Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Calle Nueva; Plaza del Cabildo; Castillo Ducal; Ayuntamiento; y Basílica Menor de Santa María de la Asunción) de la localidad de Arcos de la Frontera (III), en la provincia de Cádiz.
Calle Nueva
Fue el antiguo foso del Castillo hasta que en 1755, el terremoto de Lisboa derribó la muralla norte, lo que dio origen a la formación de esta calle. El arco de entrada de esta calle se levantó en 1684. De hondo sabor poético: en ella nació el reconocido grupo poético “Alcaraván” en 1949 (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
El espacio más emblemático de la población es la plaza del Cabildo, primera intervención urbanística de envergadura de época cristiana que configuró en la zona más alta de la ciudad, junto a la iglesia mayor y el castillo, un gran espacio urbano a modo de plaza mayor, destinado a mercado y celebración de numerosos actos públicos, adonde ya se había pensado trasladar el ayuntamiento. Para su construcción fue necesario realizar importantes desmontes y las obras comenzaron en 1608, prolongándose hasta mediados del siglo XVII. En el frente que se abre a la peña se colocó un arco en 1727 y para los laterales se dispuso la construcción de edificios con arcadas y balconajes. Durante la invasión napoleónica sufrió importantes daños pero la transformación más radical tuvo lugar a mediados del siglo XX, cuando se levantó en uno de los laterales el parador de turismo y se ampliaron las dependencias del ayuntamiento (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El ejército francés, antes de macharse en 1812, desmanteló la plaza casi por completo, desapareciendo edificios como la Casa Palacio de los Gamaza (que ocupaba el lugar donde hoy en día se asienta el Parador), la Casa de los Escribanos, así como la estructura porticada. En 1838 se ordena la estructuración de una nueva plaza concluyendo las obras en 1847.
Una buena parte de la Historia de Arcos transcurrió en torno a esta Plaza donde se adiestraron soldados y jinetes, jugaron los nobles, se lidiaron toros, se celebraron autos sacramentales, se establecieron mercados mañaneros, veladas de la patrona, etc. A partir de 1608, se inicia en ella la vida civil y alrededor de ella se van construyendo casas. En esta plaza se encuentra la Basílica Menor de Santa María, el Ayuntamiento y el Parador de Turismo (Ayuntamiento de Arcos de a Frontera).
El castillo, situado en la zona más elevada de la población al borde de la escarpada peña, es pieza de gran importancia en la trama urbana de Arcos. En 1430 se encontraba en estado ruinoso, por lo que cabe suponer que sufriría una importante reconstrucción. El terremoto de 1755 causó graves daños y obligó a cegar el foso y durante la invasión napoleónica también sufrió algunas mermas. La fortaleza tenía planta rectangular con torres en los ángulos, de las que sólo se conservan dos de las mayores y otras dos menores en el frente de la peña. La puerta de acceso es un sencillo arco apuntado enmarcado por moldura tardogótica sobre el cual se sitúan los escudos de los Ponce de León. Entre las torres del frente de la peña, se abren dos galerías de arcos rebajados, enmarcados por alfiz y sustentados por columnas de mármol blanco, que pueden responder a una reforma del siglo XVI. El interior se organiza en torno al patio de armas, cuyo subsuelo está ocupado por un gran aljibe sustentado por bóvedas nervadas (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Castillo, antiguo Alcázar andalusí, está hoy completamente transformado, ubicándose dentro del casco urbano de la ciudad de Arcos de la Frontera.
Tiene planta cuadrangular, está compuesto de cuatro torres almenadas en sus esquinas. Pese a que fue alcázar militar en época andalusí, el actual castillo responde a las reformas efectuadas en los siglos XIV y XV. Según documentos consultados, de la fortaleza primigenia se conserva un gran arco de herradura en la vieja entrada del poniente y un lienzo en el suroeste.
La Torre del Secreto, el adarve de levante, las Torres de Flanqueo del sur, el gran aljibe del Patio de Armas y los Merlones de Cobertura Piramidal datan de los siglos XIV y XV.
Tiene su acceso, actualmente, por debajo del arco donde estuviera el oratorio del Ayuntamiento. En la portada, coronándola, el escudo de los Duques de Arcos. Es propiedad particular (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Tiene planta cuadrangular, está compuesto de cuatro torres almenadas en sus esquinas. Fue alcázar militar en el periodo musulmán, sin embargo, el actual castillo responde a las reformas efectuadas en los S. XIV y XV.
Según documentos consultados, conserva del primitivo alcázar un gran arco de herradura en la vieja entrada del Poniente y un lienzo en el Suroeste.
La Torre del Secreto, el Adarve de Levante, las Torres de Flanqueo del sur, el gran Aljibe del Patio de Armas y los Merlones de Cobertura Piramidal datan de los siglos XIV y XV.
Tiene su acceso actualmente por debajo del arco donde estuviera el oratorio del Ayuntamiento. En la portada, coronándola, el escudo de los Duques de Arcos.
Es propiedad particular.
HORARIO DE VISITAS: 4 días al año.
Información: Delegación de Turismo: Tlf: 956 70 22 64 / turismo@arcosdelafrontera.es (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
Originalmente el Cabildo municipal de Arcos se situaba en la calle Arenillas, pero en 1634 fue trasladado a la plaza Nueva, recién urbanizada y situada junto a la iglesia mayor y el castillo, ocupando un solar cedido por los duques, ocupado anteriormente por la cilla. Todo el edificio responde a la estética de mediados del siglo XVII y en el interior destaca la sala capitular, cuya armadura de madera, de tradición mudéjar fue destruida por un incendio a finales del siglo XX, siendo la actual una reproducción.
