Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Miguel Mañara, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 9 de mayo, es el aniversario del fallecimiento (9 de mayo de 1679) de Miguel Mañara, a quien está dedicada esta vía del callejero sevillano, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Miguel Mañara.
La calle Miguel Mañara es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo, y va de la confluencia de la plaza del Triunfo y calle Santo Tomás, a la avenida de la Constitución.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Hasta 1845, en que se rotuló con la denominación actual, existieron dos calles distintas, la del Arquillo de la Plata y la del Arquillo de la Contratación. La primera es posible que tome su nombre de la Torre de la Plata, a la que estaba unida por un lienzo de muralla que seguía la línea de fachada de la calle Santander. Esta denominación ya aparece en el plano de Olavide (1771), pero es muy posible que se usara mucho antes. También fue conocida anteriormente, al parecer, como Cruz de Bustos Tavera, por la allí erigida en memoria del caballero sevillano del s. XIII que, según la leyenda, murió en desafío con Sancho Ortiz, su futuro cuñado; esta leyenda fue recogida por Lope de Vega en su obra La Estrella de Sevilla. Otro nombre que se le dio fue el de Arquillo de los Ciervos. De estos dos últimos apelativos no hay pruebas fidedignas. El de la Contratación, también llamado de la Montería, al menos desde 1600, recibió estos nombres por ser acceso a la plaza donde tenía su sede la Casa de la Contratación, y a la vez estar colindante con el patio de la Montería de los Reales Alcázares. En la fecha antes citada (1845) se unificaron ambas calles bajo el rótulo Mañara, en memoria del venerable Miguel de Mañara (1627-1679), caballero de la orden de Calatrava, fundador del Hospital de la Caridad, que según la tradición vivió en esta calle; recientemente se añadió al rótulo el nombre propio.
Debió formarse en torno a la vía de ac ceso al Alcázar Viejo que comenzaba en el Arquillo de la Plata, y que fue configurándose por las casas que se fueron adosando al interior de la muralla que unía la actual puerta del León con la torre de Abdelazis. Rectilínea, aunque de trazado irregular, presenta a poco de comenzar un ángulo recto. El primer tramo, hasta la confluencia con la plaza de la Contratación, es relativamente amplio, estrechándose considerablemente a continuación para ir ensanchándose escalonadamente en su segundo tramo. Próxima a su terminación presentaba dos entrantes o pequeñas barreduelas, una de las cuales ha desaparecido. Termina en un espacio estrecho y abovedado formado por la primitiva puerta con bóveda de crucería, un segundo tramo de bóveda de cañón y un tercero adintelado.
Presenta una cierta inclinación, que se acentúa al final, en dirección a la avenida de la Constitución. Las alineaciones proyectadas en el s. XIX y primeras décadas del presente le han afectado sólo parcialmente; así, sigue existiendo el estrechamiento en la confluencia con plaza de Contratación en dirección al Arquillo, aunque se ensanchó la acera de los impares sobre el solar de la actual Cámara de Comercio. También se actuó derribando la casa núm. 15 en 1862 a fin de ensanchar la entrada de esta vía; e igualmente con el retranqueo de las ventanas, haciendo desaparecer las populares rejas de poyos y guardapolvos, siguiendo las ordenanzas municipales decimonónicas.
Fue empedrada y embaldosadas sus aceras en 1854; este pavimento fue sustituido por otro de cemento a final del siglo, adoquinado poco después y readoquinado en 1941. Actualmente la calzada del tramo de plaza del Triunfo a plaza de la Contratación está adoquinada y sus aceras presentan losetas de cemento. El segundo tramo, de ésta a avenida de la Constitución, construido en 1980, está adoquinado y embaldosado en su primera parte y formando cuadros con adoquines y cantos rodados en la segunda. El tramo abovedado del Arquillo está embaldosado en su totalidad, quedando más bajo que la acera de la avenida, que cierra la calle impidiendo el tráfico rodado. Se iluminó con gas hasta 1941, en que se instalaron lámparas de 100 bujías; actualmente se ilumina con farolas de tipo gas adosadas a la pared.
El caserío ha sido renovado casi en su totalidad y alternan junto a edificios con gran personalidad, como la casa núm. 3, del s. XIX, con hermoso patio de columnas con arcos de medio punto del Patrimonio del Estado, la núm. 13, de tipo popular, del s. XVIII, con dos plantas y buhardilla, y la levantada por Aníbal González en 1925-26; otras de reciente fábrica que no desmerecen del entorno, como la núm. 1, construida por Rafael Manzano, perteneciente asimismo al Patrimonio del Estado. También contribuye a la configuración de su fisonomía el que varios edificios notables como el Museo de Arte Contemporáneo, la Cámara de Comercio y otros de la calle Santo Tomás ofrezcan sus fachadas traseras a esta calle.
