Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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martes, 9 de mayo de 2023

Los principales monumentos (Jardín Andalusí; Palacio del Mayorazgo; Calle Cuna; Capilla de la Misericordia; Convento de los Jesuitas - Colegio Ntra. Sra. de las Nieves; e Iglesia de San Pedro) de la localidad de Arcos de la Frontera (V), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Jardín Andalusí; Palacio del Mayorazgo; Calle Cuna; Capilla de la Misericordia; Convento de los Jesuitas - Colegio Ntra. Sra. de las Nieves; e Iglesia de San Pedro) de la localidad de Arcos de la Frontera (V), en la provincia de Cádiz.

Jardín Andalusí
     El Jardín Andalusí es consecuencia de una reforma realizada a inicios de este siglo XXI en la parte trasera de la Casa Palacio del Mayorazgo, que correspondía a las caballerizas y lugar de recreo. En este espacio se funden dos elementos que son indispensables en la cultura andalusí y en la nuestra propia, como son el agua y la flora, que unidos al entorno en el que se ubica, nos traslada a tiempos pasados.
     HORARIO DE VISITAS:
     De lunes a viernes: 10:30 a 13:15 h / 16.00 a 19.15h
     Sábados y domingos: 11.00 a 13.45 h
     Lunes y festivos: Cerrado
     Información: Delegación de Cultura: Tlf: 956 70 30 13 / cultura@arcosdelafrontera.es (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).

Palacio del Mayorazgo
     El palacio del mayorazgo es una de las mues­tras más sobresalientes de la arquitectura civil arcense. Fue levantado en las últimas décadas del siglo XVIII por la familia Ayllón de Lara y después fue residencia de la familia Núñez de Prado, que fundó un mayorazgo de donde procede su denominación popular. En la actualidad es sede de distintos servicios municipales. Las de­pendencias se organizan en torno a dos patios. El principal, de planta cuadrangular presenta en el cuerpo inferior arcos de medio punto sus­tentados por columnas toscanas de mármol en tres de sus frentes, mientras que el cuarto está ocupado por un vano de arco rebajado. El segundo cuerpo dispone  la misma solución sobre esta crujía, que se abre frente al salón principal, y en las tres restantes hay vanos rectangulares enmarcados por fajas. El segundo patio es de líneas más sencillas, con dos frentes sustentados por columnas toscanas de mármol. Los arcos de medio punto fueron reformados a finales del siglo XIX, cuando se les superpuso una moldura apuntada. El salón principal y otras dependencias conservan armaduras de madera de lima bordón con tirantas decoradas por lacerías. A principios del siglo XVIII corresponden las hojas de algunas puertas, con decoración geométrica y vegetal, entre las que se disponen motivos heráldicos. La portada principal es de cantería y se ubica en un quiebro de la fachada y consta de dos cuerpos, el inferior flanqueado por columnas parea­das de orden toscano, y el superior por pilastras del mismo orden que sustentan un frontón triangular roto, cuyo centro alberga el escudo de los propietarios. Todo el conjunto presenta decoración carnosa con elementos vegetales y zoomor­fos. Sobre la portada se levanta un mirador de planta cuadrada y cubierta a cuatro aguas, en cuyos frentes se abren triples arcadas con alfices sustentadas por columnillas toscanas. Junto a la portada se ubica un pequeño panel de azulejos sevillanos del siglo XVIII con la imagen de Jesús Nazareno (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Se trata de una edificación de planta sensiblemente rectangular, con dos cuerpos, organizada interiormente según dos patios. El principal presenta planta rectangular con dos plantas, las crujías de la primera planta están sustentadas en tres de sus frentes por arcos de medio punto sobre columnas toscanas y el tercero por arco rebajado sobre pilares. El segundo cuerpo se articula mediante fajas entre las que se abren vanos rectangulares. A esta dependencia se abre la escalera principal, cubierta por bóveda de aristas. El segundo patio es más sencillo, presentando tres de sus frentes porticados, resueltos mediante arcos de medio punto sobre columnas toscanas. Los salones de la planta alta se cubren en ocasiones por artesonados de tradición mudéjar.
     Al exterior destaca la portada principal, compuesta par dos cuerpos, el primero flanquea el vano rectangular por columnas pareadas de orden toscano y el segundo lo hace por sendas pilastras igualmente toscanas, de fuste estriado.
     Se remata por frontón triangular roto, que alberga un escudo. Sobre el ámbito de la entrada se dispone un mirador de planta cuadrada, sus frentes resueltos mediante triple arcada de medio punto enmarcado por alfiz, que descansan sobre columnas toscanas. La cubierta es a cuatro aguas.
