Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el azulejo conmemorativo a Gitanillo de Triana, en la fachada del edificio de la calle Pagés del Corro, 157; de Sevilla.
Hoy, 23 de diciembre, es el aniversario del nacimiento (23 de diciembre de 1904) de Gitanillo de Triana, personaje a quien está dedicado la obra reseñada, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el azulejo conmemorativo a Gitanillo de Triana, en la fachada del edificio de la calle Pagés del Corro, 157; de Sevilla.
El edificio de la calle Pagés del Corro, 157; se encuentra en el Barrio de Triana Casco Antiguo, del Distrito Triana.
En su fachada, encontramos un azulejo conmemorativo muy interesante. Es un retablo realizado en la fábrica "Cca. Sta. Ana - Triana", por el ceramista J. Vázquez. Es una obra de 20 piezas (4 x 5), con el busto de perfil del personaje homenajeado, siendo la parte más destacable el propio texto en sí, ornamentado con una cenefa vegetal, muy sencilla, y un sogueado realizado con material cerámico, todo el conjunto realizado en blanco y añil. El texto es el siguiente:
"EN RECUERDO DEL
MATADOR DE TOROS Y
FIGURA LEGENDARIA
FRANCISCO VEGA DE
LOS REYES "GITANILLO
DE TRIANA" 1904-1931. HOMBRE CABAL Y
ARTISTA MAJESTUOSO QUE FUE HERIDO
DE MUERTE EN MADRID POR EL TORO
"FANDANGUERO".
Conozcamos mejor la Biografía de Gitanillo de Triana, a quien está dedicada el azulejo conmemorativo;
Francisco Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana, Curro Puya. (Sevilla, 23 de diciembre de 1904 o 23 de septiembre de 1904 – Madrid, 14 de agosto de 1931). Torero.
Trianero como toda su familia, fue conocido en el mundo del toro como Curro Puya, aunque nunca usó este apodo en los carteles. Hijo de Carmen de los Reyes García y de Manuel Vega Romero, herrero en la Cava de los gitanos de Sevilla. Fue hermano de Rafael, matador de toros, que también llevó el sobrenombre de Gitanillo de Triana, y de José, novillero.
Este Rafael, contemporáneo de Manuel Rodríguez Sánchez Manolete, con el que compartió muchos carteles, se casó con Rosario Rojas, hija de la artista Pastora Imperio; la hija de ambos, la actriz Pastora Vega se casó con el también actor Imanol Arias.
Antes de torear, trabajó hasta los veinte años en la herrería familiar. Según Orts y Ramos, el primer capotazo lo dio con quince años a un novillo desmandado en las afueras de Triana, aunque ya antes había jugado al toro con su primo Joaquín Rodríguez Cagancho, luego matador también de gran fama. En 1924, su artística interpretación del toreo se hizo famosa en los tentaderos a que acudía; en uno de ellos, el celebrado el 22 de abril en la finca de Antonio Flores, se encontraba Juan Belmonte, que quedó impresionado con el arte de Curro Puya; y en las tertulias, tantas veces repetía “he visto a un gitanillo de Triana”..., que acabó adoptando ese apodo. Firmemente decidido a ser torero, debutó de luces en San Fernando (Cádiz) el 18 de mayo de 1924. Resultó herido ese día, por lo que no pudo torear hasta el siguiente 15 de junio, de nuevo en la Isla de San Fernando.
Se presentó en Sevilla con picadores el 15 de agosto en 1925, alternando con Andrés Mérida y Cagancho.
En la Maestranza entusiasmó tanto su toreo, especialmente el de capote, que toreó otras tres novilladas más esa temporada.
Convertido ya en novillero puntero, le emparejaron con otros excelentes toreros, Félix Rodríguez y Vicente Barrera, con los que actuó en bastantes festejos.
En Madrid debutó el 30 de julio de 1926, alternando con Francisco Royo Turón Lagartito y Julio Mendoza. El segundo percance de su carrera, en esta ocasión grave, lo recibió en Sevilla el 5 de septiembre, actuando con José Pérez Niz y Mariano Rodríguez.
Tomó la alternativa en El Puerto de Santa María (Cádiz) el 28 de agosto de 1927, con un cartel histórico: Rafael Gómez Ortega El Gallo y Juan Belmonte, con toros de Concha y Sierra, El toro del doctorado se llamó Vigilante y era de pelo berrendo. Según Joaquín Albaicín, “la ceremonia de entrega de trastos al nuevo matador fue, al parecer, inusualmente larga, en especial para el público, que no alcanzaba a escuchar nada de lo que se estaban diciendo entre sí los dos toreros.