El edificio que da más personalidad a esta vía es el Arquillo de la Plata, que ofrece, sin embargo, su peor vista, formada por unas viviendas adosadas a la primitiva puerta o postigo del Alcázar. El arquillo ofrecía en su parte exterior un arco de herradura grande, jalonado por dos torres y otro arco más pequeño y en él una Virgen del Rosario. Sobre el mismo hay viviendas con gracioso balcón en el centro del arco, y azoteas almenadas con mirador de sillón. Este monumento consiguió salvarse del afán destructivo que caracterizó al s. XIX, a pesar de los deseos de parte del vecindario y de la prensa que lo apoyaba, y que desencadenó durante los años cincuenta una fuerte campaña contra él. Un periódico decía en una crónica: "El tal arquillo es una cosa sin nombre y sin utilidad, que no puede ser recomendado como monumento tradicional ni aun como edificio; por el contrario es un estorbo que afea aquel sitio, intercepta la comunicación entre las calles de Mañara y la plazuela de Santo Tomás, y es un receptáculo de inmundicias, y para final del cuento, el que lo pasa de día tiene que llevar un ojo en cada pie, pues no puede darse mayor pedregal, y el que lo pasa de noche va diciendo el acto de contricción por ser un sitio de arrebatacapas en todas las estaciones del año..." (El Porvenir, 13-IV-1854). A comienzos del s. XVIII tuvo en ella su sede la cárcel de la Casa de Contratación, probablemente en la fachada posterior del Museo de Arte Contemporáneo. Existió en las proximidades de la calle, en el s. XIX, el "cuartel de Partidas Sueltas" y la Cárcel Militar que ya citara Ford.
Históricamente ambos tramos han servido de acceso a la Casa de Contratación, uno desde la plaza de Santo Tomás (hoy avenida de la Constitución) y otro desde la plaza del Triunfo. El primero, dada su estrechez, que se acentuaba en el Arquillo de la Plata, fue cerrado al tráfico rodado por un marmolillo a mediados del siglo pasado a petición de los vecinos, que se quejaban de los destrozos que causaban los vehículos en las paredes. Hoy persiste el marmolillo, aunque puede ser retirado ocasionalmente. Estas circunstancias consolidarían como secundario a este acceso, lo que justificaría la descripción que hiciera Álvarez-Benavides (1873) como "de poco tránsito y sitio de muchos recuerdos históricos". El tramo de la plaza del Triunfo a la de Contratación ha sido vía principal por ser paso de carruajes por San Gregorio hacia la Puerta de Jerez en el s. XIX, de acceso desde el casco antiguo a la Casa de Contratación entre los siglos XVI al XVIII. En 1888 se autorizó y posteriormente se instaló una línea de tranvías que enlazaba la Puerta de Jerez con la plaza de Contratación. En la actualidad canaliza un intenso tráfico proveniente de San Gregorio con dirección al casco histórico y zona monumental, y permite aparcamientos en línea. Cumple asimismo funciones residenciales y de servicios que se concretan en la presencia de Radio Triana, una tienda de grabados antiguos, la oficina de una inmobiliaria y otra de recaudación de tributos que llena de gente las proximidades del arquillo en las fechas límites del pago de contribuciones, rompiendo así la habitual quietud de esta parte de la calle en la que se concentran los servicios reseñados. Durante varios años tuvo aquí su sede la librería Antonio Machado [Salvador Rodríguez Becerra, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993]
Miguel de Mañara, 3. Casa del siglo XIX, de tres plantas. La fachada consta de un cuerpo central avanzado, rematado por un frontón curvo partido. En el interior destaca el patio de columnas con arcos de medio punto.
Miguel de Mañara, 10 acc. Casa del siglo XVIII, de tipo popular, de dos plantas y rematada por una buhardilla.
Miguel de Mañara, 13 acc. Portada flanqueada por pilastras toscanas que sostienen un entablamento [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor a quien está dedicada esta vía del callejero sevillano, Miguel de Mañara;
Miguel Mañara Vicentelo de Leca, Sevilla, 3 de marzo de 1627 – 9 de mayo de 1679. Caballero de la Orden de Calatrava y “gran limosnero de Sevilla”.