     El conjunto fue realizado en el siglo XVII y responde a la estética barroca, observándose elementos de tradición mudéjar en la cubiertas y mirador (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Su fachada es suntuosa y herreriana. Fue construido en el S. XVII. La portada principal está compuesta por dos cuerpos, el primero con columnas pareadas de orden toscano a ambos lados del hueco rectangular de la puerta. El segundo presenta dos pilastras toscanas de fuste estriado. Se remata con un frontón triangular roto que contiene un escudo con yelmo y lambrequines de la familia Núñez de Prado. En la parte superior, un mirador de planta cuadrada con elementos de tradición mudéjar, tres arcos de medio punto enmarcados por un alfiz y cubierta a cuatro aguas.
     De sus esplendores pasados detectamos en su interior dos patios columnados, y los artesonados de amplios salones.
     Actualmente es la sede de la Delegación Municipal de Cultura y sus diferentes espacios se dedican a exposiciones temporales o permanentes, como la “Sala de la Molinera y el Corregidor, la “Sala de Antonio el Bailarín”, el “Rincón de los Poetas y Escritores” o la “Sala de la Fundación Víctor Marín”.
     En su parte baja se sitúa la Pinacoteca Municipal y el Jardín Andalusí.
HORARIO DE VISITAS:
     De martes a viernes: 10:30 a 13:15 h /16.00 a 19.15
     Sábados y domingos: 11.00 a 13.45 h
     Lunes y festivos: Cerrado (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).

Calle Cuna
     Se llama así por estar en ella la entrada de la fundación de niños expósitos. En esta calle se asentó el viejo pósito instaurado por los Reyes Católicos. Fue elegida por M. Utrillo para ser reproducida en  el “Pueblo Español” de Barcelona (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).

Capilla de la Misericordia
     La capilla de la Misericordia formó parte del hospital de mujeres y niños abandonados fundado por los marqueses de Cádiz en 1490, que desapareció en el siglo XVII, si bien la construcción del templo actual puede situarse hacia 1530. En 1653 Ana de Trujillo funda allí un colegio de la Compañía de Jesús denominado de Santa Catalina, más tarde trasladado al actual Colegio de las Nieves. Desde el siglo XIX el recinto ha sufrido importantes etapas de abandono, en el trans­curso de las cuales se perdió la armadura de la nave. En nuestros días ha sido rehabilitado por el Ayuntamiento como sala de usos culturales. De las dependencias sólo se conservan escasos restos integrados en viviendas, entre ellos algunos va­nos de tipo mudéjar enmarcados por alfices.
     La capilla tiene planta rectangular y consta de una nave cuyos laterales van articulados por triples arcadas ciegas de arcos peraltados que descansan sobre pilares ochavados. La cubierta original era una armadura de madera, que ha sido reemplazada por una bóveda de medio cañón. La capilla mayor es una pieza de planta cuadrangu­lar de cuidado diseño, cuya bóveda de crucería, de nervios combados, presenta un acentuado peralte y descansa sobre pilares entre cuyos baquetones corre una red de molduras diagonales. En el lateral de la epístola se abre un vano ciego de arco carpanel sobre columnillas  cuyos capiteles presentan decoración figurativa con elementos grotescos y zoomorfos.
     La portada principal es obra tardogótica labrada en piedra, del primer tercio del siglo XVI, cuyo diseño presenta ciertas afinidades con la de los pies de Santa María. Está enmarcada por dos baquetones con columnillas adosadas rematadas en pináculos. El vano es rectangular y las jambas van decoradas con cardinas y arquillos entrecruzados. Sobre él se dispone un arco apuntado ciego a modo de tímpano, que alberga una hornacina coronada por doselete. Remata el conjunto un piñón escalonado, fruto de una intervención posterior, centrado por un panel de azulejos sevillanos del siglo XVIII que representa el Calva­rio. El exterior de la capilla mayor es de cantería y está rematado por una crestería gótica. En uno de sus lados se alza una sencilla espadaña (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Fue fundada en 1490 por los Marqueses de Cádiz para niños abandonados y como casa y hospital de mujeres.
     Su portada es de estilo gótico gentil y en su interior, esculpidos en capiteles, los dos únicos retratos que se conservan de los Marqueses de Cádiz. Son dos pequeños bustos escoltados por un friso de animales alegóricos, D. Rodrigo aparece con barba puntiaguda, melena, cuerpo y garras de león y gorro servol en la cabeza; Dña. Beatriz ostenta corona de marquesa, cetro y rueca.
     Actualmente se usa como salón de exposiciones, presentaciones de libros, conferencia…etc.
     HORARIO DE VISITAS: Consultar.
