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martes, 23 de mayo de 2023

Los principales monumentos (Cueva de la Mora; e Iglesia de San Miguel) de la localidad de Jabugo, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Cueva de la Mora; e Iglesia de San Miguel) de la localidad de Jabugo, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     Está situada a 680 metros de altitud, en plena Sierra de Aracena, dentro del Partido Judicial de Aracena y dista de la capital 110 kilómetros. Su termino municipal tiene 21,5 km2 de extensión y algo más de 2.500 habitantes. En 1.691 pertenecía a la villa de Almonaster la Real, pasando en este año a la condición de villa independiente y obteniendo en 1.695 jurisdicción propia.
Patrimonio cultural y artístico
     Cueva de la Mora, yacimiento neolítico.
     El Becerro, donde se encuentran enterramientos en cista de la Edad del Bronce.
     Iglesia de San Miguel, de estilo mudéjar, fue construida en el siglo XVI pero ha sufrido reformas hasta el siglo XVIII, al que pertenece su retablo Barroco.
     El Tiro, edificio civil.
Fiestas y tradiciones
     Fiestas de Ntra. Sra. de los Remedios, se celebran el 11 de julio.
     Fiestas de San Miguel Arcángel, el 29 de septiembre.
     Fiestas de San Juan Bautista en el Repilado.
     Fiestas de la Santísima Trinidad en Los Romeros.
Recursos económicos y sociales
     Los derivados del cerdo ibérico son los productos estrella de esta localidad, que ha dado nombre a la calidad del jamón.
     Jamones, cañas de lomo, embuchados, morcilla, chorizos, morcones o productos frescos listos para cocinar y a unos buenos precios, como las castañuelas, puntas de costilla y solomillos, son fáciles de encontrar en esta localidad, en los mataderos y almacenes que existen en la localidad y en sus aldeas. Aun se pueden encontrar algunos encajes de bolillos y bordados, artesanía que se esta perdiendo.
Gastronomía
     Además de todos los exquisitos productos del cerdo ibérico que se pueden degustar en Jabugo, los platos típicos son el gazpacho de culantro, las migas con panceta, los adobaos, sopas de olores y platos elaborados con las excelentes verduras de sus huertas (Diputación Provincial de Huelva).
     Dentro de su término, en el yacimiento conocido como Cueva de la Mora, se han encontrado utensilios de asta de ciervo, con interesantes grabados que, por su técnica y estilo, podrían corresponder al período magdaleniense. Se trata de uno de los escasos lugares de la provincia en los que se han hallado restos paleolíticos. Esta misma cueva debió ser habitada en períodos posteriores, y también aparecieron restos que comprenden desde el inicio del Neolítico hasta la Edad del Bronce. El actual núcleo de población debió fundarse tras la Reconquista de la comarca, quedando dependiente de la villa de Almonaster la Real en calidad de aldea y fue en 1691 cuando obtuvo el título de villa, desvinculándose  de aquella localidad. Su gran desarrollo económico se producirá a finales del siglo XIX, con la construcción del ferrocarril Zafra-Huelva que, con estación en su aldea de El Repilado, permitió  la fácil  exportación de los productos cárnicos del cerdo ibérico, principalmente jamones, que tanta fama han otorgado a la población. A las afueras de la villa se emplaza el denominado Tiro de Pichón, edificio de estilo regionalista comarcal, proyectado por el arquitecto sevillano Aníbal González (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
         El olor a jamón impregna el municipio de Jabugo. Este pueblo es conocido por su relación con el jamón ibé­rico de Huelva, que aquí tiene una notable concentración de tiendas, secaderos, mataderos y fábricas. También en los Romeros y El Repilado se localizan numerosas industrias cárnicas.
     Conserva Jabugo trazas urbanas y armonías cromáticas de pueblo andaluz, visibles en las calles laberínticas, las fachadas encaladas y cierto asomo de arcos que llevan la luz a las solanas. En el casco urbano, y como no podía ser de otra manera, la actividad diaria gira alrededor de la plaza del Jamón. A ella se asoman la fachada del casino Central, la blancura del Ayuntamiento y las volutas barrocas de la iglesia de San Miguel (siglo XVIII). Cerca se sitúan algunas casas señoriales levantadas a finales del siglo XIX. En uno de los cerros que rodean la localidad se alza el edificio conocido con el nombre de El Tiro. Es obra diseña­da por Aníbal González y se considera representativa de la arquitectura regionalista de comienzos del siglo XX. Hecha de piedra y ladrillo, resiste todavía los embates del tiempo.
