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jueves, 28 de diciembre de 2023

Los principales monumentos de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (I), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (I), en la provincia de Cádiz.
        Se encuentra enclavada al noroeste de la provincia de Cádiz, frente al Parque Nacional de Doñana, en plena desembocadura del Guadalquivir, cuyo río ha determinado gran parte de su devenir histórico. La ciudad se encuentra dividida longitudinalmente por una barranca natural, de unos 20 metros sobre el nivel del mar, la cual se configura en eje vertebrador de su tejido urbano.
     Las tierras sanluqueñas estuvieron pobladas desde tiempos prehistóricos. De época calcolítica se ha hallado el dolmen de Hidalgo y varios ídolos cilíndricos aculados, además de diversos enterramientos de la Edad del Bronce. En el santuario de «Luciferi Fanum», situado en la entonces isla de La Algaida, se ha descubierto un conjunto de piezas de carácter ecléctico donde está representado todo el panorama artístico del mundo antiguo, desde finales del siglo VI al II a. C. También se ha localizado el tesoro de Évora, perteneciente a la Edad del Bronce Final y Edad del Hierro. El mundo romano está representado con múltiples hallazgos, como la cerámica campaniforme o el Bronce de Bonanza, hallándose en las riberas del río restos de industrias de salazón de pescado, talleres de carpintería de ribera y fábricas de envases cerámicos.
     Los musulmanes edificaron en la Plaza de la Paz el desaparecido castillo de las Siete Torres, de cuyo alcázar se conserva parte integrado el palacio ducal de Medina Sidonia, de probable época almorávide, así como la base del campanario de la parroquia mayor, que parece ser una de las torres del antiguo castillo árabe. Reconquistada definitivamente por Alfonso X en 1264, Sanlúcar y otras tierras serán otorgadas por Sancho IV a Alonso Pérez de Guzmán el Bueno en 1297. En 1368 se concede a los Guzmán el condado de Niebla y en 1445 Juan II les otorga el título de Duques de Medina Sidonia. Sanlúcar se constituye en capital del señorío hasta 1645 en que la ciudad pasará a la jurisdicción real.
     La geoestratégica situación de Sanlúcar, junto a la política comercial de los Guzmanes, determina­rán el progresivo avance económico de la ciudad y su indudable protagonismo histórico en las rutas comerciales del Estrecho y en las expansiones coloniales atlánticas, primero hacia África y luego hacia las Indias. La actividad principal de la villa fue el intenso comercio de su puerto, que proporcionaba a los Duques de Medina Sidonia un treinta por ciento de sus rentas. Con el título de ciudad desde 1579, Sanlúcar se convierte en el tercer puerto de importancia tras Sevilla y Cádiz. Desde el siglo XV, las ordenanzas ducales favorecieron el establecimiento de las más diversas colonias de mercaderes mediante privilegios y franquicias, instalándose numerosos bretones, ingleses, flamencos o genoveses, que contaron con consulados propios.
     La condición de Sanlúcar como antepuerto natural de Sevilla, centro monopolizador del comercio americano, dio lugar a que la villa se alzara, junto a la ciudad hispalense, en el gran puerto español de partida y llegada de los grandes viajes descubridores -Cristóbal Colón parte de Sanlúcar en 1498 y regresa de su cuarto viaje en 1504; Magallanes y Elcano salen en 1519, volviendo Elcano en 1522, tras realizar el primer viaje de circunnavegación alrededor del mundo- y, más tarde, en lugar obligado de recalada para el aprovisionamiento de las flotas de Indias. Las intensas vinculaciones que se establecieron entre Sanlúcar y América durante estos siglos se verán reflejadas en el patrimonio histórico de la ciudad y tendrá como consecuencia la instalación de numerosas órdenes religiosas, cuyas iglesias y algunos conventos se han conservado hasta la actualidad. Además, los Medina Sidonia ejercieron una amplia labor de mecenazgo patrocinando múltiples edificios religiosos. Y, al mismo tiempo, la oligarquía sanluqueña construirá grandes palacetes y patrocinará otras obras religiosas. En 1645 Sanlúcar se incorpora a la jurisdicción real al serle confiscado el señorío al duque don Gaspar Pérez de Guzmán, acusado de conspirar contra la Corona, marcando esta fecha un importante hito en la línea descendente que experimenta la evolución histórica de la ciudad, cuya circunstancia se agravó con el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz, en 1717, y la generalizada crisis del seiscientos peninsular, provocando todo ello la pérdida de su importancia mercantil.
     En el siglo XVIII la actividad económica se concentra en la agricultura, manteniéndose un relativo movimiento comercial. Se levantan en este siglo numerosas residencias, la mayor parte casas de cargadores a Indias, que hoy configuran un importante conjunto de arquitectura civil doméstica. En 1781 se funda la Sociedad Económica de Amigos del País, creada por un grupo de hombres ilustrados que llevaron a cabo algunas reformas sociales y educativas, además de impulsar la agricultura con mejoras técnicas. A instancias de la Sociedad, Manuel de Godoy, nombrado Regidor Perpetúo de la ciudad, establecerá la Provincia de Sanlúcar, entre 1804 y 1812, al objeto de fomentar la actividad agrícola, industrial y portuaria, en la cual se integraban treinta y dos pueblos de las actuales provincias de Cá­diz, Sevilla y Huelva, fundándose el Real Consulado de Sanlúcar, además de apoyar otros proyectos como la creación del Jardín Botánico de Aclimatación bajo la dirección de Esteban de Boutelou y Simón de Rojas Clemente, aunque todo ello desaparecerá con la caída de Godoy extinguiéndose la Económica durante la guerra de la Independencia.