     Información: Delegación de Cultura: Tlf: 956 70 30 13 / cultura@arcosdelafrontera.es (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).

Convento de los Jesuitas (Colegio Ntra. Sra. de las Nieves)
     Fue fundado en 1675 por Diego de Virués para trasladar aquí el colegio de santa Catalina, que hasta entonces había permanecido en el antiguo hospital la Misericordia. Tras la expulsión de los jesuitas fue ocupado por los mercedarios al abandonar en 1785 su convento que se encontraba en ruinas. A partir de entonces tomó el nombre de la Virgen de las Nieves, por la imagen que llevaron los mercedarios, quienes permanecieron allí hasta la exclaustración de Mendizábal.
     Las dependencias del colegio, realizadas a par­tir de 1675 se disponen en torno a un patio rectangular de tres crujías, cuyo piso inferior está sustentado por columnas dóricas de mármol con alto cimacio, sobre las que van arcos de medio punto, y el segundo articulado por fajas entre las que se abren vanos con marcos decorados por ménsulas. La escalera principal es de tipo con­ventual con desembarco de doble arcada sustentada por columna toscana. La cubierta es una ar­madura de lima bordón, con lacerías en almizate. Cubierta similar presenta uno de los salones de la planta superior. Al exterior hay una portada en mármol blanco que se compone de dos cuerpos, el primero enmarcado por pilastras toscanas y el segundo rematado por frontón triangular. Junto a ella se abre otra de menores proporciones, que daba acceso a la primitiva iglesia. Está realizada en ladrillo visto, que se resuelve me­diante un ancho marco con remate mixtilíneo en el que se sitúa un escudo real en mármol de cuidada decoración rococó.
     En 1759 se comenzó a construir la iglesia nueva, cuyas obras quedaron paralizadas con la expulsión de los jesuitas en 1767. La fábrica se levantó hasta una altura de unos tres metros y en la actualidad su solar está ocupado en parte por el mercado de abastos. El proyecto preveía la construcción de un templo de planta de cruz latina con una nave, cuyos pilares se decoran con motivos geométricos. Tiene dos portadas, la de los pies flanquea el vano por dos columnas de complejo fuste sobre pedestales y en la lateral se utilizan pilastras. Las características de la fábrica construida permiten relacionar su diseño con la producción de Antonio Matías de Figueroa (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Fundado en 1675, se encargan de él los padres jesuitas de la Misericordia. Lo dotó D. Diego de Virués y les dejó para ello su propia casa.
     Con la expulsión de los jesuitas, lo habitaron los mercedarios por concesión del rey en 1785 hasta la desamortización de Mendizábal.
     El dintel de su fachada ostenta el Escudo de España y las flores de lis de los Borbones. Es de severo porte, y sencilla y clásica fachada.
     En el interior, dos interesantes artesonados, uno en la escalera y otro en el piso alto.
     Actualmente se utiliza como colegio público.
     HORARIO DE VISITAS: Libre, sólo fachada (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).

Iglesia de San Pedro
     Las noticias más antiguas sobre la existencia de este templo datan de los años centrales del siglo XIV y hay noticias de que durante el siglo XV fue colegiata. En 1679 dio comienzo un prolon­gado y famoso litigio entre esta parroquia y la de Santa María, por la antigüedad y preeminencia, que no se resolvió definitivamente hasta que en 1764 se dictaminó en Roma a favor de la última. Diversos indicios arquitectónicos permiten suponer que entre finales del siglo y comienzos del XV pudo comenzar a levantarse la fábrica actual, que se plantearía  según los esquemas mudéjares al uso en la zona sevillana. A este periodo inicial pertenece en la capilla mayor, la sacristía y algún resto aislado, como el vano geminado conserva­do en la zona de la cabecera, que presenta arcos apuntados con decoración lobulada, muy similar a los existentes en algunos templos mudéjares de Jerez de la Frontera. Durante el primer cuarto del siglo XVI se levantó el actual cuerpo de la iglesia, que posiblemente responda a un cam­bio de planes en el que se reemplazarían las tres naves habituales en los templos de su tipo por un amplio cuerpo. Debieron trabajar en su construcción durante este periodo Alonso Rodríguez, Juan Gil de Hontañón y posteriormente Diego de Riaño, cuya presencia esta documentada, si bien se aprecia la intervención de Martín Gainza. En 1595 Pedro Díaz de Palacios realizó un diseño para  la torre y portada lateral, que no llegó a realizarse.
