiendo cómo se hallaba el edificio, al llegar al segundo tramo dice así: «lten ay otra quebradura en la segunda nave colateral que comiença desde la capilla que agora está caida y llega hasta la postrimer nave de la puerta del Perdón".
     Una de las primeras tareas que acometió Juan Gil fue el cierre de la bóveda central del crucero y colaterales, cuyas trazas fueron presentadas en Cabildo de 20 de marzo de 1514. Gil contó con el asesora­miento de Enrique Egas y Juan de Álava, quienes vinieron nuevamente a Sevilla en este verano. A fines de noviembre de 1514, el Cabildo Catedral reunido en el palacio arzobispal con el prelado, decidieron, en vista de la ruina del cimborrio y dada la falta de solidez de los pilares, que ese tramo del crucero se cubriese de carpintería. Estuvieron de acuerdo en que no se debería escatimar esfuerzos para traer los mejores maestros, a fin de que la obra fuese lo más suntuosa. Días después, el 4 de diciembre, fueron llama­dos cuatro maestros de albañilería y carpintería de Sevilla, para que diesen su parecer. Mientras tanto, iban cerrándose las demás bóvedas afectadas. La primera fue la del Coro, ejecutada por el aparejador Gon­zalo de Rozas en marzo de 1515. Juan Gil que se ausentaba con frecuencia para dirigir las obras de la catedral de Salamanca, fue mandado llamar el 2 de junio. Así mismo se hizo venir de nuevo a Enrique Egas y Juan de Álava, quienes descartaron el proyecto del prelado y del Cabildo, recomendando que se ejecu­tase el proyecto de Juan Gil. El Cabildo ante la escasez de maestros que había en el país decidió buscarlo en Italia, concretamente en Roma, Florencia y Milán, así como por Flandes y Colonia.
     El 16 de julio de 1515 mandó el Cabildo «que se derruequen las paredes del coro e que se fagan las capillas que stavan de la manera que solían star e mejores sy se pudiere». Aunque tradicionalmente se le atribuyen a Diego de Riaño, las cuatro capillas que se alojan en los costados del Coro, las llamadas de los Alabastros, no se construyeron en la misma época. Las del lado de la Epístola (Inmaculada y Encamación) son góticas, mientras que las del lado del Evangelio (Virgen de la Estrella y San Gregorio) son renacentistas. Las primeras se hicieron en tiempos de Juan Gil, y las otras fueron diseñadas por Diego de Riaño en 1523. En Cabildo de 3 de marzo de 1516 se creó una comisión para que se pusiera en contacto con el Aparejador Gonzalo de Rozas, con el fin de que «provean en la piedra para fazer el trascoro e capillas que fueron derrocadas, para que se fagam". Consta que a lo largo de 1517 se libraron varias partidas por traer alabastros de Tortosa. Las dos capillas del lado de la Epístola debieron estar ultimadas en 1518, ya que en Cabildo de 9 de marzo «mandaron que no se labre más alabastro de lo que fuere nesçesario para acabar las capillas que están començadas dello».
     En el periodo en que Juan Gil estuvo al frente de las obras en la catedral hubo gran actividad constructora en diversos frentes. En Cabildo de 14 de marzo de 1515 se decidió gratificar al aparejador Gonzalo de Rozas y al cantero Diego de Ojebar «en recompensa de lo que ha trabajado en la capilla que agora se cerré sobre el choro de las sillas». En Cabildo de 12 de octubre de ese año se alude a la capilla que construye el arzobispo Fr. Diego de Deza. Se trata de la Capilla de San Pedro, colateral de la Capilla Real, lado del Evangelio. En ese año se seguía cerrando bó­vedas del crucero.
   De gran actividad para la catedral va a ser el año 1517. Además de que se sigue la construcción de las capillas de los Alabastros, se soló la bóveda de la capilla del cardenal Cervantes. Se empezaron a hacer las rejas de la Capilla Mayor y Coro. Así mismo enviaron a Génova por mármoles blancos y negros para solar el tramo comprendido entre ambos, y las escalinatas. Pero lo más importante fue, sin duda el cerramiento de la bóveda central del crucero, lo que tuvo lugar a fines de ese año, percibiendo Juan Gil cien ducados de gratificación. Entonces se mandó hacer las vidrieras del cimborrio a Juan Jacques; las ventanas habían sido proyectadas por el Aparejador Gonzalo de Rozas. El fue quien llevó a cabo la ampliación de la Capilla Mayor para albergar al nueve retablo y la Sacristía Alta, lo que tuvo lugar en 1511.
      En el período en que fue Maestro Mayor Juan Gil debieron hacerse los marcos arquitectónicos de los altares que se hallan en los brazos del crucero, los de 1a Concepción y de la Piedad, en el lado Sur, y los de la Asunción y Ntra. Sra. de Belén en el lado Norte, además del que cobija a la Virgen del Pilar. Según Loays, esta capilla había sido fundada en 1509 por Francisco Pinelo, Jurado y primer Factor de la Casa de la Contratación. La de la Concepción se le dio al Protonotario Micer García de Gibraleón. En Cabildo de 14 de septiembre de 1515 consta que se le consta que se le concedió «el enterramiento que pide, que es el altar que está cabe la capilla de Nuestra Señora del Antigua, saliendo por la puerta que va al  Alcázar, a  mano  derecha». Según de la Asunción tuvo por primer patrono al Jurado Nicolás Martín Durango, quien fundó una capellanía en 9 de septiembre de 1516. Todos estos altares tienen en común el mismo tipo de apilastrado que les enmarca, así como el mismo esquema decorativo de su coronamiento. Tienen un evidente paralelismo con las puertas de Palos y Campanillas.