     A 2 km y a 200 m de la N 435 en dirección a Galaroza se encuentra la cueva de la Mora, gruta que proporcionó en las excavaciones los restos más antiguos de la sierra (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).
     Pequeño pueblo de la sierra de Aracena, famoso por sus productos derivados del cerdo ibérico, especialmente el jamón.
Historia y visita
     Hasta 1691 la historia de la villa está ligada a la de Almonaster a cuyo término y jurisdicción pertenecía.
     En este año, el 5 de febrero, don Luis Márquez de Avellaneda, señor de Almonaster, otorga su consentimiento para que la aldea de Jabugo quedara libre de su vasallaje. Poco después, en 1695, Carlos II le otorgó jurisdicción propia.
     Jabugo es, sin lugar a dudas, el artífice que hizo posible que en el siglo XX la fama de esta industria rebasara, legítimamente, nuestras fronteras.
     La ciudad, pequeña, de casitas blancas y calles estrechas y empinadas, se encuentra en medio de un bosque de encinas, alcornoques y castaños, rodeando a la iglesia parroquial de San Miguel Arcán­gel, obra del siglo XVI en estilo mudéjar, aunque ha sido muy reformada en sucesivas épocas.
     Interesantísimo es el proceso de elaboración y curación de los jamones, que puede seguirse en la fábrica de Sánchez Romero-Carvajal, en cuyas bodegas sub­terráneas se guarda una enorme reserva de este extraordinario producto.
Gastronomía
     En la mesa del pueblo no faltan los embutidos y productos del cerdo. El jamón de cerdo ibérico, el famoso cerdo de pelaje oscuro criado en montonera y curado por los métodos tradicionales, es un manjar exquisito cuya fama se ha extendido más allá de los límites del país.
Fiestas
     El segundo domingo de julio se celebra la festividad de la Virgen de los Remedios y entre el 28 y 30 de septiembre la feria y fiestas en honor del patrón, San Miguel Arcángel (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Cueva de la Mora
       El sitio arqueológico de la Cueva de la Mora, localizado en el término municipal de Jabugo, constituye una muestra representativa de una parte de la historia onubense, cubriendo un amplio espectro cronológico-cultural. Así mismo se documentan e ilustran diferentes tipologías funcionales, pues se han localizado espacios dedicados a lugares de habitación, necrópolis, manifestaciones artísticas, modelos de explotación de los recursos naturales, etc.
     En un análisis descriptivo, se puede definir a la Cueva de la Mora de Jabugo como una cavidad de desarrollo, predominantemente, horizontal aunque con una relativa pendiente hacia el Este. Posee dos salas:  la primera y mayor, con unos 7 metros de bóveda, la segunda, situada a mayor cota, de dimensiones más reducidas pero con menor incidencia antrópica. Esta última sala está sufriendo actualmente un proceso de colmatación.
     La comunicación entre las dos salas tiene lugar merced a una gatera o laminados de poca altura (60 o 70 centímetros).
     En la configuración de ubicación del sitio, la cavidad parece haber jugado un papel determinante la existencia de fallas o fracturas, tal como sugiere la observación de planos de fallas con buzamientos al Norte y brechas asociadas de posible origen tectónico. La existencia de coladas y espeleotemas asociados confirmarían las hipótesis de fracturas al tratarse estas de sectores con flujo preferencial de agua. Dichos flujos podrían haber contribuido así mismo a la colmatación del sector oriental de la cavidad. La apertura de la cavidad al exterior pudo verse influenciada por una fractura Este -Oeste.