     A finales del siglo XVII se levantará la amplia capilla del sagrario, según diseño realizado por Diego Moreno Meléndez, y durante el XVIII se llevaron a cabo grandes intervenciones en el templo. La primera se proyectó en 1713 y consistió en la ampliación de la nave, con un trascoro, según proyecto del maestro cantero Lorenzo Fernández de Iglesias, aprobado en 1714 por Diego Antonio Díaz. En 1728 se comenzó a construir la torre-portada lateral, bajo la dirección del maestro cantero Manuel Gómez, autor de las trazas, si bien se ha querido ver en su disposición fuertes ecos del estilo de Diego Antonio Díaz. Cuando aún no se había concluido esta empresa, el terremoto de 1755 dañó gravemente la estructura de la torre, aún no terminada, que sufrió graves daños, por lo que tuvo de ser reconstruida, momento que se aprovechó para añadirle el cuerpo de campanas. Estos trabajos estuvieron a cargo de Pedro de Silva, quien los comenzó en 1759, quedando interrumpidos definitivamente en el año 1765.
     El templo presenta una sola nave dividida en tres tramos y cabecera poligonal articulada en dos tramos. Las bóvedas son de nervadura de terceletes con espinazo tanto en la nave como en el primer tramo de la cabecera y descansan sobre estrechos pilares a los que se adosan baquetones. Las capillas se abren a la nave por me­dio de arcos apuntados entre los que corre una cornisa que se quiebra en forma rectangular sobre las claves de los arcos, siguiendo un esquema frecuente en la arquitectura tardogótica de Jerez de la Frontera. Los vanos son apuntados y están sustentados por columnillas y sobre el arco toral va un rosetón con tracerías flamígeras. La zona inferior del hastial de los pies, reformada por Fernández de Iglesias se resuelve mediante una triple arcada enmarcada por pilastras compuestas cajeadas, cuyos laterales dan paso al trascoro, cubierto en los tramos laterales por bóvedas de aristas y en el central por un cuarto de esfera avenerada.
     Al exterior destaca el lateral abierto al patio de San Pedro, donde se levanta la portada principal del templo. Se trata de una torre fachada en la que se abre una monumental portada de cantería que consta de dos cuerpos, el primero articulado en tres calles por columnas corintias sobre alto pedestal, ocupando la central el vano rectangular de acceso, que está enmarcado por baquetón mixtilíneo, y las laterales hornacinas superpuestas con las esculturas de los cuatro evangelistas. El segundo cuerpo lo preside la imagen del titular del templo, albergada en una hornacina adintelada sobre la que se dispone un vano abalaustrado. Enmarcan el conjunto sendas columnas salomónicas. El cuerpo de campanas presenta triples vanos, más amplio el central, que van rematados en medio punto con molduras quebradas y frontones, todo ello flanqueado por pilastras jónicas. Corona la torre una sencilla espadaña que sustituye el remate proyectado y que no llegó a construirse.
     El exterior del lado del evangelio es de formas más sencillas y en algunos de sus ángulos se embuten fustes y capiteles romanos de mármol. Destaca el exterior de la capilla del sagrario, que aún conserva la decoración dieciochesca, pintada y esgrafiada y en la zona trasera un panel de azulejos sevillanos fechado en 1782 centrado por una gran tarja de rocallas en cuyo centro aparece un ostensorio adorado por dos ángeles niños. En la fachada de los pies del templo hay otro panel de igual cronología y procedencia que representa a la Virgen del Socorro.
     El retablo mayor se construyó entre 1538 y 1547 en madera dorada y constituye una de las muestras más destacadas de la retablística tardogótica andaluza. Está documentada la in­tervención en su hechura de  Pedro  Fernán­dez de Guadalupe, Antón Sánchez de Guadalupe y Hernando de Esturmio, si bien se ha apuntado también la posible intervención de Nicolás de León en la parte escultórica. Es una estructura ochavada articulada en siete calles, con banco y dos cuerpos, enmarcados por sendas polseras laterales, rematándose por un amplio guardapolvo coronado por cresterías. La calle central, más ancha y alta que las laterales, presenta en la zona inferior un sagrario añadido a mediados del siglo XVII articulado por columnillas entor­chadas sobre el que va una hornacina con la talla de san Pedro y a continuación un manifestador con puerta de dos hojas y decoración de tipo plateresco, lo que permite pensar en una autoría diferente a la del resto del retablo. Las puertas presentan relieves con los evangelistas y en el interior se disponen símbolos de la Pasión. Remate esta calle una gran hornacina con el grupo escultórico de la aparición de Cristo a María Magdalena, obra, que al igual que el san Pedro se relacionan con la producción de Antón Vázquez.
     El resto del programa iconográfico está com­puesto por pinturas sobre tabla a las que rematan complejos doseletes. En las polseras aparecen san Pedro, san Pablo y los evangelistas; el banco recoge escenas de la pasión de Cristo y escenas de la vida de la Virgen y Jesucristo.
