Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Casa-Palacio Matrera Abajo; Casa-Palacio García de Veas; antiguo Convento de Franciscanos Descalzos (Iglesia de Mª Auxiliadora); Hospital de la Caridad; Puente de San Miguel; Iglesia de San Francisco; Ermita del Cristo del Romeral; y Yacimiento de Sierra Aznar) de la localidad de Arcos de la Frontera (y VII), en la provincia de Cádiz.
Pertenecía a la familia Veas.
La fachada principal tiene portada de piedra rematada por un escudo heráldico pétreo y que corresponde al linaje García de la Zarza Real de Veas.
El interior, al que se accede mediante zaguán, mantiene el pavimento original y aparece ordenado en torno a un patio central que conserva dos galerías, destacando la de la primera planta que se compone de ocho arcos de medio punto rebajados, que descansan sobre columnas de mármol.
HORARIO DE VISITAS: Libre, sólo fachada (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
Ubicada en la Plaza Modesto Gómez, 1 (Barrio Bajo) y construida en el siglo XVIII.
La fachada del edificio conserva portada de piedra coronada por blasón labrado en piedra y timbrado de corona de marqués, que representa los apellidos García, Veas, Gómez, Guerra, Sevillano, Lara y Ayllón.
En el interior se ubica un patio central que ordena el espacio.
HORARIO DE VISITAS: Libre, sólo fachada (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
antiguo Convento de Franciscanos Descalzos (Iglesia de Mª Auxiliadora)
El convento de franciscanos descalzos se fundó en el lugar que ocupaba la ermita de la Virgen de la Cabeza a expensas de Isabel de Palacios Espinosa, cuya familia obtuvo el patronato de la capilla mayor. En 1644 se inauguró el conjunto, que tras la desamortización de Mendizábal quedó abandonado hasta que a finales del siglo XIX. Se instalaron en él los salesianos. En 1931 el conjunto fue saqueado e incendiado, por lo que posteriormente el templo hubo de ser reconstruido en su práctica totalidad.
A mediados del siglo XX pasó a convertirse en parroquia. La iglesia actual presenta una nave rectangular de techumbre plana y presbiterio cuadrangular cerrado por cúpula semiesférica sobre pechinas. El retablo mayor procede de la iglesia de San Miguel y es una pieza academicista en madera, actualmente repintada en blanco, con un cuerpo y ático sustentados por columnas corintias. En la nave hay una imagen dieciochesca de candelero de la Virgen de la Fuensanta, titular de una ermita hoy en ruinas, y una talla de san Pedro de Alcántara fechable a comienzos del siglo XVIII. En el lado de la epístola del presbiterio se conserva la capilla del sagrario, único resto del antiguo convento, pieza de mediados del siglo XVIII con planta cuadrada cubierta por cúpula rebajada sobre pechinas decorada con yeserías geométricas. La preside un retablo de madera dorada y policromada, realizado hacia 1740 compuesto por un cuerpo sustentado por estípites y ático, cuya traza se relaciona con la producción de Agustín de Medina y Flores. En las dependencias parroquiales se conserva una talla de la Virgen con el Niño que presidía la capilla que se abrió durante el siglo XVIII en el arco de Matrera. Es una obra barroca muy reformada a mediados del siglo XX por Juan Luis Vasallo Parodi (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Este convento se construye gracias a Isabel de Palacios Espinosa, quien deseaba fundar una casa de frailes apartada del comercio, ya que su deseo era que le sirviera de sepultura a su familia.
Se inauguró en el 1644 y desde el principio se impartía Arte y Teología. Su fachada, precedida de un pequeño jardín, se encuentra encuadrada por dos pares de pilastras estriadas y en el centro se ubica el vano de acceso, coronado con frontón y hornacina que alberga una pintura de San Juan Bosco con niños. Todo el conjunto parece rematado por una espadaña.
La planta del edificio es rectangular con cubierta plana, mientras que el presbiterio es cuadrangular. La cabecera aparece presidida por un retablo que procedía de la iglesia de San Miguel.
En el interior se conservan varias imágenes entre la que destaca la de San Pedro de Alcántara y la de candelero de la Virgen Fuensanta, siglo XVI.