     La instalación de los Duques de Montpensier en Sanlúcar, a mediados del siglo XIX, donde construyen su residencia veraniega, mantenida por sus descendientes los Infantes de Orleáns-Borbón, dará lugar a que la ciudad se convierta en centro pionero del turismo moderno de los baños de mar, cuya nueva funcionalidad origina un interesante movimiento constructivo, de carácter historicista y regionalista, que se mantendrá hasta la guerra civil. En está centuria también se experimenta una gran expansión de la industria vitivinícola. Ya desde época medieval, la exportación de vinos provocó la dedicación preferente de la vid en el término sanluqueño, constituyendo la elaboración de vinos una de las principales actividades económicas hasta la actualidad, la cual quedará reflejada en las numerosas bodegas integradas en el centro histórico. Estas edificaciones bodegueras se convierten en uno de los componentes urbanos más singulares de la fisonomía actual de la ciudad (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     El núcleo urbano se sitúa en la margen izquierda de la desembocadura del Río Guadalquivir, en la parte alta y al pie de una pequeña cornisa que se eleva unos 30 m., dominando el borde del río y las zonas inundables, más tarde ocupadas por edificaciones turísticas. Sus Altitudes más significativas son: la Plaza del Cabildo, 6,0 m.; la Iglesia de Santo Domingo, 7,5 m.; la Plaza del Barrio Alto, 31,5 m.; y la Puerta del Castillo, 33,5 m.
     La trama urbana responde a un sistema ortogonal con amplias calles rectilíneas, aunque de sección variable por tramos. 
     Las manzanas son de mediano y gran tamaño, con formas cuadradas, rectangulares o trapezoidales. Las de mayor tamaño son las que hacen de transición entre los Barrios Alto y Bajo, las cuales suelen tener dos niveles, con importantes jardines y zonas arboladas de gran valor.
     El conjunto posee una amplia variedad de tipologías residenciales: casa popular, casa patio dieciochesca, caserones unifamiliares regionalistas,...También mantiene un buen número de bodegas producto de su antigua tradición vinícola. 
     Las viviendas son generalmente de dos o tres plantas separadas por cornisas, con fachadas encaladas en las que se abren vanos en forma de balcones o con cierros de forja. Las cubiertas se resuelven bien en azotea visitable rematada por antepechos y pináculos, o bien en cubierta inclinada de tejas. Destacan los numerosos edificios singulares religiosos, iglesias y conventos, y civiles, palacios; así como bodegas, tanto en el interior como en los bordes del Casco.
     La ciudad de Sanlúcar de Barrameda fue plaza codiciada desde tiempos remotos por su situación estratégica. Tuvo asentamientos urbanos desde épocas prerromanas; alcanzó gran esplendor durante la era imperial y fue testigo de las contiendas entre las poderosas familias de los Guzmanes y los Girones. 
     El término de Sanlúcar ha estado habitado desde la Prehistoria y la Antigüedad, perteneciendo a Tartessos, a Turdetania, a la Bética y a varios territorios andalusíes. En la Edad Media, tras la Reconquista a, la villa de Sanlúcar pasó a formar parte del reino de Sevilla y fue otorgada en señorío en 1297 a Guzmán el Bueno, fundador un poderoso linaje nobiliario que sería conocido más tarde como casa de Medina Sidonia.
     Entre los siglos XV y XVIII la situación estratégica de Sanlúcar hizo que adquiriera relevancia en la exploración, colonización, comercio y evangelización de América, siendo episodios importante en este periodo la caída en desgracia de la casa de Medina Sidonia en 1641, la decadencia general de España bajo Carlos II, el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz en 1711 y el terremoto de Lisboa de 1755.
     En el 1833 pasó a formar parte de la recién creada provincia de Cádiz. En el siglo XIX la actividad económica de la ciudad se reconvirtió a la viticultura y al turismo estival, sobre un fondo de precariedad y grandes desigualdades sociales. Con gran implantación anarquista durante la Segunda República Española, quedó desde el principio de la Guerra Civil en manos de los sublevados, sin sufrir daños de importancia.
     Como muestra de su pasado histórico conserva Sanlúcar notables monumentos civiles y religiosos y un caserío compuesto de palacios y casas nobles de rancio sabor local (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La vieja puerta de América, la garbosa y pinturera Sanlúcar, marinera y vinícola, se alza a orillas del Atlántico, en la desembocadura del Guadalquivir y frente al Parque Nacio­nal de Doñana.
Historia
     Aunque se sabe que los tartesios se establecieron en la Algaida, lugar en el que, según el geógrafo griego Estrabón, existía en el siglo VI a.C. el santuario del Lucero, dedicado a la diosa fenicia Astarté, la ciudad como tal no entra en la historia hasta la época islámica, dilatado periodo durante el que el castillo de las Siete Torres controlaba la desembocadura del Guadalquivir.
     En 1264, el lugar cayó en poder de las mesnadas cristianas de Alfonso X, pasando poco después, en 1297, al dominio de Alonso Pérez de Guzmán. Los Guzmán alcanzaron el título de duques de Medina Sidonia y, al amparo de su señorío y durante un periodo de casi trescientos años, la ciudad vivió un periodo de máximo esplendor.