     Las calles de los extremos están dedicados a escenas de la vida de san Pedro y san Pablo, en el lado de evangelio las lágrimas y martirio de san Pedro y en el de la epístola la conversión y el martirio de san Pablo. En las restantes calles del primer  cuerpo  aparecen  el Bautismo  de Cristo, la Presentación en el templo, san Jerónimo penitente y el arcángel san Miguel y en el segundo cuerpo la adoración de los pastores, la Asunción de María, la Epifanía y la Encarnación. En las polseras del remate hay dos pequeñas pinturas con san Agustín y san Gregorio. De todo el conjunto pictórico, pueden  relacionarse con la obra de Esturmio las que representan la Piedad, el entierro de Cristo, la Resurrección, la conversión y el martirio de san Pablo, la Epifanía, la presentación en el Templo, el Bautismo de Cristo y la Asunción de María.
     La mesa de altar y zócalo del presbiterio presentan paneles de azulejería sevillana del siglo XVI y en los muros laterales se sitúan dos pinturas de finales del siglo XVII que representan a la Virgen dolorosa y san Ignacio de Loyola. Las lámparas de plata y los blandones son barrocos del siglo XVIII. Ante el arco toral del presbiterio se disponen sendos retablos rococó gemelos realizados en 1769 para contener los cuerpos inco­rruptos de los santos mártires Víctor y Fructuoso, que trajeron desde Roma Manuel Simón Ayllón y María Josefa Roldán. Su dinámica estructura anástila está resuelta a base de rocallas y su estilo es muy cercano al de Cayetano de Acosta. En los bancos se abren vitrinas con los cuerpos de los mártires que habitualmente estaban ocultas por sendos lienzos, con rica decoración rococó, donde se representa a los santos mártires en igual posición a la que tienen sus reliquias. Estas pinturas, hoy ocultas, se abatían sólo en ocasiones solemnes. Sobre las vitrinas van grandes hornacinas con las tallas policromadas de la Inmacu­lada Concepción y san José, mientras que en los áticos se sitúan los de san Francisco de Paula y santo Tomás de Aquino, todas ellas contemporá­neas del retablo.
     El coro se sitúa a los pies de la nave y su con­figuración actual obedece a la reforma llevada a cabo bajo la dirección de Lorenzo Fernández de Iglesias, quién dispuso un muro de cierre exterior realizado en cantería y articulado por pilastras toscanas. La sillería, de madera de caoba, fue tallada en 1725 por el tallista arcense Fran­cisco de Morales y consta de dos cuerpos. El inferior presenta asientos con decoración geométrica combinada con menudos motivos vegetales, elementos que se repiten en la superior, pero en este caso aparecen grandes respaldos cuadrados que se articulan mediante columnas salomónicas. Los relieves que ocupan estos respaldos representan escenas de la historia evangélica y de la vida de algunos santos, todo ello con equilibradas composiciones derivadas de fuentes impresas. Sobre los respaldos van cartelas con inscripciones alusivas a las escenas representadas y sobre el muro de cierre corre una crestería tallada. El facistol es del mismo artífice, quien dispuso en su base tres leones y como remate un templete sustentado por columnas salomónicas que alberga una imagen de la Inmaculada. Cierra el coro una reja de forja realizada, también en 1725, por Fran­ cisco y Sebastián Rivero. A los muros exteriores se adosan confesionarios de madera tallada con abundante decoración rococó y en el trascoro hay un pequeño retablo dorado atribuible a Mo­rales y presidido por un lienzo de la Inmaculada, obra también contemporánea del conjunto. Bajo él una vitrina contiene un pequeño nacimiento dieciochesco de barro policromado de probable origen napolitano.
     La primera capilla del lado del evangelio es la de los Ayllones, quienes la fundaron en 1502, aunque las obras se prolongaron hasta 1623. Fue sagrario de la parroquia hasta el siglo XVIII. Se cubre con bóveda de crucería y de sus muros colgaron hasta hace pocos años banderas que recordaban la intervención de la familia Ayllón en una batalla de la Guerra de Granada. Preside la capilla el retablo del Cristo de los Remedios, obra en madera dorada de hacia 1740, compuesto de un cuerpo sustentado por estípites y ático. Ocupa la hornacina central el crucificado de los Remedios, imagen de pasta del siglo XVII y a sus lados van las tallas de san Juan Nepomuceno y santa Ger­trudis, mientras en el ático hay un san Miguel, todas ellas contemporáneas del retablo.