HORARIO DE VISITAS: Libre, sólo fachada (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
En su origen, hacia 1600, se levantó en este solar una ermita regentada por la hermandad de la Caridad, junto a la cual se dispuso un cementerio para las víctimas de las epidemias. En 1757 el prioste de la cofradía Manuel Simón Ayllón de Lara y su mujer María Josefa Roldán y Pavón decidieron levantar a su costa una nueva iglesia y hospital de convalecientes, cuyas obras concluyeron en el año 1769 y, aunque no existe constancia documental al respecto, sus trazas se pueden relacionar con el estilo de Antonio Matías de Figueroa. Tras un largo período de abandono durante el siglo XIX, volvió a ser habilitado como centro asistencial para la tercera edad a inicios del siglo XX.
Centra el conjunto hospitalario la iglesia que tiene planta octogonal con muros articulados por pilastras corintias sobre las que va una cornisa mixtilínea y cubierta de bóveda rebajada con lunetos entre fajas, cuya superficie está completamente decorada al fresco con elementos rococó y diversas escenas de la vida de distintos santos especialmente relacionados con la caridad, entre los que se incluye un retrato de Simón Ayllón y su mujer. Cuenta con tres capillas, la mayor de planta rectangular y ábside semicircular, las laterales con planta semicircular y cubiertas de cuarto de esfera. A la nave y el presbiterio se abren tribunas de movida planta con bases decoradas por rocallas realizadas en yesería, cierres de forja y celosías de madera. Sobre las tribunas del presbiterio se sitúan los escudos de los mecenas.
Los tres retablos que presiden las capillas son de madera oscura y presentan planta cóncava con movidas formas rococó que pueden relacionarse con la producción del ensamblador Gabriel de Arteaga. El mayor tiene un cuerpo de una sola calle con camarín central flanqueado por parejas de columnas corintias situadas en distintos planos y ático a modo de gran cascarón rematado por un pabellón con cortinajes fingidos sustentados por ángeles niños que parten de un doselete central.
El camarín es de espejos y tarjas de madera dorada y alberga la talla de candelero de la Virgen de la Caridad, obra del siglo XVII, con niño de mediados del XVIII, y en el ático se sitúa una talla en madera oscura de san Pedro apóstol contemporánea del retablo.
Los retablos colaterales son gemelos y presentan un cuerpo flanqueado por parejas de columnas corintias y ático. Tanto la disposición expansiva de las columnas como la complejidad de las cornisas y otros elementos arquitectónicos confieren a estas interesantes piezas un acentuado sentido teatral. Ocupan las hornacinas principales las tallas policromadas de san José y san Miguel, obras contemporáneas de los retablos que proceden de talleres genoveses. Sobre el vano de acceso al templo se dispone un lienzo exvoto.
Cuenta esta iglesia con algunas piezas de platería rococó destacables, como la lámpara que cuelga ante la capilla mayor, coronas y cetro de la Virgen de la Caridad y las sacras de los retablos colaterales. A ambos lados de la iglesia se sitúan sendos patios, el correspondiente al lado del evangelio es de formas sencillas con galerías abovedadas sustentadas por pilares y el del lado de la epístola con arcos de medio punto sostenidos por columnas de mármol y galerías también abovedadas. Remata el conjunto una balaustrada de cerámica.
En el centro del patio hay un brocal de mármol con herraje dieciochesco, que es réplica del original conservado en otras dependencias. Sus frentes se decoran con la alternancia de emblemas de la hermandad de la Santa Caridad y motivos geométricos. En una de las crujías hay una pequeña fuente de mármol de colores con pinjantes, contemporánea del conjunto, y en el muro frontero se conserva un panel de azulejos sevillanos con el emblema de la Caridad con inscripción que recuerda a Manuel Ayllón donde figura la fecha de 1777. Toda la zona trasera del edificio está ocupada por el jardín, al que se abre una galería de tres frentes con arcos de medio punto sustentados por pilares.
La fachada principal está centrada por la iglesia, a la que precede un pórtico de tres arcos de medio punto sustentado por columnas de mármol al que cierra una reja de forja dieciochesca. El remate de este pórtico, al igual que ocurre en las alas laterales, presenta un característico y ondulante perfil mixtilíneo, que protagoniza la composición del conjunto.
