Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Huerta Noble; e Iglesia de Nuestra Señora de los Doce Apóstoles) de la pedanía de La Redondela, de la localidad de Isla Cristina (y II), en la provincia de Huelva.
La villa de La Redondela, perteneciente al municipio de Isla Cristina desde 1887, está constituida como Entidad Local Autónoma, de acuerdo con la Ley 7/ 1993, con ayuntamiento propio, con las competencias que le otorga dicha ley. Tiene escudo y bandera propios, por decreto de la Junta de Andalucía de 18 de mayo de 1999.
Desde la Reconquista, su destino corre parejo a las villas de Ayamonte y Lepe, formando parte del marquesado de Ayamonte. En 1624, Gabriel Santans decía de ella que «es antiquísima como parece de muchos privilegios i papeles que ai en el archivo i cabildo della». Esta situación se mantendría hasta la abolición de los señoríos en el primer tercio del siglo XIX. El crecimiento económico del vecino municipio de Isla Cristina motivó, como ventajosa, la incorporación de la antigua villa al nuevo Ayuntamiento. Hoy se reclama insistentemente la vuelta a la situación anterior de independencia.
En lo eclesiástico, la parroquia dependía de la Vicaría de Lepe. Era iglesia de patronato de los marqueses de Ayamonte (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
LA REDONDELA
Situado en la Redondela, villa de origen bajo medieval cristiana. Antigua isla de la Redondela, emplazamiento estratégico de la Costa de Huelva.
Se trata de una fortificación que estaba compuesta por una torre mayor y una cerca que se adaptaría al contorno del cantil de la Isla de la Redondela. En la actualidad sólo se conserva parte del muro de mampostería de piedra y ladrillo muy deteriorado, en el extrarradio noreste de la Redondela en el reborde del promontorio de conglomerados de graves de la antigua isla. Es imposible definir su morfología, tipología y dimensiones de este muro ya que se encuentra bajo un conjunto de casas y edificaciones, estando revestido en su cara externa por hormigón proyectado, localizado en un lateral repleto de escombros (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Está considerada como la culminación de los proyectos del comerciante ayamontino Manuel Rivero, El Pintado: la plasmación de los ideales ilustrados de la agricultura, convertir tierras baldías en un paradisíaco vergel. Rivero adquirió la finca en el año 1746, elegida por sus posibilidades de regadío y su proximidad al mar con accesibilidad a través de un estero, para convertirla una huerta modelo. Trajo tierra fértil a lomos de animales, y adquirió plantones de vides, olivos, naranjos, mandarinos, perales y otros frutales; colocó norias y canales para el riego; trazó caminos y paseos, y, quizás inspirado en los claustros de los conventos, quiso convertir la actividad agrícola y el discurrir de las horas y de las estaciones, en una acción de gracias al Creador. La Huerta del Carmen y la Nueva Hacienda de Jesús, María y José formaron el conjunto conocido como Huerta Noble. Por lo que a las bellas artes se refiere, destaquemos que la Huerta fue cercada, y en su interior se edificaron la casa, la capilla y las dependencias propias de la explotación agrícola.
En la cerca perimetral se colocó un magnífico Vía Crucis, traído expresamente del taller de Jan Aalmis, de Rotterdam, en 1756. Los paneles, de 90 x 130 cms., reproducen las catorce estaciones del Vía Crucis, en desigual estado de conservación. Están pintados en azul, y enmarcados por una sencilla moldura recta, con ces y conchas en el mismo color. Costó la cantidad de 400 pesos. Puede considerarse como uno de los conjuntos más importantes de azulejería flamenca en España. El Vía Crucis, declarado Bien de Interés Cultural, está siendo restaurado en 2005-2006 por Jesús Mendoza Ponce, por encargo de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. El palomar, que aún hoy sigue siendo causa de admiración por sus dimensiones, con capacidad para 70.000 nidos, fue construido en 1760, con el fin principal de proveer de abono a la finca. En el oratorio se hallaba un cuadro que representaba la Sagrada Familia, Jesús María y José, como titulares de la Hacienda, y, a ambos lados, como orantes, los propietarios: Manuel Rivera y Juana Inocencia Díaz Cordero. La mesa de altar pasó en 1922 a la capilla de Ntra. Sra. del Carmen, de Isla Canela, y podía ser obra de José Fernando de Medinilla (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La Huerta Noble fue, en sus orígenes (segunda mitad del siglo XVIII), un complejo agrario-industrial, con una arquitectura rural definida y compleja, donde se racionalizan los espacios tanto productivos como constructivos en busca de una mayor rentabilidad económica. además debemos añadir el componente social, al representar una forma de vida propia de la burguesía agraria del siglo XVIII. La tendencia a trasladar al campo el refinamiento y el lujo de la vida urbana, va a permitir que en los espacios rurales convivan construcciones populares de uso agrícola junto a casas señoriales dotadas de todas las comodidades imaginables. En la actualidad lo que persiste de las primitivas instalaciones son la cerca perimetral, de dimensiones rectangulares con dos de sus ángulos achaflanados, donde se encuentran catorce azulejos magníficos que, realizados en Holanda en la segunda mitad del siglo XVIII, representan un vía crucis, la casa principal, la capilla, una pequeña casa de labor, el antiguo molino de aceite, la noria y alberca y, como pieza excepcional, un palomar o columbario. Este era, en el momento de su construcción, un edificio exento al que, posteriormente, se le van adosando edificaciones a sus muros perimetrales.