Eran ambos muy aficionados a las peleas de gallos, y, como resultaba que tenía Curro dos pollos que antojábansele a Rafael dos luchadores imbatibles, no le ocurrió otra cosa a El Gallo, en el momento mismo de la investidura, que proponerle que se los vendiera.
Así permanecieron varios minutos, cambiando impresiones sobre la raza de que hacía tal o cual crestudo gala en el palenque, y pujando cada vez más alto Rafael por los de Curro ante el gesto imperturbable de Belmonte y el estupor y la impaciencia de quienes llenaban los graderíos. Finalmente, convencido El Gallo de que no iba a dar a torcer su brazo Curro y de que no le vendería los gallos, le dio la alternativa, diciéndole al estrechar la mano: ‘Suerte, y al toro. Tú llegaras, porque eres gitano’”. También lo era Rafael por parte de madre.
Ese mismo (El Gallo y Belmonte) fue el cartel de la confirmación de alternativa en Madrid, el 6 de octubre. Los toros fueron de Julián Fernández y rejoneó el cavaleiro portugués Simao da Veiga. En la revista El Eco Taurino, del 7 de octubre, se escribió: “Estuvo admirable con el capote, hizo quites maravillosos, dio lances de arte y temple, que fueron ruidosamente ovacionados, y luego al final, en el último toro, realizó una de las mejores faenas de muleta que se han ejecutado este año en la plaza de Madrid. Valiente, cerca y, sobre todo, artístico, elegante, suave, con estilo personal. El público lo aclamó con verdadero entusiasmo. [...] Se ha cumplido la profecía de Belmonte. En Gitanillo hay un torero, y un torero caro”. Y añade Albaicín: “Como ‘un minuto de silencio’ bautizó el crítico Federico Alcázar, por su duración extrema, a sus pases de pecho, extendiendo muy pronto el calificativo la afición de los cafés a sus profundas verónicas oníricas, suaves como el librillo lleno de aceite en el que escudriñara la sibila el porvenir”.
Considerado por sus contemporáneos como el rey de la verónica, de él escribió Néstor Luján: “Gitanillo de Triana, al dar su verónica, fue un puro intuitivo. La primera vez que se puso delante de un toro, ya la supo ejecutar. La daba con la capa dormida, lentísima, sostenido sobre un compás de piernas no natural, sin exceso, hincados los pies en el suelo, el cuerpo erguido y las manos bajas. Como ejecución plástica, posiblemente ha sido la suerte en que se ha apurado más profundamente la belleza estética del toreo. Del inolvidable Gitanillo dijo el crítico Corrochano que se le paraba el corazón a cada verónica”.
El gran crítico Guillermo Sureda escribió sobre uno de los mejores toreos de capa de la historia: “Curro Puya representa en la historia del toreo, por encima de todo, la superación plástica de la verónica de Juan Belmonte. Curro ahondó en las profundas raíces de ese lance y supo extraer de ellas unos momentos más estremecedoramente lentos y desmayados que el propio Belmonte. La verónica de Curro Puya fue como un río adormecido, como un lentísimo desperezo”.
Los años siguientes estuvieron llenos de irregularidades en la carrera de Curro Puya. A su carácter indolente se sumó un grave accidente de circulación y una cornada que sufrió en Málaga en 1929. Siempre con la misma expectación entre los aficionados, el 31 de mayo de 1931 se anunció en la plaza de la carretera de Aragón de Madrid (la plaza llamada vieja, porque la nueva, la de Las Ventas, ya estaba construida e inaugurada, aunque de nuevo cerrada hasta 1934), junto a Manuel Jiménez Moreno Chicuelo y Marcial Lalanda. En los primeros muletazos de la faena, el toro Fandanguero le derribó, corneándole con fiereza, muy cerca de la barrera. En la enfermería le operaron de tres cornadas graves: una en cada muslo y otra cerca de la cadera, con rotura del nervio ciático. Tras dos meses y medio de terribles complicaciones y de grandes dolores, la trágica agonía de Curro Puya finalizó a las siete y media de la mañana de un caluroso 14 de agosto (José Luis Ramón Carrión, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Más sobre la calle Pagés del Corro, en ExplicArte Sevilla.
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