     En la zona suroriental de la primera sala, se observan varias coladas o capas estalagmíticas con buzamiento similar al de la estratificación de la roca de caja. Dichas capas se sitúan a varios niveles-al menos dos-. El relleno a dichas capas ha sido desmantelado bien debido a procesos naturales de erosión química o mecánica, o bien debido a la actividad humana. La existencia de bloques angulosos amontonados avalarían esta última hipótesis. La tipología de los espeleotemas es fundamentalmente vadoso. Se trata en general de espeleotemas parietales (coladas y restos de pequeñas estalactitas (muy escasas y prácticamente todas ellas han sido destruidas o arrancadas). El régimen de funcionamiento actual parece ser de relleno y colmatación. El acceso o entrada, que se ubica hacia el Sur, podría haber estado más colmatada o cubierta de lo que está actualmente, según se desprende de la observación de sedimentos detríticos de naturaleza arcillosa y brechas de espeleotemas, ocupando ambos taludes de la zanja de acceso a la cueva, es decir, la cavidad se prolongaría en varios metros en dirección meridional, con lo que esto significa de análisis microespacial del yacimiento. Este análisis indica que la entrada de la cavidad se habría utilizado como lugar de enterramiento. Este hecho se constata en las referencias bibliográficas, las cuales indican la existencia de desprendimientos cenitales o caos de bloques "sellando" niveles arqueológicos. Las condiciones actuales de habitabilidad (temperatura y humedad relativa) son bastantes óptimas además de presentar, la 1ª sala, un 40% de iluminación directa por la incidencia de los rayos solares. Su accesibilidad directa presenta un bajo grado de dificultad y se ubica en una cota de 610 metros sobre el nivel del mar que le permite el control visual de la vega donde nace la rivera del Múrtigas. 
   Desde el punto de vista arqueológico, la Cueva de la Mora poseía antes de su excavación una potencia estratigráfica de 5 metros, con evidencias de un poblamiento desde el IV al II milenio. Supone, hasta el momento, el único testimonio de ocupación neolítica en cueva de la comarca, con una cultura material definida por las cerámicas decoradas. Estos materiales consisten en vasos de forma ovoide con decoración incisa, que se sitúan cronológicamente en la 1ª mitad del IV milenio y con paralelos con el Neolítico Medio Portugués. Serían, por tanto, las primeras poblaciones productoras que se establecieron en esta zona, a partir del Neolítico Medio. Si se confirmase mediante evidencias, la atribución del hueso
grabado del Museo de Huelva, podría situarse el inicio de su poblamiento durante la etapa paleolítica, y en concreto durante el magdaleniense.
     Este yacimiento, sumamente conocido en la literatura arqueológica, fue dado a conocer al ámbito científico tras los hallazgos que efectuó Romero Martín en esta cavidad, globalmente referidos por Díaz Llanos (1923) y que han sido analizados profusamente en la historiografía aunque de forma puntual (Cabré, 1945; Balance, 1971; Garrido-Orta, 1975; Almagro Bosch, 1975; Blanco-Rothermberg, 1981; Piñón-Bueno, 1988, Camalich-Martín-del Arco, 1984). En estas referencias historiográficas de carácter puntual habría que exceptuar el trabajo de Pérez Macías, Cruz-Auñón y Rivero (1990) quienes analizan la cavidad de una forma global, abordando el estudio de los materiales y reconstruyendo los periodos de ocupación, aunque como exponen no se realiza un estudio geoarqueológico (Pérez Macías-Cruz- Auñón Rivero, 1990). A pesar del interés que despertó este yacimiento, no se produjo una intensificación de las investigaciones referidas a las cavidades de esta comarca hasta la década de los 80. Esto ha propiciado la pérdida de datos y de la constatación de secuencias ocupacionales a través de estratigrafías ya que han sido expoliadas y saqueadas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia de San Miguel
     Sabemos de la existencia de un primitivo templo donde se empezó a bautizar en el año 1591. La iglesia actual, sin embargo, es un edificio de nueva planta realizado en su totalidad en el siglo XVIII. Responde, en planta y alzado, a un conocido esquema que fue empleado por los arquitectos de la diócesis sevillana en ese periodo y cuyo lenguaje combina, en una conseguida síntesis, elementos neoclásicos y ciertas pervivencias del barroco andaluz. 
     La primera fase del nuevo templo, se inició el 10 de abril de 1722 con un  pro­yecto del arquitecto sevillano Diego Antonio Díaz, recayendo la dirección de las obras en el alarife Manuel de Silva. Posteriormente, en 1743, se inicia una segunda fase, encontrándose al frente de las obras Andrés de Silva, quien en 1746 delegó en su hijo Pedro de Silva.
