Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santa María de Gracia, en Almadén de la Plata (Sevilla).
Hoy, 8 de mayo, es la Festividad de la Bienaventurada Virgen María Madre y Mediadora de todas las Gracias, así que hoy es el mejor día, para ExplicArte la Iglesia de Santa María de Gracia, en Almadén de la Plata (Sevilla).
La Iglesia de Santa María de Gracia, se encuentra en la calle Iglesia, 3; en Almadén de la Plata (Sevilla).
Tiene una sola nave, formada por cuatro tramos, cubierta con bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos. La capilla mayor es de planta cuadrada y va cubierta por una media naranja sobre pechinas. Tiene dos portadas. La del muro derecho es adintelada y moderna. La correspondiente a la fachada de los pies se compone de un arco de medio punto entre pilastras toscanas y un entablamento decorado con grutescos. En una inscripción aparece la fecha 1676, que corresponde a una reforma. Próxima a esta portada se levanta la torre, constituida por tres cuerpos más un chapitel piramidal recubierto de azulejos. En la construcción intervinieron Hernán Ruiz II, Vermondo Resta, Pedro Sánchez Falconete y Esteban García, siendo este último el autor de la puerta de ingreso a la sacristía, de la torre y de algunas reformas en el cuerpo de la iglesia. Los arquitectos José Tirado, Francisco Muñoz y Pedro de Silva llevaron a cabo a lo largo del siglo XVIII otras obras de menor importancia.
El retablo mayor consta de un solo cuerpo dividido en tres calles por medio de estípites y puede fecharse en el segundo cuarto del siglo XVIII. Procede de Carmona y recuerda las obras de José Maestre y Tomás Guisado. Presenta en el primer cuerpo esculturas de San Juan y de la Magdalena, de la misma fecha, y del Cristo del Crucero, de la primera mitad del siglo XVI, situándose en el ático una imagen de la Inmaculada del segundo tercio del XVII. Repartidas por la iglesia aparecen diversas esculturas del siglo XVIII, que representan a San Antonio de Padua, el Niño Jesús, San Cayetano y San José.
Sobre el muro izquierdo se dispone el retablo dedicado a la Divina Pastora, cuya estructura y ornamentación permite fecharlo en torno a 1740. Por la nave del templo se distribuyen diversos bancos de madera decorados con rocallas y escudos reales, fechables en la segunda mitad del siglo XVIII.
Piezas destacadas de orfebrería son una cruz procesional de plata con decoración de cartelas e imágenes del Crucificado y la Inmaculada, fechable hacia 1620, un cáliz de plata lisa, del siglo XVIII, con el punzón Méndez y García y una lámpara de plata decorada con rocallas, del último tercio del XVIII, con el punzón V. Gargallo y García (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
La Iglesia de santa María de Gracia se construyó entre finales del siglo XVI y principio del XVII, de estilo renacentista y decoración barroca. Su planta es de una sola nave formada por cuatro tramos, algunas dependencias y capillas adosadas, con un singular campanario ubicado en el atrio, sobresale la bóveda de media naranja sobre la pechina de la Capilla Mayor y arcos perpiaños en el resto de la nave. La cubierta del cuerpo de la Iglesia es de bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos.
La iglesia posee dos portadas, una a los pies del templo que es la principal y otra en el muro de la Epístola. La portada principal se compone de arco de medio punto entre pilastras toscanas y el entablamento decorado con grutescos, pudiéndose fechar hacia mediados del siglo XVI. En una pilastra aparece la fecha de 1676, correspondiente a una reforma del templo.
Cerca de esta portada está la torre con tres cuerpos y un chapitel piramidal cubierto de azulejos. Fue construida por Esteban García.
La iglesia fue restaurada por última vez en el año 2002, prácticamente en su totalidad.
En la construcción del edificio intervinieron los arquitectos Hernán Ruiz, Vermondo Resta, Pedro Sánchez Falconete y Esteban García. Durante el siglo XVIII se llevaron a cabo obras de menor importancia bajo la dirección de los arquitectos José Tirado, Francisco Muñoz y Pedro de Silva (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Data de finales del siglo XVI y principio del XVII. De estilo renacentista y decoración barroca. Fue construida, entre otros, por Vermondo Resta y Hernán Ruiz II. Éste último fue maestro mayor de la Catedral de Sevilla. Su estructura consta de una sola planta de nave simple dividida en cuatro tramos, algunas dependencias y capillas adosadas, con un singular campanario ubicado en el atrio, sobresale la bóveda de media naranja sobre la pechina de la Capilla Mayor y arcos perpiaños en el resto de la nave.