     Al hallarse con frecuencia ausente Juan Gil, el Cabildo en sesión de 14 de junio de 1518 le conminó a residir en Sevilla o que dejara su salario. El 13 de sep­tiembre, en vista de que no venía, le rescindió el sueldo. Sin embargo el Maestro Mayor se hallaba de nuevo en Sevilla, cuando tal vez debió acontecer un terremoto no recogido en las crónicas locales, pero que afectó a los pilares, bóvedas y algunas capillas, como la de San Francisco. Al año siguiente, aunque el Cabildo intentó que residiese en Sevilla, dejando sus obligaciones, para atender particularmente a las obras del Retablo Mayor, no volvió más, porque iba a iniciar la construcción de las capillas hornacinas de la catedral de Salamanca.
   Ya que en repetidas ocasiones lo hemos citado, me­rece la pena subrayar la personalidad del Aparejador Gonzalo de Rozas, quien desempeñó  su oficio desde 1507 hasta 1524. En la bibliografía tradicional aparece indistintamente citado Rosas, Rojas y Rozas. Debe tenerse presente que si Gonçalo se transcribe como Gonzalo y çumárraga como Zumárraga, Roças -que es como se le cita en la documentación- debe transcribir­se como Rozas.
     No sabemos nada de su origen, pero dado que gene­ralmente los canteros son oriundos de la Montaña, su apellido debe ser un topónimo, que tal vez proceda de un lugar del mismo nombre, del Ayuntamiento del Valle del Soba, partido judicial de Ramales, en Cantabria.
     La primera noticia biográfica que conocemos de él data del 19 de junio de 1506, figurando en el testamento de Alonso Rodríguez, quien pone en una de las cláusulas: «Nombro o dexo por mis albaceas al señor canónigo Pedro Pinelo e a Gornçalo de Roças, cantero, mi criado». Al año siguiente fue nombrado Aparejador, según consta en el Libro de Cargo y Descargo de 1507. En tal oficio desplegó una gran actividad, dada las circunstancias que concurrieron en la catedral, como la caída del cimborrio. Además desempeñó en funciones la dirección de las obras, en ausencia del Maestro Mayor Juan Gil.
   Para constatar la participación personal de Rozas en la mayor parte de las obras, queda constancia docu­mental de que intervino cerrando las bóvedas del crucero y Coro, trabajó en las capillas de los Alabastros y en la ampliación de la Capilla Mayor. No sólo ejecutó los proyectos del Maestro Mayor, sino que él también proyectó. El 28 de abril de 1518 los miembros del Ca­bildo mandaron «que se faga una ventana de la manera que vino debuxada de Rroxas, con un mármol. en medio para el çimborrio e para las vedrieras». Durante los años 1519 y 1520, actuando en funciones de Maestro Mayor, por estar vacante la plaza, se hizo la decoración escultórica de las portadas de la Adoración de los Reyes (Palos), la de la Entrada en Jerusalén (Campanillas) y la de la Puerta del Perdón. Todas fueron realizadas por el maestre Miguel, que debe ser Florentín y no Perrín.
     Las bóvedas del Coro, Capilla Mayor y las tres centrales del crucero determinan una organización cruciforme, siendo su diseño diferente. La de la Capilla Mayor es de terceletes y fue diseñada por Alonso Rodríguez en 1504. Las otras cuatro son estrelladas, con caprichosos dibujos. La del Coro se realizó en 1515 y las del cruce­ro en 1517. Fueron delineadas por Juan Gil de Hontañón y ejecutadas por el Aparejador Gonzalo de Rojas. Tras la caída del cimborrio en 1511 y pensarse construir este tramo de madera, Juan Gil construyó el actual coronamiento muy rebajado, aligerando sus muretes por medio de ventanas. Su bóveda es de nervios an­grelados, del mismo tipo que Hans de Colonia diseñó para la Capilla de la Visitación de la catedral de Burgos. Una vez más el modelo sevillano creó escuela, empleándose esta solución en la iglesia de San Miguel, de Jerez. Resulta muy elegante la decoración de las cuatro bóvedas diseñadas por Juan Gil. Chueca dice que ponen en la masa pétrea de la catedral una nota de tan extremado primor, que no hay metáfora que tanto le cuadre como el decir que son encajes de punti­llas. En estas bóvedas del crucero los festones horizontales de los nervios lo invaden todo, semejando un bordado. Estamos en un momento en que la decoración se deja guiar por la magnificencia de las telas y ropajes, cargados de pedrería, que nos han transmitido las esculturas funerarias de entonces, sobre todo las de Gil de Siloé en la Cartuja de Miraflores, de Burgos. El cru­cero de Sevilla, sigue diciendo Chueca, parece un trozo de hopalanda del infante don Alfonso o de don Miguel de Padilla.
     En los muretes del cimborrio se abren tres ventanas en cada frente, a modo de tríptico. Se hallan a distinto nivel, siguiendo la curvatura del arco toral y están flanqueadas por dos parejas de Apóstoles, de barro cocido, que fueron realizadas por Miguel Florentín. Cada ventana tiene su correspondiente parteluz. En Cabildo de 28 de abril de 1518 «mandaron que se faga una ventana de manera que vino debuxada de Rraças, con su mármol en medio para el çimborrio e para las vedrieras». Las dimensiones del vano central es de 2 ,75 m. de alto por 1,70 de ancho. Los laterales miden 2 por 1,25 (Teodoro Falcón Márquez, El edificio gótico, en La Catedral de Sevilla. Ediciones Guadalquivir. Sevilla, 1991).
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