     El descubrimiento de América en 1492 y la centralización en Sevilla del comer­cio americano, con el paso obligado por sus riberas de los barcos repletos de ricos cargamentos, convertirán a Sanlúcar en uno de los centros comerciales más importantes de Andalucía. El emporio entró en barrena a partir de 1645, cuando tras el intento del noveno duque de Medina Sido­nia de proclamarse rey de Andalucía, la ciudad pasó a poder de la corona, a lo que se añadió poco más tarde el traslado a Cádiz de la Casa de Contratación de Sevilla. No obstante, de esta época son la mayoría de las grandes casonas que levantaron los cargadores a Indias.
     Sanlúcar empezó a recuperarse a caballo de los siglos XVIII y XIX. Un grupo de ilustrados crea en 1781 la Sociedad de Amigos del País y nombran regidor perpe­tuo de la villa al valido Manuel Godoy, quien en 1804 creará la provincia marítima de Sanlúcar; que se extendía desde Rota hasta Ayamonte, además de apoyar la fundación del Real Consulado de Sanlúcar y del Jardín Botánico. Poco más tarde, los duques de Montpensier instalarán aquí su residencia de verano, construyendo un hermoso palacio y activando la vida social a través de una serie de actividades que culminarían con las famosas carreras de caballos, que siguen celebrándose en la actualidad. Por esta época también se inicia el despegue de la actividad vinícola y bodeguera, cuya potencia económica sigue constituyendo al día de hoy el pilar más impor­tante de la ciudad, por encima incluso del turismo, cada día más abundante y activo.
Gastronomía
     La merecida fama gastronómica de Sanlúcar aparece ligada a los productos del mar, especialmente a los gloriosos langostinos, únicos por sus características, pero únicos también por la habilidad con la que los sanluqueños realizan su coc­ción. Ahora bien, junto a los productos del mar, no pueden olvidarse los de las huertas de los alrededores. A todo ello se añade la mundialmente conocida manzanilla, un vino fino de la denominación de origen Jerez-Xeres-Sherry, de cualidades organolépticas singulares, gracias al precioso microclima bajo cuyas con­diciones se cría. Los postres quedan excelentemente cubiertos con los dulces del convento Madre de Dios y de las numerosas confiterías, a los que se puede acompañar con los vinos dulces de las bodegas.
Artesanía
     Oficios tradicionales como la forja, la guarnicionería y la cerámica han recobrado mucho del terreno perdido en los últimos tiempos y vuelven a estar bien representados. A ellos hay que añadir la tradicional fabricación de muebles en maderas nobles y la mucho más moderna de perfumes naturales.
Fiestas
     En febrero el carnaval discurre por cauces de participación y de jolgorio comunes a lodo el litoral gaditano. La Semana Santa resulta especialmente llamativa, tanto por la calidad de las imágenes, como por la singularidad del marco en que se desarrolla. En la última semana de mayo tiene lugar la feria de la Manzanilla, con el vino de la tierra como principal protagonista. Prác­ticamente por las mismas fechas, durante la romería del Rocío la ciudad se convierte en lugar de paso de numerosas hermandades hacia la ermita de las marismas. El espectáculo de las carretas y los caballistas cruzando el rio por Bajo de Guía en las grandes barcazas resulta memorable. A mediados de agosto se celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Caridad Coronada, patrona de la ciudad, cuya procesión recorre las calles cubiertas con hermosas alfom­bras de sal coloreada. Durante este mes tienen lugar también dos acontecimientos completamente autóctonos y de gran sin­gularidad. El primero, las Carreras de Caballos* en la playa, espectáculo único declarado de Interés Turístico Internacional. El segundo, la fiesta de Exaltación al río Gua­dalquivir, especie de juegos florales, reminiscencia de épocas pasadas, declarados de Interés Turístico Nacional, con eventos tan señalados y populares como la fiesta rociera o la fiesta del Mantón de Manila.
Visita
     Sanlúcar de Barrameda, como se va adi­vinando por los prolegómenos de la historia, la gastronomía y, sobre todo, las fiestas, es una ciudad alegre y colorista que, hasta el momento presente, está logrando conjugar armoniosamente los elementos de la tradición histórica con los más actuales y modernos.
     Dos grandes núcleos componen el casco histórico: el barrio Bajo y el barrio Alto. El primero de ellos comprende una franja llana y paralela al mar que se extiende desde la calle Banda Playa a la del Carmen Viejo. El segundo se extiende por el montículo que tiene su cumbre en la plaza de la Paz. A estos dos núcleos cabe aña­dir la llamada zona costera, fruto del crecimiento producido entre finales del siglo XIX y principios del XX, como conversión de la ciudad en centro turístico. Esta zona tiene como eje vertebrador la Calzada del Ejército, gran bulevar arbolado que ha sido desde su creación, en 1794, el gran paseo de Sanlúcar y epicentro de la vida social y de las actividades veraniegas. La Calzada del Ejército lleva hasta las playas de Las Piletas, Calzada y Bajo de Guía, esta última en la misma desembocadura del Guadalquivir y frente al Parque de Doñana, y famosa por el gran número de restaurantes que en ella se concentran. Aquí se sitúan también los centros de visitantes Bajo de Guía y Fábrica de Hielo, el primero dependiente de la Junta de Andalucía y el segundo del Ministerio de Medio Ambiente. Igualmente puede verse aquí la capilla de la Virgen del Carmen, ejemplo de algunos de los edificios religiosos en estilo neogótico que se levan­taron a finales del siglo XIX. Las tres pla­yas mencionadas son en realidad una sola de carácter urbano, con un total de 2.400 m de arenas finas y doradas, y con más de 70 m de anchura. A ellas se añade como prolongación la semiurbana de Las Jaras, de idénticas características y de 2.600 m de longitud.