En su interior, destaca un espléndido retablo sevillano del siglo XVIII, las esculturas del Cristo del Crucero y la Inmaculada pertenecientes a los siglos XVI y XVII, respectivamente y nuestra Patrona, Sta. María de Gracia. La orfebrería de esta Iglesia cuenta con una Cruz de plata del siglo XVII y un Cáliz del mismo material del siglo XVIII. El 4 de enero de 1953 sufrió un gravísimo incendio que destruyó parte de sus tesoros artísticos. El actual Altar Mayor, también de estilo barroco, se instaló después del incendio y proviene de la Iglesia de San Felipe de Carmona (Sevilla). La iglesia fue restaurada por última vez en el año 2002, prácticamente en su totalidad (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia de la Solemnidad de la Virgen de Gracia;
La mediación universal de la Santísima Virgen María es una doctrina deducida de la enseñanza tradicional de la Iglesia, a partir de la solicitud maternal de María por todo el género humano en la misión redentora de su Hijo, que forma un todo con ella, y se extiende a todas las gracias que nos ha adquirido Cristo. Aunque es una verdad no definida, viene siendo aceptada por el pueblo cristiano desde tiempo inmemorial: ya a San Germán de Constantinopla, en el siglo VII, se le llama el Doctor de la Mediación de María.
Son múltiples las advocaciones marianas que reflejan la mediación de María: Amparo, Auxiliadora, Consolación, Gracias, Merced, Milagro, Misericordia, Patrocinio, Providencia, Refugio, Remedio, Socorro... En la Edad Media, el franciscano San Bernardino de Siena, insigne predicador, contribuyó ostensiblemente a extender la doctrina de la distribución de María de todas las gracias. En el mismo sentido, toda la himnología medieval occidental canta el papel de María como abogada y mediadora. Así mismo la proclamamos intercesora en la segunda parte del avemaría, de composición eclesiástica, oración base, por otra parte, del Ángelus y del Rosario. En la Península Ibérica, el título de mediadora e intercesora se patentiza ya en su liturgia hispánica autóctona. A comienzos de la Edad Moderna, influyó mucho la predicación del agustino Santo Tomás de Villanueva, Arzobispo de Valencia, que entreteje su reflexión teológica en torno a imágenes y tipos bíblicos, recogiendo la herencia de la piedad medieval. Incluso el Rey Felipe IV, a propuesta de la Real Junta de la Inmaculada, movida por el jesuita P. Nieremberg, estableció, como comentamos en otro apartado, la Fiesta del Patrocinio de la Santísima Virgen para España y sus dominios por carta del veinte y ocho de septiembre de 1655, confirmada por el Papa Alejandro VII Chigi por el Breve Praeclara charissimi del veinte y ocho de julio del año siguiente, para un domingo de noviembre. Un decreto real en 1664 la fijó el segundo. Se extendió por otros lugares en el siglo XVIII. En la segunda mitad del XIX el Cardenal Mercier (+1926), Arzobispo de Malinas, Bélgica, promovió en la Iglesia un movimiento mariano mediacionista. En 1913 elevó a San Pío S Sarto una petición para que declarara dogma de fe la Mediación Universal de María en la dispensación de todas las gracias, firmada el episcopado belga, clero, fieles, universidades católicas, órdenes religiosas…
Ya en este siglo, el Papa Benedicto XV Della Chiesa, llama a la Virgen Omnipotencia suplicante, y afirma que la ha tomado por Patrona desde el comienzo de su pontificado. Este mismo pontífice, el veinte y uno de enero de 1918, a petición del Cardenal Mercier, concedió a toda la nación belga Oficio y Misa de Santa María Virgen Mediadora de Todas las Gracias, que es por tanto una fiesta que hace referencia a una verdad teológica y que la Sede Apostólica ha ido concediendo a muchas diócesis e Institutos Religiosos que lo han solicitado, habiéndose hecho casi memoria general. El propio Cardenal Mercier escribió para ello a todos los obispos católicos. Se celebraba el treinta y uno de mayo hasta 1954, en que pasó a la Octava de la Inmaculada. En el Vaticano II se califica expresamente a María Mediadora.
El Concilio Vaticano II ha escrito sobre esta condición de mediadora de la Santísima Virgen: “María, asunta a los cielos, no ha dejado su misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada nada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador” (LG 62). Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres. Pero Él, no por necesidad sino por benevolencia, ha querido asociarse otros mediadores. Entre ellos, María.
La mediación de María fluye de un doble hecho: primero, su maternidad espiritual. Ésta exige no sólo la transmisión de la vida sobrenatural, sino también su conservación. Y segundo: su corredención maternal, que requiere la aplicación de la redención a cada uno de los redimidos. En 1971 la Sagrada Congregación para el Culto Divino aprobó la Misa de la B.V.M. Madre de la Gracia y Mediadora, conjuntando el papel maternal de María con su mediación, cuyos textos eucológicos se encuentran en el Misal de la Virgen con el número 30. La titulada La Virgen María en Caná, la número 9, última del Tiempo de Navidad, nos transmite la continuación de la labor mediadora de la Madre de Jesús en favor de la Iglesia en el cielo, donde reina Asunta y Gloriosa, que inició en las bodas de Caná, y de Su misión ejemplarizante y salvadora de conducir a Cristo en comunión con los fieles. Aunque no está en el calendario universal, se celebra en múltiples diócesis, así en las de Cuenca, Pamplona y Tudela como memoria libre, y congregaciones religiosas, entre las que contamos a los Monfortianos y Reparadores, como memoria obligatoria, y Servitas, como memoria libre. En la Diócesis de Sevilla se celebra en esta jornada por aprobación de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino de cinco de agosto de 1980 (Prot. n. CD 1320/80), a petición del 30 de mayo de dicho año del Cardenal Arzobispo José María Bueno Monreal con el grado de memoria obligatoria.
