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domingo, 4 de diciembre de 2022

La Capilla de Santa Bárbara, en la Iglesia del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla de San Andrés, en la Iglesia del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
     Hoy, 4 de diciembre, Conmemoración de Santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nicomedia, en la actual Turquía (s. III / IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Capilla de Santa Bárbara, en la Iglesia del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
     La Iglesia del Sagrario, que pertenece a la Catedral de Santa María de la Sede  [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
    En la Iglesia del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede [nº 154 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede], que ocupa dos naves de ocho tramos de las galerías de Poniente del patio de la aljama, concretamente la que se llamó "claustra de los Caballeros", "nave de la Granada" y las capillas que abrían a ella, podemos contemplar la Capilla de Santa Bárbara [nº 156 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
     En la Iglesia del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede, la última capilla del muro de la epístola es la dedicada a Santa Bárbara, con imagen titular de la segunda mitad del siglo XVII, que porta la torre como atributo iconográfico que recuerda el lugar de su encierro y martirio. Se completa el conjunto con imágenes de Santa Elena y un relieve de Santa Ana con la Virgen en el ático.  (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
     Las estructuras compositivas y la articulación espacial del Sagrario apenas cuentan con la integración de las capillas laterales en el efecto de conjunto. Relegadas a los espacios compartimentados por los grandes pilares compuestos de sustentación, se mantuvo a toda costa la jerarquía espacial dominante de la nave única. La indudable grandeza del Sagrario deriva de las nobles proporciones de sus dos cuerpos, de la espaciosa cúpula del crucero y de la elegante curvatura de arcos y bóvedas. El cuerpo de las capillas laterales es fundamentalmente el sustento de los muros que cargan, sin conexiones visuales que alivien la acusada oclusión de aquéllas. A subrayar esta impresión, además, contribuye el uniforme trazado de las rejas, cuya compacta malla lineal anula cualquier sugestión de ensanche lateral. 
     Los espacios interiores asignados a los laterales son muy bajos y en los arcos del cubrimiento aparecen decorados con tramas geo­ métricas de monótona regularidad, claramente afines al restante sistema ornamental del cuerpo bajo. Al ser tan reducidos los espacios, y al carecer de iluminación natural directa, difícilmente pudieron acoger las capillas ensambladuras elevadas o desarrollar vistosos procedimientos orna­ mentales (yeserías o pinturas) acordes con el pleno barroco. Así pues, los tipos de retablos de casi todas las capillas se repiten; casi siempre son arcosolios poco profundos en los cuales se insertan hornacinas centrales flanqueadas por soportes. La mayor parte de éstos son columnas salomónicas y estípites; sólo en una de las capillas se construyó un buen retablo neoclásico de mármoles. 
     Como es habitual, la evolución de las necesidades devocionales motivaron las con­ sabidas transformaciones de las ensambladuras, de manera que prácticamente todos los retablos del Sagrario fueron transformados —preferentemente en su calle central— para enriquecer anteriores hornacinas o para tratar de forzar el escaso espacio disponible y habilitar nuevos huecos en los cuales alojar imágenes. Por ello el trasiego de éstas ha sido frecuente; recientemente hemos presenciado cómo en el retablo de la capilla de las Santas Justa y Rufina se trasladó a las titulares al crucero para acomodar en su altar a un Sagrado Corazón de Jesús anteriormente en la vecina catedral.
    La última capilla del lado derecho es la dedicada a Santa Bárbara. Está protegida por una reja de hierro en cuyo medio punto sobre­ sale una vistosa labor de hojarasca forjada. Es uno de los retablos mejor conservados del Sagrario y responde con toda claridad al tipo ya comentado del arcosolio con hornacina central, perfil cóncavo y dos entrecalles laterales. La talla de la madera es muy tupida, particularmente densa y de riquísimas labores caladas en el panel correspondiente al tramo central del banco. Su fecha puede situarse en trono a 1690, así como las asignables a las dos esculturas laterales y al relieve que remata la ensambladura. La imagen titular es una Santa Bárbara que ostentosamente muestra la torre relacionada con su prisión y martirio. Se trata claramente de una maqueta que reproduce la sevillana Torre de Oro. La santa aparece con vestiduras rozagantes, y tanto por la riqueza de planos quebrados en la talla, la abigarrada policromía y el inequívoco aspecto de gracia mundana, nos parece pertenecer a tendencias expresivas del siglo XVIII. Las santas de las entrecalles son dos: a la derecha, Santa Elena que muestra reverentemente la Cruz de Cristo y, a la izquierda, una santa de ambigua identificación. Aparece en un rapto místico provocado por la cruz; se ha pensado en Santa Teresa y en Santa Rita (Emilio Gómez Piñol y María Isabel Gómez González. El Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. Cuadernos de restauración de Iberdrola VIII. Madrid, 2004).