     En uno de los muros laterales se levanta un retablo dedicado a san Pedro, realizado a mediados del siglo XVI y relacionado con el estilo de Roque Balduque. Consta de dos cuerpos y ático y toda la superficie de su estructura arquitectónica está cubierta por una delicada decoración de grutescos. El primero esta sustentado por columnas de orden compuesto entre las que se abren hornacinas superpuestas donde se situaban alegorías de las virtudes, que en las inferiores han desaparecido. La hornacina central fue reformada en torno a 1728 para colocar la actual imagen de candelero de san Pedro sedente, que procede de talleres jerezanos y porta tiara y cruz de plata realizadas en esa misma fecha.
     El segundo cuerpo está enmarcado por balaustres y lo ocupa un gran altorrelieve de la Última Cena y el ático, de disposición tripartita, está articulado también por balaustres. En las horna­cinas laterales van las imágenes de san Pedro y san Pablo y en la central la escena de la Resurrección, mientras que el tímpano, de frontón triangular que remata el conjunto, está ocupado por un busto del Padre Eterno. Habitualmente se identifica la imagen de Cristo resucitado con la concertada en 1575 con Pedro de Heredia para la cofradía de la Soledad, pero es evidente que ésta es contemporánea del retablo y, por tanto, algo anterior. Frente al retablo de san Pedro hay un altar presidido por la Virgen de los Dolores, titular de la V.O.T. de servitas. Es una talla de candelero sedente que se relaciona con la estética jerezana de la primera mitad del siglo XVIII. El tramo siguiente se corresponde con la puerta lateral y presenta planta cuadrada cubierta por cúpula semiesférica sobre pechinas, todo ello de cantería y con decoración de hojarasca en las pechinas. En los muros laterales se sitúan dos grandes lienzos dieciochescos que representan a san Cristóbal y san Jerónimo. La capilla del Bautismo, situada a continuación, fue reconstruida en 1550 por su patrono, el regidor Alonso Ruiz Mancheño, quien financió también la reja, el retablo y la pila de bautismo. La reja es una interesante muestra plateresca, estilo al que también pertenece el retablo, obra en madera dorada y policromada cuya superficie ha sido parcialmente repintada, desvirtuando así su evidente calidad, y que se vincula a los maestros italianizantes activos por aquella fechas en el círculo sevillano. Consta de banco, un cuerpo flanqueado por las superposición de parejas de balaustres y ático tripartito también articulado por balaustres. Toda la superficie presenta una menuda decoración de grutescos. En el banco dos pinturas sobre tabla representan la Adoración de los pastores y la Epifanía y en las calles laterales se sitúan cuatro relieves con las santos Antón, Miguel, Sebastián y Andrés. La hornacina principal fue renovada interiormente a mediados del siglo XVIII para albergar la imagen de candelero de la Virgen del Socorro, que hasta entonces había presidido una ermita situada en la calle que lleva su nombre. Centra el ático un gran altorrelieve de la Coro­nación de la Virgen y a sus lados dos lienzos de san Pedro y san Pablo se fechan en torno a 1640. La pila bautismal es de sencillas líneas abalaus­tradas y está realizada en mármol blanco.
     En el tramo de los pies se levanta el retablo de Ánimas, obra de finales del siglo XVIII realizada en madera jaspeada. En su cuerpo, que se flanquea por columnas y pilastras corintias, se sitúa un gran altorrelieve policromado de las Ánimas, obra contemporánea del retablo, de tipo popular. El ático, rematado por frontón triangular, contiene una talla dieciochesca de santa Teresa de Jesús. Los tramos siguientes de la zona del trascoro están decorados con discretos lienzos die­ciochescos que representan escenas de la vida de Cristo.
     La capilla del Sagrario se abre al tercer tramo del lado de la epístola y es la de mayores proporciones del templo. Fue levantada en 1688 a expensas de la cofradía de la Soledad, que residía en este templo desde finales del siglo XVI y su construcción estuvo a cargo de los maestros albañiles de Carmona, Antonio Caballero, Tomás González y Juan López, siempre bajo la supervisión del maestro Diego Moreno Meléndez, con quien puede relacionarse la autoría de las trazas. El terremoto de 1755 afectó a su estructura y hubo de ser restaurada en 1764. Es de planta rectangular, dividida en dos tramos, el primero cubierto por una bóveda de cañón rebajado con lunetos y el segundo con media naranja sobre pechinas decorada con yeserías rococó que se realizaron durante la reforma de 1764.
