Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Aduanas; Ayuntamiento; Capilla del Socorro; y Capillitas y Hornacinas) de la localidad de Ayamonte (I), en la provincia de Huelva.
Ubicación
Situada en el litoral atlántico de la provincia, al oeste de la frontera con Portugal, se separa de ésta por el Río Guadiana.
Reseña histórica breve
Esta zona ha estado poblada desde la Edad del Bronce. Los íberos se asentaron en la parte alta de la ciudad que denominaron "Aya" (monte), dominando la desembocadura del Río Guadiana. Los Tartessos mantuvieron su denominación. Se cree que éstos se asentaron en la zona de Punta del Moral (donde abundaban caños de agua). Los romanos lo llamaron "Aya Montis" (el monte de Aya). De esta época solamente quedan restos de una fortaleza.
En el siglo XIII Sancho II de Portugal la conquistó a los árabes cediéndola a la Orden de Santiago. Posteriormente fue concedida en la dote nupcial de Beatriz de Portugal por el rey Alfonso X el Sabio. En los siguientes siglos fue pasando de manos portuguesas a españolas, hasta que en 1335 por el Tratado de Badajoz pasó a la corona de Castilla y Alfonso XI la cedió al condado de Niebla.
La revuelta popular de intento de segregación de Andalucía en reino independiente el Marqués de Ayamonte
En 1664 Felipe IV le concede el título de Ciudad.
El paso de frontera entre España y Portugal se realizaba en un transbordador para personas y vehículos, y en 1992 se inauguró el Puente
Patrimonio artístico y cultural
Iglesia del Salvador, del siglo XVI.
Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias
Convento de San Francisco.
Convento de Santa Clara.
Capilla del Socorro.
Capilla de San Antonio.
Capilla de Nuestra Señora del Carmen.
Ermita de San Sebastián.
Palacio del Marqués de Ayamonte.
Casas del núcleo urbano, conocidas como "Los Brasiles".
Mirador de La Villa.
Molino de El Pintado.
Fiestas y tradiciones
Semana Santa en Ayamonte.
Carnaval de Ayamonte, mes de febrero.
Procesión de la Virgen del Carmen de Isla Canela, 15 de Julio.
Fiestas del Salvador, primera semana de Agosto.
Fiestas Patronales de Nuestra Señora de las Angustias, la segunda semana de Septiembre.
Fiesta de Nuestra Señora de las Angustias, día 8 de Septiembre
Fiestas de San Antonio de Punta del Moral.
Festival Internacional de Música Clásica, mes de agosto.
Recursos económicos y sociales
La pesca, la acuicultura, la industria conservera, la agricultura y el turismo.
Gastronomía
La tradición marinera se hace patente en los platos elaborados con productos del mar, como la raya en pimentón, atún a la ayamontina, sardinas asadas, los mariscos como la gamba fresca de la costa y las conservas, así como la famosa mojama y las salazones.
Cabe destacar también los dulces, en particular la coca ayamontina, típica de Semana Santa (Diputación Provincial de Huelva).
Ayamonte es conocido en los itinerarios romanos como Ostium Fluminis Anae, las bocas del río Anas. El municipio de Ayamonte está situado en el extremo suroeste de la provincia de Huelva, en la desembocadura del río Guadiana, a 52 kilómetros de la capital. El desarrollo urbano viene condicionado por su ubicación sobre una colina, derramándose por su falda. Su proximidad con Portugal y su carácter fronterizo han influido claramente en su historia. El topónimo Ayamonte aparece en su forma actual en el Libro de la Montería, del rey Alfonso XI, hacia 1344. En la Cantiga CCLXXIII es denominado por Alfonso X «Aimonte, riba d'a Guadiana».
De la época romana nos han quedado algunos vestigios, como son el edificio funerario de Isla Canela, que formaría parte de un vasto complejo en el que se incluiría la factoría de salazón del pescado, y los restos arqueológicos del castillo, sobre cuyos fundamentos se construyó la fortaleza árabe. En 1238/1239, el rey Sancho II de Portugal conquistó Ayamonte y sus anejos, y los donó en 1240 a la Orden de Santiago. Es ocupada de nuevo en 1249 por el rey portugués Alfonso III, dando lugar a sucesivos enfrentamientos entre portugueses y castellanos por el control de la comarca. De nuevo pasa a la corona de Castilla en 1267, cuando queda fijada la frontera en virtud del Tratado de Badajoz, aunque seguía bajo el señorío de la Orden de Santiago. En 1287, Sancho IV vende Ayamonte y sus tierras a doña María Coronel, esposa de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, con lo que fue incorporado a las posesiones de los Guzmanes.