El columbario, mandado a construir en 1750 por D. Manuel Rivero González al mismo tiempo que el resto de las edificaciones de la hacienda, se trata de uno de los mayores palomares de Europa. Su planta tiene forma rectangular, de 28,50 m. por 14,40m y una altura uniforme de 5,50 m. Su interior se halla dividido en 9 calles longitudinales en dirección norte-sur, cortadas en el centro y extremos por 3 calles transversales en dirección este-oeste. Las calles tienen una anchura constante de 85 cm., a excepción de la calle longitudinal de poniente, donde se inserta el bebedero, que mide 92 cm. El bebedero recorre toda la longitud de la calle con una anchura de 50 cm. y una altura de 86 cm. los muros interiores tienen un grosor de 83 cm., sobre los que se distribuyen, en ambas caras, los nidos o palomeras, así como en la parte interna de los muros exteriores.
Todos los nidos están dispuestos, en las caras interiores de los muros que conforman las calles y en el interior del muro perimetral, en bandas horizontales de tres flas cada una y separadas unas bandas de otras por una hilera de ladrillos sobresalientes del muro en cada cara de los muros existentes seis bandas de tres hiladas cada una. Como refuerzo, las calles tienen en sus extremos y a media altura, tirantes transversales de hierro y en el cruce de las calles se conforman arcos de medio punto, dando la sensación de galería en el interior. Para suavizar los espacios, todos los ángulos están cortados en chaflán.
El palomar queda abierto en su parte superior, para facilitar la entrada y salida de las palomas. En el cruce de la calle longitudinal central con la transversal central hay una linterna con cúpula semiesférica de 1,10 m. de diámetro sobre un tambor octogonal, ambos tienen una altura aproximada de 3,70 m. Dicha cúpula queda coronada por un pequeño cuerpo de mampostería, que sostiene una veleta de hierro con fecha y cruz de remate.
Los cuatro ángulos del edificio quedan realzados por cuatro remates, formados por un prisma cuadrangular terminado por una pirámide y laterales a modo de espiral. La linterna y los cuatro pináculos de las esquinas son elementos decorativos muy frecuentes y recurrentes en los columbarios, de influencia francesa, motivados quizás por una búsqueda de enaltecer o distinguir una construcción tan anónima como son los columbarios, aunque en este caso cumplen también una función utilitaria, al proporcionar nidales, ya que hay nidos insertados en el interior, tanto de la linterna como en los remates de los ángulos.
Los nidos o palomeras están realizados con vasijas de cerámica con un ligero estrechamiento en el reborde superior o boca, no todas iguales, su diámetro varia y su profundidad es casi constante. Dichos recipientes son semejantes a los utilizados como cangilones de norias o para la pesca de calamar en esta zona, con la excepción de un pequeño agujero en la base.
Las 70000 palomeras del columbario fueron encargadas hacia 1760 a alfareros de Jerez de la Frontera, según informa Julián Solesio.
Es necesario comenzar por situar el columbario en un contexto histórico determinado, que nos aporte las claves generales para comprender el valor funcional y social de esta construcción, en un momento determinado, finales del siglo XVIII. Su origen está estrechamente unido a la historia de la hacienda-olivar del Pintado y por tanto no podemos obviar ni la historia de la finca, ni la figura de su propietario original.
D. Manuel Rivero González, nace en Ayamonte en 1697 y muere en 1780. De origen humilde, queda huérfano con 14 años y se marcha a América como grumete. Consigue una pequeña fortuna, lo que aprovechó para volver a España donde administraría con destreza y sentido comercial su reciente capital. Sus negocios se van a centrar en las transacciones comerciales marítimas en la bahía de Cádiz, coincidiendo con el hecho de que en 1717 se traslada todo el tráfico comercial con las Indias del puerto de Sevilla al de Cádiz. En poco tiempo se hizo con una gran flota. Adquiere un gran prestigio entre la incipiente burguesía gaditana, llegando a alcanzar una gran relevancia social, política y económica, en Ayamonte, Cádiz y Madrid. A pesar de tener fijada su residencia en Cádiz mantiene estrechas relaciones con Ayamonte. El poder político y sobre todo económico conseguido con la compañía comercial, le permite un amplio margen de manejo para invertir en propiedades más seguras, como son la adquisición de bienes inmuebles y tierras. En el término de la Redondela podemos citar: Casa de la Cerca de San Miguel, la casa de la Chirina, la Casa de Calderón y el Caserío de la Huerta Noble. De entre todas sus inversiones, destaca por su extensión y productividad la finca olivar del Pintado y dentro de ella, la huerta de Jesús, María y José (nombre original de la huerta, también llamada del Carmen, por
estar dedicado el oratorio a dicha advocación). La adquirió por compra a distintos propietarios entre los años de 1745 a 1750. Realizó un plan para acondicionar la huerta, pero los vecinos se opusieron, pero no pudieron impedir la construcción del palomar en 1760, a pesar de la oposición del Cabildo de la Redondela. La propiedad se mantiene en manos de la familia Rivero-Solesio hasta principios del siglo XX, conservando el sistema de explotación y racionalidad inicial.