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía de Santa Bárbara, virgen y mártir:
LEYENDA
   Compilada tardíamente por Simeón Metafrasto en el siglo X, la Pasión de esta santa oriental se popularizó en Occidente en el siglo XIII, gracias al arzobispo de Génova, Santiago de Vorágine, y a su Leyenda Dorada.
   Hija del sátrapa Dióscuro, habría nacido en Nicomedia, a orillas del mar de Mármara. Para sustraerla al proselitismo cristiano, su padre la encerró en una torre iluminada sólo por dos ventanas.
   No obstante, gracias a un subterfugio, ella  encontró el medio de recibir las enseñanzas de un sacerdote enviado por Orígenes, que se hacía pasar por médico, y quien, después de haberla instruido en la religión cristiana le administró el bautismo. Para expresar su fe en la Santísima Trinidad, ella perforó en el muro de la torre una «tercera ventana».
   Al saber que a pesar de todas sus precauciones su hija se había convertido, el feroz Dióscoro la amenazó con la espada. Ella consiguió huir y se refugió en un peñón que se abrió milagrosamente para darle asilo. Pero fue denunciada por un pastor chivato que fue castigado por su traición con la metamorfosis de sus corderos en langostas.
   Presa, santa Bárbara se negó a abjurar del cristianismo y a casarse con un pagano. Por ello la entregaron al juez Marciano que le hizo padecer los peores tormentos. Estirada en un potro fue azotada con vergajos, desgarrada con peines de hierro, rodada sobre fragmentos de cerámica, quemada  con hierros candentes; y al fin los verdugos le arrancaron los pechos con tenazas.
   Cuando la paseaban desnuda por la ciudad, un ángel le cubrió el cuerpo martirizado con un velo.
   Para terminar, su padre, desnaturalizado, la llevó hasta la cima de una mon­taña y le cortó la cabeza con sus propias manos. El castigo del cielo no se hizo esperar: el monstruo fue fulminado por un rayo. «Fue asaeteado y consumido de tal manera que de su cuerpo no quedaron polvo ni cenizas.»
CULTO
   El culto de la "partenomártir" de Bitinia nació en Oriente.
   Fue la patrona del monasterio de Edesa a partir del siglo IV, y en el VII se convirtió en titular de una basílica construida por los coptos en El Cairo. León el Filósofo puso bajo su advocación una iglesia de Constantinopla.
   En Occidente, su popularidad se remonta al siglo XV. No obstante, en Roma se la representó a partir del siglo VIII, tal como se ve en un pilar de Santa María la Antigua, acompañada por un pavo real, símbolo de inmortalidad. Se ha imaginado que en ciertos casos su culto sustituyó al de una divinidad celta: Borbo o Borvo (Borbón), dios de las fuentes. Por otra parte, corno protegía contra el rayo, se le edificaron santuarios en las cumbres golpeadas por el fuego del cielo. 
 Se la veneraba sobre todo en Francia, en las provincias de Normandía y Bretaña, como lo prueban la fundación de un priorato de Sainte Barbe en Auge, a orillas del Dive y la advocación de la capilla de Sainte Barbe en Faouet . 
    En Italia, es la patrona de las ciudades de Ferrara, Guastalla y Mantua.
   En España se la invoca contra los truenos, rayos e incendios (abogada contra los truenos e incendios).
   La extensión de su culto en Alemania, a finales de la Edad Media, se debía sobre todo al hecho de que figurase en la cohorte de los Catorce Intercesores (vierzehn Nothelfer), en compañía de santa Catalina y santa Margarita. Las tres santas gozaban de envidiables privilegios en la devoción popular, ilustrada por este refrán:
   Barbara mit dem Thurm,
   Margarethe mit dem Wurm, 
   Katharina mit dem Räddel
   Sind die drei heiligen Mädel.
   La liturgia les sumó a santa Dorotea, para formar el grupo del Cuarteto de vírgenes capitales que se invocaba en estos términos en la colecta de la Missa de Sanctis quattuor capitalibu s virginibus:
   «Deus qui sanctissimas virgines tuas Catharinam, Barbaram, Margaretham et Dotoheam per martyrii palmam ad coelos pervenire fecisti, praesta, quaesumus, ut earum intervenientibus meritis a peccatorum nostrum maculis mereamus absolvi.»
   A Santa Bárbara suele asociársela  sobre todo con santa Catalina. Protectora de los militares, simboliza la vida activa, mientras que santa Catalina, patrona de los clérigos, es la imagen de la vida contemplativa.