En 1396 se convierte en cabecera de un señorío jurisdiccional. A comienzos del siglo XV, Ayamonte, Lepe y La Redondela fueron permutados por la Orden de Santiago con Pedro Ponce de León, quien, a su vez, transfirió las villas a don Alonso de Guzmán, conde de Niebla. En 1458, por privilegio del rey Enrique III, fue segregado el territorio por don Juan de Guzmán III, conde de Niebla, para dársela a su hija Teresa de Guzmán, quien la aportó en dote a su casamiento con don Pedro de Zúñiga, hijo del duque de Béjar y señor de Gibraleón. En 1475, los Reyes Católicos otorgaron a Pedro de Zúñiga el título de conde de Ayamonte. En 1521, el emperador Carlos I concedió a Francisco de Zúñiga y Guzmán II el título de marqués y señor del estado de Ayamonte.
En el siglo XVI, la actividad comercial de Ayamonte era incesante. Atracaban en su puerto navíos de gran tonelaje, y la villa esta poblada de alemanes, flamencos, franceses, sin olvidar los esclavos y esclavas de color, procedentes de Indias y de la isla de Santo Tomás, que originaron un cierto mestizaje. Al comercio europeo se añadía las constantes expediciones de marinos y comerciantes a América.
Los años 40 del siglo XVII estuvieron marcados para la casa de Ayamonte por la conjuración portuguesa y por el intento de independencia andaluza. Parece ser que el marqués de Ayamonte, Manuel Silvestre de Guzmán, avisó su primo político, Juan IV de Portugal, de la operación que se tramaba para recuperar Portugal, y, a su vez el rey portugués prestó todo su apoyo al marqués de Ayamonte para conspirar, más que contra Felipe IV, contra su valido, el Conde Duque de Olivares. El marqués de Ayamonte y el conde de Niebla pretendían que Andalucía fuera un reino soberano. La conspiración de Portugal fue descubierta en diciembre de 1640, y en verano de 1641 se descubría la andaluza. El marqués de Ayamonte fue condenado a muerte y ajusticiado en 1648. No obstante, el mismo monarca Felipe IV concedió a Ayamonte en 1664 el título de muy noble y leal ciudad, por su participación en la defensa de la frontera, en su intento de recuperar Portugal.
Vuelve a tener un protagonismo en los acontecimientos nacionales a la llegada de los franceses a España. En Sevilla se crea la Junta Suprema Nacional, pero, ante la presión francesa, la Junta sale de Sevilla y se establece en Ayamonte, denominándose junta Suprema de Sevilla en Ayamonte. La Junta imprimió en 1810 la Gaceta de Ayamonte, Boletín Oficial del Gobierno en el exilio, que, más tarde, al trasladarse la junta a Madrid, se denominaría la Gaceta de Madrid, que luego sería el actual BOE.
Junto con Lepe y La Redondela, estuvieron bajo la jurisdicción episcopal de Silves (Portugal), por concordia entre la Orden de Santiago y el obispado de Silves de 19 de abril de 1263, hasta 1351 en que se reconocen los derechos espirituales a la iglesia de Sevilla. No obstante, permaneció como iglesia de patronato, bajo los marqueses de Ayamonte, bajo la jurisdicción episcopal de Sevilla, situación que perduró hasta la extinción de los señoríos.
El paisaje urbano de Ayamonte está lleno de atractivo y singularidad. La diferencia de alturas entre la Villa y la Ribera, el blancor deslumbrante, con abundantes reflejos azules, y el uso generalizado de terrazas, ha proporcionado infinidad de perspectivas a los pintores ayamontinos. Es notable la influencia de la arquitectura gaditana del siglo XVIII, por las relaciones comerciales y personales de Ayamonte con Cádiz y Sanlúcar.