Al exterior presenta portada de cantería con dos cuerpos, coronándose el segundo por un frontón curvo sobre el que va la imagen de san Miguel. Conserva el ayuntamiento algunas piezas de arte mueble, entre ellas un retrato de Carlos IV cercano al estilo de Francisco de Goya y las mazas de plata, realizadas en el año 1679 por Juan de Cuenca (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se organiza mediante piezas rectangulares, dispuestas en ángulo recto. El acceso se realiza mediante una portada compuesta de dos cuerpos, el primero con vano rectangular enmarcado por molduras manieristas y el segundo rodea el vano por roleos rematándose por frontón curvo sobre el que va la imagen de San Rafael. a ambos lados hay sendos escudos con inscripciones.
El acceso a las salas de la planta alta se realiza por escalera de doble tiro, que desembarca en una pieza rectangular cubierta por artesonado de tipo mudéjar. A continuación se sitúa el Salón de Plenos, también de planta rectangular con cubierta del mismo tipo y abundante decoración neomudéjar a base de yeserías, pintura y carpintería. Todo este conjunto ha desparecido por completo, al igual que el artesonado, en un reciente incendio.
Adosada a este Salón está la antigua capilla, de planta cuadrada con cubierta semiesférica sobre pechinas.
Todo el conjunto fue realizado en la primera mitad del siglo XVII, con formas manieristas y artesonado de tradición mudéjar.
La decoración neomudéjar del salón de Plenos pertenecía a los últimos años del siglo XIX (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se efectuó su traslado al lugar que hoy ocupa en 1634 (anteriormente estuvo ubicado en la Calle Arenillas).
La noble portada de piedra se corona con el Arcángel San Miguel, patrono de Arcos, labrado en piedra, data del S. XVII. En el interior merece destacarse el artesonado mudéjar del salón de sesiones, un cuadro de Carlos IV atribuido a la escuela de Goya y los cuadros de Prieto, dos grandes retratos de tamaño natural, uno de Espartero y otro del arcense Moreno del Villar, capitán General. Por último, un cuadro histórico donado al Ayuntamiento por el pintor Joaquín Caballero en 1866 que representa el acto de condecorar caballeros de la Banda a tres hijos de la ciudad por Alfonso XI después de la Batalla del Salado.
HORARIO DE VISITAS: Libre, sólo fachada (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
La parroquia de Santa María, primer templo de la localidad, es un destacado conjunto monumental centrado fundamentalmente en el siglo XVI, pero con importantes aportaciones de otras épocas. La dependencia del arzobispado de Sevilla hizo que en su construcción y dotación de bienes muebles interviniesen destacados maestros activos en aquella ciudad, por lo que este templo es fiel reflejo del esplendor de la escuela sevillana desde la baja Edad media hasta finales de la Moderna, si bien guarda también importantes aportaciones de otros focos cercanos o foráneos. Es muy posible que su emplazamiento fuese ocupado por la mezquita musulmana, aunque la presencia de algunas piezas romanas y visigodas empotradas en los muros del templo actual permite suponer la existencia de algún edificio más antiguo en este solar. Durante la segunda mitad del siglo XIV o principios del XV se levantaría una fábrica mudéjar siguiendo el modelo habitual en Sevilla, es decir, tres naves separadas por arcos sobre pilares y cabecera abovedada a la que posteriormente se irían añadiendo capillas y otras dependencias. De esta estructura aún se conserva parte del muro de cierre de la cabecera tras el retablo mayor, estructurada por medio de columnillas de capiteles con representaciones zoomorfas impostas con puntas de diamante, entre los que van paneles con pinturas al fresco y algunas yeserías con paños de sebka con atauriques rematados por un friso de arcos conopiales. A inicios del siglo XX se trasladó a la nave del evangelio el fresco mejor conservado, que representa la Coronación de la Virgen, si bien aún quedan in situ otros que representan escenas de interpretación incierta. A esta primitiva fábrica perteneció también la capilla de san Antonio, obra mudéjar de la segunda mitad del siglo XV.
Un fragmento de lápida situado a los pies del templo actual nos indica que sus obras dieron comienzo en 1509 y si bien se ignora aún quien fue el responsable de las trazas primitivas, éstas se pueden relacionar con Alonso Rodríguez, maestro mayor del arzobispado de Sevilla hasta 1513. Al parecer la reconstrucción dio comienzo por la zona de los pies, avanzando hasta la cabecera y sacristía, que se corresponde ya con la última fase. Más tarde intervendrían otros maestros diocesanos, como Diego de Riaño, que trabajó en la fábrica entre 1528 y 1534. Le sucedió Martín de Gaínza que pudo culminar la obra del templo hacia 1553, fecha que aparece en la bóveda del presbiterio. Con este autor se relaciona también el diseño de la sacristía. Asimismo será Gaínza el responsable de la introducción de las formas renacentistas, que pueden observarse tanto en la mencionada sacristía como en la capilla mayor. Desde 1562 estuvo a cargo de las obras Hernán Ruiz II. Durante el siglo XVII el templo sufrió algunos problemas estructurales que obligaron a reforzar exteriormente la nave del evangelio; Lorenzo Fernández de Iglesias diseñó en 1699 un sistema de contrafuertes situados al otro lado del callejón de las monjas de los que surgen arbotantes hasta el templo. Diego Moreno Meléndez fue el encargado de llevar a cabo esta obra, que ha pasado a conformar uno de los espacios urbanos más característicos de la ciudad.