El barrio Bajo
     La calzada del Ejército arranca en la bulliciosa plaza de los Cisnes, en cuyo frente principal llaman la atención los coloridos azulejos del antiguo hotel Los Cisnes, ocupado actualmente por ofici­nas y viviendas privadas.
     Ahora bien, el centro del barrio Bajo es la plaza del Cabildo, que viene a ser también el centro geográfico de la ciudad. Entrañable, jubilosa y cosmopolita, hunde sus raíces a finales del siglo XV, cuando el segundo duque de Medina Sidonia autorizó el poblamiento de la ribera, extramuros de la villa, si bien su configuración actual quedó definida en el siglo XVIII, momento del que datan muchas de sus casas, de estilo barroco, aunque reformadas para unificar su altura en el siglo XIX. La plaza es hoy, más que nada, un gran salón de recreo, con sus palmeras, sus naranjos, sus buganvillas malvas y las terrazas de los bares, pero en otro tiempo fue el centro administrativo de la población, como lo atestigua la Biblioteca Municipal, que fue sede del Ayuntamiento desde 1730 hasta 1990.
     La fachada de la biblioteca da en realidad a la calle Ancha, una de las más comerciales de la ciudad, y a sus espaldas se sitúa la abigarrada placeta de San Roque, en la que un día a la semana se monta un jugoso mercadillo con gran variedad de productos, y en la que tiene su entrada la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, pequeño templo barroco del siglo XVIII.
     El patrimonio artístico de Sanlúcar es riquísimo. Junto a la plaza del Cabildo, en la de la Victoria, se sitúa el antiguo convento de la Victoria, del siglo XVII, reconvertido recientemente en el centro cultural del mismo nombre.
     Un poco más arriba, entrando, por ejemplo, por Ruiz de Somavía, se alcanza el convento Madre de Dios, cuyo inmaculado claustro deslumbra al visitante con las arquerías de medio punto sobre colum­nas de mármol de la planta baja, los balcones de la alta, y la abundancia y colorido de los azulejos. Data este convento de finales del siglo XVI, habiéndose concluido la iglesia en 1605 bajo el patrocinio de los duques de Medina Sidonia. Es éste un edificio de una sola nave con alto zócalo de azulejos, que ofrece una cúpula de media naranja sobre pechinas en el presbiterio y coros alto y bajo a los pies. En el altar mayor, que data de la segunda mitad del siglo XVIII, aparece la Virgen del Rosario flanqueada por San Francisco y Santo Domingo.
     Muy cerca del convento, en la calle San Juan, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, perteneciente al antiguo convento de carmelitas descalzos, des­aparecido tras la desamortización. Convertida actualmente en parroquia, la iglesia data de finales del siglo XVII, tiene planta de cruz latina -con los brazos muy cortos- y capillas laterales intercomunicadas y abiertas a la nave a través de arcos de medio punto. La cubierta es una bóveda de cañón con lunetos y fajones, figurando en el crucero una cúpula de media naranja sobre pechinas que apean en pilares cruciformes. Lleva coro alto a los pies, con una amplia tribuna que se extienden por las capillas laterales. El retablo mayor es un muy buen elemento barroco articulado a base de grandes estípites muy decorados. En la hornacina central figura la Virgen del Carmen. Altares de distintas épocas, la mayoría barrocos, se reparten por las capillas, sobresaliendo entre las tallas el grupo de las Angustias, perteneciente a la cofradía del mismo nombre, cuya Virgen se atribuye a Diego Roldán, fechán­dose en 1753.
     Caminando rumbo al sur por la calle San Juan, en la sombreada plaza del Pra­dillo pueden verse un par de esas grandes casonas solariegas que siguen en uso en la ciudad. La más interesante es la de Moreda, amplio edificio en cuya sobria fachada sobresalen los balconcillos a base de arcos rebajados del ático, hoy cegados. Digno de verse es el patio, de dos plantas, el inferior con arcadas de medio punto sobre columnas de mármol y la superior con balcones entre pilastras. Otra casa muy interesante es la del Marqués de Casa Arizón, en las calles Divina Pastora y Banda de la Playa, edificio en el que se conjugan las actividades comerciales de su propietario con el uso residencial de una parte del mismo. Data del siglo XVII y al exterior destaca la torre azotea, así como la fachada principal, sobre la calle Divina Pastora.
     Por encima de este lugar, en la ligera elevación en la que se asienta la plaza de su nombre, se sitúa el convento de Capuchinos, fundado en la tercera década del siglo XVII por Manuel Alonso Pérez de Guzmán, séptimo duque de Medina Sidonia. En el juego de volúmenes característicos de las construcciones franciscanas, se perfila la iglesia, cuya fachada se oculta tras un breve compás al que se accede a través de un gran arco rebajado. El tem­plo tiene planta rectangular con tres naves separadas por gruesos muros con arcos de medio punto. Presidiendo el altar mayor, se encuentra la Virgen del Buen Viaje, una graciosa imagen que lleva al Niño en el brazo izquierdo mientras sostiene una carabela en la mano derecha, realizada por Gaspar Ginés en 1634. Interesantes son las pinturas murales del siglo XVIII, con retratos de capuchinos, que figuran en el sotocoro. También, por el significado que para la orden tiene, la capilla funeraria del Venerable Padre Esteban Adoaín, en el mismo sotocoro, fechada en 1941.