     El retablo mayor fue tallado en 1941 por Ma­nuel Cerquera reproduciendo fidedignamente el antiguo, que era de estilo rococó y fue destruido durante la Guerra Civil. Contiene, en el interior del camarín del primer cuerpo, una imagen de San Miguel de principios del siglo XVIII, muy retocada, que fue regalada a la parroquia por el Arzobispo de Sevilla don Jaime de Palafox y Cardona y, en las hornacinas laterales, dos arcángeles procedentes del antiguo re­tablo, realizados en torno a 1774.
     En el segundo cuerpo, se encuentra la Virgen de la Virtudes, escultura en ma­dera policromada, de principios del siglo XVI, relacionada con el círculo de Pedro Millán y Jorge Fernández Alemán, procedente de la iglesia parroquial de La Nava donde recibió culto bajo la advocación de Virgen de Gracia y, a ambos lados, un Santo Papa y un San Antonio de Padua, ambos del siglo XVIII.
     Finalmente, en el ático se sitúa una imagen escultórica de Cristo crucificado, de escuela sevi­llana, del siglo XVII.
     La bóveda del presbiterio está decorada con pinturas murales, del tercer cuarto del siglo XVIII y en sus paredes laterales se distribuyen numerosos cuadros de distintos temas y estilos entre los que destacan dos escenas de la Pasión de Cristo, del siglo XVII.
     En la capilla Sacramental se alza un retablo moderno para una imagen de vestir, reciente, de Jesús Nazareno, flanqueada por un Niño Jesús y un San Juanito, de finales del siglo XVIII.
     En dos hornacinas abiertas en los muros laterales encontramos dos grupos escultóricos del siglo XIX, realizados en barro cocido con aplicación de telas encoladas: uno con San Joaquín, Santa Ana y la Virgen y el otro, enfrente, con San José, la Virgen y el Niño. Completan la decoración un lienzo con la Adoración de los Pastores, del siglo XVII y otro de Cristo atado a la columna, de fines de este mismo siglo.
     En el testero del brazo izquierdo del crucero se encuentra el neobarroco retablo de San José, cuya imagen titular es de principios  del siglo XIX e incluye en el ático un Niño Jesús del siglo XVII. Varios lienzos flanquean esta estructura: uno de la Aparición de la Virgen a los Franciscanos, de la primera mitad del siglo XVIII; otro con la Adoración de la Santa Cruz, de carácter popu­lar, del siglo XIX; y un tercero con la Adoración de los Pastores, copia de Murillo, del XIX.
     En el primer pilar de la izquierda encontramos un púlpito de forja, del siglo XVIII. Dos retablos más aparecen en esta nave lateral: uno neoclási­co de principios del siglo XIX con un cuadro de Ánimas de la misma época y una pequeña Virgen Dolorosa, de vestir, también del siglo XIX; y el segundo, moderno, para una Virgen de los Dolores, realizada en 1955 por el imaginero sevillano Agustín Sánchez Cid. En el siguiente pilar aparece un lienzo de la Virgen del Rosario, en un tondo de flores, del siglo XVIII.
     La capilla Bautismal alberga una pila de mármol, fechada en 1691, y una pililla de agua ben­dita realizada de la misma época.
     En la tribuna del coro existe un órgano reali­zado en 1783 por Gonzalo de Sousa Mascareñas, vecino de Segura de León y una antigua imagen muy repintada de San Miguel, tal vez antigua titular de la parroquia, de finales del siglo XVI.
     Junto a la puerta de ingreso, encontramos una pila de agua bendita con decoración de castillos y flores de lis.
     La capilla de la Virgen de los Remedios está ornamentada con pinturas murales de finales del siglo XIX o principios del XX y contiene un retablo moderno, neobarroco, donde recibe culto la Virgen de los Remedios, imagen de vestir, tallada a finales del siglo XVI, muy restaurada.
     A la salida, sobre los pilares, se encuentran dos lienzos populares del siglo XIX que representan a Santa Bárbara y a la Santísima Trinidad.
     En el brazo derecho del crucero está el retablo de la Virgen del Rosario, de estilo neobarroco, cuya imagen titular data de mediados del siglo XVIII y podría vincularse con el círculo del imaginero sevillano Benito de Hita y Castillo.