El núcleo primitivo de la población se generó, posiblemente por motivos defensivos, en la zona alta del casco urbano, en el barrio medieval de La Villa, coronado por el castillo. A su amparo se situaba la parroquia del Salvador. Para la protección contra las epidemias, se construyó la ermita de San Sebastián, en un extremo de la población. También en alto se hallaba la ermita de San Benito y la de San Roque, hoy cementerio. Cercano a la parroquia fue edificado el Hospicio de Niños Expósitos o Casa Cuna, con su iglesia dedicada a Ntra. Sra. del Socorro. Bajando la calle Galdames, eje del barrio, un pilón recuerda la actividad agrícola de sus habitantes. Finalmente, el barrio llega a besar el Guadiana, con la construcción del convento de San Francisco. Como avanzadilla en la defensa de la población del barrio, se construyó el baluarte de Buscarruidos.
Como en el caso de Huelva, el auge demográfico y económico de Ayamonte desde la Baja Edad Media y durante el siglo XVI, motivó que el municipio se extendiera por la parte baja de la ciudad, o barrio de La Ribera, que, con el tiempo, se convertiría en el centro comercial y económico. En él se construye la parroquia de Las Angustias, defendida por el baluarte de su nombre. El barrio quedaba consolidado a mediados de la décimasexta centuria. A la collación de Las Angustias pertenecen el convento de La Merced y la ermita de San Antonio. En sus proximidades se abre el amplio espacio de la Plaza de la Laguna, presidida por el edificio del Ayuntamiento. Y, en su entorno, se desarrollan las principales calles comerciales de la ciudad.
El auge de la población obligó a extender el caserío más allá del estero de La Ribera, por la zona conocida como el Salón de Santa Gadea, para cuya asistencia religiosa se ha edificado el templo parroquial de San Vicente de Paúl, según proyecto de Gonzalo y Pablo Cano Romero, de 1997.
Otras entidades menores de población son las barriadas de Isla Canela, Punta del Moral y Pozo del Camino (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Ayamonte se asienta mirando al mar y al Guadalquivir. Y de este emplazamiento surge su realidad fronteriza y su vocación marinera. Ayamonte es villa histórica, puerto pesquero, límite territorial con Portugal y centro turístico. Por las calles de su cuidado caserío se oyen conversaciones en portugués, castellano e inglés.
La ruta por el centro histórico de Ayamonte puede iniciarse en el paseo de la Ribera, espacio próximo al puerto deportivo que se halla sembrado de palmeras y bancos. La calle Rodrigo de Jerez nos sitúa frente a los sillares de la Casa Grande, edificio que fue mandado construir por don Manuel Rivera en 1745 a semejanza de las mansiones de la nobleza gaditana. Luce fachada que se adorna con molduras y labores de forja, y se organiza alrededor de un patio con arcos muy esbeltos y profusión de ventanas enrejadas. La casa Grande, convertida en centro cultural, alberga una colección de pintura contemporánea y un conjunto de cuadros que estaban repartidos por diversos centros. Entre ellos destacan las tablas flamencas que integraban el retablo mayor de la parroquia del Salvador. Fueron pintadas a mediados del siglo XVI por el artista Jan Sanders van Hemesen y recogen escenas de la pasión y muerte de Jesús.
En una de las calles laterales se alza la capilla de San Antonio, fundada a finales del siglo XVII por el gremio de marineros. Una sencilla espadaña remata la fachada principal de una fábrica cuyas líneas exteriores se remarcan con fuerza sobre el azul del cielo. Contiene la imagen del Cristo de las Aguas, tallada a finales del siglo XVI por autor desconocido. Cerca se halla el templo de la Merced, que forma parte del gran recinto conventual fundado en 1640. En el interior se guarda un retablo barroco realizado por artistas portugueses y la imagen El Cristo de la Buena Muerte, ejecutada alrededor de 1635 y atribuida a la escuela sevillana. En una de las capillas se ha formado el Museo de la Hermandad de la Buena Muerte, que atesora piezas relacionadas con esta cofradía. Cuenta también con el antiguo claustro, rehabilitado tras décadas de abandono, que hoy se conoce con el nombre de edificio Jovellanos y acoge en el primer piso el Museo Cofrade, que reúne carteles, documentos, fotos y hábitos de la Semana Santa de Ayamonte.
La calle Huelva que venimos siguiendo deleita al paseante con el regalo de sus fachadas encaladas y la sorpresa de encontrar hornacinas con imágenes o pinturas piadosas que refulgen en el blancor de la pared. Pronto se desemboca en la plaza de la Laguna, centro vital de la ciudad, que ofrece sombra y descanso. La sombra es regalada por las 23 esbeltas palmeras que rodean el perímetro; y el descanso, por los bancos adornados con azulejos que recogen motivos de la historia local. En uno de los lados extiende su armónica fachada el edificio del Ayuntamiento. La puerta principal, abierta entre pilastras toscanas, invita a asomarse a un patio con fuente, columnas de mármol, zócalo de azulejos y rejas de mucha floritura que permite imaginar cómo eran los interiores de las casas nobles de Ayamonte.