El vano de acceso al templo se enmarca también por un complejo baquetón de formas sinuosas y a ambos lados del cuerpo de la iglesia van dos pequeñas espadañas cuyo vano, rematado en medio punto, está flanqueado por pilastras toscanas que sustentan un complejo frontón triangular. Entre ellas se dispone un pequeño edículo que repite formas similares. El ala derecha presenta la portada de acceso a las dependencias, cuya fábrica es de ladrillo visto. Se compone de dos cuerpos, el inferior flanqueado por columnas dóricas y rematado por frontón triangular roto, y el superior centrado por una hornacina flanqueada por columnas y pilastras toscanas que sustentan un frontón curvo, donde se sitúa una alegoría en piedra de la Caridad.
Los vanos laterales van rematados por grandes frontones triangulares también de ladrillo visto. La fachada del lado izquierdo es más sencilla y presenta sobre el vano de acceso una hornacina de ladrillo visto rematada por frontón curvo que alberga un panel de azulejos dieciochescos en el que se representa a Jesús Nazareno (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se trata de un conjunto arquitectónico de planta rectangular organizado en torno a dos patios laterales, disponiéndose en el centro la iglesia. Esta es de planta octogonal, con dos capillas semiesféricas en los laterales y la mayor rectangular.
La cubierta se resuelve mediante cúpula semiesférica. Con lunetos en el cuerpo de la iglesia. Las capillas presentan planta semicircular con cubierta de cuarto de esfera y la capilla mayor es de planta circular con cúpula semiesférica. Los muros se articulan mediante pilastras corintias. Los patios se resuelven mediante arcadas de medio punto que descansan bien sobre columnas toscanas o bien sobre pilares.
Al exterior presenta dos portadas laterales que se corresponden con los patios. Estas, al igual que los vanos que las flanquean, se decoran con columnas adosadas rematadas por frontón triangular. La iglesia presenta un pórtico compuesto por una triple arcada de medio punto sustentada por columnas toscanas. Todo el frente se remata por murete con perfil mixtilíneo. Ante la cúpula se sitúan dos espadañas gemelas, flanqueadas por pilastras toscanas.
Este conjunto fue construido en la segunda mitad del siglo XVIII, respondiendo a la estética tardo barroca (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conjunto arquitectónico construido en la segunda mitad del siglo XVIII.
La iglesia octogonal está flanqueada por dos amplios patios cuadrados limitados al exterior por paramentos con remate ondulado y mixtilíneo. Comunica con el interior por un pórtico de triple arcada de medio punto sobre columnas y cancela de forja.
Dos espadañas gemelas se sitúan ante la cúpula.
Los patios conservan dos portadas rematadas por frontón triangular, aunque la izquierda está incompleta. Es un conjunto de estilo colonial y quizás una de las más gratas sorpresas que nos tiene reservadas Arcos.
El interior de la iglesia es ovalado y de elegantes proporciones, destacando algunas interesantes imágenes italianas y la Virgen de la Caridad en el retablo Mayor con capilla de cristales de colores y espejos.
HORARIO DE VISITAS: Libre, sólo fachada (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
Puente de estructura metálica sobre el río Guadalete, situado a la entrada del municipio por la carretera comarcal 344.
Se inauguro el día 14 de octubre de 1920. Cubre, en un solo tramo, una luz de 63,50 metros entre apoyos, con tablero inferior, mediante dos vigas principales de cordón inferior recto y superior parabólico. Es de celosía metálica tipo BowString arriostrada y apoyada sobre estribos de fábrica. Las barandilla y aceras son metálicas.