     La sacristía está decorada con numerosos cuadros de diferentes estilos y épocas, destacando un lienzo con una Sagrada conversación, del siglo XVII, una Escena milagrosa de frailes, de hacia 1700, y dos, de la Vida y milagros de San Francisco, de la primera mitad del siglo XVIII. Igualmente, de sus paredes cuelgan dos espejos: uno de fines del siglo XVII y otro del XVIII.
     La cajonería y los armarios son de madera tallada, del siglo XVIII y en ellos se guardan distintos objetos de plata, entre los que destaca un conjunto de piezas de la segunda mitad del siglo XVIII y estilo rococó, como una cruz parroquial, atribuida al platero sevillano Alexandre, un cáliz y juego de vinajeras, ambas con los punzones de ALEXANDRE Y CÁRDENAS. Finalmente, cabe nombrar un copón mejicano de estilo neoclásico, remitido a la parroquia por don José Romero a finales del XVIII o principios del XIX.
     En la aldea de los Romeros se encuentra la Iglesia de la Santísima Trinidad, edificio de una sola nave, construido en el siglo XIX, en cuya fachada principal destaca una esbelta espadaña añadida en 1889. En su interior, encontramos un lienzo dedicado a la Santísima Trinidad, de ejecución académica, y otro pequeño lienzo de las Animas benditas del Purgatorio, datable en el siglo XVIII.
     La aldea de El Repilado es una localidad constituida por dos barrios. El denominado Repilado Viejo, es el núcleo primigenio, de donde se deriva el topónimo y la barriada surgida a finales del siglo XIX en torno a la estación de ferrocarril Zafra-Huelva, sector originariamente constituido por almacenes y edificios relacionados con la primera industrialización de la comarca (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Edificio realizado en mampuesto y ladrillo revocado, consta de tres naves de cinco tramos con crucero y ábside de planta cuadrada. La nave del Evangelio se remata en la capilla del Sagrario y la de la Epístola, en la sacristía y otras dependencias.
     A los pies de la nave del Evangelio, y en alto se sitúa el coro, cuya parte baja está ocupada por la capilla bautismal. en el otro lado se sitúan una capilla de planta cuadrada y la torre construida con ladrillos que consta de un primer cuerpo, campanario con arco de medio punto flanqueados por un par de pilastras y chapitel piramidal trasdosadas, arrancan los arcos de medio punto que sirven de separación a las naves. La central presenta bóveda de cañón con lunetos así como la capilla mayor y los brazos del crucero.
     El sotocoro y la capilla bautismal en la que se encuentra una inscripción que data del año 1691. La del Sagrario presenta dos tramos, uno con bóveda de arista y otro con bóveda elíptica. El transepto se cubre con una cúpula con tambor sobre pechinas al igual que la capilla lateral situada al final de la nave de la Epístola.
     El templo posee en la actualidad dos accesos; el principal situado a los pies del edificio y uno lateral en el que se encuentra el atrio, que recoge una capilla a la izquierda y la vivienda adosada del Párroco a la derecha.
     La portada de los pies, encalada, está constituida por un vano de medio punto flanqueado por columnas corintias, rematadas por un entablamento alto de friso con dentículos con remates en los extremos. En la zona superior se abre una hornacina entre pilastras coronadas por un frontón curvo. Toda esta portada va encuadrada en un gran imafronte rematado por un frontón triangular y flanqueado por las zonas de fachada correspondientes a las naves laterales que se rematan en forma de curva. Tanto en el centro como en los laterales el muro que abierto por tres óculos.
     La portada del Evangelio está tapiada y consta de un vano adintelado entre pilastras toscanas, friso liso y rematado por frontón triangular. La de la Epístola posee vano rebajado entre pilastras del mismo tipo y se remata por entablamento liso. Aunque indudablemente existió un edificio anterior al que correspondería la capilla bautismal fechada a fines del siglo XVII, la iglesia actual responde a un conocido esquema en planta y alzado que fue empleado por arquitectos de la diócesis sevillana en la segunda mitad del siglo XVIII y cuyo lenguaje combinaba el rigor neoclásico con ciertas pervivencias del barroco local en una conseguida síntesis (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

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