Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Augusto Plasencia, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 24 de diciembre, es el aniversario del nacimiento (24 de diciembre de 1837) de Augusto Plasencia Farinas, por lo que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Augusto Plasencia, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Augusto Plasencia es, en el Callejero Sevillano, es una vía que se encuentra en el Barrio de la Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo; y va de la confluencia de las calles Luchana, Cuesta del Rosario, y Jesús de las Tres Caídas, a la confluencia de las calles Cabeza del Rey Don Pedro, Corral del Rey, Muñoz y Pabón, y Almirante Hoyos.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Probablemente desde el s. XIII es conocida como San Isidro o San Isidoro, por la parroquia de este nombre. En el s. XVIII recibe los nombres de plazuela de la Iglesia y plazuela menor de San Isidoro. En 1794 se denominaba a la parte estrecha calle Belador o Velador que, según Santiago Montoto, alude a la leyenda del Candilejo. Este topónimo lo conservará hasta 1882 en que se cambiará por Plasencia, completándolo después de 1941 con Augusto Plasencia, alcalde de Sevilla y constructor de piezas de artillería. Está conformada por una plazuela delante de la fachada lateral de la iglesia y una pequeña y estrecha calle que desciende hacia Cabeza del Rey Don Pedro. Esta plaza tuvo su origen en la explanación que se hizo en 1585 de las gradas del templo. La necesidad de ensanchar la calle ya se vio desde comienzos del s. XVII y se proyectó a finales del s. XIX para unir Villegas con Almirante Hoyos; no obstante sólo se realizaron tímidos y parciales retranqueos en este periodo y comienzos del s. XX que pueden percibirse por la falta de alineación. Estuvo enladrillada, posteriormente empedrada, a finales del s. XIX encementada y en el s. XX adoquinada. En la actualidad se conserva con esta pavimentación, con acera de bordillo de granito y losetas de cemento cuando la anchura de la misma lo permite. En 1941 fue sustituido el alumbrado de gas por el eléctrico que luce sobre farolas de fundición adosadas. El tramo final está protegido con un marmolillo de hierro que impide el paso de vehículos y también hay varias esquinas con guardacantones de mármol.
La acera derecha está formada por la fachada norte de la iglesia con dos casas adosadas a la misma y otras dos en ruina: la acera de la izquierda es muy variada, pues junto a un bloque de cinco plantas en la esquina con Jesús de las Tres Caídas, hay otro de tres plantas unifamiliares en buen estado de conservación o de nueva construcción. La parroquia, que acaba de ser restaurada, existe desde la división de Femando III y es obra del s. XIV, con gran riqueza arquitectónica y pictórica. El gran ábside de la capilla del sagrario, de finales del s. XVII, ofrece a esta calle una roseta lobulada en la que hay pintado un coro de ángeles adorando la custodia y un azulejo de Jesús de las Tres Caídas. Ya en la calle se levanta una hermosa cruz de cerrajería, instalada en el s. XVIII, con los símbolos episcopales, procedente de la plaza de la Alfalfa. Cumple funciones residenciales y de aparcamiento y acceso a garajes en la parte más amplia. En ella tiene su casa-hermandad la Cofradía del Señor de las Tres Caídas con sede en la parroquia. En la casa núm. 5 con fachada en ángulo recto con la línea de la calle, hay dos pequeños azulejos, uno con las armas de Castilla y León y otro en que se lee "A. de San Alberto" y en su parte inferior el anagrama de los carmelitas. Álvarez-Benavides, en 1873, la consideró punto de primer orden y mediano tránsito, y Santiago Montoto justifica la riqueza de la iglesia por los comerciantes que vivían en esta calle y las colindantes. Carece de fundamento la creencia de que en el solar que ocupa la parroquia hubo un palacio en que nació San Isidoro; más verosímil parece que fuera levantada sobre una antigua mezquita [Salvador Rodríguez Becerra, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Biografía de Augusto Plasencia, personaje a quien se le dedica dicha vía;
Augusto Plasencia Farinas nació en San Fernando (Cádiz) el 24 de diciembre de 1837. Desde muy niño fue educado en el sentido de servicio y a los catorce años ingresó en el Colegio de Artillería de Segovia, para seguir la carrera militar. En sus años como cadete comenzó a destacar por su clara inteligencia y debido a su disciplina y aplicación a cuantas funciones se le encomendaban.
En junio de 1856, es decir, cuando contaba con dieciocho años, fue promovido a teniente y con esta graduación pasó a su primer destino en Sevilla, donde desempeñó su cargo en la Escuela de Pirotecnia. Estos primeros años debieron ser de un carácter decisivo en la formación de su saber como artillero, dado que, más adelante llegaría a ser muy conocido por sus innovaciones técnicas en dicho terreno.
Hacia 1859 le encontramos en pleno servicio activo en el frente de guerra, pues pasó a finales de dicho año destinado como oficial a la campaña de África. Su evolución como militar y artillero estuvo íntimamente ligada a la mejora del material, siendo muy notables sus invenciones en cuanto a piezas de artillería de montaña. Sus inventos habían sobrepasado las fronteras españolas y ya en los años de 1870 a 1873 se le conocía internacionalmente, y su nombre había ganado un incuestionable prestigio.