     Volviendo a la plaza del Cabildo, en la calle Isaac Peral, esquina Regina, se sitúa la iglesia de la Santísima Trinidad, primero de los templos con los que contó el barrio Bajo. Se construyó en los años cuarenta del siglo XIV, formando parte de un hospital para atender a los marinos que hacían la ruta con las islas Canarias. La fachada, muy simple, muestra un hastial con un gran óculo moldurado y, como acceso, un vano a dintel rematado por un frontón triangular. Del interior, de una sola nave rectangular, es muy valiosa la cubierta del presbiterio, una armadura de artesa con cuatro faldones y almizate, a base de lacería estrellada y con una rica policromía floral. La imagen de Nuestra Señora de los Dolores, atribuida a Luisa Roldán y fechada en 1687, preside el altar mayor.
     En esta misma calle de Regina se encuentra el convento de Regina Coeli, una sólida construcción llevada a cabo por Alonso de Vandelvira. A la calle presenta un muro pintado de almagre con dos portadas gemelas a mitad de camino entre el Renacimiento y el manierismo. El interior es muy coqueto, con un buen número de piezas de arte. Tiene una sola nave con bóveda de cañón con lunetos que descansa sobre cinco arcos fajones, transformándose en el presbiterio en bóveda baída, decorada con tondos y motivos geométricos. Lleva coros alto y bajo, con el muro frontal concebido a modo de retablo por Vandelvira, con relieves e imágenes que datan de principios del XVII. En el coro bajo puede verse un precioso San Francisco de candelero atribuido a La Roldana. El convento tiene un hermoso claus­tro con arcos de medio punto y columnas de mármol blanco, el mismo material y color de la fuente octogonal que lo centra, datada en 1691 y con relieves de la Inmaculada, San Francisco y Santa Clara, y con una imagen de esta última santa sobre la segunda taza.
     Aquí mismo, en la calle San Jorge, que lleva hasta Ancha, se encuentra la capi­llita de San Jorge, un pequeño templo del siglo XVII, construido por la hermandad inglesa organizada bajo la advocación de este santo, junto con un colegio y un hospital para atender a las necesidades de la comunidad inglesa radicada en Sanlúcar. Desde 1985, fecha en la que los ingleses se lo cedieron a la hermandad del Rocío, se le conoce también con el nombre de iglesia de Nuestra Señora del Rocío y en ella se guarda la imagen de esta Virgen.
     La iglesia parroquial de Santo Domingo se encuentra muy cerca de aquí, en la confluencia de las calles Santo Domingo y de la Mar. El antiguo convento dominico se fundó bajo el patrocinio de los duques de Medina Sidonia en 1548, convirtiéndose en bodega tras la desamortización del siglo XIX. A la iglesia e llega a través de un compás. Al exterior; el templo muestra un aspecto militar, ligeramente suavizado por el antepecho con jarrones que corona sus muros y recalcado por la torre, formada por un potente cuerpo de base cuadrada sobre el que se eleva una espadaña con arcos de medio punto en los que se alojan las campanas. El interior tiene una sola nave con planta rectangular en la que se ha inscrito una cruz latina con capillas laterales entre los contrafuertes. Una cúpula de casetones sobre trompas corona el crucero. En los muros laterales del presbiterio, encajados en sendos retablos, se encuentran los sepulcros de los condes de Niebla, realizados por Martín Christian y Francisco de la Gándara en 1606. En lado derecho del crucero figura una imagen de La Galeona, la Virgen del Rosario. Entre las capillas, sobresale la del Cristo de los Milagros, en el lado derecho de la epístola, talla de Miguel Adán, del siglo XVI. Aquí está también la Virgen de las Penas, imagen del siglo XVIII que se atribuye a Juan de Astorga.
     Siguiendo la calle de Santo Domingo se alcanza la iglesia de San Francisco, con la fachada a la plaza de Santa Ángela de la Cruz, donde se sitúa el convento de las Hermanas de la Cruz, en la que, desde el siglo XVII, fuera la casa solariega de la familia Respaldiza. La iglesia data de mediados del siglo XVIII, aunque los franciscanos llegaron a Sanlúcar en 1443, siendo éste su tercer convento, que mantendrían en activo hasta la Desamortización del siglo XIX. Mucho tiempo después, en 1966, los hermanos de la Salle instalaron un colegio, que aún se mantiene. La portada es un monumental retablo con dos cuerpos y tres calles en el que se abre la portada, un medio punto entre columnas bajo un potente arcosolio. El interior tiene planta de cruz latina con capillas laterales, presentando cúpula con linterna sobre pechinas en el crucero. Entre las abundantes obras que este templo guarda cabe resaltar el retablo del altar mayor y el del Santo Entierro. El primero es una grandiosa obra barroca en madera sin dorar, a base de estípites con angelitos que hacen las veces de atlantes. Data del siglo XVIII. El segundo, con curioso dosel, situado en el lado izquierdo del crucero, cobija a Cristo yacente, una muy buena talla del siglo XVI atribuida a Mercadante de Bretaña, y a Nuestra Señora de la Soledad, talla probable de Luisa Roldán.
     En la misma calle Santo Domingo, enfrente de la plaza de San Francisco, está también la parroquia de San Nicolás, templo dieciochesco levantado en el solar de una antigua ermita dedicada a San Nicolás de Bari. Lo mejor de esta iglesia es la imagen del Cristo de la Expiración, del siglo XVII, que preside el retablo mayor, atribuida a Juan de Mesa o a alguno de sus discípulos más cercanos.