Desde la plaza citada nos desplazamos a la parroquia de las Angustias, templo con ínfulas de catedral que domina el barrio de la Ribera. Se cree que su construcción se inició en el segundo cuarto del siglo XVI, pero luego, en el XVIII, sufrió una completa reforma que adoptó trazas neoclásicas al llegar a la fachada. Anteriormente, en el XVII, un baluarte artillero integrado en la muralla rodeó parte de la iglesia con el fin de reforzar las defensas de la villa y proteger la integridad del edificio frente a los ataques procedentes del Guadiana. Guarda la iglesia un rico patrimonio artístico, en el que destaca la imagen de San Diego de Alcalá tallada por Martínez Montañés y el retablo mayor -renacentista con tendencias protobarrocas- que fue contratado en 1644 con el escultor sevillano Matías Fernández Cardoso y en el que intervino el maestro ensamblador Andrés Díaz. En su hornacina central se venera el grupo escultórico de la Virgen de las Angustias, obra anónima de madera policromada ejecutada en el siglo XVI. Es la patrona de la ciudad. En el centro del retablo se encuentra el camarín de la Virgen, de estilo rococó, que fue construido en 1760. No se debe olvidar el artesonado que, desde la segunda década del siglo XVII, cubre la capilla mayor, calificado por los especialistas como el más interesante en su género de la provincia por la vistosidad de la policromía y la variedad de traza.
Prosiguiendo el recorrido por Cristóbal Colón, se llega al convento de Santa Clara, fundado en 1639 y ocupado desde el siglo XIX por las Hermanas de la Cruz. Muestra en una de las fachadas un azulejo explicativo de su historia y en otra una ventana geminada, elegante y aérea, sutil como un suspiro. La calle Manuel Lerdo de Tejada, que discurre paralela a las aguas del Guadiana, nos sitúa en el lugar donde estuvo el convento de San Francisco. Se fundó en 1527 y de él quedó, tras el terremoto de Lisboa, sólo la única nave que tenía la iglesia monástica. Se conservó así un valioso artesonado mudéjar y un retablo que tiene la calle central ocupada por el sagrario y dos imágenes. En la mazonería se exhiben 16 pinturas sobre lienzo, cuyo autor se desconoce, que reflejan figuras de vírgenes, diáconos y santos y que, por el lenguaje manierista que profesa, se puede fechar a finales del siglo XVI. En 1610 hizo el trabajo de carpintería el artífice local Manuel Lamprea. Otros elementos de interés guarda el templo: inscripciones con textos del libro de los Salmos y, a ambos lados del presbiterio, pinturas que representan los escudos de armas del marqués de Ayamonte y la casa de Béjar.
Muy cerca de San Francisco abre sus puertas el palacio del marqués de Ayamonte, enorme caserón que casi ha borrado exteriormente sus rasgos nobiliarios y hoy sirve de estudio y de museo al pintor Florencia Aguilera. Grandes rejas protegen los espacios abiertos en la fachada horizontal. Se puede visitar tanto el espacio de trabajo del artista ayamontino como el patio de la Jabonería, que debe su nombre a haber sido inicialmente patio de caballos y luego fábrica de jabón. Hoy hace funciones de auditorio.
Adosada a San Francisco se encuentra la capilla de la Soledad, que se ha convertido en la Casa Museo Hermandad de la Soledad, lugar donde se expone el patrimonio artístico-religioso atesorado por los cofrades a lo largo de los siglos.
El llamado barrio de la Villa (parte alta de la ciudad, que en el medievo configuró el núcleo principal del caserío) concentra un grupo de edificios singulares. Se aconseja visitar la ermita de San Sebastián, que fue construida en torno al año 1500 y conserva de la época una portada de ladrillo con arco conopial; el llamado Pozo Nuevo, que suministraba agua a la población al menos desde el siglo XVI; el que a partir de 1674 fue hospicio de Niños Expósitos y más tarde Casa Cuna, complejo asistencial cuya capilla, consagrada a la Virgen del Socorro, alberga un retablo mayor del siglo XVIII; y la parroquia del Salvador, que fue levantada en el siglo XV y luce portada renacentista, torre barroca e interior de estilo mudéjar con tres naves.