     El retablo mayor fue concertado en 1692 con el ensamblador gaditano Juan Terreño Soriano y el dorado estuvo a cargo, en 1703, de Fernando Alonso de Villalba. Si bien en la escritura de concierto Juan Terreño se comprometía a aprovechar los restos del antiguo retablo del sagrario, es evidente que la obra presenta una coherencia que indica que finalmente no se llegó a reaprovechar nada. Consta de un cuerpo sustentado por columnas salomónicas sólo en la calle central. Las laterales presentan una superposición de tarjas donde van símbolos de la Pasión y en la central se abre el camarín de la Virgen de la Soledad, reformado a finales del siglo XVIII. La dolorosa, de candelero, es la titular de una cofradía penitencial fundada a mediados del siglo XVI y su hechura puede datarse en los últimos años de dicho siglo. El ático es tripartito y en la hornacina central se sitúa una cruz vacía con las toallas, mientras que en las laterales van las imágenes de san Juan evangelista y santa María Magdalena,  ambas contemporáneas del retablo. A ambos lados del presbiterio hay dos retablos rococó gemelos, fechables en 1764 y realizados por Andrés Benítez. Constan de un cuerpo flanqueado por columnas de orden corintio y ático flanqueado por estípites. Las grandes hornacinas contienen en el lado del evangelio a una talla de candelero dieciochesca de la Virgen de la Peña y en el de la epístola la antigua urna del Santo Entierro, obra de madera dorada realizada en torno a 1730 que contiene una imagen de Cristo yacente de finales del siglo XVI. En los áticos hay un relieve de Cristo resucitado y una representación del Corazón de Jesús respectivamente. En el lado de la epístola de la nave hay un retablo academicista realizado en madera policromada imi­tando mármol a inicios del siglo XIX, cuyo cuerpo se sustenta por columnas corintias pareadas y el ático lo hace con el mismo tipo de soporte, rematado en frontón curvo. El programa iconográfico está formado por lienzos de escuela sevillana contemporáneos del retablo que representan a san Joaquín y san Silvestre. Sobre la mesa de altar se sitúa una talla policromada de santa Catalina, que procede del antiguo colegio de los jesuitas. Es una cuidada imagen realizada en torno a 1740 muy cercana al estilo de Pedro Duque Cornejo. El retablo frontero, de madera dorada, se realizó hacia 1740 y presenta un cuerpo dividido en tres calles por estípites y ático flanqueado por el mismo tipo de soportes. Ocupa la hornacina principal una talla de santa Bárbara y en el ático otra de san Rafael, ambas contemporáneas del retablo; también dieciochesca es la delicada talla del Niño Jesús dormido situado en el banco. Ante el retablo mayor cuelga una lámpara de plata realizada a mediados del siglo XVII y bajo las cornisas corre una galería de madera tallada realizada en 1764, fecha a la que también deben corresponder diversos marcos rococó con pintu­ras contemporáneas situados en los muros late­rales y las tres tarjas que hay sobre el arco de acceso a la capilla. En el intradós de dicho arco de acceso hay un lienzo que representa a san Jerónimo penitente, obra sevillana de hacia 1640 cercana al estilo de Pablo Legot.
     A continuación se abre una de las puertas colaterales, cerrada por un cancel tallado por José López en 1770. Sobre el vano va el órgano, asentado sobre una movida tribuna rococó decorada con yeserías y realizada también en 1770. El órgano se construyó entre 1745 y 1746 y su caja, de madera oscura, presenta abundante decoración de cardina entre la que se distribuyen ángeles músicos.
     La primera capilla del lado de la epístola, dedicada originalmente a la Virgen de los Reme­dios, fue levantada a partir de 1513 por Bartolomé González de Espinosa y se concluyó hacia finales del siglo. En 1736 se fundó la hermandad de la Divina Pastora y la familia Virués levantó un retablo a dicha imagen, que adquirió gran devoción y en 1749 fue nombrada patrona del clero de este templo. El retablo, de madera do­rada presenta un cuerpo dividido en tres calles por estípites y ático. Ocupa la hornacina central la imagen de la titular, talla sevillana cercana al estilo de Pedro Duque Cornejo, la acompañan ovejas de plata y un niño Jesús pasionario que porta una antorcha apagada como símbolo pre­monitorio de su martirio. A los lados van las tallas de san Joaquín y santa Ana y en el ático san Miguel, todas ellas contemporáneas del retablo y procedentes de talleres genoveses. Remata el conjunto el escudo de la familia Virués. En uno de los muros laterales una contiene el simpeca­do de la hermandad, obra de mediados del siglo XVIII realizada en terciopelo bordado en oro con pintura central que presenta marco de plata. 
     En el muro frontero se sitúa un lienzo exvoto dedicado en el siglo XVIII a la Divina Pastora. En los muros de la nave se distribuyen trece lienzos que conforman un apostolado, obras sevillanas fechables en el primer tercio del siglo XVII, si bien han sufrido diversos repintes posteriores. Entre la capilla de los Ayllones y el tramo de la portada lateral se encuentra el púlpito, realizado en forja a inicios del siglo XVIII, si bien el tornavoz es de madera tallada y dorada.