A Miguel Mañara se le ha querido confundir a veces, fruto de la literatura romántica francesa del siglo XIX, con el mismo Juan Tenorio, que de gran pecador de disipada juventud, se convirtió en el gran arrepentido, de penitente y piadosa vejez. Nada hay en la juventud de Mañara, que tenga algo que ver cun esis “crímnes tan numeroso —que le atribuye E. Van Loo— como numerosos eran sus triunfos amatorios”; ni nada semejante a ese “llibertini cavallero” que presenta: el de “la espada continuamente ensangrenyada”. Contrario es el juicio que le merece a Marañón, maestro indiscutible en la materia: “Durante toda la época romántica hasta nuestros tiempos —escribe— se ha personificado el donjuanismo en un sevillano del más alto valor emocional, en Don Miguel de Mañara [...], que todavía goza de un alto prestigio de Don Juan. Es igualmente un error, y no sólo porque Mañara es muy posterior a Tirso de Molina y no pudo, por tanto, ser su modelo, sino porque Mañara fue, ante todo, un místico”.
Nació en Sevilla de una familia rica, originaria de Córcega. Su padre, Tomás, había vuelto de sus viajes al Perú con fama de grosario o de opulento comerciante.
Pasó los días de su juventud entre las naturales diversiones y el ambiente cristiano de su familia. A los veinticuatro años, el ya caballero de Calatrava quedó de único heredero de la gran fortuna de sus padres, en aquella Sevilla, “amparadora de pobres y refugio de desdichados”, que era considerada entonces como una de las ciudades más ricas de Europa. En 1648 casó con Jerónima Carrillo de Mendoza, de la alta nobleza sevillana. Ésta murió pronto y fue entonces cuando Mañara, quien, al decir de sus contemporáneos, vivía “cuerda y cristianamente”, dio un nuevo cambio de vida. El mismo Mañara confesó que “vivía muy gustoso y teníase por muy afortunado con la compañía de doña Jerónima, su mujer, de quien cada día iba haciendo mayor estimación, al paso que iba conociendo los quilates de su mucha virtud, fuera de las demás prendas que la hacían singularmente amable”.
Cuando murió Jerónima, contaba con treinta y tres años de edad. En un golpe de gracia, aprendió entonces “a conocer con gran claridad la brevedad de la vida, la certidumbre de la muerte y la vanidad de las glorias del mundo”. Su sobrino, el marqués de Paradas, cuando corrió a su encuentro en la soledad de Montejaque (señorío de Jerónima), le halló “poseído de un sentimiento, aunque muy grande, muy prudente y católico, deseando sólo aprovecharse de golpe semejante y acabar de desatar las pigüelas de este mal mundo, que tanto impiden para volar al cieño”. Pasó, entonces, por un proceso de “conversión interior”; poco a poco se fue desprendiendo de sus inmensos bienes y pronto fue considerado como el gran limosnero de la ciudad. Entró en la cofradía de la Santa Caridad, que se dedicó a favorecer a pobres y necesitados, llegando a ser de por vida hermano mayor de la misma. En una de las actas del Cabildo se lee que “propuso el señor don Miguel Mañara que el principal instituto de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo es cuidar de los pobres, y que los mendigos son los que tienen primer lugar como más desvalidos que andan a la inclemencia del tiempo de noche y de día, del que ha resultado morirse muchos aceleradamente.
Y que le parecía acudir a estos daños, haciendo el cabildo que los dichos pobres mendigos se recojan de noche y se les dé para que no padezcan mayor daño. Y allí, con lo que pueda, la Hermandad los socorra para que puedan dormir y enjugarse si estuvieren mojados”.
“Hospicio de pobres y peregrinos”, como llamaban a la Santa Caridad, hizo construir para ella una hermosa capilla, en la que dejaron obras maestras sus amigos Roldán, Valdés Leal y Murillo. Habiéndose desprendido de todos sus bienes, se quedó a vivir en una humilde celda de la Caridad, donde escribió su memorable Discurso de la verdad, y murió santamente el 9 de mayo de 1679. En el Libro nuevo de hermanos se anota lo siguiente: “Murió el día 9 de mayo de 1679 con grande opinión de santidad. Fue padre y restaurador de esta Hermandad. Está su venerable cuerpo debajo del presbiterio de esta santa iglesia de la Caridad, encima de la cual, en una losa, están recopiladas sus heroicas virtudes [...] No merecimos tanto bien. Viva eternamente en la feliz compañía de los Santos”. En los sevillanos quedó la memoria de Miguel Mañara como “limosnero de la ciudad, “varón justo”, “padre de los pobres y consuelo de los afligidos”.
Se abrió su proceso de beatificación, que todavía sigue pendiente en Roma (Francisco Martín Hernández, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La calle Miguel Mañara, al detalle:
El edificio de la calle Miguel Mañara, 1
El edificio de la calle Miguel Mañara, 3
El edificio de la calle Miguel Mañara, 10
El edificio de la calle Miguel Mañara, 13
El edificio para Diego González Parejo, de la calle Miguel Mañara, 4, de Aníbal González.
Arquillo de la Plata, o de Abdelaziz
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