Al contrario que la Huerta, el Columbario no ha sufrido cambios de uso desde el momento de su construcción, debido al tipo de construcción, que es fácil adaptarla a otros menesteres que no sean los propios. Además la rentabilidad económica que ha proporcionado, ha sido un buen aliciente para que sus propietarios lo mantuvieran en activo hasta hace aproximadamente veinte años. Desde su construcción, fue habitado por palomas Zuritas (Columbia Libia), procedentes de Egipto. El sistema que provee de agua al columbario procede de una noria, que extrae el agua de un pozo y la vierte en una alberca, conectada por una canalización a un extremo del bebedero del palomar, en el opuesto se sitúa el desagüe hacia el exterior, pasando por debajo de la puerta. Mediante este sistema se permitía la entrada y salida del agua constantemente, evitando su estancamiento y previniendo epidemias. La rentabilidad económica de esta explotación avícola consistía principalmente en la venta de pichones destinados al consumo humano o bien al tiro pichón. El ritual de captura dentro del palomar se hacía de noche, se cubría este con una red y alumbrados con pequeños puntos de luz, se introducían varias personas en el recinto e iban sacando los pichones, encerrándolos en jaulas para su transporte. A principios del siglo XX, la colonia esta formada por unas 20000 palomas, descendiendo notablemente a lo largo del siglo, para acabar extinguiéndose en 1977. El abandono progresivo del palomar estuvo directamente relacionado con el cambio de explotación de la finca, al cambiar de propietarios en 1952 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La actual iglesia parroquial, restaurada en 2005 según proyecto de Carlos Rodríguez Suárez y José Luis González González-Meneses, ha sido reedificada repetidas veces. Se había hundido ya en 1709, por lo que el culto se celebraba en la ermita de San Sebastián. El antiguo templo tenía tres naves y capilla mayor abovedada. En 1795 fue reconstruido de nuevo.
Se compone de tres naves que desembocan por la cabecera en sus correspondientes capillas absidiales. La nave central, más ancha que las contiguas, luce una techumbre de madera a dos aguas con tirantas, mientras que las laterales se cubren con techumbres de colgadizo. Las arquerías divisorias de naves presentan cuatro arcos de medio punto sobre pilares achaflanados, de ladrillo visto. El presbiterio se cubre a cuatro aguas, con armadura de madera y ladrillos por tablas. Las dos capillas absidiales comunican con el presbiterio y con sus correspondientes naves laterales a través de sendos arcos de medio punto. La capilla bautismal se construyó ortogonalmente al final del paramento lateral de la nave izquierda.
En el sencillo contorno del edificio se aprecia, sobre la cubierta de teja árabe a dos aguas, la mayor altura de las capillas absidiales, y la cubierta piramidal de la capilla mayor. Sobresale del buque del templo la capilla bautismal y la sacristía. En altura, destaca la espadaña, que remata la fachada principal, cobijada bajo arco de medio punto. La espadaña presenta dos cuerpos superpuestos: el inferior tiene dos vanos o arcos de medio punto enmarcados por tres baquetones enlazados mediante dos molduras semicirculares; un frontón triangular partido centra el arranque del cuerpo superior, de un solo vano, flanqueado por dos pilastras y rematado con frontón triangular.
Los bienes muebles fueron destruidos en 1936. Muchas de sus imágenes fueron sustituidas por obras de serie, que omitimos. Comenzando por la nave del evangelio, encontramos la imagen de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder, imagen de vestir, firmada por Antonio León Ortega, en 1941. La Virgen de los Dolores es obra de Francisco Buiza Fernández, de 1945. En el altar mayor preside la patrona de la población, la Virgen de la Esperanza, de Sebastián Santos, 1939. En la parte alta del testero, se encuentra un Crucificado, de pequeño tamaño, del segundo tercio del siglo XVI. La capilla absidial de la nave de la epístola está dedicada a la adoración eucarística.
En la nave de la epístola vemos una Inmaculada, de taller valenciano de principios del siglo XX. La Virgen del Mayor Dolor de Antonio Castillo Lastrucci, 1937, procede de Aracena. En la capilla bautismal, se venera un Niño Jesús Salvador, en actitud de Resucitado, sobre nube plateada, escultura en madera policromada, obra de Fernando Álvarez Galán, de 2003 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
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