El terremoto de 1755 causó importantes daños en la iglesia, y derribó gran parte de la primitiva torre, situada en la cabecera. Tras una serie de proyectos y tentativas, se optó por levantar el nuevo campanario sobre la portada lateral abierta en el lado de la epístola y el responsable de diseño fue Vicente Catalán Bengoechea, quien concibió una torre inspirada en la Giralda sevillana, que finalmente se construyó solamente hasta el primer cuerpo de campanas, renunciándose a los superiores por temor a nuevos temblores. En efecto, en 1773 la ciudad sufrió un nuevo terremoto que obligó a reforzar el exterior de la nave de la epístola, obra que llevó a cabo Antonio de Figueroa en 1780 y que ha configurado el aspecto definitivo de este sector. Desde el siglo XVIII el conjunto de esta fachada centrada por el alto campanario de Bengoechea y abierta a la plaza de España, inmediata al imponente desnivel de la peña sobre la que se asienta Arcos, se ha convertido en un hito urbano fundamental, cuyo perfil es sin lugar a dudas el más característico referente visual de la localidad.
El templo presenta planta de salón con tres naves de la misma altura, según el modelo de las hallenkirchen que se extiende en el último gótico hispánico y que dota al interior de un aspecto diáfano y monumental. A este resultado contribuyen esbeltos pilares de sección circular en los que apoyan delgadísimas columnillas de las que parten arcos ligeramente apuntados y bóvedas estrelladas de nervios combados que dibujan complejas tracerías. Las correspondientes a las naves laterales apoyan sobre los muros en ménsulas voladas con abundante decoración gótica y renacentista. También en estos tramos los nervios se prolongan en la zona central hasta apoyar en nuevas ménsulas, sirviendo de este modo como enmarque a los vanos, que se rematan en medio punto apoyado sobre columnillas y contienen decoración de cardinas en el intradós. El presbiterio es profundo y consta de un tramo cuadrado cubierto por nervaduras góticas y cabecera ochavada que se apoya sobre los restos mudéjares y se remata en un gran arco abocinado y decorado con casetones. Los vanos que se abren a este espacio presentan decoración escultórica y arquitectónica de tipo plateresco.
En el testero de los pies se abre la portada principal, destacada obra del último gótico, cuya compleja arquitectura ocupa todo el imafronte. Esta enmarcada por dos gruesos pilares cilíndricos a los que se adosan tres órdenes de baquetones de sección circular rematados por pináculos. La portada está conformada por un gran arco abocinado de medio punto peraltado y presenta vano rectangular flanqueado por baquetones entre los que va una fina decoración de cardinas y se abren hornacinas cubiertas por doseletes. En el tímpano hay una triple hornacina de iguales características y a los lados del gablete que lo remata van parejas de leones rampantes que sustentan tarjas con emblemas marianos. Un segundo cuerpo presenta un doble vano rematado en arco carpanel y con pequeñas bóvedas de crucería interior que alberga sendos óculos, todo ellos decorado con abundante cardina.
La portada lateral, diseñada por Bengoechea, se apoya en el alto fuste de la torre y consta de dos cuerpos apilastrados de orden toscano. El primero alberga el vano de entrada, rematado en medio punto, y el segundo un balcón a cuyos lados van las imágenes de san Pedro y san Pablo y sobre cuyo frontón partido va una compleja moldura rematada por la Virgen de la Asunción, flanqueada por dos jarras de azucenas. El reloj, situado a continuación, también se enmarca por una movida moldura mixtilínea. La cornisa que delimita el primer cuerpo de la torre va salpicada de pinjantes. El segundo cuerpo evoca el de campanas de la Giralda y consta de un triple vano rematado en medio punto en cada frente entre los que van elegantes pilastras jónicas. En diversos elementos de la torre se incluyen elementos cerámicos en tono azul y paneles cerámicos que conforman tondos con bustos de santos. El ábside es poligonal y conserva importantes restos de la faja de arquillos polilobulados ciegos que remataban la obra mudéjar, sobre la cual se observa el recrecido renacentista, rematado en cornisa. Adosado al lado del evangelio se conserva el cuerpo de la antigua torre, fábrica renacentista que fue derribada parcialmente por el terremoto de 1755. Su fábrica debe corresponderse con los trabajos realizados en la segunda mitad del siglo XVI y presenta tres cuerpos separados por cornisas a los que se abren vanos de sencillas formas manieristas que en la actualidad están cegados.
La fachada del callejón de las Monjas presenta casi a la altura de los pies un vano ciego tardogótico contemporáneo de la construcción del templo, cuya zona inferior quedó inconclusa. Es de forma cuadrangular, enmarcado por un baquetón ancho con decoración de cardinas y en la zona central presenta una delicada arquería sobre la que se desarrolla un complejo entrelazado de tracerías en el que predominan las líneas sinuosas.