Patronazgos
   Si el culto de santa Bárbara suele adquirir en Alemania una forma colectiva, sus patronazgos tienen un carácter muy individual. Y son tan numerosos que para esclarecerlos, deben clasificarse en dos series: l. La protección contra el rayo y la muerte súbita; 2. Los patronazgos de corporaciones y oficios.
1. Protección contra el rayo y la muerte súbita
   Uno de los privilegios más apreciados de santa Bárbara era el de proteger contra el rayo porque  su verdugo, que fue su propio padre, fue fulminado por el fuego del cielo. Se la llamaba la «conjuradora del rayo».
   Los viejos refranes populares prueban que hasta la invención del pararrayos por Franklin, ella tenía la tarea a su cargo:
   Quand le tonnerre grondera, 
   Sainte Barbe nous gardera. 
   Quand le tonnerre tambera,   
   Sainte Barbe le retiendra.
   Partout où Barbe passera, 
   Le tonnerre ne tambera.
   (Cuando el trueno rugirá,/ Santa Bárbara nos guardará./ Cuando el rayo caerá, / Santa Bárbara lo retendrá./ Por donde Bárbara pasará, /El rayo no caerá.)
   Las iglesias cuyos campanarios y techos protegía de los incendios, invocaban su protección. Por ello el nombre de la santa suele estar inscrito en las campanas, que durante las tormentas solían echarse a vuelo.
   La capilla de Sainte Barbe au Faouet fue edificada en 1489 a causa de una promesa formulada por un noble, quien sorprendido durante una cacería por una violenta borrasca, se salvó gracias a la santa que alejó de su cuerpo una gran roca desprendida que rodara hacia él.
   Como protege del rayo, se considera que santa Bárbara también preserva de la muerte fulminante, y del deceso sin confesión ni comunión, particularmente temido por los creyentes. Así, pertenece a la categoría de los santos eucarísticos.
   Esos dos patronazgos estaban estrechamente ligados en el espíritu de los cristianos de finales de la Edad Media. En un Libro de Horas de 1490, un devoto ruega a santa Bárbara «guardarle del rayo y de la tormenta / como de la muerte súbita, vil y deshonesta / puesto que Dios le ha dado poder».
   Sin duda es esa una de las fuente principales de la popularidad de santa Bárbara, versión  femenina de san Cristóbal a quien también se invocaba contra «la muerte súbita». Los agonizantes recurrían a su intercesión para no expirar antes de haberse confesado. Por ese motivo se la llamaba Mater confessionis. Las cofradías de la Buena Muerte se ponían bajo su advocación.
2. Patronazgos de corporaciones y oficios
   Por el hecho de proteger contra el rayo y la mala muerte, santa Bárbara se convirtió en el siglo XV en la patrona de los artilleros, cuyos cañones tonantes lanzan el rayo, y que están expuestos a explosiones accidentales en tiempos de paz, y a la muerte súbita en tiempos de guerra. Los artificieros también la adoptaron como patrona. 
  Los arcabuceros, bombarderos, cañoneros y culebrineros nunca olvidaban situar su imagen protectora en los escudos de armas o piezas. La cofradía de santa Bárbara en París agrupaba a los salitreros, fabricantes de pólvora y oficiales de artillería. Se da el nombre de santa Bárbara a los polvorines, arsenales y fuertes; en los barcos de guerra, el  habitáculo del maestro artillero se denomina cámara de santa Bárbara.
   Por la misma razón, o tal vez a causa de la montaña que se abrió ante ella, santa Bárbara se convirtió en patrona de los mineros y canteros particularmente expuestos a los peligros del grisú y a los derrumbes. Muchos pozos de minas se bautizaron con el nombre de la santa. Su fiesta, el 4 de diciembre, era feriado para los mineros, y quienes trabajaban ese día se arriesgaban a sufrir accidentes mortales. Por extensión, también la adoptaron como patrona los obreros que perforan pozos petrolíferos, sobre todo en Pechelbronn, Alsacia.
   En el siglo XV, los mineros de Kutna Hora, Kuttenberg, (Bohemia) pusieron bajo su advocación una magnífica iglesia.
   Como en las tormentas se echaban a vuelo las campanas para prevenir los rayos, santa Bárbara también es patrona de los campaneros y carrilloneros. Otros patronazgos se explican por diferentes circunstancias de su leyenda. Puesto que era una virgen estudiosa que se inició en las verdades de la fe cristiana siendo muy joven, junto a santa Catalina comparte el patronazgo de los escolares y estudiantes. De ahí, el nombre del Colegio de Sainte Barbe sobre la colina de Sainte Genevieve, en París.
   La torre donde fue encerrada la santa y en la que ella perforó «una tercera ventana»  en honor de la Santísima Trinidad, le valió convertirse en la patrona no sólo de los presos sino también de los arquitectos y albañiles.