El puente tiene una longitud total de 63,50 metros, una altura máxima rasante de 10 metros y la anchura del tablero es de 6 metros. Se encuentra en uso y en buen estado de conservación (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El actual Puente de San Miguel o Puente de Hierro, se inauguró el día 14 de octubre de 1920, siendo alcalde Juan José Velázquez-Gaztelu. Presidió el acto el Cardenal de Sevilla Enrique Almaraz, quien acompañó a la comisión municipal a Madrid para conseguir la consecución de la obra por parte del Ministerio de Fomento. Anterior a la construcción de este puente de hierro, hubo muchos proyectos que intentaron solucionar el paso del río Guadalete. Los anteriores puentes habían sido de madera y sucumbían a las numerosas crecidas del río teniéndose que solventar el paso con barcazas. Es en el siglo XVII cuando se pretende realizar el primer puente de cantarería, aunque contó con numerosos problemas y no es hasta que el año 1868 cuando se inaugura el puente de cantería que será destruido, años más tarde (1917), por una riada. A partir de este momento se inician los trámites para la construcción del actual, finalizándose en la primera década del siglo XX (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
El convento de San Francisco tiene su origen en una ermita dedicada a san Antonio que en 1508 levantó fray Antonio de Zamora. Dos años más tarde el mismo religioso fundó en dicha ermita un convento de franciscanos a expensas de la duquesa de Arcos. La comunidad se mantuvo hasta la desamortización de Mendizábal, cuando comienza un prolongado período de crisis para este convento, del que sólo se conserva en nuestros días la iglesia. El templo primitivo era de estilo tardogótico y constaba de una nave a la que se adosaban varias capillas. En torno a 1660 se emprendieron grandes obras de remodelación y ampliación que se completaron con otras más puntuales realizadas a mediados del siglo XVIII y dieron como resultado el predominante aspecto barroco que presenta hoy el templo, si bien en algunas zonas aún son visibles importantes muestras de la fábrica primitiva. La única nave, de gran longitud está cubierta por bóveda cañón rebajado con lunetos y arcos fajones que descansan sobre pinjantes, que debe corresponder a la intervención dieciochesca. La capilla mayor es de planta rectangular cubierta con bóveda de cañón con lunetos y ante ella se levanta una cúpula semiesférica sobre pechinas que descansa sobre pilastras corintias, tramo al que se abren dos capillas conformando un falso crucero. Tanto este ámbito como el presbiterio presentan una abigarrada decoración de yeserías a base de motivos carnosos, tarjas, escudos, ángeles, alegorías y escudos nobiliarios en las pechinas, que recuerdan el estilo de los hermanos Borja y pueden fecharse hacia 1660. A los pies de la nave se sitúa el coro, que descansa sobre una bóveda de crucería abierta a la nave por un arco carpanel sustentado por columnillas, respondiendo toda esta estructura a la fábrica gótica original. Desde el exterior se accede por un pórtico columnado fechable en la segunda mitad del siglo XVII, al que se abre la portada principal, pieza tardogótica de cantería resuelta mediante un gran arco rebajado que descansa sobre columnillas y queda enmarcado por un baquetón rectangular. A su lado se abre otra portada de la misma época, hoy transformada en hornacina, que debe corresponderse con el acceso original a las dependencias conventuales. La hornacina, que presenta decoración rococó, está ocupada por la imagen de Jesús de los Pobres, talla dieciochesca de tipo popular. Sobre el pórtico hay un panel de azulejos sevillanos del siglo XVIII que representa a San José.
Toda la nave y el presbiterio tienen un zócalo de azulejos sevillanos de la segunda mitad del siglo XVII, interesante obra de motivos vegetales y geométricos de tonos azules sobre fondo blanco, en el que apoyan un Vía Crucis y otras tarjas con escudos franciscanos, emblemas de María y floreros. En la capilla mayor, que fue patronato de la familia Maldonado, se levanta el retablo mayor sobre el mencionado zócalo de azulejos, aquí con los escudos franciscano y dominico flanqueados por ángeles. El retablo es un políptico fechable hacia 1660, con banco que alberga pinturas de diferentes santos, un cuerpo sustentado por delgadas columnas salomónicas y ático. Preside la calle central una talla de la Inmaculada de escuela sevillana del siglo XVIII, muy cercana al estilo de Pedro Duque Cornejo. Sobre ella hay un lienzo que representa a san Antonio de Padua atribuido a Francisco Meneses Osorio. En las calles laterales otros lienzos contienen el Jubileo de la Porciúncula y una alegoría de la Inmaculada Concepción. Centraba el ático un altorrelieve de Jesús caído, hoy desaparecido, sobre el que va el escudo franciscano. Los lunetos laterales representan a santa Clara con los sarracenos y el martirio de santa Rosalía. Este conjunto de pinturas puede relacionarse con la producción de Juan Loaysa, que trabajó para el convento en 1667. Los ángeles lampareros pueden fecharse hacia 1770 y presentan el dinámico estilo de los Acosta. En los laterales del presbiterio se levantan retablos gemelos de madera dorada dedicados a san Bernardino y san Francisco, realizados por Juan Navarro en 1744. Constan de un cuerpo sustentado por estípites y ático. El que preside san Bernardino, talla de candelero, tiene a sus lados las imágenes de los arcángeles san Rafael y san Miguel, mientras que en el de san Francisco, expresiva talla dieciochesca, lleva en los laterales a santa Bárbara y santa lucía. Los áticos están ocupados por los corazones de Jesús y de María.