El retablo mayor es pieza de capital importancia, pues su dilatada y compleja construcción conforma un extraordinario testimonio de la escultura manierista sevillana. Las trazas fueron encomendadas en 1585 a Pedro Díaz de Palacios, corriendo la ejecución a cargo de Jerónimo Hernández y Juan Bautista Vázquez «El Mozo», que se hicieron cargo al cincuenta por ciento de la obra. La intervención de estos artistas fue breve, pues pronto falleció Hernández y Vázquez se trasladó a Granada; más tarde intervendrán Diego López Bueno, Andrés de Ocampo, Gaspar del Águila, Diego de Velasco, Blas Hernández y Miguel Adán, si bien la mayor parte fue ejecutada por Andrés de Ocampo, que trabajó en esta empresa desde 1594 hasta 1608, año en el que se daban por concluidas las labores de talla. Antón Rodríguez se hizo cargo de las labores de dorado y estofado, si bien más tarde se sucedieron diversos autores, entre ellos Vasco Pereira, Juan de Salcedo y Antón Pérez, que remata la obra, totalmente concluida en 1620. En 1663 Gabriel de Mena realizó el zócalo de piedra rosada de Antequera y renovó las gradas del presbiterio, todo ello según las trazas del maestro sevillano Juan González. Aunque se considera que desde dicha fecha el retablo se ha conservado intacto hasta nuestros días, parece evidente que en 1799 se procedió a renovar completamente el trono del sagrario-manifestador, cuyas formas academicistas nada tienen que ver con el resto de la estructura, aunque armonizan a la perfección con ellas por su concepción clasicista. En dicho año se documenta la puerta de plata, realizada por el orfebre Vicente Gargallo, en la que se representa la Última Cena.
Lo complicado del proceso de ejecución ha llevado a diversas conjeturas sobre la autoría de las diversas representaciones escultóricas, pues el resultado final es muy armónico y todas las manos se ajustaron al espíritu general. En cualquier caso es evidente que Juan Bautista Vázquez «El Mozo» intervino en parte del banco y el relieve de la Anunciación puede estar relacionado en todo o en parte con Jerónimo Hernández. A Miguel Adán corresponde la Visitación y con su estilo se relacionan también los dos relieves de Jesús entre los doctores y la Epifanía, si bien no consta documentalmente su intervención en estas dos últimas realizaciones. Sin lugar a dudas será Andrés de Ocampo quien protagonice el conjunto y la impronta de su espíritu manierista, empapado en ocasiones de formas miguelangelescas, domina todo el conjunto, como se evidencia sobre todo en los ángeles del ático.
La estructura arquitectónica utiliza la tradicional retícula para desarrollar una composición muy dinámica en la que se establece un acusado juego de luces y sombras al combinar formas delicadas con otras de gran contundencia. La planta sigue el ochavo de la capilla mayor, descansando el conjunto sobre un zócalo de jaspe rosado decorado con tarjas que sirve de base al zócalo. Se compone de tres grandes calles, divididas en tres cuerpos, entre las que corren cuatro entrecalles columnadas con sucesión de órdenes jónico y corintio, rematando el conjunto un potente ático sustentado por ménsulas y coronado por complejo frontón doble, curvo y partido en el interior y triangular en el exterior. La calle central presenta paños superpuestos y rematados por frontones en los dos primeros cuerpos, ocupando el primero el trono, estructura academicista de dos cuerpos sustentados por columnillas corintias pareadas y rematado el segundo por frontón curvo. En las calles laterales los paños se rematan en medio punto y van coronados por frontones triangulares, mientras que las entrecalles están ocupadas por hornacinas sobre las que van paños rectangulares.
El programa iconográfico se dedica enteramente a exaltar la figura de María y su papel en la historia evangélica. En el banco y entrecalles se alternan los relieves que representan a los profetas y padres de la Iglesia con un apostolado en el que los cuatro evangelistas, que ocupan el primer cuerpo, tienen un tratamiento diferenciado al aparecer sedentes, mientras que el resto aparece erguido. Los relieves que ocupan los dos cuerpos superiores de la calle central desarrollan la escena de la Asunción, titular del templo, que se dispone en dos registros, según un esquema muy frecuente en la retablística seiscentista española en el que el registro inferior recoge a los apóstoles en torno al sepulcro y en la superior la Virgen asciende triunfante y coronada. En las calles laterales el lado del evangelio contiene los relieves de la Anunciación, adoración de los Pastores y Circuncisión, mientras que en el de la epístola aparecen la Visitación, Jesús entre los doctores y la Epifanía. Centra el ático un gran tondo con el busto del Padre Eterno y a sus lados cuatro virtudes sustentan dos tarjas en las que aparecen pintadas una Inmaculada y un emblema concepcionista. Diversos ángeles niños de formato rematan el ático.
En la actual mesa de altar, situada ante las gradas del presbiterio, se ha colocado un lienzo que representa a Cristo yacente, obra de mediados del siglo XVII que se atribuye a Juan Loaysa. Los púlpitos son de hierro forjado, el del lado de la epístola data de 1608 y lo realizó en Cádiz Cristóbal de Morón, mientras que el del evangelio es posterior y sigue el mismo modelo. Entre las pinturas que cuelgan de los muros del presbiterio cabe destacar una Inmaculada realizada por Francisco Rizzi hacia 1680, de dinámica composición barroca, mientras que los lienzos de san Pedro y san Pablo presentan marcos dorados realizados en 1753, fecha en la que se realiza también la galería que sustentaba las colgaduras de brocado. La lámpara de plata que cuelga ante el retablo fue realizada en 1787 por el platero sevillano Vicente Gargallo Alexandre.