El barrio alto
     Para subir al barrio Alto conviene regresar a la plaza de San Roque. De aquí parte la calle Bretones, en la que se encuentra el mercado de abastos, edificio de larga tradición, abigarrado y bullicioso en las mañanas laborables y de visita muy aconsejable tanto para adquirir, frescos, los inolvidables langostinos sanluqueños, entre una amplia variedad de productos del mar y de la tierra, como para ahondar en el espíritu de la ciudad.
     Al final de esta calle, que sube ya en pendiente, se localizan las famosas Covachas*, nombre por el que se conoce a la bellísima portada gótica del siglo XV y, por lo que se cree, antigua fachada del palacio de los Guzmán.
     A la derecha, en el arranque de la cuesta de Belén, se sitúa el primitivo convento de la Merced*, cuya iglesia es actual­mente un auditorio, estando el resto de las dependencias ocupadas por oficinas municipales. El convento se construyó en 1616 para los mercedarios y en él vivieron los frailes hasta 1837, en que tuvieron que abandonarlo a causa de la Desamor­tización. A la iglesia-auditorio se accede por el antiguo compás. Enseguida se ve la portentosa fachada retablo, pintada con los alegres colores que recuerdan el barroco americano. El interior es también muy bello: una sola nave con planta de cruz latina con bóveda de cañón con lunetos, extraordinariamente decorada, con capillas y tribunas laterales, coro alto a los pies y una gran cúpula de media naranja sobre pechinas, también muy decorada, en el crucero. La traza es de Alonso de Vandelvira y la dirección de la obra y la decoración de Juan de Oviedo. A medida que se sube al barrio Alto se descubre una Sanlúcar bien distinta de la que ha quedado atrás, más íntima y sose­gada. Al lado del convento se encuentra el fantástico palacio de Orleáns-Borbón*, hoy Ayuntamiento de la ciudad, romántico conjunto de edificaciones realizadas por los duques de Montpensier hacia la mitad del siglo XIX en un bellísimo estilo neomudéjar que debe mucho al alcázar de Sevilla. Los atauriques, los arcos de herradura, las balaustradas, la almagra y el albero se alían mágicamente para lograr una composición que sorprende y entusiasma al visitante. Tiene un frondoso jar­dín de estilo inglés diseñado por Lecolant, con raras especies botánicas.
     Las calles de los alrededores del pala­cio son, además, de las más bellas de San­lúcar. Preciosas casas de los siglos XVII y XVIII se suceden mostrando espléndidas fachadas reformadas en el siglo XIX siguiendo el estilo academicista, así como acogedores patios cuya visión puede disfrutarse desde la misma calle.
A la vuelta de la cuesta de Belén, en la plaza de los Condes de Niebla, se sitúa el palacio ducal de Medina Sidonia*, cuyos orígenes se remontan al siglo XII, ya que se levanta sobre el antiguo alcázar mahometano, parte del cual se integró en las nuevas edificaciones que llevaron a cabo los Pérez de Guzmán a partir del siglo XIV. La fachada que da a la plaza, de impoluta blancura, ofrece la armoniosa belleza del estilo renacentista en el juego de balcones con frontón y otros geminados con arcos de medio punto. Este palacio es sede de la Fundación Casa de Medina Sidonia, que custodia el importante archivo ducal, y en él tiene su residencia la actual duquesa, Isabel Álvarez de Toledo.
     Esta plaza de los Condes de Niebla que, prolongada en su anexa de la Paz, tuvo los nombres de Alcázar Viejo, Alta y de Arriba, fue el primitivo centro de la ciudad cristiana y en ella se encuentran tam­bién el antiguo pósito, construido en 1736; la Real Cárcel, reconstruida en la segunda decena del siglo XVIII sobre otra anterior y actualmente Conservatorio de Música; y, sobre todo, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la O*, sin duda, el templo más bello de Sanlúcar también el más rico en obras de arte. Su construcción se remonta a la mitad del siglo XIV. Declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931, en sus orígenes el edificio constaba de tres naves separadas por arcos formeros apuntados, que se transformarían en medio punto en 1629, habiéndosele añadido en distintos momentos numerosas capillas.
     La fachada principal es gótico-mudéjar, formada por un arco apuntado y abocinado, con un alto alfiz densamente decorado sobre el que se instala una cornisa apoyada en cabezas de león de estirpe califal. A su lado, la torre tiene un robusto cuerpo de base cuadrada, que al parecer se trata de una de las torres del alcázar islámico, sobre el que se alza el alegre campanario.
     Una azulejería de cuenca forma un zócalo perimetral en el interior. Aquí, las naves llevan armaduras de par y nudillo y el ábside, poligonal, bóveda de crucería ornamentada con pinturas que se extienden, en tablas, por los muros del presbiterio. El retablo mayor es una espléndida obra rococó del siglo XVIII. En la calle central aparece la imagen de la Virgen titular del templo, Nuestra Señora de la O, sobre ella un manifestador, y en la cumbre, la Trinidad. En el lado del evangelio se encuentra la capilla de la Inmaculada, y a su lado, la imponente capilla sacramental, cerrada por una elegante reja forjada en Vizcaya. Sorprende la deliciosa decoración de pinturas rococó que cubre los muros y la cúpula calada. Al lado de estas capillas se sitúa el Altar del Descendimiento, así denominado por la gran pintura manierista que lo preside, fechada a mediados del siglo XVI y atribuida a Pedro de Campaña o alguno de sus dis­cípulos. A continuación está la capilla de la Virgen de Lourdes. En ella se venera el magnífico Cristo de la Vera Cruz, un crucificado tallado por Francisco de Ocampo hacia 1617, flanqueado por dos lienzos de Juan de Roelas fechados en 1624, con las imágenes de la Virgen y san Juan. La capilla de las Ánimas, en el lado del Evangelio, es en sí misma un pequeño templo de una sola nave levantado en el año 1600. En ella sobresalen ampliamente el Políptico de la Sacra Estirpe, pintado por Hernando de Esturmio en 1549, y el Santo Cristo de la Luz, imagen sedente del siglo XVII.