La capilla que se abre al lado del evangelio está presidida por un retablo de mediados del siglo XX que ocupa la imagen del Cristo de las Tres Caídas, talla de candelero realizada por Antonio Castillo Lastrucci en 1953, quien también talló la dolorosa en 1963. En el lado de la epístola se abren tres capillas, la primera, inmediata al presbiterio está dedicada a santa Ana, que preside un retablo de estuco policromado realizado hacia 1660, con un cuerpo dividido en tres calles por columnas adosadas de orden corintio y ático tripartito, rematado por complejo frontón. Está ocupado por imágenes de candelero, si bien parece estar concebido para albergar pinturas. En el muro frontero hay un retablo rococó en madera oscura, obra de complejo diseño fechable hacia 1760 atribuible a Cayetano de Acosta.
Ocupa su hornacina una talla policromada del Niño Jesús pasionario de mediados del siglo XVIII. En el testero frontal se abre una hornacina de talla policromada realizada hacia 1660 que contiene la imagen de la Virgen de la Bella, talla sevillana de la primera mitad del siglo XVIII. Las dos capillas siguientes son de traza gótica, correspondientes a la fábrica original y se cubren por bóvedas de crucería. La primera es de la cofradía del Cristo de la Columna, cuyo retablo de madera policromada imitando mármoles puede fecharse a mediados del siglo XVIII. Tiene tres calles separadas por estípites y ático y está presidido por la imagen del Cristo de la Columna, talla de finales del siglo XVII, restaurada en 1927 por Ramón Chaveli.
En las calles laterales van las imágenes de candelero de san Antonio y san Juan Evangelista, contemporáneas del Cristo. En el ático hay un relieve con la Imposición de la casulla a san Ildefonso. Frontero a este retablo hay un marco rococó que contiene una pintura dieciochesca del Ecce Homo y en el testero frontal hay un retablo rococó con la dolorosa de la Paz, talla de candelero de finales del siglo XVII.
La capilla siguiente es la de las Ánimas y hermandad del Dulce Nombre. Fue restaurada por Diego Núñez de Castilla en 1721, fecha a la que debe corresponder el retablo de estípites realizado en madera policromada a imitación del mármol que la preside. Su único cuerpo esta ocupado por un gran altorrelieve de las Ánimas, obra contemporánea del retablo que puede relacionarse con la producción de Diego Roldán o su círculo. En el testero frontal se encuentran las imágenes de la cofradía del Dulce Nombre, crucificado de madera realizado en 1585 por Miguel Adán y muy modificado en 1735 para representar con él la escena del descendimiento. La Virgen de la Quinta Angustia es una dolorosa de candelero de la primera mitad del siglo XVII y el Niño Jesús del Dulce Nombre es una talla dieciochesca procedente de Roma, donada en 1766 por Clemente Antonio Baena.
En la nave se disponen varias pinturas dieciochescas que representan a san Juan Nepomuceno, san Benito de Palermo, una alegoría del dogma de la Inmaculada Concepción y las Jerarquías angélicas. También hay un panel de azulejos sevillanos del siglo XVIII que representa a San Cristóbal.
El sotocoro está presidido por un retablo de madera dorada sustentado por columnas salomónicas fechable hacia 1670, presidida por una talla de candelero de la Virgen del Rocío. En uno de los muros laterales hay un lienzo de la Inmaculada Concepción, obra de hacia 1750 que puede relacionarse con José Timón Ferrari.