   En conmemoración de la metamorfosis de los ovinos del pastor que la denunciara, era invocada por los agricultores contra las plagas de langosta. Quizá el patronazgo de los canteros o pedreros se explique por la milagrosa apertura de la peña, que le sirviera de refugio. En cualquier caso, es por esa razón que ella curaba la enfermedad de la piedra (cálculos).
   La etimología popular le consiguió aún más clientes. A causa de un mal juego de palabras con su nombre, que evoca la idea de pelos, santa Bárbara era invocada por los tapiceros, fabricantes de brochas, sombrereros, fabricantes de verguetas y de raquetas. En Saone et Loire las mujeres visitan la capilla de Santa Bárbara en peregrinación, para tener hijos con pelo rizado.
   Puede apreciarse la extraordinaria diversidad de la clientela de santa Bárbara, a quien se recurría  no sólo a la hora de la muerte sino también  en la vida diaria, para infinidad de oficios. Era la protectora y abogada  celestial de los artilleros, mineros, campaneros, arquitectos, fabricantes de brochas y sombrereros.
   Ello explica la riqueza  de su iconografía.
ICONOGRAFÍA
Atributos
   Además de la palma del martirio y la corona, santa Bárbara se caracteriza por numerosos atributos que le pertenecen en propiedad exclusiva y permiten reconocerla fácilmente.
   Algunos se han tomado de su leyenda, otros de sus patronazgos.
1. La torre con tres ventanas
   Es el atributo más constante, y por decirlo así, obligatorio. En un auto sacramental del siglo XV puede leerse:
   Aussi faut qu 'elle ait une tour 
   En une main et puis en l 'autre
   Une palme; puis sans nulle faute 
   Ait sur la tête une couronne.
   (También es necesario que tenga una torre/ En una mano y luego en la otra/ Una palma; y luego sin falta alguna /  Que tenga una corona en la cabeza.)
   En vez de la pequeña torre simbólica en la mano, puede estar sentada al pie de una gran torre en construcción: así la representa Jan van Eyck en su célebre grisalla del Museo de Amberes (1437).
   Lo que caracteriza a la torre de santa Bárbara es que está abierta en tres Ventanas que simbolizan su adoración a la Santísima  Trinidad.
   A veces la torre, reducida a una pequeña escala, es sólo un simple ornamento aplicado como una insignia a su diadema o su tocado.
   En un cuadro del Museo de Bruselas, se ve a santa Bárbara cubierta con un vestido lleno de torres bordadas, formando pareja con santa Catalina que lleva el suyo constelado de ruedas.
2. La pluma de pavo real
   Las varas con que la azotaba su padre se habrían cambiado en plumas de pavo real.
   No obstante, puede que se trate de un símbolo de inmortalidad, como en el fresco de Santa María la Antigua, en Roma. Se trataría de una alusión a su patronazgo contra la muerte súbita.
3. Su padre y perseguidor hollado a sus pies
   Así forma pareja con el emperador Majencio a quien se ve a los pies de santa Catalina de Alejandría.
4. Un cáliz rematado con una hostia
   Este atributo que la señala como preservativo de la muerte repentina sin comunión, es menos universal que el precedente. Es particular del arte germánico, alemán y flamenco, e infrecuente en el francés.  
   Al tiempo que la torre alude a su leyenda, el cáliz la señala como patrona de la buena muerte (patronin eines seligen Todes).
   Los dos atributos suelen aparecer combinados: el cáliz está apoyado sobre una ménsula en saledizo, encima de las tres ventanas de la torre.
   Hasta se ha emitido la hipótesis de que en origen eran uno, es decir, que el cáliz sería una duplicación, una simple variante de la torre que a veces tenía la forma de un pimentero, bastante parecida a las píxides en que se conservaban las hostias consagradas para administrar a los agonizantes, en el siglo XV. De la torrecilla se habría pasado a la píxide, y luego al copón o cáliz sin tapa, encima del cual planea una hostia.
5. Un cañón o una bala de cañón
   Este atributo la señala como patrona de los artilleros.
   Resulta poco creíble que el cañón derive, como lo pretende Hourticq,  de la torre mal interpretada. La semejanza de formas es muy ligera, y además, los tubos de los cañones no se erigen según la vertical.
   Palma Vecchio la representa con un cañón a sus pies. Un alabastro inglés del siglo XV (Victoria & Albert Museum, Londres), la muestra con una bala de cañón en  la mano.
   La semejanza entre una bala de artillería y una pelota de frontón sin duda explica la elección de santa Bárbara como patrona de los fabricantes de pelotas y de raquetas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).      
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