     La calle Luis de Eguilaz lleva al castillo de Santiago, construido por Enrique Pérez de Guzmán, segundo duque de Medina Sidonia en el último cuarto del siglo XV. Formón parte del sistema defensivo de Sanlúcar y era pieza principal en el control del tráfico naval por el Guadalquivir.
     Un poco más adelante, a la izquierda de la avenida de Sevilla, está el convento de San Diego, que los frailes ocuparon desde 1684 hasta 1835, fecha de su exclaustración. Las dependencias conventuales están ocupadas hoy por un centro de salud. La iglesia tiene una sencilla portada sobre cuyo vano a dintel figura un panel de azulejo con la imagen de la Virgen Milagrosa. 
     La iglesia de San Miguel está en la esquina de la calle Jerez con San Agustín, donde se situaba la puerta de Jerez, per­teneciente a la antigua muralla. La construcción de esta iglesia data del siglo XVII y en la fachada tiene una capillita abierta a la calle y una graciosa espadaña doble en el tejado.
     Aquí mismo, en la calle Descalzas, está el convento de Carmelitas Descalzas, una gran edificación concluida en 1675 que cuenta con tres patios y jardín, alrededor de los cuales se nuclean las dependencias. Un compás franquea el paso a la iglesia. Tiene ésta una sola nave rectangular cubierta con bóveda de cañón decorada con yeserías geométricas. Una bóveda sobre pechinas, con la misma decoración, cubre el presbiterio. Un coro alto se sitúa a los pies. El retablo mayor ofrece una importante consistencia a través de las cuatro briosas columnas salomónicas muy decoradas que lo articulan. Lo labró Pedro Reling en 1708, y lo preside una imagen de la Virgen del Carmen, apareciendo en el ático el Éxtasis de Santa Teresa, en relieve. En el coro bajo, es muy curiosa La Dor­mición de la Virgen, con la imagen rodea­da de graciosos angelitos sobre leves pedestales, talla de mediados del siglo XVIII.
     Bajando por Descalzas y doblando a la derecha por Muro Alto se llega a la puerta de Rota, la única que queda de las varias con las que contó la muralla medieval. Aquí mismo está el precioso rincón que forma la cuesta de la Caridad, breve cruce de caminos y por ello muy transitado y alegre, en cuya cima se alza la basílica menor de Nuestra Señora de la Caridad, construida entre 1610 y 1612 en el solar en el que estuvo la iglesia de Santa Ana. El proyecto del templo actual es de Alonso de Vandelvira y tiene traza manie­rista. La fachada principal, situada a los pies, muestra dos cuerpos de matriz clasicista, el primero consiste en un arco triunfal flanqueado por sendos pares de columnas jónicas entre las que se ubican cuatro hornacinas con las imágenes de los santos Juan Bautista, Juan Evangelista, Domingo e Ildefonso. En el segundo cuerpo figura un relieve de Santa Ana acompañada de la Virgen. El interior tiene planta de cruz latina, dividiéndose la nave en tres espacios mediante arcos fajones que se cubren con bóveda rebajada de sillería. El retablo mayor es también obra de Vandelvira y muestra una elegancia y equi­librio muy notables. En sus tres calles se distribuyen un total de nueve escenas de la vida de la Virgen pintadas por Francisco Juanete en 1612. El conjunto lo preside la Virgen de la Caridad, patrona de Sanlúcar desde 1618, aunque la imagen data de finales del siglo XVI, siendo obra proba­ble de Gaspar del Águila (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).  
     Esta gran ciudad marinera y vinícola, de casas blancas y calles primorosas, se asoma al Atlántico junto a la desembocadura del Guadalquivir y frente al Parque Nacional de Doñana.
Historia
     El origen de la ciudad es Tartesso y se encuentra en el pinar de la Algaida, pasado el puerto de Bonanza, donde se ha localizado el santuario del Lucero, centro de culto existente en el siglo VI a.C. mencionado por el geógrafo griego Estrabón como dedicado a la diosa Phósphoros, es decir, Venus. No obstante, la ciudad como tal no entra en la historia hasta la época árabe. En el siglo VIII penetraron por la boca del Guadalquivir los normandos, quienes río arriba llegaron hasta Sevilla, donde fueron detenidos y rechazados por el emir cordobés Abderramán l. En 1264 cayó en poder de los cristianos, tras su conquista por Alfonso X. Poco tiempo después, Sancho IV se la entregó a Alonso Pérez de Guzmán, Guzmán el Bueno, en premio a su fidelidad por la defensa de Tarifa. Los Guzmán toman el título de duques de Medina Sidonia y bajo su gobierno la ciu­dad vivió el periodo de máximo esplendor, llegando a ser uno de los centros comerciales más importantes de Andalucía. En 1645, tras el intento del noveno duque de Medina Sidonia de proclamarse rey de Andalucía, la ciudad pasó a depender de la corona. Este hecho supuso para ella unverdadero desastre, del que no inició su recuperación hasta mediado el siglo XVIII, gracias a la generosidad del valido Godoy.