En las cercanías de la iglesia de san Francisco se levanta la capilla de la Virgen de las Aguas, que en 1693 levantaron los hermanos del Rosario de san Francisco. Su sencilla estructura de tipo popular tiene gran valor ambiental (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Es el único resto conservado del antiguo convento de este título. Se trata de una iglesia de una nave rectangular. La nave, de paramentos lisos, se cubre por bóveda de cañón con lunetos, ante la capilla mayor se sitúan dos capillas rectangulares con la cubierta de nervios estrellada. El color se sitúa a los pies de la nave, en alto, la bóveda del sotocoro es de nervios, sustentada por arcos carpaneles sobre columnillas.
Al exterior presenta un pórtico de arcos de medio punto sobre columnas toscanas. En su interior se sitúan dos portadas.
Ambas de arco de medio punto flanqueados por columnillas de cardina.
A la obra primitiva del siglo XVI pertenecen las capillas de la nave lateral, la bóveda del coro y las portadas, todo de formas góticas tardías. La capilla mayor es fechable en la primera mitad del siglo XVII, con decoración del primer barroco, y la bóveda de la nave mayor es igualmente barroca, pero de mediados del siglo XVIII (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Esta edificación se realizó por fundación de la Duquesa de Arcos, Beatriz Pacheco, para un convento de Franciscanos Observantes y se inició a principios del siglo XVI en el lugar ocupado por una antigua ermita dedicada a San Antonio de Padua. A finales del siglo XVII se convirtió en colegio de Propaganda Fide, seminario de misiones en España, Filipinas y Ultramar. En el año 1835, con la Desamortización de Mendizábal, quedó extinguido el convento pero continuó la iglesia. El edificio presenta una portada sencilla precedida por una arquería compuesta por arcos de ladrillos que descansan sobre columnas de mármol enmarcadas por alfices. El interior dispone de una nave central con crucero rematado por una cúpula de media naranja a la que se le anexan tres capillas de diferentes estilos (Gótico, Flamígero y Barroco). Cabe destacar el zócalo de azulejos sevillanos del siglo XVII, la talla de la Purísima (siglo XVIII), un Niño Jesús atribuido a la Roldana, así como el relieve de la capilla de las Ánimas.
HORARIO DE VISITAS:
Lunes a viernes: 11.00 – 13.00 h / 17.00 – 20.00 h (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
Se levantó en las afueras de la población, en el camino de Bornos, en 1765, para reemplazar a otra anterior situada en las cercanías junto a una cueva, donde la tradición dice que se encontró la imagen del crucificado al que está dedicada. Es una sencilla construcción de planta rectangular con cabecera plana. La nave se cubre por bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones que descansan sobre pinjantes.
La capilla mayor es cuadrangular y se cubre por cúpula semiesférica sobre pechinas. Al exterior las líneas son muy sencillas. Originalmente contó con un retablo pintado de tipo rococó, del que aún pueden observarse algunos restos que sobresalen sobre el actual, obra neoclásica del siglo XIX realizado en madera policromada a imitación del mármol, con un cuerpo dividido en tres calles por pilastras y columnas dóricas, rematándose la central por frontón curvo.
Preside el retablo la pequeña imagen del Cristo del Romeral, talla policromada del siglo XVIII que se aloja en una vitrina rococó de madrea dorada realizada en 1765 y cuya hechura se puede atribuir a Andrés Benítez. En la zona trasera lleva una pintura que representa la escena de la aparición milagrosa de la imagen (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La primitiva ermita se situaba al borde del arroyo, junto a la cueva donde se halló el Cristo. Debido a que las aguas del arroyo destruían los cimientos y gracias a la donación de D. Andrés Cabrera Mármol, se construyó la actual ermita en 1765.
El relicario que guarda la venerada imagen, data de 1766. En septiembre se celebra la Romería en honor al Santísimo Cristo del Romeral.
HORARIO DE VISITAS: Libre, sólo fachada (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
En el término municipal de Arcos, a unos 10 km. de la población, se localizan los restos de una ciudad romana situada en la ladera de la sierra.