Frente al presbiterio se sitúa el coro. En principio la iglesia contó con una sillería realizada a partir de 1571 por Juan de Figueroa, Juan de Oviedo y Miguel Adán, pero las obras realizadas en 1718 obligaron a efectuar importantes reformas y años más tarde se renovó todo el conjunto. En 1728, Diego Antonio Díaz diseñó un nuevo trascoro por mandato del arzobispo Salcedo y la sillería se encargó en 1734 al ensamblador jerezano Agustín de Medina y Flores, interviniendo a partir de 1744 el escultor Diego Roldán. Los dos órdenes de sitiales, realizados en caoba y ébano, presentan decoración geométrica con algunos detalles de hojarasca, todo ello en abierto contraste con la riqueza decorativa de los respaldos, en los que se emplearon también las maderas de naranjo y granadillo. Los paneles, de abigarrada y menuda talla encuadrada por molduras geométricas, están flanqueados por columnillas salomónicas y coronados por altos penachos de talla, que se hacen más complejos sobre las cuatro puertas de acceso. En el sitial principal hay una hornacina con la imagen policromada de la Asunción, mientras que sobre las puertas situadas a sus lados van los bustos de san Pedro y san Pablo, esculturas realizadas por Diego Roldán. El facistol es obra de los mismos autores, si bien parece que el pedestal debió renovarse a finales del mismo siglo XVIII. Sobre los laterales corren tribunas cuyas yeserías se deben también a Medina y Flores, autor al que pertenecen los yesos de la cara interior del penacho que remata el trascoro. La reja de cierre y las espadañas son obras realizadas en Sevilla por Juan de Varales en 1743. Completa la zona interior del coro el órgano, cuya gran caja rococó de madera oscura fue ejecutada en 1789, rematando su estructura airosos ángeles músicos. La maquinaria se debe a Francisco Rodríguez y está fechada en 1792.
En la zona exterior destaca la composición arquitectónica dispuesta por Diego Antonio Díaz para el trascoro, sobre cuya cornisa situó un alto penacho flanqueado de aletones, centrado por un gran óculo y rematado por la imagen del arcángel san Miguel. A los lados van otros dos remates más pequeños sobre los que se sitúan las imágenes de san Leandro y san Isidoro.
La talla, que ejecutó el maestro cantero Juan de Arteaga, es muy menuda y abigarrada, a base de roleos entre los que enlazan elementos vegetales y festones. En el muro de cierre se dispone un retablo central y a los lados sendas portadas sustentadas por pilastras toscanas y coronadas por frontones curvos rotos, realizadas en jaspe negro y rojizo con dinámica decoración geométrica. El retablo responde a la estética de Medina y Flores y está concebido como un marco abocinado, flanqueado por estípites, para el lienzo de la Inmaculada que realizó en 1730 Felipe Muñoz.
Los muros de la cabecera de las naves laterales están ocupados por dos retablos gemelos. El que corresponde al lado de la epístola fue concertado en 1728 con Agustín de Medina y Flores por Miguel Núñez de Prado y su esposa.
El dedicado a san José puede fecharse poco después y consta que en 1743 fue dorado por los jerezanos Francisco y José Morales. Presentan planta mixtilínea que se hace cóncava en la zona central y convexa en los arranques laterales. Parejas de estípites flanquean el único cuerpo, soporte que se repite en el ancho ático que los corona. En el lado de la epístola ocupa la hornacina principal una talla de santa Teresa, que desde 1714 es patrona del clero parroquial, obra de origen italiano donada al templo dicho año por el duque de Arcos. En el ático hay una imagen de santa Catalina, anterior titular de la capilla, que puede relacionarse con la producción de Diego Roldán, autor a quien deben corresponder también las tallas de san José y san Andrés situadas en el retablo del lado del evangelio.
El primer tramo de la nave del evangelio alberga desde 1951 un panel pictórico procedente de la antigua cabecera del templo mudéjar, que representa la Coronación de la Virgen, importante obra al temple que puede fecharse en las primeras décadas del siglo XV. Enmarcada por columnillas sobre las que va un apostolado al que albergan doseletes, la composición presenta notables influjos de las creaciones sienesas del «treccento», y está centrada por un trono en el que Cristo corona a la Virgen mientras que un coro de ángeles y diversos santos asisten a la escena en abigarrada composición que ocupa por completo el resto del panel.
En el tramo frontero a la puerta lateral se levanta un escenográfico retablo rococó, policromado a imitación de la porcelana en tonos blancos y azulados, que realizo hacia 1770 Andrés Benítez. Está destinado a guardar un conjunto de reliquias, entre la cuales sobresale el cuerpo incorrupto de san Félix, que había traído de Roma Clemente Antonio de Baena. Se compone de un gran cuerpo a modo arco para albergar la urna flanqueado por columnas corintias sobre las que realiza un espectacular quiebro ondulado la cornisa que sirve de base a dos grandes ángeles mancebos que despliegan sus alas de forma grandilocuente.
En el ático la cornisa presenta una expansión hacia el exterior, y está centrado por un relieve que representa la imposición de la casulla a san Ildefonso. Remata todo el conjunto una gran corona dorada que sustentan dos ángeles niños. Contemporáneo de este retablo es la pequeña vitrina rococó de madera dorada y policromada en blanco situada a continuación, obra que realizó el mismo autor para albergar un simpecado con bordados y pintura del mismo estilo.
El mural de san Cristóbal que se sitúa inmediato a los pies del templo es obra realizada en el siglo XVI, si bien ha sufrido importantes reformas posteriores que han alterado en buena medida su aspecto original.
En el testero de los pies del templo correspondiente al lado del evangelio se sitúa el retablo de Ánimas, que inicialmente fue levantado en 1550 por deseo del patrono de esta capilla, Hernando de San Pedro. En la segunda mitad del siglo Andrés Benítez renovó el retablo con la actual estructura de corte academicista, realizada en madera policromada a imitación del mármol, aunque con abundante decoración rococó.