El itinerario por el casco histórico finaliza en el Parador. Está asentado sobre los restos de un castillo que estuvo ocupado por romanos y árabes. Desde los jardines se contempla la línea divisoria del Guadiana, el puente que comunica España y Portugal y las torres y tejados de Ayamonte. Al borde de la N-431 abre sus puertas desde 2008 el Ecomuseo Molino el Pintado, enclavado dentro del Paraje Natural Marismas de Isla Cristina. En el centro se invita a conocer el espacio natural, así como la historia y el funcionamiento del molino mareal.
Pero Ayamonte también es villa marítima y pesquera. Ejercicio obligado es recorrer la avenida Muelle de Portugal, contemplar la anchura del estuario y sumergirse en el olor a sal y a trabajo abnegado. En la lonja tienen lugar las diarias subastas de pescado y del muelle salen los ferrys que se dirigen a Villa Real. El puerto deportivo se encuentra ubicado en la desembocadura del Guadiana, en las aguas tranquilas de la dársena. Allí, sobre el azul del agua, balancean su espera los barcos.
Isla Canela y Punta del Moral son los dos núcleos turísticos que se han desarrollado en las playas de Ayamonte. Antes de llegar a ellos se apresuran a saludar al visitante la torre de Canela (siglo XVI) y el mausoleo romano. Luce la torre almenara una gallarda forma circular en medio de unos terrenos todavía no urbanizados, recordando que fue mandada construir por Felipe II para defender la costa de la invasión de los piratas. El mausoleo romano se esconde a orillas de la carretera que conduce a Punta del Moral. Puede fecharse en el siglo IV y presenta una cubierta de teja a dos aguas, algo raro en este tipo de monumentos funerarios. Quizás también hoy la torre desea proteger las fincas colindantes de una construcción desaforada. Pero debe decirse que tanto Isla Canela como Punta del Moral pueden ponerse como ejemplos de desarrollo turístico riguroso, contenido y hasta respetuoso con el entorno. Se ha cuidado también la estética de los nuevos edificios, que presentan toques de apariencia andalusí. Un paseo marítimo que se acerca a los 4,5 km de longitud, interrumpido por una zona verde con vocación de parque, une los dos núcleos urbanos (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guiarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).
Privilegiada ciudad de poético nombre que se mece a orillas del Guadiana, en las proximidades de su desembocadura, importante puerto pesquero y paso fronterizo con Portugal.
Historia
Poblada desde la Edad del Bronce, su nombre deriva del griego Anapotamon, que significa "sobre el río". De la época romana quedan las huellas de una fortaleza y el nombre con el que la denomina el Itinerario de Antonino: Ostium Fluminis Anae.
En 1239, Sancho II de Portugal cedió la villa a la Orden de Santiago, tras conquistársela a los árabes. En 1335, después de su paso a la corona de Castilla por el Tratado de Badajoz, Alfonso XI la cedió a los Guzmanes del condado de Niebla. Felipe IV le concedió el título de ciudad en 1664. Participó activamente en la Guerra de la Independencia, colaborando en el éxito de las operaciones que el general Copons llevó a cabo en la zona.
Fiestas
El Carnaval, prohibido en 1937 y recuperado a partir de 1975, goza de un gran prestigio en toda la región. Cuenta con concurso de comparsas y chirigotas, baile de disfraces, entierro de la sardina cabalgata. El 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, tiene lugar la procesión marítima con la imagen de la Virgen. Del 6 al 10 de septiembre se celebran las fiestas patronales en honor de la Virgen de las Angustias, con gigantes y cabezudos y corridas de toros.
Gastronomía
En su mesa, de clarísima vocación marinera, sobresalen platos como la raya en pimentón, los chocos a la ayamontina, choco asado y aliñado en trozos pequeños con vinagre, cebolla, pimiento, aceite y sal, y las coquinas al ajillo.
Visita
En Ayamonte se pueden distinguir tres zonas bien diferenciadas: el casco histórico, Isla Canela y la Punta del Moral.