Su mente inquieta y creativa le había hecho sacar el máximo partido a numerosos viajes que realizó por el extranjero, hasta el extremo de aprovechar cuantos factores e innovaciones veía aplicables a su profesión. Hacia 1887 sabemos que, desde su empleo de coronel, era considerado como uno de los más brillantes jefes del Cuerpo de Artillería. Influyó de forma muy poderosa en su ascenso y aplicación de elementos novedosos en el material artillero el que su carrera estuviese ligada a Sevilla. Se trató de la simbiosis perfecta pues, a sus dotes naturales se unía que la capital hispalense se había convertido en el siglo XIX en un importantísimo bastión en la fabricación de armas, especialmente de artillería. En Sevilla se hallaba la fábrica de Artillería, con la Pirotecnia, donde se formaban verdaderos técnicos una vez que obtenían destino tras su paso por la Escuela de Artillería. Por otro lado, Sevilla era la tercera capital de España a mediados del siglo XIX, por lo que cabe pensar que el destino en este entorno capitalino fuese muy deseado por los militares, y particularmente por los artilleros. De la Fábrica de Artillería de Sevilla salieron los leones de franquean el edificio de las Cortes Españolas, fundidos en bronce que se obtuvo de las piezas de artillería capturadas en la campaña de África en la que intervino Augusto Plasencia.
Obtuvo, por concesión de la reina regente, Doña Cristina, el título de conde de Santa Bárbara, en atención a su fundamental trayectoria como artillero, y en particular por su invento de los cañones de largo alcance. A ello se unía que su personalidad le llevaba a ser individuo estudioso y cultivado, así como profesar una acentuada fe católica.
Respecto a su actuación como ateneísta, se puede destacar que fue elegido presidente de la Docta Casa para encabezar la junta directiva que habría de regirla en el curso de 1888-1889. Hemos de considerar esta junta como de transición, apoyando esta afirmación en que, a pesar de las medidas planteadas, presentó Augusto Plasencia su dimisión al finalizar el verano, por lo que sólo estuvo dirigiendo la institución unos meses (la junta había sido elegida por mayoría el 31 de mayo de 1888).
Entre las actuaciones como presidente del Ateneo de Sevilla, destaca que estudió y presentó un plan para afrontar los múltiples problemas que aquejaban a la institución.
La sujeción a normativas de funcionamiento se revelaba como algo de capital importancia, en el sentido de someter a pautas de actuación el comportamiento de los socios y la tramitación de cuanto de estimase conveniente. Así, dispuso para los socios de un ejemplar del Reglamento del Ateneo de Madrid, al objeto de tenerlo como referencia y, a partir de dicho texto, reestructurar su articulado y adaptarlo a las peculiaridades del de Sevilla.
Como complemento a su labor en la presidencia, encargó en julio de 1888 a una comisión, integrada por los ateneístas Manuel de Bedmar, Luis del Río y Román García Pereira, que se formulase un proyecto lo más completo posible para efectuar cuantas reformas fuese necesario, así como contemplar las pertinentes ampliaciones de funciones. El Ateneo empezaba a tener, en un plazo muy breve, un cúmulo de medidas resolutivas que abordaban los obstáculos que venía padeciendo desde tiempo atrás.
En dicha línea de actuación, y también en el mes de julio de dicho año, abordó la junta directiva presidida por Plasencia la difícil y espinosa cuestión del traslado del local que ocupaba la Docta Casa, por entonces en la calle Albareda. A tal efecto se nombró una comisión que agilizase el asunto. El traslado se veía como factor esencial para el desarrollo de la vida del Ateneo, por lo que en el mes de agosto se volvió a reunir la junta directiva y a plantear Gabriel Lupiáñez la inmediata emisión de 200 acciones de cinco duros cada una, así como la reforma del reglamento que permitiera una modificación de las cuotas de los socios, al objeto de hacer frente al traslado.
Al final del verano presento Augusto Plasencia su dimisión como presidente del Ateneo, fundamentándola en motivos de salud. Distintos sectores de ateneístas intentaron disuadirlo, sin alcanzar este propósito.
En el cambio de siglo vemos a Augusto Plasencia como alcalde de Sevilla, siendo calificado por algunas fuentes como perteneciente a la izquierda dinástica. En el desempeño de tan alta función política y administrativa, se preocupó especialmente por las cuestiones sociales, y prueba de ello fue su impulso a la creación de la sociedad Capital y Trabajo Reunidos, en 1900, así como su propuesta para la construcción de una barriada obrera en la zona de la Cruz del Campo (José Domínguez León, en Ateneo de Sevilla).
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La calle Augusto Plasencia, en detalle:
Retablo cerámico Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas
Cruz de cerrajería
Azulejos en fachada del edificio Augusto Plasencia, 5
Edificio Augusto Plasencia, 6
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