Entre los numerosos restos que afloran en el terreno ocupado por el yacimiento se pueden distinguir con claridad los correspondientes al primitivo recinto amurallado y otros que por su entidad pudieron pertenecer a edificios importantes de la trama urbana.
La necrópolis se extiende por la zona norte de las murallas y en ella se han localizado algunas tumbas. Pero el conjunto más interesante está integrado por un extraordinario complejo hidráulico. Se construyó aprovechando el desnivel del terreno calizo, a través del cual se filtraban las aguas de lluvia, para recogerlas en una sucesión de depósitos, que servían, además para la canalización de las aguas, para su limpieza y posterior distribución.
El primer depósito destinado a la captación de aguas podía llegar a almacenar hasta dos millones de litros (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se localizan murallas, bastionadas de más de dos metros de altura y un primer recinto amurallado atribuibles al Bronce Final. En época romana se amplió el recinto amurallado y se construyó un importante conjunto de cisternas para la captación de agua. El sistema hidráulico de Sierra Aznar representa hoy, junto al acueducto de Gades, las manifestaciones más monumentales y complejas de la ingeniería del agua, proyectadas desde el poder político imperial en la organización del conventus Gaditanus. En Sierra Aznar se ha identificado un castellum aquae que estaría integrado principalmente por una cisterna de almacenamiento, unas piscinas limarias y una cisterna de distribución.
En su ladera Oeste se conservan restos del Castellum Aquae, del cual aún se observan restos de la muralla que lo circundaban, conservando una altura superior a los 5 metros en algunos tramos, así como restos de una de las puertas de entrada en su lado Norte, frente a la necrópolis.
En la parte más alta del cerro existe una estructura en forma de cono invertido, llamado por los lugareños "cucurucho", que ha sido fechada su construcción en el Bronce Final-Orientalizante (GUTIÉRREZ et alii, 2000) y que permite la recogida del agua de lluvia que es conducida, a través de una sima, a una cascada natural, a cuyos pies se localiza un depósito de una sola cámara, que estuvo destinado a la captación de agua y que es conocido comúnmente como "Baño de la Reina".
Presenta dos cuerpos de forma cuadrangular y tallado, en parte, en la roca natural. Los muros de fábrica descansan directamente sobre el terreno natural y tanto paredes como suelos se encuentran revestidos con opus signinum, material con el que también se realizaban los cordones hidráulicos. El agua de este depósito pasaría a otro recinto donde se llevaría a cabo la depuración por decantación a través de un conjunto de 10 cámaras rectangulares, comunicadas entre sí, dispuestas longitudinalmente. Además, en sentido transversal, se localizan dos cámaras más que poseen en sus esquinas registros o aliviaderos de agua intercomunicados por medio de tuberías de plomo.
En una terraza inferior, se encuentra una pileta que tiene la función de distribuir el agua y que difiere de las demás en su planta, ya que ésta es trapezoidal. En su frente Este presenta una comunicación hacia el exterior en forma de arco de medio punto, que podría interpretarse como salida de agua. Conserva además restos de un canalillo vertical, indicando que recibiría agua de la parte superior de la estructura.
Estos depósitos de mayor envergadura se encuentran acompañados de otros que se distribuyen por toda la ladera, dispuestos en diferentes terrazas, y que se ubican en la parte más baja sirviendo de cimientos a los edificios actuales, así como el la zona circundante de donde se encuentra el pozo que abastece de agua al cortijo.
En el área circundante del cortijo aún pueden visualizarse restos de muros y piletas que se extiende hasta el borde mismo de la carretera, lo que sin duda supone su continuidad al otro lado de ésta, ya en la delimitación del yacimiento de Canillas.
En la ladera Norte de este cerro aún pueden observarse los restos de una de las puertas de acceso al recinto amurallado, que está orientada a la zona de necrópolis. A los pies de este acceso, concretamente en la confluencia con la elevación que da nombre al yacimiento, discurre la Cañada del Moro, camino secundario que parte de la cañada de Arcos a Ubrique. En el área destinada a enterramientos se conservan siete estructuras de planta rectangular con muros realizados en opus caementicium con orientación Norte, algunos de ellos con alturas conservadas de hasta 2 metros.