En el casco histórico resalta en primer lugar la gracia y el colorido de su caserío, con ejemplos de resonancia bajo medieval como el barrio de la Villa, las antiguas casas de indianos que se reparten por toda la ciudad y los denominados brasiles, casas de amplia superficie con un gran patio central, pintadas de blanco y añil. De la época romana y árabe sólo quedan los restos de un castillo, sobre los que hoy se asienta el Parador de Turismo. En la plaza de su nombre, en pleno barrio de la Villa, se encuentra la iglesia parroquial del Salvador. Construida en 1440 sobre los cimientos de una antigua mezquita, en estilo renacimiento, cuenta con tres naves y una hermosa torre barroca. Fuera de este barrio, camino del muelle norte por las calles Galdamés y Ciprés, se alcanza la plaza de San Francisco, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre, obra de fines del siglo XIV, de una sola nave con cubierta de madera, tipo propio de la escuela sevillana del siglo XIV, declarado Monumento Nacional.
En el número 2 de la misma plaza, prácticamente al lado del templo, se localiza el palacio del Marqués de Ayamonte, en el que tiene su estudio, visitable, el pintor Florencio Aguilera. Desde el palacio, entrando por la calle San Roque y dejando a un lado la plaza de toros, se llega a la plaza de Santa Clara, donde se alza la iglesia del convento de las Hermanas de la Cruz, antes de las Clarisas, bello edificio gótico. Caminando paralelamente al muelle de Portugal, se deja atrás la plaza de la Laguna, donde se encuentra el Ayuntamiento, y se llega a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Angustias, situada en la plaza de su nombre. Se trata de un notable edificio de planta basilical, de 1576. En el retablo mayor se halla el camarín con la imagen de la patrona de la ciudad.
Alrededores
Isla Canela es la zona de playas y principal mente turística, encontrándose actualmente en pleno desarrollo, al contar con un proyecto que pretende convertir el lugar en la Venecia del Atlántico. La Punta del Moral es un poblado de pescadores cuyas arenas, en las bajamares del verano, se cubren enteramente de estrellas de mar (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
Fue levantado en el Muelle de Portugal, en el lugar conocido como El Baluarte. El solar puesto a disposición de Aduanas por el Ayuntamiento, en 1945. El proyecto y la construcción corrió a cargo del Estado. El edificio consta de dos plantas, y resulta una interesante mezcla de arquitectura local, por el horizontalismo y el juego de simetrías de vanos, con elementos de arquitectura castellana, como las pilastras de granito y los remates de pirámides con bolas. El gris de las molduras neobarrocas de granito destacan sobre el blanco de los paramentos. Presenta gran similitud de concepto con el edificio de Aduanas de Huelva, de 1949, calificado como destacado ejemplo de regionalismo arquitectónico (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
El Consistorio Municipal se halla ubicado en el edificio conocido como Casa de la Laguna. La casa fue levantada de nueva planta por iniciativa de Manuel Rivero entre 1740 y 1742. Se sabe que la construcción estaba dirigida por un maestro de Huelva, cuyo nombre se desconoce, y que se utilizó piedra ostionera de Puerto Real para los muros traseros. La fachada principal tiene dos cuerpos, con cinco vanos en el inferior y tres en el superior. La planta baja está centrada en una puerta flanqueada por dos pilastras toscanas y enmarcada con una moldura quebrada y con el escudo de la familia en la clave del dintel. La segunda planta abre a la plaza tres balcones, cuyos vanos se rematan en frontones triangulares y curvo. Horizontalmente, corre sobre el conjunto un antepecho abalaustrado y centrado en un ático, apoyado en alerones, que alberga el reloj. De su interior primitivo se conserva el patio de columnas de Tavira. Los alfices y entablamento se adornan con relieves neorrenacentistas de escayola. Un zócalo de azulejos del mismo estilo envuelve el ámbito espacial, centrado en una fuente, que en origen sería un aljibe. Estos elementos decorativos fueron adquiridos en Casa Martínez y Rodríguez, de Sevilla.
La Casa de la Laguna, llamada también Casa Marchena por la familia propietaria, fue adquirida en 1928, y adaptada a sede del Ayuntamiento por el arquitecto Jorge Gallego. Últimamente, entre 1996 y 2002, fue rehabilitado por Gonzalo Delgado Vizcaíno y Andrés Bruno Romero Montero (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
El Hospital de Niños Expósitos fue fundado en 1666 por el capitán Diego de Galdames, como albacea de Francisco de Galdames Cano, ambos ayamontinos residentes en Lima. Para cumplir este encargo en Ayamonte fueron comisionados Juan Bautista de Zamora y Juan de Martos Lobo, por escritura de 4 de diciembre de 1664. De no lograrse la intención primera de fundar un convento de franciscanos descalzos en la ermita de San Benito, estaban facultados para procurar licencia y adquirir una casa para hospital de niños huérfanos, con capilla aneja, donde celebrasen a diario tres capellanes, quienes enseñarían a los niños acogidos en el centro.