Consta de un cuerpo flanqueado por columnas corintias y ático rematado por frontón curvo. Las imágenes que ocupan la hornacina representan las lágrimas de san Pedro ante Cristo atado a la columna a quienes acompaña san Jerónimo penitente.
Proceden del primitivo retablo y se relacionan con el quehacer de Roque Balduque, mientras que el relieve con las ánimas del banco y el escudo que ocupa el ático corresponden a la intervención de Andrés Benítez.
En el lado de la epístola se sitúa la capilla de la Virgen de Belén, fundada en 1559 por Luis Andino Gamaza y desde 1731 es la capilla bautismal del templo. Al exterior presenta portada con arco de medio punto con rosca acasetonada, flanqueado por pilastras dóricas que sustentan un entablamento en cuyas metopas van piezas semicirculares de cerámica negra vidriada, que se repiten en las enjutas. Cierra el espacio una reja de abundante decoración barroca realizada en 1739 por Francisco Rivero. El interior es de planta rectangular con dos arcos casetonados en los lados menores y un pequeña cúpula sobre pechinas en el centro que presenta el mismo tipo de decoración.
Está presidida por un retablo de madera dorada que fue concertado en 1600 por Andrés de Ocampo, realizando la policromía Bernabé Velázquez de Espinosa. Consta de un cuerpo sustentado por columnas compuestas y ático. El cuerpo está ocupado por una tabla que representa a la Virgen de Belén, delicada obra contemporánea del retablo que se vincula a la producción de Alonso Vázquez. El relieve del Padre Eterno situado en el ático es obra de Andrés de Ocampo. También se conservan en esta capilla una imagen policromada de la Virgen con el Niño, fechable a mediados del siglo XVI, muy cercana al estilo de Roque Balduque y un lienzo del bautismo de Cristo firmado por Juan Simón Gutiérrez en 1687. La pila bautismal, de mármol blanco, es de forma sencilla y puede fecharse a finales del siglo XVII.
La capilla del Rosario ocupa el solar de una anterior levantada en 1408 por el señor de Arcos Rui López Dávalos y que estaba dedicada a los mártires de Ávila. En 1551 fue reconstruida totalmente por su patrono, el regidor Gonzalo Gil de Armario Quintanilla, que la dedica a la Virgen del Rosario, encargando su talla y el retablo a Cristóbal de Voisín. Hasta 1731 fue capilla bautismal y en 1764 se realizaron grandes obras de reforma para que albergase el cuerpo de san Félix; fue entonces cuando se encargó al tallista Andrés Benítez la realización del actual retablo.
La capilla, de formas tardogóticas, destaca por su gran porte y presenta un arco carpanel de acceso, sustentado por columnillas y baquetones, sobre el que se sitúan tres escudos, mientras que la bóveda es de compleja disposición estrellada. El retablo es de madera dorada y presenta planta cóncava con un cuerpo articulado, en tres calles, por medio de columnas corintias, y ático, todo ello poblado de una abigarrada decoración a base de rocallas. Está presidido por la Virgen de Rosario, talla que realizó Cristóbal de Voisín en 1551, si bien posteriormente fue reformada para poder ser vestida. Bajo ella, en el lugar que inicialmente se dispuso para la urna con el cuerpo de san Félix, se sitúa una vitrina con un Niño Jesús dieciochesco, procedente del colegio de los jesuitas. A los lados van las tallas de san Joaquín y santa Ana y en el ático san Miguel flanqueado por santo Tomás de Aquino y san Juan Nepomuceno. En los muros laterales se conservan pinturas al fresco contemporáneas del retablo con arquitecturas fingidas derivadas de modelos de Andrea Pozzo.
La capilla siguiente, sagrario de la parroquia, está dedicada a la Virgen de las Nieves. Se construyó en 1512 a iniciativa del vicario Gamaza y sus obras se concluyeron en 1553, si bien durante el siglo XVII sufrió algunas intervenciones parciales. Consta de dos tramos paralelos a la nave de la epístola, que se cubren por bóvedas de nervaduras con terceletes. Está presidida por un retablo concertado con Matías José Navarro 1741 y dorado de Francisco Morales. Originalmente albergó una pintura de la Virgen de la Antigua que fue destruida en 1881 y desde entonces está presidido por la imagen de la Virgen de las Nieves, patrona de la ciudad. Presenta este retablo planta ochavada con un cuerpo sustentado por estípites y ático en forma de cascarón. La imagen de la Virgen de las Nieves es una talla de candelero del siglo XVI. A sus lados dos relieves que representan la Imposición de la Casulla a san Ildefonso y a san Fernando, son contemporáneos del retablo.
A continuación de la puerta lateral se encuentra la capilla del Cristo del Perdón, cuya fábrica tardogótica, cubierta por bóveda de nervadura, se fecha en el primer tercio de siglo XVI. Desde mediados del siglo XVII fue sede de una hermandad de venerables sacerdotes y está presidida por un retablo de madera dorada y policromada, que realizó en el año 1712 Juan Francisco de Morales.
Consta de un cuerpo sustentado por columnas salomónicas y ático. Centra la composición una hornacina cruciforme que alberga al Cristo del Perdón y a sus lados van las tallas de candelero de la Virgen de la Piedad y san Juan evangelista, siendo las dos primeras tallas del autor Juan Francisco Morales.