La advocación de Nuestra Señora de Gracia evoca el saludo del Arcángel Gabriel a María: "Dios te salve María, llena eres de gracia". Para los cristianos esta advocación no hace más que resaltar la cooperación excelente de María en el plan salvífico de Dios, para el que estaba predestinada. Esta advocación de Gracia, junto a la de Consolación y Correa, la del Buen Consejo y la del Socorro, centran la devoción mariana particular de la orden agustina, y aun podemos decir que es la más antigua de todas. Desde tiempo inmemorial el culto a la Virgen de Gracia floreció en los ámbitos agustinianos, pero desconocemos dónde y cómo surgió. El porqué de la elección de tal título y del culto particular que se empezó a tributar a la Virgen con él, las circunstancias históricas que lo envolvieron en los comienzos de la Orden y su origen espacio-temporal, se desconocen totalmente. Lo cierto es que, aunque con lentitud, pero progresivamente, la advocación fue cobrando resonancia en las devociones comunitarias y litúrgicas agustinas.
Había sido norma generalizada que las órdenes religiosas aprovecharan devociones antiguas ya establecidas en el corazón de los cristianos y las acomodaran a su peculiar manera de pensar y carisma. No olvidemos que San Agustín, el padre espiritual de la orden, es llamado el Doctor de la Gracia. Como él pone de manifiesto, en nuestro camino de salvación es necesario el auxilio de la Gracia, que recibimos en el bautismo. María venerada como Madre de la Gracia o de la Divina Gracia presenta la oportunidad de incardinar la mariología en la cristología. Probablemente sea ésta la explicación más verosímil de lo que aconteció respecto a la arraigada devoción agustiniana por Nuestra Señora de Gracia.
Entre los agustinos la devoción a este prestigioso título se desarrolló encontrando adecuadas expresiones en algunas antífonas, plegarias e himnos recomendados u ordenados por las constituciones de la Orden y sus capítulos generales, como las antífonas Benedicta tu, llamada también Vigiliae B. M. V., porque se recitaba o cantaba por la tarde, el Ave Regina coelorum, Mater regis angelorum, que se canta en la primera mitad del día, normalmente después de mediodía, o el himno Maria Mater Gratiae, al término de las procesiones. Ya en el Capítulo General de Orvieto de 1284 se recomienda el rezo o canto diario de la citada antífona Benedicta tu en honor de la Virgen de Gracia. En el Capítulo General de 1327 fue decretado el rezo diario del versículo Maria Mater Gratiae después del himno Memento salutis auctor, lo que se recordó en 1385 y 1388. Otra noticia históricamente documentada del culto de la Orden a esta advocación es del año 1401 y se refiere a una cofradía homónima organizada en los conventos de San Agustín en Valencia (España) y Nuestra Señora de Gracia en Lisboa (Portugal).
Aunque ya venía de antiguo la recitación del himno Ave Regina caelorum, Mater Regis angelorum también en honor de la Virgen de Gracia, se prescribió este uso en las Constituciones de 1551 tras la misa solemne, lo que el Capítulo General acordó que nunca debía ser suprimido en las iglesias de la Orden, y lo que se recordó en disposiciones posteriores. A partir del siglo XVI la devoción estaba consolidada en toda la Orden; se empezaron incluso a edificar conventos con este título, sobre todo en Italia e Hispanoamérica, y también se difundió la leyenda de que la Virgen de Gracia habría impedido que el Papa quitara a la Orden el hábito blanco que se vestía entonces en su honor. A partir del siglo XVII la advocación es considerada ya como propia de la Orden, aunque quedó en parte oscurecida por la de Consolación y Correa y la del Buen Consejo.
Si bien el culto general, como vemos, es antiguo, la liturgia específica no fue concedida hasta 1807. En esta fecha, el Papa Pío VII Chiaramonti, a instancias del Padre José Bartolomé Menocchio (+1823), sacristán pontificio y confesor del papa, y del Vicario General, concedió a la Orden de San Agustín facultad para incluir en su liturgia la festividad en honor de la Virgen Nuestra Señora de Gracia, con Misa y Oficio propios, a celebrar el uno de junio.
A partir de una reforma del calendario propio en 1965 se empezó a celebrar el veinticinco de marzo, en clara alusión a la escena de la anunciación del ángel a María, pero con ello se oscureció una significativa tradición agustiniana. A partir de la inclusión con el número 30 en el Misal de la Bienaventurada Virgen María de 1987 de la misa Madre de Gracia, Mediadora de Gracia, en el calendario de la Orden del 2002 se rescató esta memoria y se le señaló el ocho de mayo (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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