Formalizada la escritura fundacional en Lima, el 3 de octubre de 1666, y obtenidas las licencias oportunas del marqués de Ayamonte, Manuel Luis Manrique de Zúñiga, y del Provisor del Arzobispado, las obras comenzaron el 15 de octubre de 1668 y finalizaron en 1674.
En 1868, la finca era descrita como compuesta de dos pisos, con sus galerías, patio con aljibe, cuadras, pajares, casa-torno para los expósitos, habitaciones para amas, tornera, capilla, con su sacristía y otras habitaciones correspondientes a la misma, corraleta, campanario, jardín, corralones y arboleda con sus tapiales correspondientes. La institución pasó a ser Casa Cuna y Hogar Infantil, a cargo de la Diputación Provincial. Los cuadros que adornaban sus dependencias se encuentran depositados en la Casa Grande, de Ayamonte.
La capilla del Hospital de Niños Expósitos recibe el nombre de la Virgen del Socorro, por ser venerada en ella la imagen de su título. El edificio tiene planta de cruz latina y bóveda semiesférica sobre pechinas, en el crucero. El resto se cubre con bóveda de cañón con lunetos. En el lado del evangelio del crucero, se abrió una capilla en 1994.
El retablo mayor, que cubre la cabecera del presbiterio, fue encargado por Juan Eligio González al ensamblador ayamontino Juan González, y realizado en 1761, aunque no se doró y policromó hasta 1860, por el artista Francisco de Asís Cruz Leiría. El retablo, con tallas doradas y policromadas sobre fondos blancos, tiene un solo cuerpo de tres calles y ático semicircular. Se decora con estípites, hojarasca, jarrones y querubines. Un cruz de guía preside la hornacina central, de arco trilobulado. A ambos lados, sobre pedestal corrido, son veneradas las imágenes titulares.
La Virgen del Socorro es obra del genovés Giacome Velardi, de hacia 1600. Fue restaurada por José Vázquez Sánchez en 1945, quien encontró en la espalda un documento con el nombre del autor de la imagen, y su domicilio sevillano. La imagen fue trasladada por la viuda del fundador desde el hornabaque en que se encontraba, y que recibió el nombre de El Socorrito, hasta esta capilla en 1675. El Nazareno parece ser obra anónima, también de hacia 1600. Impresiona el naturalismo de las heridas del rostro y manos, y la cabellera de pelo natural, que tradicionalmente se ha explicado como debidos a su procedencia americana. La imagen fue donada a la capilla por el navegante de la carrera de Indias, Ginés Alonso Romero (+l774).
Sobre el brazo del crucero del lado de la epístola se adosa el retablo de la Milagrosa, de factura neoclásica. En los paramentos laterales de la capilla se conservan varios lienzos de un seguidor de Murillo, del siglo XVIII: la Anunciación, los Desposorios de María, la Visitación, la Epifanía y la Huida a Egipto. Una imagen de vestir de la Virgen del Carmen, de taller valenciano de hacia 1900, se venera en una hornacina del lado del evangelio (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
De las muchas capillitas y hornacinas que los vecinos colocaban en los exteriores de sus domicilios, por devoción privada, tan sólo se conservan algunas. Algunas cruces, colocadas sobre los muros o en sendos pilares, pueden deberse a un Vía Crucis se que celebraba por las calles, o a cruces de caminos. Un hermoso templete es el que se sitúa sobre el pozo de la calle Galdames.
En la casa de la calle Huelva nl 22, cercana a la calle Jovellanos, se encuentra una hornacina, rehundida en la fachada, en cuyo interior se alberga una urna de madera, decorada con rocallas, en la que se expone a la devoción popular un calvario, formado por el Crucificado y una Virgen Dolorosa de vestir. En el entablamento hay una placa en la que puede leerse la dedicación al Cristo de la Guadaña, y la fecha de 5 de mayo de 1778. La reja está formada por una tupida red de roleos, tornapuntas y ces contrapuestas, similar a la que puede verse en la fachada de la Casa Grande, obra del herrero ayamontino Machado (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
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