     En 1804 llegó a convertirse incluso en provincia marítima independiente, circunstancia que desapareció tras la división provincial de España llevada a cabo a mediados del siglo XIX.
Gastronomía
     La huerta Sanluqueña aporta a la cocina verduras y hortalizas de primera calidad. A su vez, los productos de la mar ocupan un lugar de importancia. Ahora bien, en la mesa, la palma se la llevan los mariscos, sobre todo los langostinos, extraordinarios principalmente por la habilidad con la que se realiza su cocción, y la Manzanilla, un vino fino de unos 15º, de color pajizo, que sólo se produce en esta tierra debido a su especial microclima.
Fiestas
     El Carnaval, en el mes de febrero, reviste un intenso colorido. La Semana Santa es especialmente interesante por la calidad de sus imágenes y por los itinerarios que recorren a través del casco antiguo. La Romería del Rocío ocupa en la ciudad un puesto de privilegio, al convertirse ésta en lugar de paso hacia la ermita de un buen número de hermandades que cruzan e Guadalquivir en sus inmediaciones.
     En la última semana de mayo tiene lugar la Feria de la Manzanilla, gran fiesta que tiene al vino de la tierra como principal protagonista. A mediados de agosto se celebran las fiestas en honor de la patrona, Nuestra Señora de la Caridad Coronada, y a finales del mismo mes, las de Exaltación al río Guadalquivir, especie de juegos florales declarados de Interés Turístico Nacional. En agosto se celebran en la playa las famosas Carreras de Caballos, espectáculo único, declarado de Interés Turístico Natural, que en 1995 ha cumplido los 150 años y en el que llegan a participar más de 70 caballos.
Vida urbana
     Sanlúcar es una ciudad alegre y colorista en la que se conjugan armoniosamente la tradición histórica con la modernidad. El centro histórico, a la vez centro neurálgico de la ciudad, es la zona comercial por excelencia y buen lugar para el copeo y el tapeo. Bares y tabernas disponen de amplias terrazas para disfrutar del sol. Las plazas del Cabildo y de San Roque constituyen el epicentro de la zona. En Bajo de Guía, en el extremo nororiental del paseo marítimo se localizan tabernas marineras y excelentes restaurantes de pescado y marisco.
Visita
     En la parte alta de la ciudad, pero muy cerca del centro, se sitúa el castillo de Santiago, construido por el segundo duque de Medina Sidonia entre 1477 y 1478. Es de planta cuadrada, con doble recinto y en él destaca la torre del homenaje, que tiene forma hexagonal. Bajando hacia la plaza de San Roque, centro geométrico de la ciudad, en la plaza del Conde de Niebla, se levanta la parroquia de Nuestra Señora de la O, la iglesia más antigua de la ciudad, edificada en el siglo XIV. Posee un bello artesonado mudéjar. En la misma plaza se sitúa el palacio de Medina Sidonia, que sólo conserva de su construcción original, datada en el siglo XV, la fachada de la Cuesta de Belén. Guarda los importantes archivos de la casa ducal.
     En la Cuesta de Belén se levanta el palacio de los Infantes de Orleáns, residencia de los duques de Montpensier. En la actualidad es sede del Ayuntamiento y posee hermosos salones, patios y jardies. Prácticamente al lado, en la Cuesta de la Caridad, se localiza el santuario de Nuestra Señora de la Caridad, edificio del siglo XVII, construido por Alonso de Vandelvira en estilo renacentista. En él se encuentra la patrona de la ciudad. Y, en sus alrededores, las calles Misericordia, Descalzas, donde está el convento del mismo nombre, y la plaza de la Paz encierran rincones de un pintoresquismo lleno de sabor. A la bajada de la Cuesta de Belén se levantan las Covachas, obra del siglo XV en estilo gótico, en la que resalta la fachada de arcos ojivales, verdadera filigrana de orfebrería en piedra.
     Desde la plaza del Cabildo, por la ajardinada Calzada del Ejército, se alcanza el paseo marítimo y las playas, con una longitud total de 12 km. de finísimas arenas. Antes, tomando desde la plaza del Cabildo la calle Ancha, se llega a la parroquia de Santo Domingo, en la calle de su nombre. Es una obra del siglo XVI que perteneció al antiguo convento de Dominicos y en cuyo interior se encuentran los sepulcros de la casa ducal.
     Finalmente, en la calle Truco, se localiza el Museo del Mar "Las Caracolas", curioso lugar en el que se reúnen conchas y caracolas marinas de todas las especies y cuya visita es gratuita.
Alrededores
     Al otro lado de la ciudad, cruzando el río, se extiende el Parque Nacional de Doñana, la mayor reserva natural de Europa, que da cobijo a una gran variedad de especies animales, algunas en peligro de extinción, entre ellas el lince ibérico y el águila real. El parque es visitable desde San­lúcar a bordo del buque fluvial Real Fernando, aunque previamente hay que concertar la visita en el Centro de Interpretación de la Naturaleza, en Bajo de Guía.
     Subiendo río arriba, a escasa distancia de la ciudad, se alcanza el puerto pesquero de Bonanza, rodeado de salinas y pinares. Más arriba aparece la colina de Algaidas, con sus grandes pinares, zona de alto valor ecológico que pertenece al Parque Natural del Entorno de Doñana (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
     
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