Esta zona de necrópolis se extiende hacia su parte más baja que la constituyen los yacimientos de Canillas y Cárdenas.
La información oral aportada por compañeros de profesión indican la presencia de cuevas talladas en la parte que discurre por encima de los elementos descritos y que actualmente se encuentran destruidos por acción de la explotación de una cantera.
Se debe apuntar también la existencia de los restos de una torre, en mal estado de conservación, en la que aún se puede observar una saetera y que corresponde al periodo medieval. Esta torre, en la segunda mitad del siglo XVII, aún se mantenía en pie según la descripción dada por P. de Gamaza.
Se conserva una ermita del siglo XVI-XVII.
Tradicionalmente, aunque sin base epigráfica que lo haya confirmado, al yacimiento de Sierra Aznar se le ha adjudicado el nombre de Calduba, ciudad citada por Ptolomeo dentro del Conventus iuridicus gaditanus. Esta adjudicación la instituyó, en los años 20, el erudito arcense M. Mancheño, debido a los restos que se apreciaban y a la aparición de diverso material arqueológico. No obstante, también dentro de este mismo conventus y cercanas a la zona, Plinio cita otras dos ciudades aún no identifcadas con seguridad, Regina y Laepia Regia, que Thouvenot ubica en el curso inferior del Guadalete. Otras ciudades de la zona, de las que se conoce sus nombres como Saguntia y Lacca, han sido adscritas a yacimientos arqueológicos situados en Gigonza y cortijo de Casablanca.
A día de hoy no existen pruebas de que este lugar sea efectivamente Calduba, desconociéndose también su estatuto administrativo y organización interna ya que los numerosos restos que asoman en superficie se observan sólo parcialmente e inconexos, sin reconocerse un diseño básico de un modelo urbano.
Pedro de Gamaça Romero (1634), Fray Pedro Mariscal (1729) y ya más adelante eruditos locales como Mateo Francisco de Rivas y Miguel Mancheño y Olivares se hacen eco de hallazgos causales en la zona acontecidos a principios del siglo XIX y en la transición entre los siglos XIX y XX respectivamente. Mancheño aporta el dato del arrasamiento que sufrió el yacimiento, al servir como cantera para las edificaciones circundantes como el caserío edificado al pie de la sierra e incluso la que hoy es la Basílica Menor de Santa María de Arcos. Consta en la Colección Mancheño donada al Museo de Cádiz tras su muerte, una cabeza de guerrero sobre pórfido rojo hallada en Sierra Aznar.
Posteriormente las referencias se limitan a Enrique Romero de Torres (1934) y César Pemán (1954). El primer estudio más completo que se escribió fue por parte de Lorenzo Perdigones tras la realización de la carta arqueológica de Arcos de la Frontera en 1986. En el planteó que las construcciones hidráulicas de Sierra Aznar debían formar parte del sistema de captación y distribución de aguas del acueducto romano de Cádiz. Posteriormente trabajaría en el yacimiento Gener Basallote donde también identificaría dichas estructuras como un castellum aquae, posiblemente también como recurso extra al suministro de agua del acueducto del Tempul.
Impulsados por la Ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos (1997-2003) numerosas fueron las investigaciones por parte de colaboradores del proyecto. Entre ellos, Richarte planteó la posibilidad de que tal cantidad de agua sirviera para el riego de explotaciones agrícolas de las zonas, ya que se constata la existencia de numerosas villas romanas.
Por último, y al hilo de la última canalización localizada en la ladera meridional, se vienen dando una serie de investigaciones por parte de Zuleta Alejandro y Mata Almonte que sitúan Sierra Aznar como un posible centro minero, caso excepcional en toda la región (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Casa-Palacio Matrera Abajo; Casa-Palacio García de Veas; antiguo Convento de Franciscanos Descalzos (Iglesia de Mª Auxiliadora); Hospital de la Caridad; Puente de San Miguel; Iglesia de San Francisco; Ermita del Cristo del Romeral; y Yacimiento de Sierra Aznar) de la localidad de Arcos de la Frontera (y VII), en la provincia de Cádiz. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia gaditana.
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