La capilla de san Antonio fue levantada en 1478 y su estructura tiene forma de qubba con cubierta octogonal sustentada por trompas, si bien todo ello está alterado por reformas posteriores. Está presidida por un interesante retablo rococó que realizó Andrés Benítez en la segunda mitad del siglo XVIII, con un cuerpo sustentado por estípites y original ático ovalado. La imagen del titular es del siglo XVIII y en el ático hay una talla de san Luis Gonzaga de escuela genovesa procedente del colegio de los jesuitas. El tramo siguiente está ocupado por la sacristía, cuya fábrica se suele fechar a medados del siglo XVI, y su diseño se ha relacionado con el estilo de Martín de Gaínza, aunque parece cercana al quehacer de Hernán Ruiz II. La primera noticia sobre su construcción data del año 1572 y las obras se prolongaron durante muchos años, ya que no se concluyen hasta 1640, si bien parece que se siguieron con fidelidad los planos originales. El acceso desde el presbiterio está cerrado por puertas de madera tallada en el año 1678 por Martín García de Toledo, pero la portada principal se sitúa en la capilla de san Antonio y enmarca su vano rectangular con pilastras compuestas. Las hojas son de madera tallada con diversos relieves y se fechan a mediados del siglo XVII. La sacristía es de fábrica de piedra y presenta planta cuadrada, cuyos muros se rematan por un elegante friso dórico.
Se cubre por bóveda vaída decorada con círculos concéntricos que alojan a su vez diversos tondos con bustos de santos, mientras que en las pechinas van tarjas con los evangelistas flanqueados por ángeles niños.
Las cajoneras son obra de Pedro de Toledo realizadas en torno al año 1640 y sobre ellas se sitúa un crucifijo de marfil dieciochesco que procede del extinguido colegio de los jesuitas y en una hornacina abierta a uno de los muros, mediante arco carpanel casetonado y abocinado, se sitúa un lienzo de la Virgen de Belén muy cercano al estilo de Alonso Cano, cuyo marco de madera oscura fue tallado en el primer tercio del siglo XVIII. Tanto el aguamanil como la mesa, realizados en mármoles de colores, son obra de Francisco de la Riva y se fechan en el año 1700. En una con puertas y decoración interior de yeserías realizada hacia 1740, se sitúa la custodia procesional de asiento, que fue concertada en 1645 con el platero sevillano Andrés Carrillo y fue estrenada cuatro años más tarde. En 1760 se llevaron a cabo importantes reformas por el orfebre José Alexandre Ezquerra, quien la sobrealzó sobre una nueva peana.
La estructura turriforme presenta un marcado aspecto clasicista con dos cuerpos sustentados por columnas pareadas dispuestas en sentido radial, jónicas las del primero y compuestas las del segundo. Entre ellas se abren arcos de medio punto en el cuerpo inferior, mientras que sobre las del segundo cuerpo se dispone una estructura adintelada rematada por frontones rotos en cada frente.
Sobre los basamentos del cuerpo inferior se distribuye un apostolado y el segundo cuerpo está ocupado por una alegoría de la Iglesia rodeada por cuatro profetas, rematando el conjunto una cúpula peraltada y gallonada sobre la que campea una representación de san Miguel. Las decoraciones rocalla de la inferior responden a la intervención de Alexandre. El tesoro de la parroquia de santa María es muy rico, pues posee un inestimable conjunto de piezas de artes suntuarias, centradas fundamentalmente en los siglos de la Edad Moderna. Entre las numerosas piezas de orfebrería que componen la colección cabe mencionar algunas obras de tradición gótica fechadas en el siglo XVI, como un copón y la cruz parroquial, donde aparecen algunos elementos renacentistas.
Otras obras pertenecen a los siglos XVII y XVIII, cálices, copones, sacras, portapaces, candelerías, bandejas, relicarios etc.
De las realizadas en el XVIII destacan especialmente el rico viril rococó de oro que se coloca en la custodia del Corpus, realizado en 1768 por José Alexandre Esquerra gracias al generoso donativo de María Leonor Fernández de Valdespino y la arqueta del Jueves Santo, realizada en plata, que regaló la marquesa de Torre Soto. También es rococó un cáliz de oro realizado en 1787 por Vicente Gargallo Alexandre. Una copa de cristal de roca tallada con relieves procede de la casa ducal de Arcos y parece obra de talleres alemanes del siglo XVI. Gran importancia reviste por su aparatosidad el altar portátil que se utilizaba para los cultos eucarísticos, obra barroca realizada en plata, e igualmente son destacables las piezas de orfebrería y bordados pertenecientes a las vírgenes del Rosario y las Nieves. Importante es también la colección de bordados en la que se cuenta con una excepcional manga de imaginería tardogótica que se fecha en el primer tercio del siglo XVI, donde se mezclan los motivos arquitectónicos bordados en oro con escenas realizadas en sedas de colores que representan la Encarnación, la Natividad y la Epifanía. Varios son los ternos bordados, uno de ellos es una excepcional obra bordada en oro y sedas a inicios del siglo XVII y otros del siglo XVIII presentan diferentes motivos también en hilos de oro, plata y sedas de colores. No menos importante es la rica colección de tejidos, sobresaliendo especialmente los dieciochescos.