     La sacristía está adosada al lado de la epísto­la de la cabecera y su fábrica, de tipo mudéjar, puede fecharse en el siglo XV. Consta de dos tramos cubiertos por sencillas bóvedas de crucería con nervios de ladrillo. Las cajoneras, de madera oscura tallada, son del primer tercio del siglo XVIII y sobre ellas va un gran lienzo con la Última Cena, de inicios del XIX. El tesoro parroquial guarda una importante colección de piezas de orfebrería. Al siglo XVI pertenece un cáliz de plata dorada y del primer tercio del XVII la cruz parroquial manierista realizada en plata con relieves de la vida de Cristo.
     La mayor parte de las piezas corresponden al XVIII y entre ellas cabe destacar un ostensorio rococó con pedrería, realizado a finales del siglo y bandejas, candelabros, portapaces, etc., y un re­licario de plata del Lignum Crucis. Especial relevancia presenta el altar portátil para la exposición del Santísimo, obra en plata realizada en la segunda mitad del siglo, de grandes dimensiones. Se compone de un dosel y peana central, todo ello decorado con abundantes rocallas. Entre las piezas de tejido y bordados podemos destacar una de las banderas del siglo XV, procedente de la capilla de los Ayllones y diversos ternos de los siglos XVII al XIX (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Se trata de un templo de planta rectangular con una sola nave dividida en tres tramos y cabecera poligonal. Las cubiertas son de bóvedas nervadas que descansan sobre pilares baquetonados. En cada tramo se abren sendos arcos apuntados que dan acceso a las capillas laterales.
     Este conjunto corresponde a la obra original, realizada en estilo gótico durante el siglo XVI. Posteriormente se le añadieron las capillas, que son de los siglos XVI y XVII, tanto renacentistas como barrocas, y un tramo a los pies también barroco. El acceso principal se sitúa en un lateral, y se resuelve mediante una torre-fachada que alberga en la zona inferior la portada. Todo este conjunto fue realizado a lo largo del siglo XVIII en estilo barroco de escuela sevillana.
     La portada consta de dos cuerpos, el primero se articula mediante columnas corintias de fuste estriado entre las que se sitúan hornacinas. El vano es rectangular decorado por complejo baquetón. El segundo cuerpo se centra por una hornacina rectangular flanqueada por sendas columnas salomónicas, rematándose por frontón curvo que alberga en su tímpano un vano en forma de balcón. El cuerpo de campanas es de planta cuadrada, articulado por pilastras jónicas. Los vanos de campanas se resuelven mediante triple arcada de medio punto. En el frontón se levanta una espadaña de doble vano (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Edificio del siglo XVI, fue colegiata en el Siglo XIV y se asienta sobre los restos de una fortaleza hispanomusulmana posiblemente de época almohade y de la que se conserva parte de una torre poligonal que está integrada en la cabecera de la iglesia.
     La planta del edificio es rectangular de una sola nave dividida en tres espacios y con ábside poligonal con cubierta de bóveda de crucería con gruesos nervios. La cubierta del resto del templo es de triple bóveda de crucería. Posteriormente se le añaden seis capillas, tres en cada muro lateral de la nave central, correspondientes a los siglos XVI y XVII, con sus respectivos estilos renacentista y barroco.
     La fachada principal fue realizada en el siglo XVIII por Manuel Gómez y Pedro de Silva en estilo barroco y con influencia de la escuela sevillana. Se estructura en tres cuerpos, en el primero de ellos se encuentra la portada flanqueada por columnas pareadas. El segundo cuerpo aparece separado por un friso con cornisa y donde se ubica una hornacina con la imagen de San Pedro enmarcada por columnas salomónicas y rematadas con un frontón curvo. En el último cuerpo se ubican las tres campanas dentro de una triple arcada de medio punto con balaustrada y rematado con espadaña de doble vano.
     En el interior destacan varios elementos como el retablo mayor trazado por el escultor Antón Vázquez y ejecutado por los pintores Antón Sánchez, Hernando de Sturmio y Pedro Fernández de Guadalupe en 1547 y que es muestra del arte hispano de influencia flamenca de la primera mitad del S. XVI.
     Igualmente destacar la Capilla de los Ayllones, con un excelente retablo plateresco, así como la imagen de la Divina Pastora atribuida a La Roldana, que es patrona del clero de S. Pedro desde 1749.
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     Precio: 2 € pax Templo y 2 € pax Torre (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).

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