También son destacables los libros de coro con miniaturas de diferentes épocas, entre las cuales se cuenta una debida al iluminador mexicano Luis Lagarto, firmada en 1600, que representa los Desposorios místicos de santa Catalina y se conserva aislada con marco rococó (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Iglesia de Santa María de la Asunción de Arcos de la Frontera tiene planta de salón con tres naves y cabecera ochavada. Las naves se separan por medio de pilares circulares baquetonados que sustentan complejas bóvedas de crucería estrelladas. La capilla mayor se cubre por bóveda abocinada con decoración de casetones. Todo el interior responde al estilo gótico tardío, si bien la bóveda de la capilla mayor es renacentista. Todo ello construido a mediados del siglo XVI. Al exterior la portada principal es del mismo momento, e igualmente perteneciente a la estética tardo gótica. El vano rectangular se enmarca por arquivoltas que conforman un arco de medio punto peraltado, que alberga hornacinas en el tímpano y laterales. El resto del hastial va profusamente decorado con elementos del mismo estilo.
En un lateral se sitúa la torre, de planta cuadrada con cuerpo de campanas articulado mediante pilastras jónicas que enmarcan vanos de medio punto. La portada presenta dos cuerpos, ambos centrados por vanos rematados en medio punto, flanqueados por pilastras toscanas. El segundo se remata por frontón triangular roto en cuyo centro se sitúa una tarja coronada por la imagen de la Inmaculada. Todo este conjunto fue realizado a mediados del siglo XVIII siguiendo el estilo barroco de la Escuela Sevillana.
Diego de Riaño fue nombrado desde 1532 también Maestro Mayor de las iglesias de Arcos. Se sabe que trabaja en la iglesia de Santa María, siguiendo las obras comenzadas hacia 1520 por Alonso Rodríguez y Juan Gil de Hontañón, maestros mayores sucesivos de la catedral hispalense, de cuyo arzobispado dependía Arcos.
Le sucede en las obras Martín de Gainza, a quien, en estilo ya renacentista se le atribuye la resolución y rica decoración de las bóvedas del presbiterio, la Capilla Mayor y la Sacristía, esta última de planta centrada y bóveda rebajada, cuyo esquema deriva de la de la Catedral de Sevilla, que el maestro concluyó a la muerte de Riaño.
También interviene en la construcción de este templo Hernán Ruiz II El Mozo, máximo exponente de la arquitectura renacentista y manierista en Andalucía y también Maestro Mayor de la catedral sevillana, cuya presencia está documentada en Arcos desde el año 1559 y siguientes para vigilar y reconocer las obras, quedándose a vivir en esta ciudad, donde se cree que murió.
En el año 1699 el arquitecto jerezano Diego Moreno Meléndez dirige la construcción de los arbotantes que cruzan de parte a parte el Callejón de las Monjas, y que sostienen desde entonces los muros de la iglesia por este lado, inclinadas por el peso de las bóvedas.
En el siglo XVIII se proyecta la robusta y enorme torre, obra del arquitecto Vicente Catalán Bengoechea. Es una torre inacabada, que preveía sobre el actual un segundo cuerpo de campanas, más otro de planta octogonal para el reloj, y otro más similar como remate final. En ella se conjugan elementos renacentistas con otros barrocos, especialmente los balconcillos redondeados bajo las campanas, estatuas, y menudos adornos de piedra alternados con semiesferas cerámicas vidriadas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Es la parroquia Mayor, más Antigua, Insigne y Principal de Arcos, títulos concedidos por el Sacro Tribunal de la rota romana en 1764. Declarada Monumento Nacional en 1931 y Basílica Menor en 1993.
El templo, aislado de toda construcción, se asienta sobre los restos de una mezquita árabe y ha estado en construcción durante seis siglos lo que ha significado la mezcla de estilos arquitectónicos y la participación de diferentes profesionales como Diego de Riaño, Juan Gil de Hontañón, Alonso Rodríguez y Martín de Gaínza. Debe su aspecto principal a las obras acometidas entre los siglos XV y XVI.
La fachada principal es muestra de la conjunción del gótico final y el incipiente plateresco. En el lateral derecho (Plaza del Cabildo) se puede contemplar la torre-fachada inconclusa, diseñada por V. Bengoechea a raíz del terremoto de 1755. La Torre es de planta cuadrada y presenta tres cuerpos, portada, balcón y campanario. En el segundo cuerpo, las imágenes de San Pedro, San Pablo y la Virgen Inmaculada.
Se trata de una iglesia de planta de salón del gótico final, con tres naves de igual altura y monumental cabecera ochavada. Las naves quedan separadas por medio de pilares circulares compuesto de finos baquetones agrupados en haz, sustentando complejas bóvedas de crucería estrellada.
Aunque todo en su interior es digno de admirar, cabe destacar el Retablo Mayor que supone una auténtica joya renacentista, la pintura mural gótica, la momia incorrupta de San Félix, la capilla de la Nieves que alberga la imagen de la Patrona de Arcos, el exuberante órgano y el coro, considerado como uno de los mejores de Andalucía.
HORARIO DE VISITAS:
De martes a sábados: 11.30 a 13.30 h /16.30 a 18.30 h
Domingos sólo Basílica: 9.30 a 14.00 h / 16.30 a 18.30 h
Excepto horario de misa domingo: 11.00 h y 12.30 h (No visita cultural)
La Torre se visita cada ½ hora en grupos de 6 pax
Precio: 4 € pax (Iglesia + Torre) (Ayuntamiento de Arcos de la Frontera).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Calle Nueva; Plaza del Cabildo; Castillo Ducal; Ayuntamiento; y Basílica Menor de Santa María de la Asunción) de la localidad de Arcos de la Frontera (III), en la provincia de Cádiz. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia gaditana.
Más sobre la provincia de Cádiz, en ExplicArte Sevilla.
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